Capitulo 23
Tu novio está loco, amiga.
— ¿Han visto a Olivia? Desapareció hace dos días y estoy un poco preocupada.— Pregunto María en un tono más alto que de costumbre, una chica tímida hija de Deméter.— Su madre dice que no está en casa y no ha recibido ningún mensaje de ella.— Explico, mientras acariciaba un mechón de su cabello de forma frenética haciéndonos saber que ya había llamado a los padres mortales de su media hermana.
—La verdad no lo he visto desde el baile por el inicio del verano.— Dije en un tono bajo, sintiéndome algo culpable. Me hubiera gustado tener más información.— Desde el incidente del terremoto.
Ana, jeong y Lidia concordaron conmigo y María se vio claramente decepcionada.
— Mierda.— Soltó con frustración, luego se cubrió la boca y nos miró avergonzada.—Lo siento, me exalte.—Se disculpó, y Meg, su hermana menor, se acercó para consolarla.
— Quizás el bosque se está llevando a los campistas otra vez.— Opinó Meg.
— ¿Otra vez?— Le cuestioné.
— Es una larga historia.—Dijo Meg.— Seguiremos buscando, adiós y gracias.
Ambas hijas de Deméter se fueron, y el grupo de chicas sentadas en la mesa de pícnic se mantuvieron en silencio.
— Pero qué raro.— Ana rompió el silencio.—Olivia no es el tipo que escapa, daría más sentido si lo hiciera yo ¿Pero Olivia?— Opino, la menor.
Ivy estaba sentada sobre la mesa, comiendo un helado.
Al igual que todas, solo que ella se sentó sobre la mesa por qué es una chica rebelde. Según ella. Claro.
— Las cosas en el campamento se están poniendo raras.— Espeto Ana, soltando un suspiro y luego miro a su amiga traidora.— Como Ivy estando muy ocupada escondiéndose como para pasar tiempo con nosotras.
Ivy jadeo con fuerza.
— Traducción; Eres una perra traidora.— Bufo, Lidia y jeong inflo sus mejillas conteniendo la risa.
—No sean así.—Intento defenderse.— Cosas raras están pasando.
La rubia ceniza intentó argumentar.
— Hay un rumor que dice que traes a di Angelo de la correa.—Lidia le lanzó una mirada llena de brillo.— Literal y figurativamente, lo que no es una sorpresa, pero debo de admitir que estoy orgullosa de ti.— La hija de Afrodita me tendió un libro, al ver la portada lo metí rápidamente bajo mi camisa. Roja hasta las orejas.
A Ivy se le bajó la presión.
— ¡¿Estás loca?! ¡¿Por qué andas con un libro así en público!?— Grité en un susurro violento, avergonzada.
— Es verdad lo de di Angelo, si o no.— Exigió saber, Lidia.
Ivy busco apoyo en Ana y Jeong, pero ambas semidiosas la miraban con curiosidad, esperando una respuesta.
— ¿Dónde escuchaste eso?
— Los secretos no duran en la cabaña de Afrodita.— Explico Lidia e Ivy paso de estar roja a ponerse pálida.
— Maldición.— Balbuceó.
—¿Y es verdad?— Cuestionó Ana.
Ivy empezó a hiperventilar, soltó unas pequeñas risas nerviosas.
— Cincuenta, cincuenta.—Siseo de forma nerviosa. Sonrojada como un tomate—Es mucho más complicado de lo que parece.— Balbuceó.
— ¿Qué es tan complicado?— Le cuestionó Lidia.
Ana soltó una carcajada y miro a la rubia con burla.
–– Tu novio está loco, amiga.–– Se burló, pues sabía de sobra las cosas raras que había estado haciendo el hijo de Hades.
—¡Hablaremos después! ¡Adiós! — Chillo Ivy, se levantó de la mesa y se fue corriendo.
— ¡Necesitarás las posiciones de ese libro! ¡Quiero un agradecimiento por escrito!— Le grito Lidia.
Las tres vieron como Ivy se tropezó a lo lejos, grito, y luego se levantó.
— Claro, por qué no es así de tímida para robarse mis libros.— Se quejó Ana, cruzándose de brazos. Estaba molesta desde que presto los libros que se había robado sin obtener nada a cambio— Descarada.— Chisto.
— Espero que esos dos terminen juntos.— Murmuro Jeong, sonando algo preocupada por su amiga.
— Lo harán, tarde o temprano.— Opino Lidia, tranquila.— Mi madre se encargará de darles un empujoncito en la dirección correcta.— Explico.
Annabeth no era tonta.
Fue la única en darse cuenta que Nico actuaba más extraño de lo normal.
No iba al comedor si no después de que todos se hubieran ido, no camina por el campamento ni participa en las actividades ( Aunque eso último era normal) ya no lo veía, Hazel decía que tampoco estaba en la cabaña del dios del Inframundo, Hades.
Ahora pasaba su tiempo en el búnker de leo. Lo que era extraño, por qué su relación con leo era complicada.
¿Que estaba pasando con Nico di Angelo? ¿Estará evitando a alguien? ¿Está molesto por alguna razón?
No estaba segura, pero iba a intentar averiguarlo.
Annabeth entrecerró los ojos y barrio a Nico con la mirada, sus orbes grises brillaban de forma perspicaz cómo si fuese capaz de ver a lo más profundo del alma del hijo de Hades.
Nico empezó a sudar y la mirada de Annabeth se volvió más afilada.
Mantuvieron una batalla de miradas hasta que la presión en los hombros de Nico se volvió insoportable y sus ojos negros empezaron a temblar.
La rubia frunció su entrecejo.
—Nico.–– Lo llamo y el pelinegro dió un salto en el sillón.–– ¿estás bien...?— Le cuestiono Annabeth de forma cautelosa.
—... ¡No! — Exclamó de inmediato, pero luego se arrepintió y soltó un atropellado.—¿Si?
Nico miró a Annabeth con ojos de cachorro asustado, cómo si acabará de ser descubierto y no le quedará de otra que confesar su crimen. La rubia arqueó una de sus cejas, y lo miro de vuelta con una expresión incrédula.
Y explotó.
—¡Mierda...! ¡Estoy enamorado de Ivy, y no te atrevas a juzgarme Annabeth Chase! ¡No sabía que era hermana de Percy hasta hace una semanas, así que no lo hice apropósito!— Señaló a la rubia, quien estaba sorprendida por su arrebató y retrocedió de forma instintiva. La voz fuerte de Nico resonó en todo el búnker 9, y todos lo escucharon, pues literalmente grito de completa frustración combinado con la desesperación y vergüenza.— ¡No me importa lo que los demás piensen! ¡Yo nunca, nunca fui tan feliz!— Nico golpeo la mesa con tanta fuerza que esta se tambaleó, y cedió ante el impacto de su puño.
Abrió un hoyo de en la hermosa mesa de madera de leo con la forma de su puño, quien sintió un dolor en su pecho y lo miro con la boca abierta.
Nico mantuvo su mirada fija en los ojos de Annabeth, cómo si esperara una repuesta. Pero la rubia se quedó muda, por primera vez en su vida no sabía qué decir, pero quién diablos sabría qué decir ante tal declaración.
El búnker se quedó en completo silencio, tanto que si alguien dejase caer una aguja todos la escucharían a la perfección.
—¡Lo sabía! ¡Lo sabía!— Grito Leo, en un tartamudeo, intento levantarse, pero se tropezó con su propio pie y se cayó de la silla.
Nico se dejó caer en la sillon y llevo su cabeza hacia atrás, fijando su vista en el techo antes de soltar un largo y tembloroso suspiro.
Jason se acercó a su amigó y se arrodilló para estar a su nivel.
lo miro preocupado.
—Nico, ¿qué está pasando?—Le pregunto en un tono calmado.
—Estoy bien, es que Ivy me dijo que me alejara de ella.— Dijo apenas, parecía que el chico estaba apuntó de llorar, lo que sorprendió con creces a todos.—¿Pero como voy a hacer eso?
Annabeth tomo las hojas en las que había visto garabatear a Nico.
—¿Estás seguro de que estás bien?— Dijo en un tono cauteloso, girando las hojas en sus manos para que vieran lo que Nico había estado escribiendo tan religiosamente.
Las hojas estaban llenas, incluso por la parte de atrás de una sola palabra «Ivy» lo había escrito tantas veces y tan fuerte que la tinta se había roto sobre la hoja y manchado su contenido.
Eso se veía alarmante.
—Afrodita me hizo algo. —Admitió, y todos soltaron una exclamación colectiva. Ahora su actitud no solo era alarmante, sino peligrosa.—No sé cómo o por qué, pero Ivy estaba investigando para ver si encuentra una solución, yo también lo haría, pero cuando estoy cerca de ella enloquezco y si estoy lejos no puedo pensar en otra cosa, y creo que está empeorando.
—¿Por qué no dijeron nada?— Pregunto Calipso, pues ella tenía muchos conocimientos de maldiciones y hechizos.
— Yo le pedí que no lo hiciera, no quiera que se burlaran de mí por caer en esta treta.— Nico se cubrió el rostro con las manos, tenía las orejas, mejillas y nariz roja.
Jason sonrió, apenas, comprensivo, aunque debía admitir que le hacía gracia ver al chico así.
—No tienes por qué avergonzarte, pero si Afrodita se involucró entre ustedes.—Jason puso su mano en el hombro del pelinegro, quien lo miro con ojos dolidos, cómo si estuviera sufriendo.
— No significa nada bueno.—Afrodita siempre lleva a los héroes a la desgracia. — Murmuro Annabeth de forma pensativa, reflexionando.
— No lo alientes demasiado, listilla.— Percy se acercó a Nico, sonriendo como el gato de Alicia en el país de las maravillas. Al menos el sí parecía hacerle gracia la situación.—¿Así que estás prendadito a mi hermanita? Ja, que irónico y ella también es rubia.— Se burló con satisfacción.
Nico se enderezó y miro a Percy con ojos de muerte.
Aunque Percy advirtió algo extraño en su mirada oscura.
¿Era su imaginación o tenían forma de corazón?
— Nunca serás mi tipo, y ahora menos.— Le aclaró, y luego sonrió.— Además no te pareces en nada a Ivy, ella si es linda y agradable.
Percy no sé, lo tomo bien.
—¡SOY EL TIPO DE TODO EL MUNDO!— Lloriqueo, y antes de que siguiera, Leo le dio unas suaves palmadas en el hombro.
—Tranquilo percy, eres como una chica sexy, pues conseguir lo que quieras.— Le aseguro Leo de forma amable, dándole una sonrisa.
—¿Crees que soy una chica sexy?—Percy miro a Leo con ojos de foca bebé.
Annabeth resopló a la distancia.
—La más sexy de todas.
—Vayan a terapia.—Les pidió Jason, cerrando sus ojos mientras trataba de consolar a Nico.
— Nadie le dijo al muerto que hablará.— Exclamó Leo, volviendo a tomar el motor en el que estaba trabajando.
Percy soltó una risa y Annabeth reviso con linterna las pupilas extrañas de Nico.
—Chicos, pensé que ya lo habíamos superado.—Se quejó Jason.
— Yo lloré tu muerte, no lo voy a superar.— Leo lo señaló con una llave, con el ceño fruncido y miro a Jason de forma acusadora.
— ¡Tú también estuviste muerto!— Exclamó el rubio de forma acusadora.
— Pero es diferente, lo mío fue un estallido de energía y fuego.–– Dijo Leo, levantando las manos para luego hacer el sonido de una explosión con la boca.––Increíblemente heroico.–– Culminó.–– Lo tuyo fue más como, chale, me enterraron una flecha.
Leo siguió parloteando, enfrascándose en una discusión con el rubio con complejo de Superman, sobre cómo eran mejores amigos y algo sobre no morir sin avisarle al otro, Percy también se metió en la conversación, solo por qué quería ser popular.
Annabeth y calipso solo se quedaron allí mirándolos y cuestionando sus decisiones de vida.
—Chicos.— Dijo Calipso.
—¡Chicos! — Repitió la ex-diosa, los semidioses miraron en su dirección y luego al lugar en que apuntaba su dedo índice.–– Miren.
El sillón donde estaba sentado Nico estaba vacío.
Él se había ido.
— Creo que tenemos un problema más grande entre manos.— Les aclaro Annabeth, haciendo que detuvieran su discusión si sentido.
Pov Ivy Arvanitis.
Me dirigí de vuelta al campamento luego de terminar mi lectura, me dolía la cabeza, cosa que me dejaba perpleja por qué nunca en mi vida había sufrido de algún malestar; ni siquiera cuando era pequeña me enfermaba tanto.
Subí una pequeña colina, la yerba estaba un poco seca y tenía un lindo color dorado.
Desde la sima pude ver el final del bosque y las cabañas a lo lejos, me planté volver al lugar después, era un buen lugar para pintar. Pero ahora mismo lo único que quería era irme y tomar una pequeña siesta antes de que sonara la caracola que indicaba la cena, estaba muy cansada y sin fuerza de pronto, incluso había perdido el apetito; Aunque eso tenía que ver más con el estrés y mis preocupaciones por el estado de Nico.
Nico.
Ayer llegué a mi límite, estaba muy adolorida y le grité mucho. Dije cosas que realmente no sentía, pero toda esta situación está jugando con mis límites y simplemente le dije que se alejara de mí; Necesitaba estar sola.
Quería tener al Nico cuerdo, al que podía consultar si algo estaba mal.
No al Nico enamorado, que parecía ajeno a todo, excepto a mí.
Creo que solo basto un pensar en él unos minutos para invocarlo, porque en un parpadeo Nico estaba de pie frente a mí y yo retrocedí de forma instintiva, pues me había tomado por sorpresa. Siempre sale de la nada.
Se me derretía el corazón cada vez que lo veía, cómo si la felicidad de pronto me golpeará en cuanto él se aparecía en mi campo de visión, solo puedo comprarlo al comportamiento de un perro al ver a su dueño luego de un día de trabajo; Y no, no tengo una metáfora romántica para lo que siento, si comparo mi euforia con la de una mascota y su dueño.
—¡Nico...!— Dije en un jadeo de sorpresa.
Lo miré tratando de articular más de una solo oración, pero su silencio me lo impidió.
Estaba callado, demasiado diría yo.
La yerba seca le llevaba un poco más abajo de la rodilla, estaba parado allí, viéndome con sus ojos con llenos de brillo y mejillas sonrojadas.
Algo en su mirada.
En la forma en que estaba parado.
Incluso la manera en que respiraba.
Me hizo sentir que algo venía, que estaba a punto de decir algo que no quería escuchar, al menos no de esta forma; igualmente sonríe por pura cortesía y nerviosismo.
Nico miró a Ivy, y no pudo evitar pensar que veía totalmente hermosa.
La luz del ocaso era un tanto anaranjada, una hora dorada.
Aquella chica contra la luz del ocaso podía volverse una de las maravillas del mundo. Su cabello rosa teñido parecía encenderse llenándose de brillo, sus ojos se veían aún más claros y cristalinos, su piel parecía tener brillantina dorada, y sus densas pestañas volvían a sus ojos aún más sensuales y encantadores. Entonces ello lo miro y sonrió, eso fue todo para Nico di Ángelo.
Supo en ese preciso instante que haría lo que fuera por ella y más.
Que ya no había vuelta atrás.
Estaba jodido
— Tenemos que hablar.
Oh, no.
—No.— Me apresuré a decir, lo sé, no fue la cosa más madura del mundo.
— Es inútil, Ivy.— Nico se acercó, saco sus manos de los bolsillos de su chaqueta, pero yo retrocedí.— Es algo de lo que tenemos que hablar.— Afirmó y yo negué con la cabeza.
Tampoco fue muy maduro darme la vuelta y tratar de huir.
— ¡No, no, no...!— Balbucee tratando de poner distancia entre nosotros.
Sentí como se me encogía el corazón en el pecho.
Él se apresuró a seguirme, lo que me forzó a caminar en círculos sobre la hermosa colina dorada.
—Te he amado desde que te conozco, fue algo inevitable.— Exclamó Nico di Ángelo con tanto sentimiento en su voz que realmente estuvo a punto de convencerme de que me amaba.
Pero no era el quién hablaba, él no lo sentía realmente. Sentí que mis ojos picaban y se llenaban de lágrimas; Esto me dolía mucho.
Lo deseaba, lo deseaba tanto que era doloroso.
Era como si Afrodita estuviera jugando conmigo, con esa mierda de sufrir era la expresión del amor o una mierda parecida.
— ¡No, no es cierto...!— Empecé a caminar más rápido, pero Nico me tomo de la muñeca y me hizo girar para verlo.
—Debo hacerte escuchar, y dame una respuesta por qué no puedo seguir igual que hasta hoy.—La voz de Nico sonaba dolido, desesperada, como si estuviera a punto de romper en llanto. Él nunca fue muy expresivo. Hasta ahora claro, pero algo que suele hacer es gesticular con las manos.— Dejaré de hacer todo lo que te disguste, cambiaré si me lo pides.— Me aseguro, mirándome con sus ojos negros llenos de esperanza y miedo, sus mejillas estaban rojas, cómo si hubiera un remolino de sentimientos en su interior que no era capaz de controlar.
— No, por favor, no sigas.— Le pedí negando con la cabeza, no podía verlo a la cara.
Pero si pude ver cómo el alma se le salía en un suspiro, sus ojos negros se cristalizaron, se llamaron de lágrimas y su nariz se enrojeció.
Estaba entre desconcertado y destruido.
— Quizás no soy la persona especial y vivaz a la que esperas— Empezó a decir, en un tono tembloroso, cómo si se culpara a sí mismo de no ser suficiente. Lo interrumpí antes de que siguiera diciendo cosas sin sentido.
Por qué él era todo lo que quería y necesitaba.
—¡Sí, si lo eres! ¡De hecho eres grandioso y demasiado bueno para mí!— Exclame con fuerza, dándole pequeños toques con mi dedo índice en su pecho.— ¡Y Yo! ¡Y estoy muy agradecida contigo..! Solo qué.— Mi voz se negó a salir de mi garganta, Nico cerro su mano alrededor de mi muñeca y me miro expectante.—No puedo darte lo que quieres.— Admití.
Fue como si esas simples palabras hubieran abierto un grifo en los ojos de Nico; lágrimas empezaron a caer de sus mejillas sin control.
Me partía el corazón verlo así. Pero era lo mejor.
— No puedes.— Dijo apenas con la voz quebrada.
—Lo siento, Nico. — Me disculpé y él me soltó, retrocediendo a tras pies.
— Nunca amaré a nadie más, Ivy.— Su voz sonaba dolida, pero a la vez como una promesa. — Solo te amo a ti.
Él retrocedió y esta vez yo lo seguí.
—¡Seríamos infelices juntos...! ¡Y-y me odiarías! ¡Y ya no saldríamos juntos por qué las cosas serían incómodas! ¡Entiende!— Trate de hacerlo entrar en razón, recapacitar, no quería verlo de esa forma. De alguna forma en mi cabeza si le hacía ver lo mala pareja que seríamos, él terminaría por entender que no somos compatibles.
—¡Seríamos felices! ¡Yo sería un maldito santo contigo!— Exclamó entre dolido y molesto, empezaba a sonar cada vez peor, cómo si se estuviera rompiendo.
—¿¡Que es lo que quieres de mí?!
— Quiero que me dejes de rechazarme.
No quería verlo así.
Tenía que buscar alguna forma de hacerlo sentir mejor.
—¿Q-que hay de Will? ¡Pensé que estás considerando una reconciliación...!
Eso no le gustó, apretó sus labios y soltó un gruñido mientras llegaba su cabello negro hacia atrás con frustración.
—¿Por qué no entiendes? ¿Por qué no puedes entender?— Nico se acercó y puso sus manos a cada lado de mis mejillas.—Comprende... ¡Yo solo te quiero a ti!
Las lágrimas empezaron a escaparse de mis ojos, me costaba respirar.
Deseaba que me dijera eso estando consciente.
Lo había imaginado cientos de veces, pero ahora que lo decía no podía disfrutarlo.
— No soy buena para ti, no soy buena para nadie.—Mi vos temblaba, puse mis manos encima de las suyas y le miré a los ojos.— No quieres esto, tú, no eres tú mismo en este momento.— Susurré y él negó con la cabeza repetidas veces.
— ¡Ivy! ¡Por favor, solo di que si y seamos felices juntos...!—Me pidió en un grito ahogado, simplemente su voz se negó a salir de su garganta. Nico dejó caer su cabeza hacia delante, incapaz de seguir viéndome.
— No, no puedo.— Intenté sonar decidida, pero la verdad es que estaba temblando por el dolor en mi pecho.—Y algún día, te darás cuenta y me lo vas a agradecer.
Nico me soltó y se alejó de mí, y yo no tenía fuerzas para ir tras él.
Intenté limpiar las lágrimas de mis mejillas.
— Acabaría mi vida antes que ver eso, antes querría morir.— Dijo Apenas.
— ¡Nico, no digas eso...!— Exclame, queriendo golpearlo solo por sugerir algo como eso— ¡Lo que dices no tiene sentido!
El Nico racional se había ido hace mucho tiempo, se deja llevar por las emociones que antes mantenía tras rejas, y se esforzaba por mantener ocultas y ahora estaban a flor de piel.
El Nico emocional no sabía cómo reaccionar ante él, rechazó y dolor de un corazón roto.
— ¡Nada tiene sentido si no estás en mi vida! ¡Soy feliz! ¡Me haces muy feliz!—Exclamo con frustración. Sus palabras dolían, querían que fuera verdad, pero me lastimaba más saber que era mentira.—Y yo no podría vivir en este mundo en el que tú me odias.— La frustración y dolor en su voz sonaba tan real que me
La tierra empezó a temblar bajo mis pies, y supe que intentaba abrir un portal al Inframundo.
No podía dejar que se fuera.
—Nico, no. — Le pedí en cuanto vi como el suelo se agrietaba, pero él solo me miro y me dio la espalda.—¡No...! ¡No te vayas!
Si se iba quien sabe en qué problemas se metería en ese estado.
¿Qué pasa si no lo vuelvo a ver? ¿Cómo podría mirar a los demás a la cara?
Quien sabe si llegaríamos a encontrarlo de nuevo o qué cosas estúpidas podría hacer solo para buscar una muerte prematura.
Lo veía capaz de muchas cosas que no me gustaban para nada.
— Espera, Nico. Yo si te quiero.— Exclame con fuerza para que pudiera escucharme, él se volvió para mirarme con los ojos llenos de esperanza y expectativa. Me abrí paso entre la yerba seca.—Si lo hago, pero... Es que yo.— Balbucee.
Tenía que pensar rápido en una excusa para haberlo rechazado en primer lugar.
¿Pero por qué mierda rechazaría a Nico di Angelo si no fuera por qué está hechizado y cree amarme cuando no es así...?
Necesito algo, cómo las cazadoras de Artemisa, ellas tienen un voto para dedicar su vida a la caza y renunciar a los hombres.
Pero supongo que sí le digo eso lo destruiría, después de lo que pasó con Bianca sería simplemente cruel.
¿Sacerdotisa...? Considero que las sacerdotisas debían ser vírgenes o algo por el estilo.
Eso es lo que hacía mi familia antes, cuidar los templos de los dioses en la antigüedad.
Dioses.
Religión.
Religiosa.
— Q-quiero llegar virgen al matrimonio—Tome, el antebrazo de Nico y él me miro atento, pero tan confundido como lo estaba yo internamente. Mi voz temblaba —Y-y si yo, si yo tuviera un novio, lo haría difícil por qué... Nadie querría esperar tanto, no soy tan especial.— Eso me lo inventé, juro que mi yo interior se reía a carcajadas.
Algo en lo profundo de mi interior grito como si ardiera en el infierno.
Si era pura y casta no era por decisión propia, si tuviera la oportunidad la tomaría de inmediato.
Pero Nico pareció comprenderme, incluso pude ver una pizca de culpa en su rostro.
El suelo dejó de temblar. Nico tomó mis manos y las llevo a su pecho, forzándome a verlo a los ojos; Me sentí terrible por mentirle.
—¡Yo lo haría...!— Exclamó casi de inmediato, y bajo la cabeza, para besar mis manos y luego llevarlas a su frente.— Perdóname, no quería presionarte... Nunca quisiera hacerte sentir mal.
Me pidió en un tono de voz bajo, podía escuchar la culpa y tristeza en su voz.
— Está bien, no lo sabías.— Respondí en un susurro, mi voz no salía.
— Nunca te haré nada que no quieras, Ivy. — Me prometió, y juró que pude sentir como mi corazón saltaba de pura alegría.
Aunque no fuera cierto, me gustaba lo mucho que respetaba mis deseos.
Él se inclinó y dejo que nuestras frentes se unieran, no me aparté y disfrute el contacto; se sintió como un momento sumamente íntimo y lleno de amor, incluso pude sentir como su respiración acelerada empezó calmarse.
—Por favor, no te vayas, nunca.—Le rogué en una voz temblorosa, y no puede evitar llorar al imaginar que él se iría de mía lado.
Me dolía el corazón y no sabía cómo si quería era eso posible, pero lo hacía. No había caído en cuenta hasta ahora de lo mucho que significaba para mí la presencia de Nico, y solo me basto pensarlo con claridad unos segundos para saber que tenerlo lejos de mí es lo último que querría en mi vida.
Incluso si no somos pareja, quisiera que nos mantuviéramos cerca.
Antes de que me gustará, Nico era mi amigo y lo quiero; Que me rechace nunca cambiaría eso.
— Yo no podría dejarte.— Nico limpió las lágrimas de mis mejillas con sus manos de forma cuidadosa, cómo si tratará con un objeto sumamente delicado. Me miro directamente, acuno mi rostro entre sus manos, mientas su pulgar, hacía círculos en la piel de mi mejilla de forma cariñosa.
Eso me hizo sentir bien de inmediato.
Deshizo el nudo en mi garganta y me permito respirar nuevamente, lleno mi pecho de una sensación de calidez extrema. Nico siempre me hacía sentir nerviosa, pero a salvó.
Todo estaba bien con el cerca.
No podía creer lo mucho que me impactaban sus palabras. Lo mucho que afectaba cada cosa que salía de su boca; Me resulta aterrador, el control que puede llegar a tener sobre mí.
—¿Puedo besarte? Por favor.
Todas mis alarmas se pusieron en alerta en cuanto escuché su petición. Mi corazón se aceleró al igual que mi respiración. Los colores subieron a mi rostro, mi piel se erizó y mi cuerpo empezó a calentarse, tan caliente que me quemaba de los nervios.
Tener los nervios a flor de piel es quizás la sensación más estimulante de todas.
Te llenas de ansiedad y emoción.
Tu cerebro se llenaba de todo tipo hormonas como la dopamina y la serotonina, haciendo que experimentarás todo tipo de sensaciones placenteras.
Lo sabía por qué estos días había estado leyendo mucho sobre la diosa Afrodita y el amor en general.
Tragué saliva y asentí con la cabeza.
— E-está bien.— Tartamudee para mi desgracia y vergüenza.
Nico sonrió ligeramente, complacido. Se inclinó para quedar a mi altura, y acercó su rostro al mío de una forma tan lenta que me resultó tortuoso. Cerré mis ojos con fuerza y contuve la respiración, sentía que la cabeza me iba a explotar de los nervios o que tendría un infarto en ese preciso instante por el subidón de adrenalina que recorría mi cuerpo de punta a punta. Nuestras respiraciones calientes se mezclaron y sus labios rozaron los míos haciendo que me estremeciera. Y me besó.
Fue un beso casto y delicado, romántico, solo presiono sus labios contra los míos y se quedó allí disfrutando del calor que salía de mis mejillas; Y así de simple me hizo experimentar todo tipo de cosas en menos de unos segundos, me sentí plena y a gusto, cómo en un sueño o mejor dicho, fantasías.
Había besado otras personas antes, pero nunca me había sentido estos sentimientos tan intensos.
Supongo que esa es la diferencia, de entre besar a alguien que te gusta a besar a alguien del que estás perdidamente enamorada.
Cuando se separó de mí, los nervios que me paralizaban se desvanecieron, dejando solo un pequeño rastro de vergüenza.
Igualmente, estaba sorprendido. Temblaba, quizás en estado de shock.
Me separé de Nico para buscar los libros que cayeron al suelo, pero mis piernas me traicionaron y estuve a punto de caer colina abajo; Nico me tomo del brazo antes de que pasará, lo mire y él sonrió, me jaló hacia el demasiado fuerte y simplemente se dejó caer hacia atrás en la yerba seca provocando que cayera de lleno encima de él; aunque no pareció molestarle en lo absoluto.
Volvió a besarme.
— ¿Cómo que ahora son pareja?— Les cuestionó Percy Jackson.
Los siete semidioses de la profecía estaban en el búnker 9. A excepción de Frank, que cómo pretor no podía quedarse mucho tiempo, menos cuando la otra protectora también estaba fuera del campamento, había vuelto al campamento Júpiter por asuntos estratégicos, no podían dejar la nueva Roma desprotegida por tanto tiempo. Y dejo que Hazel se quedará para que pudiera pasar más tiempo con su hermano mayor.
Ivy y Nico estaban sentados en un sillón, los demás estaban demasiado conmocionados cómo para pensar en sentarse. Nunca, nunca en sus vidas, hubieran creído ver a Nico actuar de forma tan cariñosa.
El pelinegro estaba literalmente abrazando a Ivy, rodeaba su cintura con sus brazos de forma amorosa y tenía la cabeza hundida en espacio entre su cuello y hombro. La miraba como un cachorro enamorado. Y tenía una pequeña sonrisa en sus labios que no desaparecía con nada.
—Nico, ¿puedes cubrirte los oídos?
La rubia se giró para verlo y aunque la petición fue ridícula a los ojos de todos los demás, sorprendentemente Nico la obedeció de inmediato.
Ivy les explico la situación y por qué había aceptado, aunque estaba más que consciente que estaba mal.
— Okey, esto dejo de ser gracioso y se puso serio.— Dijo Jason, preocupado.
— Me sigue pareciendo gracioso, solo mírenlo.—Se burló leo y señaló a Nico con los oídos cubiertos.— Ivy podría pedirle que ladre y lo haría.
Calipso le dio un codazo en el estómago y el moreno dejo de reír cuando se le escapó el aire de los pulmones y contrajo por el dolor.
—Ya basta, leo.— Hablo Hazel de forma severa.—Nico no está en sus cinco sentidos.— Ahora mucho que menos podría volver al campamento Júpiter, no con Nico así.
— Ya puedes quitar tus manos.— Le indico Ivy y este obedeció y volvió a abrazarla de forma cariñosa.
— Yo lo veo bastante consiente, es más como si tuviera las emociones al máximo.— Opino percy, quien estaba bastante tranquilo para alguien que sufría de celos de hermano mayor.— Cómo en un videojuego.
—Creo que ahora deberíamos concentrarnos en qué Nico no se vuelva loco.— Mencionó Piper, quien luego de lo que Ivy les había contado le había dejado de parecer una buena broma de su madre.—O se mate.
Si bien esto podía ser divertido en otras personas, para alguien como Nico que se reprime constantemente, dejar salir todas sus emociones de golpe no parece que vaya a terminar bien para nadie. Es preocupante.
— Calipso.— Annabeth se giró para ver a la hija del titán.
— Probaré algunas opciones, pero me llevará un poco de tiempo.— Calipso respondió, aún parecía algo aturdida por todo, pero era lo suficientemente inteligente como para encontrar una solución.— Quizás tres días, y no estoy segura de que funcione.
— Ivy.— Annabeth se volvió hacia la rubia ceniza.— ¿tú podrías...?
—Sí, bueno. — Ivy intento alejar a Nico discretamente, avergonzada. Tenía las mejillas sonrojadas y los ojos llenos de brillo, se notaba que trataba de mantenerse indiferente sin éxito alguno.—Creo que es en parte mi culpa.— Un toque de nerviosismo se escapó en sus palabras.
La chica tragó saliva y sonrió apenas.
— Es extraño.— Opino Piper. Cuando Ivy le explicó los síntomas de Nico creyó que exageraba.—Normalmente la gente tiene la fuerza de voluntad para tratar de resistirse.— Miro al pelinegro perderse viendo el rostro de la rubia hermana de Percy.— Pensé que alguien como Nico intentaría resistirse aún más a la influencia de Afrodita. Es extraño.— Repitió.
— Quizás utiliza más poder con él por ser hijo de uno de los tres grandes.— Teorizó Jason y Piper parpadeo.
— Supongo.— Respondió la morena.
— Ahora no solo hay que cuidar a Rachel por turnos.— Hazel miro a su hermano sosteniendo a su amiga, la veía con tanto amor y admiración que era imposible no notar que estaba loco por ella.—También tenemos que asegurarnos que Nico no intenté casarse con Ivy en las Vegas.
— No le des ideas.— Pidió Jason.
Hola chicos y chicas.
Espero que les haya gustado el capítulo, no sé si dieron cuenta de que tarde un poco más en subirlo.
Nico y Ivy están de novios, más o menos🙄😐
Todo a su tiempo, tendrán las respuestas que necesitan.
La enfermedad de Ivy.
Olivia.
La profecía.
El enamoramiento de Nico.
Daemon.
Pdt; Me gusta mucho la canción de la multimedia, es muy buena 🥺
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top