Capitulo 22

Los efectos del amor.

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Apenas desperté, Percy me arrastró a la playa del campamento mestizo.

Annabeth ya estaba allí, descansando bajo una sombrilla mientras leía un libro y a su lado leo dejaba una nevera de playa con un montón de bebidas, calipso estaba tomando el sol sobre una tumbona y Piper estaba montando una ola con Jason sentado en la punta de su tabla.

Al parecer el rubio estaba fuera de su elemento, no era bueno surfeando, a diferencia de su novia que ya tenía mucha experiencia.

Pase más de una hora tratando de crear olas solo con mi fuerza de voluntad, en cambio, Percy era tan bueno controlando el mar que parecía una extensión del mismo.

Yo no podía concentrarme en el agua, solo podía pensar en todos aquellos mitos que mencionaban a la diosa Afrodita que hubiera salido bien para todos los involucrados.

Al menos percy se comportó como buen hermano mayor consolándome, me contó qué tardo mucho tiempo en poder controlar sus poderes y me dijo que solo necesitaba conectar más con el agua, eso era todo. Y que no era realmente una cosa fácil de hacer.

Me enseñó algunas cosas además de eso; cosas cómo que podía respirar bajo el agua, generar burbujas de aire y que si estaba en aprietos el agua podía curar casi cualquier herida de mi cuerpo. Luego solo me mostró como a surfear, creo que eso fue lo más fácil de todo.

Aunque debo admitir que él fue muy paciente conmigo.

Percy ocasionaba buenas olas para que pudiéramos montarlas sin problemas, cosa que le encantaba a Piper que era la única que sabía realmente como surfear sin utilizar algún poder divino o maquinaria mágica en el caso de Leo.

La tabla de leo era a motor, y todos coincidimos en que eso era trampa.

Salí de la playa para comer un helado junto a calipso a la sombra de una gran sombrilla de playa modificada por leo para funcionar como un pequeño aire acondicionado que daba una sensación suave brisa fresca entre todo el calor y sol del verano.

Desde allí podía ver a Percy ponerse acaramelado con Annabeth, con la vaga excusa de enseñarle a surfear.

Se veía lindos juntos, es más, saltaban chispas cada vez que se veían. Era algo mutuo y natural.

Me pregunté si había la posibilidad de que alguna vez Nico me quisiera, sin estar bajo el hechizo de Afrodita.

Qué patética.

Deseche esa estúpida idea rápidamente.

Respiré hondo, sintiendo como se me oprimía el corazón y un nudo se ajustaba a mi garganta.

Me sentía tonta por estar triste por esto. Es ridículo.

—No te pongas triste, Roma no se construyó en un día.— Dijo calipso, dándome una paleta de fresa que acepté. Le devolví la sonrisa y ella negó con la cabeza.— Aunque no me escuches a mí, yo me perdí la época de Roma.

—En serio, no estoy triste por no poder hacer un sunami.— Me defendí y ella me miro poco convencida de mis palabras.

—Te veo afligida.

— Es ... Es que tengo algunas tareas que son imposibles, ayer pase todo el día buscando información y no encontré nada.

Me comí el helado de un bocado y calipso, me miro arqueando una ceja; Quizás notaba como la ansiedad me carcomía.

—Tal vez deberías hablar con Annabeth.— Me recomendó, pero yo negué con la cabeza.

— No, no puedo hacer eso.

Calipso me miro de forma inquisitiva.

— ¿Estás ocultando algo?— Me cuestionó de pronto, y no me sorprendió.

—Tampoco... Puedo hablar de eso.

Percy, Annabeth, piper, Jason y leo salieron del agua y se reunieron con nosotras para tomar un refresco, y poder seguir con su plan de jugar voleibol de playa extremó, lo que sea que eso significará.

Estaba demasiado ocupada pensando en como solucionar el pequeño problema de Nico como para preguntar.

— ¿Y Nico? ¿Que no va a venir?— Pregunto Percy, pues ya habían pasado unas horas desde que se habían instalado en la playa.

Creo que lo invoque.

Casi me da un ataque cardiaco al escuchar la sola mención de su nombre, me sobresalté y miré a los lados buscándolo con la mirada. Trate de ser discreta, pero me encontré con la mirada gris de Annabeth, sus orbes brillaron con curiosidad cómo si pudiera ver a través de mí.

Tragué saliva y desvíe la mirada.

Habíamos quedado en no vernos cuando esta mañana antes de salir a la playa, cuando lo encontré oliendo mi camisa; Parece que su estado empeora cada vez más.

Es como una enfermedad, solo empeora cada vez más.

— No lo encontré en su cabaña, ¡siempre se está escondiendo! Lo busque, lo juró.— Se quejó Leo mientras servía en un vaso de limonada fría para calipso.—Pero desaparece entre las sombras, es imposible.

— Dioses, deberíamos conseguirle unos cascabeles.— Comento Piper en un suspiro y no pude estar más de acuerdo.

—Ah, yo... Olvide que tengo clase de griego antiguo en unos minutos, tengo que irme, ahora mismo.— Me excusé, apresurándome para salir de la playa y ponerme a instigar.

—¡Espera, Ivy...!— Exclamó Percy.

Me detuve de golpe y me giré para verlo.

—¿Sí? ¿Q-qué pasa?— Balbuce con nerviosismo y sonreí.

Percy me miro de arriba abajo y arqueo una ceja.

—¿Te irás así vestida?— Me cuestionó, me miré a mi misma y me di cuenta de que solo traía un traje de baño de dos piezas y shorts de mezclilla. Percy tomo su sudadera de entre sus cosas en la arena y me la lanzó.—Mejor toma mi chaqueta.

Atrapé la chaqueta en el aire.

— ¡Gracias!—Exclame, me di la vuelta y corrí de regreso al campamento mientras me ponía la sudadera de Percy.—¡Y gracias por las clases de como ser hijo de Poseidón! ¡Nos vemos en la cena!— Grite entre jadeos, correr y hablar al mismo tiempo no era lo mío. 


—Ivy, no quiero sonar cruel.— Ana, siempre decía eso justo antes de decir algo sumamente cruel.—Pero estos libros están escritos en griego antiguo, son de Alejandría y no tienes la «capacidad» para traducirlos.

Ana sostenía tres grandes libros hechos de material antiguo, de colores oscuros y detalles en oro; Se veía delicados y muy costoso, como si fueran la primera y última copia.

—¿Por qué los tiene la cabaña de Hécate?— Le cuestione y vi como Ana palidecía por completo.

—Tráelos devuelta después de las 11, cuando esté oscuro y que los de la cabaña de Atenea no los vean.— Se apresuró a decir y me entrego los libros, yo sonreí y Ana hizo una pequeña mueca de desagrado.— Tks, extraño el tiempo en que eras crédula.— Se quejó, cómo si extrañará tomarme el pelo de forma fácil.

—Los cuidaré.— Estaba a punto de irme, pero me devolví y pregunté —Por cierto, ¿sabes de un lugar en el que pueda leer sin que nadie me interrumpa? Lo más alejado posible.

—¿Hablas de un escondite?

Estar en el bosque sola es un poco inquietante, lo admito.

Me pone los pelos de punta. Incluso antes de ser congelada nunca me gustaron mucho las aglomeraciones de árboles, la naturaleza tiende a ocultar cosas y suele ser bastante cruel, además escuché que hace unos años los campistas se perdían en el bosque y casi fueron quemados junto a una plantación de árboles mágicos que decían profecías; Eso no ayudaba mucho aliviar mi ansiedad.

El olor de la tierra mojada llenaba mis fosas nasales, estaba sentada en una mesa de pícnic hecha por manos inexpertas, bajo la sombra de los árboles, combinado con el aire era fresco y ambiente silencioso del bosque resultaba perfecto para leer y traducir las páginas de los libros en búsqueda de respuestas; No estaba mal, pero debí aceptar que estar sola en el bosque me asustaba un poco.

Me sorprendió notar que mi cuerpo se secó por si solo, y que el agua marina no me causaba ninguna incomodidad.

— Los amantes se cuecen bajo la lluvia.— Dije de forma lenta, palabra por palabra. Parpadee tres veces.— Esa mierda no tiene sentido...

Creo que había quedado claro que no era la mejor en griego antiguo.

—"Para los amantes que se unen bajo la luna".—Susurro contra mi oído, mi piel se erizó al sentir su cálido aliento chocar contra mí.

Sus ojos oscuros, ahora llenos de brillo, buscaron los míos.

— Es lo que dice.— Su dedo índice adornado por un anillo de plata en forma de calavera señaló la oración que estaba tratando de traducir desde  hace unos minutos.

Sentí mis mejillas arder, podía percibir a la perfección el calor que emanaban y en un segundo me volví jodidamente consiente de misma; de la forma en que respiraba, el sonido que hacía mi corazón al golpear mi pecho y lo mucho que me temblaban las manos con escuchar su voz.

—¿C-cómo fue que me encontraste?

Tenía entendido que este lugar estaba oculto con los hechizos de los hijos de Hécate.

Nadie debería poder localizarme.

— Por tu aura.— Respondió con simpleza.

—¿Qué? ¿Que haces aquí? —Balbucee y me aleje de él en el banco, me ponía nerviosa estar tan cerca— Habíamos dicho que mantendremos la distancia.

Claro que lo hacía, el chico que me gustaba me estaba poniendo atención.

Demasiada atención diría yo.

¿Cómo no iba a sentirme nerviosa?

—Solo quería venir ayudarte, no es justo dejarte todo el trabajo.—Su voz era neutral, muy tranquila. Cómo si supiera que estaba poniendome nerviosa y tratara de hacerme sentir bien con su presencia—Me quedaré callado.— Ofreció y yo asentí con la cabeza poco convencida.

Lo miré con cautela, sabía que Nico no estaba en sus cabales, y mentiría si dijera que no estaba asustada; Es decir, había un historial en su familia de secuestrar gente.

Lo peor es que si lo hacía, no estaba segura de que no terminaría gustándome.

— Bien.— Acepté, sabiendo que de todos modos no se iría.

Prefería tenerlo a la vista a que me estuviera observando como un loco acosador desde algún árbol.

Nico cumplió con lo que dijo, solo me veía en silencio.

En un momento recostó su cabeza de la mesa y extendió su mano para rozar la punta de mi cabello. Me ayudaba con las palabras difíciles cada tanto. Pero siendo sincera no podía concentrarme sintiendo su mirada fija en mí todo el tiempo, me ponía nerviosa, mis manos temblaban y ni siquiera podía pasar las páginas sin que pareciera que sufría de espasmos; Al menos Nico no parecía notarlo a primera vista.

Piensas que sufres al leer un libro que te obliga a la escuela, cuando no sabes la tortura que es leer griego antiguo.

¡Dios! ¡Se supone que mi cerebro debería adaptarse al griego antiguo!

Nico dejó algo sobre la mesa, lo pude ver a través del rabillo del ojo, al fijarme me percaté de que se trataba de una taza de café.

—¿Es para mí? — Nico asintió con la cabeza y yo tomé la taza humeante.

Bueno, quizás que Nico estuviera en hechizado no era tan malo.

«Nací por un vientre y moriré por una sobredosis de café»

Mi cerebro empezó a funcionar de nuevo cuando el café entro en mi sistema, empecé a entender mejor lo que decían los libros y de pronto todo cuadraba, como un engranaje en una de las máquinas de Leo.

La visión de tubo, creo que así se llama.

Simplemente deje de prestar atención a los sonidos de mi alrededor y fijar mi completa atención en las letras del libro en griego antiguo.

Nico di Angelo tenía un par de problemas actualmente, número uno estaba irritable y constantemente ansioso cuando no podía ver a la hija de Poseídon, número dos estaba irremediablemente enamorado de su mejor amiga; Ya ni siquiera distinguía bien cuando estaba pensando en Ivy y cuando no, sentía que ella estaba permanente en su cabeza.

Y lo peor de todo es que empezaba a olvidar por qué eso estaba mal sentirse así, por qué no podía gustar de Ivy; Eso de ser hechizado por Afrodita para sentir algo por ella, empezó a valerle un pepino.

Él deseaba verla a los ojos, esos malditos hermosos ojos que lo enamoran y poder decirle sin tapujos;

«Eres todo lo que quiero»

Ya ni siquiera recordaba el tiempo en que no se sentía atraído por ella, no podía imaginarse a sí mismo viéndola y no sentir nada.

—Dice lágrimas de cíclope, no de pisque.–– Le corrigió Nico.

— Gracias.

Ivy corrigió su manuscrito y le dio una sonrisa a Nico.

Leer, traducir y escribir al mismo tiempo no era tan fácil como parecía, y no ayudaba para nada con su déficit de atención. Mucho menos tener a Nico revoloteando a su alrededor de forma «discreta» según él.

Podía sentir a Nico juguetear con mi cabello, me tocaba de vez en cuándo como si quisiera llamar mi atención, tomaba mechones de mi cabello y lo trenzaba, pero hice todo lo posible para no prestarle demasiada atención.
Aunque debo aceptar que su actitud me descolocó un poco, mucho, demasiado.

Lo miré de reojo, se le veía muy concentrado en hacer una trenza en mi cabello despeinado, me resultó tan tierno que no pude evitar sonreír, mientras una sensación cálida se extendía por todo mi pecho.

Nico es muy lindo, tiene la piel oliva pero a la vez pálida, ojeras como si no durmiera lo suficiente y el cabello negro brillante, medianamente largo, despeinado, que tenía una aparecía abundante y suave.

—Me gustan tus ojeras, le dan carácter a tu rostro.— Comenté de la nada, y Nico me miro sorprendido.

El chico parpadeó tres veces seguidas, desvió la mirada y sus mejillas pálidas tomaron un poco de color a la vez que sus ojos negros opacos se llenaron de brillo. Rasco levemente su nuca y se aclaró la garganta.

—¿L-las mías...?— Balbuceó, señalándose a sí mismo con su dedo índice.

—Uhm.— Asentí con la cabeza e hice sonar mi garganta en forma de afirmación.

—¡Gracias...! Bueno, a mí me gustan tus pecas.— Se apresuró a decir, ahora tan rojo como un tomate. Estaba avergonzado.

—¿En serio? Solía cubrirlas, pero ya sabes.— Volví mi vista libro, y casi estoy segura de haber escuchado a Nico tragando saliva.

Nos quedamos en silencio un largo rato, en los que pude leer más de la mitad del primer libro, aunque sin encontrar nada que realmente pudiera ayudarnos en esta situación.

Solo había pociones afrodisíacas y algunos trucos de alquimia para aumentar la belleza.

Cuando oscureció di por terminada mi investigación por el día de hoy. Nico y yo salimos del círculo mágico que habían creado los hijos de Hécate para ocultar el lugar, y caminábamos por el bosque frondoso en dirección a las cabañas. Lo mire de reojo y me percaté de que Nico jugaba con su anillo de calavera de forma ansiosa.

—¿Puedo acompañarte cuando vengas aquí a leer...?— Me pregunto de pronto.

—No creo que sea buena idea, ¿cómo estás? ¿Cómo te sientes respecto a mí?

—Yo, no lo sé.—Dijo él.—Pero si estoy lejos de ti mucho tiempo, siento que voy a morir.–– Soltó con simpleza.

—Okey, eso no suena bien.

—¡Estoy bien! ¡Solo quería verte...! —Nico suspiró pesadamente.–– Pero, no creo poder disimular frente a los demás.— Dijo el.

––Bueno, veámonos a aquí.— Le di un suave empujón en el hombro y Nico sonrio.––Y no pierdas la cabeza.

Me despedí del cuándo llegamos al inicio del bosque, Nico se acercó y me dio un beso en la mejilla en forma de despedida. Me beso. Lo mire con los ojos desorbitados y el desapareció en las sombras, me aleje en dirección a la cabaña de Poseidón; Me descolocó, se supone que no debía significar nada por qué era una simple despedida, pero Nico siempre se había negado fervientemente a hacerlo que el hecho de que lo hiciera me dio motivos para saber que no se trataba de algo sin importancia.


—¿Oye Nico te peleaste con Ivy?— Le pregunto Leo, mirándolo con recelo.

Últimamente, Nico se la pasaba en el búnker 9, cómo si se escondiera de algo o alguien, posiblemente Ivy.

Dudaba que Nico realmente creyera que la profecía hablaba de él, por lo que parecía extraño que ahora se escondiera para no verla.

— No, para nada.— Dijo Nico mientras jugaba con sus cartas de Mitomagia.

El hijo de Hades estaba en el mástil del Argo ll, verlo allí sentado todo el día empezaba a poner nervioso a Leo.

—¿Por qué lo preguntas?— Le cuestionó el adolescente.

Sí, adolescente, por qué leo le llevaba dos años. Para el Nico era un niño.

—Bueno, ustedes siempre estaban juntos por allí.— Dijo Leo.— los veía entrenar, comer y escaparse de las clases juntos. —Lo señaló con su llave mecánica de forma acusadora.— Pero últimamente no los he visto en un solo lugar juntos, es raro.

— Estamos bien.— Mintió Nico.—Pero Ivy está ocupada con eso de ser hija de Poseidón.— Se excusó.

— Creo que está en su cabaña, deberías visitarla.— Dijo leo, alzando la voz para qué lo escuchará.

Se distrajo limpiado la grasa de unos engranajes, se la pasaba bien.

— ¿En su cabaña? No considero que sea buena idea.— Se burló, pues Percy se había puesto un poco sobre protector.

Según él, Ivy le recordaba a su hermanita menor.

— Pienso que percy está en el muelle, ya sabes.— Tanteó.— Dándole clases de natación a los niños.—Le avisó Leo.

El moreno quitó la vista de los engranajes, y volvió al mástil.

—Aunque juzgo que está por sonar la caracola... ya se fue.— Leo soltó una pequeña risa, y negó con la cabeza.

Ivy lanzo su cepillo por la ventana.

Estaba entrando en pánico, quedarse sola en la cabaña la hacía reflexionar, y pensar demás no era bueno.

No cuando tenía tantas preocupaciones.

Vio sus brazos, y noto como sus venas azules brillaban en color dorado, cosa que le provocaba un ardor terrible.

Tenia ganas de gritar y llorar, pero solo podía apretar los dientes y contener la respiración.

Una mano dejó el cepillo sobre el marco de la ventana, y de pronto una cabeza llena de pelo negro se alzó para verme con cautela, cómo si dijera «Aquí tienes, creo que se te calló» mire a Nico desconcertada por su repentina aparición, no había venido desde que decidió entrar en plena madrugada para dormir conmigo y percy casi lo descubrí, el pobre tuvo que esconderse bajo la cama. En todo caso, Nico parecía un pequeño acosador, y no sabía si reírme o molestarme.

El ardor desapareció.

Solo estaba emocionada por verlo luego de permanecer separados.

Ya habían pasado dos semanas y solo nos veíamos una vez al día.

La mayoría del tiempo para que la gente no se diera cuenta de que Nico estaba enamorado de mí.

O algo parecido.

Me acerqué a la ventana y él me miro en silencio.

—¿Acaso eres un perro que va tras su pelota o algo?—Le Cuestione.

Nico giró levemente su cabeza, justo como un cachorrito confundido lo haría. Se veía adorable.

—¿Me quieres de mascota?— Pregunto casi ilusionado.

No sé si reírme al imaginar a Nico con un collar de perro o por qué sabía que estaría dispuesto a ponérselo solo para complacerme. Me siento un poco mal por tener tanto poder sobre él.

—Para nada. Nuestra relación es de iguales.—Le acaricié el cabello, Nico cerro los ojos y disfruto mi tacto.

Nico se sentó en mi cama, me indico con la mano que me acercará y lo hice, cuando estuve parada frente a él sus fuertes brazos me rodearon con cariño, abrazándome por la cintura.

Pegándome a él por completo, a la vez que empujaba mi pequeño cuerpo al espacio entre sus piernas, me miro desde abajo y luego dejo descansar su cabeza sobre mis pechos.

Que bien que me puse sujetador, si no hubiera sido algo incómodo.

—Nico...— Lo llamé, a la vez que acariciaba su cabello negro azabache.

— Lo sé, pero déjame disfrutarlo un poco más.— Me dio la razón, hundió su rostro entre mis pechos.

Apreté los labios y mis mejillas ardieron al sentir su aliento caliente en la piel de esa zona.

Mis manos temblaban, pero aun así seguí acariciando su cabello.

Nico se separó de mí lo suficiente para hacerme girar y darle la espalda, tomo mis caderas y me empujó hacia abajo.

Caí sentada en el espacio que había entre sus piernas, solté un gemido de sorpresa, pude sentir su pecho fuerte pegarse a mi espalda. Nico sí que es pesado. Uno de sus brazos rodeó mi cintura de forma cariñosa.

Nico acarició mi hombro y tomo un mechón de mi cabello rubio cenizo, que se respaldaba de entre sus dedos y lo besó, llevo sus ojos a los míos y trague saliva ante el panorama.

–– Perdió el color...–– Murmuro, haciendo referencia a qué ya no era rosa. Tantas tardes en la playa lo hizo desteñirse completamente.

Me gusta su voz ronca.

— Habíamos dicho...— Intente decir.

— Se en lo que habíamos quedado.—Reconoció, pero no se detuvo. Parecía hipnotizado— Créeme lo repito todos los días en mi mente.

Nico escondió su rostro en mi cuello y aspiró profundamente el olor de mi piel, dioses, tuve un escalofrío que me recorrió la espina dorsal al sentir sus labios rozar contra mi piel; ¿Acaso está olfateandome?

Me estremecí, tuve un escalofrío y solté algo parecido a un gemido.

— Cuando dije que eras un perro era broma.— Dije entre risas nerviosas.

Nico soltó una risilla que me puso los pelos de punta, alzó la cabeza y ambos nos miramos de reojo. El tomo mi mentón con su mano libre y lo giro para que me volviera hacia él, estaba tan cerca que podía sentir nuestras respiraciones calientes mezclarse, me miro y supe lo que quiera hacer conmigo. Lo peor es que yo lo deje entrar, y tampoco iba a detenerlo.

En cuanto sus labios rozaron con los míos, sentí un corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, apreté los puños y todo mi cuerpo se estremeció.

Nico besó mi mejilla con cariño y yo cerré los ojos disfrutando el contacto, él empezó a crear un camino de besos hasta llegar a mis labios, cuando llegó a ellos se detuvo. Abrí los ojos ante la pausa y lo atrapé, miré detallando mi rostro con su mirada hasta caer en mis labios, luego volvió a mis ojos y sonrió de forma ladina, se acercó como si fuera a besarme, pero solo rozo la punta de nuestras narices y sé él alejó. Eso me molesto.

El maldito emo deprimido solo estaba jugando con mis nervios y lo estaba disfrutando, me escucho gruñir en descontento y él solo soltó una suave risa y volvió a acercarse, esta vez con la intención de juntar nuestros labios.

Nuestros labios se rozaron y...

La puerta de la cabaña se abrió y Percy entro secando su cabello mojado con una toalla.

—La clase de hoy estuvo alocada, pero mantengo mi récord de aguantar sin respirar bajo el agua.—Bufo con orgullo, aunque no tenía demasiado mérito al ser hijo de Poseidón y sus adversarios niños de primaria.— ¿Cómo va tu día?

— Me preparaba para el almuerzo.— No era del todo mentira.

— ¿Quieres que vayamos juntos?—Me pregunto Percy sonriente, alegre y vivaz, cómo siempre que estaba de buen humor.— Deja ese libro un rato, estuve investigando sobre el manejo de dos espadas y quería enseñarte un par de trucos.— Me ofreció, sonriente.

— Suena genial, vamos.— Exclame, y lo alcancé en la puerta.

Percy paso su brazo por mi hombro y nos dirigimos al comedor.

Me giré para ver por encima del hombro de Percy, Nico estaba allí de pie, fulminado a Percy con la mirada como si quisiera matarlo.


Nico está empeorando, siempre lo encuentro mirándome fijamente con anhelo, me mira como si deseara acercarse y abrazarme.

Se ve dolido.

En sus ojos negros Onix puedo ver qué se está volviendo loco y eso me preocupa.

Sentí como puso su mano debajo de mi barbilla hasta llegar a mi otra mejilla, se sentía cálida y grande. Luego simplemente se acercó y me mordió la mejilla, así tal cual. Sentí como de golpe mi sangre empezaba a hervir, y mi cuerpo se paralizaba cómo bloque de hielo.

Se ve que se había hartado de tratar de llamar mi atención y decidió morderme. Su boca era cálida, por alguna razón su aliento olía a menta y cuando sus dientes se hundieron en mi piel un escalofrío recorrió mi espalda y sentí cosquillas en mi vientre bajo. Y su olor, Díoses, de cerca su olor me resultaba aún más embriagador y delicioso.

Todo sucedió muy rápido, lo miré con los ojos desorbitados y me fui hacia aún lado. Me golpeé contra el banco de madera, caí acostada, pero me levanté lo más rápido posible y le miré como un animalito del bosque asustado y tembloroso por estar siendo perseguido por un depredador con grandes colmillos listo para engullirlo. Así me sentía.

—¡Q-qué! ¡Que te pasa! — Balbucee, me cubrí la mejilla escandalizada.

—¿Por qué no me miras? — Su tono no sonaba dolido, más bien como un niño berrinchudo y molestó.— Deja de ignorarme, quiero ver tus ojos fijos en mí.— Me pidió algo frustrado.

Sacudí mi cabeza y grité.

—¿Cómo voy a investigar si tengo que estar viéndote?— Le cuestione algo exaltada, estando aún apoyada en mis antebrazos.

—Entonces no sigas.— Respondió con simpleza, apoyo su rodilla en la banca de madera, debido a esto se alzó un poco por encima de mi cabeza, lo suficiente para quedar a una altura superior a la mía.— Solo mírame, y déjame mirarte.— Nico se acercó a mí, y yo retrocedí de forma instintiva.

¡Cálmate, cálmate...!

— ¡...E-esto es acosó!— Okay, las palabras ya ni siquiera salían de mi boca, solo balbuceos extraños.

Nico apoyó su mano contra mi mejilla y se inclinó hacia mí, en mi mente se reprodujeron miles de formas en las que podría estampar sus labios contra los míos, de cómo se sentiría, pero no lo hizo. Desvió su trayectoria y se dirigió a mi oído, pude sentir su respiración caliente, chocar mi oreja y quemarme cómo si el solo roce dejara un camino de fuego en mi piel.

— Tienes ojos muy bonitos.— Susurro a mi oído y empujó suavemente su mejilla contra la mía.— Me gustan mucho, podría verlos todo el día, todos los días.

Alejo lo su rostro lo suficiente como para quedar justo frente al mío, rozando nuestras narices y clavo su mirada en mis labios por un momento para luego volver a mis ojos.

— Y las pecas en tu rostro, quiero besar cada una de ellas.— Susurro tan bajo que solo podía oírlo al estar tan cerca de mí, soltó una pequeña risa ronca.— Y ni siquiera podría empezar a hablar de tus hoyuelos...—Cada vez se acercaba más.

A mi rostro subieron todos los tonos de rojo, estaba segura de que incluso mi cuello y nariz se habían vuelto rojos. Yo solo lo miré, perpleja. Grité internamente tan fuerte que creo que mi cerebro explotó.

Le miré de reojo en aparente calma y retrocedí tan rápido que me caía del banco. Mi cuerpo dio un giro, por alguna razón mis piernas se fueron hacia delante y literalmente hice una pequeña mortal hacia atrás y caí de culo al suelo.

Nico, me miro preocupado y se enderezó con la intensión de ayudarme.

—¡No! ¡Estoy bien! —Chille y me levanté de un salto, tomé los libros de la mesa.—¡Ya me voy!–– Lloriquee.

Me di la vuelta y salí corriendo a todo lo que dabas mis piernas de semidiosa.

Sí, hui.

¿¡Y que...!?

Dos hijos de Atenea tomaban café juntos sentados en la entrada de su cabaña, cuando vieron a una chica atravesando el campamento a toda velocidad, se tropezó, rodó por el suelo como un barril y volvió a levantarse para seguir corriendo mientras aplastaba unos libros contra su pecho y gritaba una y otra vez el nombre de Piper como una lunática.

—¿Esa era Ivy?

—¿Esos no eran los libros de Alejandría?

(⁠๑⁠♡⁠⌓⁠♡⁠๑⁠)

— ¡Piper...! ¡Abre la puerta!— Grité mientras golpeaba la puerta como desquiciada. Roja como tómate.

Luego de unos segundos la puerta se abrió y Piper me miro preocupada.

—¿Hood? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Hay un ataque de monstruo?

Empuje la puerta para hacerme aún lado y pasar dentro de la cabaña.

—Necesito tu consejo como hija de Afrodita, es un tema urgente.— Pedí en un tono agudo, casi chillido.

Piper me miro confundida, luego respiro hondo y me miro con pesar.

—Hood, verás, soy hija de Afrodita, pero no tengo las dotes de buen gusto y habilidad para el maquillaje de mis hermanos.— Me explico, y por su delineado supe que era cierto.

—No, no es eso.—Negué repetidas veces.—Necesito que me ayudes con algo, tengo un problema. Pero no puedes decir nada a nadie.

En cuando dije esa última frase, Piper abrió los ojos como platos.

—¡Espera!

Se puso rígida y buscó en cada rincón de la cabaña, dentro de los armarios, debajo de las camas y el baño.

— Ahora sí, habla.— Dijo en un suspiro luego de tomar aire.

—Escuché, escuché que Hera te hizo creer que estabas enamorada de Jason.— Balbucee aun sosteniendo los libros contra mi pecho.

— Juno, en realidad.— Piper llevo su dedo índice a su mentón.—Si, por eso, estuvimos separados por un tiempo, no sabíamos si lo que sentimos eran reales o sentimientos fabricados por una diosa.— Dijo ella.— pero al final logramos arreglar las cosas y no podría ser más feliz.— Sonrió.

— Sí, qué lindo.— Creo que soné demasiado agresiva.— Tengo una situación similar entre manos.

—¿Cómo?— Me cuestionó.

Piper tomo asiento en una de las camas y yo la imité.

— Bueno, pienso que sabes de la reunión que tuve con tu madre.— Trate de explicarle, aunque ni yo misma lo entendía.— Nico también estaba allí, pero no hablo ni vio a la diosa, aunque luego de unos días no solo yo tenía los efectos del poder de Afrodita.— Mi voz flaqueo al decir esto último, nerviosa y avergonzada.

Jugué con los libros en mis manos.

Alce la cabeza y me encontré con los ojos calidoscópicos de Piper llenos de un brillo perspicaz.

— Dices que de pronto se enamora de ti y supones que es falso ¿Verdad?.— Me sorprendió lo rápido que la hija de Afrodita lo comprendió.

—¡Sé que lo es! ¡Él también lo sabe! — Chillé, exasperada, con las mejillas ardiendo.— Lo que Nico siente no es normal, y se dio cuenta de inmediato que esto no era una cuestión mortal común.— intente explicar, no quería que Piper considerara que estaba sacado conclusiones apresuradas o que era tonta.— No puedes no sentir nada un día y al siguiente estar perdidamente enamorado de alguien. Hemos estado buscando una solución para el asunto, pero cada vez se vuelve peor.

— ¿Y qué hay de ti? ¿Qué es lo que sientes? ¿También te afecta?

Me quedé callada unos segundos en los que Piper sonrió enternecida.

Lleve mi cabello detrás de mi oreja.

No tenía sentido mentir o negarlo.

— Yo, a mí... a mí ya me gustaba desde antes, no tiene nada que ver con tu madre.—Admití con pesar.— Intento ignorarlo, pero es el sentimiento más horrible que he tenido.

Piper se levantó de la cama y se sentó a mi lado. Ella puso su mano en mi hombro en forma de consuelo.

— Eso suena como amor.— Me dio una sonrisa encantadora, me sonaba tranquilizadora.—Aunque es extraño que le esté afectando solo a Nico, de igual forma, intentaré comunicarme con mi madre para saber si fue ella.

Suspiré cansada y apoyé mi cabeza en el hombro de la morena.

Piper acarició mi cabeza.

— Gracias.— Solté en un susurro.

— Hood.— Me llamo.— Tienes que considerar que hay otro dios con la habilidad de manipular las emociones relacionadas con el amor.— Explico.

— ¿Cupido?— Fue lo primero que se me ocurrió.

— Eros, mi hermano e hijo de Afrodita.— Me corrigió de forma amable y delicada.—Si fue él, me temo que no podré ayudarte.

—Entiendo.— La voz de Piper era tan dulce y tranquilizadora que me ponía somnolienta.— Gracias por todo.

— No hay...— Piper se aclaró la garganta y me miro de soslayo.—Una posibilidad de que ustedes... solo se estén enamorando?—–Tanteo con cautela— Escuche que han pasado mucho tiempo juntos, tiene buena química y se llevan bien. Quizás, y solo quizás...—Intento teorizar.

— No, no es posible.— La interrumpí de forma abrupta— Nico, él nunca se fijaría en mí de esa forma.— Dije con una voz débil —Es imposible.

—¿Por qué? — Me cuestionó.— Sabes la sexualidad es un espectro, no estás seguro de lo que te gusta hasta que lo pruebas.— Me explico ella y se sintió como Camila, mi hermana pequeña, cuando intento ponerme al día luego de estar congelada 14 años.

—Él me ve como una hermana.— Solté con simpleza.

— Qué mierda...— Suspiro Piper.


— Lamento lo de tu brazo.

Mire el cabestrillo en el brazo derecho del moreno de ojos azules.

El sonrió divertido.

— Está bien. –– Le resto importancia.

— Nico, no era su intención...— No había forma de defender lo que hizo, así que cambie de enfoque.––Nico y yo estamos pasando por un momento complicado.–– Intenté explicar.

— Sí, él está claramente enamorado de ti.—Me corrigió.–– A ti también te gusta, ¿No es cierto?

Me sonroje al instante.

— Algo así, pero es más complicado que eso me temo.—Balbuce de forma nerviosa. Aclaré mi garganta.–– Lo siento, no quería ilusionarte.

Me disculpé y el se acercó para despeinar mi cabello de forma cariñosa, me reí y lo aparte.

— Está bien, comprendo.—Me dijo en un tono suave y comprensivo.–– De todos modos estuve pensando que este lugar no es para mí, los hijos de Hermes no dejan de hacerme bromas y las ninfas intentaron romper mi camisa por accidente.–– Entonces note que llevaba una mochila al hombro.

— ¿Te irás?–– Jade sorprendida.

— Creo que sí, pero ahora que sé lo que necesitó.— Me explicó.––No hay ninguna razón para quedarme.

— Aprender a cómo manejar la espada es importante, además aún no te han reconocido.–– Intenté buscar excusas para que se quedará, me sentía un poco culpable por lo que pasó en nuestra cita.––Quédate un poco más.––Insistí un poco.

— Supongo que sobreviviré, pero gracias por insistir.—Me miro con ternura y ojos llenos de brillo. Pellizco mi mejilla.–– Eres muy linda Ivy.

Retrocedi por el ardor y desvíe la mirada, sosteníendo mi mejilla.

Se sentía calientes.

Aveces olvidaba que Daemon era un chico atractivo, el hijo de hades ocupaba mis pensamientos el 100% del tiempo.

— Ve con cuidado.

— Lo haré.— Me aseguro con un tono de voz fresco.––Aunque, algo me dice que tú y yo nos volveremos a ver.

— ¿En serio? –– Le cuestione confundida.

— Claro, cuando recapacites.–– Me dió un suave empujón con su dedo índice en la frente.––Es decir, ¿Quién podría resistirse a estos encantos?

Sonrió y llevo su cabello hacia atrás con su mano buena.

Puse los ojos en blanco.

— Por supuesto, galán.— Murmuré de forma sarcástica.––Adiós.

— Nos vemos.  

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Hola chicos y chicas.
Espero que les haya gustado el capítulo, voten y comentén que les pareció.

Me causa gracia ver a Nico actuando como un loco enamorado.

Sus interacciones con Ivy se reducen a estos dos memes;

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