Capitulo 2.
Mi nueva vida.
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Ivy Arvanitis Pov;
Ahora que sabía que era un semidiós muchas cosas cobraban sentido.
Al menos ahora tenía algo a que culpar por mí malas decisiones.
Mi adolescencia se resume a estar en un bloque de hielo.
Cuando la gente mayor me dice que estoy en mi mejor momento, la época «dorada» de la vida.
«Disfruta de tu adolescencia»
Solo podía reír y negar con la cabeza.
Aunque era una bendición iniciar de nuevo, me perdí de cientos de cosas que debí haber experimentado.
Mi madre y familia pensaron que estaba muerta o secuestrada.
¡Durante 14 años…!
Y claro, para empeorar las cosas ni siquiera había acabado la prepa.
Ni siquiera estaba cerca de hacerlo.
Y otro de mis problemas desde que regrese es el dormir.
Nunca me gustó dormir.
Sé que suena extraño, pero es la verdad.
Cada vez que cierro mis ojos mi conciencia se transporta a otra parte, no sé cómo explicarlo, la mayoría de la gente dice que tiene sueños raros de vez en cuando, pero los míos son una exageración. Cuando tenía unos seis años soñé que mi madre tenía un accidente en el trabajo, y justo al día siguiente, sucedió tal como lo había soñado y eso no era todo.
Cuando tenía unos once años empecé a tener sueños sobre un grupo de 7 adolescentes, ellos luchaban contra algo parecido a un poder superior.
Se veían jóvenes, tal vez me llevaban entre 3 a 4 años, pero todo se sentía muy real. Podía sentir su miedo y angustia, su terror, su desesperación al enfrentarse a lo desconocido.
El deseo que tenían de mostrarse a ellos mismos y sus padres de lo que eran capaces de hacer.
Por un tiempo dejé de tener esos sueños, y luego empezaron de nuevo. Esta vez eran mil veces peor, criaturas horribles y sucesos que se repetían desde diferentes perspectivas y dando diferentes resultados; Como si el destino del mundo se estuviera decidiendo bajo mis narices y no pudiera hacer nada al respecto.
Pensé que me estaba volviendo loca y dejé de dormir por unas semanas, fue tan grave que tuvieron que llevarme al hospital. Por suerte al final esos sueños se detuvieron y volví a tener lo que yo llamaba «visiones pequeñas» que me advertían lo que pasaría, y la mayoría de las veces acertaba.
Por eso cuando llegue exhausta a MI CASA, luego de nuestro pequeño viaje a España durante el verano, me tire en la cama, y no me sorprendió caer dormida, en un sueño profundo.
Sabía que debía ir al campamento mestizo. Pero cada vez que pensaba sentía el frío del hielo, tenía horribles recuerdos de estar atrapada.
Y no quiero volver allí.
Todos los días me levantaba con una sensación de pánico y nerviosismo, sabiendo que tendría que volver a ese mundo tarde o temprano.
No quiero. No quiero que vuelvan a atraparme en una jaula.
No quería separarme de mi familia, luego de volver, mi madre no tardó en llevarme a su tierra natal dónde su familia estaba loca por verme luego de haberme dado por muerta durante 14 años. Incluso ahora, me costaba aceptar que esta era mi realidad.
Levantarme todos los días y ver lo mucho que había cambiado el mundo en mi ausencia, me hacía sentir un nudo en el estómago.
Ahora todos mis amigos eran adultos, tenían trabajos y familias…
Ni siquiera podía verlos por qué, después de tanto tiempo, no tendría sentido que siguiera con la apariencia de una chica de 15 años.
Incluso ahora, cuando sabía que estaba en el mundo de los sueños.
Las visiones me acosan.
Estaba en una fiesta, cosa que era extraña por qué no salgo mucho desde que volví. Recordé que debía de ser la fiesta de bienvenida que se hace cada año y me hizo sentido.
El lugar estaba lleno de mis nuevos compañeros de clase, pude ver a mi hermana menor bailar con un chico y algunos de mis amigos haciendo el tonto en la mesa de aperitivos, ellos jugando con la fuente de chocolate al utilizar sus lenguas en vez de un vaso o galletas. No fue agradable de ver.
Esto me dio mucho asco y no fui la única que los miro mal, como si no fuera suficiente ellos empezaron a llamarme, haciendo que la gente a mi alrededor empezará a cuchichear sobre lo maleducados que eran.
Y yo, como toda persona normal con cierto grado de vergüenza, decide fingir que no los conocía y alejarme de la forma más discreta posible.
Me adentré entre el gran grupo de adolescentes que bailaban como si les picarán los pantalones o le ardieran los pies, también me gustaría bailar así, pero tengo dos pies izquierdos y una vergüenza ardiente, nadie quiere ver lo mala que soy bailando.
Iba a ir a sentarme en las gradas del gimnasio cuando alguien me tomo de la muñeca y me dio una ágil vuelta haciendo que mi falda girará.
Termine con las manos en sus hombros. Sentí unas manos en mi cintura mientras nos balanceamos al ritmo de la música, lo raro es que no conocía a este chico, no lo había visto nunca y parecía hablarme, pero no podía escucharlo por la música.
De pronto el lugar cambio, y el mismo chico me arrastraba a la fuerza fuera del gimnasio. Estaba asustada, creo. Apretaba muy fuerte mi muñeca y a pesar de las veces que le dije que me estaba lastimando no me soltaba.
Todo se fue al diablo.
Seguí cambiando de escenarios, podía sentirlo todo, caía al suelo de golpe y ardor en mi pierna me dijo que me había hecho una buena raspadura.
Y cuando mi cabeza tocó el suelo estaba en un campo de fresas, luego frente a un enorme lobo de ojos rojos que desprendían oscuridad. Se me corta la respiración, estoy mareada.
Por último me encontré en un sitio desconocido para mí, pero a salvo, no pregunten cómo lo sabía, por qué no lo sé. Alguien tomo mi mano, pude sentirlo su fría piel contra la mía, lo seguí la sensación con la mirada hasta ver como un chico le daba un cálido beso al dorso de mi mano.
Cabello negro y ojos ónix.
Me siento de golpe en mi cama mullida, soltando un grito ahogado que apenas salió de mi garganta, y termino haciendo retumbar las paredes de mi habitación. Tenía la respiración agitada, empapada de sudor frío y con cada extremidad de mi cuerpo temblando como gelatina.
Hacía tiempo que no tenía un sueño tan vivido como ese.
Tragué saliva al sentir mi garganta seca, y apenas pude procesar todo lo que había visto en mi sueño cuando mi hermana me ha lanzado una prenda de ropa directo al rostro.
—¡Levántate loca…! ¡Necesito que seas mi chofer para el baile de bienvenida!
El grito de mi hermana menor no me molestó demasiado. Sabía que estaba bromeando, además prefería que mil veces escucharla gritarme que tener uno de esos raros sueños.
Camila aún no tenía edad para conseguir su licencia y yo soy la única dispuesta a llevarla a lugares o fiestas.
Mi madre y padrastro estaban ocupados todo el día en sus trabajos, mamá es enfermera y hace turnos dobles en el hospital. Y Joel Smith, mi padrastro por desgracia, llegaba muy tarde y no estaba dispuesto a dejar su tiempo para beber y ver el partido football americano de turno.
—Dios… —Pase mis manos por mi rostro, tratando de averiguar si esta era la realidad o un sueño. Mire el reloj en mi mesita.— ¿Cuánto tiempo estuve dormida?— Pregunté.
—Desde ayer en la tarde, pensé que estabas muerta.—Bromeo mientras se maquillaba frente al espejo. Se veía linda, traía un vestido rojo bastante juvenil.— Estás como poseída— Se burla entre risas jocosas.
—Me muero de hambre…—Me queje a la vez que mi estómago rugía.
—Lo supuse. —Dijo Camila como si me hubiera leído la mente, mientras rizaba sus pestañas.—Te prepare un par de sandwiches, están en la cocina.
—Ay, que linda hermana menor…—Le hablé como si fuese un bebé.
Ella levanta el mentón como si estuviera orgullosa.
—Lo sé, lo sé. —Exclamo Camila con mucha seguridad, sacudiendo polvo imaginario de su hombro. Sonrió un poco al verla—Será mejor que te des deprisa, tu vestido está colgado sobre esa percha y tengo que maquillarte cuánto antes.—Me apresuró.
— De verdad quieres ir a ese bailé.— No pude evitar sorprenderme, Camila suele ser algo vaga, razón por la cual aún no tienen su licencia.
Me sorprendió un poco verla siendo tan proactiva y trabajadora.
—¡Pues claro! ¡El amor de mi vida está esperándome en ese bailé!
Intenté no reírme al escuchar eso.
¿Amor de su vida? ¿A los 14 años? Debe estar bromeando.
Me estacioné frente al gimnasio de nuestra secundaria, el lugar estaba decorado con globos y serpentinas, sobre la puerta sobre ella había un gran cartel que decía con escarcha de color azul «baile de bienvenida» y había algunos adultos que servían para vigilar que solo los alumnos que tuvieran entrada pudiera pasar.
El dinero de los boletos serían usados para construir una nueva piscina o algo por el estilo, no preste atención cuando compre el boleto para Camila y el mío. Me quejo por lo bajo al ver la cantidad de autos gigantes y costosos en el estacionamiento. Tuve algunos problemas para encontrar un sitio en donde estacionar mi auto de segunda mano que compre por internet.
— Hasta aquí llega el olor a furia y hormonas.—Murmuré fingiendo estar asqueada, mi hermana se echó a reír mientras se retocaba el maquillaje.
Camila me había hecho un suave maquillaje bastante natural, la verdad es que parecía que no llevaba nada puesto, solo resaltaba mis facciones y le daba un nuevo brillo a mi rostro.
Ella eligió para mí un vestido gris brillante con escote recto de tirantes, estaba ceñido a mi torso y tenía la espalda descubierta, además de un bonito falda larga al estilo princesa.
Debo aceptar que Camila tenía un muy buen gusto, no me desagradaba el vestido para nada y supo qué estilo iría mejor conmigo. Antes nunca se me hubiera ocurrido usar algo así.
Era ese tipo de chica que quemaba vestidos en botes de basura. Y decía que ser femenina era un asco.
Qué vergüenza.
Camila tiene buen justo, me ha enseñado mucho sobre la moda actual. No me sorprende que quiera ser estilista cuando se gradúe.
—Baja—Le pido—Me tomará algo de tiempo conseguir un buen lugar en el que estacionarme.—Dije al tiempo que detenía el auto, harta.
—¿Qué? No, no…—Camila negó con la cabeza.— ¿Qué hay de ti?
— Iré en unos minutos.—Le aseguré.
Camila sonrió, me dio un beso en la mejilla y salió corriendo al baile.
Baje la ventanilla del auto y grité;
«Si un chico se sobrepasa contigo le lanzaré una flecha en dónde no les da el sol» y Camilla me respondió en un pequeño grito de emoción «Se los haré saber» Suspire consternada al verla correr con tacones, no sabía cómo lo hacía, pero se veía muy graciosa.
Me pasé unos 10 minutos más buscando sitio para estacionarme.
La verdad es que no quería entrar, estaba un poco nerviosa por el sueño que tuve. Solo me quedé allí sentada.
¿Pero qué podía pasar? ¿Que alguien pudiera alcohol en el ponche?
Estaba alucinando, me iba a volver loca si seguía así, debía dejar eso de los sueños premonitorios y vivir mi vida. Esta era una oportunidad única para hacer las cosas bien.
—Es solo un bailé…
Cómo esperaba, era solo un bailé más.
Me sentía un poco cohibida desde que «volví» de mi hibernación.
Antes me hubiera subido sobre la mesa a cantar y bailar, aunque lo hiciera mal, me habría escapado de los profesores y puesto alcohol en el ponche. Quizás prenderle fue al auto del director solo por qué sí. Pero esa persona ya no era yo. Ahora soy…
Una blandengue.
Mis amigos del equipo de porristas eran los únicos que estaban haciendo jaleo en la mesa de chucherías, dios que vergüenza, cubrí discretamente mi rostro con mi pequeño bolso a jugo con mi vestido. Intenté alejarme lo máximo posible de mis amigos, pero ellos se percataron de mi presencia y empezaron a hacerme señas.
—¡Eh! ¡Hood! ¿¡Adónde vas?
— ¡Ven aquí! ¡La fuente de chocolate es gratis!
—¡También las galletas y malvaviscos!
—¡Hood, necesitamos tu bolso para llevar más dulces! ¡Ven aquí!
—¿Qué les pasa? ¿Están locos?
—¿A quién le gritan?
Algunos adolescentes buscaban a la susodicha Hood con la mirada, y yo aproveché para escapar y no ser ridiculizada por los miembros del equipo de porristas. Cuando iba a la preparatoria hace 14 años era muy populares, ahora los porristas son inadaptados que seguramente me utilizarían para guardar más dulces en mi brasier u ocultar gomitas.
Qué vergüenza.
En su mayoría eran chicas, y unos 10 chicos que por cierto también sufrían de una enfermedad que me gustaba llamar; Muertos de hambre.
Algunos chicos y chicas intentaron invitarme a bailar, pero no estaba de humor. Vi a mi hermana bailar con un chico a la distancia, y sonreí al verla tan feliz. Aunque mi sonrisa desapareció al instante.
Tuve un déjà vu al verla y empecé a sentirme algo nerviosa. Igualmente, no quise entrar en pánico.
¿Sería tan malo irme a comer algo? De preferencia muy lejos de aquí.
Podía volver por Camila en unas horas y llevarla a casa.
Me sentí un poco mal por dejarla, pero tuve una extraña sensación que me pedía a gritos que saliera de ese lugar, y no pude aguantarlo más, por lo que atravesé la enorme multitud de alumnos que bailaban para dirigirme a la salida. Me detuve un momento al escuchar un trueno a través de la música, lo que me resultó extraño por qué habían pronosticado un clima perfecto durante toda la semana.
Algo se aferró a mi muñeca y sentí como mi sangre se helaba, alguien me jaló y dio una vuelta de forma ágil haciendo que la falda de mi vestido girase de forma dramática. Mis manos quedaron en sus hombros, y las del chico en mi cintura mientras me guiaba en un delicado balanceó.
No pude evitar tener un mal presentimiento sobre esta noche…
Salimos por la puerta trasera del gimnasio, a un oscuro callejón, había una luz amarilla proveniente de un poste de luz. Había una larga escalera antiincendios pegada a la pared había una especie de pequeños balcones que terminaban subiendo en escaleras metálicas que llegaban el techo de gimnasio. Típico de Texas.
El chico me soltó de forma brusca haciendo que quedará frente a él.
Retrocedí en cuanto me soltó, tomando mi muñeca adolorida.
— ¡Hueles increíble! ¡Hace tanto que no como carne de semidiós! — Su voz emocionada dejo de sonar como la de un adolescente idiota, a una mucho más grave y terrorífica.
Cómo dos voces superpuestas diciendo una misma frase.
¿Acaso dijo que me comerá?
—¿Q-qué?—Balbucee, retrocedí dando pasos torpes.—¿Estás loco? ¡Déjame en paz…!— Pero me sostuvo por la muñeca con tanta fuerza que creí que iba a romper el hueso.
—Semidioses, siempre tan gritones.— Dijo en tono burlón— «¡Oh, no, no me coma, señor!» Son tan graciosos, débiles y jugosos…
— ¡Déjame en paz o el equipo de porristas llenará tu auto de huevos podridos! —Le amenacé y este solo se rio, dios, su risa era escalofriante. Me costó mucho mantenerme firme y estaba empezando a asustarme, el tipo parecía poseído.
—¡Estúpido semidiós, crees que tus amenazas me asustarán…!
El chico aumento drásticamente de tamaño, destrozado su traje en el proceso. Ya no era un adolescente flacucho, se había convertido en gigante de dos metros y medio con ojos de locura, dientes afilados y unos brazos peludos tatuados con… ¿Esas son serpientes? chicas bailando el hula hop y corazones rojos.
Me quedé pasmada, sintiendo mi cuerpo frío y temblorosa.
Espera, los semidioses que me salvaron… Dijeron algo sobre que los monstruos vendría por mí.
Monstruos que comen semidioses.
¡NO! ¡NO DE NUEVO!
Estaba jodida cuando el monstruo alzó su fuerte brazo contra mí. Cerré mis ojos con terror y me encorvo de forma instintiva esperando el impacto que seguramente me mataría al instante. Pero no llegó.
— Eh, feo. — Una voz masculina sonó a lo lejos haciendo que el monstruo se detuviera de golpe.—¿Qué te dije sobre matarla? Dije que la quería viva.
Mire por encima de mi hombro, en la escalera de emergencia había alguien, pero no podía verlo por lo oscuro que estaba el lugar. Es un chico alto.
— P-pero, dijiste que podía comer semidioses.— Le recordó.
—¡Cállate cuando te hablé!— Grito— ¿¡Que te dije sobre responderme!?— El aterrador monstruo se estremeció y me soltó de inmediato, cosa que me sorprendió. A lo lejos escuché un trueno retumbar en el cielo, pero no había ni una sola nube a la vista.
— Hey tú, chica.
—¿Sí?—Mi voz apenas salió de mi garganta, estaba aterrada.
—¿Eres hija del dios Apolo?
Me preguntó de pronto y no supe cómo responder ¿Apolo? Conocía ese nombre, el Dios de la luz creo.
En cuanto volví a casa obligue a mi madre a comprarme un libro de Mitología griega. Por alguna razón, sabía que debía responder algo, un nombre, pero no el de aquel Dios.
Algo me decía que debía inventar algo, pero no me decidía.
¿Qué tal si descubre que miento?
Escuché un susurro en mi oído.
Un nombre.
—N-no… No, yo soy hija de la diosa Afrodita.—Mentí, aunque no entendía nada de lo que pasaba.
Había escuchado de esa diosa el día de San Valentín, su hijo es Cupido.
—¿Otra más?—Se quejó con evidente fastidio en su voz, como si estuviera frustrado.— Mierda… ¡No, otra hija de esa diosa inútil! —Golpea el barandal de metal del pequeño balcón, en un arrebato.—Ya llegará…—Hizo una especie de movimiento con su mano.— Cómetela no la necesito.
—¿Qué?
El monstruo empezó a soltar carcajadas de pura emoción, haciendo una especie de celebración.
—¡No! ¡Espera…!—Grite alarmada, pero ese chico alto ya se había ido, dejándome sola con el monstruo.
Mire al monstruo de reojo que parecía un caníbal, este se relamió sus labios deseando comerme.
No sé cómo lo hice con esos tacones enormes puestos, pero me las arregle para correr mientras era perseguía por aquel enorme monstruo que se moría por saborear mis huesos. Lo esquivé como pude, pero logró que sus dedos me alcanzarán, como si fuera un mosquito, el leve roce de su mano hizo que mi cuerpo saliera volando a contra la pared. El aire se escapó de mis pulmones, y sentí un terrible dolor en todo el cuerpo.
El monstruo extendió su mano para tomarme, pero rodeé por el suelo escapándome de sus garras.
El monstruo hizo un berrinche.
Siempre había sido buena en los deportes, tenía una buena resistencia, o al menos eso quería creer.
Tomé la falda de mi vestido para no tropezarme con la tela, intenté huir, corría lo más rápido que me permitía los tacones, podía sentir como mis pulmones se llenaban de aire frío, dolía, pero no podía parar.
Recibí otro golpe, esta vez fue con el puño cerrado y no solo sus dedos, me lanzo por los aires y al caer rodeé por el suelo hasta que me detuve por la falta de aceleración que perdí gracias a qué mi cuerpo decido parar mi caída contra mi voluntad.
Me ardía la cara y las piernas, y mi cuerpo estaba adolorida.
Sentí que iba a desmayarme, quería llorar del dolor. Quería levantarme y seguir corriendo, pero mi cuerpo no reaccionaba. No podía moverme.
Apenas logré despegar mi torso del suelo y arrastrarme con ayuda de mis antebrazos, no quería rendirme, no sabía si esto era real o una especie de alucinación, pero el dolor se sentía demasiado real. Demasiado real para ser parte de mi imaginación.
¡No había vuelto después de 14 años solo para morir aquí!
Chille de dolor cuando tomo mi cuerpo de la cintura con su enorme mano y me levanto del suelo con una aterradora facilidad, me subió por encima de su cabeza y abrió su boca dejando ver sus enormes dientes afilamos y que su horrible aliento chocará contra mi nariz.
Si este era mi fin.
Caía al suelo con fuerza, solté un grito ahogado cuando mi cuerpo adolorido volvió a chocar contra el suelo. Pude escuchar a la distancia el agudo grito desgarrador del monstruo, y justo a mi lado calló su mano cercenada.
Lo vi dar vueltas intentando golpear el aire, parecía buscar a alguien, pero no podía de quién se trataba.
—¡Malditos semidioses! ¡Los odio, me los comeré a todos! ¡Grrrr…!
El monstruo se volvió a fijar en mí, lo vi hacer una mueca de oído y correr en mi dirección intentando volver arremeter nuevamente contra mi persona. Cerré mis ojos con fuerza. Pero otra vez… nada, en verdad solo escuché un extraño «pop» y luego nada más. Abrí los ojos con dificultad, mi visión estaba borrosa, pero pude ver cómo un chico se acercaba a paso lento a mí. No podía subir la vista, pero logré ver su vestimenta negra, botas al estilo militar y una camisa negra con un extraño estampado de costillas en el lado derecho de su pecho de un color blanco azulado y fauces con dientes afilados en el cuello de su camisa.
Además de una chaqueta de aviador de color beige claro con pelaje en su cuello que llegaba hasta la altura de su pecho. Tenía una complexión delgada, pero atlética y piel pálida como si nunca le diera el sol. Por alguna razón todo a mi alrededor pareció sumergirse en sombras.
Lo vi agacharse frente a mí hasta quedar a mi altura, sentí su mirada oscura sobre mí, pero no podía alzar la vista por el dolor en mi cuerpo.
—¿Sigues viva?
Gruño ante su pregunta.
—Duele como si lo estuviera.— Dije apenas en un hilo de voz.
Sintiendo que había sido arrollada por un camión.
El chico busco algo en el bolsillo de su chaqueta, intento meterlo en mi boca, cosa que no deje que sucediera.
Hice una mueca y apreté mis labios, al igual que mis dientes.
—Abre la boca.— Exigió en un gruñido.
—¡Mmm! ¡Mmm!— Intenté apartar mi cabeza, pero me dolía demasiado.
—Come, si no te dejaré morir en este callejón.—Me amenazó y luego de algo de forcejeo me rendí.
Mi boca se llenó del sabor a galletas de chocolate caseras, me llegó un recuerdo reconfortante de mi madre preparando las galletas luego de una guardia completa en el hospital, tibias y deliciosas. Una sensación cálida y de alivio recorrió mi cuerpo, y de pronto dejé de sentir el dolor abrasador de hace unos momentos. Nada.
—¿Puedes levantarte? ¿Caminar?—Me preguntó de pronto. Alcé mi cabeza para ver a mi salvador, era un chico de piel pálida, no mucho más grande qué yo, su cabello era negro azabache de apariencia despeinado que le llega a la altura del cuello y ojos oscuros que parecían carentes de brillo, tenía una mirada dura y filosa, amenazante, además de un rostro sin expresión alguna. Al menos eso parecía.
Es ese chico… ¿Me recordará?
Ya pasaron varios meses de eso.
—No creo…—Murmuré aún adolorida.
El chico hizo una expresión extraña de molestia, suspiro y me extendió su mano.
— Bueno, supongo que es mi culpa por perderte de visita.
Podrá parecer extraño, no sabía si era a causa del dolor, la adrenalina o si tenía una contusión, pero cuando me extendió su mano pude ver su piel clara envuelta en sombras, o quizás era yo la que estaba brillando, pues en cuanto la tomé la profunda oscuridad a su alrededor se disipó al instante.
Él me ayudó a ponerme de pie, cuando se dio cuenta de que mis piernas no podrían soportar el peso de mi cuerpo. El tipo que me salvo se vio obligado a tomarme en brazos.
Apoyo una de sus manos en mi espalda y la otra bajo mis rodillas, y me alzo del suelo con una facilidad que volvió a sorprenderme.
¿En serio era tan ligera?
El camino conmigo en brazos. Hacía frío, y la noche se apoderó del cielo por completo. Tengo sueño.
—¿Nico? ¿Dónde diablos estabas?—Chillo una voz masculina, luego escuché un fuerte jadeo de incredulidad venir de su parte.
No hubo respuesta.
—Wow, wow… ¿Y esa quién es? ¡Por los dioses…! ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Está viva?
—Está bien.— Él habló por mí.—Casi se la come un gigante caníbal, pero llegué a tiempo.
—¿Y por qué la traes en brazos?— Le cuestiona— Ve y Déjala dónde estaba, algún mortal seguro terminará por encontrarla y la ayudará.— Dijo como si fuera obvio, apresurado.
—¿Qué? ¿Estás demente, Valdez?— Gruñó el chico que me traía en brazos.— Ella es la semidiosa que estábamos buscando.
—No.— Alargó la voz masculina, confundido—Ese de allí es el semidiós que estábamos buscando.
Un silencio se instauró entre ambos chicos, no sabía lo que pasaba por qué apenas podía abrirlo los ojos, pero en realidad tuve la sensación de que no necesitaban comunicarse para saber lo que estaba pensando el otro.
—Espera… ¿No es la chica de Quione? ¿Cómo se llamaba? ¿Lili?—Tanteó y supe qué estaba mirándome, como si me analizara.— Pero creo que no la vi en el campamento este verano…
—Eso parece.— Dijo el tipo que me tenía en brazos.— Es una semidiosa, ahora podemos estar seguro.
—Si bueno, que un monstruo intenté comerte es la mejor prueba de ello.— Afirmó de forma alegré, soltando una pequeña risa.—Pero que coincidencia, esto debe ser el destino. Bien hecho.
Le felicitó, y ambos empezaron a caminar mientras la poca conciencia que me quedaba se desvanecía por completo. Solo escucho voces a la lejanía, pero no los entiendo.
—¿Por qué tardaste tanto?
—Había mucha gente, Valdez.—Dice Nico de forma mordaz, no parecía tener demasiada paciencia.
—¿El sátiro?
—Ahora mismo está con festo.— Dijo Leo en un suspiro de alivio, más clamado.—Tenemos que salir de aquí, antes de que alguien nos vea.
Fue cuando por fin pude verlo, tenía piel canela y orejas puntiagudas, parecía alguien relajado. Era un chico de complexión pequeña, pero no se veía para nada débil, parecía un hueso duro de roer, además llevaba puesto un traje acorde a la situación. Me subieron encima de una especie de dragón metálico, lo recordaba, pero no claramente. No sabía qué pasaba, pero solo alcancé a decir;
—No…—Alargo.— Debo llevar a mi hermana de vuelta a casa—Dije en voz baja, adolorida.
—Tranquila Lili— Sonríe.—Alguien de confianza la llevará de vuelta a casa.—Me tranquilizó el moreno.
—Ivy.— Dije apenas.
Leo soltó un Jadeo.
—Bueno, es casi igual, estuve cerca.
Estuve a punto de responder, pero en el instante perdí el conocimiento.
Alguien me atrapo en sus brazos, no pude verlo, ya no podía abrir los ojos, pero pude sentir sus manos frías sostenerme de los hombros.
No sé cuánto tiempo dormí, pero se sintieron cómo escasos minutos. Creo que estuvimos volando, no pregunten cómo por qué no lo sé.
El extraño dragón aterrizó en el interior de un bosque, leo el chico agradable que estuvo haciéndome charla a pesar de que estaba semiinconsciente me ayudó a bajar del dragón, al igual que el otro chico que venía con nosotros, el pelinegro que iba detrás de mi bajo sin ayuda.
Leo me dio otro poco de «ambrosía» y me sentí mejor como para caminar, a pesar del dolor y mis heridas.
Había amanecido por lo que fue fácil ver lo que había a mi alrededor.
Me quité los tacones mientras caminábamos por el bosque, siendo guiados por ese chico Leo Valdez, quien trataba de contarnos chistes para relajar el ambiente.
El otro chico, Nico di Angelo, había desaparecido de un momento a otro, pero Leo dijo que no teníamos de qué preocuparnos por qué él sabía el camino hacia el campamento.
Cuando salimos del bosque no daba crédito a lo que veían mis ojos.
—Bueno, chicos.—El moreno sonrió complacido, orgulloso de sí mismo y señaló el lugar frente a nosotros.— ¡Bienvenidos jóvenes semidioses! ¡Al campamento mestizo…!
—¿Qué les parece?—Nos cuestionó leo con mucha emoción.
—¡Es increíble…! —Exclamo un chico a mi lado, haciendo que leo sonriera.
— Pero qué mierda…
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