Capitulo 16.

El semidios, no es semidios.

Nico di Angelo pov.

Nico odiaba hacer de adolescente común de preparatoria, irónico considerando que era el único en la misión con la edad requerida para serlo. A diferencia de él, Jason, percy y Valdez que adoraban la experiencia de volver a la secundaria, ningún de los dos había tenido una experiencia ordinaria de adolescente y les gustaba unirse al equipo de fútbol y natación, ganar medallas mientras se hacen los lindos con toda la preparatoria.

Nico odiaba eso y odiaba esos malditos adolescentes hormonales.

Él nunca estuvo en una "escuela" la mayor parte de su educación había sido en casa, durante un tiempo estuvo en un internado militar con Bianca, pero eso no se comparaba a la típica experiencia americana de la preparatoria.

Los mortales eran más salvajes de lo que parecían en un primer momento.

—¡Vamos lindo! ¡Sé que te gustó!— Exclamó una chica, lanzándose sobre él literalmente.— Nadie tiene por qué enterarse, será nuestro secreto.

Nico se hizo hacia atrás, mientras la rubia no hacía más que acercarse e intentar acariciar sus brazos.— Aléjate de mí.— Siseo el pelinegro. El pelinegro había intentado sacársela de encima varias veces, pero la chica era muy insistente y encimosa.

Nico di Angelo sabía que golpearla no era una opción, era una chica y una mortal después de todo, pero se quedaba sin opciones para que dejara de tocarlo y tratar de besarlo a la fuerza.

— Verte rogar así, te hace ver tan desesperada.— Una voz femenina atravesó la habitación. Recargada en la puerta se encontraba una chica pelirosa mirando toda la escena divertida.— Daba risa hace algunos segundos, pero ahora solo es triste.

— ¿Y quién eres tú?— Chillo la rubia, separándose de Nico.Para el alivio del mismo, quien tomo distancia de inmediato.

— Una persona que es mucho más importante en su vida que tú, eso te lo aseguro.— Ivy bajo sus brazos, los ojos verdes de la chica brillaron con un destello de molestia, se separó de la pared y enderezó su espalda.— Deja de humillarte.— Pidió con pesar. Nico sonrió un poco ante lo dicho, a diferencia de la rubia encimosa que soltó una carcajada exagerada.

— ¡Ja! ¡Ya te he visto antes, solo eres su mascota de pechos grandes! ¿Crees que realmente le gustas? — La Barbie creída camino hacia Ivy y puso su dedo índice en su pecho de forma acusadora. Cómo siquiera intimidarla o algo por el estilo—Para que sepas yo seré una supermodelo, y tú serás deportada a tu país, inmigrante.

Ivy frunció el ceño.

—¿Sabes que Nico es italiano?

— Sí, pero él es blanco.

Ivy soltó una risa amarga. 

De la nada puso su mano en la mejilla de la chica y aplastó su cara contra el cristal de la ventana con tanta fuerza que pensé que iba a romperlo. Esto no acabaría bien para esa chica "futura supermodelo".

Okay, había sido suficiente.

Alejé lo más rápido posible de aquella chica, la tomé de la cintura y la subí sobre mi hombro como saco de papas mientras ella siguió gritando insultos y juramentos en español dirigidos a la chica que yacía en el suelo hasta que salimos del salón.

Cómo decía, todos los adolescentes son pequeños psicópatas egoístas, incluso Ivy, estaba hablando en serio.

Esta ni siquiera era la primera vez que uno de ellos se me insinuaba. 

Hacían que extrañara la compañía de los fantasmas y zombies del Inframundo.

En cambio, supo que había escogido bien a Ivy para acompañarlo, la chica era lo que él podía describir como una mariposa social.

Ella solo tenía que sonreír y causaba una gran impresión.

Se unió al equipo de porristas casi de inmediato y me obligó a unirme al equipo de lacrosse dónde estaba nuestro objetivo.

Ella lo vigilaría desde el público en los entrenamientos y yo desde la cancha.

Claro que el equipo no lo tomo bien, por supuesto. 

El hijo de Hades pudo convencer al entrenador fácilmente utilizando la niebla para que lo dejara entrar a mitad de la temporada más ajetreada con respeto a todos los partidos y entrenamiento. No importaba que los demás en el equipo lo consideraban raro, ya estaba adentro y no podía hacer nada. En estos casos, Jason se encargaría de entrar en el equipo con su radiante sonrisa y se volvería el capitán en un segundo, pero como no está, tenía que poner algo de mi parte y entrar para ayudar a Ivy a mantener vigilado al posible semidiós. 

De todas formas el Lacrosse no estaba tan mal, consistía básicamente en golpear adolescentes y meter un pequeño balón en red, no era tan difícil y podía golpear gente, sin que Ivy me gritará.

Nunca me gustó esta mierda de misión en cubierto, pero ir a la preparatoria con Ivy no estaba tan mal, incluso podría decir que me resultaba entretenido.

Ella me ayudaba a estudiar y me ponía al día con las cosas que había que hacer, íbamos a una de esas bonitas cafeterías llenas de libros y pasábamos horas estudiando un mismo tema, pero de alguna forma Ivy conseguía mantener mi atención y que fuera interesante.

Vivir con ella era otra cosa, tenía un departamento desde hace mucho en la ciudad, Hades habías dejado una cuenta con un fondo ilimitado para Bianca y yo hace mucho tiempo y actualmente era la única persona que podía acceder a ella. 

Se trataba de un departamento de soltero, de concepto abierto bastante grande. Tenía una sala y una cocina juntas, un solo cuarto con una cama matrimonial y un baño. Por lo que tuve que conformarme con el sofá y cederle la cama a Ivy, aunque ella Insistió en qué fuera al reves por qué esta era mi casa y ella era la invitada.

Hood cocinaba y yo limpiaba su desastre, aunque logro convencer un par de veces para qué la ayudará a cocinar. Pasábamos nuestro tiempo libre viendo series y paseando por la ciudad como turistas o simplemente nos sentábamos en el sofá a jugar Mitomagia.

— Nico... ¿Crees que existan los extraterrestres?— Me pregunto mientras mantenía la vista fija en el techo blanco del departamento.

La música de rock estaba a todo volumen y apenas pude escucharla.

Ambos estábamos acostados en la cama, habíamos estado bueno una serie, pero termino por aburrirnos y ahora solo la teníamos como ruido de fondo. Empezaba a tener algo de sueño y pienso que dar tantas piruetas estaba afectando al cerebro de Ivy.

Apague el reproductor de música, afuera estaba lloviendo.

—Nosotros lo somos pecosa, estoy seguro de que los dioses no pertenecen al reino mortal.— Respondí antes de soltar un bostezó.

—¡No puede ser! ¿Qué pasa si todos esos avistamientos de ovnis? Son Realmente Apolo con su carro solar.— Exclamó la chica, sentándose de golpe en la cama para captar mi mirada.

— No lo sobre pienses, tu cerebro no lo soportará.— Dije con simpleza. Le di un suave empujón con mi dedo índice y medio en su frente. Me senté en la cama— Mejor ya duérmete.

La pelirosa se acostó de nuevo, mirándome con el ceño fruncido.

— Oye ya pasaron cuatro días, no puedes seguir durmiendo en el sofá.— Me regaño de forma acusadora.

—Te dije que mi cuello estaba bien.— No debí quejarme en primer lugar.

— Hay bastante espacio en la cama.— Dijo la chica, palmeando su costado, haciéndome un espacio en la cama. Por alguna razón aquello hizo que algo se removiera en mi interior, me molestó. Mi expresión se tensó y pude sentir como mi sangre se enfriaba.

— No, Ivy, no puedes ir por allí invitando hombres a tu cama por lástima.— Dije en un tono frío.— Aunque parezcan decentes, no sabes qué intenciones tiene.— Le advertí.

Odiaba no ser de esta época.

— Okey, mamá.— Se burló entre risas, acomodándose en la cama.—Pero tú eres diferente.— Afirmó.— No eres solo un hombre... tú eres Nico.

—Ivy.—Ella me miro en cuanto la llame, la mire de reojo. 

Me giré en la cama y en un rápido movimiento posicione encima de ella, colocando mis manos a cada lado de su cabeza y aprisione sus caderas con mis piernas, inmovilizándola con gran facilidad.

—Yo también soy un hombre.

Apreté las sábanas debajo de mis manos al verla en esa posición, me asustó lo mucho que me cautivo, la imagen de Ivy debajo de mí. Ella me miro confundida mientras un sonrojo se extendía en rostro, pero no había miedo en sus ojos verdes, solo una chispa de curiosidad en ellos.

Me sentí extraño ante su cercanía con mi piel, cómo si cada parte de mí que rozará contra su cuerpo dejara un camino de fuego en mi piel.

Y de pronto me cuestionaba mis propios acciones.

 ¿Por qué hacía esto? 

 ¿Me había vuelto loco?

Por qué a simple vista parecía que estaba coqueteando con ella. 

Pero odiaba pensar en Ivy en esta misma situación con alguien más. 

Recordar a todos esos chicos que le coqueteaban en la preparatoria y saber que uno de esos idiotas alguien podría aprovecharse de su actitud confianzuda me hacía hervir la sangre de la rabia.

Solo podía escuchar el sonido de la lluvia, nos habíamos quedado en completo silencio. 

 Yo no quería asustarla. 

 Sentía que no pensaba claramente.

 — Va... Incluso si haces esto no estoy asustada, por qué confío en ti.— Ella extendió su mano hacia mí y la dejo caer en mi mejilla. Mi corazón latía muy rápido contra mi pecho y aunque Ivy estuviera debajo de mí, se sentía como si hubiera tomado el control total de la situación. Me hizo sentir insegura y avergonzado.— Eso es lo que te hace diferente, no dejaría dormir a nadie más conmigo. 

Sentí un escalofrío al escuchar su voz susurrando tan cerca de mí.

 —Lo juro.— Me prometió. 

 Suspiré derrotado.

Esta mierda me superaba.

Rodé los ojos y me aparté de ella, tomando el espacio a su lado. Pude ver de reojo cómo ella se giró para mirarme directamente. 

 — Si llegas a patearme en la noche te saco de la cama.— Le advertí. Apague el televisor y la lámpara, dejando solo una pequeña luz de noche de un suave color violeta. 

 — Nada de patas, entiendo.— Exclamó como un soldado lleno de emoción. 

Me cubrí con las sábanas y me separé todo lo que pude de ella en la cama. Ya habíamos dormido juntos antes, pero esa ocasión estaba drogado por el veneno de una manticora, y por alguna razón me sentía algo nervioso.

 —¿Qué edad tienes?— Pregunto en cuanto cerré los ojos. 

 —Duérmete.— Gruñí molestó.

 — Responde.— Me rogó. 

 — Ya sabes que tengo 18.— Solté derrotado. 

No sabía por qué de pronto estaba tan preguntona, quizás se ponía profunda por las noches. Ya había escuchado suficiente por una noche sobre él, no sobre el calentamiento global y gente lagarto conquistando el mundo. 

 — Y...¿Cuánto tiempo llevas teniendo esa edad?— Me pregunto en un tono inocente y algo dudoso. 

Mis ojos se abrieron de golpe al escuchar eso, encendí la luz de la lámpara y me levanté de golpe para mirarla fijamente frunciendo el ceño.

 —¿Quién te dijo eso?— Le cuestioné en un tono un poco agresivo. Ella se removió en la cama y se sentó imitando mi postura. 

 —Bueno, los rumores vuelan en el campamento mestizo.— Dijo de forma cautelosa, haciendo una mueca. 

 Maldita sea.

 Lleve mi mano hacia mi rostro y frote mis ojos con frustración.

— Es difícil de explicar.— Dije en un suspiro de fastidio. 

 — Tenemos toda la noche. 

No todo podía ser bueno, también teníamos que vigilar a nuestro posible semidiós, Daemon Roberts, líder del equipo de Lacrosse y un completo idiota bajo mi criterio.

El rey de la escuela y según todos un mujeriego de manual. 

Cuando llegamos aquí tenía una linda novia, pero luego de ver a Ivy en el equipo de porristas misteriosamente decidió que su noviazgo no estaba funcionando. Ni siquiera lo disimuló. 

Era un chico alto, de piel clara y cabello marrón ondulado. Tenía los ojos azules y una sonrisa Colgate que iba de la mano de una contextura atlética típica de los jugadores de fútbol americano. Además del carisma de uno de ellos, aunque yo lo llamaría labia en extremo trabajada.

No le gustó mucho mi adición al equipo, lo que me daba una pequeña satisfacción de que lo estaba jodiendo cada vez que anotaba un tiro.

Ahora ni siquiera nos molestamos en vigilarlo por qué siempre está detrás de Ivy coqueteando o dándole flores. El tipo no se daba cuenta de que había sido rechazado en contables ocasiones y le seguía insistiendo, lo que me parecía un poco gracioso. 

 — ¿Quién crees que sea su padre o madre divino?— Pregunto Ivy. 

 — No lo sé.— Rodee los ojos con su sola mención. La miré vigilar al chico con pequeños binoculares. 

 — Vi que guardas tu espada en el casillero, ¿No consideras que sea peligroso?

 Supongo que Ivy me dijo algo, pero no le estaba prestando atención; Estaba más concentrado en su vientre plano, piernas largas y figura atlética. 

Había cambiado bastante, casi seis meses de puro entrenamiento había torneado su cuerpo a la perfección. Me quité la chaqueta de aviador que solía usar, la pasé sobre los hombros de la pelirosa y subí el cierre hasta arriba para cubrirla. Hood se paseaba por toda la preparatoria utilizando ese tonto uniforme de porrista, falda en extremo corta, camisa sin mangas y abdomen descubierto. Aunque la mayoría de las porristas vestían siempre de la misma forma. 

Me costaba dirigir la vista a Ivy sin mirarla fijamente. En realidad, no había ninguna parte segura en la que centrarse: sus ojos, sus labios, su ombligo. Me regañé en silencio: «¡Es tu amiga! ¡Y tú eres gay!».

Decidí centrarme en su ceja izquierda. No había nada cautivador en una ceja izquierda. 

 —Bueno, el caso es que todavía no he matado a nadie con la ceja..., digo, la espada —dije. 

Ser porrista era mucho más exigente de lo que Nico esperaba. Eso de llevar el uniforme a todos lados le hacía difícil concentrarse. 

 —No siento que estés involucrado emocionalmente con esta misión.— Ivy se volvió hacia mí con una mirada feroz en sus ojos verdes. 

 — ¿Vas a vigilarlo también en ese tipo en los vestidores? Por qué yo lo hago y lo odio cada minuto.— Arremetí de forma amarga y sarcástica. 

Ivy resoplo y se volvió hacia el campo de fútbol, por nuestra parte estamos escondidos debajo de las gradas desde donde espiábamos a nuestro objetivo. 

— No se ve muy "Divino" que digamos, es bastante común.— Murmuro la chica de forma insegura. 

 — Créeme es un idiota.— Dije entre dientes dándole la espalda al campo.

— ¿No notas un aura distinta venir de él? Dijiste que la primera vez que me viste sentiste algo diferente en mi aura.—Me recordó con la esperanza de que lo supiera. 

 — Es diferente, quizás no sepa que es un semidiós cómo tú.— Dije molesto. Ya estaba harto de estar encerrado en la preparatoria, había sido demasiada interacciones sociales por un día. 

 —¿Y si le lanzó una daga? Quizás reaccione o algo.

 — ¿Qué? 

 — ¡No lo sé! ¡Me estoy quedando sin paciencia!


Pov Ivy Arvanitis.

 — ¡No soporto a ese chico! ¡Te juro que si vuelve a abrir la boca lo mando al Tártaro!— Gruñó Nico, caminado de un lado al otro, tomándose del cabello como si se lo quisiera arrancar. 

Me levanté del sillón y me acerqué a él, deteniendo su pasó. 

 — ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?— Pregunté confundida.

Debió ser algo muy malo si se puso de esta forma, pero no dijo nada, solo desvió la mirada a un punto en el suelo y apretó la mandíbula. No quiere decirme. 

 — Nico...— Lleve mi mano a su hombro y le di un par de palmadas en forma de consuelo.—Quizás deberías volver al campamento mestizo, si este sujeto te hace sentir tan incómodo. 

Nico negó con la cabeza, cerro los ojos y acarició su sien.

 —No te voy a dejar sola.— Espeto de forma definitiva.—Solo deja que yo lidie con él, no te le acerques.

Note algo en su voz, supuse que no quería que me relacionara más con ese chico; El tipo ni siquiera me cae bien y Nico es mi amigo. 

— Oye, si te cae mal a mí también. Eso hacen los amigos.—Exclame con una sonrisa, le di un suave empujón en el hombro y vi su expresión relajarse. 

El chico me guío al sillón, hizo que me sentará y él se sentó a mi lado.

— ¿Qué haces?— Pregunté divertida. Nico se acomodó en el sofá, se acostó y recostó su cabeza en mis muslos. — Eres cómoda.— Soltó con simpleza.

Ahogué una risa y llevé mi mano a su cabello negro, empecé a jugar con el de forma distraída, el pelo de Nico era grueso y suave. La primera vez que lo hice Nico se tensó y luego se apartó, pero ahora se había vuelto normal.

 — ¿Leemos un libro?— Nico cerro los ojos y asintió con la cabeza.

Le gustaba escucharme leer. 

Dice que le gustan las historias, pero le da flojera leer por su cuenta.

Al final se abrazaba a mi cintura y se quedaba dormido minutos después de un par de páginas, me recuerda a un gato frotándose contra una fuente de calor solo para sentirse seguro.


 — Hola, Ivy.

La morena me interceptó antes de que pudiera abrir mi casillero. 

— Hola, Amber ¿Qué tal?

La miré extrañada por su repentino acercamiento. Así que esperé a que se fuera para abrir mi casillero.

— Habrá una gran fiesta en casa del capitán del equipo de Lacrosse.—Me informo emocionada, eso hizo que me relajará y abriera mi casillero. Había estado un poco paranoica desde que Nico me comentó que los monstruos suelen disfrazaron de mortales comunes.— Después del partido, siempre ganamos, así que es nuestra forma de celebrar. 

— ¿Qué pasa si perdemos? 

— Con Daemon cómo capitán, lo dudo y —La morena me lanzó una mirada de burla y sonrió de forma pícara.—... Escuché que tu novio se volvió el jugador estrella últimamente. 

— Nico, no es... 

 — No tienes que ocultarlo, se nota como te come con la mirada en los entrenamientos.—Me Interrumpió, y no pude evitar sonrojarme por su comentario.—Si quieren mantenerlo en secreto y fingir que ustedes solo son amigos, tengo que decirte que no lo están haciendo bien.—Aquello sonó tan irónico que quise echarme a llorar. 

Ese era el único aspecto real que le mostrábamos a los mortales, el que éramos amigos, y no se lo creían. Lo demás, cómo que venimos de otra escuela o que somos amigos de la infancia se lo creyeron al instante. 

— ¿Viniste solo a acusarme o me vas a llegar al punto?— Metí mis libros en casillero de golpe, molesta. 

— Tú y tu novio están invitados a la fiesta, es después del partido. 

 — Te dije que Nico no es... 

Se fue con rapidez antes de que pudiera decir algo más, cuando volví mi vista a mi casillero note que había un chico alto recargado en el casillero vecino. Lo miré interrogativa.

  — No es tu novio, eso escuché, pero tu amigo lo sabe? 

Daemon, tenía lo que yo llamaba belleza tradicional. Era un chico alto, musculoso, atlético, rico y capitán de un equipo deportivo, ojos azules y cabello marrón con hondas, el típico ideal de galán amárico, ya sabes el que se queda con la chica al final de la película, aunque era obvio que está tenía más química con el personaje secundaria. Ese era Daemon para mí.

 — Hola, a ti también.— Solté de forma sarcástica.

Este chico no conoce un no como respuesta, creo que le fundí el cerebro cuando rechace tener una cita con él. 

— No me malentiendas preciosa, si no quiere aceptarte públicamente es su problema.—Se cruzó de brazos y me miro con sus intensos ojos azules, luego me dio una de sus famosas sonrisas conquistador.— Pero quiero decirte que yo estaría encantado de presumir que tengo la novia más linda de la escuela.— Me halagó.

Le miré incrédula y solté un suspiro de fastidio.

— Como hiciste con el resto de las chicas del equipo de porristas, por lo que he escuchado.— Exclame de forma burlesca.

— ¿Qué puedo decir? Soy un romántico.— Admitió.

— Ya... No estoy interesada.— Dije esto en un tono bajó.

— Solo quiero que sepas que si tu novio no se pone las pilas para mí estás soltera.—Daemon se acercó a mí e intento apartar un mechón de mi cabello que se colaba en mi frente, pero aparte su mano antes de que pudiera hacerlo.—Y si has escuchado los rumores sobre mí, sabes que no me molesta ser el segundón.

— Gracias por la advertencia.— Dije en un murmullo, cerré la puerta de mi casillero y recostado del otro lado se encontraba Nico, matando a Daemon con la mirada. Basta decir, que al tipo no pareció importarle su presencia.

Quizás el pobre no tiene instinto de supervivencia.

Me puse al costado de Nico de forma instintiva y el rodeo mi cintura con su brazo antes de empezar a caminar a nuestra siguiente clase.

— No sé cómo lograste convencerme.

Apenas entraron todos empezaron a gritar y felicitar a Nico por haber sido el jugador estrella del partido, aunque él solo estaba molesto y le gustaba taclear a adolescentes idiotas.

— Solo disfruta la fiesta y consíguete un ligué para variar.— Le indico Ivy, con una sonrisa burlesca mientras le extendía un baso rojo, Nico la miro con el ceño fruncido y la aceptó.

Nico e Ivy pasaron la mayor parte de la fiesta juntos, aunque en algún punto de la fiesta se separaron por qué Ivy quería jugar verdad o reto con los demás, así que Nico se fue a tomar aire por qué según él la casa apestaba a hierba y alcohol; lo que era verdad, pero solo a él le disgustaba.

Ivy eligió reto y para su mala suerte fue pasar 10 minutos en el cielo, sus compañeras del equipo de porristas pusieron una cinta para cubrir los ojos de la pelirosa, y empujarla dentro del armario más cercano.

Se quedó a oscuras durante unos minutos, poco después la puerta se abrió y alguien entró en el armario junto a ella.

Quién sea que hubiera entrado no dijo ni una palabra, lo que puso un poco tensa a Ivy por el silencio, pero estaba suficiente ebria como para dejar que las cosas pasarán.

Un par de besos no matan a nadie.

— Te lo advierto, si me tocas el trasero te golpearé la cara.— Advertí de forma amenazante.

Escuché una pequeña risa masculina venir de mi acompañante, lo que me puso los pelos de punta. Mi corazón latía muy rápido por la ansiedad al escuchar sus pasos acercase a mí, se detuvo y sus manos se posaron en mis mejillas, trague saliva y me prepare mentalmente para lo que venía.

No podía ver nada, solo podía percibir el dulce aroma que emanaba del chico frente a mí, su agarre firme en mis mejillas y su respiración caliente que chocaba con la mía; Tal vez si me concentraba lo suficiente podría imaginar que la persona frente a mí es Nico y no un completo extraño.

Esperaba que me besara de forma estrepitosa, incómoda y que intentara meter sus manos debajo de mi falda.

Pero no fue así, sus labios dulces se posaron sobre los míos de forma amable. Se sintió bien, aunque sus labios al igual que sus manos eran fríos, sentí mi corazón golpear con fuerza mi pecho.

Se separó de mí y acarició mi mejilla, sentí su mirada recorrer mi rostro.

Luego volvió a besarme una y otra vez, sus besos iban subiendo de nivel mientras aumentaban su duración.

¿Y qué fue lo peor?

Lo peor fue que me sentí embriagada por su forma de besarme. Sus labios se movieron sobre los míos y me fue imposible no corresponder, pase mis manos por encima de su cuello y sentí las suyas viajar a mi cintura, me jaló para pegarme a pecho. De pronto sus ya besos no eran tiernos y suaves, sino hambrientos y apasionados, como si de forma inconsciente hubiera despertado algo en su interior, sentí su lengua invadir mi boca y jugar con la mía a su antojo, sus manos ágiles acariciaron mi cintura.

Nos separamos de forma tortuosa por la falta de aire, pero no sé fue sin antes morder mi labio inferior.

— Diablos...— Jadee sin aliento, él no quitó sus manos de mi cintura.

Lo sentí acercarse para retomar el beso, pero empujé su pecho y lo aparté de mí rápidamente.

— Alto hay vaquero, creo que fue suficiente.— Hice sonar mi garganta, tratando de que mi voz no se notara mi nerviosismo.— Ya pasaron los 10 minutos en el cielo, así que vuelve al infierno.— Exclame sarcástica.

Luego de eso estaba demasiado aturdida para seguir jugando.

Busque a Nico por toda la fiesta y lo encontré solo sentado un lindo sillón, bebiendo de un baso rojo.

Me acerqué y me senté en él reposa brazos al lado de él. Nico me miro de reojo, entrecerró sus ojos como si me analizará o pudiera ver a través de mí hasta llegar a mi alma, los ojos negros de Nico nunca mienten, aunque él se esfuerce por fingir indiferencia, sus ojos lo delataban.

— Oye, ¿Estás bien?— Preguntó.

— No lo sé.— Respiré hondo y tomé un largó trago de mi jugo de naranja adulterado.— Un desconocido me acaba de comer la boca en el closet.

Ahora mismo no dejaba de pensar en ese besó, y en como me había hecho sentir que me temblaban las rodillas, me cuestionaba a mí mismas si debí tomar la mano de ese chico y pedirle que me acompañará a una de las habitaciones de arriba, tal vez si me acostaba con un extraño, olvidaría mi estúpido enamoramiento con Nico.

Espera.

¿Estoy enamorada de Nico?

Mire a mi lado, y el pelinegro me miro frunciendo el ceño.

Nico soltó un bufido exasperando y me miro de forma acusadora.

— Ivy, que te dije de los extraños.— Bufo el hijo de Hades, casi parecía que la estaba regañando.

Odiaba que se preocupara tanto por mí, que me cuidara tanto de forma desinteresada y tratara de protegerme de los estúpidos chicos. Solo hacía que mis sentimientos por él tuvieran más sentido para mí, por qué era normal que me gustará cuando el muy idiota se comportaba tan lindo conmigo.

— Lo siento.— Solté en un suspiro. — ¿Quieres salir a tomar aire?— Me pregunto y yo asentí con la cabeza.

Nico se levantó y me ofreció su brazo, sonreí y lo tomé con gusto.

Ambos salimos en dirección al patio de la casa, había algunos adolescentes sentados en el frío pasto fumando o bebiendo, había un tonto haciéndose el interesante con una guitarra.

La mano de Nico era fría, me apoye en su hombro y él acarició mi cabeza.

— Si tienes sueño podemos ir al departamento.

— ¿Me harás sopa caliente?— Dije en un tono agudo y aniñado. Nico soltó una pequeña risa, bajo su mano a mi espalda y la acaricio de forma suave.

— Sopa de pollo para la resaca, te vi tomando hasta por los codos.— Soltó de forma tan encantadora para mi mente alcoholizada que me fue imposible no sonreír.

Todo fue bien, hasta que Nico me empujó con tanta fuerza que caí sentada en el suelo, una flecha se clavó en el espacio que había entre nosotros. Ambos volvimos nuestra vista hacia el bosque cuando una mujer serpiente salió de entre los arbustos, portando una especie de armadura y arco. 

 — Sssemidioses...— Siseo cómo una cascabel, tomando otra flecha. 

 — Ivy.— Me llamo Nico.— ¿Dónde está mi espada?— Pregunto tensó.

 — En los casilleros del probador.— Le dije alarmado, sintiendo como se me baja la borrachera.— Ve a por ella... puedo encargarme sola.— Dije en voz baja, sacando la daga que tenía atada en el muslo, debajo de mi falda. 

Nico me lanzó una mirada extraña y desapareció entre las sombras. Logré esquivar otra flecha y me puse de pie para correr en dirección de la mujer serpiente, esta se movía de forma ágil y rápida, pero estando borracha se me hacía imposible seguirle el paso, logré hacerle un corte en la cola, pero me distraje y está me golpeó con la misma lanzándome por los aires como si fuera una muñeca de trapo, rodé por el suelo y me levanté pesadamente.

Me golpeé la cara tratando de despertarme. 

 — ¡Despierta Ivy! ¡Despierta!— Me grité a mi misma, y cuando abrí los ojos tenía una flecha volando en mi dirección, y me quedé paralizada.

Pero algo pasó.

Cuando la flecha llegó a centímetros de mi rostro, deje de respirar, y la flecha se detuvo por completo en el aire, luego de unos segundos se calló al césped como si nunca hubiera sido lanzada. No solo yo estaba en shock, la mujer serpiente también hizo una de desconcierto; Aunque rápidamente volvió a tensar su arco. 

Nico di Angelo apareció de la nada y le clavo la espada en el vientre, el monstruo se quedó paralizado y soltó el arco en sus manos, podía ver sus ojos oscuros de Nico llenos de rabia por encima del hombro de la mujer serpiente, su cuerpo desprendía sombras y un aura que haria vomitar a cualquier ser vivo existente. 

 — ¡Ahora Ivy!— Me grito y reaccione de inmediato, me levanté y clave mi daga en el cuello del monstruo. Y explotó en una nube de polvo dorado, diablos, eso estuvo cerca. 

Mire a Nico y este me devolvió la misma mirada antes de abrazarme contra su pecho, se notaba que le había costado dejarme sola con un monstruo mientras estaba ebria. 

Cuando se separó de mí notamos que había alguien viéndonos, allí parado estaba nuestro objetivo, con un baso rojo en su mano y una expresión de lo más graciosa en su cara. 

 — ¿Que hacen jugando con palos?— Nos cuestionó cómo si fuéramos un par de bichos raros.—¿Y quién trajo la piñata de polvo a mi casa?—Señalo el polvo en el suelo, y luego negó con la cabeza.— No, no quiero saber. 

 Y se fue. 

 — Parece que no es un semidiós... 

 Nico llevó su vista al suelo y respiro hondo, aliviado.

 — Gracias a los dioses.  

_______✨_______✨_______✨_______✨

Hola chicos y chicas.

Lamento la tardanza, espero que les haya gustado el capítulo.

Comentén y voten para saber si les gusto.

Pronto aparecerán los semidioses de la profecía de los siete, ahora se viene lo bueno. Creo que la historia solo tendrá 20 capitulos máximo, pero no sé preocupen; Tengo planeando sacar otras dos historias sobre Nico.

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