Capitulo 15.
Vamos a por un mestizo.
— ¡Vamos Nico...!— Seguí de cerca al chico, pero este caminaba muy rápido para mis piernas cortas.—No puedes seguir molesto conmigo...— Intenté razonar con él, pero no funcionó.
Intenté tomar su brazo, pero en ese momento Nico se volvió hacia mí y camino en mi dirección, haciéndome retroceder por inercia hasta chocar contra un árbol. Abrí uno de mis ojos y noté que Nico me tenía acorralada, estaba muy cerca, tanto que sentí la necesidad de pegarme lo máximo posible al tronco para poner algo de distancia, su mano reposaba en la superficie del tronco al lado de mi cabeza para impedir mi escapé.
Nico se inclinó para estar a mi altura y me miro con sus ojos negros llenos de un aura de molestia y fastidio, mis mejillas se calentaron cuando sentí su respiración chocar contra la mía.
Nico me sacaba dos cabezas y media, no era exageradamente alto.
— Deja de seguirme.— Artículo de forma amenazadora.Apreté los labios y me obligué a mi misma a no gritar de la emoción.
Nico estaba muy cerca, y lejos de asustarme causaba otras emociones más llevaderas que el miedo.
—¿Desayunamos juntos? Puedo colarme en tu mesa por esta vez.
Le ofrecí, Nico puso los ojos en blanco y se apartó de mí.Nico metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta, se dio la vuelta y se fue en dirección de la casa grande.
Lo seguí a pesar de su advertencia.
— ¡Porque no mejor, vas y comes con Thalia! ¡Seguro que prefieres la mesa de Zeus...!—Nico apresuró el paso, su voz molesta y llena de veneno hizo que el suelo se estremeciera.— ¡Mejor aún, sal a pasear a la ciudad con ella y tengan una cita!— Nico se volvió hacia mí y me clavo su mirada llena de salvajismo.— ¡Son tal para cuál!
Nico desapareció ante mí en un viaje de sombras, sin dejarme responder.
—Wow...— Escuché detrás de mí.—¿Problemas en el paraíso?— Pregunto una voz burlona que conocía como Ana.
Me giré para ver a las chicas detrás de mí, Ana la hija de Hécate tenía su típico aspecto de gitana llena de un montón de pulseras y detalles en dorado, parecía una de esas brujas que salían de los cuentos, mientras que Jeong la hija de Iris tenía su típico aspecto adorable, usaba faldas de jeans y la camisa del campamento mestizo con muchos parches de diferentes cosas como corazones, arcoíris, caritas felices, etc.
— Ya se le va a pasar, no puede estar molesto conmigo toda la vida.— Dije algo cansada, soltando un suspiro.La verdad es que si estaba muy cansada, sentía que un autobús me había arrollado anoche. Eso de cazar un cerdo gigante era cosa sería.
—¿Thalia la hermana de Jason? Es mona.— Soltó Ana, quien la había conocido el año pasado.
— Es una larga historia.—Murmure sonrojada.
— Ivy, salir del campamento sin permiso está prohibido.— Susurro jeong cómo si temiera que el rumor de nuestras escapadas se extendiera.
— Ya decía yo, que ustedes dos desaparecían de forma "misteriosa" demasiadas veces.— Dijo Ana de forma burlona, sonriendo con malicia cómo si estuviera planeando una extorsión.—Con que eso estuvieron haciendo.— Casi parecía orgullosa.
Su cara decía "Vamos, únete al lado oscuro. Tenemos galletas"
Lo peor es que mi mente lo agendo como una oferta tentadora.
—No todo el tiempo, pero en general solo paseamos por allí.
Aclaré, pues no quería que me malinterpretaran.
— ¿Qué vas a hacer con él? ¿Eh? Se le ve muy molesto, celoso, diría yo.—Me cuestionó Ana. Iba a protestar, pero Ana me detuvo.— Y te aseguro que sé cómo se sienten y ven los celos.
Negué con la cabeza.
— Para nada.
— Pueden ser celos de amigo, es muy común. —Opino Jeong, jugando con la pulsera de amistad que hicimos en la clase de artesanías.— Quizás piensa que si te llevas bien con mucha gente, terminarás pasando menos tiempo con él. Se han vuelto muy amigos desde que llegaste.— Explico su teoría de forma tímida, cómo si temiera ofenderme de alguna manera.
Eso no tenía sentido, tenía muchos amigos en el campamento y Nico nunca había reaccionado de esta manera. Algo me decía que todo esto tenía que ver más con el concepto de las cazadoras al mando de la diosa Artemisa que con una escenita de celos. Igualmente, prefería creer en la teoría de Jeong.
—Puede ser.— Murmuré pensativa.
—¿Y qué vas a hacer? A este paso no te hablará en semanas.— Me cuestionó Ana, curiosa.
— Ya buscaré una forma de arreglar las cosas con Nico.— Respire hondo y puse mis manos alrededor de mi cintura.—En otras noticias, Ana está de cumpleaños y tenemos que hacer algo especial. Los 15 son mágicos.
— Literalmente.— Dijo Ana con emoción.— Es el momento perfecto para nadar en el lago a la luz de la luna, hoy me convierto en mujer y por fin podré hacer rituales de mayor categoría.— Exclamó con una emoción casi aterradora.
Jeong se balanceó de un lado al otro.
— Yo pensaba más en karaoke y comer un poco de pastel.— Mencionó la chica, algo asustada.
— Oh, también podemos hacer eso.— Acepto la cumpleañera.
— Bien, comeremos pastel y en la noche haremos... Un ritual en el lago.—Finalice, emocionada.
—Por cierto, tienen que llevar vestidos blancos y no es opcional.— Comento Ana, llevando sus brazos tras su espalda mientras caminábamos en dirección a la cabaña de Apolo para una salvaje fiesta de karaoke.Al día siguiente me dispuse a arreglar las cosas con Nico.
Me la pasé todo el día persiguiéndolo, aunque él me ignoraba.
Todos pudieron darse cuenta de la tensión entre ambos. Nico no solía tratarme de forma tan arisca (se notaba que está furioso conmigo) por lo que la mayoría de campistas se alejaban de la zona de guerra para que no les alcanzará una de las bombas, muy listos, con el actual estado de ánimo del hijo de Hades lo mejor sería no ponerse en su camino.
Creo que el hecho de que esperara un día entero para pedir disculpas le molestó aún más.
Termine siendo su chica de mandados todo el día, corría detrás de él con una montaña de espadas, lanzas y escudos en mis manos para organizarlas en el almacén, Incluso le ayudé a afilar las espadas. Nico tenía varias tareas de las que encargarse durante el día y la noche, Quirón confiaba mucho en él, le asignaba cosas importantes, cómo vigilar las afueras del campamento por cualquier movimiento extraño de monstruos que pudiera ser un peligro para el campamento o hacer las revisiones sorpresa de las cabañas, cosa que no les emocionaba a nadie sabiendo del mal humor del chico.
Claro que no es solo que confiara en el buen juicio de Nico, sino más bien que era el único en el campamento que sabía con certeza que no podría ser intimidado por los hijos de Ares.
— Un dos apenas, esta cabaña es un jodido asco.— Dijo Nico finalmente.
—¿Cómo? ¡Pero...!— Chillo Travis.
Los hijos de Hermes buscaron algún tipo de ayuda o intervención en mi mirada, intenten evitar sus ojos de cachorro, por qué en este momento no sería de ayuda. Era inútil.
Yo solo llevaba el conteo de las puntuaciones de las cabañas y anotaba sus puntuaciones.
Nico solo juzgaba el estado de las mismas.
— Ah, Nico...— Intenté llamarle.
— ¿Qué?—Bramó demasiado fuerte, su tono agresivo me hizo dar un saltó.
Tragué saliva, asustada.
—¿No crees que estás siendo un poco duró...?— Murmuré, intimidada.
Nico se quedó callado unos segundos, pareció meditarlo.Metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta de aviador y hablo mientras se dirigía a la salida.
— 3.5 de 5, limpien debajo de las camas.— Soltó con simpleza.
Todos los hijos de Hermes me miraron agradecidos y prometiendo no volver a jugarme una broma por mi excelente servicio.Corrí detrás de Nico.
— ¡Espera! ¡Falta la cabaña de iris, la diosa Afrodita y el dios hipnos!
— Encárgate por mí.
— ¡Pero...!—Lo pensé un momento, considerando que quizás esto me ayudaría a ganar puntos con él.— ¡Bien!— Exclame emocionada.
Pase el resto del día haciendo varias tareas que le correspondían a Nico, me acerque al comedor para cenar, estaba hambrienta. Entre todo el ajetreo, risas, charlas y uno que otro juramento del comedor me percate de que algunos de la cabaña de Ares me lanzaban miradas de odio, los ignore y seguí mi camino. Me Fijé en la mesa de Hades y noté a Nico sentado solo como siempre. Dude en ir a sentarme con él, estaba contra las reglas y no quería molestarlo aún más.
Aunque esa regla ya casi nadie la seguía como antes.
Nico me miro de solsayo y yo le sonríe apenada, le vi suspirar con gesto agotado y apretar los labios con resignación, le dio una suave patada a la silla a su costado, indicándome que podía sentarme a su lado. Me sentí justo como un cachorro de Golden retriever agitando con felicidad su cola cada que veía a su amo, y creo que debí verme justo así.
Me forcé a mi misma para no empezar a saltar en forma de celebración, sentí una gran calidez recorrer mi pecho, estaba feliz.
Me acerque y tome asiento al lado del pelinegro, Ana y jeong me miraron desde sus mesas de forma poco discreta como si dijeran: "no sé lo que hiciste, pero bien hecho"
Nico me miro de reojo mientras comía, mi silla estaba bastante separada de la suya aunque debería estar a su lado. Pues al patearle de forma no intensional la había alejado bastante de las demás sillas, por lo que estaba algo separada de él.Pedí un plato de avena con frutas con algo de miel, se veía delicioso y estaba ansiosa por empezar a comer.
Nico dejó de comer, estiró su brazo hacia mí y tomo la parte del asiento de la silla, no era muy gruesa, por lo que podía tomarla con una sola mano sin problema. Y tiro de ella, lo hizo tan fuerte que me arrastro en el proceso, creando un breve rechinido hasta que la silla estuvo en su posición original, considero que incluso quede demasiado cerca de él, pues nuestros hombros se rozaban.
No dije nada, ni me queje.
Alcancé mi plato que se había quedado atrás y seguí comiendo, al igual que Nico.
— ¿Ya no estás molesto?
— Si te unes a las cazadoras de Artemisa, te mando al Tártaro.
Sonreí formando una línea recta con mi boca. Intenté no reírme.
— Eres bastante posesivo.— Volví a centrar mi atención en la comida y tomé una gran porción, llenado mis mejillas como ardilla.
Nico siseó y se erizó como un gato enojado, le vi sonrojarse.
— No lo soy.— Afirmó, avergonzado.
— Pues suena a qué me prohíbes hacer algo.— Mencioné mientras comía de lo más tranquila, ignorando su semblante alterado.
— Solo digo que es peligroso.— casi al instante pude ver qué se arrepintió de decir eso, lo hacía sonar preocupado y eso arruinaba su reputación de chico malo.— Sabes que, olvídalo, no le veo nada de bueno pasar la eternidad cazando al lado de una diosa.
Oí algo de celos y fastidio en su voz.
— Hermandad, vida eterna, peinados fabulosos — Nico me Interrumpió.
— Cállate y come.— Chasqueo su lengua y volví su atención a la comida frente a él, comía una hamburguesa por supuesto.
Sonreí y volví mi vista a mi plato, casi me lo había terminado y me sentía bastante satisfecha. Arrugue mi nariz y achique mis ojos para ver mejor lo que había en mi plato, note que había un punto rojo en mi avena llena de frutas verdes, manzanas verdes, uvas y almendras.
Mi cerebro confundido intentó pensar de dónde había salido aquello, cuando otro punto apareció en mi comida, luego otro y otro.
Lleve mis dedos por encima de mi labio y pude sentir la humedad. De pronto mi cerebro se percató del líquido que caía por mi nariz y se juntaba en mi barbilla para caer en mi plato de comida. Luego del primer momento de susto, intenté tapar la escena del crimen que se volvió mi nariz. Tomé un par de servilletas e intenté detener la hemorragia.
Fue cuando mire de reojo que Nico me observaba consternado.
— ¿Ivy?— Pude ver qué empezaba a alarmarse.
Intenté sonreír y negar con la cabeza.
— No pasa nada, solo en un poco de sangre.— Me apresuré a decir.
— Puedo notarlo, no deberi— Lo interrumpí.
— En serio, estoy bien... solo necesito un poco de aire.— Intenté levantarme, pero mi cabeza dio vueltas y volví a caer sentada, Nico me sostuvo para evitar que me fuera de lado.
— No seas testaruda.— gruñó.
— Te digo que estoy bien.— Exclame con vos tembloroso.
Fue cuando me percate de que me puse a la defensiva sin motivo, pero no quería llamar la atención, mucho menos preocupar a alguien. Aunque creó que todo me salió al revés porque me percate de qué comedor se había quedado en silencio para ver cómo mi nariz se volvía la masacre de Texas. Los chicos de la cabaña de Apolo se pusieron de pie, pero les hice una seña para que se detuvieran.
— ¡No es nada chicos!—Dije soltando una pequeña risa nerviosa.
— ¡Si pasa y te llevaré a la enfermería!— Nico intento ponerme de pie, pero no lo dejé.
— Señorita Ivy.— La voz de Quiron nos llamó la atención. Mi mirada se cruzó con la del centauro, quien me miraba con algo de preocupación.
Para ese momento mi linda camisa estaba manchada de sangre, mis manos igual y las servilletas no sirvieron para detener la sangre.
Escuche a Nico hablar con Quiron, pero apenas los escuché, mientras que los hijos de Apolo, mis hermanos, me miraban como si quisieran venir a hasta la mesa de Hades y recetarme un paracetamol de inmediato.
— Yo solo.—Mi voz apenas se oyó, cómo si se hubiera quedado estacada en mi garganta, mi vista se fijó en la pared y de pronto todo se volvió oscuro.
Mierda, debí aceptar ir a la puta enfermería.Gritos se escucharon en todo el comedor al ver a la chica desfallecer de la nada.
Aunque no fuera del agrado de todos, era una imagen bastante alarmante para un mestizo. Después de todo los semidioses no sé enferman con facilidad, son sanos por qué de ese modo pueden sobrevivir a los monstruos sin la molestia de un resfriado o fiebre por virus.
Ivy estuvo a punto de caer directo al suelo, pero Nico quien ni siquiera le estaba prestando atención en ese momento, la sujeto de la camisa antes de que cayera del banco, la silla no tenía respaldo como para detener su caída directo al piso. Los hijos de Apolo se apresuraron a sujetar a su hermana y llevarla directo a la enfermería para tratarla.
Nico quiso ir con ellos, pero Quiron lo detuvo en la salida del comedor.
— Lo que sea, puede esperar.— Se deshizo del agarre del centauro.
— Tengo que hablar contigo.— Dijo quiron.— Necesito que vayas a una misión antes del verano, y que salgas mañana temprano.
— Voy a la enfermería.— Deletreó Nico queriendo dar a entender su punto, cómo si creyera que el centauro no escucho bien.
— La señorita Ivy estará bien.— Intervino Quiron de forma calmada llevando sus brazos tras su espalda.
Nico respiro hondo, resoplo e intento no mandar a la mierda a Quiron.
Este le indico con la mano que lo siguiera a la casa grande y sin más remedio, se puso en marcha a regañadientes.
La pelirosa despertó en una de las camillas de la enfermería, rodeada por sus hermanos. Luego de que la hicieran beber néctar y comer algo de ambrosía, rezaron a los pies de su camilla a su padre Apolo para que la curase. Después de todo no había nada visible en su cuerpo que pudiera delatar que había algo mal con ella.
Le dieron ropa limpia, pues la suya estaba llena de sangre y dejaron descansar en la camilla, además le dieron una barrita de chocolate.
Cortesía de los hijos de Hermes, siendo más específicos los hermanos Stoll, quienes estaban preocupados por su hermanita falsa.
Ella seguía viviendo y la cabaña del dios de los ladrones, pues aún no había sido reconocida oficialmente.
Ivy se sentía algo avergonzada por la escena que monto en el comedor.
Sabía que sus amigos estarían preocupados por ella.
— ¿Cómo te sientes? — Nico se sentó en el extremo de la camilla.Ivy sintió como su corazón se aceleraba, sonrió y miro al chico.
— Bastante bien.— Dijo sonriendo como una tonta, aunque me dije a mi misma que no lo hiciera tan obvio.—Mis hermanos dijeron que solo fue el estrés y cansancio.
Nico hizo una mueca e Ivy noto de inmediato que se sentía culpable.
— Lo siento.— El pelinegro bajo la cabeza y su mirada se oscureció.
— ¡Oh, no fue tu culpa! ¡Para nada!— Exclame algo alarmada.
— Solo he estado algo ansiosa, eso es todo, solía pasarme con frecuencia cuando era una niña.— Explique y era cierto, cuando era pequeña me sangraba la nariz cuando hacía ejercicio o me quedaba mucho tiempo al sol.
Nico no dijo nada, supongo que creía que le estaba mintiendo para hacerlo sentir mejor. Sonreí con pena y estiré mi mano para jalar la esquina de su chaqueta de aviador.
— Oye...— Le llamé, arrepentida.No debió de hablar en un primer lugar, debió quedarse callada.
Nico me miro y se aproximó a mí de repente, me tensé y abrí los ojos por completo. El chico paso sus brazos por encima de mis hombros y me abrazo. Me quedé rígida, sorprendida por su forma de accionar, lleve mi mano por debajo de sus brazos y las deposite en su espalda. Nico no era una persona de contacto físico, es más, parecía que le quemase el contacto humano.No le di más vueltas. Intenté disfrutar el momento mientras duró, me sentía tan cómoda y cálida en sus brazos que no pude evitar cerrar los ojos.Bueno, no iba a quejarme, me encantaban las sensaciones que me llenaban al estar con él. Aspire su aroma dejando que su esencia llenará mis fosas nasales, me recordaba al olor de los bosques y un toque de menta, Nico di Angelo olía jodidamente bien.
El hijo de Hades se alejo de mí de forma cautelosa.
— No debí...— Dijo apenas, se le veía tan nerviosa que me pareció adorable.
Deje caer en mi frente en su pecho.
— Suficiente, esto no es tu culpa.— Dije en voz baja.Nico y yo nos quedamos callados unos segundos, no sé sintió, incómodo, sino ameno y relajante.
— Por otro lado.— Hablo por fin el hijo de Hades.— Quería preguntarte si estabas interesada en una misión.
Levanté la cabeza y le miré con curiosidad.
— ¿Cuándo?— Pregunte sin más.
— Mañana temprano.
— Me parece bien.— Solté con simpleza.
— ¿No preguntarás nada?— Me cuestionó Nico.
— ¿Vamos juntos?
— Sí.— Afirmó Nico.
— Entonces está bien.
Nico soltó un bufido y sonrió de lado mientras negaba con la cabeza.
—Nuestro sátiro en servicio, camelio, nos informó de un posible semidiós en una secundaria de New York.— Hablo el centauro, y el adolescente solo se hundió en el sofá.— Queremos que vayas a confirmarlo, antes de que inicie el verano.— Dijo Quiron.
— Paso, manden a alguien más.— Bufo el pelinegro.
— No quiero recordarte que estás castigado, pero estás castigado Nico.—Afirmo el centauro. El hijo de Hades rodeo los ojos.
— ¿Por qué Valdez? A él le encantan estas cosas.— Le cuestione.
— Leo y calipso llevan fueran del campamento más de tres meses, me comuniqué con ellos y vendrán al inicio del verano.— Explico Quiron.
— Debe ser una mala broma.—Siseo el pelinegro, llevando su cabeza hacia atrás en el respaldo suave del sofá. — Puedes llevar a un semidiós que te acompañe.—Le informo Quiron.
—¿Cuánto tiempo?— Pregunto Nico, desviando la mirada.
A Nico no le gustaba mucho mirar los ojos del centauro.
— Si en dos semanas no te has convencido de que es un semidiós, regresen.—Explico el centauro.— Con respecto a tu compañero, prefería que no fueras solo ¿Alguien en mente?
Nico lo pensó un minuto, no quería llevar a ningún semidiós molesto.
— Hood.— dijo Nico.
— Ah, Ivy Arvanitis nuestra semidiosa no reconocida.—Quiron pareció complacido con lo cooperativo que estaba siendo Nico.— Escuché que la llevaste a una misión y se desempeñó correctamente.
— Ha estado entrenado bastante.— Soltó con simpleza.
— Está decidió, mañana temprano saldrán.—Le explico el centauro de con su típico semblante amable, pero preocupado.— Pasen por aquí en la mañana antes de partir, les voy a entregar sus documentos falsos y la información sobre el semidiós, además claro de un lugar donde hospedarse.—Nico se puso de pie antes de que pudiera terminar.
— Está bien, tengo un departamento.
— Buenos chicos, me complace informarles que hoy recibiremos dos nuevos estudiantes.
—Faltan solo 4 semanas para el verano.— Intervino una chica con incredulidad por el anuncio.
—¿Qué tiene? — Le cuestione la profesora, extrañada por su pregunta. Se giró hacia la puerta y hablo en un tono alto—Pueden pasar, por favor.
La puerta del salón se abrió y en cuanto el nuevo estudiante puso un pie dentro del aula todos pudieron jugar que la temperatura bajo tres grados de golpe. Dio paso a un joven de cabello negro y porte intimidante, vestía de negro, llevaba una chaqueta de aviador de color marrón, tan pálido como la nieve y con el cabello despeinado ligeramente largo de color negro que contrastaba con su piel; Tenía pinta de que no dormía lo suficiente por sus ojeras y portaba una mirada penetrante y ojos oscuros sin rastro de brillo, paseo su mirada por todos los asientos haciendo que todos se encogieron en sus asientos ante la tensión. Resultaba tanto aterrador cómo atractivo.
Causo suspiros y llamo la atención de muchos estudiantes que pensaron en el cómo un misterioso chico malo.
— ¡Hola! ¿Qué tal todos?— Exclamó una voz dulce y amable.
Tras del joven intimidante veían una chica de cabello ondulado rosa pálido y un mechón blanco en su flequillo, tenía la piel ligeramente bronceada y ojos verdes almendrados de cervatillo llenos de brillo, llegaba puesto un vestido floreado de color amarillo y zapatos deportivos blancos.
Ambos adolescentes se detuvieron frente a la pizarra al lado del escritorio de la profesora.
Y al verlos, parados el uno al lado del otro, parecían totalmente opuestos.
— Preséntense y digan algo sobre ustedes, no sean tímidos.— Les insisto la profesora.
— Soy Ivy Arvanitis, me gustaría enterar la equipo de porristas y espero que todos nos llevemos bien.— Exclamó la chica con una linda sonrisa que podría derretir corazones.
— Nico di Angelo.—Soltó con simpleza, metiendo sus manos en ella bolsillos de su chaqueta de aviador.
— Bien...— la persona miro a Nico esperando que dijera algo más como un hobby o talento, pero al final se rindió y les indico que se sentarán.—Pueden tomar asiento.
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