Capitulo 11.
Los hijos de Hades también cumpleaños años.
— ¡Lo volveré a repetir, no me gusta Nico di Angelo!.— Dije entre dientes mientras forcejeaba para tomar la siguiente roca.—¡Dioses!
— Malcolm es un zorro astuto.— Grito Ana desde abajo, y yo rodé los ojos.— Descubrió que era yo la que robaba los suministros mágicos.— Alegó la morena y yo no pude evitar bufar.
Esquivé la lava como pude y seguí subiendo con esfuerzo. Tenía las mejillas rojas por el esfuerzo que suponía escalar, por alguna razón estaba muy enojada por el tema que discutíamos.
Me ponía los pelos de punta y no quería seguir hablando.
— ¡¿Eso que diablos tienen que ver?!— Jade sin aliento.
— No creo que debamos discutir de esto, no cuando estás cuatro metros sobre el suelo.— Intervino Jeong.
— ¡Solo digo! ¡Que estás muy a la defensiva!— Se burló Ana.
— No es cierto.— Gruñí, tomando con esfuerzo la siguiente roca.
—¡Mira allá es Nico di Angelo!— grito una voz masculina.
— ¿Dónde? — Jade, sintiendo que me recorría una gran felicidad.
Perdí él agarré en las rocas y me resbalé al girar mi cabeza unos 60 grados para ver a Nico di Angelo.Ahogué un grito mientras caía.Ana, Oliver y jeong vieron perplejos cómo la rubia gritona caía, al igual que pesó muerto sobre las delgadas colchonetas de protección. Según Ana, con nada de gracia, por cierto.Y allí quedó, cómo panqueque.
Hubo unos segundos de silencios en los que los tres semidioses pensaron que había pasado a mejor vida.Por el gruñido de dolor que soltó su amiga, supieron que seguí viva.
— No le pasó nada, lo salvó la virgen de Guadalupe.— Soltó Oliver con una sonrisa llena de alivio, se persignó y fue a levantar a la chica.
Ivy volvió a quejarse de forma sonora, le sangraba la nariz y parecía algo aturdida.
Ana y jeong pusieron sus brazos alrededor de sus hombros para llevarla a la enfermería.
— ¡Vayan, vayan! Antes de que di Angelo se dé cuenta y nos mate por casi matar a Hood.— Susurro Oliver.
— ¿Y tú qué harás?— Cuestión Ana.
— Ah, me voy a ligar a la hija de nemesis.— Señaló el campo de tiro.
Jeong y Ana soltaron un gruñido de asco, mientras que Ivy lloriqueaba por el dolor en su rostro. Esto les recordó que debían llevar a su amiga rubia a la enfermería, si, eso era la prioridad.
— Ya lo puedes decir.— Bufo, Ana mientras llevaban arrastras a Ivy.
— No es el momento para eso, Hood está sangrando.— Exclamó jeong y luego chasqueo su lengua, molesta por todo lo que pasó.— Pero te lo dije.
Detuve el ataque de la espada de Nico con tu escudo, igualmente la fuerza que ejercicio fue tanta que tus pies se deslizaron por la tierra. Los campistas a tu alrededor gritaban dándome ánimos, aunque era más qué obvio que no iba a ganar. Llevaba tanto equipo de protección encima que parecías un automata, escudó, casco, pechera, rodilleras, etc.
Y por su parte Nico di Angelo apenas y traía puesta la armadura del pecho, él se movía más rápido al estar ligero de peso y no es como si fuera realmente un oponente qué le diera trabajo; Aún seguía siendo una novata.
La espada de hierro Estigio de Nico era tan peculiar cómo él, me distraía, tenía una apariencia poco común.No sé parecía en nada a ninguna de las espadas de bronce celestial de la armería, brillaba reflejando el sol en su superficie negra como la obsidiana y de vez en cuando podía ver el reflejo de Nico en su hoja afilada.Era muy hermosa para mí, aunque otros la consideraban algo aterradora. Le pedí a Nico que me dejara usarla, pero nunca me dejo tomarla.
Me preguntaba que quizás si empleaba esa espada sería tan buena en el combate como el hijo de hades.
Nico se movió entre las sombras y se apareció en mi costado expuesto, me atacó y por suerte reaccioné a tiempo. Nuestras espadas chocaron creando un sonido metálico, intenté tomar ventaja cubriéndome con el escudo y atacando con mi espada cuando tenía oportunidad, por un momento parecía que estaba acorralando al hijo de Hades. Claro que no duró mucho, Nico dejo de jugar y la atacó en serio, detuve el golpe de su espada con mi escudo, pero el golpe fue tan fuerte que el impulso me tiro al suelo y rompió el escudo en dos.
Jadee adolorida.
Tire aún lado el pedazo de escudo que quedó aferrado tu antebrazo.
Al menos el pobre escudo había resistido lo suficiente para que Nico no convirtiera en una deliciosa brocheta de semidiosa.
— Me duele todo...—Dije apenas y sin aliento, retorciéndome en el suelo.Me había sacado todo el aire de los pulmones y ellos no estaban contentos.
— Levántate.— Nico me tomo de las manos y me jaló hacia él con fuerza.
Demasiado fuerte, diría yo, chocamos el uno contra el otro, nuestras narices se rozaron por un momento y no pude evitar tragar saliva, baje la mirada y retrocedí al igual que él.
Me costó mantener de pie.
Los campistas se quejaron al vernos, algo decepcionados.
Les miré con una mueca de enfado en mi rostro.
—¡Vamos! ¿¡Por qué no lo intentan ustedes?!
Señalé a los campistas con mi espada de forma acusadora, el bullicio se acaba, todos desviaron la mirada de forma discreta o fingieron demencia.Supongo que soy la única loca que se atreve a entrenar con Nico, y no los culpó, en todo este tiempo no he estado ni cerca de vencerlo; El chico es demasiado fuerte y lo sabe.
Nos quedamos parados, mirando los demás combates, vimos como un niño de trece años ganaba un combate contra un hijo de Ares, alzó los brazos en señal de victoria y busco con la mirada a una campista, está corrió hacia él y se abrazaron antes de darse un beso frente a todos.
Trece años.
No pude evitar sentir una mezcla de asco, envidia y decepción.Nico arrugó la nariz e hizo una mueca de asco. Yo tenía la misma cara.
Ya me había comentado antes que este era el motivo por el que prefería entrenar a los niños de 10 hacia abajo.
— Cómo odio a los adolescentes.
— Si, y yo odio ser una triste solterona.— Me puse el caso.
— Puedes probar suerte con un sátiro, hay muchos en el campamento.
Comentó mirándome de reojo con una sonrisa socarrona y un destello de burla en sus ojos.
— Ja, ja, ja.— Articule, haciendo una mueca.— Lo mismo podría decirte.
— Estoy soltero por decisión propia. —Se apresuro a decir, a la defensiva.
— Esa es solo una forma de decir que no tienes opciones, cariño.— Me burle de él, y Nico me miro mal por mi tono de voz lleno de satisfacción.
Nico golpeó mi casco (no demasiado fuerte) haciendo que este me cubriera los ojos y se fue.
Después de que Malcolm y la mitad de la cabaña de Atenea me acusaran de estar enamorada de Nico, pensé en alejarme un poco de él y mantener cierta distancia hasta que los chicos se sacarán esa estúpida idea de la cabeza. Claro que no pude hacerlo, Quiron me llamó y por un momento creí que iba a reñirme por comerme las fresas del campo, pero no, solo me informo que 28 de enero era el día de cumpleaños de Nico y se fue.
— Eso es todo, puedes irte.— Me dijo el centauro sin más y yo sacudí mi cabeza confundida.
—¿Solo eso?— Pregunté dudosa.
— Siempre se desaparece ese día, pero si lo ves...—Quiron me dio una mirada extraña, de esas que te dicen todo sin la necesidad de palabras.
— Comprendo.
Bueno, mi plan se fue al caño por el momento.
Después vería como tomar espació sin que parezca precipitado.
Considere muchos escenarios malos y aunque fuera poco probable, lo último que quiero es herir los sentimientos de Nico al dejar de hostigarlo. Por otro lado, no iba a dejar que el hijo de Hades pasará un cumpleaños más sin comer pastel, y no hablo de pastel mágico que salido de la nada, hecho por la magia de los dioses, sino un pastel real hecho a mano, por manos humanas.
Creo que fui lo suficientemente específica.
— ¿Preparas algo para el cumpleaños de Nico di Angelo?— Travis se asomó para ver la mezcla que batía.
Estaba en la cocina del comedor, por lo general las arpías eran las que se encargan de cocinar, pero hacer un pastel del cumpleaños corría por mi cuenta y no quería que el pastel de Nico tuviera plumas. Temí que los hermanos Stoll se pusieran a molestarme con mi supuesto enamoramiento, pero al final respondí un simple;
— Sí.— No me moleste en esconderlo, después de todo no había visto a Nico en días. —Bueno, aunque no sé si estará por aquí. No lo he visto.
No mentía, Nico siempre se perdía por días y regresaba de la nada.Hace al menos unos 4 días que no lo veo y cuando lo fui a buscar a la cabaña 13 no abrió la puerta.
— Qué linda.— Connor soltó un pequeño "Awww" y luego sacudió mi cabello de forma fraternal.— Si no fuéramos hermanos te diría que eres mi tipo ideal de chica.— Me halagó y no pude evitar sonrojarme.
Idiotas, si no fueran tan lindos, diría que ambos eran una pesadilla.
— No somos hermanos.— Exclame.
—¿Quién sabe? Aún hay una posibilidad.— Dijo Travis.Y era cierto, aún no era reconocida.
Aunque después de demostrar mis habilidades a los hijos de Apolo, me asumieron como una hermana más y me dieron un puesto en la enfermería.
— Me pregunto si hubieras sido amiga de Nico, ya sabes, cuando él era más joven.— Murmuro Connor.— Oh, cuando llegó aquí era tan adorable.— Menciono Travis.
— Ni siquiera fue reconocido durante su primera estancia aquí, se escapó antes de que pasara.— Completo Connor y Travis le dio la razón.
El bicho de la curiosidad me pico con fuerza y alce la vista de la mezcla para ver a los Stoll.
—¿Nico estuvo en la cabaña de Hermes?— Pregunté sorprendida.
— Claro que si, todos los semidioses pasan por allí.—Dijo Travis con obviedad.— Le dimos un saco de dormir y un cepillo de dientes.
— Y le enseñamos a jugar poker.— Completo Connor.—Aunque, no debimos hacer eso último.
— Aprendió demasiado bien.—reprocho Travis.
— Qué.— Jadee.
Note que ambos miraban el glaseado que quedó en el tazon y se los di.
— Tengan.— Ellos sonrieron.
Connor me entrego una pequeña caja de regalo; Mal decorada, por supuesto.
— Si lo ves, dale esto.—Dijo con un lindo tono de desinterés.
—¿Es su regaló?—Alce una ceja.
—Tenemos una relación complicada.— Soltó, Connor.
— Lo queremos.— Completo Travis, y ambos empezaron a salir del comedor con su recompens.— Si, nos ayudó un par de veces a hacerle bromas a la cabaña de Deméter y Apolo.
—Casi nunca los veo hablar.— Les cuestioné.
— Creo que le recordamos malos tiempos, sabes.—Opino Travis, pero no sonaba resentido.— No se va, pero tampoco se aleja.— Explicó.— Es ese tipo de hombre que prefiere poner distancia.
— Pero no nos molesta.— Connor tomo la cuchara de mi mano con glaseado y se la llevó a la boca.
— Nos alegra que ustedes dos sean tan amigos.—Travis me dio una palmada en la cabeza y salió de la cocina.— Es cómo si sacarás lo mejor de él.
Eso me sorprendió.
— Gracias.— Balbucee.
— ¡Vuelve a la cabaña cuando termines! ¡Preparamos una gran broma!—Me grito Connor.
— Spoiler, tiene que ver con chile picante.— Travis se asomó por la puerta y luego se fue.
— Si, una hija de Nike nos vio feo.— Admitió Connor.
— Nico.— Lo llamé.
Pero como siempre no abría la puerta.
Aunque Nico y yo fuéramos amigos, no me atrevería abrir la puerta de su cabaña, no porque creyera que él se molestaría, sino por respeto al dios al que le pertenecía, además estaba prohibido entrar a una cabaña que no fuera la de tu padre divino.
Llevaba al menos 10 minutos tocando su puerta y nada. Y aunque cualquier otro semidiós se hubiera largado pensado que Nico se habría ido como suele hacerlo, sabía que estaba allí.
No podía engañarme.
Toque la puerta una y otra vez.
Tenía una manera muy peculiar de hacerlo.
Golpeaba la madera con ambos puños, y no paraba de hacerlo hasta que me abrieran la puerta; Pequeña costumbre que había adquirido cuando era una niña.
—Sé que estás adentro— Alce la voz en un tono acusador.— ¡No necesitas fingir que te fuiste para que nadie venga a molestarte...!
Tomé el pastel que deje sobre el suelo para tocar la puerta, pero estaba bien, tenía un plato no estaba directamente en el suelo. No soy un animal.
—Creí que estaba funcionando.
Le escuché susurrar del otro lado de la puerta de su cabaña.
Escuche el sonido de la manija, luego la puerta se entreabrió. Apenas podía verlo, pero estaba segura de que estaba allí.
Así que sonríe y cambien mi tono de voz a uno más alegre.
—Hola, bella durmiente.
Nico soltó una pequeña risa amarga, pero no abrió la puerta.
—¿Qué quieres?— Dijo apenas, su voz sonaba ronca y desgastada. Quizás se acaba de despertar.
—Feliz cumpleaños.—Cante en un tono alegré, mostrando el pastel con orgullo.—Chico mafioso e hijo de Hades.— Solté un pequeño grito de alegría en forma de celebración.
—No puede ser.—Gruño, sonaba bastante extraño. Casi como estuviera borracho.—¿De dónde sacaste esa cosa? ¿La compraste?
Esa pregunta me ofendió.
—Yo la hice, engendro.—Diablos casi abandono mi tono dulce de feliz cumpleaños.— ¿Me dejarás pasar? No puedo hacerlo sin tu permiso.
Nico no dijo nada por unos minutos.
Pude verlo por el espacio de la puerta entreabierta, su piel se veía pálida y el curioso lunar debajo de sus labios se veía realmente encantador.
— ¿Por qué debería?— Me cuestionó en un susurro. ¿En serio no me dejará entrar?
—Porque podrías comer pastel, y no saltarte todas tus comidas.
Creo que eso lo convenció por qué dejó que la puerta se abriera, entre con toda la emoción del mundo y estuve a punto de soltar un pequeño grito de felicitaciones diciendo el típico "feliz cumpleaños" de toda la vida. En vez de eso, solté un jadeo de sorpresa por su aspecto.
Nico di Angelo parecía que acaba de ser escupido por un dragón, su piel pálida estaba llena moretones verdes y azules, se le veía desecho. Su ropa estaba destrozada y juraría que estaba echando humo en algunas partes.
— ¡Mierda! ¿Qué te paso?— Entre en su cabaña y solté un grito de miedo al verlo trastabillar.
Deje el pastel sobre su cama y luego me acerque para dejar que se apoyará en mí, lo ayude a sentarse en el suelo de forma segura; Sin morir en el intento claro.
Nico es un poquito más pesado de lo que parece, por lo que fue más difícil de lo que parece.
— Me hacía cargo de un trabajito que Hades me ordenó.— Soltó una risa jocosa, cosa que me sorprendió. Nico no se ríe tanto.
—¿Entonces si te habías ido...?—Él asintió con la cabeza y yo me sentí mal por haber hablado mal de él en mi cabeza todo el día.— Dioses, pensé que solo me ignorabas.
Creo que Nico noto la forma en la que lo miraba y sonrió.
—Estoy bien.—Me aseguró. Cuando dijo eso sentí ganas de llorar.
— No, no estás bien.— Mierda me temblaba la voz, creo que iba a ponerme a llorar.—Te llevaré a la enfermería.—Intente levantarlo, pero sin la cooperación de Nico era una tarea casi imposible.
La última vez tuvieron que cargarlo entre Ana y jeong. Yo sola no podría con todo su pesó.
Él estaba sangrando, pálido como una hoja de papel y famélico, cómo si estuviera a punto de desmayarse, la mitad de su camisa estaba derretida en asido. Su armadura negra estaba jodido, no creí que fuera posible que un monstruo rompiera su armadura hecha con hierro de la laguna Estigio. La herida en su frente estaba abierta y había empapado su rostro de sangre.
— Puedo soplar esas velas.— Me aseguró, señalando el pastel.
— Nico.— Insistí, empezaba a preocuparme realmente.
— Ya lo trajiste hasta aquí, ¿No?
Lo miré y él me dio una sonrisa, me sonrió y yo no pude resistirme.
— Bien.
Tomé un encendedor y prendí las velas en forma de 18 en el pastel. Nico aplaudió de forma torpe y yo empecé a cantar el feliz cumpleaños.
Happy birthday to you!
Happy birthday to you!
Happy birthday dear Nico di Angelo!
Happy birthday to you!
Al terminar tenía un nudo en la garganta y los ojos llorosos.
—Eres tan dulce.— Susurro.
Me sonrojé, pero intenté quitar esos pensamientos de mi cabeza.
—Dios...— Sobe mi frente.
Solté un suspiro tembloroso y miré el rostro apaleado y sonriente de Nico.
— No llores, pecosa.— Nico extendió su mano hacia mi rostro y limpio la lágrima que caía de mi mejilla.Quise reír por ese apodó, pero me costó por el nudo en mi garganta.
—¿Qué te está pasando? Debes estar muriendo.— Exclame con sarcasmo.Aunque tenía miedo, viéndolo así, no me sorprendería si fuera cierto.
— Tal vez, me envenenaron un poco.—Admitió y yo lo mire perpleja. Luego lo vi dejar caer su mano en mi lindo pastel, tomar un puño de él y llevárselo a la boca— Está bueno.
No sé si estaba más molesta por ver cómo destruía mi delicioso pastel de redvelvet o por qué se los estaba comiendo con las manos.Pero creo que lo que más me molestaba era su situación.
—¿Cómo? ¿Disculpa? ¿C-cómo que te envenenaron?—Exclame asustada, empezaba a hiperventilar.
— Estaré bien.— Me aseguro y luego comió más pastel.—Esas malditas manticoras, son tan molestas.
Lo miré de arriba abajo.
—Apestas.— Solté arrugando la nariz.
No me gusta que Nico me ignore y estaba muy preocupada por él.
— Me caí en un poso.—Dijo con simpleza.
Me levanté y él me miro mientras tomaba otro poco de pastel.
— Ven, tomarás un baño.—Lo tomé del brazo y lo jalé, él soltó una risa.
—¿Me bañarás...?— Me pregunto con un tono jocoso y me miro con cariño.Intenté fruncir el ceño y no sonreír o sonrojarme por su comentario.
— Si le dices a alguien, te mataré.
Y lo cargué sobre mi espalda hasta llegar a los baños del campamento.
Son vestidores o baños comunales, cómo quieras llamarlos.Normalmente, los utilizan después de las actividades de deporte o cuando el baño de tu cabaña está repleto de semidioses que quieren ducharse al mismo tiempo.Entre a una de las duchas y la abrí, dejando que el agua caliente cayera sobre Nico, quien solo reía como drogado.
El pelinegro soltó un suspiro de alivio, mientras movía su cuello de lado a lado como si calentará.Intenté no verlo.
Él empezó a salpicar agua en mi dirección, intento tomar mis manos y guiarme hasta la ducha para que me bañara con él, pero me resistí y lo golpeé para apartarlo de mí.
— ¡No, no, no! ¡No me toques! ¡Basta! ¿Qué crees que pensaran? ¡Si alguien nos escucha me van a matar!
Nico se quitó la camisa, estaba rota y llena de veneno, por lo que no tenía arreglo de todos modos. Me quedé paralizada, parpadee y trate de no mirar demasiado en su dirección.Pero vamos, era mi maldita oportunidad.
Nico tenía el aspecto de un dios griego, sus brazos estaban bien definidos y su abdomen igual.No era exageradamente musculoso,estaba en el punto perfecto.
Me cubrí la boca con mi mano temblorosa, maldición se me hizo agua la boca.
Mi corazón se aceleró a todo lo que daba y mis mejillas ardieron con tanta fuerza que pude sentir el calor que emanaban.Lo miraba y luego apartaba la mirada.Esto estaba mal, muy mal.
Pero no podía dejar de mirarlo, había algo en la imagen frente a mí que me atraía. Quizás era por el agua cayendo sobre su cuerpo semidesnudo. Nico tenía el cabello negro mojado por el agua que caía sobre él, este se pegaba a su frente y rostro mientras una pequeña sonrisa surcaba su rostro; Era una imagen que no borraría nunca de mi cerebro.
— El agua está fría.— Nico me jaló de las manos y me atrajo hacia él.— Ven.
Estaba metiendo, el agua estaba todo menos fría.
El agua empezó a caer sobre mí, y los brazos de Nico me rodearon.
Apresándome contra su pecho.
— ¡No!—Balbucee, avergonzada, intenté apartarlo de mí, pero él volvió a abrazarme con fuerza haciendo que mi mejilla se pegará su pecho desnudó— Maldición...
Me quedé quieta y dejé que me abrazara; No es como si pudiera negarme de todos modos.
— Vístete tu mismo.— Me gire y clave la vista en la puerta de su cabaña.
Luego de un rato lo escuché decir;
—Listo.
Me giré con duda, pero me sentí aliviada al verlo vestido.
— Ven.— Me acerque y lo ayude a caminar hasta llegar a la cama.— Te llevaré a la cama.
— Gracias.— Dijo en cuento, lo dejé caer en el colchón.
— Debes estar muy mal si me agradeciste.— Nico me hizo una seña para qué me acercará.
Me arrodillé para quedar a su altura, me sorprendió al tomar mi rostro entre sus manos y Luego atraerlo hacia el suyo de forma inesperado.Por un momento pensé que me besaría, incluso lo deseé.Pero no lo hizo.En lugar de eso.Beso mi frente.
—–Me agrada, eres molesta, pero me gusta.— No pude evitar sonreír al escucharlo, Nico apartó los cabellos rebeldes que se filtraban en mi rostro con sus manos.—Eres como una hermana para mí.
La sonrisa de mi rostro se borró y mi corazón se hundió en mi pecho.
Oh.
Hermana.
Intenté no sentirme decepcionado, pero algo dentro de mí se removió y mi sangre se congeló. Tenía un nudo en mi garganta que me impedía tragar saliva para refrescar mi lengua.
— Oh, contacto físico.— Nico me tomo de la cintura y empujó hacia arriba.
— Tengo sueño, ven.— Me pidió sin espera respuesta de mi parte.
Cuando volví en mi misma, me di cuenta de que Nico me arrastraba hacia su cama.
Me pasó por encima de él y me dejó caer en la cama, intenté escapar, pero el chico me detuvo y me sujeto a la cama y nos cubrió con las sábanas. Al ver mi insistencia por salir de su cama, me abrazo, pasando su mano por mi cintura y pegando su pecho a mi espalda, hundiendo su rostro en el espacio entre mi cuello y hombro. Y se quedó allí.
Él se acurrucó aún más, subió su pierna encima de mí y me atrajo aún más hacia él. Lo que me hizo soltar un gemido de sorpresa y que mis ojos se abrieran por completo.
Mis mejillas estaban ardiendo y no tenía aliento.
— ¿Nico...? Oye, suéltame.— Susurré intentando llevarme, pero Nico era superpesado.— Nico, ya suéltame. Su respiración en mi cuello hacía que me ardiera la piel.
No me respondió y cuando puse atención me di cuenta de que su respiración se había vuelto lenta y apacible, el chico se había quedado completamente dormido.
Se le veía muy cansado.Me resigné y dejé de luchar.
Cerré los ojos con fuerza, sintiendo las mariposas revolotear en mi estómago.
Maldita sea esta noche no podría dormir.
Nico di Angelo pov.
Me desperté y lo primero que vi fue el techo de mi cabaña, pude deducir con facilidad que estaba recostado en mi cama y para mi sorpresa, no me sentía apaleado o adolorida.
Además, no olía mal a pesar de que tengo un muy vago recuerdo de caído en una alcantarilla.
Bueno, recuerdo haber peleado con una manticora, lo último que tengo claro es transportar me a través de un viaje de sombras a mi cabaña y nada más; Nada mal. Si estoy vivo, supongo que logré encontrar la ambrosía que tengo oculta en mi cabaña y me cure lo suficiente como para no morir por el veneno de la manticora.
Me senté en mi cama y miré a mi alrededor, cómo suponía, mi cabaña estaba hecha un desastre. En mi inútil intento de encontrar donde había dejado la ambrosía hice de mi cuarto un tiradero.
No pude evitar gruñir y llevar mi cabello hacia atrás con frustración, genial, ahora tenía que limpiar.
— ¿Qué es...?— Susurré apenas.
Había un pastel a medio comer en el piso sobre un plato hecho a mano. Lo pensé y recordé que ayer fue mi cumpleaños. Diablos, alguien se metió a mi cabaña. No era tonto, conocía esos platos de arcilla hechos por los campistas. Perfecto, alguno de los tontos me encontró medio muerto y decidió que lo mejor era darme un pastel.
Al menos no me metieron en un maldito ataúd ni pintaron mi cara como los hermanos Stoll.
Iba a levantarme para ver qué tan mal había quedado mi cabaña, cuando sentí un peso sobre mí, intente no entrar en pánico y quite la sábana que me cubría, pude ver cómo un brazo rodeaba mi abdomen, mire a mi costado y note el cabello rubio cenizo desparramado en mi cama, termine de alzar la cobija y pude ver a Ivy acurrucada a mi lado. Sentí gran aliviado de inmediato y algunos recuerdos de la noche anterior llegaron a mi mente.
"Siempre estaré de tu lado"
Respire hondo y alargue un suspiro, la mire de reojo.
Sus largas pestañas manchadas de blanco rozaban sus mejillas, las cuales, al igual que su nariz y orejas, estaban repletas de pecas. Tenía un mechón de cabello surcando su rostro, así que lo aparte con cuidado, dejando que mis dedos rozaran su piel. No sé despertó ante mi tacto ni reaccionó, supongo que estaba agotada. Ivy traía puesta una camisa corta de color blanco con un diseño de mariposa y unos shorts de mezclilla a su cintura, bastante cortos la verdad.
No era ropa de dormir, por lo que supuse que se quedó cuidándome toda la noche.
— Tonta, debiste ir a tu cabaña.— La reprendí en voz baja.
No quería despertarla. Ivy dormía plácidamente, la luz que entraba por la ventana daba directo en su cara, por lo que puse mi mano por encima de su rostro, dándole algo de sombra. No sé por qué, pero al verla así sentí un enorme impulsó de morder sus mejillas, pero me contuve para no hacer una estupidez. No sé cuánto tiempo estuve mirándola y cubriéndola del sol, pero fue el tiempo suficiente para que ella empezará a despertar de su sueño.
Abrió sus ojos lentamente, dejándome ver sus orbes verdes almendrados, se veía confundida, miro a su alrededor y sus ojos se detuvieron en mí.
—– sei carino quando dormi.— Dije en voz baja y ella me miro aún más confundida.
— No sé lo que dijiste.— Ivy se levantó de la cama y se sentó, acomodando su cabello.— Pero prefiero pensar que dijiste "Gracias por cuidarme Hood, eres una buena amiga."— Exclamó de forma sarcástica, frotando sus ojos.
— Tómalo, cómo quieras.— solté con simpleza y ella se estiró.
— Me alegra no haber despertado con un cadáver.— Hood puso su mano en mi mejilla, me tensé, pero ella solo me dio un par de palmadas.— Me voy.
Sentí mis mejillas calientes.
Ella se levantó de la cama y se puso sus sandalias, se tambaleó un poco y se agachó para tomar el plato en el suelo.
— Quiero que sepas, que destruiste mi pastel.— Se quejó, y me enseñó el postre destrozado.
— ¿Lo hiciste tu misma?
No había otra opción, dudo que haya salido del campamento a comprarlo.
— Por supuesto, incluso le puse jalea de fresa en el interior para que diera la ilusión de sangre al cortarlo.— Me explico un poco decepcionada.
— Gracias.
No sé si le agradecía por todo lo que había hecho por mí hasta ahora o por tomarse el tiempo de hacerme un pastel para mí cumpleaños. La cuestión es que por más que intentará ser indiferente, estaba agradecido con ella.
Ivy me miro sorprendida.
— Bien, te perdono.— Murmuro extrañada, salió de mi cabaña, no sin antes señalar una caja de regalos encima de la mesa de noche.— Allí está tú regaló, si no te gusta, finge que si por educación.
Y se fue.
Tal vez era el veneno de manticora en mi sistema, pero podría jurar que las mejillas de Hood estaban rojas. Espero no haberme portado demasiado extraño anoche.
Luego de un rato me levanté de la cama y tome la caja de regalo, desate el lazo y rompí el papel. Abrí la caja y me encontré con muchas cosas, saque lo primero que vi; Una simple camisa negra o eso pensé al menos.
Cuando la examine note que era una camisa del campamento mestizo, solo que no con ese color naranja chillón y en vez de un pegaso estaba el dibujo del esqueleto de uno de estos mismos animales, arriba de este estaba la típica frase de;
"campamento media sangré"
No pude evitar sonreír al ver esto.
Quiron siempre estaba insistiéndome en qué usará la camisa representativa del campamento mestizo, solo que yo me negaba por su feo color, ahora ya no tendría más ese problema.
Deje la camisa sobre la cama y tome lo siguiente en la caja, eran anillos en forma de calaveras y con diseños de telaraña de color negro con detalles blancos, hechos de arcilla fría.
Me los probé y no se veían nada mal, combinaban con los míos.
Mire si quedaba algo en la caja y me encontré con una cámara pequeña de color violeta, decorada con muchos stickers en formas de conchas marinas y un pastel de cumpleaños con caritas sonrientes que tenía una nota adhesiva pegada en ella. Tomé la nota y la leí.
"Es para fotos instantáneas, así que no llamara la atención de los monstruos ( ꈍᴗꈍ)"
Solté una pequeña risa y saque la cámara de la caja.
Definitivamente, esa nota era de Hood, la chica tenía una letra muy fea y fácil de reconocer.
Deje los regalos sobre la cama y me dispuse a limpiar mi cabaña.
Después de todo no había sido un cumpleaños tan malo.
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