CAPÍTULO 17.
Me quedo dormida al lado de Gabriel, la calidez de su cuerpo hace que sienta menos frío, le abrazo pegándome más a él, desde que esto comenzó no recuerdo haber dormido tan bien, el olor a lavanda y limón inunda mis fosas nasales, Gabriel, entonces en medio de tanta comodidad el olor cambia, azufre y sal y la sensación de frescura desaparece, el calor abrasador invade mi cuerpo, intentó despertar pero es uno de esos sueños que tengo últimamente, la neblina oscura aparece junto con la clara imagen de Mihael envuelto en llamas.
Sus ojo están más rojos de lo que los recuerdo, su cuerpo envuelto en llamas, clava su mano en el pecho de un guardián, este gime de dolor, Mihael quita su mano del pecho del fallecido guardián, una mueca de asco sobresale en su rostro, camina dejando fuego y cenizas por donde pasa, reconozco las calles, Shidet.
Golpes fuertes en la puerta nos sobresalta, ambos despertamos asustados, antes de que nos pongamos de pie para abrir un guardián entra.
— Señorita, el señor Eyid quiere verla — me dice.
Sin decir nada más empieza a caminar, rápidamente me pongo los zapatos y lo sigo, Gab viene detrás.
Eyid se encuentra frente a los monitores observando y escuchando lo que los demás dicen, en cuando llego a su lado, me mira y los demás callan.
Observo los monitores, algunas de ellos muestran imágenes de toda la ciudad, es un caos, en algunos la grandeza de las llamas impide la visibilidad, en otros se ven demonios atacando y matando a quien encuentren.
— Helia, tienes que salir de aquí, todos están listo para empezar la misión — Suelta mientras tengo la mirada clavaba en los monitores.
Siento miedo pero entiendo.
—¿Qué hay del chico? — pregunta el guardián de orejas puntiagudas.
—¿Tú que dices Helia? ¿Lo enviamos al refugio? Puedo hacerlo si me lo pides — Me pregunta luego de mirar a Gabriel.
— Gabriel viene conmigo — digo recordado aquella desgarradora visión.
El rostro de Gabriel muestra alivio y sorpresa.
Aún no acabábamos de hablar cuando en todo el lugar empezaron los disturbios, el ruido aumentó, los guardianes empezaron a tomar posiciones y a esperar ordenes, Eyid saca su gran cetro.
— Márchense— dio lo orden — los respaldaremos.
Los retenidos aparecieron, los tres hombres con brazaletes en los brazos ingresaron acompañados de más personas.
— Sígannos — dijo el hombre de la Luna roja.
Mientras mucho corrían a defender el frente nosotros corríamos a la parte trasera, el lugar temblaba con fuerza, justo después de que el hombre de la Luna roja abre una pequeña puerta metálica por la que todos entramos empezaron ruidos más fuertes, de miedo, ira, dolor, sin mirar atrás el hombre cerró la pesada puerta metálica dejándonos expuesto antes una ciudad que arde en llamas.
Una de las chicas con el mismo brazalete de Luna roja se acercó al hombre y le susurró al oído, mientras un par de retenidos aparecieron.
El chico de la estrella azul que hasta ese entonces se encontraba a mi espalda se lanzó hacia él convirtiéndose en lobo y devorándolo, uno de sus compañeros hizo lo mismo con el otro retenido.
Más retenidos se aproximaban, corrimos, Gab no se separa de mi lado.
— De prisa — dijo el hombre de la flor amarilla convirtiéndose también en lobo, la que era su manada lo imitó empezando a defenderse, los guardianes abren fuego mientras avanzamos, uno de ellos le ofrece a Gabriel un arma y el chico se une con facilidad a ellos.
—¡Helia! Ven —. Me grita el hombre de la Luna roja a unos cuantos metros de mí.
Me sentía fuera de lugar, todos eran muy fuertes, incluso Gabriel, yo solo estaba en medio entre gritos y muerte.
—¡Helia! — volvió a gritar el hombre.
Estaba paralizada, un retenido se acerca a Gabriel que al estar disparando a otro no se percató.
Ignis, grité apuntando al pecho de retenido, este ardió, funcionó mejor que la última vez que lo había intentado, le dio el tiempo suficiente a Gabriel para que reaccionara, dispara al retenido, este en menos de un segundo yace en el suelo.
—¡Corran!— grita el chico que poseía el brazalete con una estrella azul —. Math, sácala de aquí — habló al hombre de la Luna roja.
Math me llama nuevamente, me hace señal para que corra, obedezco, otros hombres se convierten en lobos y corren a mi lado, Gab grita palabras que no puedo entender, siento un pesado cuerpo chocar contra el mío hasta derribarme, el retenido me muestra sus garras y colmillos, lo pateo fuerte antes de que pueda matarme, el retenido se reincorpora rápidamente, un gran lobo negro lo derriba.
Me pongo de pie rápidamente, asegurándome de que Gab está cerca y me sigue, corro hacia el bosque siguiendo al lobo negro.
Aunque el atletismo era mi deporte favorito y junto a Gab llevaba años practicándolo nunca llegué a imaginar que tendría que pasar la mayor parte de estos últimos días corriendo, una carrera por la vida, incluso empezaba a odiar el hecho de tener que correr.
Corrimos dejando los disparos atrás, otros lobos se nos unieron junto a un grupo de guardianes, nos detuvimos cuando divisamos un pequeño campamento, varios guardianes nos esperan, distingo a dos de ellos.
—¡Arthur! ¡Booz! — grito emocionada, me alegra verlos a salvo, no sabía de ellos desde antes de despertar en el hospital.
Arthur me abraza mientras Booz se limita a sonreír, los dos saludan con entusiasmo a Gabriel.
Una vez estuvimos todos Booz tomó el mando por órdenes de Eyid, eso evidentemente disgusto a los lobos quien se limitaron a gruñir para finalmente dirigirse a la parte trasera de las carpas, luego de un tiempo volvieron a salir en su forma humana.
Entre la manada del brazalete azul había una chica que tenía una herida profunda en el brazo, se quejaba de dolor.
— Alfa, lo lamento mucho, me han herido— dijo hablando al más joven de los lobos.
El chico se acerca a ella observando la herida.
— No puedes continuar así ¿lo entiendes verdad? — dijo en tono frio, la chica asiente, su mirada más que tristeza refleja miedo.
— Avancemos— dice Booz.
Todos empezaron a caminar menos Gabriel y yo que permanecemos viendo como la chica se queja tendida sobre un montón de hojas secas.
Gabriel Se acerca a ella, los demás al ver que nos detuvimos también lo hacen.
— Déjenla, ella regresará sola a nuestros territorios — dice el alfa de la chica.
— Si es que sobrevive — soltó otro chico de la manada de flor amarilla.
—¿Cómo puedes hablar así? — suelto antes de que Gabriel lo haga ¿Qué clase de líder eres? —El chico me mira furioso, veo como los demás se apartan y Booz se interpone.
—¡Basta ya!— dice mostrándole al hombre lobo una especie de lanza color plateado —. Que la chica decida si puede seguir, dice mirándola, aún no se levanta, la observó, Gabriel la ayuda a ponerse de pie, ella chilla del dolor.
— Tú no puedes mandar sobre mi manada — dice furioso el alfa —. Iris, te he ordenado que te quedes— clava su mirada en ella, la chica baja la cabeza.
— Pues entonces yo te ordeno que abandones la misión y te vayas junto con tus lobos a donde quieras— digo en tono fuerte, hasta yo misma me sorprendo de lo enojada que suena mi voz.
—¿Y tú quién te crees para darme ordenes? — ríe el lobo molesto y parándose al frente mío amenazante.
Gabriel se interpone entre nosotros y el lobo lo arroja con fuerza a un lado, en cuestión de instantes arrebato de las manos de Booz la lanza plateada y amenazo al chico, este retrocede mirándome furioso, se acerca otra vez intimidante.
Ignis, digo y la lanza empieza a arder, el chico me mira desafiante y yo le mantengo la mía, no voy a dejarme intimidar, siempre he escuchado que los hombres lobos eran testarudos, prepotentes, autoritarios, ya me había bastado saber bastante de ellos andando con Charlie y eso que era tan solo un licántropo sin licantropía, no imaginaba que pudiera existir alguien más cretino que él, me equivocaba.
Una clase de polvo me cae en los ojos cegándome, mis ojo arden suelto la lanza que tenía en la mano y llevo mis manos a mis ojos intentando limpiar lo que obstaculiza mi vista, me quejo pero puedo también escuchar los quejidos de una voz masculina.
— Basta ya — dijo con autoridad una fina voz seguida de algunas risitas.
—¡Helia! — escucho la voz de Gab mientras desesperada trato de recuperar mi visión —. Quédate quieta — me dice y forzadamente le obedezco — una sensación de frescura invade mi rostro, froto mis ojos y los abro lentamente hasta encontrarme con el rostro sonriente de Gab, en su mano tiene una cantimplora llena agua, observo mis manos, un peculiar polvo dorado las cubre.
— Que rayos... — levanto mi mirada para encontrarme con la causante de aquel espectáculo.
El hada que había afirmado la existencia del ópalo de fuego en aquella reunión se encuentra ante mí, detrás suyo están dos más, no había tenido oportunidad de verla tan detalladamente, reconozco que en televisión se ven mucho más hermosas, pero aun así eran muy llamativas, llevan puesta ropa similar a la mía pero mucho más ceñida al cuerpo, parecen humanas a diferencia de que a sus espaldas sobresalen unas pequeñas alas y bueno, sus pies brillan.
Miro al hombre lobo, furioso intenta quitarse el resto de polvo de hadas del rostro, reí en cuanto lo vi, lo tenía totalmente dorado y brillante, mi risa solo hizo que se molestara más y me mirara con odio.
— Lo tienes igual Lía— me dice Gab susurrando en mi oído disimuladamente.
Dejé de reír y froté mi brazo sobre el rostro, Gabriel sonrío.
— Ahora, dejándonos de tonterías, quien no esté dispuesto a acatar las órdenes puede desertar, en estos tiempos el señor Eyid ha abolido la ley de castigar a los desertores — Booz habló en tono alto —Por cierto, yo estoy a cargo y soy quien da las ordenes — clavó su mirada en mi —¿Entendido?
Todos asentimos.
Booz empezó a caminar, los demás lo seguimos, algunos de los lobos tras las indicaciones de sus alfas y la aprobación de Booz corrieron adelantándose, el líder de los guardianes no dejaba de quejarse del <<estúpido ejército que el gran mago ha enviado>>
Éramos un grupo grande, sin contar con los que habíamos dejado atrás, por un momento me detuve a pensar en ellos, ¿estarían muertos? Mi estómago empezó a doler y me forcé a quitar el pensamiento de mi cabeza, observo a todos mientras caminábamos, ¿éramos un ejército? No lo creo, apenas y superábamos las quince personas, simplemente éramos un grupo algo grande.
Gabriel caminaba adelante con Arthur al lado, a paso seguro y con la nueva arma que Booz le había dado sobre su espalda, los tres licántropos que resultaron ser los alfas de unas de las manadas del territorio de los lobos, tres hadas, los acompañantes de los alfas incluidas la chica herida y dos guardianes aparte de Arthur y Booz éramos los encargados de cumplir con la misión que Eyid había ordenado.
— Al menos aceptamos venir, ¿que no te das cuentas que de tantas razas solo nosotros estamos aquí? — respondió Math a Booz que no dejaba de quejarse por estar rodeado de licantrópicos <<malas pulgas>>
— Es que somos los más valientes — dijo el alfa más joven, el mismo con el que me había peleado.
No lo soportaba, aparté la mirada en cuando el habló.
— Imaginen a un chupa sangre aquí, ya estaría muerto — se burló un chico de la manada Luna roja.
Todos reímos, incluso Gab y yo, todos menos Booz.
¿Acaso él...?
— Anochecerá pronto, acamparemos aquí y partiremos al amanecer—ordenó Booz.
—¿Por qué no avanzar durante la noche? — pregunta Math enfrentándose a la mirada fulminante de Booz.
— Porque yo he dicho— respondió sonriendo.
Math tenía razón sería mejor avanzar durante la noche, por otro lado, mis pies dolían, era necesario descansar, varios lobos se perdieron en el bosque.
Puede que las posiciones geográficas no se me den bien pero puedo jurar que estábamos caminando haciendo oriente y no al sur como debería ser.
—¿No crees que vamos por el camino equivocado? — le pregunto a Gab a mi lado.
— No — me dijo totalmente seguro— yo creo que es el camino correcto.
— Pero, el bosque oscuro queda al sur— Gab sonríe.
—¿Piensas que iremos hasta allá caminando? Nos tomaría días.
—¿Entonces? — cuestioné.
— No lo sé, Arthur me ha dicho que alguien nos ayudará — responde encogiéndose de hombros.
Al igual que Gabriel también quisiera saber de qué se trata.
Reposo mi cabeza sobre el hombro de Gabriel, empezaba a brisar y las estrellas a aparecer, quité mis zapatos, las plantas de mis pies estaban rojas, dolían.
Varios chicos empezaron a armar lo que parecía iba a ser una fogata, Gabriel se puso de pie a ayudar, aunque su fuerza no era igual a la de los demás se esforzaba por ser útil, me quedo sentada observando todo hasta que una chica de la manada Luna roja se sentó a mi lado.
—¿Es tu novio? — me pegunta, su mirada está fija en Gabriel
Asiento aunque no estoy del todo segura, suponía que lo éramos, después de todo no nos habíamos detenido a hablar de eso.
— Que lindos— dijo la chica bajando la mirada — Yo estoy con Peter pero Math aún no lo sabe— me cuenta.
—¿Eso te preoupa?
La chica asiente y no la entiendo.
— Math es mi hermano — hace la aclaración — y Peter pertenece a Gladiolo— la miré sin entenderla —Somos de diferentes manadas — me explica.
—¿De qué hablan chicas? — se acerca un hada a nosotras, detrás de ella viene Iris, las hadas se habían encargado de curar su brazo.
—¿Cómo sigues? — le pregunté.
—Mucho mejor, gracias por interceder, el alfa Luke pude ser a veces cruel — dijo Iris sentándose con dificultad.
Me di cuenta que éramos seis chicas, nunca había hablado con tantas chicas a la vez, en Mil solo tenía tres amigas y en Saen solo hice una, Abby, una sensación de tristeza me invade al pensar en ella.
Los lobos que se habían marchado hace más o menos media hora aparecen trayendo con ellos un ciervo muerto, los chicos que avivan el fuego se alegran.
—¡Ha llegado la cena! — grita el alfa al que reconozco como Luke.
Me ruborizo y agacho la mirada al observar que uno de los chicos regresa sin ropa.
Las hadas rieron por lo bajo y cuchicheaban entre ellas.
—¡Peter! — exclama la chica de la manada Luna roja.
— Alguien tenía que cazarlo — se excusó el chico— no pude encontrar mi ropa.
Todos rieron.
Después de un tiempo todos nos dispusimos alrededor de la fogata para comer.
La chica Luna roja, que supe se llamaba Beth, se encarga de servirnos.
—¿La prefieres cruda? — le preguntó Luke a Booz en tono arrogante.
— Ni que fuera yo el salvaje — respondió este molesto.
Los lobos reían mientras Booz se ponía de pie ingresando al bosque, últimamente se veía más molesto que lo acostumbrado.
— Es mitad vampiro— me dijo Gabriel que estaba mi lado.
—¿Cómo es que lo sabes?
— Arthur — respondió.
Comimos riendo a causa de los pesados chistes de las manadas, se retaban y ofendían entre ellos, la competencia de quien era el mejor, debe ser difícil para Booz dar órdenes a los lobos, por naturaleza eran enemigos, sin embargo la lealtad hacia Eyid y las leyes los hacía comportarse lo mejor que pueden, al menos lo intentan.
Luego de comer me acuesto al lado de Gabriel, antes de que el fuego se extinga me quedo dormida.
Gab zarandea mi cuerpo hasta hacerme abrir los ojos, todos hablan y a veces lo dejan de hacer para escuchar las indicaciones de Booz, ya es hora de partir.
Según mis cálculos era ya medio día cuando después de tanto caminar nos aproximamos a una pequeña cabaña a mitad del bosque, Booz levantó la mano en señal de saludo, una mujer de avanzada edad y vestida con una túnica color verde nos abre la puerta.
— Han tardado — dijo pasando sus ojos por cada uno de nosotros y deteniéndose en mí.
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