Capítulo 14
Una neblina oscura inunda mi cuerpo, en medio de la oscuridad Mihael habla con alguien, me acercó pero él no puede verme, habla con el demonio que asesinó al hermano de Booz, Mihael mantiene la cabeza gacha mientras el demonio de prendas roja habla.
—Estamos cerca de encontrarlo, señor— Dice Mihael en tono formal.
Una sonrisa siniestra se planta en el rostro de aquel demonio, me quedo paralizada y el demonio vestido de rojo clava su mirada en mí, la neblina oscura que me cubre se hace más fuerte y todo se vuelve negro.
Los latidos de mi corazón retumban con fuerza en mi pecho, abro los ojos y observo como las ramas de los árboles se mueven lentamente, mi cuerpo está cubierto por hojas y tierra humeda, las sacudo poniéndome de pie, la opresión en mi pecho crece, no puedo quedarme aquí sabiendo que afuera personas y seres mágicos inocentes mueren, no, no puedo, no ahora que sé el poder de mi don, si después de tanto tiempo soy yo la hereda de estos dones tiene que ser por una razón, no puedo permitir que el mundo se venga abajo.
Fui al lugar a donde dormían mis padres a tomar algo de ropa para poder marcharme y hablar con Eyid.
—Cariño, por favor no lo hagas, quédate con nosotros— suplicaba mamá mientras veía como guardaba mi ropa en un pequeño morral, papá y Mike permanecían dormidos.
—He tomado la decisión y no puedes impedírmelo— hablé con seguridad aunque realmente moría de miedo.
Entendía a mi madre, no quería perderme pero toda esta guerra amenazaba con acabar con todo, no es solo cuestión de perder a alguien, no se trata de mí y de lo que mi madre quiera, se trata del resto del mundo y la poca esperanza que le queda, lo he visto, los demonios y su ejército nos superan en número, está sería una guerra que no tendríamos oportunidad de ganar.
Mamá llora, no quiero despertar a mi padre ni a Mike, finalmente me da su aprobación y me acompaña hasta la salido del refugio, habla un tiempo con los guardianes.
—¿ Otra vez te vas sin despedirte? — Gabriel habla a mi espalda, me mira de forma triste, corro hacia él y lo abrazo.
—Estaré bien Gab, cuida de Mike ¿va? — digo con mi mejilla apoyada en su pecho.
—Quiero ir contigo— suelta.
—No Gab— digo separándome de su abrazo— tienes que estar aquí, a salvo ¿entiendes?
Gab niega con la cabeza y sonríe.
—Siempre juntos ¿recuerdas? — Dice sonriendo — déjame ir contigo a donde sea que vayas.
Uno de los guardianes abre la puerta, doy un fuerte abrazo a mamá.
—Despídeme de papá y Mike — le pido.
Camino cruzando la puerta con Gab siguiéndome pero antes de que este cruce lo detengo.
—Cuida de Mike— le digo y la puerta se cierra, el rostro de sorpresa de Gabriel desaparece detrás de la barrera protectora.
El único lugar seguro es ese refugio, afuera todo es muy peligroso, como él mismo me ha dicho, hemos tenido suerte de haber llegado hasta aquí a salvo, no puedo arriesgarme a perder a una de las personas que más quiero en el mundo.
Dos guardianes me escoltan hasta salir del bosque y llegar a la ciudad, escuchamos pasos entre los árboles, nos podemos alerta, los guardianes sacan sus armas y yo estoy dispuesta a incendiar todo el bosque si me es posible, <<deberían darme un arma>> pienso.
Unos murmullos provenientes de entre los arboles llaman mi atención.
—Te digo que es Mike, que le vi por aquí— la vocecita de una niña hablando bajito sobresale.
¿Bella?
Silbo como ave, la señal que tengo con Gabriel y la misma que este le ha enseñado a los chicos para comunicarse, uno de los guardianes me mira enojado.
Los pasos empiezan a correr en nuestra dirección, otros pasos siguen a los primeros, los guardianes apuntan.
—¡No disparen! — digo interponiéndome entre ellos a la vez que Bella aparece de la oscuridad del bosque.
—¡Heli! — dice emocionada arrojándose a mis brazos, los guardianes bajan las armas.
Bella está llena de lodo, con varias heridas en su cuerpo y los ojos rojos, se nota que ha llorado mucho, su hermano la sigue detrás.
—¿Qué hacen por aquí? — pregunta uno de los guardianes a Simón.
—Malditos ...— murmura simón con rabia.
Todo pasa muy rápido, simón se lanza sobre el guardián y empieza a darle golpes en el rostro, el guardián no responde, trata de quitárselo de encima mientras el otro guardián toma a simón del cuerpo y lo aleja de su compañero, Bella llora.
—Nos dejan morir— simón escupe con rabia.
El guardián al que simón ha estado golpeando sale ileso, ni un solo rasguño, al contrario, simón empieza a quejarse de dolor retorciéndose en el suelo, el guardián no quita su mirada de simón.
—¡Déjalo ya! — digo apartando de un empujón al guardián, me di cuenta que debe de ser mitad brujo o algo por el estilo, su don innegablemente es producir dolor, bueno, si es que se puede calificar como don.
Simón se levanta furioso pero entre Bella y yo lo detenemos, intento calmarlos a todos, el ambiente se torna tenso, Simón se queja y exige ayuda, <<no pueden dejarnos morir y ya>> repite una y otra vez, lo entiendo, busca protección, más que todo para Bella, recuerdo aquella conversación que tuvimos, Bella es todo para él.
—¿Puedo cederle mi lugar en el refugio? — solté inmediatamente se me ocurrió la idea, probablemente ya no volvería al refugio, trabajaría con Eyid lo que significaba tener un puesto dentro de la ciudad, todos me miraron sin entender.
Uno de los guardias asintió.
—Si puede, después de todo ha comprado su lugar ahí, puede hacer lo que le plazca— respondió.
—Entonces, llevaremos a Bella al refugio— la mirada de Simón se relajó.
—¿De verdad? — preguntó un poco menos tenso.
Asentí.
Los guardianes trataron de negarse al tener que regresar pero una vez di marcha atrás me siguieron, Simón no dejaba de agradecerme, me contó por todo lo que habían tenido que pasar. El guardián que cuidaba de la entrada al comentarle la nueva situación me preguntó varias veces si estaba segura de mi decisión, asentía mientras él se disponía a llenar un formulario.
Bella lloró cuando abrieron la puerta para que entrase, se pegó fuertemente al cuerpo de simón se negaba a entrar sin él.
—De prisa— apresuraba uno de los guardianes.
Gabriel apareció con un morral a su espalda.
—Le cedo mi lugar al chico.
Todos lo miramos sorprendidos, Bella sonrío.
—Ya ves, puedes quedarte— le dijo a su hermano mientras se secabas las lágrimas del rostro.
—No...— Intenté intervenir pero Gabriel me hizo callar.
—De todas forma lo hare— me dijo muy decido.
Simón se negaba a aceptarlo pero Gabriel lo convenció, el amor que sentía hacia su hermana o quizá las sensación de encontrarse por fin a salvo hicieron que se quedase en el refugio.
—Les pagaré la deuda— dijo mientras la puerta del refugio se cerraba.
Gabriel caminaba con los guardias y conmigo de regreso a la ciudad, ni siquiera estaba seguro de si lo aceptarían, puede que haya sentido mi mirada de rabia clavada a su espalda porque se dio la vuelta sonriendo.
— No te dejaría marchar sola— dijo abriendo los brazos y encogiéndose de hombros.
Sonreí, tenerlo cerca me hacía sentir menos miedo y el hecho de que haya elegido acompañarme pese a todos los riesgos que eso conlleva me alegraba.
Caminamos en silencio tratando de no llamar la atención y estando alertas de cualquier ruido extraño, de vez en cuando Gabriel volteaba a verme, sus ojeras nuevamente sobresalían en su rostro, ¿habrá estado durmiendo mal? Quise preguntárselo pero decidí guardar silencio.
Pronto llegamos al límite del bosque y la ciudad, los guardianes nos indicaron que hasta aquí continuamos en su compañía, nos dieron algunas indicaciones para llegar al edificio de Eyid, sin más regresaron al bosque emprendiendo camino nuevamente hacia el refugio.
Nos adentramos en la ciudad, en silencio observábamos los escombros en donde hace apenas un día se alzaban enorme edificios y casas, el pavimento conservaba el inconfundible olor a sangre y el aire estaba lleno de partículas de ceniza, destrucción, era todo lo que está guerra estaba provocando.
Conté todo lo que sabía a Gabriel que me escuchaba atentamente, su rostro mostraba sorpresa como si no creyera lo que estaba diciendo, a veces asentía dándome la razón.
—¿De verdad no puedes ver mi futuro? — preguntó.
Rodé los ojos.
—Quizá pueda— respondí— solo es que no sé cómo hacerlo.
Gab sonrío.
—No hace falta, de todas formas ya sé cómo será.
—¿Cómo? — pregunte curiosa.
Gabriel se encogió de hombros y soltó una carcajada.
—No te lo voy a decir — Rio más fuerte.
Antes de llegar al edificio Gabriel se detuvo frente a un montón de escombros y sacó una navaja envuelta en polvo, se la guardó en la cintura —Por si acaso— dijo, yo reí ¿de qué le serviría una navaja contra un retenido?
El edificio estaba repleto de guardianes y de seres mágicos, la mayoría de ellos heridos, un elfo se quejaba y pedía a grito ser traslado a un hospital, ¿qué hace un elfo tan retirado de su territorio?
—Mi señor— dijo una chica con uniforme negro mate, no pude evitar pensar que así luciría yo en unos año <<si es que todo marcha bien para ese entonces>> pensé —. Los hospitales están llenos, además ya lo han revisado y usted se encuentra bien — terminó de hablar agachando la cabeza con las últimas palabras.
El elfo siguió gritando a la chica, Gabriel se detuvo a ver la escena, <<por favor no>> desee, pero lo que tanto deseaba que no pasará pasó.
—¿Qué es lo que te pasa? ¡Si te ha dicho que no tienes nada, además, no tienes por qué gritarle — Gabriel habló alzando la voz hacia el elfo.
—¿Quién diablos te crees? Asqueroso humano— dijo el elfo hablando con cierto asco en su tono de voz.
¡Puaj!
Escupió a un lado de Gabriel, el cual ya tenía el rostro rojo por la rabia.
—Déjalo Gab — le dije, pero Gab no me escuchó, siguió insultando al elfo y este le respondía.
—Por favor, señor, deje así — decía la joven guardiana.
Los que nos rodeaban empezaban a observar la escena, tomé a Gab del brazo alejándolo del lugar.
—Enano ridículo y altanero — gritaba Gab alejándose.
—Cucaracha— respondió el elfo.
Sabía que esta no sería una pelea pareja, por mucho el elfo le ganaría a Gab pues ellos siempre pelean con trucos.
—No dejas ese vicio Gab— lo reprendí.
Recordé la de veces que Gabriel se había metido en peleas que nada tenían que ver con él, siempre era yo quien curaba sus heridas.
—Debes dejar de hacerlo— pero Gab solo bufaba enojado.
Llegamos a la recepción a la misma que había venido con mi madre, la mujer que nos había recibido no se encontraba, esperamos un buen tiempo y no aparecía.
No podía seguir esperando, ocupé su puesto hurgando en sus cosas, Gab vigilaba de que no viniera nadie, había una gran cantidad de papeles y tarjetas de todos los colores, tomé una de color rojo al igual que la del otro día, con Gab subimos al ascensor e inserté la tarjeta.
Las puertas se abrieron mostrando el salón zafiro, como lo había nombrado por sus colores, al otro lado del escritorio, tal cual lo esperaba Eyid nos veía avanzar hacia él con una rara especie de sonrisa.
—Señor— dije saludando inclinando un poco la cabeza.
—Hola— dijo Gabriel, lo miré molesta y este simplemente se encogió de hombros —. Buscamos al mago Eyid—. Agregó.
Mi rostro ardía por la vergüenza.
—Veras, jovencito— dijo Eyid poniéndose de pie y caminando hacia nosotros, Gabriel era más alto que el mago — Yo soy ese a quien busca.
—Ah—. Dijo sin la más mínima pizca de vergüenza lanzándome una de sus típicas miradas de <<¿es en serio?>> quise reír por su descaro pero no era para nada oportuno, pese a su apariencia débil y su estatura pequeña, Eyid contaba con unos ciento cincuenta años de experiencia, más o menos, y era el mago más poderoso del planeta.
Eyid pasó de Gabriel.
—Helia, supongo que si estás aquí es porque aceptaras mi propuesta— Habló mirándome.
—No... bueno, sí—dudé—. También he venido porque quiero contarle algo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top