Especial 2
Sonic había tomado una decisión crucial ante lo sucedido. No podía permitir que su egoísmo afectara a nadie más. Aunque agradecía la intención de Silver por intentar ayudar, sabía que no era lo adecuado. No importaba cuánta justificación le diera a la tormenta de emociones que lo consumía.
Tenía que enfrentarlo de alguna manera, y la mejor opción era alejarse. Shadow había mencionado que empezaba a recordar cosas, pero en sus ojos, Sonic no veía ninguna necesidad de retomar el pasado. Era evidente que Shadow había decidido dejarlo atrás. Ahora eran personas nuevas, con nuevas experiencias y nuevos amigos. Si Shadow había encontrado su lugar en este mundo, a pesar de todo el sufrimiento, Sonic no iba a interferir. Lo único que podía hacer era ser feliz por él.
—Sonic, no puedes hacer esto. Te necesitamos aquí. La resistencia no es nada sin su líder —la voz de Amy rompió el silencio.
—Sabes perfectamente que la líder eres tú, Amy. Además, tengo asuntos que resolver. Nada malo pasará en mi ausencia, te lo prometo —respondió Sonic, con un tono firme que logró calmar un poco a la eriza.
—Pero... —Amy intentó continuar, pero Sonic la interrumpió aclarando su garganta.
—¿Alguna vez te he mentido o fallado en mis promesas? —preguntó Sonic con un toque de picardía en su voz.
—No... pero prométeme que te cuidarás y que llamarás con frecuencia. Sabes que todos nos preocupamos por ti —pidió Amy, con un tono de preocupación evidente.
—Lo haré. Ahora debo irme. Saluda a todos de mi parte —finalizó Sonic, colgando la llamada.
Suspiró profundamente, sintiendo el peso de su decisión en cada latido de su corazón. Sabía que lo que estaba a punto de hacer no estaba bien, pero era la única solución que veía. No podía vivir con los recuerdos de su vida pasada acechándolo. Tenía que olvidarlo todo, y sabía exactamente quién podría ayudarle. Alzó la mirada y observó el imponente edificio frente a él. Las alarmas habían comenzado a sonar justo antes de la llamada de Amy, siempre tan precisa. Probablemente había estado jugando con esas cartas tan extrañas.
—¿Quién demonios se atreve a perturbar el trabajo del gran Dr. Eggman? —gruñó el doctor al salir del edificio, visiblemente molesto. Se sorprendió al ver a Sonic inmóvil, rodeado de máquinas que lo apuntaban. —¿Qué demonios haces aquí? —preguntó, extrañado. Era raro que el erizo no estuviera corriendo por todos lados, buscando destruir sus inventos.
Sonic lo observó en completo silencio por unos segundos, como si meditara lo que tenía en mente. Luego, empezó a caminar hacia el mayor con las manos en alto, en un gesto de rendición.
—Necesitamos hablar, Eggman... Tengo un trato que podría interesarte —dijo Sonic con una seriedad inusual.
Eggman lo miró con desconfianza.
—¿Un trato? No recuerdo que fueras de ese tipo de erizo —respondió, sin ocultar su escepticismo. —Antes de que te deje entrar y destruyas todo, prefiero que lo hagas aquí mismo.
—Te dejaré quedarte tantas púas mías como necesites, pero quiero que hagas algo por mí —dijo Sonic, su voz cargada de una determinación que desconcertó al doctor.
—¿Quién demonios eres tú? —preguntó Eggman, incrédulo.
—Solo un estúpido erizo, adiestrado por un estúpido doctor al que alguna vez consideré mi padre —contestó Sonic, con una voz cansada.
Eggman seguía dudando. Todo aquello era demasiado extraño, y no entendía qué pretendía el erizo con esas palabras. Finalmente, el doctor avanzó hacia él, extendiéndole un aparato.
—Esto es para vigilarte. Póntelo, si realmente no buscas causar problemas aquí —ordenó.
Sonic extendió las manos, permitiendo que Eggman le colocara los dispositivos. Al hacerlo, el doctor sintió una peligrosa sensación en su interior. Algo no encajaba, pero decidió aprovechar la situación. Era su oportunidad de manipular al erizo que tanto despreciaba.
—Bien, pasa... Supongo que tenemos mucho de qué hablar —dijo Eggman, abriendo la puerta.
—No lo sé, pero prometió que todo iría bien, que se cuidaría —respondió Amy, tratando de sonar calmada, aunque la angustia era evidente en su voz.
El grupo se había reunido para discutir las posibles ubicaciones de las guaridas de Eggman. Se dividirían en equipos para explorar y confirmar cuál de esas ubicaciones era la correcta. Sin embargo, todos sabían que para Sonic esa tarea sería fácil; él podría visitar todos los puntos en un abrir y cerrar de ojos.
Un incómodo silencio reinaba en la sala hasta que finalmente Shadow se levantó de su asiento.
—Yo iré a buscarlo. Si vamos Silver y yo, estoy seguro de que todos estarán más tranquilos. Mientras tanto, los demás pueden seguir con la búsqueda en los otros puntos —dijo el erizo azabache antes de salir de la sala.
Sin pensarlo dos veces, Silver corrió detrás de él, sin esperar la reacción de los demás.
Cuando Silver finalmente alcanzó a Shadow, que caminaba con calma, no pudo evitar hacerle una pregunta que había rondado en su mente desde hacía tiempo.
—¿No odiabas a Sonic? —preguntó, confundido.
Shadow suspiró, visiblemente irritado.
—Eres un entrometido. Nunca he odiado a Sonic. Es impulsivo y nunca piensa las cosas dos veces, siempre ha sido así... incluso en nuestra vida pasada.
Silver abrió los ojos, sorprendido por las palabras de Shadow.
—¿Lo recuerdas...? —murmuró, sin poder contener su asombro.
—Por supuesto que lo recuerdo. Desde mucho antes de lo que piensas. Entré en modo super mucho antes de lo sucedido en tu futuro —explicó Shadow mientras salían al exterior. El erizo azabache sacó la Esmeralda del Caos que siempre llevaba consigo, listo para usar su poder.
—Entonces, ¿por qué nunca hablaste de esto con Sonic? —insistió Silver, aún confundido.
—Antes no sabía que el modo super era lo que nos hacía recordar... Además, nunca creí que Sonic también lo recordara. Y no quise... No te incumbe —gruñó Shadow, visiblemente molesto.
Sin más palabras, Shadow tomó a Silver por la cintura y, usando el poder de la Esmeralda del Caos, se preparó para teletransportarse hacia su destino.
Sonic estaba dentro de una cápsula, inmóvil, con la mirada perdida mientras se apoyaba contra el cristal. Eggman, sentado frente a él, observaba la pantalla con un gesto de desconcierto.
—¿Qué demonios es todo esto? —murmuró el doctor, visiblemente confundido. Sonic había decidido dejar que Eggman explorara su mente sin restricciones, permitiéndole ver su vida pasada como si fuera una película proyectada ante ellos.
La pantalla frente al doctor mostraba escenas de batallas, recuerdos lejanos y momentos que ni siquiera Eggman podía haber imaginado. Finalmente, el doctor se llevó las manos a la cabeza, como si intentara detener un dolor punzante.
—Nunca pensé que yo... —balbuceó Eggman, alejándose un poco, todavía sosteniendo su cabeza—. ¿Qué demonios significa todo esto?
Sonic, sorprendido por la reacción del doctor, intentó salir de la cápsula. Con dos intentos logró romper el vidrio y se acercó a Eggman, pero el doctor levantó la mano para detenerlo.
—No te acerques. No creas que, solo porque mi mente está hecha un caos ahora, las cosas entre nosotros van a cambiar. No soy lo suficientemente sentimental como para ignorar todo el odio que te tengo en esta vida —gruñó Eggman, receloso.
—No vine para que cambien nuestros roles de héroe y villano —replicó Sonic, molesto— Tampoco planeo seguir con eso. Solo quiero que me ayudes a deshacerme de estos recuerdos. Ya no quiero tenerlos... estoy cansado.
—¿Te estás poniendo sentimental al pelear conmigo, acaso? —Eggman sonrió, burlón.
—No digas tonterías. No eres la causa de todo esto. Recuerda que fui yo quien te mató en nuestra vida pasada, al fin y al cabo —respondió Sonic con su característica sonrisa ladina.
—Eres un maldito desgraciado... —gruñó Eggman, visiblemente irritado — Pero, ¿qué gano yo si te hago ese favor?
—No te hagas el tonto. Viste en mis recuerdos cosas que nunca podrías haber imaginado lograr en esta vida. Aunque no planeo dejarte hacer la mayoría de esas cosas, no soy tu juguete. Pero sé que quieres verlo todo con detalle. Así que quítame estos recuerdos, y a cambio, tendrás acceso a todo lo que viste —ofreció Sonic, con una mirada seria.
—No me parece suficiente. No es justo —replicó Eggman, en busca de una mayor recompensa.
—Si no quieres, me voy —dijo Sonic, preparándose para irse.
—¿De verdad crees que te dejaré ir? —respondió Eggman, cada vez más molesto.
—Entonces, ¿empiezo a destruir todo? —Sonic adoptó una postura defensiva, listo para pelear si era necesario.
El ambiente se tensó en un incómodo silencio. Eggman sabía que Sonic era capaz de hacer lo que decía, y en el fondo, no quería perder la oportunidad de obtener información tan valiosa.
—Está bien, no es necesario que destroces nada —gruñó Eggman finalmente, irritado por no haber conseguido más de lo que Sonic ofrecía, pero sabiendo que no podía dejar pasar esa oportunidad terminó aceptando.
—Así me gusta —dijo Sonic, con una ligera sonrisa.
El doctor hizo un gesto con la mano, indicándole a Sonic que lo siguiera. El erizo lo hizo, caminando unos pasos detrás mientras tarareaba una melodía que parecía irritar a Eggman, aunque el mayor no dijo nada al respecto.
—No sé si esto realmente funcionará —dijo Eggman, con una sonrisa sarcástica— Tengo una máquina que podría ayudarnos, espero que funcione para ambos, como los buenos socios que somos hoy en día.
—Más te vale no traicionarme, o me encargaré de ti —advirtió Sonic, con un tono firme.
—Para nada, no tengo razones para hacerlo. Después de todo, ¿qué sentido tendría si el héroe olvidara nuestras peleas diarias? No sería tan entretenido —respondió Eggman, con indiferencia, mientras seguía adelante, como si lo que estuviera por hacer fuera un simple trámite más.
Finalmente llegaron a la sala, y Sonic se sorprendió al ver la máquina frente a él. Se parecía mucho a una de las que había visto en sus recuerdos. No dijo nada; después de todo, ambos doctores tenían el mismo objetivo: controlar el mundo, egoístas hasta el final.
—Cuando quieras, puedes subirte. Tenemos todo el tiempo del mundo —comentó Eggman, en tono despreocupado.
Sonic se paró frente al aparato, meditando si realmente estaba haciendo lo correcto. Podría seguir viviendo con esos recuerdos en mente, pero... ahora que Shadow empezaba a recordarlo todo, algo dentro de él deseaba que el Shadow de antes volviera. Sin embargo, sabía que eso no sucedería. Tenía que ser realista y hacerlo por ambos.
Finalmente, dio unos pasos hacia adelante y se colocó dentro de la cápsula. Poco a poco, un líquido azul comenzó a llenar el contenedor, cubriéndolo. Le recordaba al agua, y pronto se sintió incómodo, pero no dijo nada. Su expresión mostraba molestia.
Eggman se acercó y apoyó una mano sobre el cristal una vez que el líquido alcanzó la parte superior.
—No te preocupes, puedes respirar dentro. Déjate llevar —dijo con una voz casi tranquilizadora.
Sonic, al borde del pánico, abrió la boca esperando no poder respirar, pero la sensación de ahogo nunca llegó. Podía respirar como si el líquido no estuviera allí, lo que le parecía extremadamente raro.
—Sonic... —Eggman habló, sosteniendo un control remoto lleno de botones en su mano — Creo que el Sonic de tus recuerdos me caía mejor. Ya sabes, cuando eras un buen juguete, como tú mismo decías.
Antes de que Sonic pudiera reaccionar, Eggman presionó un botón. De inmediato, un dolor indescriptible se apoderó de su cabeza, tan intenso que apenas podía soportarlo. Si sus gritos pudieran escucharse, habrían resonado por toda la sala.
El doctor, satisfecho, sonrió ampliamente... hasta que las alarmas comenzaron a sonar nuevamente. Alguien había venido por el erizo.
—¡Detengan a los intrusos todo el tiempo que puedan! —ordenó con urgencia, mientras sus máquinas se activaban.
—No te preocupes, Sonic —dijo con una sonrisa torcida — Nos llevaremos mucho mejor después de unos minutos.
Eggman bajó rápidamente desde donde estaba, observando las cámaras. Pudo ver a Shadow y Silver avanzando rápidamente por los pasillos, cada vez más cerca de su posición. Nervioso, apretó un botón que cerró las puertas de los corredores, con la esperanza de retrasar a los intrusos. Sin embargo, esto solo sirvió para que Shadow identificara su ubicación como si fuera una guía directa hacia ellos.
Shadow se movía mucho más rápido de lo que Silver podía seguir, pero no se detuvo. Al llegar a la habitación, el azabache vio al doctor sudando de los nervios. Giró la mirada y vio a Sonic retorciéndose dentro de la cápsula.
Sin dudarlo, trató de ir hacia él, pero fue interceptado por Metal Sonic, que cayó del techo, listo para detener al erizo negro.
Shadow apenas tuvo tiempo de reaccionar ante el golpe. El azabache frunció el ceño y retrocedió justo a tiempo para esquivar el primer golpe de Metal, que había lanzado un puño directo a su rostro.
—No me detendrás, pedazo de chatarra —gruñó Shadow, activando su Chaos Boost. Sus ojos brillaron con una intensidad roja mientras cargaba hacia su oponente.
Metal Sonic respondió de inmediato, lanzándose a la carga con una velocidad similar a la de Shadow. Los dos colisionaron en el aire, intercambiando rápidos golpes y patadas. Los movimientos de Metal Sonic eran calculados, fríos y precisos, pero Shadow, con su experiencia y agilidad, lograba esquivar la mayoría de los ataques, devolviendo golpes con más ferocidad.
Metal Sonic, aprovechando un momento en que Shadow perdió ligeramente el equilibrio, le lanzó una patada giratoria. Shadow apenas logró bloquearla con ambos brazos, pero fue empujado hacia atrás, chocando contra una pared.
—¡Tsk! —gruñó Shadow, sacudiendo el dolor en su brazo. Sin perder más tiempo, canalizó su poder de Chaos Control, desapareciendo en un destello de luz. En un parpadeo, reapareció justo detrás de Metal Sonic, lanzándole una patada directa a su espalda. El impacto hizo que Metal sde arrodillará hacia adelante, pero rápidamente se giró y contraatacó con un rayo láser disparado desde sus ojos.
Shadow saltó hacia un lado, esquivando el ataque por un pelo, pero Metal Sonic no le dio tregua. Se abalanzó sobre él, lanzando una serie de puñetazos implacables. Shadow, cubriéndose, bloqueó algunos golpes, pero sintió la fuerza del metal sobre sus brazos.
Justo cuando parecía que Metal Sonic estaba ganando terreno, Silver apareció detrás de ellos, lanzando una onda telequinética que desestabilizó a Metal Sonic.
—¡Shadow, yo me encargo de él! ¡Ve por Sonic! —gritó Silver, su energía psíquica emanando con fuerza mientras mantenía a Metal Sonic bajo su control.
Shadow no perdió el tiempo y, tras romper la cápsula, tomó a Sonic entre sus manos. El erizo azul parecía aturdido, su respiración irregular mientras miraba a su alrededor con confusión.
—¿Estás bien, Faker? —preguntó Shadow, esperando alguna respuesta.
Sonic, aún sosteniéndose la cabeza, lo apartó un poco, visiblemente desorientado. Levantó la mirada y, al ver los ojos rojos de Shadow, frunció el ceño, claramente confundido.
—¿Quién demonios eres tú? —dijo Sonic, con una frialdad que dejó a Shadow paralizado por unos segundos.
El comentario lo sacudió. Los recuerdos de aquella vez en que Sonic había perdido la memoria volvieron a su mente, y durante unos momentos, no supo cómo reaccionar. Pero antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, la voz de Eggman resonó por la sala.
—¡Es un intruso, tienes que eliminarlo! —gritó el doctor, tratando de aprovechar la situación.
Shadow giró para mirar al doctor, pero antes de poder actuar, Sonic, con una velocidad casi automática, le lanzó una patada directa al estómago. El impacto fue brutal, enviando a Shadow volando hacia el lugar donde Silver aún estaba enfrentándose a Metal Sonic. Silver, sorprendido, detuvo su pelea por un instante, mirando como Shadow aterrizaba dolorosamente a su lado.
—¿Qué demonios...? —murmuró Silver, volviendo la vista hacia Sonic.
El erizo azul los observaba desde la distancia con una mirada fría, calculadora. Esa no era la actitud típica de Sonic, no del Sonic actual. Pero Silver reconoció esa expresión al instante, una que le heló la sangre. Era el Sonic de su vida pasada.
—Shadow... —Silver susurró, acercándose a su compañero—. Ese... no es el Sonic de siempre. Es el de antes. Rojo ha vuelto...
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