«Extra 03»

El Alpha decidió salir del baño y entrar con cuidado y viendo a todas partes, al baño de Omegas. Dónde para su gran fortuna, estaba vacío.

Salió, vio a los pasillos y nadie parecía estar cerca, los pocos que pasaban desde lejos no lo veían y seguían su rumbo lejos de los baños, por lo que rápidamente volvió a entrar y decidió continuar su trabajo.

Se sintió tan afortunado al ver los cambiadores para bebés, casi apenas al entrar.

—Muy bien bebé, esté será nuestro secreto.— le dijo a su pequeño quien parecía calmarse al ver cómo su padre por fin lo recostaba en una base amplia para cambiarlo. Cómodo.  — No puedo creer que en solo en los baños de los Omegas si haya de estás cosas para cambiarte. Eso me parece discriminatorio. — murmuró mientras le sacaba le apestoso pañal haciendo una mueca de repelús, lo envolvía y lo tiraba a un bote de basura cercana sin despejarse del niño.

Limpio el trasero de su bebé con las toallitas húmedas que traía, le echó el talco y después le puso el nuevo cambio de pañal. Por último volvió a ponerle su mameluco. Miró a su hijo quién parecía reír, mientras se lleva su puño a su boquita y lo babeaba. Kaito se sentía tan feliz de tener un cachorro tan hermoso y puro como su hijo, como sus hijos. Y que la madre de estos sea la persona que le hizo saber que es el amor, y lo que harías por esa persona.

—Sabes, me preguntó si las betas mujeres los tendrá. Yo pienso que si, ¿No?— preguntó sabiendo que su bebé no le entiende y por lo tanto tampoco le iba a responder. — Aunque pienso que igual pueden entrar ellas aquí. — agregó curioso y dudoso, ahora tenía esa gran incógnita.

Por lo general, es inusual más no imposible las Omegas femeninas. Ya que son prácticamente tan parecidas a las betas mujeres, y escasean. Cuando se habla de «Omegas» suelen generalizar que son varones.

A pesar de conocer a Sonoko y Aoko, sigue sorprendido.

En la pirámide de la sociedad, de castas, el setenta por ciento son Betas, un veinte son Alphas y solo el diez por ciento son Omegas. Por lo que prácticamente, en un círculo social no debería de haber más de un Omega conocido. Aunque en el círculo social de él incluyendo a su esposo, conoce a tres.

Kuroba sonrió de lado y cargo a su hijo, le dio un beso en sus mejillas y lo acomodó en la cangurera. Se lavo sus manos y apenas se volteó sobre sus talones, se quedó quieto al ver a un par de mujeres en la puerta viéndolo expectante. Provocando que tragara duro. Sintiéndose nervioso, y como si se hubiese metido en algún severo problema.

—P-Perdón si tuvieron que esperar hasta que saliera. Tuve que entrar porque en el baño de Alphas no había para cambiarlo y. . . — tomó las manitas pequeñas y suaves de su hijo, para calmarse. Las mujeres lo seguían viendo detenidamente sin decir nada más. Kuroba hizo una reverencia, teniendo cuidado con su retoño. En forma de disculpa.—¡Lo siento!

—¡No te preocupes!— se adelanto una de ellas. Cabello largo, castaño claro y ojos chocolate. Se veía joven, quizás apenas está en la universidad. De echo, Kuroba apenas pudo notar cierto olor. Supuso que podría ser una Omega.

—Realmente nos has sorprendido.— dijo está vez su amiga, cabello más largo y ondulado, terracota y orbes turquesa. Más atributos que la primera. Ella sí parecía una Beta.

—¿Sorprendido?— dijo confundido.

—Si, nos pareció muy. . . Paternal, tierno que haya decidido entrar con tu bebé aquí. No tenías alguna mala intención.— admitió la Omega enternecida. Con un leve rubor en sus mejillas.— Es atractivo, de echo.— murmuró.

—Incluso te disculpas te con nosotras por ello, cuando no era tan necesario. Aún así gracias por ser honesto y ser un caballero.— dijo la más alta.

—¿Es horrible que no haya cambiadores para tu bebé en el baño de Alphas?

—Si, bueno. Es la primera que lo hago fuera de casa, no pensé que no hubiera. No sé me pasó por mi cabeza.— admitió, sin notar las miradas prendidas de las jóvenes en él.

—Debes estar cansado por cuidar a tu bebé tu solo. Es asombroso que haya papás solteros cuidando de sus hijos.— dijo la de grandes atributos, sonriéndole con bastante insinuación.

Se acercó al bebé para hacerle mimos, mientras que la contraria seguía mirándole fijamente.

—¿Disculpa?— soltó Kuroba sin comprender bien lo que decían.

—Este nene es precioso, igual que su padre.— rió, jalando un poco las mejillas de su hijo, quién empezaba a sentirse sofocado ante las desconocidas.

—Gracias, ya debo irme señoritas. Me está esperando mi. . .— comenzó a decir, para despedirse sin ser grosero. No debía tardar tanto, quiere regresar con su Omega y su hija. De echo, quería enseñarles el anillo a ese par de —y le perdonan la palabra— arrastradas.

—¿Puedes solo? ¿No quieres que te ayudemos?— dijo la Omega de cabellos claros señalando la pañalera.

—Agradezco su gentileza y amabilidad. Pero enserio necesito irme, me están esperando unas bellas personitas y— les sonrió un poco nervioso, intentando soltarse del agarre de la chica. Y alejar a su bebé de los pellizcos de la otra, hasta ser interrumpido por alguien más.

—¿Kaito?— su voz suave, confundida pero con un toque escondido de recelo, lo iluminó que aprovecho la confesión y el agarre flojo de las mujeres para sacarse de ellas e ir con el dueño de esa voz.

—¡Amor!— exclamó, para ir hasta donde estaba él, darle un beso rápido en la comisura de sus labios y tomar el carrito.

—¿Por qué tardas tanto?— le preguntó, intentando ignorar a las jovencitas que se quedaron sorprendidas. Y aún los seguían viendo, como analizando la situación.

—Lo siento, el baño de Alphas no tenía para cambiarle al bebé, así que fui al de Omegas. — confesó, Shinichi entre cerró sus ojos, quizás intentando averiguar si mentía. Pero sabía que su Alpha no lo hacía, y que tampoco disfrutaba tanto la atención de las bellas jovencitas. Que parecía que a pesar de ver a su Omega, aún seguían comiendo con la mirada sin mucho disimulo a su Alpha.

Su Alpha. Por alguna extraña y desconocida razón, el detective quería marcar a su esposo. Y estaba caliente, caliente. Un calor de enojo y necesidad. Tanto así, incontrolable pero podía disimularlo bien, que siempre trataba de mostrar su cuello, donde la mordida que decía que es de su Kaito, es visible. Sin el uso de tantas palabras, quería alejar a esas mujeres. Hacerles ver qué su Kaito sólo tiene ojos para él, y sus cachorros.

—Bien, entiendo.— dijo encogido de hombros. Pensaba en irse, hasta que una de los jovencitas, especialmente la Omega lo detuvo un momento cuando se acercó a su hija que está en su espalda.

—Este bebé se parece al bebé que cargas.

—Son mellizos.— dijo Shinichi, sonriendo, aunque más bien parecía algo forzado.

—Wow, que adorables son. — dijo la Omega, y tan despistada es que se atrevió a preguntar lo siguiente:—¿Y tú quien eres?— sonrió.

El Omega casi siente un tick en su ceja, pero aún así decidió responder autoritario. Seguramente ella pensaba que solo era alguna clase de niñero o familiar del Alpha. Como su hermano.

—Soy su esposo.— esa palabra fue en deleite para sus propios oídos.

—¿¡Su esposo!?— dijeron ambas al unísono. Cómo si la marca, cargar a un bebé, que Kaito le haya dicho en voz alta amor y también estar en vuelto en su aroma no fuese ya muy obvio.

—Si, y si nos disculpan, debo llevarme a mi esposo a la camioneta, a nuestro hogar. Se nos está haciendo tarde.— dijo el intentando no sonar grosero, siendo directo. Con una expresión tranquila. Controlando se para que su aroma no lo delatara, para que sus bebés no se alterarán.

—Pensábamos que era soltero.

—No, no soy un padre soltero. Estoy felizmente casado, enamorado y encantado con mi familia.— sonrió con cierta burla hacia ellas el Kuroba.

Las mujeres quizás iban a decir algo, pero se mordieron la lengua cuando ellos ya se habían retirado de ahí.

Kaito podía notar que había un poco, sólo un poco de tensión.

—Shinichi, hueles muy territorial. ¿Te pusiste celoso?— cuestionó con cierta emoción. Tenía la necesidad de marcarle otra vez, hacerle suyo y sus pieles ardiendo. Su Omega celoso, todo bonito para él. Tan posesivo y lindo, su piel suave y si bien ya no es tan puro, le prende volverlo hacerlo con él.

—¿Quizás?, No lo sé. — respondió, frunciendo su ceño. Llegaron a la camioneta y acomodaron las cosas en la cajuela. — Sólo debes tener los ojos puestos en mí y nuestros bebés, ¿Si?— le dijo, parecía un poco enojado. Y lo miraba tierno, muy tierno. Mientras acomodaba a su hija enfrente suyo, le daba un aire familiar que a Kaito le enamora.

Kuroba no pudo resistir, no sabía cómo es que aquel hombre conseguía enamorarlo más y más.

—Dios, eres tan tierno cuando te pones así.— dijo luego de separar de aquel profundo beso, dejando a un muy sonrojado Shinichi, su mirada dilata le pedía más.

A ambos les urgía regresar a la casa, acomodar las cosas y dormir a los niños. No sabían si podían resistir más tiempo.

—Entremos a la camioneta, Alpha. — dijo y con ayuda de su esposo, acomodar a sus hijos en los asientos especiales que encargaron y pusieron para ellos.

Sus pequeños sonreían al ver a sus padres tan felices y unidos. Babean y adoran el aroma que los mayores desprenden, haciéndolos sentir siempre en un hogar, cálido. Dónde fueran, sus padre les hacía sentir protegidos.

X

Más tarde, luego de que la joven pareja haya terminado de acomodar las cosas en sus respectivos lugares con ayuda de Jii, quién había accedido a trabajar y ayudarlos a ellos con sus niños, después de todo le honra poder ver a los hijos de su joven amo. Cómo sus nietos, dijo el propio Shinichi. También le había cogido un cariño especial al hombre de la tercera edad, siempre le decía abuelo de cariño y respeto a la vez.

Hasta sus hijos lo veían ya como de la familia, realmente cuando crezcan, lo seguirán viendo como su abuelo.  Luego de todo eso, se dieron su tiempo a solas apenas los niños se durmieron. Después de todo, el placer que se dan es mutuo y fascinante, el orgasmo y sentirse unidos, conectados en todo sentido.

Kaito, Shinichi y con sus bebés fueron hasta la residencia Suzuki al siguiente día, donde Sonoko y Makoto los estaban esperando. Con un pequeño Hikaru que recién cumplía dos añitos de vida.

Al haber ido por despensa también les sirvió para comprar un regalo al pequeño.

No estaban solos. Ran y su ya esposa Aoko también estaba ahí. Quienes de igual forma traían un regalo para Hikaru, quién había sido puesto en una pequeña y segura zona de juegos construida en la sala.  Donde se encontraban los pequeños mellizos que todavía gatean. Todo esto a supervisión de varias miradas adultas.

—Que lindo es que el pequeño Hikaru cumpla años el San Valentín. — comentó el detective enternecido.

—¿Y que me dicen de ustedes? ¿Para cuando un bebé?— preguntó está vez Sonoko a sus amigas, Aoko y Ran quién se sonrojaron, inevitable.

Ellas ya habían pensando en eso, mucho. Y realmente querían un bebé, pero aún seguían esperando. Solo un poco más.

—Queremos esperar un poco más. ¿Y tú, Shinichi? — respondió está vez la Alpha. Luego se dirigió a su mejor amigo de la infancia.

—¿Yo que? Ya tengo a dos preciosos bebés, con ellos estoy satisfecho.— frunció un poco al ceño ante la propuesta de tener otro hijo, hasta ver a sus hijos. Ablandando su gesto, la carita de sus pequeños le hacía feliz, muy feliz.

—Aun así, hay que hacerles un hermanito a nuestros pequeños. — dijo risueño Kaito, abrazando a su esposo quien suspiró.

Shinichi no comprendía porque su esposo quería tener otro hijo. Aún así, decidió corresponder el abrazo de él.

El resto de la tarde hasta caer la noche, siguieron hablando de variadas cosas el grupo de amigos. Desde sobre futuros hijos, hasta sus aventuras cuando aún estaban en preparatoria.

Es tan agradable que las amistades perduren. Y esperan que sus hijos se lleven igual de bien que ellos.

X

Los pequeños Mitsuki y Toichi estaban en su cumpleaños número cuatro, cuando su deseo de hace un par de meses atrás se hizo realidad, en el momento en qué sus padres les dieron una noticia.

"Van a tener un hermanito"

Sí, pueden tenerse el uno al otro pero querían ser mayores que algún otro individuo de su familia para cuidarle y enseñarle. Y desde hace un par de meses — seis para ser exactos—, han estado de insistentes con sus padres en tener algún hermanito. Sin especificar el sexo, claro. Por lo que la noticia para ambos le tomó por sorpresa, como su regalo de cumpleaños.

No sabían cómo llegaban los bebés, aún. Sólo estaban seguros que sus dos padres ayudaban para que puedan tenerlo.

Entonces, varios meses después, nació su hermanito el treinta de abril. El cuál sus padres le pusieron Chihiro.

Kuroba Chihiro.

El pequeño niño tenía cabellos oscuros y orbes azules como su padre Omega. Apenas era muy pequeño, pero los mellizos se encargarían o ayudarán a cuidarlo.

Volviendo al tiempo actual; es el cumpleaños del segundo más joven de lo integrantes de está gran familia de amigos. Ya que seis meses después de Chihiro nació Mouri Irene.

El cumpleaños de Chihiro se celebró en la mansión de sus abuelos, la cuál también pertenece a sus dos padres. Sus abuelos, en especial la señora Chikage siempre eran muy consentidas con él y sus hermanos mayores. Sus padres por el contrario, suelen ser más estrictos con sus hijos, en especial el Omega. Kaito solía perdonarlos más fácil o ser más comprensibles en las travesuras de los mellizos, las cuales a veces llevaban al menor ahí.

—¿Qué quieren ser de grandes?— preguntó animada Mitsuki. Estaban en una mesita sentada junto a sus hermanos e hijos de los amigos de sus padres. Comiendo pastel mientras cuidaba a su hermanito pequeño, quién cumplía apenas cinco años.

—Yo quiero ser detective, como papá. — habló su mellizo seguro y orgulloso, Toichi a pesar de no especificar a cual de sus dos padres se refiere, es más que obvio por los presentes a quien se refiere.

—Yo prefiero ser guardia de la realeza o un luchador profesional. — dijo está vez Akihiko, el hijo mayor de los Mouri. De cabellos castaños oscuros y ojos violetas como su madre Alpha, de siete años. Sea por su edad tan joven o no, suelen ser muy infantil, hiperactivo y nunca se le ha visto triste. Al menos no ellos. Su actitud es similar a la de Toichi y Mitsuki.

El de orbes violetas se limpio la comisura de sus labios con un pañuelo.

— Yo quiero ser una ídolo, o quizás pintora.— opinó está vez Mitsuki.

—¡Oh!, yo quiero ser actriz.

—¡También yo!— dijo igual de emocionada que su gemela.

Esas fueron las gemelas Suzuki. Amaya y Aoi. De seis años, casi siete, ya que dentro de cinco días sea el suyo, el cinco de mayo.

A comparación de su hermano mayor, Suzaku Hikaru quién tiene diez años, ellas son más transparentes y traviesas.

La mayor es Amaya, castaño oscuro y ojos verdes, piel morena. Y la menor por unos minutos es Aoi,  con las mismas características que la anterior solo que posee ojos azules.

—Yo quiero ser cantante. Una ídolo también. — murmuró apenas audible Irene, cabellos claros y ojos azules. Ella es la más joven de ahí, por haber nacido meses después que Chihiro, posee aún cuatro años. Su hermano mayor Akihiko tiene ya los siete. Es sobreprotector, a veces la regaña lindo pero sin duda es comprensivo.

—¡Ídolo! Quiero ser famoso.— objeto está vez el cumpleañero. — O quizás escribir cuentos. Ser un escritor como mis abuelos.

—¿Y tú, Hikaru?— cuestionó está vez Mitsuki, mirando al más grande de todos los niños.

El casi siempre estaba callado, es tímido pero no tonto. Es muy inteligente y a pesar de ser muy joven, al igual que su padre Makoto, está empezando a practicar las artes marciales. Sin embargo, es agradable. Muy agradable como a veces algo distante.

El "mayor" al recibir tanta atención, incluso del pequeño Chihiro se ruborizó al sentirse nervioso.

—Y-Yo. . . — lo pensó, aún eran muy jóvenes para saber que quieren ser de grandes. No conocían bien otras carreras, pero sin duda él igual tenía sus sueños.— Quiero ser novelista. Pero seguir practicando artes marciales.— fue su respuesta, a pesar de tener todavía diez años, de alguna forma es el más "maduro" de todos ahí. O al menos el ya siente las responsabilidades que tiene.

Se había enamorado de las novelas del abuelo de Chihiro y los mellizos. Aspiraba un poco al ser eso de grande.

Los demás asintieron, risas y más risas.

Hikaru se sintió más aliviado, no se burlaron de él. Hasta que empezó una guerra de comida que inició Mitsuki, lo cuál su mellizo y las gemelas no querían perder oportunidad alguna.

Chihiro estaba agradecido de tener amigos, más grandes que él y la única que es de su edad es Irene, aún así de verdad se siente cómodo y feliz.

Los adultos seguían viendo a sus hijos desde algo lejos, no tanto. Con sonrisas en sus rostros por la amistad de sus hijos, de la nueva generación.


—¿Eres Feliz, Shin-chan?— cuestionó su esposo, llevándolo a un lugar apartado de los demás, sin perder la vista de sus amados retoños.

El mencionado sonrió con ternura y encantado, nostálgico. Rodeo el cuello de su Alpha y prosiguió a besarlo, tan dulce y tierno, tan significativo.

—Hace años que no me llamas así, Alpha. — dijo en medio del beso, después se acurrucó en el pecho del mayor. Quién le acarició sus cabellos.— Por supuesto, que soy y seré feliz contigo y con mis hijos. Con mi trabajo, mis padres y mis amigos. Con todo.— agregó tranquilo.

Se dieron cuenta entonces que debían ayudar a terminar la guerra de comida, es molestoso y puede que alguien si resulte herido, sin ser grave o mal intencionado. Aunque debían admitir estar asombrados por como Hikaru protegía mejor a Chihiro e Irene — los más jóvenes del grupito— de los demás. En cierta forma les parecía muy lindo el primogénito de los Suzaku.

Una vez ya calmadas las cosas, Shinichi cargo a su pequeño Chihiro quien se acurrucó en su pecho, el Omega sólo le dio besos suaves en su frente. Ante la atenta mirada de Hikaru quién con ayuda de sus hermanas gemelas limpiaban el desastre. Su padre Makoto las regañaba un poco duro, y ellas apenas podían ocultarse en su hermano mayor.

—Hace tiempo que no te lo digo, pero. . . Te amo, Omega. — Le dijo Kaito quien tenía a sus mellizos cargados, uno en cada brazo. Sonriéndole con mucho amor.

Shinichi le devolvió la sonrisa, con aquel mismo sentimiento que despertó en él desde hace varios años, que fue creciendo, perdurando.

El amor.

Palabras: 3,200.
Fecha de publicación: viernes 20 de diciembre del 2019.
Escritor: JaquiiAleWorld
Fandom: Magic Kaito & Detective Conan.
Historia: "El Omega"- Extra 03.
Nota del escritor:

Puede que luego el pinche wattpad me censure la imagen (la última) neta ya no se puede con la app. Por algo está la etiqueta y advertencias del contenido.

Mi idea era publicarlo hasta Navidad, pero lo terminé apenas ayer en la mañana. Y aunque quice publicarlo me espere hasta hoy, viernes.

Bien, sobre las familias es así, y aunque son todavía niños, pondré su casta para no dejarlos con dudas(?:

♦La familia Suzuki: (Sonoko y Makoto)

•Hikaru- Alpha.

•Amaya: (gemela mayor) Beta

•Aoi: (gemela menor) Omega.

♣Familia Kuroba:

•Mitsuki: (melliza mayor) Alpha.

•Toichi:( mellizo menor) Alpha.

•Chihiro: Omega.

♥Familia Mouri:

•Akihiko: Alpha.

•Irene: Omega.

Al principio los mellizos iban a ser ambos betas. Otra cosa es que ya no agregue que pasó con Hakuba y Hattori, no lo hice debido a que no lo considere tan necesario.

En fin, con estos últimos extras doy por completamente terminada la historia ahora sí.

Otras noticias:

•Puede que mañana o está noche, no lo sé aún, publiqué la nueva historia Kaishin de las que les comenté. La cuál está casi terminada ya en borradores.

♠Feliz navidad

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