capitulo 4

Ver mi cuerpo sin ninguna cicatriz es algo nuevo para mí, se siente raro. Este cuerpo es demasiado débil, mi piel están fina, tengo unos brazos delgados delgados, mi  abdomen plano sin abdominales marcados. Mi rostro es hermoso no lo voy negar.

Cejas bajas y planas un poco pobladas, pestañas crespas, la naríz es fina y pequeña, el par de labios carnoso forman un arco de un bello corazón. El color cobrizo de mi cabello se complementan con el marrón de mis zafiros qué a veces se vuelven verdoso según la iluminación que llegan a ellos.

Lo que si no me agrada es mi pequeño amigo—Joe observaba su miembro con mucha frustración—Esto es un poco más pequeña. Hasta en esto hay discriminación.

Joe se cubrió con una toalla qué sujeto en su esbelta cintura, todo su pecho estaba al descubierto, el cabello caía hacía bajo, cubrido parte de su frente. Tomó una pequeña toalla para sacarlo, alborotandolo un poco.

Cuándo ya estuvo seco tiró la toalla al cesto de la ropa sucia, salió del baño.

Aún no se acostumbro a esta habitación. Demasiado femenina para mí gusto, ¿acaso ser un Omega significa qué también tiene qué gustarte estás cosas? Con solo verlo me hace sentir escalofríos.

Toda la habitación está pintada de rosa mejor dicho cada objeto dentro está pintado de rosa. Al principio creí que me había metido en la habitación equivocada pero no fue así, ya que enfrente de la cama colgaba una foto de Joe, dónde se veía muy feliz quizás su vida en ese entonces no era un infierno. Si voy a vivir aquí tengo qué cambiar todo este lugar.

Joe abrió el gran armario, al ver toda la ropa quiso vomitar era demasiado afeminada, para un hombre como el había un límite en lo que usar. No tenía discriminación solo que a él no le gustaba usar esa clase de ropa,

Me sorprende qué mis padres no hayan tirado todas mis pertenencias. Me puse ropa interior, un camisa simple blanca, un jeans negro con pequeñas rompiduras en la parte de las piernas, me marcaba tan bien todos mis atributos. Por último unos tenis color gris con franjas blancas.

Mis orejas no tienen lugar abierto donde poner un piercing, tendré que hacerme uno. También un tatuaje ya qué extraños los mios.

Joe termino de vestirse, se miro en el espejo con sus dedos de las manos peinó su cabello hacia trás, tomo el par de bonitas gafas doradas para el sol, al estar complemente arreglado salió de la habitación tenía que ir a recoger a su hermana.

La idea de dormir se había esfumado ya que sus padres podían cometer alguna estupidez al querer chantajearlo con su hermana.

Al bajar podía ver qué mis queridos padres aún estaban en su pequeño mundo, tanto miedo había infundado este cuerpo flasido. Y eso que no estoy en mi mejor momento.

—Padre—Matías se tenso.

—¿Que quieres ahora?—su voz ya no era tan imponente como hace un rato.

—Quiero las llaves del ferrari azul f8 spider.

Este sinvergüenza ni siquiera lo he manejado y el ya quiere estrenarlo antes que yo, el dueño.

—¿Para que lo quieres?

—Padre, no me hagas repetirlo por segunda vez—Clave el cuchillo en la mesa, tome una manzana y sonreí tiernamente.

Pero para los señores River eso no era nada adorable solo hacia que su miedo incrementará. Su hijo sumiso se había ido y ya no volvería de eso estaban seguros.

—¡Cristin, trae las llaves del Ferrari!—La ama de llaves dejo de supervisar el almuerzo, para llevar la llaves a su amo.

—Aqui están.

—Dársela a Joe.

Cristin se las dio a su joven maestro, aún no procesaba el gran cambio del niño que cuido con mucho amor, ahora era un completó desconocido para ella, ese no era su Joe. Pero estaba feliz qué dejara de ser un sumiso porqué así ya no sufrirá más.

—No vendré para el almuerzo.

Joe salió del lugar jugando con las llaves de su nuevo auto, fue hasta el garaje subió a ese hermoso Ferrari.

Esto es una belleza—Hola cariño, desde ahora yo sere tu nuevo dueño, espero y nos llevemos bien. Subí la capota para que entrara el aire cuando fuera manejando. Me puse los lentes encendí el motor el cual rugía, era música para mis oídos. Salí de la mansión manejando despacio quería disfrutar de la maravillosa vista.

Joe se había acostumbrado rápido a su nuevo entorno, eso era tan de el, siempre viéndole lo positivo a la vida aunque está lo trate como la mierda.

Tengo que darle un entierro apropiado al alma de Joe, su deseo era que quería disfrutar del mar por un mes sin que nadie le estuviera ordenado o golpeado.

Qué deseo más simple, el era un alma bondadosa entonces ¿porqué murió de una manera misteriosa? Porqué cuando llegué el no tenía ni una herida, lo sabré más adelante. Mejor me concentro en lo que tengo enfrente. Este colegio si que es inmenso ¿cuántos estudiantes asistirán?

Estacione el auto, lo bueno es que hay sobran en el lugar del parqueo quien lo construyó pensó en el bienestar de los que recogen a los alumnos.

Me estacione, era el primero qué había llegado. Me recosté en el asiento cerré los ojos quería dormí un poco, y como estaban los guardias de seguridad no tenía miedo de que vinera algún loco a molestar.

No pasaban ni cinco minutos cuando un auto se estacionaba cerca de Joe, este no abrió sus ojos ya que sus instintos no le indicaban que era peligroso. Así qué lo ignoró y siguió con sus ojos cerrados.

Aunque quisiera saber quién eran no podría, ya qué el auto tenía vidrios oscuro, no se podía ver la o las personas que estaban en el interior del auto.

Pero la persona de adentro si lo estaba observando con mucha curiosidad, porqué eran dos veces que se lo encontraba el mismo día.

—Crei que el estaría llorando por ver firmado el divorcio, este no es el tímido Joe que conocí el día qué se casó—Susurró.


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