capitulo 3

Hablado del diablo y el se hace presente, las puertas se abrieron anunciado la llegada de mis padres. Están jóvenes de unos 37 años, si que comenzaron a trabajar muy luego para tener hijos.

—¡JOE, sientate derecho!

Que gruñón, lo mire de pies a cabeza mi padre tenía su cabello cobrizo pianado hacia un lado, el marrón verdoso de sus ojos resalta con lo claro de su piel.

—A mi también me da mucho gusto verte padre ¿no te cansas de dar órdenes?—Estire mis largas piernas sobre el gran sofá, a la vez mordía mi segunda manzana. Mi madre me veía con asco como si tuviera algún virus. Qué familia más asquerosa, fingen ser honorables cuando son unos bastardos.

—Joe, no deberías estar esperando a tu esposo en vez de estar aquí.—La voz de está mujer es muy grave se nota el temperamento qué se carga.

—¿Ahora ya ni puedo visitar a mis padres?—Precione mi mano en el pecho para parecer más dolido. Ellos fruncieron el ceño.

—Deja el sarcasmo, ¿que haces aquí?

Mi padre ya estaba molesto. Mire hacia el techo el cuál tenía bonita decoración, no se parece en nada a mi antigua casa. No era pobre pero tampoco llegaba a este nivel.

—Es mi casa, a partir de ahora viviere aquí—Los señores Rive ven a su hijo como si estuviera loco.

—Tus bromas no son graciosas, regresa a la villa de tu esposo. Tu presencia me irrita.

Qué padre tan dulce, ganaría el premio a mejor padre del año, descuida Joe. Yo me vengare por ti, les dejaré en la calle ya que toda la fortuna de la familia Rive te pertenece siempre te a pertenecido solo que no tenías el valor suficiente de llevarle la contraria a tu padre.

—No es una broma querido padre—Me levanté del sofá, me sorprende qué mi altura sea de 1.80, dos centímetros más bajo que mi padre.—Hace como dos horas que firmé el acuerdo de divorcio.

Los colores se iba y venían en el fino rostro de mis padres, ellos estaban apunto de explotar.—¡QUE DIABLOS HICISTE, MALDITO IMBECIL!__El intento darle un puñetazo a Joe, pero este lo esquivó era una bendición que aún tuviera los reflejos de su vida anterior, de no ser asi, ahorita estaría tosindo sangré.

—Estas perdiendo el toque, viejo—Me burlé, el rostro de mi madre era una obra de arte, todo el estaba fruncido—si sigues así de enojada no tartaras en entrar a la menopausia. Bueno tal vez ya estés con ella.

—¡JOE..!

—¿Joe qué? Anabella—La mire con enojo, está mujer no se merecía que la llamara madre—¡No crean qué voy a volver a seguir sus malditas órdenes!—Mi voz es suave pero llena de determinación.

—¿Quien te has creído? solo eres un Omega que sirve para dar a luz, así qué comportarte como tal y vuleve con tu esposo para que puedas darle un heredero.

—Encerio qué eres repugnante, eres hermosa pero tú interior tiene un hedor asqueroso. ¡UNA MADRE DEBERÍA AMAR A SUS HIJOS SIN IMPORTA SUS DEFECTOS! pero tu... tú no lo eres, no mereces ese título.

Joe ya estaba empezando a despertar sus instinto, sus ojos se estaban tornado de un carmesí claro. Quería retorcerle el cuello.

—¡Respeta a tu madre..!—Plaf, mi rostro había recibido una abofetea, el sabor a hierro estaba invadiendo mi paladar. Escupí un poco de sangre los mire a los ojo lleno de odió.

Joe sujetó el florero de la pequeña mesa que combina con los sofá, se lo arrojó a su padre. Este no tuvo tiempo de esquivarlo, el florero lo había hecho caer al suelo.

Joe aprovechó esa oportunidad, tomo el cuchillo qué estaba cerca de las frutas. Se subió encima de su Padre con el cuchillo justo en su cuello.

—¡Si me vuelves a tocar una vez mas, juro que te mataré peor que a una cucaracha!—Las feromonas y ese par de ojos carmesí estaban ha siendo temblar al señor River. Jamás espero que su hijo tuviera agallas para tal cosa.

—Escuchen muy bien lo qué diré porqué no lo repetiré una segunda vez, ¿entendido?—Ellos aún con el shock asintieron.

—Yo me divorcie de Zac y lo que ambos piensen me vale dos hectáreas de estiércol, a partir de ahora viviré en esta casa, porqué es mi casa.—Movia el cuchillo por todo el cuello de mi padre, sentian como su cuerpo se tensaba y tragaba con dificulta—Ustedes señora Anabella y señor Matías tendrán que soportar mi presencia.

Joe se puso de pie dejado a un Matías en shock a la vez tocaba su preciado cuello, Anabella veía a su hijo con horror. Ellos por fuera se mostraban con elegancia, imponentes, pero en realidad eran grandes cobardes. Cada vez que algo salía mal se desquitaban con sus hijos ya que con ellos podian mostrar su poder que con los demás no podían ejercer.

—¿Tienen algo que decir?—Me senté en el sofá con mi espalda recta, cruze mis piernas a la vez jugaba con el cuchillo—Digan su dudas o sus disgustos, soy todo oídos.

Anabella, ayudó a su esposo a levantarse, el cual aún temblaba por el miedo qué Joe le había hecho pasar.

—¿Por qué divorciarse?

—Madre, mi querida madre, ¿no crees que esa pregunta es estúpida? Creí que eras más inteligente—Movi mi cabeza de un lado a otro con una hermosa sonrisa en mi rostro, pero para ellos era maligna.

—¡Solo responde!

—Bueno, Zac el quería el divorcio y yo solo firmé. Para que seguir en un matrimonio dónde ambas partes ya ganaron lo suficiente.

—¡Sabes que la gente hablara de nuestra familia!

—Deja de gritar, y a mi que me importa lo que digan esas personas sin ofició. Eso no me va ni me vine, desde ahora les advierto, ni piensen qué me voy a volver a casar o obligar a mi hermana hacerlo...Por qué entonces este cuchillo estará enterrado en sus cabezas.

Me puse de pie para subir a mi habitación, necesitaba un baño y dormir un rato antes de que llegue mi hermana del colegio.




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