Capítulo 2
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
-Katuki, Cachorro ¿Dónde estás?- Una mujer ceniza un tanto preocupada buscaba a su cachorro por los grandes corredores de palacio.
Mitsuki, aún con el gran sentimiento de vacío en su pecho, luchaba por su vida con garras y dientes contra la muerte, una que sería más venidera y próxima que la puesta de largo de su hijo.
Siguió buscando a su cachorro con la mirada cada vez que avanzaba, hasta poder divisarlo entre las mantas y cojines del nido de su omega, el cual había quedado intacto después de la muerte de este. Y ahora , cómicamente, era usado como fuerte de su hijo.
-Papá, no puedes entrar, este es un lugar solo para mí y mi omega.- Si tan solo supiera que en ese lugar Katsuki fue engendrado, no estaría tan feliz entre esas telas. Y solo de recordarlo, hacía reír a Mitsuki.
-Mi pequeño alfa eso no es así, ese era el nido de tu madre, ese no puede ser el nido de tu esposa.- Intentaba explicarle con un intento fallido al ver la cara curiosa del cachorro.
-¿Por qué no? Es bastante bonito y grande.- el pequeño admiraba el nido que había en el lugar como si fuera una pertenencia sagrada del palacio. Una a en dónde todo el mundo menos el y su padre tenían prohibida la entrada.
-Katsuki, tu pareja no estará cómodo en este lugar, ya que que el querrá su propio nido, no uno reutilizado, además este huele mucho a mí y a mamá. No estaréis cómodos con olores de otras personas.- Katsuki hizo un pequeño mohín mientras asentía en comprensión.
-¡Entonces mañana haré un nido muy grande en mi habitación para mi omega!- El pequeño sonaba emocionado pensando en su omega, pero antes de obtener respuesta por parte de su madre alguien abrió la puerta de la privada habitación poniendo en un estado de alarma a la alfa quien se disponía a atacar al intruso del íntimo lugar.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
El joven rey se despertó debido al extraño recuerdo que se instaló en sus sueños, recordaba con una extraña amargura todo su pasado desde antes de la muerte de su progenitora.
No se comportaba de esa dulce manera desde hacía más de una década, cuando pasó a estar bajo la custodia de su abuelo y le enseñó las verdades y mentiras del mundo, cuando dejó su tierna inocencia de lado y se centró en sobrellevar su vida con solo unos pocos amigos, con los cuales podía confiar. Ya que el resto de las personas, solo se interesaban en ganarse su gracia y así tener una vida mejor al lado del futuro soberano. Pensamiento que empezó a hundir al cenizo en su triste soledad. Seguía recostado en su alcoba, cuando alguien tocó la puerta tres veces.
-¿Qué demonios sucede ahora?- Chilló dándole a entender a la persona de afuera que podía abrir la puerta. Una sirvienta se hizo paso en su campo de visión, sin invadir la habitación de su majestad, le informaba desde el umbral de la puerta por órdenes mismas del propio cenizo, quien se niega a dejar pasar a nadie en su zona privada, muy pocas personas han logrado el permiso para entrar. Siendo el primer rey que se encarga de la propia limpieza de la habitación.
-Su abuelo, el anterior rey, desea verlo.-Finalizaba con una referencia.- lo está esperando en el gran comedor.- la joven sirvienta, quién estaba acostumbrada a la mala actitud de su majestad, habló lo más educadamente posible para no ser regañada por este y ocasionarle un despido, o aún peor el exilio, como ya había ocurrido con algunas personas del antiguo personal
-Dile a ese vejestorio que lo veré en unos días.- Katsuki empezaba a soltar feromonas amenazantes al saber que su abuelo querría hablar de nuevo con él, lo que le ocasionaría una nueva disputa.
-mi señor, su familiar ha insistido en que debía verlo cuanto antes.- la beta se encogió mostrándose sumisa ante el alfa al prever la respuesta de su majestad.
-¡No pienso salir de mi alcoba en lo que resta de mañana! así que dile a ese viejo que se marche por donde ha venido.-La joven beta realizo una leve reverencia para seguidamente cerrar la puerta y volver por su camino a hacerle saber la respuesta de su majestad al antiguo soberano.
Katsuki se revolvió entre las sabanas tratándose de volver a dormir, cuando un estruendo proveniente del exterior de su habitación se escuchó, y la puerta de esta fue abierta de par en par dejando su alcoba abierta a intrusos que invadían su territorio, el cual protegería con garras y dientes.
-¿Quieres dejar ya esa estupidez tuya? Eres el nuevo soberano, no puedes estar así, debes dirigir el reino y al ejército. La última batalla la ganasteis por los pelos tienes que ir a levantarle el ánimo a tus soldados.- Su abuelo recibió un gruñido al instante que puso un pie dentro de su territorio, Su habitación era bastante grande, un poco más grande que el resto de habitaciones de ese palacio que actualmente era su segunda residencia, una que fue construida hace poco más de un año.
Su habitación constaba de un gran armario en donde guardaba las camisas intactas que nunca se ponía en el lateral al lado de una puerta que escondía el gran baño con una pequeña piscina como bañera. En el centro se encontraba su lecho junto a una mesilla y un sillón donde solía colgar su túnica. Toda la habitación era de lo más normal de no ser por un nido en una de las esquinas situadas detrás de otra gran puerta que actualmente se encontraba abierta. Este empezó a tomar forma el primer día que se mudó provisionalmente al segundo palacio. Su lobo interior le exigía tener el nido de su pareja preparado. Cosa que extrañaba mucho al joven sabiendo que él, actualmente, no disponía de ninguna pareja. Luego de haberse visto casi obligado a hacer un nido por su lobo, sus instintos se despertaron prohibiendo la entrada a cualquiera que rondara por la habitación, solo su amigo de la infancia Kirishima sabía de la existencia de este una vez cuando entró con permiso del cenizo sin peguntar a qué se debía. Y en esos momentos, su abuelo y la sirvienta que se hallaba detrás del mismo tenían a la vista el majestuoso nido fabricado en secreto.
Katsuki gruñó dejando salir feromonas atemorizantes para cualquiera que pasara, su abuelo, aunque sí notó las feromonas de su nieto, se mantuvo quieto delante de él, mientras que detrás suyo, la plebeya había desaparecido hasta un lugar bastante alejado de la alcoba. Su abuelo no apartaba la mira de Katsuki quien le mostraba los colmillos con toda la intención que su instinto le marcaba de proteger su territorio.
-Por qué demonios hay un nido en tu habitación?- Su abuelo le reclamó.-¿A caso ya planeas tener cachorros? Porque no encuentro otra explicación a esto ¿Te has decidido por desposar a una de las concubinas que te mandé? Esas betas eran hermosas, estoy seguro de que te decidiste.-una vez Katsuki retomó un poco de su racionalidad, se dispuso a hablar con su abuelo, claro está, sin disminuir una pizca su enfado.
-No voy a desposar a una beta, no me agradan y su olor es desagradable, no voy a casarme con ninguna de ellas.- Sentenció viendo como a su abuelo le cambiaba el color en el rostro. ya habían tenido esta conversación, y no acabo nada bien.- Lo de los soldados lo tengo arreglado, esta noche se llevará a cabo una fiesta aquí con ellos para celebrar la victoria, no tengo nada más que decir así que retírate.- Le señaló la puerta para que se fuera, y su abuelo se limitó a avanzar aún más cerca de su lecho.
-¿Porque te niegas tanto a casarte? eres un rey, Katsuki Bakugo, tu deber es dirigir a tus súbditos y mantener tu linaje consiguiendo descendencia. Y ya hace unos años que tienes la edad para cumplir tu deber.- Su abuelo no paraba de repetir lo mismo. Eso él ya lo sabía, pero su pareja la decidiría él, y a él no le atraían las betas, se podría decir que no le atraía el sexo femenino en general, tenía amigos hombres y dos amigas mujeres, pero no pasaba de ahí.
-Ya te dije que no me atraen las betas, deja de ser así, yo elijare a mi propia pareja con mi propio criterio.-
-¿Con quién vas a casarte sino? Las únicas que pueden engendrar un niño son betas mujeres.- Su abuelo pareció entender lo que el rubio pretendía decir.-¿No me digas que sigues con tus tonterías de tener una omega?- ~un~ en masculino, pero Katsuki no iba a corregirle. Hacía ya tiempo que sabía sobre su atracción hacía los omegas aunque eso su abuelo no lo supiera.- ¡Casi no hay omegas en esta nación! ¡Y los que hay disponibles son concubinas o prostitutas! ¡Si tanto quieres acostarte con una omega o tener un harem de ellas tenlo, pero no puedes casarte con una! Yo ya te dije ¿no? ¡Tu padre murió por un omega! Si no llegas a haber nacido por culpa de ese omega hubiera habido una guerra por el trono. No puedes repetir las fallas de tu padre. Te daré un año, en un año quieras o no te casarás puedes elegir a tu esposa o te casaras con la general Kyoka.-su abuelo se dirigía hacia la salida de la habitación dejando sin responder a Katsuki.- ¡Y deshazte de ese nido! Solo los omegas tienen uno y un alfa de tu rango no debería proteger uno, Mañana mismo les diré a las sirvientas que se lleven todas esas telas.- Ahora si que hizo enfadar a Katsuki, o más bien a su lobo, quien gruñó fuertemente encarando a su abuelo.
-No entres nunca más en mi territorio ¡Y el nido para mi omega se queda!- Katsuki ya no era racional, su parte instintiva, como lo era su alfa le estaba controlando, y se veía en su iris cuando unas motas amarillas manchaban los rubíes de sus ojos. Si a Katsuki lo consideraban explosivo, era porque no era benévolo, no perdonaba a nadie y se creía superior por no decir su repulsión hacia el género beta femenino a quien odiaba cada vez más cuando se le acercaban para tratar de seducirlo. No obstante, siempre había tratado de controlarse, aunque sea un poco con su abuelo, ya que era la única familia que le quedaba. Cosa que su lobo no hacía, tratando por igual a cualquiera que intentara quitarle a su omega, un omega el cual no conocía pero ya lo tenía perdidamente loco.
La propuesta que le dijo su viejo, de ir a acostarse con un omega, no era del todo mala para el lobo, al menos no cuando se lo dijo por primera vez, ya que prácticamente obligo a Katsuki a entrar a un prostíbulo para ver si encontraban a su omega y sacarlo de esa miseria. No obstante, no encontró omegas. Ahí solo había betas y tres omegas mujeres que estarían en sus treinta. Cosa que hizo gimotear por primera vez a su lobo cuando se dio cuenta que su omega no estaba ahí. A decir verdad, solo había conocido un omega barón y este era el omega de su amigo el pelirrojo. El cual solo salía de la residencia de Eijiro para absolutamente lo necesario. Excepto cuando lo conoció, que fue en una de las fiestas reales, dónde mucha gente lo miraba con repulsión.
Katsuki pasa sus celos prácticamente encerrado en su habitación. Dónde nadie tiene permitido entrar ya que, en ese momento, cuando su lobo toma el control de su cuerpo se vuelve agresivo por la falta de su pareja. Y una vez cuando su abuelo intentó meter a una beta consigo en la habitación, le faltó poco para degollarla. Su lobo no quería a nadie que no fuese su omega, y su parte racional, aunque muy profundo que fuese, se sentía igual. El nido que hizo con ese propósito no iba a desaparecer de su habitación, es más, si alguna criada se atrevía a poner un solo dedo en su nido, no iba a salir inmune, le había costado más de un mes entero dejarlo perfecto sin que nadie se enterase de la existencia de este, y medio año en dejar el olor de sus feromonas impregnado, solo un necio tocaría ese nido o peor aún entraría en este.
Sin dejar al Bakugo mayor continuar le cerró la puerta en las narices para así colocar bien la parte del nido que su abuelo movió al abrir las puertas de par en par. Su lobo estaba intranquilo por culpa de lo pasado recientemente, invadieron su espacio y amenazaron con quitarle el nido de su futuro omega. Nadie podía amenazarlo, era el rey, pero por alguna razón su abuelo siempre era escuchado antes que él, y eso era algo que debía cambiar.
Poco antes del ocaso, La mayoría de los guerreros fueron invitados a la segunda residencia del rey, todo para celebrar su reciente victoria en batalla. Cómo era de esperarse, los amigos más cercanos al rey llegaron mucho más antes para poder hablar cómodamente sin la necesidad de tener a gente curioseando a su alrededor. por no decir, que el resto de los guerreros que no estaban relacionados con su majestad solo iban por respeto hacia sus cargos mayores.
Faltaba aún un tiempo para el ocaso, y a Katsuki le fue avisado que Kirishima junto con el caballero de alto rango, Lida ya habían llegado a su palacio, y yacían en el jardín de dicho lugar. Su lobo, quien ahora estaba más tranquilo que esta mañana, empezó a despertar sus instintos, inquietándose, agudizando lo máximo posible sus instintos.
Este se encontraba caminando por sus amplios corredores, intentando llegar hacia el jardín, con sus hermosas vistas al bosque. Este realizó su camino mientras se acababa de colocar su hermosa capa de piel, esa que utilizaba todo el tiempo junto con su pecho desnudo.
-Su alteza Katsuki.- El rostro del joven rey cambio de golpe dispuesto a rechistarle a su amigo, por haber sido nombrado de esa manera, por más que hiciera, de primeras siempre le hablaba de manera formal, como si nunca se hubieran conocido.
-Kirishima, ya me estás hablando.-Antes de acabar con sus quejas, el joven rey se detuvo quedándose inmóvil por unos segundos, un olor desconocido envolvía sus fosas nasales, era agradable y dulce. uno que hacía querer proteger al dueño de esa fragancia.
-¿Bakugo? ¿Estás bien?- Kirishima y lida se acercaron a él. Por una parte, el pelirrojo le había llamado por su nombre, eso lo agradecía, pero cuando se le acercaron, esa fragancia se volvió más débil, cosa que hizo a su lobo rasguñarle en su interior, exigiéndole que buscara al propietario de ese aroma.
-¿Captáis eso?- Sus amigos parecían no entenderlo, olfateaban el aire intentando obtener su respuesta pero no parecían muy conformes ni afectados, al menos no como reacciono el cenizo.
Su lobo amplificó sus sentidos, aún más a poder ser, buscaba algo desesperadamente y Bakugo sin saber que era también le ayudaba.
-Espera- Lida intervino.-Hay un olor dulce en el aire cada vez parece hacerse más potente, Pero es un tanto extraño, aquí no hay omegas.- Katsuki pareció comprender, ese aroma en las feromonas no era normal, seguramente habría un omega por ahí escondido mientras pasaba su celo. Uno el cual se le habría escapado a su abuelo cuando dictó la ley en omegas. Gracias a ese razonamiento pareció calmarse un poco, no obstante, solo consiguió calmar la parte racional, su lobo no estaba igual, y parecía que iba a entrar en un estado parecido a su celo en cualquier momento.
Uno de los matorrales pareció haberse movido, captando la atención de los tres alfas al instante. Una silueta de un hombre menudo se asomaba, lo único que se podía observar con claridad eran unos hermosos ojos jade alumbrados por la luz del atardecer. El resto del cuerpo del desconocido era un misterio.
El rojo y verde chocaron.
Katsuki no podía apartar la mirada y el propietario de ojos verdes se asustó para darse la vuelta y salir corriendo.
-¡Espera!- Katsuki se abalanzó hacía adelante, corriendo, intentando capturar su presa. para su desdicha se olvidó de los otros dos alfas que estaban a sus lados quienes lo detuvieron e inevitablemente, su lobo tomó el control de su cuerpo, haciendo saltar sus caninos, causándoles un cosquilleo por la necesidad de morder en algún lugar.
Un gruñido retumbo por su garganta espantando a todo ser que estuviera cerca. Su lobo estaba desesperado por alcanzar a la persona que, minutos atrás, le había hechizado con su aroma y que ahora había desaparecido, dejando solo el aroma impregnado en el arbusto y a un alfa desolado
Su lobo estaba descontrolado, luchaba interiormente por salir a flote causándole dolor a Katsuki, quería infiltrarse entre los árboles del bosque hasta encontrar a esa persona y marcarla, hacerla un desastre y embarazarla. Su olor a celo aun permanecía en el aire y aún impacientaba más al rey, dejándolo intranquilo por si llegara tarde y otro obtuviera su lugar al lado de ese omega. Porque si, lo había encontrado, hace unos segundo había tenido a su omega delante de sus narices, y en el mismo instante en el que lo había encontrado había desaparecido. Dejándole su aroma invadiendo su mente y con sus caninos fuera. Por no decir que otra parte de su anatomía estaba saliendo a flote.
Al darse cuenta de ese pequeño detalle, el alfa corrió lejos hasta su habitación, dejando amonados a algunos criados que pasaban por ahí, Y a un pelirrojo que lo perseguía.
-¡Bakugo, detente!- Por mucho que su amigo le gritase, ya se hallaba en su habitación, el lugar sagrado que estaba prohibido para cualquiera sin invitación, excepto por una excepción, El portador de las feromonas de hace unos segundos.
Kirishima aún estaba fuera de la habitación dándole pequeños golpes a la puerta por si el joven rey contestaba. Cosa que no iba a suceder. Por primera vez, en vez de dirigirse al baño o a su propio lecho, se hundió en el nido de su venidera pareja, recordando el aroma de hace unos instantes, haciendo que el mismo alfa soltara por primera vez, unas feromonas atrayentes y relajantes para cualquiera. Calmándose a sí mismo, pero no al lobo que habitaba en él.
____________
Justo una hora después Katsuki salió de su habitación, encontrándose al pelirrojo sentado en el lateral de la puerta. Aparecieron por la fiesta de la victoria, con un rey sumido en sus pensamientos, ido, sin capacidad para reaccionar.
Todo terminó , y el cenizo perdido, y más sumiso que de costumbre, se tambaleaba hasta su habitación, con una sensación de vacío en el pecho. Cómo si le hubiesen quitado la mitad de su alma.
-Bakugo ¿Qué sucede?-Su amigo no estaba bien, se notaba con solo verlo dos veces. desde el incidente de hace unas horas no era el mismo Bakugo.
-Kirishima, cierra las fronteras, nadie puede salir del reino hasta nueva orden y tráiganme a todo omega o beta poseedor de ojos verdes en la sala del trono sin importar si es portador de una marca o no.- Bakugo no pensaba, solo se dejaba llevar por los lamentos de su lobo, su agresividad y su angustia por encontrar al omega que se escapó sin tan siguiera mostrar su rostro, aunque no le hacía falta saber que seguro y este era hermoso.
-¿Estás seguro?¿Porque?- El pelirrojo sabía muy bien que su amigo no toleraba las castas inferiores a la suya ¿Por qué de repente buscaba tan desesperadamente a alguien de esa clase ?
-No quiero preguntas, no es una petición, es una orden.- definitivamente, luego de saber que su omega estaba vivo y yacía en sus tierras, no iba a dejarlo escapar, era suyo, para proteger y cuidar. Su lobo no iba a estar más solo, no iba a sufrir sus celos solo, tendría una familia y al fin sería feliz, como cuando su padre aún vivía junto a él.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top