Capítulo 02

El camino silencioso había sido más largo de lo que esperó y estaba de mal humor. Cada paso revelaba la opulencia y el lujo que emanaba de cada rincón del lugar. Las paredes estaban adornadas con obras de arte valiosas, las alfombras de felpa cubrían el suelo, y lámparas colgantes iluminaban con suavidad los espacios.

Al llegar al final de un corredor, las puertas dobles se abrieron de par en par, revelando un vasto jardín que se extendía más allá de la vista. Los meticulosamente cuidados céspedes verdes se fundían con arriates de flores multicolores, creando una combinación de colores vibrantes y aromas embriagadores.

En el centro del jardín, se alzaba una fuente de mármol blanco, cuyas aguas danzaban y creaban una melodía suave. A su alrededor, estaban dispuestos elegantes bancos y mesas, invitando a los visitantes a relajarse y disfrutar de la serenidad del entorno.

En los límites del jardín, imponentes árboles frondosos brindaban sombra y privacidad, creando un santuario natural alejado del bullicio del mundo exterior. Las ramas se mecían suavemente con la brisa, y el canto de los pájaros llenaba el aire con una melodía dulce y relajante.

Odiaba la idea de estar entre esos cimientos tan arrogantes y menos con la fachada tan ególatra del lugar. Aunque, lo obligaron a caminar entre las costosas rosas. Quería quedarse en el jardín y cuidar de las flores. Al ingresar a la mansión, caminaron hasta un segundo piso, donde se toparon con una habitación de puerta grande y achocolatada. Sintió una feromona alfa muy fuerte, que le recordó a los bosques nevados, aquellos que visitaba con su padre en sus vacaciones.

Los hombres abrieron la puerta y le indicaron que ingresara, cuando lo hizo, cerraron la puerta sin decirle más y no le devolvieron su mochila. Sin embargo, no protestó y se dedicó a explorar la gran habitación. Tenía baño propio con una puerta firme, lo que era un puntazo, aunque era irónico. Al fondo estaba la cama de dos plazas, grande, bien hecha con sabanas pulcras y costosas. Eso lo sabía.

De repente, la puerta se abrió y entró una joven, supuso que era la mucama, ya que se adentró hasta la cama y dejó una muda distinta de ropa, elementos de higiene personal y sales de baño. Ella caminó al baño y llenó la tina, le agregó una esencia y las sales, acomodó cada uno de los elementos y colgó la toalla. Acomodó la ropa en un taburete dentro del baño y luego salió sin siquiera reparar en él. Era totalmente invisible. Bueno, después de todo, soy solo el pago.

—Hola, un placer —musitó en reproche cuando ella salió para luego reparar en lo que había hecho. Claramente, era un mensaje; lo querían limpio y oliendo bien para quién sabe quién. No le vendría mal un baño y encima uno así de lujoso, claro que prefería la esencia de chocolate, pero la de rosas no estaba tan mal. Observó el conjunto que le habían dejado. No era nada demasiado revelador, al contrario, se sorprendió por la simpleza de la ropa. Pensé que sería lencería costosa.

Recordó que llevaba la ropa que le prestó el hombre que "lo vendió" y quiso golpearse. Con esos trapos, nadie dudaría que fueran parientes. Se preguntó si cambiarse de ropa fue realmente necesario y llegó a la conclusión de que no, obviamente no lo fue.

Sin meditar más, se desvistió y sumergió su cuerpo en el agua tibia y se dejó llevar por la agradable sensación hogareña. Realmente quería regresar a casa y tomar un baño así, pero en su habitación, donde ningún alfa, lo tomaría después de su momento de paz e intimidad. Suspiró con desgano y empezó a remojar su piel blanca y aperlada. Esperaba que no le quedaran marcas y, mientras pensaba, tuvo miedo de que lo marcaran. Una marca de enlazamiento era lo peor para todos aquellos que fueran omegas. Si bien él pertenecía a una variación rara, seguía siendo omega y la mordida alfa lo marcaría de por vida.

Pasado un tiempo, salió de la tina y buscó la toalla. Se envolvió y buscó una más pequeña para secarse el cabello, el cual goteaba desde las puntas finas y oscuras. Amó el champú, así que, registró la marca en su memoria con el fin de comprarlo cuando saliera de allí. Claro, si es que salía de allí. Puso fin a sus desvaríos y continuó secando su cuerpo.

La tranquilidad de la habitación se vio interrumpida por la brusca apertura de la puerta. Un hombre de apariencia avejentada, pero con rasgos alfa que resonaban en cada fibra de su ser, irrumpió en escena. Su figura imponente y su aroma a whisky llenaron el aire mientras avanzaba con paso decidido.

A pesar de su estado desaliñado, logró tomar una bata y cubrirse rápidamente, evitando que el recién llegado pudiera ver más de lo debido. Los pliegues de la bata se acomodaron a su cuerpo, brindándole cierto grado de dignidad en contraste con su apariencia inicial.

No quiso moverse hasta no saber qué haría, aunque rogaba en silencio para que no fuera el alfa al que habían decidido venderlo, pero sus plegarias parecieron caer en oídos sordos.

Sin tiempo para reaccionar, el alfa lo sujetó bruscamente del rostro, obligándolo a inclinar la cabeza hacia atrás. El agarre firme y dominante le impedía moverse, mientras su cabello color chocolate rozaba la punta de su nariz. Los ojos verdosos del hombre lo escudriñaron con avidez, como si buscaran desentrañar los secretos ocultos en su rostro.

Acea? —inquirió el alfa. Aunque, él no supo muy bien por qué o a qué se debía—. Este curajos, dar nu cu mult —agregó. Entendió que estaba tentando a su suerte, pues, sin quererlo, no se mostró asustado y vulnerable, al contrario, exponía su fiereza de una manera impecable, algo que el alfa no tomó muy bien.

Sintió el frío, rozarle la mejilla y notó que el hombre traía consigo muchos anillos de oro. Demasiados para su gusto. Aunque, poco le importaba.

Cel puțin arată decent. Ochii lui sunt un detaliu unic. Este un exemplar bun, dar este păcat că este mascul. —Por lo que llegó a entender, el hombre estaba encantado con sus ojos, pero detestaba que fuera hombre, o como él lo nombró; un espécimen macho. Quiso olvidarse de que, probablemente, lo matarían por tocar a ese hombre, y lanzarse sobre él para arrancarle la lengua. Pero, necesitaba salir de allí antes de que todo se pusiera peor.

El alfa lo soltó y empujó para luego salirse de la habitación acompañado por dos guardias. Suspiró y masajeó su mandíbula. El agarre había sido demasiado brusco y terminó causándole unas leves marcas. Lo pudo ver en el espejo y soltó una risita.

Voy a arrancarles las cabezas a todos estos descerebrados.

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