Capítulo 01

Primer arco: Ese extraño.

De pie, frente a un espejo desgastado, observaba su figura agraciada y reparó en la suciedad del lugar. Estaba repleto de basura, moho, humedad en cada rincón y un desagradable olor pútrido. El color beige desgastado de las paredes se mezclaba con el amarillento tono de los azulejos viejos del suelo. No podía decir con esa exactitud por qué el lugar estaba en esas condiciones ni cómo terminó allí. Pensó que tal vez solo buscaba un refugio momentáneo. Además, el hombre que le permitió ingresar y descansar, parecía buena persona pese a todo y beta encima.

Meditó un poco más frente al espejo ennegrecido y luego se volteó para buscar el cargador de su teléfono. El dueño del apartamento, no era exactamente una persona del todo higiénica, eso era obvio, pero al menos tenía electricidad y la necesitaba con urgencia para comunicarse. Al conectar el aparato, este sonó anunciando su carga rápida. Suspiró y dejó que cargara lo suficiente para poder hablarse a su padre y pedirle que lo mandaran a recoger. No se arrepentía de salir sin la supervisión de su progenitor, aunque debió traer consigo a algún guardaespaldas. Le pareció que hizo algo muy tonto e infantil, y él no era así. Se descuidó, bajó la guardia y se perdió en alguna ciudad, en algún barrio bajo con mala señal.

El dueño no hacía nada más que mirar televisión, cambiaba el canal de vez en cuando y tosía fuertemente. No habló con él más que para decirle que podía quedarse el tiempo que quisiera, tal vez porque pensaba que le daría alguna recompensa, después de todo, su apariencia lo delataba y eso lo hizo sentirse mal. No quería resaltar en ese lugar, pero no podía hacer otra cosa, aunque notó una muda de ropa doblada sobre la tapa del váter. Parecía limpia pese a lo desgastada que se le apreciaba.

—Señor, ¿podría usar esta ropa de aquí? —preguntó desde el baño, su voz resonó tranquila y el hombre lo escuchó.

—Claro, usa lo que quieras —le respondió con serenidad luego de toser un par de veces. No entendía muy bien la actitud tan amable del hombre, pero se lo agradecía. Tomo las prendas y se vistió con rapidez luego de asegurarse de que el hombre no lo estuviera viendo o algo parecido, ya que no había una puerta que cerrar.

Una vez vestido, revisó su celular, el cual ya tenía la suficiente carga como para salir de ahí y buscar un lugar con buena señal para llamar a su padre. Desconectó y guardó el cargador, revisó que los medicamentos que tomaba estuvieran en su lugar y se preparó para salir. Sin embargo, escuchó un estruendo en lo que era la sala, donde se encontraba el dueño del sitio, y se asomó para saber qué pasaba. Después de todo, el hombre no gozaba de una buena salud y capaz había colapsado de repente. Al fisgonear cautelosamente, vio un grupo de hombres, grandes y altos, trajeados y con auriculares en sus orejas, algunos llevaban puestos unos lentes oscuros, lo que le resultó totalmente irónico, ya que era de noche.

Venim pentru plata —habló uno de ellos. Eran como cinco hombres y todos parecían tener mal humor, pues se los notaba serios. No quiso entrometerse, después de todo, le resultó familiar el escenario y, por experiencia, era mejor no decir nada cuando no se es el deudor. Dedujo, por la entonación, que era rumano y ellos hablaban acerca de un dinero. Estaban ahí por una deuda.

—No tengo nada de dinero —renegó el dueño, desde el sofá dañado de la sala. Los cobradores, dedujo, se miraron entre ellos y luego se adentraron sin permiso alguno. Tampoco les hacía falta permiso alguno. Quiso esconderse y evitar un confrontamiento, pero era demasiado tarde. La privacidad en ese lugar era inexistente y ni mencionar los escondites. Lograron verlo, pero no actuaron precipitadamente.

Acest copil? —preguntó uno, que tenía una enorme cicatriz en el rostro, al menos, pudo diferenciarlos. Supo que hablaban de él y, aunque no estaba asustado, se enfadó por quedar atrapado en esa discusión—. Dacă este fiul tău, îl vom duce la șef. Este un omega, deci poate fi folosit pentru cauțiune —continuó y se acercó a él. No se atrevió a luchar cuando lo sacaron del baño para arrastrarlo a la sala. Descubrió, entonces, que ellos sabían que era omega y lo usarían para la fianza, pues creían que era hijo o pariente del dueño. No protestó porque no podía huir sin sus pertenencias. Además, el dueño de casa seguramente aclararía el malentendido.

—Ah, sí. —Fue lo único que dijo, por lo que aquellos hombres lo acorralaron y tomaron bruscamente para sacarlo del lugar. Recogieron sus pertenencias, pero no se las dieron. Quiso protestar y lo hizo, pero nadie le prestó atención. Lo subieron a una de las tres camionetas negras estacionadas en la entrada y manejaron con rumbo a un destino que desconocía totalmente. Ahora sí que estaba en serios problemas.

Nu cred că plătește. Cu siguranță acest omega va ajunge să fie vândut la afacerea șefului. —Otra vez hablaron de él, pero esta vez comentaban el hecho de que era muy probable que el dueño no pagara y él terminaría siendo prostituido. Ahora, prácticamente, lo habían vendido sin siquiera fijarse realmente en algún documento que avalara el hecho de que era hijo o pariente de aquel hombre. Quería asesinar a todos, eran betas, así que no sería difícil, pero no se movió.

No pudo llamar a su padre, quien estaría seriamente preocupado por él. Ahora se arrepentía, terminó de esa forma por actuar sin pensar. Quería retroceder el tiempo y no haber salido de casa sin sus guardaespaldas. Miró el suelo del automóvil y se mantuvo así hasta que, una hora o dos después, hicieron una parada. Lo obligaron a bajar para que hiciera del baño si lo requería, lastimosamente, tuvo que rechazar la oferta, pues no le era urgente.

El de la cicatriz estaba parado a un lado de él y le ofreció un aperitivo. Lo estaban alimentando y, dentro de todo, lo trataban cuidadosamente. Agradeció el sándwich de jamón y comió con ganas. Al terminar, el de la cicatriz gruñó cuando recibió una llamada y se alejó un poco para contestar.

Suntem la câteva ore distanță. Spune-i șefului că i-am adus plata. da este un omega —murmuró el hombre al teléfono, creyendo que el chico no le entendía, pero era todo lo contrario. Una vez más se refirieron a él como un pago y se lo estaba informando a alguien—. La tânărul maestru? BINE. —Cortó y se giró para mirarlo, aunque este mantuvo su atención en el envoltorio del aperitivo, entendió que hablaban de un "joven amo", uno al que verían al llegar.

Otro de los hombres le arrojó una botella de agua al de la cicatriz, quien la atrapó con agilidad y se la ofreció. Él aceptó y bebió con lentitud, retrasando su eminente destino. Esperaba que no faltara mucho, pero escuchó que todavía quedaban un par de horas de viaje y eso le hizo enfadar. Finalmente, lo subieron de nueva cuenta al automóvil y se resignó. Aceptó la idea de que sería prostituido nada más llegar, tal vez ahora le pertenecía un hombre viejo, alfa y enorme que lo obligaría a satisfacerlo en la intimidad a toda hora. Ridículo, pensó.

Él era un joven veinteañero, omega y de cualidades físicas agradables, y ya estaba vendido en el mercado de las organizaciones criminales. Le pareció un chiste sin gracia. Quiso hacer una rabieta, después de todo, odiaba que las cosas no salieran como él quería. Se retorcía de la rabia.

Uno de los hombres que estaba sentado junto a él, del lado derecho, le dio un papel y un bolígrafo. Él lo recibió sin entender mucho, pues ninguno dijo nada. Entonces, el de la cicatriz, quien estaba del lado izquierdo, lo señaló con el dedo índice y luego apuntó el papel. Entendió bien, esperaba, y escribió su nombre y edad. Al menos se sintió aliviado, pues ellos no estaban enterados de que él podía entenderlos a la perfección. Devolvió el papel y el bolígrafo. El hombre que lo recibió enarcó una ceja.

Miracol Ciaran? —le preguntó el hombre. Aunque pronunció con dificultad, él entendió lo que quería decir.

—Ciaran Miracle —respondió y corrigió la pronunciación. Claramente, ellos debían saber los datos de la persona que llevaban, pero no lo hicieron antes y eso había sido un error. Sin embargo, no dijo nada y esperó la reacción del hombre. Este asintió y guardó el papel sin mediar palabra, el ambiente se volvió silencioso. Y todo el camino estuvo así.

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