5: Escapando de la Oscuridad
Lo más seguro es que fuera mi imaginación pero sentí cierto odio en sus palabras cuando me dijo "y no vuelvas" es como si realmente quisiera que abandonara la aldea pero descarté la idea al creer que fue por las circunstancias. Cada acción que él realizó fue para ayudarme siempre estaba presente para reconfortarme en los momentos más complicados de mi vida, aun así la frialdad de como se despidió me provocó un gran dolor en mi corazón, ni siquiera un abrazo, ni un adiós, sólo "y no vuelvas".
No poseía del tiempo suficiente para pensar sobre mi despedida con Kéldysh, concéntrame en escapar lejos de allí era lo primordial. Saber que un dragón diferente al que había intentado curar había llegado a la aldea para destruir un par de casas y llevarse a mi hermana, la futura monarca, es una revelación de la cual jamás creí que sucedería; me esperaba lo peor pero las extrañas palabras que me facilitó Kéldysh me daban vuelta en la cabeza "debías ser la siguiente, no Svetlana".
Opté por olvidarme de aquello y concentrarme en correr con mis torpes piernas que amenazaban con dejarme caer con cada zancada que realizaba. Por más que exigí a mi cuerpo que se mantuviera en movimiento me fue imposible avanzar un paso más y caí rendida sobre la base de un árbol.
Mañana me dolería todos los músculos pero no quería preocuparme en el dolor, descansar era lo primordial y consumir calorías era lo mas aconsejable por lo que comí una bola de arroz de las provisiones que mi hermano me dio y bebí agua de la cantimplora que estaba junto con los suministros para minorar mi sed.
Si apagaba a lámpara no podría encenderla ya que no contaba con fuego. Al menos no me encontrarían tan fácilmente en medio de la oscuridad de la noche, me arrimé al tronco para descansar mi cabeza en él dando paso a una tranquilidad que calmó mi desazonado corazón y el sueño me invadió.
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El cantar de las aves resonaron en mis tímpanos, la afanoso melodía me indujo a abrir los ojos, enseguida los cerré al ser cegada por la excesiva. Tendría que moverme a base de mis otros sentidos hasta que mis ojos volvieran a acostumbrarse a la luz.
Al levantarme noté como mi cuerpo se sintió más liviano, la carne de dragón que comí anoche comenzó a entregarme las fuerzas suficientes para moverme. Siempre he dotado de un cuerpo resistente, por lo que al desayunar me sentí más viva que nunca, adolorida pero feliz de poder moverme con libertad por los páramos y disfrutar de la cálida brisa que azotó los arboles; a la distancia escuché el débil sonido de una cascada lo que significaba que podría darme una ducha y quitarme la mugre que me cubría desde hace varios días.
A ciegas caminé con mis pocas pertenencias hacía la base de la cascada; me sabía el camino de memoria aunque era difícil caminar con los ojos cerrados guiándome solamente por la intensidad del agua al caer desde lo alto de la montaña.
De vez en cuando separaba los parpados para acostumbrarme poco a poco a la luz. Cuando me encontré próxima a mi destino sentí las refrescantes gotas, ansiosa por sumergirme en el agua para lavar mi sucia piel apresuré el paso para dirigirme al mismo lugar al que siempre iba, alejado y oculto entre los verdes pastizales donde la profundidad de la laguna era más baja y podía secarme con los rayos del sol extendida encima de las enorme rocas que adornaban el bello lago.
Al sumergirme en la fría agua un escalofrió recorrió por todo mi cuerpo, tardaría un poco en calentarse con los rayos del sol pero yo no dotaba de demasiado tiempo, tenía que continuar en movimiento por si algún guerrero de la aldea decidiera venir en mi captura por ordenes de la monarca.
Aun no puedo creer que me he marchado de Lacrima di Drago para nunca jamás volver, la melancolía de que no volveré a ver más a mis hermanos se alojó en mi pecho junto con la frustración de que no estaré con ellos para defenderlos. No hay nada que pueda hacer ahora, si vuelvo de seguro me atraparan, la vigilancia será excesiva.
Tengo la esperanza de que algún día volveré a mi aldea natal pero será para llevarme a mis hermanos lejos de mi madre, aunque tenga que llevármelos contra su voluntad, no los dejaré en sus manos, espero que cuando regrese no sea demasía tarde.
Preferí no especular en las consecuencias al exiliarse y concentrarme en disfrutar del baño, mis músculos se relajaron con el agua fría enviándoles señales a mi cerebro de que me hundiera y permitiera que mi cuerpo flotara por si solo sobre la cristalina agua y fue lo que hice, estuve dentro del agua hasta que mis dedos se arrugaron.
Lavar mi cabello fue todo un desafío, cuando lo tengo limpio las ondas naturales de la cual disfruto observar habían desaparecido dando inicio a una maraña similar al nido de un ave; tener el cabello largo tiene sus desventajas pero como era la única de la familia que dotaba de cabello pelirrojo no tenía el valor de cortarlo.
Extendida en una de las rocas disfrutaba de los rayos que evaporaban las gotas de mi desnuda piel y calentaban mi frío cuerpo cuando de pronto escuché un ruido como si alguien se zambullera desde la altura, me senté para tener una mejor visibilidad, aunque no logré abrir los ojos por completo observé a m alrededor con los ojos entrecerrados, no visualicé a nadie próximo y el agua se encontraba en continuo movimiento por lo que deduje que fue algún animal.
–Tienes un bello cuerpo, chica del cabello de fuego –aclaró la voz de un muchacho.
Me volteé con rapidez en dirección a la voz cubriendo con mis brazos mis partes más prometedoras y deseé no haber volteado cuando me encontré a un chico con el cabello café miel, completamente desnudo.
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