C A P Í T U L O 1 5
—¡Mady! ¡Madison! —gritaba viendo los escombros de mi casa arder, donde vivía con mis padres biológicos, de donde me sacó Sir Tomas. No veía a Madison por ningún lado, estaba sola en el bosque, solo las llamas del fuego iluminaban la oscuridad de la noche—. Vuelve aquí, déjame explicarte, las cosas no son como piensas. No siento nada por Declan, te juro que solo fue una confusión. Él está ebrio y por eso...
Guarde silencio al ver como de las llamas salió un enorme lobo gris, no se quemaba con el fuego, las llamas se apartaban a su paso y este gruñó viéndome, comienzo a correr despavorida internándome en el bosque, llevaba una bata de dormir blanca que se arrastra por el suelo y ralentiza mis pasos. Atravieso el mismo sendero que lleva al Harbinson y me siento aliviada al ver que voy hacia un lugar seguro, pero Jason se atraviesa en mi camino y me estrello contra su pecho, él no se inmuta mantiene la vista al frente viendo la casa quemarse.
—No tenemos tiempo. Pronto vendrán los arcontes a terminar lo que los mestizos dejaron a medias —le suplico, pero pareciera que él no me está escuchando o que no estaba consciente—. Tienes que ayudarme, mi vida corre peligro.
Me giro buscando el lobo, pero ya no había nada, ni el salvaje animal, ni la casa en llamas. Siento una punzada en mi espalda baja, Jason sostiene mi cintura con una mano para evitar que me desplome al suelo mientras con la otra me apuñala.
—Los recuerdos solo serán una prisión para ti.
Me espanto de repente despertando a Jason conmigo, Madison está frente a nosotros acostada sobre los asientos, Jack está sentado en la fila de atrás durmiendo también. Amanecimos en la sala de espera del hospital, esperando noticias sobre Declan. Sus padres fueron los únicos que dejaron pasar a verlo y desde entonces no han salido.
No sé en qué momento me quede dormida sobre el regazo de Jason y me siento más confundida cuando las imágenes de ese extraño sueño llegan a mi mente. Me levanto rápidamente al ver al doctor que recibió a Declan cuando lo ingresaron, hasta ahora solo sabíamos que estaba mordido y que había perdido mucha sangre. Claire que es enfermera aquí viene junto con él.
—¿Cómo está Declan? —pregunto despertando a Madison, el doctor nos mira muy serio. Inmediatamente me imaginé lo peor—. ¿Está muerto?
—Deberían irse a casa, sus padres deben estar preocupados por ustedes, no hay necesidad de que se queden aquí —nos aconseja con diplomacia, antes de regresar a cuidados intensivos.
—¡Solo queremos saber si está bien! ¡si está vivo! ¡¿es tan difícil para ustedes responder esa simple pregunta?! —le grita Madison al verlo irse y Jack se apresuró a tomarla por los brazos, sus mechones morados se despeinan en su arranque de ira.
—Él está bien, por supuesto que está vivo, pero...—nos dice Claire y nos mira con preocupación.
—Escapó —interrumpe la madre de Declan, llorando—, no tenemos idea de donde está porque las únicas amistades que le conocemos son a ustedes.
—¿Cómo lo hizo? —pregunto sentándome sin poder creerlo.
—Por la ventana del baño, no sé cómo pudo salir y bajar —su padre me responde consternado—, es imposible que se haya lanzado de un tercer piso, en las condiciones que estaba—. Si las busca o las llama, por favor, avísenme.
Permanecer allí no tenía sentido, la policía comenzó a realizar preguntas sobre los lugares recurrentes de Declan, hace unos meses atrás diría que la cabaña de mi familia en el bosque, pasamos allí cada fin de semana, o para realizar cualquier proyecto de la escuela. Ahora, no tenía respuesta, no sabía nada de Declan hasta anoche y fue por las circunstancias. Nos fuimos del hospital y tras desayunar en el camino, Jack y Jason me llevaron a mi casa.
Atravieso el umbral de la cocina esperando que Diana comience su discurso, sobre lo irresponsable que estaba siendo al amanecer fuera de casa sin avisar. Pero en cuanto me ve lo único que hace es correr a abrazarme. Alessia que venía bajando las escalera se une al abrazo.
—Llame a la escuela y el señor Fitzgerald me dijo lo que paso —Diana me contó inspeccionando mi rostro y quitándome los mechones de cabello de la cara—, lo lamento tanto, ¿Cómo está Declan?
—Al parecer bien, tanto que se escapó del hospital —digo separándome de ellas y caminando al refrigerador por una botella de agua—. Ahora tenemos una patrulla de la policía frente a nuestra puerta.
—Pero ¿cómo fue que lo hizo? El hospital siempre está bien custodiado —me pregunta Alessia sentándose en uno de los taburetes de la isla.
—No desde las protestas hay demasiadas personas merodeando, pero lo que me parece más extraño es que estaba demasiado débil, perdió mucha sangre anoche y de repente se lanza de un tercer piso y burla a los seguridad del hospital en plena madrugada —comento sentándome junto Alessia, tomo un poco de agua y mamá se apresura en sacarme un plato con desayuno del microondas—. Estoy bien, desayune con... Madison en el camino.
Trato de omitir el hecho de que Jason pasó conmigo toda la noche, suficiente impresionado estamos con lo que le pasó a Declan para que iniciemos una discusión sobre los Wolfgang.
Mi teléfono suena y desde que veo quien llama, me disculpo para subir a mi habitación, cierro la puerta detrás de mí y descuelgo la llamada.
—Hola.
—Hola —musita del otro lado, escucho el parloteo de sus hermanos gritándose—, quería...
Escucho que suelta un suspiro y sonrío.
—¿Está todo bien?
—Sé que no es el momento, pero cuando se calmen un poco las cosas me gustaría que vinieras a cenar con nosotros y presentarte.
Siento que mi corazón se acelera, aunque me asusta un poco la idea. Escucho que alguien toca mi puerta y me apresuro en terminar la conversación.
—Claro que me gustaría, pero nos pondremos de acuerdo en otro momento —hablo con rapidez y corro a buscar mis pijamas en los cajones—. Discúlpame con Jordan por no poder terminar de ver su partido. Adiós.
Cuelgo y abro la puerta rápidamente para encontrarme a Sir Tomas detrás de ella.
—Sir Tomas, que sorpresa. Estaba a punto de entrar a bañarme para descansar un rato.
—¿Tomaste una decisión? —me pregunta entrando a mi habitación sin pedir permiso, como es costumbre en él—, ya empezó a derramarse sangre.
—Elijo a Jason, por encima de mis padres, de mis amigos, por encima de ti si es necesario —respondo a la defensiva con seguridad en mis palabras.
—Cuando tenía tu edad yo estaba enamorado, me parecía una locura debido a que los... de mi clase no se acostumbran a emparejarse. Y menos en la época que vivíamos aceptarían una relación con una persona de mí mismo sexo —mis ojos se agrandan al escucharlo, nunca había hablado sobre su vida amorosa y mucho menos nos había dicho que era gay.
—Fue por el que me fui de casa y se suponía que nos encontraríamos de este lado del mundo, pero jamás llegó, estaba tan encerrado en mi capricho con aquel muchacho que ni siquiera me importó partir sin despedirme, entonces mi familia murió y ni siquiera quedó una tumba a la cual visitar.
—¿Por qué me cuentas esto? Primero me dices que estoy conectada a Jason y que no importa cuánto se interponga mi padre y ahora vienes a contradecir todo lo que hago —mis palabras son un poco toscas, pero él no parece inmutarse—, ¿tú de qué lado estás?
—No es cuestión de elegir bandos, Hera. Mi misión es...
—Protegerme, tienes diez años repitiéndome lo mismo. Estoy bien y no te necesito —musito tajante y tomando las pijamas para entrar al baño. Estrello la puerta detrás de mí, no es la primera vez que me enojo con Sir Tomas, siempre me ha molestado que quiera darme consejos hablando en parábolas que no logro entender. Recuerdo una vez que me dijo que los amigos no eran para siempre, le pregunté a qué se refería y solo me respondió que dejara volar mi calendario. Me molestó tanto el sentirme confundida que le grite que si me iba a decir las cosas a medias mejor no me dijera nada.
Él nunca me reprocho por mi comportamiento, ni respondió a mis groserías, por mí misma voy a disculparme cuando tengo la sensación de que lo ofendí. Nunca lo he visto enojarse o alzarle la voz a nadie, siempre está calmado y dispuesto a tregua.
Tardo como media hora metida en la tina, pensando en todas las cosas, sobre todo en el sueño dándome una puñalada por la espalda, se me encoje el pecho al pensar que eso podría significar una traición por su parte. Salgo del agua y seco mi cuerpo para colocarme las pijamas. Salgo a mi habitación y cierro las cortinas para evitar la claridad. Voy hasta la mesita y saco un frasco de somníferos que me recetaron hace meses y de vez en cuando es que tomo alguno.
Me tomo dos y me recuesto cansada, las pastillas tardan poco en hacer efecto en mi cuerpo y no sé cuánto tiempo me quedo dormida.
Cuando despierto alcanzo a ver mi celular que ya es pasada las nueve de la noche. Me levanto a buscar algo de comer a la cocina, toda mi casa esta oscura, supongo que todos duermen así que dejo las luces apagadas y me las ingenio para caminar entre los muebles.
Abro la nevera y no encuentro nada sin un animal sacrificado como ingrediente que pueda comer. Solo tomo un yogurt deslactosado y me siento en la isla a comer. Escucho que algo se cae y me levanto a ver. Camino por el pasillo que lleva al cuarto de lavado y a la habitación de Sir Tomas. Todo está oscuro y calmado por lo que regreso a la cocina.
Ahogo un grito cuando veo a Declan de pie junto a la isla. Se acerca rápidamente y siento ganas de salir corriendo. Me hace señas de que guarde silencio y asiento lentamente.
—Quiero que vengas conmigo, quiero mostrarte algo.
{°°°}
El frío cada noche se hace más insoportable y siento que mi jersey y mi pantalón de franela no son suficiente abrigo, Declan conduce en silencio por la carretera, con dirección a las afueras del pueblo. Me siento nerviosa y asustada, no quiero despegar mi mano de la manija de la puerta por si en algún momento tengo que lanzarme.
Declan actúa demasiado extraño, suda demasiado y por momento parece darle un pequeño tic en el ojo, sus ademanes son ansiosos, con movimientos agitados y efusivas risas absurdas. Huye a la luz de la luna y aunque está sudando a borbotones insiste en seguir abrigado.
—¿A dónde vamos? —me atrevo a preguntar cuando nos desviamos del camino y Declan toma la intersección que lleva al Harbinson. Pronto todo lo que empiezo a ver es bosque.
—Sabía que no ibas a creerme así que tengo que mostrarte, es momento de que te quites la máscara y veas quien es Jason por ti misma —me dice sin despegar la mirada del camino ni un instante. Empieza a reducir la velocidad cuando estamos bien adentrados en el bosque.
—Declan esto es una pérdida de tiempo, deberías ir a tu casa. Tu madre está muy preocupada por ti y la policía no ha parado de buscarte —trato de persuadirlo y hablarle con tranquilidad, pero él no me presta atención. Detiene el auto y lo apaga justo en medio de la nada.
—Continuaremos caminando —me informa bajando del auto, no tardo en seguirlo.
Me abrazo al sentir la brisa helada calando mis huesos, Declan camina muy rápido entre las ramas, parece no tener problemas en vislumbrar el camino entre la oscuridad. Yo no puedo sentirme más asustada, pero deseo llegar a donde sea que se encuentre Jason y poder sentirme a salvo.
—¿Cómo fue que te escapaste del hospital? —pregunto tratando de distraerme y entablar una conversación, pero él sigue caminando en silencio con varios pasos por delante de mí.
—Fui mordido por un lobo y sigo vivo —comenta deteniéndose para tomar un nuevo rumbo—, supongo que muchas cosas que creí imposible ahora son pan comido.
—Pensé que ibas morir —confieso con miedo y él se detiene a mirarme. Su mirada luce tan diferente, siento que en él no queda nada del que fue mi mejor amigo. Sus ojos cafés ahora lucen negros y su sonrisa genuina ahora luce siniestra. Todo su halo es obscuro.
—Llegamos —anunció.
No puedo ver nada, solo escucho el ulular de los búhos y el chirrido de los grillos. Declan guarda sus manos en los bolsillos de su sudadera, miro en la misma dirección que él, pero por más que trato de vislumbrar en la oscuridad, no hay nada.
—Quiero volver a casa —le pido retrocediendo, pero él ignora mis palabras y sigue mirando a la oscuridad. Lo miro confundida pensando en que me está jugando una broma.
De repente escucho el estruendo, los gruñidos y el crujir de las ramas, es como una demolición avasallante que viene contra nosotros. Casi pierdo el equilibrio al ver como un lobo salta para derribar al otro. Siento que el corazón se me va a salir del pecho al ver esas dos bestias atacándose, uno más oscuro que el otro y más atroz, lo ataca con agilidad y sin piedad, el otro chilla de dolor, pero el lobo más oscuro no se detiene.
—¿Qué es esto, Declan? —le reclamo y él solo sonríe.
—Espera, el final es la mejor parte.
Siento que se me revuelve el estómago al ver como ese lobo prácticamente destroza al otro, es más que salvajismo o simple instinto animal. Sus movimientos son de furia evidente, como de un asesino depredador.
Retrocedo lentamente aterrada al ver como el lobo se retuerce agonizando y se va descomponiendo hasta convertirse en un hombre. Permanece inerte en la tierra, desnudo y ensangrentado. Siento que algo se detiene en mi pecho cuando veo que el lobo oscuro comienza a transformarse y convertirse en Jason.
—No —es lo único que mis labios pueden articular, se ve tan real, el olor a sangre se siente real. Pero sigo aferrándome a la idea de que sea una mentira absurda y que eso en realidad no pasó.
¿Lobos convirtiéndose en personas? Es imposible. Y más imposible que el chico del que me estaba enamorando destrozara a ese animal sin piedad sabiendo que era una persona. Probablemente, solo era un efecto de los somníferos que había tomado, probablemente era que todavía estaba dormida y solo creí haber despertado, desee que esto fuera otro sueño absurdo o una pesadilla.
Jason está de espaldas a nosotros, se levanta y sale corriendo. Declan sonríe satisfecho y yo salgo corriendo detrás de él. No puedo avanzar ni a la mitad de su velocidad, pero poco me importa cuantas ramas me golpeen, con cuantas rocas tropiece, necesitaba llegar a él mirarlo y convencerme que esa atrocidad realmente había sucedido.
—¡Hera, espera! —escucho que Declan grita detrás de mí, pero no le hago caso—. Maldición.
Tropiezo varias veces con algunas raíces altas, pero me levanto y sigo corriendo. Tengo la sensación de que Declan viene detrás de mí. Pierdo el sentido de a donde pudo haber ido Jason, pero al avanzar unos pasos más puedo distinguir uno de los caminos que conducen al Harbinson. El mismo que tomamos ese día que ofreció llevarme a su casa para que me protegiera de la lluvia, el mismo que tomé en aquel sueño donde al llegar hasta él me apuñalaba por la espalda. Solo puedo recordar las veces que mi papá me advirtió que despertaría de mi fantasía, cuando Sir Tomas me aconsejo que me asegurara de tomar las decisiones correctas. Habíamos estado tan cerca, compartimos tantas cosas y nunca vi nada anormal en él, todo parecía perfecto.
Cuando llego a las rejas de su casa, lo veo afuera abrochándose los pantalones, está de espaldas a mí, pero sé que sabe que soy yo porque permanece quieto, observo sus músculos tensarse bajo la luz de la luna, el tatuaje plateado de las garras brilla en su espalda.
—Siempre fuiste tú —mascullo con rabia, pensando en el cadáver del lago, los caníbales del bar comiendo carne cruda, el lobo que asesinó al cazador frente a nosotros—, siempre estuviste detrás de los asesinatos.
Él se gira, pero mantiene la cabeza agachada mirando al suelo. Su rostro y su torso está salpicado de sangre, pienso que no es de él hasta que veo el enorme rasguño que atraviesa su abdomen.
—Nosotros no matamos personas, no comemos carne humana —musita con tranquilidad, mas no creo lo que dice. Niego con la cabeza perturbada de solo imaginar todas las veces que estuve en su casa, todo lo que me pudieron haber hecho, me costaba creer que no lastimaría a las personas. Como lo vi hace un momento, vi a un animal con una furia implacable sin control sobre sí y capaz de todo.
—¿Y qué fue lo que acabo de ver? Lo masacraste hasta dejarlo muerto, esa era una persona —le recrimino dudosa tratando de organizar mis ideas, pero cada vez que lo afirmaba en mi cabeza me volvía a parecer surreal. Recordé sus palabras sobre descubrir lo que ocultaba el bosque, me aterrorizaba lo que había encontrado.
—Ese no...
—¡No te atrevas a acercarte a mí! ¡No te atrevas a dar un paso más! —lo interrumpo haciendo que retroceda. Yo también me alejo de él, las lágrimas amenazan con salir, pero me juro que no voy a llorar otra vez frente a él. No puedo permitirme necesitar su consuelo, su calor y su protección—, la noche de mi cumpleaños... ¿me salvaste esa noche o realmente fuiste tú el que me atacó?
Se queda en silencio y su omisión es suficiente respuesta para mí. No puedo correr a esconderme en sus brazos de los monstruos, porque esta vez él es el monstruo.
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