C A P Í T U L O 1 3
Agacho la cabeza avergonzada mientras escucho a mis padres reprocharme mis actos. Alessia vomitó de nuevo y mi madre le pidió a Sir Tomas que le preparara algo. La mandaron para su habitación a descansar y a mí me llevaron al despacho.
—Eres la mayor y siempre has sido mejor portada que Alessia, no conforme con salir a tomar alcohol, traen un escándalo, levantando los vecinos y que te vean como ese muchacho te falta el respeto —sabía que su única preocupación eran las apariencias ante los vecinos y el hecho de que nos vio a Jason y a mi besándonos—. Me prometiste que solo ibas a ayudarlo a demostrar su inocencia.
—Lamento mucho haberme escapado a tomar alcohol con Alessia, lamento haber sido irresponsable y dejarla embriagarse, lamento haber llegado a esta hora y lamento no impedir que Alessia le haya dado con encender los aspersores del jardín y ponerse a saltar y cantar. Pero no me voy a disculpar por mis sentimientos, ese beso no tiene nada de malo, ¿enamorarse papá?, no es un delito y Jason fue la mejor elección que pude hacer y no me arrepiento.
Diana me mira con indignación, pero no dice nada solo sale del despacho estrellando la puerta detrás de ella. Phil se pasa la mano por la cara, se levanta de su asiento y camina hasta la ventana.
—Sabía que ibas a caer en sus enredos, incluso puse a mis abogados a su disposición para que no tuvieras la excusa de seguir viéndote con él, te dije que no me iba a meter en tus decisiones, pero no voy a permitir que arruines tu vida, Hera —se gira y me mira con decepción, no resisto sostenerle la mirada—, apuesto demasiado a ti y no voy a dejar que tires tu futuro por la borda.
—¡Estás exagerando!
—Es que ya vi esa historia, llega a tu vida a deslumbrarte como un héroe, atrayente y misterioso, te envuelve cada vez más y más en su vida, hasta el punto de que cada paso que das depende de él. Vives encantada, enamorada de un sueño, el espejismo de un hombre perfecto que incluso si se equivoca lo justificas porque es un buen hombre. Y cuando despiertas ya es demasiado tarde, ya te ha arrastrado con él a su mundo de perdición, violencia y muerte.
—Con o sin Jason, padre. Ya estamos viviendo en un mundo de perdición, violencia y muerte —espeto dando apertura a una calurosa discusión, sobre cuán malo es que me acerque a los Wolfgang.
No resisto seguir escuchando sus palabras, me levanto de mi asiento y corro a mi habitación, me encierro en ella y me recuesto a llorar. Me duele que tenga razón, mi conciencia sabe que es como lo describió, pero lo que siento es más fuerte que un sueño, que un espejismo y sé que hay más de lo que ve.
Permanezco despierta hasta que el sol irrumpe en mi habitación, no podía dormir dándole vuelta a lo mismo, lo que ocurrió anoche en el night-club, la lucha de Jason y Marvin, su beso y la discusión con mi papá.
Lanzo la almohada contra la puerta y restriego mi rostro contra las sábanas.
—Me temo que así no se aclarara su cabeza, señorita.
Las palabras de Sir Tomas hacen que quiera hundirme en mi cama. Giro para mirarlo y trae una bandeja llena de comida, como para mí y tres clones míos más. En cuanto, pienso en comer mi estomago se cierra.
—Puedes regresar de donde viniste porque no tengo hambre —Sir Tomas deja la bandeja en mi escritorio y se coloca frente a la cama. Lo veo hacer unos movimientos con sus manos y de pronto estoy flotando en el aire, cubro mi boca para reprimir un grito.
—Dígame si se va a levantar por sí misma o tengo que llevarla volando —masculla dejándome caer en la cama de nuevo—, si en la primera batalla te dejaste derrotar tan fácilmente no te quiero ver en una verdadera guerra.
—No estoy derrotada, estoy confundida, no sé qué hacer —replico sentándome en la cama, tiro mi cabello hacia atrás en un vano intento de aclarar mis ideas—, deberías darle algo a tomar a mi papá para que cambie de idea.
—Quizás quien tiene que tomar algo eres tú —me recrimina colocando sus manos detrás de su espalda—, no puedes andar por ahí buscando conflictos para luego querer que acaben de repente.
—Pero yo no he hecho nada —me defiendo y Sir Tomas tuerce el gesto sentándose junto a mí.
—Los enfrentamientos solo pueden terminar en desgracias que cambian nuestras vidas —no puedo comprender en realidad a que se refiere, al principio pensaba que hablaba sobre la discusión con mi padre, pero no le encuentro sentido y asumo que se refiere a algo más—. He visto una guerra y he visto sangre.
—¿Jason va a morir? ¿es eso lo que tratas de decirme? —Sir Tomas se levanta de la cama, pero me apresuro a detenerlo—, respóndeme.
—Entender las visiones que tengo no está entre mis dones, pero en algo si estoy en cierto—musita y suelto su brazo—. El futuro siempre es el efecto que causan nuestras acciones en el presente.
Y con eso me deja sola, con la cabeza llena de preguntas que llenan un hueco de incertidumbre.
{°°°}
—¿Vas a venir? ¿cierto? —asiento a la pregunta de Jordan, me mira entusiasmado y me entrega una boleta para su partido de hockey, van a jugar contra la escuela de Winter Garden. Saca una playera con su número de jugador delante—. Iba a ser para mi novia, pero tú ya conoces la historia así que quiero que tú hagas los honores.
Mis mejillas se ruborizan y sonrió tomando la playera, Jordan me da un efusivo abrazo, actuando por primera vez como el chiquillo que es y no como el tipo arrogante con aires de suficiencia, un carraspeo hace que me suelte. No tengo que girarme para saber que Jason está detrás de mí.
—¡Dijo que sí! —exclama y me giro, Jordan posa su brazo sobre mis hombros—, también llevará mi playera.
—¿En serio? —pregunta Jason con el ceño fruncido. Asiento con una sonrisa y tomo su mano.
—Si. De hecho... —respondo y miro a Jordan—, ¿tienes una boleta extra? Me gustaría llevar a alguien.
—Tu chica oficialmente es mi fan número uno —le dice Jordan mientras saca otra boleta de su mochila y me la entrega—, no te pongas celoso.
Jordan aprieta la mejilla de Jason y él lo aparta de un manotazo, besó la coronilla de mi cabeza y me agradeció unas cien veces más, luego se despide de nosotros caminando nuevamente como ese tipo arrogante con aires de suficiencia que siempre actúa ser.
—Te quería invitar yo, pero está muy emocionado con esto y cuando me dijo su idea de la playera, preferí que hablaran ustedes directamente —Jason me cuenta mientras caminamos al aula de química, la única clase que compartimos, la mayoría de mis clases son avanzadas.
—¿Es su primer juego?
—El segundo —responde, sentándose junto a mí en la mesa—, pero el año pasado lo dejaron todo el juego en la banca y desde entonces no ha parado de entrenar, ha mejorado bastante.
—Debió ser horrible.
—Jack y yo le ponchamos las llantas al auto del entrenador por imbécil —dijo con simpleza, trate de disimular mi sonrisa—, cuento con que este año no se le ocurra hacer ninguna estupidez o terminará con otra cosa ponchada.
—¡Jason!
—¿Qué? Nadie deja a mi hermano menor en la banca —dice y toma su mochila para irse a su asiento, Madison entra al aula y se sienta a mi lado y tras ella entra el profesor. Cuando nos mira es que recuerdo que había olvidado el experimento que debíamos hacer.
—Madison...
—Tranquila, yo lo hice —me susurra levantándose del asiento para mostrarle al profesor, por suerte la mezcla tomo el color que el esperaba. Madison regresa a su silla—, lamento haberme ido sin avisar anoche.
—Descuida, note que estabas ocupada —el profesor alza la vista buscando donde está el murmullo, pero enseguida empiezo a garabatear mi cuaderno—. ¿Todo bien?
—De maravilla, él era un encanto. Solo que tuve que inventar que ya tenía dieciocho... —el profesor vuelve alzar la vista y nos ve.
—Señorita Campbell, por favor regrese a su asiento con el señor Wolfgang —el profesor le indica y antes de que se levante le paso la boleta del partido. Ella sonríe y me guiña un ojo.
A la hora de almuerzo me encuentro solo a Jared sentado en la mesa que acostumbramos a usar, busco a Jason con la mirada mientras camino con mi bandeja en las manos. Estar de pie sin hacer nada más que mirar a todos lados llama la atención de uno de los de seguridad, así que me apresuro en sentarme, Jared levanta la cabeza y sonríe al verme acomodando sus anteojos en el tabique de su nariz.
—¿Nos dejaron solos? —inquiero cortando los vegetales. Jared asiente y vuelve a concentrar su atención en un libro de física avanzada, subrayando cada párrafo de información crucial que contiene.
—Jack y Jason anda resolviendo los problemas de Jordan, los de seguridad lo atraparon en los pasillos en horas de clase y es la tercera vez en esta semana así que imagino tardaran bastante —suelta un suspiro y yo ruedo los ojos, imaginando la disputa que se debe estar desatando en la oficina del director Fitzgerald—, mientras yo... terminare la tarea de mi hermano mayor.
—¿Necesitas ayuda? Yo tomo esa clase —propongo y él me mira esperanzado extendiendo el libro hacia mi—, y podríamos aprovechar para hablar de Jason.
—Lo que sea que quieras saber deberías preguntárselo a él —me advierte quitándose los anteojos para restregarse los ojos con cansancio, tomo un trago de agua sin desviar la mirada de él—, Jason es exactamente el tipo de persona con el que no deseas meter la pata.
—No quiero saber nada del otro mundo, no te voy a preguntar sus temas privados, pero quise saber cosas que le gusten y su lista está vacía —su ceño se frunce y me mira circunspecto—, literalmente.
—Intenta por la lista de las cosas que no le gustan, esa si es larga —me acomodo en mi asiento intrigada, él dudó un instante y luego suelta un bufido al ver que sigo esperando que hable—, bien a Jason no le gusta la lluvia, ni la nieve, ni la navidad, ni los cumpleaños, las películas, la música, los mariscos, el helado, no le gustan las bromas, no le gustan las sorpresas y lo más importante es que nunca te atrevas a entrar a su habitación sin que te lo pida... se desata una guerra mundial cuando alguien hace eso.
—Con razón solo estoy yo en su lista —murmuro pensando en voz alta y Jared me mira con una sonrisa, su parentesco físico es idéntico a Jordan, pero su personalidad es completamente opuesta, Jared es más tierno e introvertido, mientras Jordan se la pasa haciendo cosas para llamar la atención, Jared prefiere estar solo y aislado haciendo tareas.
—¿Aún no lo entiendes? —inquiere y mi ceño se frunce con confusión, él ríe y sus rasgos se ven como los de un niño al hacerlo—, tú eres todo lo que le gusta.
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