Tercera historia de Tércica

Al comparar nuestras dos sociedades, la acuariana y la terciana, me doy cuenta que he sido injusto. He tratado de medir, todo este tiempo, con la misma medida a nuestros dos pueblos, sin tomar en cuenta que Acuaria lleva un largo trecho recorrido de varios ciclones por encima de Tércica. La especie de los Alfa relativamente es joven, está pasando por su primera etapa de la existencia y, probablemente, en los ciclones siguientes, cuando sea madura y sabia, yo tendré el honor de estar presente. Entonces veré como el pueblo maduro y sabio ha dejado la violencia a un lado.

Por desgracia mis pensamientos positivos acerca del destino de Tércica parecen haberse adelantado demasiado. Me enteré del surgimiento de un nuevo conflicto en la región de Europa. Al comienzo se trataba de una guerra entre dos naciones, luego entre dos alianzas y, con el paso de los ciclos, otras naciones se sumaron. La guerra alcanzó un elevado nivel de violencia como nunca antes la había visto. Los Alfa utilizaron su ingenio y tecnología, como en otras muchas veces, para provocar destrucciones masivas. Fabricaron miles de armas más sofisticadas que las usadas en guerras anteriores. Cañones de acero fueron montados en grandes y pesados transportes y, por ellos, lanzaban la muerte a mayores distancias que los obuses de las guerras predecesoras. Poderosos barcos de hierro surcaron los océanos llevando decenas de cañones y cientos de Alfas dispuestos a luchar y morir. Las máquinas aéreas se batían en duelo a decenas de mers de altura. En cada ráfaga de fuego —lo sabía yo, como seguramente también ellos—, alguien caería abatido sin posibilidad alguna de sobrevivir. Bajo los mares, las máquinas tripuladas navegan buscando presas que hundir.

Los campos de batalla se tiñen de sangre. La cuota de muertos y heridos Alfas es muy alta en los bandos beligerantes. Entre profundas trincheras cavadas los combatientes mueren por el dominio de un territorio. Los artefactos explosivos expanden poderosas ondas destructivas, en tanto tóxicos gases envenenan mortalmente a quienes no llevan puestas sus máscaras respiratorias. El campo, enfangado por la interminable lluvia, está tapizado de cuerpos mutilados. No solo la lluvia empapa el suelo, sino la sangre Alfa. Entonces, siento pena —a pesar que no debería pues todo esto se ha vuelto una especie de deporte para ellos—, por tanto dolor y por cuanto sacrificio infructuoso conlleva.

No sé en qué parará tanta destrucción. Los Alfas construyen con tanto esfuerzo para volver a destruir con tanta facilidad. Los conflictos se extienden por diversos países como lo hace un incendio cuando engulle con ferocidad un bosque, provocando el éxodo de miles de no combatientes a lugares seguros, casi siempre, a los pocos países neutrales. Muchas de estas personas cruzan los océanos en busca de refugio, en busca de una nueva vida en sitios como América —en una de las jóvenes naciones, y una de las más fuertes de Tércica, llamada Estados Unidos—, o en América del Sur, o en Australia, la enorme isla ubicada entre el Océano Índico y el Pacífico.

Luego de cuatro ciclos de lucha, la gran guerra terminó. Los pueblos quedaron en relativa calma nuevamente. A pesar de eso, hubo esporádicas guerras entre otros países, en otras partes de Tércica. Los Alfas —humanos, gentes, personas, hombres y mujeres, como dicen llamarse— continuaron con sus formas de convivencia, cada quienes en sus países. Los agresores y los agredidos siguieron viviendo en aparente armonía. Yo me explico este complejo comportamiento así: los tercicanos realmente quieren vivir unidos y en paz, pero grupos de poder han creado y reforzado formas de pensamiento que influyen en el comportamiento de sus congéneres. En ciertos momentos, la reflexión individual es acotada y anulada y sustituida por una masificada. Convertida a esta forma, se vuelve más sencillo su control. Es así, entonces, que el grupo de poder le dice a los suyos qué, cómo y cuándo cumplir sus disposiciones. Para masificar el pensamiento de los suyos, los gobiernos, utilizan todos los medios disponibles como la llamada propaganda, usan la exaltación de las emociones a través del discurso, dicen verdades incompletas y, algunas veces, mienten y, otras veces, pregonan la verdad si esta les conviene. Diseñaron complejas y efectivas instituciones para llevar las órdenes del de más arriba hasta cada uno de los miembros de sus ejércitos para ser concretizadas por estos.

Irónicamente, Tércica, así como cualquier otro mundo, no tiene límites que separen naciones; es un todo, y como dirían los mismos Alfas: es intransferible e indivisible. Esto descartaría, definitivamente, a Tércica como un mundo salvavidas para los acuarianos. No me queda más que desear y pensar que los Párbunes hayan llegado a la misma conclusión que yo y dirigido sus miradas a otros mundos deshabitados. Probablemente en estos instantes, si ocurrió la tan temible hecatombe vaticinada hace ciclones por los sabios de las ciencias, mi pueblo habita en una estrella lejana, en un planeta desconocido. Sinceramente, espero, un mundo tan bello como lo es —o lo fue— Acuaria.

La necesidad de comprenderlos me ha obligado aprender los diferentes idiomas y dialectos de Tércica. Por cierto, algunos de estos evolucionaron, mientras otros desaparecieron olvidados en el tiempo. El saber todos los lenguajes me ha servido de mucho, si bien no para comunicarme con ellos, pero sí para conocer sus ideas y formas de pensar. Estoy siempre alerta, leyendo sus medios escritos y escuchando los mensajes radiodifundidos a la espera de obtener indicios, preámbulos de nuevos cambios socio-psico-culturales y ambientales. Mis instrumentos, por otro lado, sondean el medio tercicano y estelar, registrando la mínima transformación biológica, algo que infiera un salto evolutivo, o revolutivo, y, en última instancia, devolutivo de la especie Alfa.

En los pocos ciclos posteriores a la gran guerra —según mis enfoques—, en Europa, y específicamente en el país llamado Alemania —iniciador de la primera gran guerra—, comenzaron ciertos movimientos que, según mi experiencia, darán origen a un nuevo conflicto bélico. Un hombre nombrado Adolfo Hitler ascendió al poder. Al calor de sus discursos, Hitler, logró rearmar su nación yendo en contra de un tratado que se lo impedía. Luego de tomar el poder, invadió y conquistó a la vecina Polonia. Tal como sucedió en los inicios de la gran guerra, se están formando nuevas alianzas para emprender una ofensiva que, estoy completamente seguro, escalará en una guerra de mayores proporciones que la recién pasada.

Una nueva gran guerra dio comienzo, los Alfas autoproclamados nazis se apoderaron ferozmente de naciones como Polonia, Francia, Austria, Hungría y la región norte del continente africano. Son aliados de Alemania, Italia y Japón. Por cierto Japón, unos ciclos antes, invadió al país de la China —una antigua y milenaria civilización— ubicada en el lado oriental de Asia. Según los medios de radiocomunicación, Japón, atacó sin previo aviso las posiciones de Estados Unidos localizadas en una isla del pacífico: Pearl Harbor, y las posiciones de otras naciones también establecidas en el mismo océano. La lista de naciones inmiscuidas en el nuevo gran conflicto rebasó a la de la reciente Gran guerra.

En los cielos, centenares de naves aéreas se dirigen al encuentro de sus objetivos. He visto complejos de fábricas de armas destruidas, pero también he visto destruidas ciudades completas. Pienso que la gran guerra solamente fue un burdo ensayo de lo que es esta otra. Cientos de barcos cruzan los océanos preparados para el feroz combate. Miles de Alfas mueren cada día en los enfrentamientos. Como siempre no hay nada que hacer, sigo siendo el observador del tiempo registrando los hechos ocurridos frente a mis ojos y mis instrumentos electrónicos.

Hay campos en donde concentran a los combatientes capturados y también hay campos de no combatientes traídos de sus ciudades de origen en donde son eliminados sistemáticamente tan solo por pertenecer a culturas diferentes.

La segunda gran guerra lleva desarrollándose cerca de cinco ciclos. Alemania retrocedió en todos los territorios que había conquistado y, al parecer, está a punto de claudicar. Su líder, Hitler, se encuentra oculto en una construcción fortificada y falta poco para que sus enemigos lo acorralen. Italia, aliada de Alemania, fue derrotada dos ciclos atrás firmando luego, un armisticio con las fuerzas vencedoras. Japón, el otro aliado está perdiendo territorios ocupados, no obstante parece distante su dimisión.

El supuesto cadáver del líder alemán, Hitler, junto con el de una Alfa fue encontrado en el interior de la fortaleza, sin embargo ese no era él.

Me encontraba en la parte oriental de Berlín, ahora bajo el poder de los rusos, cuando un sobresalto de los instrumentos radiométricos indicó la presencia de una elevada fuente de energía en las coordenadas geográficas correspondientes a Japón. La emisión era bastante similar a la que detecté meses atrás en el punto sur de los Estados Unidos, conocido como Nuevo México. Una segunda emisión excitó nuevamente los instrumentos radiométricos. El sitio es otra vez Japón. Estoy convencido de que se trata de una nueva arma.

Japón dimitió finalmente. Tal como lo supusese trataba de un arma. Los Estados Unidos le llaman «bomba nuclear» y tiene elsuficiente poder destructivo para acabar con una ciudad entera y con la vida decientos de miles de vidas en cuestión de dos suspiros. Las ciudades japonesastomadas como puntos para probar el poder destructivo de la «bomba nuclear» sellamaban Hiroshima y Nagasaki. Ambas quedaron arrasadas y hasta la fecha seperdieron cientos de miles de vidas. Con este suceso, la historia tercianaentró en una nueva etapa.


12 Es la unidad empleada por los acuarianos para medir distancias cortas. Cada mers equivale a un metro.




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