Capitulo Veinticuatro.
-Stiles-
Tres semanas, ese era el tiempo que había transcurrido donde el único cambio que había habido era yo convirtiendome en una maldita pelota de basquetbol. No había engordado demasiado, aún podia esconderlo debajo de mi ropa si usaba sudaderas grandes pero cuando me miraba en el espejo desnudo podia notar perfectamente la protuberancia en mi bajo abdomen.
Gea había desaparecido de la faz de la tierra al parecer o al menos no se había dignado a mostrar su bonita cara en mi presencia. No me importaba mucho, había estado controlando a mis bebes con Melissa y ella había dicho que todo estaba bien lo que me tenia tranquilo. Mi amigo anonimo no había vuelto aparecerse, supuse que el hecho de que Derek parecia haberse convertido en mi trasero, ya que no se separaba de mi ni un segundo, era una de las razones por las que el chico no se había acercado. De igual manera, había encontrado un grupo de paletas en mi ventana hacia un par de días, lo que me decia que el chico si había vuelto.
Derek había encontrado las malditas cosas y había armado un escandalo digno de una diva, gruñendo y atacando a todo el mundo porque no habían sido capaces de ver al chico acercarse a mi ventana. No lo culpaba, en cierto modo me parecia un tanto escalofriante que alguien pudiese acercarse tanto a mi sin que nadie se diera cuenta pero hasta ese momento nadie me había ataco lo que suponia que era algo bueno.
Sentandome sobre la cama, jale uno de los peluches y los puse contra mi pecho, mirando a mi alrededor en busca de algo que hacer. Derek había bajado para buscar algo de comer y papá estaba en la estación, lo que al fin me dejaba un momento libre donde podia respirar. Sin mirar por la ventana, sabia que Erika e Isaac estaban cerca, vigilando los alrededores en busca de alguien, segun la hora era su turno.
Me fastidiaba que estuviesemos utilizandolos como guardias privados pero ninguno de ellos se quejo cuando Derek se los ordeno, alegando, cuando fui el único en quejarse, que estando en mi condición era necesario vigilancia extra. Tenia la impresión de que todos eran un grupo de babosos melosos en el interior que estaban esperando que mis hijos nacieran para poder apachurrarlos.
—Pobres de ustedes —musité hacia mi abdomen—. Van a volverlos locos cuando salgan, se los aseguro.
—¡Stiles! —la voz de Derek traspaso la casa—. ¿Quieres un trozo de pastel?
Mi abdomen se movio bruscamente y le frunci el ceño, mi mente tardando varios segundos en entender lo que sucedia—. Oh dios se estan moviendo —musité aunque había sentido su movimiento antes, había sido muy suave, ahora realmente estaban revolviendose—. Haganlo de nuevo. —nada. Frunci el ceño—. ¿Quieren pastel? Papá Derek les traera pastel si vuelven a moverse —aún nada.
—¡Stiles! —senti un pequeño movimiento en mi abdomen.
—Así que es eso —sonreí—. ¡Derek, vuelve a hablar!
—Te estoy hablando desde hace rato —se quejo—. Contestame.
Reí entre dientes cuando el movimiento continuo—. Así que es así, ¿eh? —eleve una ceja, mientras levantaba mi sudadera para poder ver mi abdomen—. Quieren a papá Derek, ¿verdad? —otro movimiento—. Sino creyera que son muy pequeños, pensaria que me estan entendiendo.
—¡Stiles!
—Mueve tu peludo culo aquí ahora, Derek —grité—. Tienes que ver esto.
Escuché los apresurados pasos del lobo corriendo por las escaleras antes de que apareciera en el umbral de la puerta, mirandome con confusión—. ¿Que sucede?
—Ven —le hice un gesto para que se acercara, lo hizo. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, tome su mano y la coloque sobre mi abdomen—. Habla.
—¿Que?
—Dime algo, cualquier cosa. —pedi, concentrandome en su mano sobre mi abdomen.
—¿Por que no me contestabas? Tu padre compro pastel de chocolate para ti y... —se detuvo de golpe cuando los bebes comenzaron a revolverse, Derek no había podido sentirlos antes pero sabia que ahora podia hacerlo—. ¿Se estan...?
—Se estan moviendo —asentí—. Pero lo hacen cuando te escuchan, hablales.
—Uh... —me quedo mirando, totalmente perdido.
—Vamos, Derek, prometo no reirme de lo que les digas —dije. Él me miró con desconfianza por lo que estirandome, tome mi celular y auriculares y se los enseñe—. Me pondre estos si tanta verguenza te da, ¿si? Pero los bebes comienzan a reconocerte, no quiero que dejen de hacerlos solo porque eres un lobo amargado que no se anima a hablarles.
—Bien —asintió bruscamente—. Pero ponte los auriculares.
Riendo suavemente, me coloque los auriculares y encendi la musica, mirando al lobo con mi mejor expresión de "¿Estas contento?". Derek sonrió, inclinandose hacia mi y dejando un pequeño beso en mis labios antes de volver a su posición anterior, besando tambien mi abdomen en el camino. Vi su boca moverse un poco antes de sentir a los bebes moverse en mi interior. Era una de las cosas más extrañas que había visto y tenia la impresión de que parte del movimiento era toda la cosa lobo en parte.
Observé a Derek por un momento, con la música de fondo antes de que la curiosidad me ganara y tuviese que apretar el botón para que se apagara y poder escuchar la voz del lobo.
—... creo que estaremos bien, ¿saben? Yo perdí a mi familia hace mucho tiempo, eramos muy unidos y nos queriamos mucho y les prometo que será así para ustedes, los querremos muchisimo a ambos. Puede que muchos de sus tios no lleven la misma sangre pero los querran de la misma manera, se los aseguro, ellos si son una banda de sentimentales —intenté no reir con eso, observando la mano de Derek acariciar suavemente mi abdomen—. Fueron un regalo que no me esperaba, los tres lo fueron, y siempre estaré agradecido con la vida por darmelos. Solo quiero que nazcan para ver sus pequeños rostros, tengo tantas cosas que enseñarles. La primera es que cuando dicen que no van a escuchar algo, no lo hagan —me miró—. Porque es de mala educación escuchar conversaciones de otras personas.
—¿Como...? —jadee, quitandome los auriculares.
Él sonrió—. Escuche cuando apagaste la musica.
—Lo siento —musité—, pero tenia que escucharte. Les estabas diciendo cosas tan lindas, Derek. Vamos, sigue.
—Nop. —negó—. Son conversaciones privadas con mis hijos que tu no debes escuchar, chismoso. —se quejo—. Ahora dime, ¿quieres un trozo de pastel o no?
—Si, quiero —asenti con un puchero—. Pero no quiero de chocolate, quiero de fresa.
Él rodó los ojos—. Hay de chocolate, ¿por que no comes de chocolate?
—Porque tengo antojo de fresas —me queje—. No quieres que tus hijos salgan con cara de fresas, ¿verdad?
—Eso es una estupidez, Stiles —bufó—. Los bebes no pueden salir con cara de fresa.
—Pues lo haran —aseguré, golpeando su cabeza con mi mano—. Quiero fresas, Derek, más te vale que las tenga.
—¿O que? —desafio. Lo miré por un segundo, sintiendo mis ojos llenandose de lagrimas al instante—. Oh por dios, Stiles, no llores de nuevo, por favor. Conseguire tus fresas.
—¿Las conseguiras? —gimotee.
—Si, le pediré a Isaac que vaya por ellas, ¿si? —pregunto—. Pastel y fresas, ambas, ¿te parece?
Asenti, aún llorando—. Gracias, Derek.
—No es nada, cariño, pero ya no llores.
Parpadee, intentando detenerme—. Lo siento pero no puedo parar —solloce—. Creo que son las hormonas.
—Si, Melissa dijo que sucederia —me tiró a sus brazos—. Que suerte que no son nueve meses.
—No estas ayudando, Derek —lloré más fuerte, sin poder detenerme.
—Lo siento, lo siento —musitó.
Me aferré a él mientras intentaba parar de llorar, algo que me costo bastante pero logré hacerlo luego de unos minutos. Tomando aire, me seque las lagrimas sintiendo el hipo golpearme mientras me incorporaba y miraba a Derek.
—Ve por mis fresas —dije—. Quiero fresas.
Él me miró por un segundo y sacudio la cabeza—. No creo poder acostumbrarme a tus cambios de humor. —murmuro mientras se ponia de pie y salia de la habitación.
Arrojandome nuevamente sobre la cama, atraje los peluches de a mi pecho y los acaricie suavemente.
—¿Es seguro ya? —la suave voz de Gea hizo que saltara del susto.
—Joder, ¿no puedes simplemente golpear la maldita puerta? —me queje—. ¿Por que te tienes que simplemente aparecer?
—Lo siento —levanto las manos, en señal de paz—. Solo vine a ver como estabas, me iré en un segundo.
—Estoy bien y a menos que tengas fresas, es mejor que te vayas.
—No tengo fresas, lo siento —se encogio de hombros mientras se acercaba a la cama y miraba los peluches—. Hey, ¿donde conseguiste esos?
—Un chico me los dios, y paletas para las nauseas —apunté al montón sobre mi mesa de luz antes de recordar algo, frunciendo el seño hacia él—. Hey, él tambien desaparecia como tu.
—¿Si? —me miró con atención—. ¿Como era este chico, Stiles?
—Era moreno —susurré, sintiendo mis ojos cerrandose—. Tenia su pelo negro atado en su nuca y sus ojos eran marrones y brillaban, como los de los betas pero solo que más naranja.
—Ya veo —susurró con voz pensativa, me miró un momento antes de volver a ponerse de pie con prisa—. Debo irme, espero que tu y tus bebes esten bien, ¿ya supiste que son?
Negué—. No pudimos verlo en las ecografias —musite, sintiendo el sueño comenzar a arrastrarme—. Ellos no nos dejaron ver sus cositas.
Él rio suavemente—. Entonces te recomiendo que te inclines por el azul —me miró un segundo—. Azul completo. —aseguró antes de desaparecer.
Me quede mirando con los ojos entrecerrados el lugar donde había estado, tomando nota de lo que había dicho mientras terminaba de acomodarme en una posición comoda antes de dejarme llevar por la nebulosa del sueño.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top