06

Mark silbaba con las manos en los bolsillos, caminando a la tienda por una despensa que le encargó su madre. Sábado aburrido para él, puesto que Kendall salió de la ciudad de visita a su abuela y Dereck trabajaba por las tardes, sin decir que Joe enfermó y Sarah no permite visitas para él en ese estado.

Llegó al establecimiento de la anciana Jiji, saludando a la ya mencionada y tomando una canasta de compras. Pensando en que si Dereck lo viera se burlaría de él. Aún silbando, fue agregando quesos, mantequilla, leche, huevos, harina, entre otros productos. Justo al llegar a los condimentos, una perfecta cabellera rubia provocó en Mark la extraña necesidad de ocultarse tras los estantes, la observó caminar a la caja y pagar una botella de vino, uvas, fresas y dos velas.

— La sorpresa que le tendrá a Joe, de seguro. —Se dijo a si mismo.

Corrió frente a Jiji, pagó los artículos y salió buscando con la mirada a Clarisse. Mark frunció el ceño ante una joven desconocida cubierta de la cabeza con lentes oscuros y una capucha tomando fotos en dirección a la rubia.

— Ya casi es hora de que se reúna con él, debo moverme. —Pensó Natalie cambiando el rollo de la cámara.

— ¡BOO! ¡POLICIA! ¡ARRIBA LAS MANOS!

Natalie soltó un gritillo levantando las manos en alto al sentir algo presionar su espalda. Se había metido en problemas, de seguro era su fin. Cerró los ojos aún impactada porque todo sucedía demasiado rápido, hasta que su atacante soltó risotadas.

— ¡Whitelaw ¿Estás demente?!

— ¿Yo, demente? ¡Tu eras quien tomaba las fotos! ¡Debiste ver tu cara! ¡Jajaja!

— ¡E-Es para un proyecto! —Se defendió Natalie completamente roja.

— Si, claro. Entonces el mío es entrar al cuarto de Clarisse y hurgar en su ropa interior.

— Pervertido.

— Acosadora.

— Cómo sea, esto no te incumbe, Whitelaw —Dijo Natalie comenzando a caminar por donde la rubia se había ido. —. Debo alcanzarla.

— A que si, estamos hablando de la futura novia de Joe. Por lo tanto, o me dejas acompañarte, o comenzaré a gritar, así: ¡CLARISSE, TE ESTÁN ACOSANDO!

La castaña le tapó la boca antes de que volviera a gritar. Mark movió sus cejas arriba y abajo insinuante, a lo que Natalie sólo frunció los labios en desagrado.

— Sin preguntas, sin ruidos, sin cualquier estupidez que pase por tu cabeza ¿Entendido?

Asintió repetidas veces. Ya tenía que hacer en un Sábado tan aburrido.
Intercambiaron números para encontrarse más tarde, y Mark corrió a su casa para dejar el mandado que casi olvida.

(...)

La encontró comiendo una dona en la mesa junto a la ventana. Cuando ella le volteó a ver, lo invitó a sentarse.

— Ordena algo si quieres, yo invito por hoy.

— No, cariño. En una cita el hombre invita, así que eso —Apunta a la merienda de Nat. — lo pago yo.

— No negaré comida gratis, pero si lo de la parte "cita" —Rodó los ojos. —. Eres muy creído ¿Sabías?

— Es un don —Se alagó, acto seguido apoyar los codos sobre la mesa, inclinándose. —. Ahora, mientras venía acá pensé en todas las desventajas de tus peticiones a mi, por lo que comenzaré con un cuestionario interminable.

— Sólo preguntas de "Si y No".

— ¿Quién eres? —Empezó, dando a entender que la nueva petición fue rechazada.

—Estoy en tu preparatoria, bruto. Soy Natalie McCallen, amiga de Joe —Entiende su mano, él la acepta. —. Y tú eres Mark Whitelaw, reconocido y popular. Y a mi punto de vista; engreído y con mucho tiempo libre.

— Si que has oído de mi —Sonríe. — ¿Qué tantas fotos le tomabas a la chica West? Cuéntame.

— ¿Soy paparazzi? —Él negó. — ¿Es una tarea? ¿Se atravesó en mi camino cuando le estaba tomando foto a un árbol? ¡¿Hay algo que te creas?!

— Sin mentiras, o le digo a Joe.

— No lo harías —Entrecerró los ojos. Él encarno una ceja zarandeando el celular en su mano. Al final ella suspiró derrotada. —. Bien... Simplemente quiero investigarla, ya que es la pretendiente de Joe. Es mi deber de mejor amiga.

— ¿Qué quieres investigar exactamente?

— Si dejamos de hablar y nos ponemos en acción lo sabrás.

Mark tomó lo que quedaba de la gran dona de Natalie para metérsela a la boca, seguido por beber toda la malteada de fresas. Ella renegó.

— ¡Oye, es mío!

— Hegra. —Pronunció "Era" con la boca llena.

Tomó de la mano a la fémina, pagó en la caja lo consumido y corrieron a quién sabe dónde. Mark ante esto, paró.

— ¿A dónde vamos? —Volteó a verle.

— Ve más lento, carajo. No nací para cuidarte —Exhaló. —. Vamos a la casa de Clarisse.

— ¡Enseguida!

Volvió a correr por la acera tomando del brazo a la castaña, hasta que vuelve a detenerse abruptamente otra vez.

— ¿Dónde vive ella?

Natalie rodó los ojos diciéndole que ella mejor guiaba. Y así fue, caminaron a paso trote hacia las construcciones de dos pisos, todas iguales pero de colores diferentes, hasta detenerse tras un árbol.

— Es aquí —Observa su celular. —, y falta poco para que él llegue.

— ¿Quién?

— ¿Qué tanto has escuchado de Clarisse? ¿Estudiosa, hermosa, un ejemplo a seguir? —La furia de repente se veía en sus ojos. — Ya verás que es todo lo contrario.

— ¿Cómo sabes eso? ¿Y por qué revelarlo?

— Lo sé, porque se metió conmigo, y revelarlo para que Joe no salga lastimado —Un auto negro se estacionó frente a la acera, descendiendo de él un desconocido joven. Quien se dirigía a la puerta sonriente. —. Él no se merece eso, y ella no se merece a él.

Mark arrugo su frente sin dejar de verla, atando cabos sueltos y comprendiendo los sentimientos de odio en la voz de Natalie.

Hasta que lo entendió.


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