02
La mañana cayó sobre sus hombros como balde de agua fría. Literal.
Tomó una bocanada de aire mientras intentaba visualizar al culpable de su despertar tan repentino. Dereck reía con una botella de agua y hielos en la mano.
— ¿Qué mierda hacen aquí? —Soltó molesto.
— ¡Oh, él quejica puede decir malas palabras! —Exclamó Mark. — Tu madre nos ha dejado entrar, le dijimos que somos buenos amigos y hasta desayuno nos está preparando.
— Y nos dijo que viniéramos a levantarte. Buen día, nerd.
— ¿Era necesario el agua?
— No. Pero fue divertido. —Respondió Kendall.
— Ahora, baja, que tu mamá nos matará si nos comemos los hotcakes fríos.
Desaparecieron por la puerta entre risas y empujones, bajo la vista de Joe quien no comprendía qué pasaba. Minutos después ya estaba en las escaleras en dirección al comedor, los murmullos y carcajadas se hacían más fuertes conforme avanzaba.
— ¡Hasta que te dignas a aparecer, hijo! —Reprochó su madre. — Debo irme al trabajo, lava los platos antes de irte y no olvides cerrar con llave. Por cierto, luego hablaremos del por qué no le dijiste a tu madre que tenías amigos. Te amo, cielo.
— Te amo, mamá. Que te vaya bien. —La abrazó.
— ¡Adiós, chicos! ¡Les deseo suerte!
— ¡Gracias, Sarah! ¡Lo lograremos! —Gritó Mark desde la cocina.
Ella rió y encogió de hombros ante la mirada interrogativa de su hijo, y se fue antes de que le hiciera preguntas.
Minutos después, ya desayunados, se encontraban nuevamente en la habitación del pelinegro.
— Ya enserio ¿Qué hacen aquí? —Pregunta llevando su cepillo de dientes a la boca.
— Venimos a ayudarte con tu chica, Romeo.
— Ya dinos quién es. —Le incitó Kendall.
— ¡Si, yo no soy muy paciente!
— Podríamos entrevistar a tu club de admiradoras.
— ¡O colocar pancartas-!
Joe dejó su cepillo de dientes dentro de un vaso con fuerza, al mismo que se volteó con una mirada fulminante e impaciente.
— ¡Es Clarisse! Idiotas. —Interrumpió.
— Oh, Clarisse West. Eso cambia las cosas. —Susurró Kendall pensativo.
— Veamos. Rubia, ojos avellana, 1.63 de altura, fanática de las matemáticas, y la que más ha roto corazones en estos dos años. —Analizó Dereck.
— Sip, estamos muertos.
— ¡Oh, vamos chicos! No desanimemos a Joe —Dijo Mark. —. Estamos aquí para ayudarlo, y eso haremos. Ahora —Abrió el closet. —, veremos que tienes aquí que podrías usar.
Una camisa azul eléctrico con cuello V, pantalones negros y convers se encontraban sobre su cama. Frunció el ceño, no era que le molestará el conjunto, pero le faltaba su típico suéter.
— Oh no, sin suéter. A las mujeres les gusta ver los músculos, amigo. —Rió Mark.
— Gracias, supongo.
(...)
Descendió del auto algo incómodo por las miradas curiosas, Dereck palmeó su hombro y comenzaron a caminar hacia el instituto.
— Paso 1: Se tú mismo —Habló Mc'Donell. —. No tartamudees, no te pongas como tomate maduro, no bajes la mirada, mantente firme y recto.
— Paso 2: No te hagas a un lado, deja que ellos se muevan, si no lo hacen, empujalos con el hombro, así de fácil. —Agregó Mark.
— Paso 3: Besa a cualquier mujer. —Finalizó Kendall acercándose a una pelirroja y besándola.
— Hacen esto muy seguido. —Dijo Joe.
— Es lo que nos identifica ¡Camina, Sullivan! —Ordenó Dereck a Kendall.
Entraron triunfantes por la miradas que ya se posaban en Harrison. En especial la de cierta rubia, quien se acercó a él.
— Hola, soy Clarisse. Ayer vi lo sucedido con Dereck y me preocupé, es mi deber, como presidenta del comité, atender quejas y ayudar a los demás ¿Estás bien?
Joe se quedó sin habla, tenerla ahí hablándole y con rostro de preocupación le alteraba. Respiró hondo al recordar los tres pasos de el grupo criminal, esperaba que funcionaran.
— Lo estoy, afortunadamente entendieron el malentendido y me perdonaron.
— ¿Enserio? Dereck normalmente deja a los chicos como tú llorando.
— ¿Cómo yo? —Joe hizo una mueca.
— Sin ofender, lo que quise decir fue-
— Se lo que quisiste decir. Si me disculpas, debo irme.
Se sorprendió a si mismo por la confianza que sacó de quién sabe dónde. Chocó hombros contra una cabellera castaña clara, sin importarle mucho siguió su camino. El trio sonreía orgulloso, ya que a metros atrás, West no le apartaba la mirada, sorprendida.
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