01
La observaba bajo aquellos lentes de botella, indiferente. Sabía que alguien como ella jamás se fijaría en él.
Clarisse West había robado su atención desde que él llegó como nuevo al instituto y ella lo defendió de sus compañeros de clase el primer día. Era alguien amada por todos, siendo inteligente y bonita parecía que cada puerta se le abría con facilidad.
Suspiró frustrado ¿Por qué de todas las chicas tenía que ser ella? No era feo y lo sabía, incluso ha tenido varias seguidoras, pero no la que él quería.
Se levanta de su mesa del rincón sumido en sus pensamientos, con la bandeja en manos que de un momento a otro voló por los aires.
La cafetería quedó en silencio, y Joe veía petrificado a la última persona que se le ocurrió que le caería toda su sopa de sabor a lava platos.
Hubiera preferido que le cayera a ella.
- Harrison, estás muerto. -Gruñó Dereck.
Clarisse al notar lo sucedido, quiso correr a su lado y ayudarlo, pero aquel chico desconocido ya había abandonado el lugar con tres matones tras él.
Dereck McDonell es reconocido por ser el típico criminal que se salta clases, fuma en frente de profesores y su físico de malo. Junto a sus dos amigos Kendall y Mark, perseguían por los desolados pasillos al nerd que sin querer derramó su almuerzo.
Joe paró en seco cuando la pared lo dejó sin salida. Volteó con temor y sin estar seguro de dejarse golpear o intentar defenderse, aunque sería en vano.
- ¡Hey, hey! ¿Ya no tienes a dónde correr? -Ríe el castaño con cinismo.
- Perdón, Dereck. No ha sido con intención, haré tu tarea.
Comenzaron a acorrararlo, divertidos ante la absurda petición.
- ¿Ah? ¿Por qué solo la de él? Debes ser considerado, amigo. -Dijo Mark.
- ¡Si! Y la mía, danos una buena razón aparte y te salvarás de tu muerte. -Carcajea Kendall cruzado de brazos.
Los susodichos voltearon a ver a Dereck, quien faltaba por corroborar que si cumplía las peticiones le dejarían tranquilo. McDonell suspiró molestó y lo pensó; a pesar de ser humillado, fue accidente, y nunca le ha gustado aprovecharse de los débiles.
- Okey -Afirma aún con el líquido escurriendo por su camisa. -. Una oportunidad, Joe Harrison.
Abrió la boca y la cerró con rapidez ¿Qué diría? "Te he tirado el aperitivo porque veía a la mujer que no tendré." No. No lo haría.
- ¿Quieres jugar al silencio? Bien, éste silencio tiene límite entonces -Sisea McDonell levantando su dedo anular. -. Uno.
- Es que...
- Dos.
- Habla, nerd.
- Ah...
- Tres.
- Estaba...distraído. -Susurra en respuesta. Parando el conteo.
- ¿Por qué? ¿Veías a una chica o eres gay?
Su rostro se tornó carmín, a lo que el trío se carcajeó impresionado.
- ¡Por Dios! ¡Eres gay!
- ¡Claro que no! -Negó Joe.
- ¿Entonces?
Guardó silencio completamente rojo, haciendo entender su respuesta.
- ¡Oh! ¡El nerd está enamorado!
- ¡Callate!
- ¿Quién es la desafortunada, eh? ¿Por lo menos te hace caso?
Cerró los ojos con debilidad ¿Enserio tenían que ser tan cabrones? ¿Les era divertido que un chico sea rechazado tan indirectamente?
Las risas del trío pararon conforme Joe no levantaba la vista. Mark volteó a Kendall y él a Dereck, quien encogió de hombros desinteresado. Nadie hablaba.
- Eh ¿Nerd? Esperamos una respuesta coherente.
- ¿Tan importante es para ti? Sólo es una más-
- ¡Claro que no! -Gritó. - ¡Ella es perfecta! ¡Y se callan! ¡No permitiré que le hablen mal frente a mí!
Abrieron los ojos con asombro, les gritó, los calló ¿Era valor o estupidez? Probablemente la segunda opción.
Joe seguía firme y con la frente en alto, no era un debilucho, se notaban un poco de músculo bajo su sudadera celeste, aún así tres mastodontes lo podrían moler a golpes.
La gran risotada que dio Dereck dejó confundidos a sus dos amigos y a la víctima, observó a Joe indeciso y divertido ¡No podía creer que haría eso! Pero tenia que admitir que él chico valía la pena de ser ayudado, lo demostró.
- ¡Te ayudaremos! -Anunció sonriente.
- ¿Qué?
- ¿De qué hablas, dona? -Cuestiona Kendall.
- Ayudaremos al quejica, a conseguir a su princesa. -Respondió abrazando a Joe por el cuello y despeinando su cabello.
- No entiendo nada. -Murmuró él de anteojos confundido.
- Y es mejor así -Lo soltó. -. Ya hablaremos Harisson. Y tu no te escapas, te he dicho mil veces que no me digas "dona".
Y así, se fueron. Dejando a Joe desconcertado.
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