[18] La Reina Creciente

MORGAN

—¿Crees que somos algo malo?

Le había preguntado a Milosh en un día soleado cuando éramos unos niños descubriendo nuestros poderes. Ambos estábamos sentados en un campo de girasoles que yo había creado sin querer detrás del jardín de la casa, aún no sabía controlar nada. Milosh sonrió y acarició un girasol con cuidado de no romperlo.

—No lo sé.

—Creo que si lo somos porque papá me hace daño.

—Papá...— su voz dudó, sus ojos jade fijos sobre el girasol, —quisiera que pudiéramos escapar, Morgan.

Mi mirada cayó sobre el brazo que él tenía levantado mientras su mano acariciaba el girasol. Pude ver las marcas de líneas negras ya casi desvanecidas por completo de su piel.

—¿Sabes que son?— señalé las marcas.

Él sacudió la cabeza.

—Solo sé que cuando duele mucho, cuando papá...— él no terminó, —mi mente queda en blanco y mucho poder me llena y ahí es donde aparecen.

Estiré mi mano y mi dedo hizo contacto con una línea de su brazo. Una corriente viajó por mi dedo hasta mi brazo y aparté la mano de golpe. La línea se iluminó ligeramente hasta volver a su opaca normalidad .

—¿Viste eso?— le dije confundida.

Milosh arrugó sus cejas y me enfrentó para levantar sus manos, las palmas abiertas hacia mi. De inmediato, puse mis palmas contra las suyas para ver que pasaba. Milosh cerró los ojos, y observé fascinada como las líneas sobre sus brazos se movían y crecían hacia sus dedos hasta alcanzar los míos y fluir por mis brazos, podía sentir el poder de mi hermano mezclarse con el mío.

Milosh abrió los ojos y quedo sorprendido al ver lo mismo que yo. Ambos nos sonreímos, fue la primera vez que entrelazamos nuestros poderes.

El rostro infantil y sonriente de Milosh fue lo último que vi antes de abrir los ojos y despertar de ese sueño, de ese recuerdo. Es extraño como pedazos de mi niñez aparecían en mi mente de pronto. Levanto mi brazo y estiro mi mano en el aire, separando mis dedos. Por un segundo, es mi mano y el techo pero cuando parpadeo es una mano diferente que sostiene una daga ante un cielo rojo.

Rangahar

Una voz masculina susurra algo en un idioma desconocido que por alguna razón puedo entender.

—Supongo que es como debe ser.

La daga gotea sangre y aparto la cara, esperando sentir la gota sobre mi piel pero nunca llega a mí. Vuelvo a mirar mi mano y ha vuelto a la normalidad.

Morgan...

Me siento en la cama, ojeando toda la habitación: está vacía, ¿por qué sigo recibiendo estos extraños recuerdos que no me pertenecen? Rangahar, ese nombre, lo percibí cuando estuve en el lugar de los durmientes, otro Purificador, ¿a caso estamos conectados de alguna forma? Pero eso no tendría sentido, ¿por qué ahora? Antes no pude sentir nada de ellos...

Antes de la Purificación...

Definitivamente, la Purificación me ha cambiado de formas que aún no puedo comprender y al único que podría preguntarle sería a Shadow y no lo haré, me ha mentido lo suficiente como para creer en sus palabras o en las de cualquiera de sus secuaces.

Me paso la mano por la cara. No tengo ni idea de la hora pero estoy agotada, últimamente siempre lo estoy. Lyla dijo que eso es normal con el embarazo y aún más cuando eran dos. También me dijo que como no sabíamos que especie serían, no conocemos sus necesidades y que tanto de mi poder y de mi sangre necesitan para alimentarse dentro del vientre.

Me paro y camino hacia la ventana. The blackness se ve como un pueblo humano, calles llenas de tiendas con docenas de humanos, convertidos y Purasangres que caminan como si nada, e interactúan entre ellos con normalidad. Eso me sorprende, nunca he visto algo así. No suele ser tan civilizado fuera de este lugar, lo que siempre he visto han sido las especies cargando ese odio entre ellas todo el tiempo. Arrugo mis cejas al ver a un Purasangre sonreír y devolverle una pelota a un niño humano que le ha golpeado accidentalmente.

—Refrescante, ¿no es así?

La voz de Shadow me hace brincar en sorpresa porque no lo sentí en lo absoluto, ni siquiera le oí abrir la puerta. Me giro para verlo recostado de lado contra el marco de la puerta, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Todo de negro como siempre, sin embargo, su estilo ha cambiado, sus ropas se ven más formales y lleva guantes negros de cuero que dejan al descubierto solo la punta de sus dedos. Su cabello negro se ve más largo alrededor de su pálido rostro. El detalle que más resalta es esa rosa decadente carmesí en su pecho.

Traidor. Mentiroso.

Pero la mayor diferencia siempre será su expresión, ese vacío, no es solo una expresión fría, es como si él fuera un cascarón sin nada. Ante mi silencio, él habla de nuevo.

—Si creas un buen sistema y ejecutas las leyes al pie de la letra, obtienes una sociedad funcional y civilizada.

—¿Se supone que eso debe impresionarme?— respondo sin apartar la mirada, —poco me importa como estableciste tu reino de mierda.

—Tanta rabia— él dice fríamente, —saborea la intensidad de esa rabia, no volverás a sentirla cuando ellos nazcan.

—Oh, claro, porque perderé la capacidad de sentir como tú, ¿no? ¿Piensas que voy a creerme todo lo que me dices de nuevo?

—Creo que necesitas un cambio de actitud— él da un paso adentro y desenreda sus brazos, —no puedes hablarme así frente a mis súbditos o mi guardia real.

—¿Oh, de verdad?

—¿Quieres que active nuestro vinculo? ¿Qué te haga sentir con toda intensidad ese amor tan profundo con el que luchas cada día?

—Ese amor ya no está.

La malicia que llena su mirada no me gusta y le veo levantar la mano y susurrar algo. La marca del vínculo arde en mi espalda, hormiguea y se extiende por mis extremidades hasta llegar a mi pecho.

No.

Shadow da un paso hacia mi y yo retrocedo porque todo mi cuerpo quiere acercarse a él, como si le perteneciera de pies a cabeza. Mi espalda choca contra la pared y Shadow se detiene frente a mi como si nada, no hay ninguna expresión en su rostro, mientras yo lucho con la calidez que me produce su cercanía por culpa del vínculo, él no siente nada. Sostengo mi pecho, controlando mi respiración. Él estira su mano hacia mi y yo la abofeteo con fuerza contra todo instinto del vínculo en mi.

Pero él no se rinde y vuelve a intentarlo, esta vez, mis manos no me responden y su mano ahueca mi mejilla, su pulgar acaricia mi labio inferior.

—Aunque me odies y quieras asesinarme, sigues siendo mía.

Contra todo instinto, muerdo su dedo y él quita su mano de golpe, esa estúpida sonrisa arrogante aún sigue sobre sus labios.

—Vamos a ir un desfile— me dice volviendo a tomar mi mejilla, —no puedo arriesgarme a que te portes como una salvaje.

No encuentro mi voz, no sé que demonios está haciendo pero me ha inmovilizado y me ha silenciado.

—Te portaras bien, me encargaré de eso— él se inclina hacia mí y quiero empujarlo pero mis manos no se mueven, él susurra algo en mi oído, palabras extrañas pero siento el cambio en mi cuerpo, como se evapora la rabia, la frustración. Cuando él se separa, sus ojos rojos buscan los míos, —vas a cambiarte, te pondrás el vestido que yo envíe y te encontrarás conmigo en el trono en media hora.

Me muerdo la lengua intentando que el dolor me permita hablar pero no funciona. Él se va, deja la puerta abierta y como si yo no tuviera alma, hago exactamente lo que me dijo y lo odio.

El vestido es negro y tiene la insignia de Nhyme, esa fea rosa decadente en el frente. Me encuentro con Shadow en el trono, su guardia real alrededor. Él comienza a caminar y me susurra que lo siga, la guardia sigue detrás de nosotros, Kain y Vincent a nuestros lados. Aprieto mis puños a mis costados porque es todo lo que puedo hacer.

Al dar un paso afuera, el frío de este lugar golpea mis hombros desnudos. Bajamos las escaleras frontales y llegamos a la calle, la gente se abre por completo y hacen una reverencia entonando ese juramento del Rey insurgente. Miradas curiosas caen sobre mi pero sobretodo, miradas ¿agradecidas? Claro, olvidaba que yo he sido la razón por la que ellos sobrevivieron.

Shadow se detiene en el medio de la multitud y se gira hacia mi. Mi pecho sube y baja ante el nerviosismo de no saber que hará. Todos las miradas están sobre nosotros. Él se inclina sobre mi con cuidado y murmura en mi oído.

—Bésame.

La orden se registra en mi mente y quiero golpearlo con todas las ganas. Él se endereza y en horror me siento sonreírle antes de envolver mis brazos alrededor de su cuello para acercarme. Soy una marioneta y la impotencia llena de lagrimas mis ojos. Lucho por hablar y mi mirada encuentra la suya.

—No hagas esto.

Mi voz es un susurro que apenas pude conjurar contra toda orden del vínculo. Shadow me observa, su rostro a escasos centímetros del mío y envuelve sus manos alrededor de mi cintura para presionarme contra él. Puedo sentir la firmeza de cada músculo debajo de sus ropas y recuerdo que ya lo he sentido antes por completo. Sus ojos rojos indagan mi expresión antes de caer sobre mis labios.

—¿Por qué no?

—Porque...— me esfuerzo por poder hablar, —ya me has quitado tanto, ¿no has tenido suficiente?

Él tuerce sus labios y me suelta de golpe, doy un paso atrás y me tambaleo hasta recuperar el equilibrio. Siento la orden de besarlo desaparecer en mi mente. Shadow se gira, quedando de perfil hacia mí. Él tensa su mandíbula y comienza a caminar de nuevo.

Lo sigo y solo puedo observar a todos los que le hacen sus reverencias. Sin embargo, muchos comienzan a bajar la cabeza ante mí y a murmurarme gracias. Una convertida se sale de las filas y corre en mi dirección. Por un segundo, creo que me atacará así que me paro en seco pero ella se arrodilla frente a mi y extiende sus brazos hacia adelante, antes de poner su frente contra el suelo en señal de sumisión absoluta.

—Humildes palabras de agradecimiento no son suficientes, su majestad— su voz se rompe, —así que le ofrezco mi lealtad hasta el final de mis días, sé que soy una simple convertida que vive gracias a su bondad pero aquí estaré.

—¡Eternidad a nuestra reina creciente!— grito alguien entre la multitud, y le siguieron más, —¡Por su gracia, respiramos el aire fresco de este día!

No. Paren.

Ojeo mi alrededor y solo veo expresiones agradecidas. Shadow está de espaldas a mí, así que no tengo ni idea de su expresión, su control aún no me deja hablar por mi misma así que solo hago lo que puedo. Cuando la convertida levanta su cabeza para unirse a las exclamaciones, busco sus ojos para indagar su alma. Quiero saber que tipo de Alma perdida he salvado, no puede ser tan inofensiva como se ve.

La convertida hace una mueca de dolor mezclada con sorpresa como sino se esperara mi ataque. Aprieto mis puños y busco en su alma, pasando por recuerdos de su crianza en un clan pequeño, sus intentos de perfeccionar su elemento: fuego. Busco el momento que manchó su alma, que la marcó como perdida y lo encuentro. Sangre escapa de la nariz y de los ojos de la convertida pero nadie hace nada, nadie se atreve a intervenir así que continuo. Caigo en ese recuerdo por completo.

Ella corría desesperada por una selva calurosa. Algo la perseguía, ella llevaba un niño humano de la mano, él apenas podía mantener el paso así que ella lo alzó y lo cargó para correr más rápido. Dos Purasangres se materializaron frente a ella, deteniéndola de golpe, ella puso el niño detrás de ella para protegerlo.

—¡Por favor! ¡Ustedes ni siquiera se alimentan de humanos!

Uno de los Purasangres se echó a reir.

—¿Quién puede decir que no a un jugoso niño humano? Sangre dulce.

—Además, lo necesitamos— agregó el otro, —ya se desangró uno de los que teníamos en nuestras colección de juguetes vivientes.

—Aliméntense de mí, por favor, hagan lo que quiera conmigo pero es...— les rogó, —es solo un niño.

El niño dio un paso para estar al lado de ella y trató de lucir enojado. Los Purasangres se rieron y se abalanzaron sobre ellos. La convertida empujó al niño con todas sus fuerzas detrás de ella para recibir los golpes de los Purasangres. Uno de ellos la agarró del cuello y apretó con fuerza. Sin embargo, el olor de sangre fresca llenó el ambiente y les distrajo.

—Ah, ya nos arruinó la cena— el Purasangre dijo y la soltó. Ella cayó al suelo rocoso, tosiendo y los Purasangres se fueron.

Ella se giró para buscar al niño y lo encontró en el suelo, un charco de sangre debajo de su cabeza. Se golpeó con una roca cuando ella lo empujó.

—No, no, no, no— ella se arrastró hacia él, —¡Terry! ¡No!— ella levantó al niño, descansando su ensangrentada cabeza sobre su regazo, sus manos temblorosas llenas de sangre, —No, por favor— ella lo atrajo a su pecho para abrazarlo, —lo siento tanto, Terry, lo siento tanto.

Pude ver la oscuridad comenzar a rodear el aura de su alma. Arrugué mis cejas y salí de su mente porque no podía soportar verla llorar desconsoladamente con el niño en brazos.

Volví a la realidad y me fallaron las piernas, pienso que voy a caer pero el poder de Shadow me envuelve y me ayuda a mantenerme de pie. La chica convertida se limpia la sangre de la nariz y me da una sonrisa llena de tristeza, como si entendiera que necesitaba ver pero su recuerdo me ha confundido tanto. Ella no quiso matar al niño, fue un accidente, su alma no pudo ser marcada por eso, no debería ser así, algo está mal, quizás vi el recuerdo mal.

Shadow sigue de espaldas a mi pero me mira por encima del hombro. Puedo ver el perfil de su cara, el movimiento de sus labios al susurrar solo para mis oídos.

—Todo es blanco y negro cuando se trata de la naturaleza— eso me confunde aún más, —no hay variantes, no hay accidentes, no hay análisis, no hay razonamiento. Es simple y directo, si la vida de alguien terminó por tu culpa, eres un Alma perdida.

No...

—Tampoco hay lugar para el arrepentimiento. Si cometes un solo error que te marque, puedes pasar siglos remediándolo, y seguirás marcado como alma perdida cuando llegue la Purificación— La curva del labio de Shadow que puedo ver se levanta en una ligera sonrisa melancólica, —Bienvenida a la cruel realidad de tu especie, Morgan.

Y con eso comienza a caminar de nuevo, y yo ya no siento la orden de seguirlo.

—Kain,— Shadow ordena, —llévala de vuelta.

Estoy tan confundida que no me quejo cuando Kain me guía de regreso, tengo tantas cosas que pensar. No soy tan idiota para confiar en las palabras de Shadow, pero en lo que si puedo confiar es en lo que vi en el alma de esa convertida. Ella está claramente marcada como Alma Perdida aunque la situación que la marcó no tenga sentido, ella no hizo nada a propósito.

Vuelvo a sentirme en la oscuridad respecto a lo que soy, a mi propósito en este mundo. Quizás en aquel recuerdo con Milosh, yo tenía razón en sospechar que no somos del todo buenos, quizás no existe tal cosa como la bondad completa o la maldad absoluta. Y para nuestra desgracia, mi especie no parece ser capaz de entender las areas grises, solo blanco y negro. 


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Nota de la autora: ¡Han pasado 84 años! Lo sé, extrañaba escribir este mundo, es la primera vez en bastante tiempo que actualizo un lunes por Dios pero bueno es que el fin de semana es mi cumpleaños ¡Ah! no me lo creo, 5 de octubre aléjate de mi. Así que aquí estamos. 

¿cómo nos estamos sintiendo con lo que vio Morgan? ¿Y con esos recuerdos fugaces que tiene de otros Purificadores? Y ya ni pregunto cuanto están odiando a Shadow por obligarla a caminar con él y casi besarla porque aja, creo que ya sabemos que él no es la personificación de la bondad, lol. 

Meme time:

Muakatela, 

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