Tengo que ser siempre el mejor

Dos semanas después.


Caminaba esforzándome por tener la mente en blanco, me esperaba un rival muy complicado. Entré en una sala blanca e inmensa, más inmensa aún por el clima de tensión que poblaba el ambiente mientras que el último maestro pokemón de Kanto me observaba del otro lado con un gesto entre desafiante y confiado. Su compañero saltó desde su hombro al suelo y corrió hasta mí, presuroso de saludarme.

—Cuánto tiempo sin verte, Sparky. —Acaricié el mentón del roedor sin poder pensar en nada que no fuera aquella batalla. Yo pelearía por el título de campeón de Kanto.

—Reconozco que fuiste muy osado al venir a pelear contra mi, Satoshi —alardeó Ritchie desde el otro lado de la sala nítidamente iluminada por una luz blanca—. Todos saben que el Team Roquet te busca para hacerte polvo, bien podrían estar viniendo hacia aquí ahora. Debes querer mucho este honor.

—Tú bien sabes que si.

—Dudo ciertamente que lo consigas.

—¿Acaso viste mis batallas en la liga?

El muchacho se inclinó hacia adelante interesado. —Si.

—¿Y aún así dudas? —pregunté aumentando la rivalidad que existía entre los dos. Sabía que él era mi amigo, que sus palabras no eran para menospreciarme sino que su trabajo era provocar y el mío resistir. La sangre me hervía por la emoción mientras que aquel otro mantenía su gesto inmutable. Pronto negó con la cabeza mientras cerraba los ojos y me dijo sin quitarme la mirada de encima.

—Has perdido tu tiempo al venir aquí. Pude constatar que entrenas bien a los pokemóns, pero te dedicaste a diferentes equipos a lo largo de los años, por eso no estás acostumbrado al nivel de batallas que deberías manejar para poseer el título que ostentas. Con ese nivel no hay mucho que puedas hacer.

Me reí por lo bajo, acomodé mi gorra y me situé en el área reservada para el retador al costado del área.

—Ven a comprobarlo.

Ritchie arrojó una pokebola con tanta fuerza que casi alcanza el techo, de su interior apareció un pequeño Butterfree que revoloteaba por todo el estadio. Saqué a Heracross y quise iniciar con Cornada pero él lo impidió valiéndose de la Confusión para estampar al escarabajo pesadamente contra una pared la cual quedó agrietada al instante. Ordené que golpeara el suelo con su cuerno nuevamente provocando que cientas de piedritas salieran disparadas en dirección al insecto, maniobra que Ritchie trató de anular con el mismo ataque lo cual no resultó como él esperaba. Sólo pudo detener la mayoría por lo cual algunos guijarros alcanzaron a la mariposa, pero sin causar un daño relevante. Usamos Mega cuerno avanzando hacia aquel monstruo el cual nos repelió con Tajo aéreo, dejando a mi pokemón al borde del KO. En ese momento no me quedaba mucho por perder, ordené el mismo ataque nuevamente, pero haciendo que apuntara su cuerno hacia el piso a fin de levantar piedras nuevamente, logrando que Butterfree reaccionara de la misma forma que recién, con la diferencia de que ahora no era una Cornada lo que agredía el suelo, sino un Mega cuerno, volviéndose imposible evadir aquellos pedruscos los cuales impactaron sobre el díptero mal logrando serios daños en su cuerpo articulado, lo que desconcertó ciertamente a mi contrincante.

—Cuando vi que me enfrentarías sin utilizar la ventaja de tipo me decepcioné arduamente. Hasta los rivales menos dignos hubieran elegido a aquel Charizard tuyo, pero me sorprendiste como nadie cuando utilizaste rocas contra mi pokemón tipo bicho, ¡Muy bien, él es débil contra esas cosas! Después de todo no eras tan malo como esperé.

Ritchie se veía enardecido, el fragor de la batalla lo estaba consumiendo. Probablemente ahora si comprendiera que debía dar lo mejor de sí o perdería su título de campeón, pero su estrategia no era tan brillante como yo esperaba.

—Muy bien Happy, terminémoslo como la última vez, ¡Polvo de sueño!

No ordené nada. No hablé, no gesticulé, no pretendí que aquello me importase. Sentí en mi interior cómo junto a mi pokemón una parte de mí entraba en un estado absorto como de trance y meditación. Vi a la mariposa agredirnos con su Tajo aéreo pero no me preocupaba. Ya sabía qué debía hacer.

Sonámbulo.

El escarabajo esquivó el Tajo y sin darle tiempo a recuperación impactó contra él con un bestial Hiperrayo que dejó fuera de la contienda a Happy. Ritchie estaba anonadado, le habíamos ganado el primer round. Su mano se elevó con una pokebola marcada por una estrella en ella, regresando a su primer pokemón para poder elegir al segundo dejando de lado sus alardes.

—Zippo, tú encárgate.

El Charizard salió sólo para terminar con la participación de mi escarabajo el cual no resistió ni pudo esquivar en su estado al veloz Lanzallamas que aquel lagarto nos lanzó. Hubiera querido al menos hacerle algo de daño. Zippo se veía tan feroz como mi Charizard, posiblemente más... eso no podría saberlo sin probar un enfrentamiento. Lancé su pokebola.

—¿Sigues arraigado a la idae de combatir fuego contra fuego? Está bien, me gusta eso —Los pokemóns se desafiaban con la mirada y pronto comenzó un combate de choques aéreos donde nadie parecía tener la ventaja. Poco a poco Zippo fue tomando acciones y maniobras que dañaron paulatina pero exponencialmente a mi pokemón hasta inclinar la balanza a su favor—. Yo sabía que vendrías a retarme, Satoshi, lo sabía desde siempre. Aún al verte en otras regiones, aún sabiéndote tan distante siempre supe que volverías a competir aquí. Incluso me sorprendí al ver que obtuve el título antes que tú vinieras por él.

Me reí ante sus reflexiones en medio de la batalla. —Perdóname por hacerte esperar.

—No deberías decir eso. He seguido tus pasos porque sabía que nos enfrentaríamos otra vez y no quería que me agarraras desprevenido. ¿Segundo puesto en Kalos? Nada mal.

—Apuesto que no te lo esperabas.

—No sabría decirlo. Algo que no esperaba era que desaparecieras del mapa tras derrotar al pokemón legendario hace dos semanas. Repentinamente te perdí el rastro.

—No esperes que te cuente dónde estoy, Jenny se encargó de fingir mi muerte para evitar que el Team Roquet siguiera mis huellas como lo vino haciendo todos estos años —Ordené a mi lagarto de fuego que utilizara Cola dragón sobre su oponente pero éste lo tomó de dicha extremidad en medio de la realización de su ataque y lo estrelló contra el suelo en un Movimiento sísmico que bien podría ser confundido con una perfecta toma de Judo—, por eso debo permanecer en el anonimato hasta que todo se resuelva.

—¿Y cuándo será eso?

—Cuando encuentren a Giovanni. —Recordé cómo Jessie y James nos brindaban toda la información necesaria para desmantelar a la asociación criminal entera, cómo mágicamente el establecimiento donde estaban declarando explotaba, cómo me permitían hacerles una llamada hacia el hospital donde ella estuvo en coma cuatro días mientras que él aún permanecía en ese estado, su voz afligida rogándome que no fuera tras el líder del equipo porque sus influencias eran mayores a lo que yo imaginaba, cómo me negaban cualquier nuevo contacto a fin de protegerlos manteniéndolos lejos de Giovanni... Yo le había jurado a Jessie que los ayudaría a encontrarlo a como de lugar, pero ahora me veía tan controlado que tuve que esperar dos semanas a que organizaran este encuentro secreto para poder aspirar al título de campeón en un lugar escondido, subterráneo, trayendo a Ritchie con una venda en los ojos... Todo parecía tan extraño desde que vencimos a Yveltal...

Largas bocanadas de fuego salieron disparadas con una potencia demoledora desde el hocico de nuestros Charizards, impactando en el centro para demostrarme que yo simplemente no estaba a la altura de aquel combate. Hubiera querido ganar por las buenas, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.

—Noté que entrenaste muy bien a tus pokemóns, que sabes de estrategias y de batallas, pero no vine aquí tan sólo a rendirme. Vine a demostrarte que los lazos que tengo con mis pokemóns son indestructibles.

—Con sólo tener un lazo fuerte con tu pokemón no lograrás nada, Satoshi. Las batallas entre entrenadores se tratan de confrontar el esfuerzo de muchos años y eso es algo de lo que careces.

—Esta vez te equivocas —Me adelanté a decir—, todo esfuerzo, todo entrenamiento, todo lo que hayas hecho para llegar hasta aquí no significan nada al lado de un vínculo estrecho formado con paciencia junto a tus pokemóns —Tanteé mis guantes buscando sentir el contorno pétreo y liso del objeto que llevaba conmigo antes de citar a mi mentora—. Los vínculos nos hacen evolucionar, y nuestro vínculo es tan fuerte que supera toda forma de evolución.

Una luz brillante salió desde mi brazo y se dirigió a su encuentro con su homóloga proveniente del cuello de mi Charizard elevando su poder hasta límites inimaginables por mi rival a la vez que mi dragón alcanzaba la mega evolución. El combate perdió sus proporciones devolviéndome la ventaja sobre mi oponente, cada ataque de Mega Charizard Y valía por tres o más de Zippo. Su fuerza, velocidad y resistencia habían aumentado logrando desacreditar los intentos de mi rival por obtener la victoria. Bastaron unos pocos segundos para darme por vencedor del segundo round.

Ritchie regresó a su tipo fuego y un Vaporeon salió de su pokeball para iniciar la contienda de inmediato. Sentí sus movimientos mucho más apresurados, algo menos impredecibles. Mi amigo estaba perdiendo el control. Se nota que haber estado dos años en la cima le había hecho olvidar lo que se sentía estar en apuros.

El fuego avanzaba aún sobre los ataques de tipo agua dificultando enormemente las cosas para Vaporeon. Una ola de Surf logró impactar contra Charizard mientras éste se acercaba, pero al no impedir su marcha, él logró hacer espacio para asestar una Cuchillada que dejó en mal estado al pokemón acuático.

—¡Regresa! —ordenó el entrenador antes de que su pokemón fuera derrotado. Estaba desolado, parecía no hallar el modo de ganar contra mi pokemón. Pronto una idea le iluminó los ojos, aunque no parecía convencido de ella— ¿Sabes? —comenzó— No eres el único con un as bajo la manga.

Por algún motivo que desconozco, los entrenadores siempre usaban la misma frase cliché cuando se trataba de la mega evolución. Un horrendo Tyranitar mega evolucionó frente a mis ojos exhibiendo un verde esmeralda sobre su áspera y fría piel, poniendo en enorme desventaja a mi Charizard puesto que éste estaba cansado tras los últimos enfrenamientos.

—¡Giga impacto!

—¡Esquívalo!

Por poco y nos aplasta. Su velocidad era digna de apreciar, algo que no me hubiera esperado tratándose de un pokemón de ese tipo. Las rocas gigantes volaban hacia mi Charizard y éste las esquivaba con suma elegancia mientras buscaba impactar contra el cuerpo de Tyranitar valiéndose de su Cola dragón para no ser alcanzado por aquellos guijarros gigantescos a los cuales por ser Fuego Volador era súper débil. En ese momento la tabla de tipo me dio una idea.

—Charizard, acércate lo más que puedas.

—Cruise, déjalo que se acerque —¿Qué demonios estaba planeando? Seguramente quería intentar un ataque físico, pero eso no le serviría de nada si lográbamos hacer blanco con nuestro plan. Tenía que confiar en Charizard, en verdad lo hacía, pero Ritchie no había comprado su título de campeón, se lo tenía bien merecido, y al ver que estaba a una distancia prudencial ordenó— ¡Ahora!

Y de un momento a otro un enorme Hiperrayo impactó sobre mi pokemón. Lo vi caer inexpresivo, casi inerte, presa del efecto de la gravedad sobre su cuerpo. Mi emoción caía junto a él y aunque me tenté a desarraigarme de la idea de victoria, supe que no debía desplomarme, que nuestro espíritu de lucha debía ser más fuerte que aquel desastroso golpe y busqué alcanzar a Charizard con mis sentimientos en un mundo etéreo donde sabía que lo alcanzaría, que nuestro lazo nos haría más fuertes. A poco centímetros del piso él reaccionó retomando el vuelo.

—¡Muy bien amigo, es nuestra oportunidad! ¡Sumisión!

El tiempo de recuperación tras el Hiperrayo impidió a nuestro contrincante reaccionar mientras que aquel golpe al que era super débil hacía efecto sobre su endurecida piel. Tyranitar se levantó tras unos segundos de tensión que parecieron eternos.

—Muy bien hecho Satoshi, pero esto se termina ahora.

—Ya lo creo.

—¡Rápido amigo, utiliza Giga impacto!

—¡Charizard, Ala de acero!

Los movimientos colisionaron causando una explosión de energía que por un momento no nos permitió ver lo que ocurría en el campo. Fueron los segundos de nerviosismo más desconcertantes de mi vida hasta que al correrse la cortina de humo pudimos ver a mi pokemón caído en el suelo bajo su anterior forma evolutiva. Había perdido el round.

—¡Rayos! En verdad lo has hecho genial ahora, amigo.

Un ruido seco me hizo callar al instante. Tyranitar también cayó.

Los dos nos miramos fijamente a los ojos tratando de no expresar el miedo y la emoción que nos generaba aquel combate. Elegí con cuidado de entre los presentes en mi cinturón de pokeballs, ya habían caído dos de mis mejores pokemóns y no quería que ocurriera lo mismo con el tercero. Sabía, desde luego, que a Ritchie tras perder a Butterfree, Charizard y Tyranitar sólo le quedaban dos y un Vaporeon bastante maltrecho, por lo que se podría decir que aún tenía mucho a mi favor pero eso en el pasado ya me ocurrió, con resultados poco agradables de recordar. Saqué a mi Pidgeot de su pokebola para enfrentarse a un pokemón increíble el cual no esperaba que Ritchie tuviera: Un Landorus, el genio legendario del tipo tierra volador.

Como era de esperarse su obsesión por aprovechar las ventajas de tipo volvió a hacerse presente en el combate haciendo que Landurus intentara inmovilizar a Pidgeot con un Antiaéreo, movimiento que volvería aún a los tipo volador suceptibles a los ataques de tipo tierra, cayendo en un juego que me dejaría completamente vulnerable. Destruí su ataque con Ala de acero, golpeamos a Landorus con Vendaval, evadimos con nuestra súper velocidad todos sus intentos por alcanzarnos con aquel maldito ataque hasta que tras el tercer golpe que le propinamos logró alcanzarnos al fin. El genio que cabalgaba una nube nos agredió con una Avalancha que logró aplastar a Pídgeot, dejándolo imposibilitado de levantar vuelo nuevamente. Aún así, mi pokemón sabiéndose vencido ignoró mis súplicas por que regresara a su pokebola y golpeó a Landorus con su Ráfaga de aire antes de caer en el efecto cruento de Fisura.

Había perdido a tres, ya sólo me quedaba la mitad. Jugué con la idea de enviar a Píkachu para probar su poder pero decidí que Greninja haría un mejor trabajo esta vez y convencido de hacer lo correcto lo envié al ruedo a demostrar su valía frente al entrenador más poderoso de Kanto.

Ordené a Greninja que lo golpeara con Corte mientras que Ritchie ordenaba usar Brazo martillo haciendo que ambos ataques colisionaran repetidas veces hasta que mi pokemón salió volando por el golpe. El maestro pokemón creyó que utilizar Avalancha sería un gran plan, pero su golpe se vio inútil frente a las multicopias de mi rana azul, la cual aprovechó la oportunidad para acercarse e impactar repetidas veces con su As aéreo sobre distintas partes del cuerpo del oponente legendario.

 La emoción subía más y más a cada instante hasta que en medio de aquel ataque ocurrió la sincronización. Pude ver el rostro de Ritchie completamente sorprendido, probablemente no vio todos los combates tal como había dicho, un error que no pensaba perdonarle.

El Brazo martillo buscó un nuevo impacto sólo para verse frenado por un Corte mucho más poderoso que el anterior, el cual hizo retroceder al pokemón de tipo tierra. Nuestras fuerzas estaban empatadas, pero yo no pensaba permitir que esto siguiera así para siempre. Landorus trató de detenernos con su Fisura tal como había hecho con Pidgeot, pero nuestra velocidad era superior causando que su ataque fallara de un modo algo triste para dar paso al enorme Shuriken de agua que mi amigo logró impactar contra aquel sublime pokemón. No estaba derrotado, pero al menos conocía nuestro poder.

Mezclas de Avalanchas y Brazo Martillo giraban entorno nuestro en una danza de a ratos grácil y elegante que prontamente se convertía en algo violento y desordenado para dar paso a lapsos de nueva paz. Los Shurikens de agua también cargaban el ambiente pretendiendo terminar de un sólo golpe la contienda, pero aquella intención se veía frustrada por la habilidad sumada del pokemón y de su entrenador rivales. Un momento de descuido brindó el chance de estrellar unos cuantos Ases aéreos contra el cuerpo del adversario sólo para toparse con su enorme resistencia seguida de un nuevo martillazo de su brazo fuerte.

Ritchie trató de ponernos entre las cuerdas al crear al rededor nuestro una zona pequeña fisurando el piso hasta reducirlo mucho, pero mi rana dio un salto descomunal y se perdió en medio de sus copias para así ganar tiempo a preparar un Shuriken de agua gigante que pusiera en peligro la participación de aquel pokemón legendario el cual, preso de una furia enceguecedora, arremetió contra nosotros con más y más martillazos (el único ataque con el que contaba con ventaja de tipo), que pretendían debilitar las fuerzas de mi Greninja. Grave error. La rana azul encontró el momento apropiado para golpear repetidas veces al genio con su As aéreo para luego utilizar un último Shuriken de agua que le impidiera a su oponente levantarse. El round había acabado y nosotros éramos los vencedores.

Mi oponente se mordía los labios nervioso por saber que sólo le quedaban dos pokemóns hasta que tomó la iniciativa de enviar al Vaporeon que mi Charizard se había sodomizado. Quizás él creyera que su única oportunidad era debilitar un poco a Greninja antes de enviar a Pikachu para terminar con el trabajo, y en cierta forma tenía razón puesto que el último combate había dejado casi en estado crítico a mi pokemón, pero Vaporeon no era para nada la opción correcta para dicho trabajo según mi opinión. Qué equivocado estaba.

Un Rayo de hielo impactó contra las piernas de Greninja sin ocasionar daño alguno, pero logrando detenerlo momentáneamente. Ordené que destruyera el hielo con Corte, aunque no pude notar que las intenciones de mi rival eran precisamente que cayera en aquella situación. El muy desgraciado hizo un baile patético logrando que su pokemón se cargara de poder brillando en un halo de energía Z, y desenlazara su furia contra nosotros bajo la forma de algo a lo que Ritchie llamó "Guadaña sedosa", movimiento que le fue posible realizar gracias a que aquel Vaporeon conocía Doble rayo. Fue un maldito golpe fulminante que no supe predecir. Vaporeon había ganado.

Transitaba una delgada línea entre el enojo y la frustración que supe vadear prontamente para enviar a Pikachu a deshacerse de aquella molestia con uno sólo de sus Truenos, provocando dejar así a Ritchie con sólo su último pokemón.

—Las batallas entre los entrenadores en las ligas regionales son una cosa muy divertida, pero los maestros competimos a nivel nacional, luego continental para al fin llegar a la liga mundial de pokemón —presumió mi amigo mientras que nuestros pikachus se miraban desafiantes—. Créeme, tú no estás listo para esto.

—No creo que sea así. Yo jamás había estado tan listo para algo en mi vida...

—¿Qué piensas hacer si me ganas? ¿Desaparecer? ¿Dejar sin su campeón a Kanto? Ganar la liga no trae responsabilidades, pero ser el campeón es otra cosa Satoshi, ¡los reporteros no te dejarán en paz! No habrá manera de que te escondas del Team Roquet.

—¿Acaso tienes tanto miedo que me cuentas todo esto para que desista porque no quieres perder tu título contra mi? —Sabía que no era verdad, pero no podía dejar que este combate se me escapara. En verdad estaba emocionado.

Ritchie no dijo nada, sólo mostró un semblante ofendido y apuntó con su mano al campo para que su Pikachu fuera a la carga. El combate comenzó. Una canción vieja que solía disfrutar cuando niño sonaba en mi mente como musicalizando la ocasión.

"Tengo que ser siempre el mejor, mejor que nadie más.

Atraparlos mi prueba es, entrenarlos mi ideal..."

Chispas y destellos de luz chocaban en todo el campo. Ataque rápido fue frenado con Tacleada de voltios, un Trueno de Sparky deshecho con una simple Electriball de mi Pikachu, Los ataques eran veloces y violentos, su potencia podría hacer que cualquiera de los que observaban el enfrentamiento por internet comenzaran a cuestionarse si realmente esa rata amarilla era un pokemón de pelea o una mascota. Yo estaba feliz, esto era lo que quería.

"...Yo viajaré de aquí a allá, buscando hasta el fin.

¡Oh pokemón, yo entenderé tu poder interior...!"

Destrozamos el campo con Cola de acero para impedir que siguiera utilizando su Tacleada de voltios, puesto que aquel ataque era un peligro para ambos combatientes. Ritchie daba ordenes casi simultáneamente a su pokemón con el flequillo chistoso mientras que yo sólo me dedicaba a esquivar y contraatacar cada vez que lo creía oportuno. Su Cabezazo fue frenado por Cola de acero, múltiples Electriballs chocaban contra sus Truenos, intentamos golpearlo con un nuevo Ataque rápido y él esquivó para contraatacar  utilizando Velocidad sin lograr hacer blanco con su objetivo.

—¡Vamos, Satoshi, ¿qué sucede? Sé que tienes mucho más que eso para dar. ¡Ven hacia mi con todo lo que tus viajes te enseñaron!

Él tenía razón. —Está bien, ¿estás listo? —Ritchie Hiroshi pidió a su pokemón detonar todo su poder con un sólo Trueno, pero la visión que le teníamos reservada lo enmudeció a mitad de la orden.

"...Pokemón, tengo que atraparlos, ¡nuestro destino así es!..."

La energía rodeaba mi cuerpo, hilos de tensión eran causados por la electricidad que rozaba levemente mi piel mientras que la figura de Píkachu se alteraba para asemejarse más a la mía...

"...Pokemón, gran amigo es hay un mundo por salvar..."

La velocidad de su cuerpo y sus ataques parecían no tener límites. Sparky recibió de lleno una Tacleada seguida de la descarga más contundente que lo hubiera golpeado en toda su vida.

"Pokemón, tengo que atraparlos, ¡es real, nuestro valor vencerá...!"

Creí que todo había terminado pero su resistencia le dio la fuerza para levantarse nuevamente. Descargó aquel Trueno sobre Pikachu iluminando todo el campo de batalla con una luz blanca enceguecedora que logró aterrar a los camarógrafos, alcanzando a desgarrar el cielo razo de aquel lugar subterraneo pero mi espíritu seguía intacto, al igual que el de mi mejor amigo.

"...Te enseñaré y tú también, ¡pokemón! Atrapalos ya."

Su poder en el manejo de la electricidad era impresionante, pero el nuestro también. Le dimos una muestra de lo que podíamos hacer y todo acabó. Habíamos ganado.

Ritchie cayó de rodillas observando a su Pikachu vencido a mitad del campo. Caminó hacia el centro a fin de recogerlo y al levantar su rostro del piso se encontró con mi mano tendida en señal de saludo amistoso. No pude descifrar su gesto, quizás la confusión de haber perdido tras años de puras victorias, quizás saberse superado, quizás era por mí, quizás no quisiera pensarlo. Él sabía que lo estaban grabando y que debía responder al apretón de manos y así lo hizo. Nos dimos la mano, él aprovechó mi sostén y sin pedir permiso lo utilizó para tratar de pararse con lo que ambos terminamos en la tierra riendo por la confusión.

—Ha sido un gran combate —felicitó mi amigo sacándose el micrófono que llevaba en la ropa, gesto que yo imité—, realmente te felicito por todo lo que lograste.

—Nunca quise quitarte el título, sé que lo comprendes, pero aún así lo siento. —Me disculpé de manera sincera. Él se acomodó en el piso apoyando ambas manos a los costados del cuerpo para anunciar.

—Había estado pensando en retirarme de todos modos. Es un placer ser destronado por ti —Ambos reímos—. Pero me temo que aún no eres el campeón.

—¿A qué te refieres con eso? —pregunté muy sorprendido por la revelación.

—Yo jamás vencí al campeón de Kanto, esto es sólo una gran farsa porque el anterior campeón huyó apenas terminado su combate.

Lo observé confundido intentando recordar algo de lo que me decía. —El anterior campeón había sido Green, ¿no es verdad?

—Si, pero hubo alguien lo derrotó tras derrotar a la liga y luego se esfumó del mapa siendo imposible dar con su paradero hasta el día de hoy.

—¿Y quién es?

—Su nombre era Red, y lo conocen como "El entrenador legendario". Tengo algunas pistas sobre cómo podrías dar con él si quieres justificar tu título, pero bien sabrás que eso no hace falta. Seré el campeón ilegítimo, pero sin embargo el título me lo otorgaron de todos modos. Ahora es tuyo.

—No —respondí—. Hasta que no venza a Red no seré el campeón de Kanto. Después de todo está bien, debo permanecer escondido por un tiempo.

—No creo que eso te sea posible por un tiempo.

—Jenny dijo que ella se encargaría de todo.

—¿Si alguien te desafía harás lo mismo que hiciste conmigo?

Reí ante su idea. —No lo sé, eso sería muy jugado.

—Entonces quizás no sepa de ti hasta el año que viene, cuando alguien vuelva a ganar la liga.

—Quizás.

—Hasta entonces, amigo.

—Hasta entonces, mi viejo compañero.



Y así, el primer libro de esta saga llega a su fin. El equipo Roquet saldrá a la caza de los pokemóns legendarios para aumentar su poder mientras que las fuerzas policiales intentan detenerlos. ¿Qué será de Satoshi y Serena? Eso sólo el destino lo dirá. Por el momento nosotros sólo sabemos una cosa y esa es que esta historia continuará.


N/A: Seguí leyendo lo que sucedió con Serena mientras estos hechos ocurrían en "Alcanzaré mi objetivo (amourshipping)" y no te pierdas el final de la saga en su continuación más directa: "Vínculos" (Próximamente en wattpad).


:)

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