Satoshi vs Hoken.

Narra Satoshi.

  Me quedé a ver los demás combates de la liga pokemón para poder estudiar la estrategia de quien me enfrentaría en la final; no me resultó extraño encontrarme con que mi rival sería el mismo que humilló a Giselle, lo verdaderamente extraño fue su última pelea... el tipo enfrentó a otro chico que usaba tecnología arcana y su victoria fue casi un hecho de mera suerte. Evidentemente el equipo roquet estaba obsesionado con la idea de sacarme de en medio, pero eso era poco importante para mi en este momento. Por fin estaríamos cara a cara con el que atropelló los sueños de mi amiga y yo no le huiría bajo ningún costo, ni tampoco pensaba dejarme ganar. Esta vez era personal.

  Pasé al centro pokemón reteniendo un bostezo para dirigirme al holovisor donde realicé una llamada que para mi era muy importante. Mi respiración se agitó en la medida que aquel dulce rostro aparecía en la pantalla, como un ángel adornando el más hermoso de los sueños.

—Buenas noches —Me contestó la pelimiel sonriendo cálidamente y con un leve rubor en sus mejillas.

—Buenas noches Serena, qué placer verte otra vez —Le respondí devolviéndole la sonrisa— ¿Cómo te fue en el concurso de hoy?

Yo tenía mil cosas para decirle, pero por algún motivo todas esas preocupaciones desaparecieron al ver sus ojos. Debo parecer un idiota, mejor me concentro un poco.

—Muy bien. Adivina quién llegó al primer lugar.

—¡No me digas!

—¡Si! —Serena cerró los ojos e inclinó la cabeza a un lado dando una imagen muy tierna y encantadora— Ha valido la pena todo el entrenamiento.

—¿Sabes? Lamento no haber estado ahí para apoyarte.

—Descuida, yo sé que esto es importante ¿Así que estás en la final de nuevo, eh? Estoy muy feliz por ti, sabía que podrías.

—Si... Aunque la cosa se complicó un poco.

—¿A qué te refieres? —Se notaba su sincera preocupación al preguntar aquello. Lo último que yo deseaba era empañar su felicidad con el recuerdo de los males que se avecinan, más no podía hacerla a un lado. Ella era parte de mis emociones.

—El equipo roquet compró a los entrenadores más novatos dándoles tecnología arcana para que puedan megaevolucionar a sus pokemóns a cambio de que me eliminaran. Ya me encargué de dos de ellos, pero el que queda en la final es el que venció a mi amiga, la hija del líder del gimnasio de fuego. Presiento que tienen algo grande guardado especialmente para mañana y eso me tiene muy ansioso.

—Satoshi... —Su voz apagada y profunda me hizo dudar sobre si debía inventar un montón de excusas que de algún modo pusieran fin a su angustia. No es que sea una persona muy egoísta, pero tampoco recuerdo haber pensado tanto en alguien como lo hacía con ella ahora. Esto de querer compartir algo más que tu camino por un tiempo con una persona especial se sentía raro aunque agradable— No te rindas. Aunque sea duro, aunque las personas más importantes no estén contigo, aunque tengas dudas, aunque los demás te traten de una forma que no te lo mereces, aunque tú mismo acabes por perder la fe, no te rindas. El Satoshi que yo conozco siempre sigue adelante, y sé que hay mucho valor en ti. Aunque yo esté lejos, recuerda que la distancia no es nada, que siempre estaré a tu lado sin importar las consecuencias.

—Serena, yo...

Y sin dejarme terminar la frase, una voz chillona vino a interrumpirnos, repleta de curiosidad.

—¿Ese es Satoshi? ¡Oye, te lo estabas guardando para ti sola! —gritó May al tiempo que Serena ponía una cara muy graciosa por saberse descubierta.

—Eh... Lo que pasa es que yo...

—¡Dawn, Satoshi está al teléfono! —anunció la castaña con su potente voz mientras que la hermosa pelimiel y yo nos mirábamos con cara de "no hay más remedio".

  Las muchachas comenzaron a bombardearme de preguntas a las cuales respondí casi de manera mecánica mientras que mis ojos luchaban por no perder ese encuentro que estaban sosteniendo con los de Serena, la cual no dudaba en mantenerme la mirada, sabiéndose el centro de mi atención y quizás también de mis pensamientos. Al final nos despedimos para ir cada uno a descansar a sabihondas que el día de mañana sería duro, pero que ella estaría ahí para apoyarme, aunque nos separen miles de kilómetros ella siempre estaba ahí.

  La mañana siguiente me encontró repleto de vigor y entusiasmo, nunca antes había estado más preparado para afrontar este desafío, ya no era el chico que enviaba Charizards desobedientes, que utilizaba pokemóns en los que no confiaba, todos mis pokemons eran mis amigos y me jugaría el pellejo por cada uno de ellos. Yo confiaba en ellos y ellos confiaban en mi. No existía nada más importante.

  Caminé a las duchas, dejé que todas la pesadeces fluyeran y se fueran junto con el agua, bajé a comer tanto como me fuera posible, consciente que necesitaría energías si quería ganar el enfrentamiento de hoy. Todo a mi al rededor estaba cargado de un aura de ansiedad tan palpable que podría cortar el aire con un cuchillo.

  Busqué a Blaine y cargué con su silla de ruedas hasta llegar al estadio donde Giselle lo esperaba para compartir con su novio y con su padre la final desde las gradas. Me despedí de ellos e ingresé por un pasillo lateral que me llevaría a los vestidores a esperar mi turno de entrar en combate.

—¡Damas y caballeros, aquí damos comienzo a la última batalla de la liga pokemón de este año! ¿Quién será el vencedor? ¿Será Hoken, el nuevo entrenador proveniente de ciudad celeste, o será Satoshi, el subcampeón de la liga Kalos que proviene de pueblo Paleta? ¡No se pierdan ni un segundo porque esta batalla promete ser muy interesante! ¿Competidores, están listos?

—¡Si! —bramamos ambos al unísono.

—Esta será una batalla completa de seis contra seis. El primero en debilitar a todos los pokemóns del adversario gana. A sus lugares... ¡Comiencen!

  Ambos arrojamos cada uno una pokebola diferente. De la suya salió Gyarados mientras que Typhlosion fue mi elección. La serpiente marina intentó golpearnos con su poderosa Hidrobomba pero nos adelantamos al esquivarlo girando a su al rededor con nuestra Rueda de fuego hasta alcanzarlo por la espalda y sin apartarnos mucho llenamos su espalda de explosiones con la potencia de nuestro As aéreo. Hoken no me decepcionó, y sin perder tiempo activó la mega evolución de su Gyarados para multiplicar la potencia de sus ataques. Nos mantuvimos esquivando tanto como pudimos, momentos que con mucho esfuerzo pudimos aprovechar para entrar uno que otro ataque, pero al final bastó un sólo hidrobomba para dejar sin energías a mi pokemón, por lo cual debí regresarlo.

  Para continuar con la batalla elegí a Sceptile confiado en que su velocidad sería de gran ventaja para derrotar a nuestro adversario, aunque la diferencia de poderes seguía siendo notoria. M-Gyarados soltaba su Lanzallamas intentando dar en el blanco y sufriendo a sobre manera de las habilidades de mi pokemón, una tormenta de hojas por poco me regala la victoria, pero la serpiente de mar se recuperó pronto y sin darnos tiempo a reaccionar demostró su poder con una Furia dragón que sorpresivamente puso a girar los ojos de mi Sceptile.

  Mi oponente se mofaba una y otra vez de sus victorias sobre mi y sobre sus anteriores oponentes. Traté de mantenerme frío al escuchar cómo insultaba a Giselle nuevamente convencido que esta vez daría vuelta el resultado. Tomé una pokebola, la arrojé y escuché paciente como se burlaba de mi Pidgeor por considerarlo inferior a sus pokemóns mega evolucionados.

—Muy bien, si la mega evolución es el problema entonces no habrá más remedio utilizarla para empatar el marcador. Pidgeot, demuéstrale que el mayor poder no proviene de las piedras sino de los lazos que nos unen a nuestros pokemóns. Mostrémosle que nuestro vínculo es indestructible, ¡mega evoluciona!

La piedra que me había prestado Koga al enterarse de la situación en la liga reaccionó con la Key stone que me había regalado Sabrina dando nueva forma a mi Pidgeot y elevando su poder al límite. Un ataque rápido de M-Pidgeot bastó para dejar inconsciente a M-Gyarados y también para callar las burlas de Hoken el cual parecía estallar como un volcán en erupción.

  Tyranitar fue la elección del muchachito y su estrategia comenzaba por mega evolucionarlo e inmediatamente tratar de golpearnos con Roca afilada, la cual esquivamos Volando alto para luego descender a enorme velocidad y golpearlo con todo el cuerpo, sirviéndonos del brillo del sol a fin de que el pokemón blindaje no pudiera evadirnos ni tampoco contra atacar. M-Pidgeot esquivó varios Pulsos umbríos y un Hiperrayo el cual dejó a nuestro atacante desarmado por un rato. Sólo teníamos un momento para golpearlo con todo nuestro poder y Vendaval fue el movimiento elegido para tratar de debilitarlo, pero tal como era de esperarse, su poder resultó insuficiente y el enorme ser comenzó a disparar rocas por los aires intentando golpear a mi ave.

  Yo me sentía impotente al saber que la ventaja de tipo otra vez acompañaba a Hoken hasta que una estrategia se dibujó en mis pensamientos invitándome a pedirle a mi M-Pidgeot que volara a gran velocidad al rededor de su rival, logrando pronto generar la energía suficiente para formar un enorme tornado en torno a él. Todas las rocas que nos estaba lanzando comenzaron a girar y llovieron de todos los ángulos para golpear a M-Tyranitar dejándolo algo sorprendido y asustado. En medio del tornado M-Pidgeot rompió el curso del aire para volver a lanzar un fuerte Vendaval que acabó por confundir al dinosaurio verde haciendo que perdiera la noción de su entorno y se dañara consecutivamente hasta quedar fuera de combate.

Dos a dos, Hoken estaba asustado. Su tercer pokemón fue Alakazam, el cual nuevamente mega evolucionó apenas entrar al área de combate y arrancó liberando rayos Psíquicos a diestra y siniestra mientras su entrenador renegaba a regañadientes "no debo perder, no debo perder, no debo...". La velocidad de Pídgeot le permitía esquivar los ataques y buscar un mejor ángulo para tratar de impactar contra M-Alakazam, pero evidentemente mi pokemón ave estaba en desventaja por el cansancio. Yo recordaba que Giselle había vencido a un Abra, especulé que era ese mismo el pokemón al que estaba enfrentando, de manera que era evidente que lo estuvo entrenando, pero no pudo hacerlo subir mucho de nivel en menos de tres días, debe haberlo intercambiado para convertirlo en Alakazam ni bien evolucionó y ahora con la mega evolución se volvería poderoso, pero no tanto como para soportar una serie de ataques de frente. 

  Vi a M-Pidgeot trastabillar recibiendo en consecuencia un golpe con todo y resolví terminar con esto lo más pronto posible. Ordené un As aéreo mientras que mi oponente seguía con sus disparos de energía. El ave atravesaba lo que le arrojaba su adversario como su nadara en medio del chorro de poder psíquico y pujó hasta alcanzarlo, destrozándolo bajo la fuerza de sus alas.

  Vi Una gran polvareda levantarse, y prontamente dispersarse por el aleteo de mi M-Pidgeot revelanto a Alakazam perder su forma mega evolucionada y caer vencido a la arena. Quise festejar nuestra victoria, pero M-Pidgeot no lo soportó más y cayó regresando a su forma original para luego entrar a su pokebola. Íbamos empatados, debía trazar un plan pronto.

  Ambos lanzamos las pokebolas al mismo tiempo, arriesgando estúpidamente nuestra ventaja de tipo la cual, para mi sorpresa, me resultó favorable. Esta vez la suerte me sonreía al enfrentar a un pokemón de fuego con mi pokemón de agua. Houndoom mega evolucionó apenas ingresar al área de combate mientras que mi Greninja sufría los efectos de nuestra sincronización para cambiar a su forma más poderosa y cruzarse de brazos observando a su oponente de manera confiada y desafiante. Yo sabía que Alan cuidaría de Zigarde y solicité a Greninja venir a acompañarme en este combate lo cual resultó muy oportuno.

  La rana ninja se multiplicó evadiendo los golpes del cánido, logró acercarse para evitar cualquier fallo y lo destrozó con la potencia de su Shuriken de agua. M-Houndoom contraatacó con una mordida pero el Combate cercano le permitió al anfibio no solo evitar el golpe sino también darle vuelta la quijada de un trompazo. el iontercambio de ataques continuó por unos minutos hasta darnos la victoria sin muchos daños que la desmeriten. El público estaba enardecido, jamás habían visto a pokemóns tan poderosos enfrentarse.

  Blastoise gruñó con fuerza ni bien entrar al combate. Su mega evolución no pareció tan dolorosa como las anteriores, quizás tenga un vínculo más profundo con su entrenador, pero eso sólo significaba aún más peligro.

  En cada choque de golpes ambos titanes parecían estar a la par, la velocidad de reacción de la colosal tortuga era digna del combate que estaba disputando. Corrimos con la suerte de la inexperiencia de su entrenador el cual no sabía diferenciar entre las copias de Greninja y acababa por recibir todos los golpes de frente hasta que decidí que había un modo más simple de terminar con esto.

—Greninja, sujétalo por la caparazón.

  El batracio dio un giro en el aire y se posicionó sobre M-Blastoise el cual no podía alcanzarlo con los cañones de sus manos ni mucho menos con el de su espalda. Potentes chorros de agua e Hidrobombas salían de los cañones de la tortuga pero ninguno de sus ataques lograba dar con la rana ninja que ya comenzaba a golpearlo con la potencia de su Corte.

—Lo que sospeché —susurré despacio—, éste entrenador es un novato, por lo cual su pokemón sólo sabe ataques poderosos, no tiene idea de cómo utilizar el Giro rápido o cualquier otro movimiento que pueda ayudarlo a sacarse a Greninja de su espalda. Su caparazón se convirtió en una zona ciega, es su mayor punto débil. Siendo así, su alternativa mas probable es...

—¡Blastoise, rápido, tírate de espalda al suelo para aplastar a ese pokemón!

—Oh, por favor, no puede ser tan tonto.

  La enorme tortuga obedeció sin chistar, pero Greninja se adelantó y dio un salto a último momento para dejarlo estampado boca arriba contra el suelo, e imposibilitado de levantarse. Ordenar a una tortuga gigante llena de líquidos que se tirara de espaldas al piso no era un gran plan después de todo. A partir de ese momento, mi rana azul sólo debió atacar una y otra vez hasta lograr terminar con él sin el mayor esfuerzo.

Ya sólo le quedaba un pokemón y Hoken estaba desesperado. Lo vi observando su puño cerrado con una pokebola adentro como si desconfiara si debía usarla o no. En ese momento, justo cuando creí que todo iba a mi favor, un grupo de personas irrumpió en el estadio agrediendo a todos los que les impidieran en paso hasta llegar donde estaba mi contrincante y gritarle como si retaran a un niño pequeño; se trataba del equipo roquet.

A pesar de estar muy lejos (a duras penas) pude escucharlos decir.

—Ten, úsala.

  El muchacho dudó el doble frente a esta nueva pokebola, hecho que generó que le dieran una bofetada mientras los gritos y regaños no cesaban. El público enmudecido se enardeció frente a esta actitud pero el chico los calló con una mano mientras que con la otra tomaba la pokebola y la lanzaba al área de combate. Los referis renegaban exigiendo que toda persona ajena a los organizadores y los combatientes se retirara de inmediato y que no estaba permitido competir con un pokemón que no estuviera registrado, pero parecía que ya las normas importaban un pepino. Pronto comprendí que ellos no sólo pretendían vencerme e impedir que me entrometiera en su camino, realmente querían liquidarme.

  Cuando vi el pokemon que salió de esa darkball que el equipo roquet le había entregado a Hoken agradecí con el alma que Serena, mi madre y todos mis amigos estuvieran en otros lugares y nadie de entre mis seres queridos haya venido a apoyarme. sentí el terror al ver al pokemón del caos irradiar un aura de oscuridad y erguirse frente a mi Greninja con oscuras intenciones mientras gritaba iracundo. Este enfrentamiento se había vuelto muy peligroso a partir de ahora, posiblemente mortal, yo no deseaba que todo terminara así. Robándose cada rastro de alegría de mis expresiones faciales Yveltal me miraba directamente a los ojos.

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