La chica de los golpes duros

—¡Señor Blaine!—gritó Satoshi al acercarse al anciano que se mecía frente a la puerta de su hotel.

—Satoshi, Citron, ¡que bueno verlos muchachos!—respondió este último al advertir su presencia.

Entre apretones de mano y abrazos, el grupo se saludaba y compartía historias y alegrías. La emoción del viejo líder de gimnasio estalló de inmediato al ver las ocho medallas, y se expandió aún más cuando Satoshi le pidió sacarse una foto juntos para enviárselas a su chica. Acto seguido ambos líderes de gimnasio se desafiaron con la mirada y dejando al joven entrenador de lado se midieron en una batalla pokemón, de la cual Blaine se alzaría como el vencedor.

Mientras ellos entablaban una segunda vuelta, el pierdeligas aprovechó para escabullirse al interior del hotel a hacer algunas llamadas secretas. Tardó un buen rato en regresar, y al hacerlo Blaine corrió a su encuentro tropezándose con su bastón en el camino, para luego comenzar a contarle emocionado todo lo que había ocurrido durante el combate. Satoshi tuvo que interrumpirlo a fin de preguntarle.

—Señor, ¿alguna vez voló sobre un Charizard?

—¿Sobre un pokemón de fuego? No, pero no suena nada mal.

La pokebola de Charizarrd se elevó por los aires soltando al enorme lagarto naranja de su interior, el cual ni bien sintió el calor de la isla Canela, voló lo mas alto que pudo trazando un recorrido circular en el cielo y dando una hermosa pirueta justo antes de aterrizar para luego escupir una línea de fuego que ascendió alcanzando a perderse de la vista de los entrenadores.

Blaine subió al enorme pokemón, Satoshi y Citron hicieron lo suyo sobre Pidgeot y todos volaron a una velocidad descomunal mientras que ambos seres alados competían en habilidad y aceleración.

 Pasados unos cuantos minutos el viejo no comprendía por qué se estaban alejando tanto de la isla y se comenzó a preocupar, pero Satoshi lo tranquilizó mencionándole que sólo se trataba de una pequeña sorpresa, un amable presente de parte del entrenador al líder.

Aterrizaron cerca del bosque verde. La velocidad de ambos pokemon hizo que el viaje fuera una experiencia indescriptible invitándolos a olvidar sus preocupaciones, pero al hacer pie con la tierra Blaine, que no comprendía qué estaba ocurriendo, no pudo evitar bombardear a los más jóvenes con preguntas interminables. Charizard soltó la silla de ruedas que llevaba entre sus patas y Satoshi ayudó al viejo a acomodarse en ella para luego llevarlo a dar un recorrido por la ciudad.

—Sabes muchacho, yo viví en este lugar hace mucho tiempo, es curioso que me trajeras aquí. ¡Oh, ahí estaba mi peluquería! ¿Piensas mostrarme como ha cambiado todo?... —comentaba el hombre en silla de ruedas, pero Satoshi no respondía y se limitaba a empujar de él con un paso ligero y decidido—Oye, me gustaría ir a ver... Nos estamos alejando chico... Bueno, te gusta el silencio. Está bien, a mi me gustan las sorpresas.

Caminaron hasta salir del pueblo, hicieron unos metros hacia la derecha siguiendo al líder de ciudad Luminalia y luego entraron por un camino muy pintoresco que los condujo a las puertas de una manción. Citron hizo un esfuerzo descomunal para correr adelante hasta llegar a los portones del edificio donde tocó el timbre y conversó con la portera sin que Blaine llegara a escuchar nada. Les abrieron las puertas, caminaron otro tramo entre jardines y figuras de piedra tallada que retrataban obras de arte antiguo y pokemons de todo tipo. En la puerta de la mansión, una mujer los esperaba. Blaine se levantó de la silla al verla.

—Electra...

—Ha pasado mucho tiempo querido —respondió la señora, la cual parecía apenas unos años mayor que la madre de Satoshi.

—Agradecería que no me llamaras así.

El muchacho de pelo azabache tomó la palabra para cortar el ambiente de tensión que se había generado.

—Buenas tardes señora Electra, yo soy el chico que habló con usted esta mañana.

—Es un placer conocerte en persona Satoshi. Lamento nuestras diferencias Blaine, pero en verdad estoy feliz de que estés aquí, y más aún de este modo... Así que ahora eres un líder de gimnasio y tienes un hotel de lujo en una isla tropical ¿Eh? Me impresionas.

El viejo cedió, aflojando la dureza de su gesto para acercarse a darle la mano a su ex esposa.

—Es verdad. Así que así terminamos nosotros; Tú, una millonaria viviendo en una mansión y yo un tipo de vida tranquila en un lugar alejado. Apuesto a que no te lo esperabas.

—No hemos terminado, querido. Aún nos queda mucha vida por delante —respondió la señora en un tono cariñoso—. Ahora ve, ella te espera.

—¿Ella? —El gesto confundido de Blaine se volvió indescifrable. Sin emitir una palabra volvió a su silla de ruedas y Satoshi comenzó a empujarlo hasta llegar a uno de los patios traseros del lugar donde una preciosa muchacha de unos 17 años esperaba sentada en la sombra de un árbol mientras leía su libro. Satoshi la reconoció de inmediato.

—Oye, ¿esa no es Giselle?

—Mi Giselle —respondió el líder de isla Canela con un tono de ternura y nostalgia marcado en la voz.

Satoshi y Citron pusieron esta expresión.

—Señor, ¿aún se acuerda de cuando dijo que le hubiera gustado tener un hijo como yo? ¿Qué piensa de un yerno?

El comentario hizo que Blaine arrugara la cara. Citron entendió el juego de inmediato y comentó.

—Oiga señor, hoy al combatir con usted pensé que estaba haciendo su mejor trabajo, hasta que la vi a ella.

Blaine levantó su puño cerrado mientras contenía un grito de furia.

—Señor... dos faroles la recorren, en sus curvas se desbordan. ¿Qué es?

—Una carretera.

—No, su hija.

Blaine miró a Satoshi con cara de odio.

—¿Después de conocerla me la presenta?

—¡Ya cállense ustedes dos!

El anciano líder cruzó la puerta y caminó hasta llegar a pocos pasos de donde su hija lo esperaba. Los muchacho optaron por no interrumpir la escena mientras que Blaine le contaba a Giselle la historia de cómo la perdió de su vida y lo mucho que la había extrañado. En las afueras el pululeo de los Pidgeys daba un clima de intensa paz hogareño mientras la tarde caía, presa del ocaso, regalando tonos anaranjados a todas las nubes que surcaban el cielo. Satoshi y Citron se acercaron cuando vieron que las dos personas que conversaban bajo el árbol llevaban un tiempo abrazandos.

—Me alegra verlo tan feliz, señor —comentó el azabache.

—Si se cansa y quiere que lo reemplace sólo dígalo —susurró el rubio.

—Yo te recuerdo—dijo Giselle a penas vio a Satoshi acercarse—, viniste a pasar un día en la escuela hace algunos años... Perdóname, no puedo recordar tu nombre. 

—Mi nombre es Satoshi, y estos son mis amigos; Pikachu y Citron.

—Es un placer —agregó el aludido mientras la ratita cuqui inclinaba la cabeza y pronunciaba su nombre.

De pronto, un fuerte sonido interrumpió la alegría de aquella escena (que bien podría haber terminado en el funeral de Citron) mientras que una explosión se hacía presente desde el interior de la mansión.

—¡Mamá! —exclamó la chica asustada.

De en medio de la polvareda generada por la explosión surgieron un montón de figuras. Una de ellas empezó a pronunciar.

—Prepárense para los problemas.

—Y que sean dobles.

—¡¿Otra vez ustedes?! ¡Dejen de presentarse en cada encuentro, ya todos los conocemos! —interrumpió Satoshi. Las dos figuras se vieron desconcertadas y molestas.

—Yo no los conozco —dijo Blaine.

—Esos no son Jessie ni James, ¿acaso son del algún otro equipo de ladrones de pokemon? —preguntó Citron.

—¿Lo ves? —gritó Cassidy— Aquí nadie nos conoce, tenemos que decir nuestro lema.

—¡Yo si! —contestó Giselle para sorpresa de todos— Ellos son Cassidy y Such. Fueron los únicos dos alumnos expulsados de la escuela pokemón. Hay una foto suya en la dirección del colegio.

—¿Y tú por qué fuiste a la dirección? —Quiso saber Blaine en estado de padre preocupado.

—Fui abanderada —presumió la hermosa muchacha.

En ese momento el team roquet terminó de citar su lema mientras que varios soldados aparecían por los costados rodeando a nuestro equipo y de sus pokebolas salieron un montón de Crobats, Skarmorys, Grimers, tres Steelix y dos Houndoom. Cassidy sostenía los brazos atados de la señora Electra mientras Butch se quejaba de la pronunciación que le habían dado esta vez a su nombre.

—¿Qué quieren aquí?

—Hemos venido por tu Píkachu.

—¡¿Ustedes también?!

—Si, ese pokemón posee un poder enorme, pero tú no sabes aprovecharlo. No mereces tener a un pokemón así en tu equipo.

—¿A qué te refieres?

—Si lo evolucionaras se convertiría en un ser casi imparable. Hemos recibido reportes que nos indican que ese roedor ha enfrentado a muchos pokemón muy fuertes, incluyendo legendarios y hasta dio buen combate en la final de la liga de Kalos. Su poder siendo solo un pikachu es abrumador, con esa nueva evolución que le diste éste se potencia, pero si además entrara en contacto con una piedra trueno como la que tienes en tu mano, su poder se magnificaría volviéndose inigualable. Una arma como esa en las manos del team roquet sería una garantía para el cumplimiento de nuestros planes —contestó Cassidy con soberbia.

—¡Jamás permitiré que ustedes tengan a Pikachu!

—¿Y quién dijo que lo podías impedir? —Se burló Butch. En ese momento Raticate llegó cargando una especie de báculo para entregárselo al joven de pelo verde, el cual al recibirlo acarició la gema de su ápice y algo aterrador comenzó a ocurrir: Todos los Steelix y los Houndoom mega evolucionaron. 

—¿Qué es eso?—preguntó Blaine al ver lo que acababa de ocurrir.

—Es tecnología arcana —respondió Citron—, ya la habíamos enfrentado en el pasado. Ellos pueden hacer mega evolucionar a sus pokemóns sin tener ningún vínculo especial.

Los soldados carcajeaban mientras que el dúo que los dirigía amenazaba a Satoshi alegando que de no entregarle su pokemón la señora Electra lo pagaría.

Ante la indecisión del muchacho Cassidy sacó una navaja y la acercó a su cuello, pero un disparo eléctrico impactó de lleno en su mano obligándola a soltar el cuchillo. Todos voltearon a ver lo que ocurría cuando un Electivire golpeó con su puño de trueno a los dos roquet que custodiaban a la rehén, la tomó entre sus brazos y pegó un potente salto integrándose al grupo de entrenadores rodeados por legendarios junto a su respectivo entrenador.

—¡Papá! —Giselle corrió a desatar a su madre a la cual Electivire de su marido colocaba en el suelo plácidamente.

—¡No importa! —bramó Cassidy—, aún así están rodeados. Entreguen a sus pokemóns o ésta será su tumba.

—Ustedes nos están menospreciando. ¡Pikachu, impack trueno! ¡Charizard, llamarada!

Ambos pokemóns efectuaron sus ataques mientras que Citron, Blaine, Giselle y el marido de Electra enviaban a los suyos propios para luego ordenarle diferentes ataques. Sólo el trueno de Pikachu bastó para liberar el cielo de pokemons voladores. La ventaja del team roquet peligraba conforme avanzaba la batalla.

—Ríndanse ahora, esta batalla no tiene sentido. —gritó Satoshi, exigente. Cassidy y Butch rieron sonoramente ante la ocurrencia.

—Veo que no terminas de entender el poder con el que contamos, te ilustraré. Nuestro jefe nunca creyó en Jessie ni en James. Todo este tiempo guardamos sus informes sin darles mayor importancia, pero hace poco Meowth nos convenció de darles algo de crédito y tras una mirada un poco más profunda nos encontramos con que ellos nos habían brindado la ubicación de un buen número de pokemóns legendarios. Admira el poder del equipo Roquet.

En ese momento arrojaron una pokebola negra y el brillo de su interior brindó la imagen clara de un Moltres enfurecido.

—Esta oscura ball es un invento del cazador Vicius, un elemento que el team roquet ha robado y perfeccionado para potenciar el poder y la maldad incluso de los pokemons legendarios. Este Moltres bajo nuestro poder se ha convertido en un pokemon invencible.

—No puede ser... —susurró Satoshi anonadado— ese Moltres es el mismo que conocí en el archipiélago naranja.

Todos a su al rededor se asustaron a pesar de no comprender de qué diantres estaba hablando, se veía muy serio.

—¡No perturben la armonía del fuego, hielo o rayo, no sea que los titanes produzcan destrucción

sobre el mundo en el que ellos chocan. Aunque el gran guardián del agua surgirá para calmar la lucha, sola su canción fallará, y la tierra se convertirá en cenizas! —recitó el joven en voz alta parado sólo frente al Moltres iracundo. Las risas del equipo roquet incrementaron su sorna.

—Por Dios —dijo Giselle sin poder disimular unos corazoncitos en sus ojos—, ¿cuándo te volviste tan genial?

Satoshi hizo fuerza para resistir el impulso de mirar a Blaine. No era momento de bromas.

—Liberen a Moltres o el mundo entero sufrirá —gritó.

—Pero el mundo entero va a sufrir, muchacho. Va a sucumbir ante el poder del team roquet, ¡Moltres, ataca! —devolvieron las palabras Cassidy y Butch.

Electivire intentó detenerlo uniendo sus energías eléctricas a las de Pikachu, pero la llamarada del ave de fuego se dirigió a ellos con tal velocidad que les resultó imposible esquivarla, sufriendo ambos un golpe frontal que por poco los desvanece. Los demás pokemóns estaban distraídos librando cada uno su propia batalla: Bunnelby y Luxray unían fuerzas contra mega unpokemón mega evolucionado al igual que charizard y Magmortar, Marowak y Pidgeot, Chespin y Rhyperior, Ninetales y Golem y también unos cuantos pokemons más que había en la mansión.

En la mente de Satoshi las palabras de Cassidy hacían eco volviendo sus pensamientos una madeja incontrolable; "Fue gracias a Jessie, James y Meowth que ahora todo Kanto corre peligro, pero... hemos visto pokemons legendarios por todas las regiones que visitamos, es posible que vayan detrás de ellos. Tracey, May, Dawn, Max, Eureka, Dento, Misty, Brock, todos mis amigos corren riesgo ahora... Latias, Celeby, Mew, Darkrai, Zigarde, los Wnknown, Lugia, Kyogre y tantos otros más serán acechados y eventualmente cazados por mi culpa. Son pokemons muy poderosos, no puedo permitir que esto ocurra. Yo fui el responsable por enviar a volar a esos payasos tantas veces en lugar de atraparlos y entregarlos en manos de la ley. Si una catástrofe se desata en el mundo, eso será por mi culpa. Es mi responsabilidad solucionarlo."

El remolino de emociones que invadía la mente de Satoshi le impedía pensar más allá de sí mismo imposibilitando completamente una unión con su Pikachu. Estaban des sincronizados.

—¡Mostaza! —gritó Citron para hacerlo reaccionar.

—¡Que no me llames así! —Se defendió éste.

—Si no mal entiendo, el problema no es Moltres, sino la pokebola que lo controla y lo hace ser maligno, ¿no es verdad?

—Si...

—Destruyámosla.

El azabache asintió a la solicitud de su compañero y luego buscó en la mano de Cassidy hasta hallar la esfera de color negro.

—Bunnelby distraerá a Moltres mientras que Pikachu se deshace de esa cosa molesta, ¿estás de acuerdo?

—Hagámoslo.

De inmediato el conejo lanzó una tormenta de lodo hacia Moltres logrando impactar en sus ojos, brindándole a Pikachu el tiempo justo para escabullirse con su ataque rápido hasta llegar cerca de los miembros del equipo roquet y con un corte de su cola de acero destrozar la oscuraball y regresar junto a su entrenador. Los muchachos se alegraron, pero la reacción de Moltres no fue la esperada. Éste, en lugar de perder el tono oscuro que lo rodeaba y abandonar sus actos violentos, intensificó su ira hasta perder completamente el control. Las llamaradas que expedía desde su pico trazaban líneas en el suelo dejando a su paso un reguero de roca fundida como el magma de un volcán. Su furia había desentendido de objetivos y ahora su fuego amenazaba tanto a los dueños de la mansión y sus acompañantes como así también a los miembros del equipo roquet.

Una voraz bocanada ígnea impactó de lleno contra mega Steelix devolviéndolo a su forma primera y derritiendo gran parte de su consistencia metálica. El cuadro era aterrador, el equipo roquet dictó la retirada, pero el ave parecía resuelta a impedírselo atacando indiscretamente a todos lo que procuraban huir despavoridos de aquella zona de guerra. Los rayos rojos de los entrenadores regresando los pokemons a sus pokebolas llenaron con su brillo rojizo el patio de la mansión, y los soldados -tras guardar a sus herramientas de trabajo- intentaban escapar corriendo o utilizando sus jet packs, más el ave atacaba con maña cuanto objeto, persona o pokemón esté a su alcance. Debían detenerla a como de lugar o destruiría todo a su paso.

Cassidy y Butch se rindieron de intentar llamar la atención del pokemón con sus órdenes y gritos e intentaron huir volando con sus mochilas propulsoras, pero Moltres en un ataque de ira arremetió contra ellos golpeándolos con sus alas. Butch logró estabilizar el vuelo, más su amiga no tuvo la misma suerte. Cassidy cayó directamente al surco de lava que Moltres había creado y su mochila mecánica explotó al contacto con el fuego. Intentó gritar, pero un susurro silencioso fue el último suspiro de aliento que su boca pudo proferir al mundo antes de abandonarlo.

Abatido, Butch luchó entre la ira y el terror, decidiendo al fin que cualquier intento de venganza sería vano. Huyó abandonando el lugar con el alma rota y un deseo de volver el tiempo que pocos entenderían, un deseo que no sería saciado.

Los chicos se quedaron solos frente al enorme pokemón enfurecido. Satoshi gritaba suplicando que no lo lastimaran, que él no tenía la culpa de lo que estaba haciendo pero nadie le hacía caso. En esos momentos lo más importante era salvar todo lo que pudieran antes de perderlo todo y a todos a causa de aquel temible pokemon.

El primero en atacar fue Electivire junto a todos los pokemons de la mansion, pero bastó un solo golpe de los ataques de fuego para que todos cayeran debilitados. Luego Citron intentó calmarlo, más esta vez el lodo no hizo blanco y el pico taladro se llevó consigo a Bunnelby y a Chespin dejando solo a un Luxray el cual a duras penas logró impactar un rayo antes de que una nueva llamarada lo alcanzara, lo cual obligó a su entrenador a regresarlo para ahorrarle más daños innecesarios. Entonces, enfurecida por la situación, Giselle ordenó a Marowak (su último pokemón en pie) que mezclara su ataque de multiplicación con un huesómerang logrando que docenas de Marowaks rodearan a Moltres mientras se arrojaban entre si el hueso causando un gran daño en el ave, el cual, tras un rato de sufrir intentando golpear inútilmente al verdadero, decidió rodearse de un halo de fuego e impactar su cuerpo contra el suelo improvisando un ataque similar a pirotecnia y logrando así desaparecer a todas las copias e incluso causar un gran daño al original. Marowak incrementó su poder con foco energía, esquivó la llamarada de Moltres y contraatacó con un hiper rayo que dio de lleno en el pecho del ave, pero ésta pareció ignorarlo y arremetió con su pico taladro para dar fin a este nuevo enfrentamiento.

Blaine, consternado por la situación se acercó a Satoshi y le pidió que lo ayudara a levantarse de la silla de ruedas donde había estado sentado desde el principio del combate. El muchacho no entendió la urgencia de aquella petición, pero accedió a brindarle su apoyo logrando así que el avejentado líder se irguiera en dos piernas para cruzar sus muñecas frente a su pecho,  extender los brazos por sobre su cabeza para bajarlos a la vez trazando un enorme círculo en el aire, a los costados de su torso, y luego unirlos frente a su pecho con los puños señalando hacia adelante. Satoshi ya había visto ese tipo de movimientos antes, Blaine estaba utilizando un movimiento Z el cual fue lanzado hacia Moltres destruyendo todo a su paso. Era increíble, primero hubo una unión de energías entre Magmortar y su entrenador, luego el brazalete brilló bajo las mangas de la camisa de Blaine y éste trazó aquel baile raro mientras pronunciaba el nombre de su próximo ataque a lo cual su pokemón correspondía realizando los mismos movimientos para más tarde liberar desde el cañón de ambas manos una bola feroz de fuego la cual impactó de lleno contra Moltres creando a su al rededor una enorme explosión que por unos instantes brilló haciendo parecer la luz del sol como el pequeño brillo de una vela. Al terminar el ataque todos quedaron con la boca abierta al ver a Moltres en medio de lo que había sido la explosión, cubierto por el brillo de su movimiento "protección".

—Demonios, ¡Magmortar, no!

El pico taladro dio fin al enfrentamiento. Ahora sólo Pikachu y Charizard permanecían de pie. Satoshi evaluó un momento la situación hasta llegar a una conclusión que podría ayudar.

—Si dejamos que él nos venza probablemente toda la ciudad termine en ruinas... Perdón Moltres, pero esta es la única solución. ¡Pikachu, subete sobre Charizard! ¡Charizard, cola dragón!

Los pokemons obedecieron. El ave intentó atacar con su fuego pero la rata eléctrica lo bloqueó con su potente descarga para luego llegar a impactar la cola del dragón directamente en el rostro del ave. El mismo reaccionó con su pico taladro debilitando a Charizard, pero a pesar del daño sufrido su vehículo, Pikachu saltó sobre el lomo de Moltres y descargó todo su poder en él.

Moltres se sacudía en el aire rodeado de una estela amarilla que brotaba como enormes truenos iluminando el área de combate. Logró sacarse de encima a Pikachu e intentó picotearlo, pero éste lo esquivó utilizando su ataque rápido, impactando en su vientre y seguido a eso imprimiendo su cola de acero contra el rostro del ave pokemón. Éste a su vez golpeó con su llamarada al roedor el cual salió expelido por los aires para caer de bruces contra el suelo. Ya no le quedaban energías.

Satoshi al notar que su gambito no había dado el efecto esperado se sintió fraccionar. Observó como Pikachu se levantaba con esfuerzo y creyó que lo mejor sería retirarse, pero las palabras de una muchacha pelimiel le volvieron a la memoria recordándole que no podía rendirse hasta el final, que el Satoshi que ella conocía lucharía aún sin fuerzas porque la derrota podría poner en peligro a aquellos a quienes amaba y así, logrando serenar su alma en conflicto, una unión entre él y su pokemón dio origen al mayor incremento de poder que Pikachu hubiera experimentado jamás. Satoshi-Pikachu se levantó nuevamente impulsado por la fuerza de sus vínculos con su entrenador sorprendiendo a todos y peleando al mismo nivel que el avatido Moltres hasta rodearlo con el poder de sus rayos.

Había algo incomprensible en la situación, Moltres había sufrido ataque muy poderosos pero seguía luchando, no parecía dispuesto a ceder. Si no hacían algo probablemente muriera antes de abandonar el combate. Cuando Satoshi comprendió ésto entendió que solo había una manera de terminar esto sin llegar a una catástrofe.

—¡Pikachu, elecriball multiple!

La orden fue acatada con precisión sumiendo al enorme ave de fuego hasta reducirlo en el suelo. Ya no le quedaban fuerzas ni para volar, pero igual seguía disparando ataques desde el suelo. Cuando vio que Moltres no podía más Satoshi se acercó ignorando el peligro con sus manos en los bolsillos.

—Has luchado mucho, Moltres. Desde ahora todo estará bien, mereces descansar... Pokebola, ve.

La luz roja del pokemon ingresando a la pokebola sorprendió a todos mientras el objeto esferico giraba levemente para al fin sucumbir con un simple "Clack" que indicaba que la captura había sido efectiva.

Los muchachos observaron al rededor el paisaje en ruinas y el daño sufrido por todos los miembros del sus equipos para luego reunirse en el centro del patio y sin decir mucho dirigirse apresuradamente al centro pokemón.

Tras dejar a sus amigos en las manos de Joy, el equipo rodeó una mesita apartada del hospital para conversar sobre su proceder a partir de ahora. Nadie cuestionó las acciones de Satoshi, sabían que estaba prohibido atrapar a los pokemóns legendarios, pero estaban de acuerdo en que no existía mejor opción.

—Hemos visto de qué son capaces los miembros del equipo Roquet y sabemos que esto es solo el comienzo. —planteó el líder de isla Canela.

—Debemos informar a las autoridades para que avancen contra ellos y los detengasn de inmediato —apuntó el marido de Electra, cuyo nombre era Henrry.

—Nadie conoce la ubicación de la guarida del team roquet, ni tampoco sabemos quién es su líder —respondió Satoshi con amargura marcada en la voz.

—Entonces debemos estar alertas. Satoshi, ellos saben la ubicación de todos los legendarios que tú visitaste, es momento de protegerlos para que no puedan alcanzarlos con esas horribles oscuraball —dijo Henrry mientras colocaba su mano sobre el hombro del muchacho—. Tú deberás informarnos a todos sobre sus posibles ataques, los lugares donde te topaste con éstos pokemóns, cualquier dato que conozcas, ¿entiendes?

—Si, señor —respondió éste.

—Debemos advertir a las fuerzas policiales, los rangers, los campeones y de ser posible a todos los líderes de gimnasio de todas las regiones —planteó Citron.

—Señor Blaine, usted, Erica y Giovanni son los líderes más poderosos de todo Kanto, es necesario que colaboren —dijo el iluso mostaza, quien no sabía que Giovanni era en realidad el líder del equipo a quien enfrentaban—. Yo iré con ustedes a las islas del archipiélago naranja para devolver a Moltres a su sitio y defender a Articuno, Zapdos y a Lugia.

—¡No! Tú y yo pelearemos en la liga pokemón —lo detuvo Giselle sorprendiendo a todos—. No creas que las fuerzas armadas te harán caso solo por lo que les digas o porque tienes a Moltres, si quieres juntar una verdadera fuerza debes convertirte en el campeón de esta región y solo así te tomarán en serio.

—Mi hija tiene razón —planteó Blaine—, ellos quizás no escuchen a una familia acaudalada, a un par de líderes de gimnasio o a un entrenador fuerte o quizás si, la gente cuando tiene miedo suele aminorar el panorama de los problemas, pero si alguno de ustedes dos se convierte en campeón de Kanto, no sólo los líderes y la milicia nos apoyarán, la gente saldrá de sus casas a dar una mano. Ese es el poder de los campeones, ellos representan a su pueblo.

—Tú y yo entrenaremos mientras ellos hacen sus tareas de vigilancia hasta volvernos maestros pokemón y luego nos uniremos con más poder para derrotar de una vez por todas al Equipo Roquet —afirmó la chica alzando el puño en señal de confianza y fortaleza.

Citron se encogió de hombros indicándole a Satoshi que no tenía opción.

—Está bien —aceptó éste último—, pero no me siento bien de quedarme con los brazos cruzados mientras todos ustedes se están esforzando.

—No lo harás, tú y tu Pikachu son muy importantes en todo esto, debemos mantenerlos escondidos y a salvo hasta que la verdadera pelea explote. Por ahora no creo que vuelvan, necesitan reordenarse del caos que crearon esta tarde, valorar sus pérdidas... llorar sus muertos... —Henrry abrazó a Giselle sintiendo un temor nuevo al comprender que esa tarde podría haberla perdido. Él amaba de verdad a su familia.

—Giselle —dijo Blaine—, tú también debes obtener un poder que te permita aportar lo mejor de ti en esta contienda. Yo te sugiero que vayas a Alola a realizar el desafío insular.

—¿A Alola? Tenemos una casa de verano ahí.

—Genial, también podrás aprender más sobre Marowak y Golem en aquella región. Solo faltan cinco días para la liga pokemon, así que tienes el tiempo muy contado.

—Entiendo. Quiero que vengas conmigo.

—¿Yo? ¿Por qué?

—Porque no te pude ver durante todos estos años... Además tú sabes más sobre este desafío, necesito que me guíes, padre.

Blaine no pudo resistir a las dulces peticiones de su hija, no obstante a lo cual preguntó.

—Pero, mi hotel...

—¡Quédese tranquilo! —respondió Satoshi— Pikachu y yo lo cuidaremos. Ese es el perfecto lugar para permanecer escondidos y entrenar el tiempo que sea necesario hasta que comience la liga.

—Yo iré a las islas Naranja para cuidar a los legendarios —informó Citron—, buena suerte, amigo.

—Cuidate Citron.


Los muchachos se dieron la mano entre ellos, mirándose a los ojos firmemente y luego saludaron a todos los que estaban allí para emprender el viaje dirigiéndose cada uno a sus nuevas posiciones en defensa de la paz y en contra de los malvados planes de los villanos más grandes de aquella región. Un nuevo desafío empezaba para todos ellos, uno que nunca hubieran esperado. Tras seis años de actos de fechorías, el team roquet al fin había juntado la fuerza suficiente para convertirse en una potencia peligrosa que amenazaba con impartir su codicia sobre la faz de la tierra, pero ¿podrán nuestros héroes hacerles frente y proteger al mundo tal como lo conocemos? Eso solo el tiempo lo dirá, por ahora esta historia continuará...

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