La caída del team Rocket
—"Yo haré todo lo posible para que tu felicidad y la mía se encuentren en el camino". —canturreó Gary en tono de burla para despertar a su amigo que seguía quieto, mirando el piso mientras que los ataques impactaban con una potencia meteórica a su al rededor.
El pequeño genio hacía su mejor esfuerzo sumando gente y pokemóns poderosos al batallón que combatía junto a Satoshi, pero éste no lograba abandonar su lugar de anonadamiento por lo cual su amigo amarillo y peludo consideró necesario tomar otras medidas.
—¡Chuuu! —gritó la rata eléctrica al tiempo que descolocaba a su entrenador con un brutal atack trueno. El mostaza agradeció el gesto violento de su mejor amigo y regresó al combate invirtiendo todas sus fuerzas en vencer en la contienda. A su al rededor el cuadro era cada vez más esperanzador: El ejercito que había armado Hoopa crecía en cantidad y poder conforme avanzaban los minutos, varios de los líderes de gimnasios como así también sus mejores amigos ya estaban ahí apoyándolo, lo cual cubría la merma que significó la negativa de muchos legendarios a hacerle frente al rey de la destrucción.
Por otra parte, el Team Rocket estaba perdiendo fuerzas dado que cada vez que Yveltan sentía que los golpes de sus oponentes le estaban surtiendo efecto, éste se valía de su Ala mortífera para recuperar la energía perdida (N/A: Ala mortífera recupera 75% de los PS que le haya bajado al oponente) y los soldados del equipo de villanos no parecía sentir lástima a la hora de sacrificar a sus propios compañeros a fin de devolverle poder al pokemón que marcaba la ventaja para su equipo. El asco se reflejaba en el rostro de todos los combatientes al notar que la codicia de estos sinvergüenzas había llegado tan lejos que no temían acabar con la vida de sus propios pokemóns con tal que los planes de su maldita organización se cumplieran a como de lugar, e Yveltal pudiera así marchar hacia las ciudades más poderosas, demostrando su nuevo e imparable poder destructivo.
Los seres que debieron ser considerados como sus compañeros eran masacrados en órdenes de tres o cuatro por turno a cambio de renovar las fuerzas del verdugo supremo. Ellos daban su vida a cambio de servir a sus entrenadores sin entender que a éstos poco les importaba su bien, puesto que cualquier otro de la misma especie cobraba fuerzas al recibir el efecto de la shadowball y la tecnología arcana volviendo así todo lazo algo insignificante y obsoleto, ¿todo a cambio de qué? Simples monedas sumadas a su acaudalado recibo de sueldo al final del mes. Éstos no eran como Jessie y James, quienes en medio de todo esto se mostraban tan consternados como nuestros héroes y poco a poco fueron disminuyendo su ataque hasta quedarse quietos sin más ánimos que observar.
—La forma de actuar de estos reclutas no representa al equipo Rocket —opinó Jessie con recelo al notar que la malicia de aquellos amedrentaba aún a sus propios compañeros—. Parecen desquiciados. ¡Oigan ustedes, paren ya! —ordenó ella levantando un brazo para imponer respeto, pero los reclutas hicieron caso omiso a sus exigencias.
—Jessie, somos reclutas de Élite por haber brindado todas las ubicaciones de los pokemón legendarios, pero nosotros no somos como ellos... —intuyó James en un tono que denotaba temor mezclado con bochorno— Empiezo a entender por qué a lo largo de tantos años nos conocían como la vergüenza del Team Rocket. Nosotros no somos así, no podría sacrificar a mis amados pokemóns por nada en este mundo. Preferiría ser yo.
—Yo igual. —contestó su compañera de años.
—¿Qué hacemos? —inquirió Meowth.
—Pues yo ya no quiero formar parte de esto. —resolvió James con mucha decisión.
—Tienes razón, pero si no los detenemos ellos dominarán el mundo. No podemos vivir en un mundo dominado por el equipo Rocket si no somos parte de él. —razonó Jessie.
—Entonces debemos impedir que el Team Rocket gobierne el mundo. —propuso el felino blanco con malicia.
—¡Eso es! —contestaron sus compañeros anímicamente, a lo que Wobbuffet sumó su voz— Enfrentaremos al equipo Rocket.
Jessie y James se arrancaron el uniforme que los identificaba como miembros de aquella agrupación, quedando vestidos de una manera genial.
No, mentira, quedaron casi en bolas pero para ellos estaba bien. Después de todo, era un nuevo comenzar.
Sus fuerzas y las del equipo de Satoshi se unieron permitiendo que las de las líneas enemigas decrecieran paulatinamente hasta comenzar a ver una diferencia cada vez más notoria en el campo de pelea. La causa era simple: mientas que el Team Rocket se aviolentaba contra sus propios miembros, Satoshi y los demás se defendían unos a otros imposibilitando a los ataques letales de Yveltal a hacer blanco con alguno de sus miembros. Era una situación crítica, pero controlada.
La mente del azabache estaba involucrada con un sólo pensamiento: Si él debilitaba a los pokemóns de sus rivales en lugar de atacar a Yveltal, éstos caerían antes de que él precisara sus fuerzas y él no tendría oportunidad de asesinarlos. Un sesgo del equipo se dedicaba a controlar al cuervo de tres garras mientras que los demás avanzaban contra las mega evoluciones procurando vencer a todos lo antes posible, pero cayendo varios en el prosceso. La primera en caer fue Violeta, una líder de gimnasio de Kalos, quien no contaba con el número suficiente de pokemóns como para estar a la altura de la situación. Su compañero más cercano, Grant cayó defendiéndola seguido por Misty que había elegido muy mal a sus adversarios. Blanca y Yasmina daban un combate espectacular mezclando la fuerza de una y la resistencia de la otra pero cuatro pokemóns mega evolucionados fueron demasiado para ellas llevándolas al borde de la derrota antes de ser salvadas por Ástrid y su poder psíquico. Los puños de Mega Lucario se cargaron a varios de sus oponentes antes de que un Mega Houndoom apareciera de la nada a llevarse la victoria, pero éste rápidamente fue reducido por el descomunal Rayo solar del Mega Venasaur de Erika. Flanery, Clair y Wattson pelearon codo con codo hasta el final sin nunca darse por vencidos, sin embargo la situación los superó, asunto que no ocurrió con Wallace, quien gozaba en su equipo de un Mega Swampert infernal. Débora chocaba cada golpe lanzado por Yveltal junto a los otros líderes haciendo que éstos frenaran su marcha y así el combate avanzaba en una danza lenta y enérgica que poco a poco fue reduciendo a ambos bandos hasta que pocos combatientes quedaron en pié.
(¡Lean "alcanzaré mi objetivo - amourlove", lo encontrarán en mi perfil!
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Los soldados del equipo Rocket huían como ratas cuando se les terminaban sus Pokemons, y aunque en un principio eran reemplazados casi de inmediato por otro recluta recién llegado, poco a poco los egresos comenzaron a superar a los ingresos brindando un panorama cada vez más alentador para nuestros jóvenes héroes, al punto de que en cierto momento los únicos pokemóns erguidos en aquel lugar eran los de Satoshi, Lance, Giselle (que prácticamente no había intervenido tras ver cómo derrotaron a su padre), Jessei, James que intentaban mantenerse al margen y sólo intervenían para ayudar al que se encontrara en problemas, y Gary, que de alguna manera había resistido todos los ataques con estrategias mayormente defensivas y que consistía el mayor escudo anti Yveltal para todos los demás, mientras que del otro bando quedaban apenas cuatro reclutas con dos pokemóns mega evolucionados cada uno y el cuervo de tres garras que no había dejado de surcar los cielos, siempre a la espera de su chance por abandonar la zona. Hoopa ya no tenía a nadie más a quien pudiera atraer al combate por lo que ingresó a su forma desatada para poder dar pelea, mientras que el Moltres de Satoshi había caído momentos antes junto al resto de los legendarios, los cuales fueron regresados a sus respectivos sitios de descanso para no darle chance al Team Rocket de capturarlos.
Greninja y Pikachu tomaron la delantera arremetiendo contra Mega Beedrill y dos de los tres Mega Camerupt que permanecían en pié, todos ellos derrotados al instante. Un M Abomasnow quiso atacarlos por la espalda pero fue frenado por Wobbuffet, el cual tras devolver el ataque cayó vencido. Dragonite de Lance quemó hasta el último centímetro del cuerpo de aquel pokemón tipo hielo y planta, reduciéndolo a su forma anterior, pero Un Rayo de hielo proveniente de M Slowbro hizo foco en la espalda del dragón el cual sorprendentemente lo resistió el tiempo suficiente para devolverle el agravio usando su Puño trueno para luego caer ante el Mega puño de su rival. Fue el atacktrueno de Pikachu el que puso fin a la participación en combate de aquel pokemón y El Gyarados de Lance golpeó con todas sus fuerzas al M Camerupt restante inclinando la balanza a favor del equipo del azabache antes de ser vencido por M Banette.
Los ataques iban y venían, Jessie y James se quedaron sin pokemóns apenas intentaron participar en la contienda, pero brindaron el tiempo suficiente para que los otros miembros del team rocket cayeran ante una distracción que les costara caro. Los pokemóns de Satoshi y Lance tuvieron que agotar sus energías antes de que el último recluta perdiera el combate, quedándose Giselle, Gary y Hoopa solos contra Yveltal, lo cual en realidad era algo muy prometedor.
El momento de la verdad había llegado, sólo bastaría vencer al último oponente y la victoria sería suya. Yveltal estaba agotado lo que facilitaba enormemente el asunto puesto que ni Marowak, ni Victreebel ni tampoco los pokemóns de Gary (de los cuales Blastoise y Umbreon eran los únicos de pié) podrían hacerle frente si estuviera en plena forma. Hoopa comenzó con Golpe fantasma, más su velocidad no fue suficiente viéndose en serios problemas al enfrentar al ave. Entonces utilizó espacio raro para sacar ventaja de la situación, lo cual hizo que Yveltal sufriera serios daños. Éste no se rindió tan fácilmente y destrozó aquel campo con un batir de sus alas para luego arremeter contra Hoopa utilizando Ida y vuelta, lo cual causó gran daño en el geniecillo.
Dos minutos más de enfrentamiento bastaron para borrar la sonrisa del rostro de nuestro equipo de héroes puesto que su campeón había caído. El nivel y experiencia de Hoopa era nada al lado del furioso Yveltal el cual había tenido una especie de entrenamiento especial de parte del Team Rocket hasta volverlo casi invencible, a pesar del daño recibido. Rápidamente los muchachos tuvieron que hacer malabares y acrobacias para evadir los intentos de aquel pokemón por recuperar sus fuerzas absorbiendo toda la vida que habitaba en ellos puesto que este último estaba desesperado.
¡Un salto hacia la izquierda! Satoshi se había salvado por muy poco. ¡Correr hasta esconderse bajo un tronco! Victreebel casi no la cuenta. La mezcla de pulso Umbrío e Hidrobomba apenas alcanzaron a detener el ataque que se dirigía hacia el nieto de la eminencia pokemón, logrando que éste sobreviviera un tiempo más. En ese momento la furia descontrolada del ave pokemón lo hizo enloquecer y gritar desgarradoramente mientras arrojaba su ataque sin medir objetivos.
Los últimos soldados que quedaban en el sitio decidieron huir dejando a los muchachos solos contra aquel monstruo el cual poco a poco se elevó juntando todas sus fuerzas para liberar un último ataque que pretendiera golpearlos a todos a la vez. Satoshi hizo una voltereta sujetando a su Pikachu para no perderlo bajo el sueño eterno del Ala mortífera y así lo esquivó, Gary fue salvado por el giro rápido de su Blastoise dando signo de un amor fraternal incomparable, Giselle no estaba cerca por lo que sólo su grito fue participe de la escena mientras que Blaine... Blaine no podía correr. Luces de colores acariciaron su piel, una sensación de calor fue precedida por un frío sepulcral al tiempo que la vida se extinguía del cuerpo petrificado volviendo eterno el rastro del paso del tiempo sobre su rostro. No murió como un héroe, protegiendo a quienes más quería, no murió como alguien poderoso en batalla, ni tampoco lo hizo de una manera amable e indolora. La muerte del anciano fue brusca, siquiera le dio tiempo de cubrirse el rostro con ambos brazos en cruz antes de inmortalizarse como la imagen de un hombre viejo, maltrecho y arrodillado de una pierna, intentando tapar su debilidad de la bestialidad cruenta de aquel ataque. Él se había ido.
En ese momento el tiempo se congeló para Satoshi. Su respiración existía, pero él no, oía ruidos como en un mundo lejano, ajeno, ceñido sobre la imagen de la estatua de su gran amigo con un gesto de dolor e incapacidad de aceptación, pero ellos no estaban ahí. Blaine le había dado mucho al abrirle su corazón y el chico no se sentía capaz de afrontar que él ya no estaría más para brindarle un momento de calma juntos. La guerra se había llevado a un gran hombre, esto no podía quedar así.
Pero si el dolor del muchacho había sido grande, mucho mayor sería el de la chica que ahora se ahogaba en sus propios gritos mientras sujetaba su pecho con todas sus fuerzas, llorando a los berros la muerte de su padre. Ella no lo había conocido, ella vivió sin compartir sus consejos, su compañía, su carisma, sus adivinanzas y todas esas mañas que se aprenden en lo cotidiano... ya no habría un tiempo que pudiera ser solamente de ellos dos.
Gary fue el primero en reaccionar, sus ataques retuvieron unos instantes a Yveltal antes de sucumbir ante la gallardía de aquel ave cobarde. Pronto acabó por caer ante la potestad de aquel poderoso enemigo. Pikachu Estaba debilitado, pero aún así no pudo resistirse y recuperando el vínculo que lo unía a su entrenador se fortaleció de él hasta cobrar nueva forma logrando que una enorme eléctriball permaneciera formada en su cola mientras que dos más pequeñas resaltaban la figura de sus mejillas. El roedor juntó toda su energía y envió hacia el ave una esfera de electricidad azul gigante que pareció quemar sus alas hasta hacerlo caer.
Nuevamente Yveltal estaba en el suelo, y tras la caída inconsciente de la ratita cuqui sólo quedaba uno para hacer justicia a la muerte del padre de su entrenadora. Marowak cargó con su hueso y corrió al rededor del ser de la destrucción formando múltiples copias de sí mismo que se arrojaban unos a otros su hueso golpeando repetidas veces al ave haciendo que gritara iracunda y desesperada mientras intentaba atinar un picotazo al verdadero pokemón huesos sin lograr un resultado positivos sino hasta el cuarto intento. La cólera en el interior de Giselle crecía al igual que lo hacía dentro de Marowak y Satoshi pudo ver algo que le pareció increíble cuando la muchacha por segunda vez en una misma contienda realizaba una danza secreta que pusiera énfasis en el lazo que la unía a su pokemón hasta lograr que este último incrementara dramáticamente su poder para desatarlo en un sólo ataque. "Barrera telúrica" un único movimiento y todo había acabado.
Giselle se levantó del suelo donde había estado arrodillada, caminó hasta alcanzar a Marowak y de muy mala manera le arrebató el hueso de su madre dejándolo anonadado, prosiguió su marcha hasta llegar a Yveltal e insertó el extremo puntiagudo del bastón óseo unos milímetros bajo la piel del ave derrotada a la altura de la yugular. Yveltal proclamó un gimoteo mientras sentía la sangre caer de su cuello por la pequeña herida, la cual tomaba profundidad lentamente como si la muchacha deseara darle una muerte lenta y dolorosa a aquel que le había arrebatado a una de las personas que más quería. Para ella definitivamente Yveltal debía morir.
La espera no era un placer, necesitaba verlo gritar y desarmarse en charcos carmesí antes que la locura fuera extirpada de su conciencia por lo cual haciendo un abuso de fuerzas elevó el palo preparada para atravesar los grandes vasos sanguíneos del ave al instante cuando una mano frenó el recorrido de la suya. Sin mediar palabras y con extrema gentileza, Satoshi le retiró el arma y la sostuvo en un abrazo al cual ella cedió sin la más mínima resistencia.
—Esto no te lo devolverá, no te conviertas en una asesina por un ser que no lo vale. —susurró el muchacho a lo que ella contestó entre medio de lágrimas con un simple "Lo sé".
El azabache observó al ave derrotada y con ella al mejor arma del equipo Rocket sumida a un simple pajarraco adolorido y luego, como si un nodo apretara su garganta, pronunció a media voz "Pokebola, ve".
Y así el ser de la destrucción cayó bajo las riendas de una simple pokebola.
Comprendiendo que siempre hay una esperanza, Gary se acercó a Hoopa y con una voz entre conmovido y exigente le preguntó.
—¿Podrías traerlo?
A lo cual el geniecillo no necesitó especificaciones, y abriendo un portal hizo aparecer un árbol en forma de Y griega en medio del campo desolado, justo al lado de la estatua de quien antes fuera el poderoso líder del gimnasio de fuego en Kanto, El señor Blaine.
Los chicos se acercaron al árbol y éste como si reaccionara a ellos tomó forma de ciervo dando a conocer su verdadera identidad; Xerneas, el pokemón de la vida. Un cruce de miradas silenciosas ocurrió entre aquellos seres, desde las pupilas de los chicos hacia los ojos serenos del rumiante el cual tras unos segundos de apreciación liberó un torrente de energía que con paso firme fue devolviendo la vida a todo lo que alcanzaba; desde el pasto muerto, las estatuas de humanos y de pokemóns en aquella zona hasta alcanzar a aquellas que lo esperaban en la meseta añil, donde había ocurrido la masacre de la liga. Todas recobraron su vida, todas volvieron a ser quienes eran antes de que el caos se cerniera sobre ellos, todos menos una.
—¡¿Qué hay de mi padre?! ¡Xerneas, no estás reviviendo a mi padre!... ¡¡CONTÉSTAME!! —bramó la chiquilla, pero el pokemón no le ofreció respuesta.
Los tres entrenadores lo vieron abandonar el lugar con esa serenidad que lo caracterizaba, como si su trabajo estuviera hecho, como si ya nada más importara.
—Lo siento... Xerneas no devuelve la vida de aquellos que se tenían que ir —dijo Hoopa a la chica devastada—. ¿Era tu padre? Ya había llegado su tiempo, él ya no puede volver.
Giselle estalló ante las respuestas que le brindaba el genio pokemón.
—¡¿Pero de qué tiempo me hablas?! ¡¿Qué hay de mis tiempos?! Yo aún lo necesito.
Se sujetó del hombro de Satoshi y lloró. Lloró como no lo había hecho nunca, aquel hombre se había ido marcando su vida una vez, había regresado marcándola nuevamente para luego volverse a ir. Él quizás no haya compartido mucho tiempo con su hija, pero ella jamás podría olvidarlo... nadie de los que estaban presentes ahí podría.
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