El plan de Satoshi.
Narra Satoshi
Crucé un puente colgante compuesto por una tabla uniendo los dos lados del precipicio bajo la cual una caída de casi veinte metros terminada en río bravo me hacía estremecer, invitándome a no mirar hacia abajo. Cuando llegué a mitad del puente pude ver la mansión embellecida por su estilo japonés antiguo y supe que lo había encontrado.
Ingresé al edificio prestando especial atención a las trampas que bien sabía se encontraban ocultas por todos lados. Esquivé varios hoyos en el suelo en los cuales el dorso de un voltorb se asomaba amenazante para derribarme de una descarga, me topé con un par de paredes invisibles, callejones cuya única salida se encontraba en atravesar una puerta escondida a manera de pared. Había que tener mucho cuidado con las paredes escondidas; algunas te permitía avanzar hacia el líder, pero la mayoría era un espacio abierto al vacío en los cuales seguramente podrías caer hasta el abismo.
Ya me estaba hartando de las trampas cuando de repente mi instinto me impulsó a tirarme al suelo en el preciso instante en que unos shurikens volaban hacia mi persona.
—Has sido hábil, joven entrenador —me saludó una muchacha vestida con un traje ninja rosa, con apenas un poco más de 20 años y un dejo de confianza en la voz.
—Te estaba esperando, Aya. He venido a retar a tu hermano a una batalla pokemón.
—Nadie puede retar a mi hermano sin antes derrotarme a mi. Pero eso ya lo sabías, Satoshi de pueblo Paleta.
Sonreí ante la afirmativa de la chica. Aya era aún muy inexperta la última vez que nos enfrentamos, pero a tantos años del evento podía notar un cambio en ella. La adrenalina comenzaba a invadirme y sabía que con Píkachu pasaba igual.
—No le demos espacio a las conversaciones aburridas —respondí—, yo quiero ser tu contrincante. Muéstrame tu poder, Aya.
—No dudes que así será. Venomoth, yo te elijo.
La polilla se hizo presente confirmando mis suposiciones. Píkachu se preparó para enfrentarlo y ambos encararon el combate liberando todo su poder. Los truenos dispersaban las esporas, un rayo confuso sucedía a otro mientras mi pokemon esquivaba sin dificultad los movimientos del insecto acrecentando las posibilidades a mi favor. Al fin, cuando ella creyó que habíamos bajado la guardia e intentó atacar con un peligroso ataque de picotazo venenoso, Píkachu destruyó su técnica avanzando por sobre ella con una descarga de mil voltios que fue a parar justo sobre venomoth derribándolo con un solo ataque.
Aya no parecía satisfecha y eligió a su segundo pokemon, un Spinarak enorme que parecía llevar muchos combates encima y comenzó de inmediato disparando sus redes sobre mi roedor amigo, el cuál las esquivó con dificultad. La araña estaba muy bien entrenada y su velocidad era algo de admirar. Nos dio pelea puesto que en cada oportunidad que se le presentaba disparaba su hilo de ceda, tejiendo una telaraña gigante a lo largo del gimnasio que dificultaba enormemente el desplazamiento de Píkachu mientras que favorecía el del arácnido. Me desesperé cuando logró su objetivo atrapándo a mi amigo en su red y disparando una sombra vil que generó mucho daño, pero mi Píkachu no tardó en liberarse destrozando las redes de todo el campo con una descarga de energía la cual chamuscó de paso a Spinarak y con el siguiente ataque (una electriball) dió por terminado el combate.
—Has mejorado aún más. Estoy realmente muy feliz de haber podido enfrentarte hoy —le dije para levantar su ánimo. En ese momento las ventanas se abrieron y una fuerte ráfaga nos inundó obligándome a cerrar los ojos. Frente a mi la figura del líder del lugar se alzaba en un gesto heroico y genial que estimuló en mi el deseo de combate.
—Me sorprendió verte aquí de nuevo —comentó el líder al dirigirme la palabra— pero no por eso pienso negarme a tener una batalla contigo y con ese Píkachu. Espero puedas dar aún más de ti que la última vez que nos encontramos.
—Espero lo mismo de mi y de usted. ¿Quiere una batalla de seis contra seis?
—Que sean dos contra dos. ¡Yo elijo a Crobat!
—Evolucionó...
—Entrenadores y pokemons deben evolucionar un poco más después de cada encuentro.
Esa respuesta de Koga me sorprendió mucho. No pude concentrarme en la batalla, realmente no fue tan apasionante como la anterior. Crobat, al ser volador, no pudo soportar una electriball de Píkachu y su siguiente pokemon (Greninja) era tipo agua, por lo cual corrió el mismo destino. Mi victoria había resultado vacía, pero lo que él había dicho no lo era así.
—Muy bien muchacho —me felicitaba el hermano de Aya—. En verdaderes digno de recibir esta insignia que demuestra que estás a la altura de entrar a la liga de Kanto por haber derrotado al líder de este gimnasio.
—Señor —respondí mientras tomaba la medalla—, hay algo que necesito hablar con usted.
—Dime.
Koga me invitó una taza de té y nos sentamos en el suelo, frente a una mesa ratona a compartir la bebida mientras que yo le mostraba videos de la fusión que había sufrido junto a mi Greninja en nuestro paso por la regió de Kalos.
—Los profesores nos explicaron que ese es lo que conocen como el fenómeno lazo y que se da cuando los sentimientos del pokemón y el entrenador son uno solo.
—Es algo muy interesante. Nunca me ocurrió algo similar con mi Greninja —respondió el líder bastante interesado en lo que le mostraba.
—El punto es —proseguí mientras que Aya se sentaba al lado mío cargando con unos dulces tradicionales —que creo que ese fenómeno no está limitado sólo a Greninja. Muchas veces cuando peleo con mis pokemón siento que nos fortalecemos al sentir lo mismo —Aya repartió los dulces y todos bebimos un largo sorbo al mismo tiempo—. Es como si el vínculo que nos une a su vez nos fortaleciera y esa fortaleza se demostrara en forma de poder, pero... ninguno logró llevarlo a la transformación como ocurrió con Greninja.
—¿Y por qué crees que ocurre eso? —interrumpió la ninja de traje rosa.
—Una líder de gimnasio me dijo que lo que me permitiría liberar todo ese poder sería el amor que tenía por Greninja, sin mencionar que él y yo teníamos el mismo afán por ganar nuestras peleas. Estando juntos nos potenciábamos.
—¿Entonces lo que quieres es liberar ese poder con todos tus pokemóns?
—No precisamente. He compartido este viaje mucho más tiempo con Píkachu y siento que comparto un vínculo muy fuerte con él, no me explico por qué no podemos lograr desencadenar el fenómeno lazo con él si es que en verdad hace falta solo eso. Quiero entender ese fenómeno y fortalecerme con el lazo que me une a mis pokemón, pero hasta ahora no tuve resultados más allá de lograr unos combates increíbles y sentir aquella energía que fulmina todo en un solo ataque. Estuve viajando, desafiando a cada líder y sintiendo junto a mi amigo combates muy emocionantes, pero no son suficientes. Ya no sé qué debo hacer.
Koga reflexionó un momento antes de responder. Su hermana lo observaba sabiendo que no debía interrumpir su meditación por ningún motivo, pero yo no soportaba la tensión del momento. Por suerte no tardó mucho en decir.
—¿Estás seguro que amas a tu pokemón?
La respuesta me decepcionó arduamente. ¿Cómo podía preguntar eso?
—Sin dudas, hemos compartido muchas cosas juntos. Desde que conocí a Píkachu hemos sido inseparables.
Koga se rió de mi respuesta como si ya esperara que dijera eso.
—Oh, entonces "desde que se conocieron" se hicieron inseparables., pero... ¿qué pasó antes de conocerlo? amas a tu Píkachu, si, pero lo amas como lo que es. Cuando se ama de verdad se ama como lo que se es, como se que se es y como lo que será.
Si su primer respuesta me había dejado sorprendido, ésta definitivamente me dejó mudo.
—Yo no tengo idea del pasado de Píkachu. Todo lo que sé es lo que me dijo el profesor Oak; que era un pokemón indócil y que por eso ningún entrenador lo tomaba.
—Tendrías que averiguar algo más si quieres lograr ese fenómeno lazo.
Pensé un momento y algo algo desagradable se cruzó por mi mente.
—Píkachu evoluciona de Píchu por medio de la amistad. Es probable que Píkachu haya tenido a otro entrenador antes de conocerme y que con él haya evolucionado, pero que él lo tratara tan mal que terminara por odiar a todos los entrenadores.
Koga asintió, mostrándome que él también pensaba que esa era la respuesta más posible.
—Pero no hay forma de saberlo, a menos que puedas preguntárselo a Píkachu.
Observé a mi pokemón que negaba con la cabeza entristecido. Pensé en preguntarselo hasta dar con la respuesta correcta, pero parecía que el tema le dolía. Medité un momento y lueog la respuesta vino a mi repentinamente, como una fruta que se cae de un árbol.
—¡El Meowth del equipo roquet! Él puede hablar el idioma humano y el idioma pokemon, él puede ayudarme —Los ninjas estaban muy sorprendidos por la respuesta, no obstante a haber visto a ese Meowth en reiteradas ocasiones —. Pero hay un problema —repuse—, ése pokemón está en Alola y queda demasiado lejos como para poder llegar volando con mi Pídgeot.
—¿Un Pídgeot dices? Creo tener una solución a ese problema —respondió Koga y luego partió de inmediato a buscar algo en el interior del gimnasio.
Al volver traía consigo una caja vieja y polvorienta la cual colocó en frente mío con extremo cuidado.
—Lo estuve cuidando desde que un viajero lo trajo desde Kalos hace ya varios años. Es uno de los tesoros de este lugar, como todo asentamiento ninja, pero dado el interés que generó en mi tu historia pienso prestártelo —El hombre abrió la caja y en su interior pude ver un brazalete con una piedra incrustada —. Esto es una Pidgeotita, y se usa junto a la piedra llave para hacer evolucionar a tu pokemón.
—¡Es increíble! —anuncié mientras sacaba la piedra llave que me había dado Sabrina.— Con estos dos objetos podré mega evolucionar a Pídgeot y llegar a Alola en un santiamén.
—Vaya, ya tenías la key stone. No hizo falta que te prestara la mía. Eso me alegra.
—Señor, cuidaré esta piedra como un tesoro. Se lo prometo.
—No esperaba menos. Parte ya, joven entrenador. El camino es largo y tienes todavía mucho que hacer para poder llegar a la liga pokemón.
Asentí enérgicamente, luego saqué a Pídgeot de su pokebola y le enseñé el mapa para llegar a Alola.
—¿Crees que podrías hacerlo?
El ave me miró inalterable y yo le coloqué el brazalete con la mega piedra en una pata. Pídgeot permaneció inmutable.
—Sé que no he sido el mejor entrenador contigo, te abandoné por muchos años, pero ya estoy aquí, estamos juntos y ahora somos más fuertes que nunca. No pienso volver a dejarte jamás. Tú eres importante para mi. No te cierres al poder de nuestros lazos Pídgeot, recíbelos y mega evoluciona.
Acaricié suavemente la Key stone y una luz brillante se extendió desde su interior hasta conectar con la piedra del aro en la pata de mi pokemón. Su tamaño aumentó, su aspecto cambió, su poder iba creciendo, pero él seguía siendo el mismo de siempre. Lo observé complacido para luego saludar a los hermanos ninjas, subir a la espalda del ave que parecía ansioso por volar de una vez por todas, experimentando un poder nunca antes alcanzado por él en su vida y partir hacia una isla lejana, al encuentro de nuestros peores enemigos. El aire a nuestro al rededor parecía desvanecer todos nuestros sentidos...
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Nota de autor: No tengo idea de cómo se enteran cuando saco nuevo capítulo porque esta historia no se agregó a la bibilioteca de nadie hace mucho, pero gracias por las 200 lecturas y por el apoyo que me dan al redactar esta nueva aventura. Ya salieron los primeros capítulos de Pokemón Sol y Luna. Espero que no nos decepcionen. Les mando un saludo y espero contar con sus lecturas, comentarios y votos!
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