Batalla despiadada.

Narra Citron.

 Los paisajes de la plebe de Kanto desarrollando sus rutinas obreras conformaban una visión pintoresca pese a su rusticidad campesina. Viré a mi derecha hostigado por el calor de aquel área inundado de Weedles y ratatas de todos los tamaños sabiéndome un eslabón fuerte y por tanto, observado por todos los no-arios.

 Avancé un par de calles antes de girar a mi derecha y encontrarme con una visión sublime; Aquella ropa desgastada de entrenador, su pelo desprolijo, su tono de piel tan oscuro como si mil soles hubieran brillado sobre ella borrando todo rastro de superioridad de dicho tegumento me hicieron reconocer de inmediato al portador de tales características impropias de los seguidores de la filosofía pangermana; era Satoshi.

—Así que aquí acaban los sueños de un segundo lugar de la liga de Kalos —bromeé mientras que mi amigo reaccionaba a la alarma que representaba mi voz sonando en el ambiente.

—¡Citron! —gritó feliz al notar que se trataba de mí. No lo culpo— No sabía que estabas por estos lugares. ¿Qué haces aquí?

  El azabache... (mmm bueno, negro) se acercó corriendo a mi, con sus brazos extendidos por lo bajo como invitándome a un abrazo al cual cedí forzado por las circunstancias mientras repetía en mi cabeza "El líder nos enseñó a ser benevolentes con aquellos que podrían servir a la causa del crecimiento nacional. ¡Heil, mein Führer!", para luego desarmar dicho gesto de cercanía y desarrollar mi interrogatorio con voz masculina.

—Y cuéntame, ¿qué ha sido de ti después de estos meses?

—Primero me quedé en pueblo Paleta preparándome mentalmente hasta poder decidir qué era lo mejor. Mi madre viajó a Alola y me invitó a ir con ella y con mr. mime, pero yo preferí quedarme y volver a competir en todas las ligas regionales hasta ganar aunque sea una.

—¡No me podía esperar menos de Satoshi! —exclamé enardecido por el deseo de verlo como un campeón en su tierra natal, de manera que no migrara nuevamente a mi amado suelo.

—Aprendí mucho durante mi viaje contigo y con los demás —continuó—, creo que ahora estoy más listo que nunca para llevar el poder de mis pokemóns al límite y llegar a nuevos horizontes.

—¿A qué te refieres?

—Es algo muy interesante, pero antes de que te lo cuente, ¿podrías contarme tú qué haces aquí? ¡¿Qué ha sido de Eureka?!

  Me agradó que el inmortal aún recordara preocuparse por el bienestar de los portadores de la sangre pura.

—Ella está en ciudad Luminalia aprendiendo sobre los combates pokemón junto con Citroid en el gimnasio. En solo un año comenzará su viaje y no quiero que empiece sin tener una buena base, más allá de haber presenciado todos nuestros enfrentamientos. Le di una libreta como la de Shouta y también algo para grabar a fin de que hiciera un reporte que me presentará a mi regreso.

—Eso suena muy dificil.

"Tal vez para tu pequeña mente, chico melanina"

—No lo es en absoluto. Solo debe observar los combates y anotar todo lo que le guste o le llame la atención para poder mejorar sus ideas sobre estrategias antes de que comience su viaje. Por eso también quise que se quedara un tiempo sin mi, es necesario que se acostumbre a estar sola para volverse más fuerte.

Mentía al decir esto porque bien sabía que papá estaba ahí para cuidarla, pero no lo hacía al rectificar que su lazo de dependencia debía debilitarse aunque sea un poco antes de empezar para simplificar su progreso.

—¡Muy bien! Y en cuanto a ti, ¿cómo llegaste a ciudad Verde? —preguntó el mostaza lleno de esa energía que lo caracterizaba.

—Francamente por un error.

—¿A qué te refieres?

—En un primer momento fui convocado a una reunión de inventores. Con mis nuevos aparatos sabía que no podía pasar desapercibido, y además me enteré que Lilia iría, pero al llegar... digamos que hubo otros inventores más interesantes que yo para ella.

El entrenador arrugó la cara apenado e intentó consolarme con sus escasos recursos adolescentes.

—Los siento Citron, quizás no era la indicada.

—¿La indicada? ¡Era la única que me miraba! Demonios Satoshi, ahora si me voy a morir bien solo.

—Yo no creo que pase eso, además eres muy joven.

—Ya de joven no me quiere nadie, imagínate de viejo.

—Bueno, nadie nadie no...

—¿Qué quieres decir?

—Hubo una chica que tiró un comentario sobre ti... aunque quizás no debería meterme —agregó rápidamente al ver mi gesto de ilusión.

—¡Oh, vamos mostaza, no seas tacaño! Te las quieres guardar a todas para ti.

El pierdeligas se puso nervioso y agitaba los brazos intentando negar mi afirmación.

—¡No digas tonterías! Yo sólo pienso a una.

—¿Serena?

—Serena...

—Sí que fue inesperado aquello en el aeropuerto, ¿no?

—No estoy seguro... —Su mirada se llenó de ternura mientras la dirigía al suelo recordando a la muchacha que había captado su corazón—, una parte mía lo esperaba hace tiempo.

—Si, ojos azules, pelo casi ambar... es una buena genética. Pero volviendo a lo que me interesa, ¿de qué chica hablabas?

—Pues de Korrina.

—¡Korrina! —exclamé sorprendido. Bajé la cabeza con una sonrisa picarona mientras sujetaba mi barbilla con los dedos pulgar e índice de una mano— Pues si, rubia, piel blanca, ojos germanos... Así que Korrina, ¿Eh? Esa ariedad si se puede ver.

  Satoshi levantó un puño en señal de entusiasmo y alegría por verme recuperar el ánimo, luego emprendimos la marcha hacia el centro pokemon de aquel deplorable lugar. Teníamos que hacer unas llamadas telefónicas y aprovechamos el camino hasta dicho centro a fin de ponernos al tanto mutuamente de todo lo que yo pensé que serían por menores en nuestra charla, aunque mi suposición estaba errada...

—¡¿CÓMO QUE TE FUSIONASTE CON PIKACHU?!

—No fue una fusión, fue el fenómeno lazo. Descubrí que se puede hacer con otro pokemons, siempre que haya un vínculo irrompible y sus pretensiones sean similares. Pude experimentar esto con Pikachu solo al conocer su pasado y así aceptarlo y amarlo con todo lo que es. No creo que pueda hacer algo similar con todos mis pokemóns, es aún más difícil que la mega evolución.

—¿Sabes? Es muy noble que hayas devuelto la mega piedra de Pidgeot. Muchos en tu lugar no lo hubieran hecho bajo ninguna circunstancia —Me gustaba que la gente que no era de raza (y por ende, era peligrosa) mostrara actitudes impropias a su naturaleza como lo es para ellos el no robar—. Hemos llegado.

La entrada de los centros pokemon de Kanto era similar a la de nuestra gloriosa Kalos, pero más pobre. Le platiqué sobre la importancia de seguir investigando aquel fenómeno lazo con la esperanza de que comprendiera algo, pero fue en vano. Su cerebro no ario símplemente no estaba listo para asimilar tal magnitud de información. Al llegar frente al monitor de las video llamadas él descolgó el teléfono y llamó a un viejo conocido suyo.

—Buenas tardes, profesor Oak.

—¡Satoshi, Citron! —Le contestó la eminencia desde el otro lado. su emoción al vernos nuevamente me conmovió— que alegría saber de ustedes y ver que vuelven a viajar juntos otra vez. Espero que les esté yendo muy bien en su camino hacia la liga pokemon.

—Así es, profesor. Ya solo me falta una medalla.

—¡Eso es increíble! Apenas y saliste hace una semana.

—Fueron casi diez días, debo apurarme si quiero terminar a tiempo.

—¿Cómo están tus pokemons?

—Bien, en general, pero hay cosas que me gustaría mostrarle cuando regrese... salvo caso que usted esté viendo la liga por la televisión.

—Puedes contar con eso.

—Espero que no interrumpa en su investigación, aunque me la jugaría a que ocurrirá más bien el efecto contrario. Cambiando de tema ¿profesor, ya tiene lo que le pedí?

—Lo tengo justo aquí —respondió Samuel Oak elevando una pokebola hasta ponerla frente al monitor.— ¿Quieres que te la envíe ahora?

—Si, por favor.

La pokebola fue colocada en el transportador y en cuestión de minutos su estructira se materializó frente a nosotros.

—Ya está. Cuida bien de él.

—Así será, profesor.

—Muy bien chicos, espero que sigan bien en su viaje. Diviértanse mucho.

—¡Si! —afirmamos al unísono. El inmortal cortó la llmada y luego discó otro número.

—¡Satoshi! —gritó un anciano calvo del otro lado de la pantalla. Por sus rasgos arios pude notar que se trataba de una buena persona.

—Buenas tardes señor Blaine, ¿cómo ha estado?

—Muy bien, aunque con un poco de tos estos días. Dime, ¿llegaste bien a ciudad Verde?

—Si, aunque el vuelo fue muy largo. Quiero presetnarle a un amigo, él es Citron, el líder del gimnasio de ciudad Luminalia en Kalos.

—Es una placer, muchacho.

—El placer es todo mío, señor.

—Y bien, Satoshi, ¿a qué se debe tu llamada?

—Quiero encargarle algo, señor.

—Pero ¿de qué se trata?

Satoshi colocó la pokebola frente a su rostro para que se pudiera ver desde la pantalla.

—Quisiera que usted cuidara de este pokemón.

El viejo reaccionó con alegría ante esa solicitud.

—¡Oh, pero eso sería todo un placer! Aunque me resulta extraño la originalidad de tu petición. ¿Por qué lo haces?

—Lo que pasa es que necesito tener a todo mi equipo bien entrenado para la liga de Kanto y yo sé que usted mejor que nadie sabrá tratar con él. Además, usted es un gran entrenador, sé que el poder entrenar a un pokemon hasta que evolucione será un placer que disfrutará mucho.

Blaine se encogió de hombros tanto que casi se le cae el bastón.

—En eso tienes razón. Me emociona la misión que me asignas. Envíamelo.

El azabache (...) obedeció de inmediato enviando la pokebola. Apenas ésta llegó, Blaine la abrió extrayendo de su interior a un precioso Quilava.

—¡Oh, pero qué hermoso pokemon de fuego! Gracias por confiar tanto en mi, muchacho. No te defraudaré.

—No podría hacerlo aunque quisiera. Gracias señor, cuide mucho de mi Quilava, por favor.

—Cuenta con eso.

Y dicho esto último la comunicación se cerró. Era curiosa la manera de relacionarse de Satoshi con los demás, él no se movía por intereses ni por egoísmo, sabía darle a cada uno lo que necesitaba de sí mismo y a su vez tenía el impresionante don de elegir a la persona correcta a la hora de pedir ayuda.

 Lo vi triste al perder de vista a su Quilava por lo que lo quise animar con música tradicional Alemana expedida de mi nuevo invento, pero él parecía distraído como si sus pensamientos anduvieran por otros lares. Cuando el estúpido aparato explotó, de alguna forma recuperó la compostura y se dignó a emprender el camino hacia el próximo gimnasio, el último de su recorrido hacia la liga pokemón.


De ahora en más, el narrador será omnisciente.


Los muchachos llegaron a las puertas del gimnasio de ciudad Verde donde unos guardias custodiaban la entrada. Al querer entrar les preguntaron si ambos retarían al gimnasio, pero sabiendo que solo un entrenador podía entrar por vez  ni siquiera mencionaron que Citron poseía pokemons.

Dentro del lugar hallaron una sala enorme donde todos los reflectores centraban su brillo en el estadio central. Satoshi recordaba muy diferente aquel lugar. El líder permanecía ocultando su rostro en las sombras.

—¡He venido a desafiar al líder de este gimnasio por su medalla! —exclamó ni bien supo que su presencia estaba siendo seguida por la mirada del líder, a pesar de no poder verla.

—Jovencito, la liga pokemón será en muy pocos días. No puedo aceptar un desafío a no ser que ya tengas todas las medallas.

—Esta es la última.

—En ese caso, aceptaré. Veamos si realmente eres digno de entrar en aquel desafío.

—¡Muy bien! —El muchacho estaba feliz al ver que ya no era el team roquet quien manejaba ese lugar. A pesar de no poder ver al dueño de aquella figura oculta en las sombras, sabía por su voz que no se trataba de Jessie, James, Meowth ni de Cassidy o Butch. El tono del sujeto que reposaba en aquella silla era mucho más profundo y maduro que el de cualquiera de los antes mencionados. En ese momento, Satoshi esperaba una batalla increíble y emocionante y ya no podía esperar.

—Será un combate de tres contra tres, ¿qué te parece?

—Estoy de acuerdo.

—Pero antes, preséntate para mantenernos en las cordialidades. ¿Cómo te llamas?

—Soy Satoshi, y este es mi amigo Pikachu.

—Y el chico que te acompaña es el señor...

—Quien acompaña al "señor Ketchup" es el líder del gimnasio de ciudad Luminalia en Kalos, Citron. —respondió éste último algo molesto por ver cómo lo habían ignorado desde que ingresó al lugar.

—¡Ketchup! —se sorprendió el líder del team rocket— Así que otro Ketchup... —murmuró luego en un volumen tan bajo que nadie más pudo oírlo.

El combate comenzó sin que el líder correspondiera a revelar su nombre, Giovanni no consideraba oportuno evidenciar su persona ante la mención de ese maldito apellido. Satoshi envió a Pikachu mientras que su oponente dejaba ver un Golem mucho más grande que los de su especie. La rodada le recordó al joven entrenador su combate contra el padre de Brock, pero a diferencia de ese momento, el mostaza no quiso forzar las cosas para su pikachu y accedió a atacar con todo el poder de su Pokemón desde el principio.

 Golem evadía la cola de acero haciendo uso de la rodada, pero cuando intentó atacar de frente el choque de los movimientos  lo hizo volar por los aires y pronto fue víctima de un impactrueno que lo dejó muy afectado, más no debilitado.

 El terremoto que ordenó el líder del gimnasio obligó a Pikachu a saltar valiéndose del resorte de su cola, lo cual fue aprovechado por Golem para arrojarle decenas de rocas gigantes y puntiagudas. Pikachu saltaba sobre las enormes piedras intentando acercarse a la tortuga de piedra, la cual volvió a usar su rodada para intentar acercarse, pero el roedor golpeó con el brillo de su cola una piedra que fue a parar al recorrido de la rodada haciendo trastabillar al Golem, dejándolo excesivamente expuesto para que el roedor estampara un ataque múltiple de electiballs, logrando al fin su objetivo de debilitar al temible pokemón.

El segundo en ser enviado por Giovanni fue un Nidoking igual de desarrollado que su anterior pokemón, el cual de inmediato dio inicio al enfrentamiento arremetiendo contra Pikachu con su enorme cuerno. El roedor voló por los aires, más sin dar tiempo a su rival de preparar un segundo ataque desplegó una potente descarga eléctrica valiéndose del cuerno para utilizarlo como pararrayos. Nidoking no se quiso quedar atrás y disparó su carga tóxica a la cual Pikachu respondió con una electriball.

Satoshi sabía que no podía aprovechar el humo de la coalición para utilizar un ataque rápido puesto que el punto tóxico de Nidoking sería un problema tanto para ese movimiento como así también para cola de acero, por lo que el mejor plan sería seguir con los ataques eléctricos.

Las chispas brillaban aún más que los reflectores en el centro del área de combate seguidas por espinas venenosas que revotaban por doquier sin lograr dar en su objetivo. Una electriball hizo bramar al enorme pokemón venenoso cuando de pronto la voz de su entrenador retumbó en el el lugar: —¡Golpe! —bramó el líder Giovanni. Nidoking se acercó a gran velocidad a Pikachu y comenzó a blandir su poderosa cola. Primer golpe, la cola pasó de largo, si el ataque fallaba dos veces más Nidoking quedaría confundido. ataque número dos, faltaba poco. Pikachu se quedó de espaldas sin querer a una enrome piedra que le imposibilitó esquivar aquel golpe de nuevo. Tres, justo en el blanco. La rata amarilla sufrió los efectos y su cuerpo fue enterrado en la roca contra la que había sido acorralado.

 Justo cuando Nidoking pretendía dar fin al combate los efectos de la confusión lo hicieron estamparse a si mismo contra la roca, destruyéndola y liberando al roedor a su vez. Pikachu arremetió con una descarga de electricidad desmedida que fulminó a Nidoking de un solo golpe, aumentando las esperanzas del joven entrenador hasta las nubes y sorprendiendo de manera desmedida al hombre que no cedía ante la idea de entregar una medalla contra aquel oponente.

—Debo admitir que eres un oponente fuerte, me impresionas —comentó Giovanni—. Si yo fuera tú, haría uso de esa piedra trueno que llevas en tu mano y en lugar de jugar con ella, evolucionaría a Pikachu para llevar sus poderes al extremo.

—Pikachu no quiere evolucionar y yo de ninguna manera le pediría que hiciera algo que no quiere solo para tener una medalla o un campeonato. Además, no necesitamos de la evolución para ser más poderosos. Yo aún tengo un as bajo la manga...

—Pues no eres el único —contestó Giovanni con un gesto macabro en el rostro el cual el dúo de entrenadores no pudieron advertir. Bajo el palco donde se encontraba el líder una puerta metálica comenzó a elevarse revelando la figura de un pokemón que Satoshi reconoció de inmediato.

—¡Mewtwo! —exclamó el mostaza. La sangre bajo su piel se heló mientras que sus músculos se crispaban. El terror que le ocasionaba enfrentarse a aquel pokemón era una sensación indescriptible.

—¿Mewtwo? ¡¿Cómo conoces a Mewtwo? —interrogó Giovani levantándose de su silla hasta hacer su rostro visible. Estaba consternado y furioso al mismo tiempo, parecía sorprendido, incrédulo y desorientado en la medida que balbuceaba incoherencias mientras gesticulaba indeterminadamente con sus manos. Después de unos momentos se repuso y regresó a su estado de calma para esperar a la respuesta del muchacho.

—Nos hemos encontrado en más de una ocasión. Él es un pokemón libre, no debería luchar por ningún entrenador.

Giovanni estaba furioso.

—Nosotros creamos a Mewtwo utilizando ingeniería genética, pero se nos escapó por no saber controlar sus poderes ni su temperamento. Este no es Mewtwo, es Mewthree, un clon de Mewtwo creado para reproducir sus características, aunque debimos disminuir su grado de conciencia disminuyendo a su vez su control sobre la telekinesis y sus habilidades psíquicas en general. Ahora dime, ¿dónde se encuentra ese pokemón para que podamos ayudarlo?

—No lo sé, él no quiere ser encontrado —El líder del gimnasio frunció el ceño al oír aquel comentario—.  Si bien lamento no poder ayudarlo, también le suplico que deje en paz a Mewtwo.

 Satoshi estaba a la expectativa al ver a aquel poderoso pokemón frente suyo al igual que Pikachu, pero Giovanni había corrido su orden de prioridades ahcia otro lado.

—¡Ketchup, revélame ahora el paradero de Mewtwo!

—Yo no sé dónde se encuentra, señor.

—Si no me lo quieres decir por las buenas, entonces quizás necesites un poco de ayuda. ¡Mewthree, legeremancia!

Satoshi sintió cómo la realidad se le distorcionaba, todo le daba vueltas hasta volverse solo ua parte efímera en un mundo en desorden. Esta sensación lo inundó solo unos instantes hasta que poco a poco recuperó la conciencia y pudo verse a sí mismo de rodillas y a sus adversarios rodeados de una estela violeta mientras que Giovanni mencionaba.

—Ya veo, de manera que el joven Ketchup no mentía. Ese maldito pokemón se ha escapado de mis manos sin opción de retorno.

—¿Qué me hiciste? —preguntó Satoshi.

—Mewthree tiene la habilidad de leer cada rincón de las mentes de sus adversarios. Mewtwo bloqueó tus recuerdos, niño, por eso hay muchas cosas que no podías recordar. Yo quise ver qué más había en ti sin explorar, pero tal parece que no obtuvimos datos de relevancia por el momento. Disculpa mis métodos, ese es un pokemón poderoso y peligroso y necesita ayuda si quiere encontrar la paz.

—No debiste hacerlo...

—Así que ese es el Pikachu que tanto quiere el equipo Roquet —comentó el líder sorprendiéndo a los entrenadores—. Al inspeccionar en tus recuerdos bien puedo notar por qué dicen en las calles que es tan especial. ¡Vamos, muéstrame ese poder que poseen!

—Así que ya lo descubriste —dijoe Satoshi recuperando repentinamente el buen humor—. No es algo que podamos controlar aún. Supongo que no somos tan diferentes a Mewtwo.

—Pues veamos qué puedo hacer por ti para que mejores tus habilidades. ¡Mewthree, ataca ahora!

La energía psíquica de Mewthree no era tan poderosa como la de su versión original, más no dejaba de ser algo descomunal haciendo que Pikachu saliera despedido rodeado por el brillo del movimiento Confusión, elevándose contra la fuerza de la gravedad e impactando repetidamente contra el techo y contra el suelo del gimnasio hasta dejarlos agrietados.

 Píkachu se liberó del ataque y avanzó con un Ataque rápido cuyo daño provocado fue casi nulo, permitiéndole al clon contraatacar con un movimiento Psíquico que por poco deja inconsciente a la ratita cuqui. Una serie de truenos destrozaron las paredes del lugar, pero Mewthree resistió su poder cubriéndose de un campo de energía para luego concentrar su fuerza en una esfera la cual fue póbremente resistida por Pikachu y su cola de hierro.

  La agilidad de Pikachu fue clave para evadir todas las Esferas aurales que Mewthree enviaba casi al mismo tiempo y por fin una electriball dio en su objetivo lo cual solo sirvió para evidenciar aún más la diferencia de niveles entre ambos pokemóns. El as de Giovanni volvió a desatar la tormenta de Aura esferas, pero esta vez el roedor utilizó su cola de hierro para escalar sobre ellas hasta llegar a su atacante y estamparle la cara con el movimiento que venía utilizando.

 Entonces, Mewthree harto de los golpes recibidos y la gran habilidad para esquivar que poseía su contrincante, lo detuvo utilizando nuevamente la confusión como medio para así suspenderlo en el aire. Pronto Pikachu sintió como todo su cuerpo se compactaba y sus fuerzas lo iban abandonando al tiempo que sus huesos comenzaban a crujir. Satoshi suplicaba piedad y asumía su derrota rindiéndose para salvar a su pokemón, pero la actitud poco permisiva de Giovanni permanecía inmutable.

 La desesperación inundaba a Citron al ver a un líder de gimnasio tan cruel, mientras su orgullo y honradez lo hacían estallar en gritos de cólera cuando de pronto, Satoshi pudo alcanzar los sentimientos de Pikachu y sus corazones fueron uno en el dolor y el deseo de venganza.  Un campo de electricidad rodeó al equipo conformado por el mostaza y su pokemón para luego brillar de una manera cegadora mientras la apariencia del roedor cambiaba mutando a su forma Pikachu-Satoshi y liberándose a su vez de los efectos del ataque de su oponente.

—¡Por fin! —exclamó Giovanni mientras un gesto macabro se formaba en la faz de su rostro.— ¡POR FIN!—El líder estalló en una carcajada comprendiendo que debido a la potendia psíquica de su pokemón no podría volver a atrapar a Pikachu otra vez en su Confusión debido a que ahora ambas mentes, la del entrenador y la de su pokemón, trabajaban unidas y dominarlas al mismo tiempo sería una tarea imposible de soportar. —Has desatado el mayor poder de tu pokemón, dame la batalla que estaba esperando, joven Ketchup.

—Un líder de gimnasio que ordena a su pokemón dañar a su rival solo para obtener una ventaja en el combate no merece ser llamado líder de gimnasio. Iremos contra ti y tu pokemón con todo nuestro poder ¡Pikachu, atack trueno!

—¡Mewthree, Psíquico!

Los movimientos colisionaron despidiendo una cantidad inmensa de energía que destruyó completamente el techo del gimnasio. Satoshi se movía imitando las acciones de su pokemón mientras que éste giraba y contorsionaba su cuerpo para golpear con su cola a Mewthree, el cual formaba campos y contraatacaba con Esferas aurales las cuales aparecían esporádicamente en el aire, aunque Pikachu las esquivaba o bloqueaba con sus propios ataques. Los rayos y la energía psíquica chocaban en todos los rincones del gimnasio mientras que la velocidad de Pikachu volvía inútil los intentos de su adversario por evadirlo utilizando su teletransportación. 

—¡Ataque rápido! —ordenó el oriundo de pueblo Paleta.

—No lo dejes escapar, ¡Psíquico! —respondía Giovani.

El rayo de energía psíquica avanzó a toda velocidad, pero el pequeño roedor fue más rápido en esquivarlo y chocó con su cabeza el abdomen del clon, desatando una pequeña explosión por el campo de energía eléctrica que rodeaba todo su cuerpo. Satoshi sintió nuevamente el cansancio de su Pikachu advirtiendo que se avecinaba el final y no quiso esperar más.

—Pikachu ¡Electriball, máxima potencia!

—Mewthree, terminemos con esto. ¡Destrúyelo con una Esfera aural!

El poder de ambos pokemón aumentó hasta alcanzar sus límites y se condensó en un último ataque definitivo. Dos enormes bolas de poder aparecieron en la cola de Pikachu-S y entre las manos de Mewthree para luego ser arrojadas y, avanzando a una enorme velocidad, chocar en el medio del campo y hacer presión una contra la otra sin destruirse hasta que de un momento a otro, la esfera compuesta por electricidad absorbió a la de su oponente y avanzó hasta el mismo impactando de frente contra él dejándolo completamente derrotado.

—Mewthree ha perdido... No puede ser...

Ante el gesto desconsolado de Giovanni Satoshi sintió lástima, más no la suficiente para olvidar la crueldad de sus actos. Avanzó hacia el líder el cual permanecía anonadado en su palco y ya estando en frente extendió su mano en un firme reclamo por el premio merecido a su justa victoria.

—No me complace este resultado, joven, pero admito que tu victoria era inevitable. Eres un gran entrenador, así como lo fue tu padre.

—¿A qué se refiere? ¿Usted conoció a mi padre?

—Creo que esa no es una pregunta cuya respuesta realmente desees conocer, Satoshi.

El muchacho sabía que lo que Giovanni decía era verdad, pero no podía huir a su propia curiosidad, más el líder no le dio chance a seguir con esa discusión.

—Toma la medalla y corre al centro pokemón. Debes saber que eres el primero a quien se la concedo en años.

—Señor —dijo Satoshi mientras hacía malabares por atajar el pequeño objeto que le habían arrojado desde arriba del palco—, ¿usted realmente hubiera dañado a mi Pikachu sólo para poder apreciar su poder?

—Esto no era para que yo lo viera, sino para que tú lo vieras. Puedo saber que es inútil que te invite a formar parte de mi equipo, de manera que no está nada mal conocer tus límites e invitarte a que dejes esa idea infantil que guardas de las batallas pokemón y del mundo que te rodea.

—¿Usted quería ayudarme?

—Yo no lo diría de ese modo... Lárgate ya, muchacho. Ese pokemón acaba de recuperar su forma y está mal herido. Me gustaría ver de qué más eres capaz.

—Si, señor.

Citron y Satoshi se retiraron corriendo, confundidos sobre las palabras del líder Giovanni el cual les había parecido el entrenador más extraño que se hubieran cruzado en todo su andar.

Mientras tanto, el líder del equipo roquet junto a dos soldados observaban a Mewthree recuperarse de la batalla, completamente sumergido en un líquido verde dentro de un tubo gigantesco y conectado a diferentes mangueras y electrodos.

—Así que el fenómeno lazo —murmuró un Giovanni muy concentrado en sus adentros—un poderoso vínculo entre humanos y pokemóns que puede desencadenar el la energía oculta de ambos hasta volverlos invencibles... He perdido mucho hoy, pero también he ganado algo que puede ser de gran utilidad.

El hombre sombrío sonrió mientras que los planes se formulaban en su mente de una manera clara y esquemática, como solían hacerlo cada vez que una nueva oportunidad se levantaba frente a él.

—¡Soldado! —exclamó eufórico— Necesito que ponga a algunos reclutas del team roquet a observar a ese entrenador que acaba de salir del gimnasio, y que me mantengan informado de todos sus pasos tal como hacían Jessie y James.

—¿A quienes enviamos, señor?

—Con Cassidy y a Butch estará bien, después de todo sólo deben acompañarlo sin ser vistos —El soldado se quiso retirar, pero su líder lo detuvo en medio de su saludo marcial para solicitarle algo más—. Existe otro tema el cual necesito resolver de inmediato.

—Si, señor —respondió el recluta con obediencia mientras que Giovanni no quitaba los ojos de encima al pokemón mal herido que ser recuperaba frente a ellos

—Quiero que hagan una llamada a Alola. Necesito hablar con Meowth sobre algo muy importante...

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