Prólogo
21 de septiembre del 2024 (Lima, Perú)
Todo comienza en un dia que, a simple vista, parecía no tener mayor trascendencia, uno más en la vida de Charles Martínez. El aire de Lima se sentía tan cargado como siempre, las mismas avenidas abarrotadas de autos, las mismas bocinas incesantes, y la radio, encendida en su carro, reproducía alguna canción aleatoria de una lista interminable. "Para variar", pensó con una ligera sonrisa mientras adelantaba a otro vehículo con agilidad, bordeando el límite de velocidad permitido. El tráfico a esa hora de la mañana estaba más denso de lo habitual, y las nubes en el cielo parecían anunciar una tormenta que no terminaba de llegar.
Charles, como cualquier otro día, iba rumbo a una audiencia. La presión, la prisa, eran una constante en su vida profesional, una que había aprendido a aceptar con cierta resignación. Abogado de vocación y un incansable defensor de su país, había hecho su carrera bajo la premisa de que el cambio verdadero solo podía provenir desde adentro. Siempre había estado convencido de que, si Perú algún día iba a florecer, necesitaría una transformación profunda, política, económica, social y hasta militar. Un sueño ambicioso, uno que había defendido con fervor, pero al que cada vez veía más distante.
Su relación con el sistema judicial le resultaba agridulce. Por un lado, le apasionaba la lucha por la justicia. Por otro, el entramado de corrupción y la burocracia de su país lo frustraban profundamente. Charles no era ajeno a ese dolor; había visto demasiado. Aún así, conservaba su idealismo, aquel que lo mantenía luchando. Conocía la historia militar de cada nación importante, había estudiado las estrategias y los errores de cada movimiento político, económico y militar que afectaron su tierra. Había memorizado más datos de los que cualquier persona consideraría útiles. En su interior, una constante batalla entre la razón y el pragmatismo lo empujaba a seguir adelante.
No tenía tiempo para detenerse a pensar en sí mismo o en su vida amorosa. Las pocas relaciones que tuvo fueron pasajeras, casi incidentales. Nunca fueron el centro de su vida, y con el tiempo, había dejado de pensar en ellas como una necesidad. Su relación con su familia había sido complicada, pero en algún momento, había decidido que no valía la pena seguir alimentando resentimientos. Ahora, solo quedaba la inercia del día a día. No era infeliz, pero tampoco diría que lo tenía todo.
Esa mañana en particular, Charles sabía que llegaría tarde si no aceleraba un poco más. "Solo unos minutos más", pensó mientras presionaba el acelerador con más firmeza. Los edificios de la ciudad se volvían borrosos a medida que avanzaba por las calles. Su atención estaba dividida entre el reloj y la carretera, cuando, de repente, un destello de movimiento lo sacó de su concentración. Un perro, pequeño y asustado, cruzaba la calle con la desesperación de quien no entiende el peligro.
Charles giró el volante con violencia, reaccionando por instinto. Todo sucedió en un parpadeo. El auto se descontroló, los neumáticos chirriaron contra el asfalto y, antes de que pudiera procesar lo que ocurría, sintió el peso del mundo darse vuelta. El coche volcó, y el sonido de metal contra concreto llenó sus oídos, seguido de un silencio absoluto.
Vacio
La obscuridad lo envolvía, un silencio profundo y abrumador. La oscuridad era total, como si el mismo concepto de luz no existiera en aquel espacio. Charles no sentía dolor, ni miedo, ni confusión. Sólo una quietud eterna. "¿Es esto la muerte?", se preguntó en su mente, aunque la pregunta parecía perderse en la inmensidad del abismo en el que estaba sumido. Su conciencia vagaba, tratando de encontrar algún rastro de realidad, alguna señal de vida.
De repente, un destello. No era una luz convencional, no tenía forma ni dirección. Simplemente era. Se presentó ante él como una presencia intangible, pero innegablemente poderosa. Algo en su interior le dijo que no estaba solo. Y en ese momento, lo supo. Una entidad, algo más allá de lo que su mente humana podría comprender, estaba allí con él.
—"¿Qué está pasando?" —pensó Charles, su conciencia navegando en la incertidumbre.
La luz, o lo que fuera, no tardó en responder, aunque no con palabras convencionales. Era como si las respuestas se formaran directamente en su mente, como si siempre hubieran estado allí, esperando a ser descubiertas.
—"Tu vida en la Tierra ha terminado", dijo la entidad con una calma que debería haber sido desconcertante, pero que, de alguna manera, resultaba casi reconfortante. "Te has enfrentado a tu fin, y ahora te encuentras en un espacio entre lo que fue y lo que puede ser".
—"¿Quién... quién eres?" —Charles intentó formular la pregunta, pero las palabras le parecían inútiles.
—"Lo que soy no es lo importante en este momento", respondió la voz en su mente, "lo que es crucial es que tú, Charles Martínez, tienes un papel que jugar. Uno que trasciende tu vida, tu muerte, y el mundo que conocías".
Charles sintió un vacío en el estómago, como si la gravedad misma hubiera desaparecido de su ser. No podía entender lo que sucedía, no del todo. ¿Qué era esa entidad? ¿Dios? ¿Algo más? ¿Por qué él?
La entidad pareció captar sus dudas, y con un toque de paciencia infinita, le ofreció una ventana a su propia vida, como si pudiera ver toda su existencia pasar ante sus ojos. Vio su infancia, la relación distante con su familia, su juventud marcada por los videojuegos, su fascinación por la historia y lo militar. Vio su carrera como abogado, sus pequeñas victorias, las derrotas que lo marcaron y la constante lucha por mejorar su país. Todo estaba allí, cada detalle, cada decisión, cada pensamiento. Era como si su vida se hubiera convertido en un libro abierto ante él, uno que no podía cerrar.
—"Has vivido de manera única", continuó la voz. "Has intentado cambiar tu mundo, mejorar las condiciones de tu país, pero lamentablemente, tus esfuerzos no alcanzaron para evitar el caos que amenaza con destruirlo".
Charles absorbió esas palabras, sintiendo una mezcla de frustración y resignación. Sabía que el cambio que había anhelado siempre había estado fuera de su alcance, pero enfrentarse a esa verdad después de su muerte era un golpe más duro de lo que esperaba.
—"Sin embargo", prosiguió la entidad, "te ofrezco una oportunidad. No en el mundo que conocías, pero en uno completamente diferente".
Charles frunció el ceño. "¿De qué estás hablando?"
—"Te propongo la resurrección, pero no en la Tierra. En un mundo donde las criaturas de fantasía existen: elfos, orcos, enanos, y más. Un lugar donde las habilidades únicas de los seres humanos son tan reales como la guerra y el caos que lo consumen. Este mundo está al borde del colapso, tal como el tuyo lo está".
Charles sintió que su mente se desbordaba con preguntas. La idea de resurrección, el concepto de otro mundo, todo era demasiado... fantástico. Sin embargo, algo dentro de él reconoció la urgencia en las palabras de la entidad.
—"¿Y qué quieres de mí?" —preguntó, intentando mantener la compostura.
—"Tu misión será reconstruir la nación en la que naciste y viviste, un Perú renacido, pero en este mundo nuevo. Será tu tarea llevarlo a la grandeza, para enfrentarte al caos, las conquistas innecesarias, y el racismo que lo devora. Tendrás las herramientas necesarias: una fuerza y velocidad sobrehumana que podrás usar a discreción, y algo más...".
Charles vio cómo la entidad le ofrecía un objeto familiar, casi irónico. Un teléfono. Pero no era un simple dispositivo. La entidad explicó que, con este teléfono, podría construir su nación, invocar edificios, tropas, y maquinaria. Podría controlar la política, la economía, todo lo que un país necesita para florecer.
—"Tendrás la capacidad de invocar hasta 341 millones de habitantes inicialmente, y la población crecerá con el tiempo de forma natural".
Charles no pudo evitar reírse. Era absurdo, todo esto. Pero en el fondo, supo que no tenía otra opción. Aceptar o desaparecer en la oscuridad para siempre.
—"Acepto", dijo finalmente, sintiendo cómo la realidad a su alrededor comenzaba a disolverse.
Y en ese momento, su destino quedó sellado.
Espero le guste esta historia... es la primera que hago así que, ante cualquier error o incoherencia sería de mucho ayuda, cuídense ;)
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