🌻Punto final🌻

Dedicado a macesovi porque está enfermita, y quiero que su día sea un poquito mejor.
Espero conseguirlo con este capítulo 💚


El cuello de Seokjin hizo "crack" cuando el chico dio comienzo a una serie de estiramientos para destensar sus entumecidos músculos.

Llevaba gran parte de la mañana con el trasero plantado en una silla del comedor y la cara metida entre papeles escolares, poniéndose al día con algunos temillas que había descuidado por falta de tiempo. Sin embargo, consideró que ya era momento de efectuar un pequeño descanso, así que se puso de pie y empezó a trazar su camino hasta la cocina con el objetivo de tomar algo rapidito como almuerzo.

Contrario a lo que creyó al ser despedido dos semanas atrás, las cosas en su vida parecían haber mejorado bastante, y la desaparición de las manchas grisáceas bajo sus ojos, era la clara prueba de ello.

Ciertamente, parte de que esto fuera así se debía a las odiosas/benditas insistencias de Namjoon, quien, poniendo en práctica su elocuencia, labia y dotes de convicción, logró hacerle ceder ante sus negativas de recibir apoyo financiero.

En ese momento, el pelinegro experimentó en carne propia eso de que su hombre era un gran abogado. Todos los buenos argumentos que creía tener fueron aplastados sin piedad.

Pero no nos confundamos, el hecho de que Jin aceptara dejarle al castaño otra parte de los gastos domésticos, no significó que se convirtiera en un mantenido, todo lo contrario, tan pronto como pudo, se dispuso a buscar un nuevo empleo que fuera más flexible y compaginara con el resto de sus responsabilidades.

Y daba la casualidad de que la hermana de Hoseok tenía una hija de cuatro años a la que ni ella, ni su marido, podían cuidar en las mañanas de los días entre semana por motivos de trabajo.

¿Guardería? ¿Quién necesitaría una cuando había un pelinegro encantador, de confianza, que amaba a los niños y desempleado, al alcance de la mano?

Fue como ganarse la lotería.

Según los padres y el 99% del mundo, la bebé era bastante alborotosa y difícil de tratar, pero desde el principio, el chico no tuvo ningún tipo de dificultad a la hora de lidiar con ella.

Por favor, tenía la capacidad de controlar a Jungkook, Tae, Jimin, Hoseok, Yoongi, Taemin y Namjoon a la vez. Atender a una adorable y regordeta niñita era pan comido.

En definitiva, contó con la fortuna de conseguir un empleo que podía ejercer desde su propia casa, que le gustaba, con una paga satisfactoria y que encima le permitía agarrar los libros y estudiar de vez en cuando mientras que la diminuta criatura se encontraba distraída viendo la tele, dibujando o, incluso, durmiendo.

También suponía algo beneficioso contar con todo el fin de semana libre, y, sin duda, su parte favorita era poder pasar más tiempo con Joon.

Así que sí, estaba claro que lo que inicialmente consideró como la mayor catástrofe del siglo XXI (Exagerado como siempre), resultó ser un cambio lo suficientemente beneficioso, no solo para sí mismo, sino también para Nam, pues, dicho por el propio moreno, "si era bueno para Jin, lo era aún mejor para él".

Llevaba cinco días ejerciendo como ¿niñero?, y finalmente era sábado, motivo por el cual no se había visto en la obligación de atender a la encantadora Suhi, por tanto, decidió, justo como mencioné inicialmente, dedicar el tiempo libre para enfocarse en su carrera.

En menos de lo que dura parpadear, Seokjin dispuso los ingredientes necesarios en la elaboración de un delicioso plato de espaguetis, y empleó los minutos en los que la pasta cocía picando los componentes de la salsa y pensando un poco en los últimos acontecimientos.

Y, tras trocear algunas cebollas y vagar un poco en los rincones más intrincados de su mente, finalmente recordó que no solo tenía motivos de satisfacción laboral, sino que, en lo que respectaba al plano personal, también se encontraba a punto de dar por cumplido uno de sus más recientes deseos.

Porque solo le quedaba por tachar un aspecto de su preciada lista, y cuando esto ocurriera, podría afirmar sin ningún tipo de dudas o dilaciones que su novio, era el chico ideal.

Luego de vomitar el alma, espíritu y ser aquel día de la resaca, Jin tuvo una especie de revelación.

Bueno, no suponía una revelación para absolutamente nadie, sin embargo, entre su dolor de cabeza, las náuseas y el embobamiento causado por la encantadora notita de su novio, el pelinegro no cayó en cuenta de que ya había cumplido con la mayor parte del listado hasta altas horas de la noche, mientras se cepillaba los dientes por decimoquinta vez.

Casi se ahoga con la pasta dental, pero el júbilo y el entusiasmo se apoderaron de su cuerpo de una forma que no parecía ser humanamente posible, y desde entonces, no podía evitar que una sonrisa de satisfacción, y, de cierta forma, complicidad consigo mismo, se instaurara en sus labios siempre que pensaba en lo que llegó a llamar como "publicación satánica".

Lo curioso para Seok era que no estaba tan feliz por el hecho de casi acabar; es decir, eso le provocaba regocijo, mas, lo que realmente le emocionaba era pensar en la forma en la que se sentiría una vez llegara el momento final.

Sí, raro, no obstante, su fantasiosa cabeza no paraba de imaginar escenarios donde la alegría, el placer, y sobre todo, el orgullo por su chico, invadían cada rincón de su organismo.

Una victoria plena.

Resumiendo: la expectativa de lo que sería, tenía a Seokjin envuelto en una deliciosa ola de intriga y emoción, como cuando están a punto de estrenar una película que te llama la atención y tienes puestas todas tus esperanzas en que será una obra digna de Oscar.

Peroooooo (Porque siempre tiene que haber un pero), Jinnie no tenía prisa en lo absoluto, es más, ni siquiera quería acabar con este punto tan pronto por la simple cuestión de que el mismo no iba muy acorde con su actual estilo de vida:

🌻Que te dé detalles sin que sea una fecha importante.

Los regalos no son algo que se puede inducir, por así decirlo. El gesto tiene que nacer, que venir solo, que salir de forma natural, y eso depende en gran medida de si una persona es, o no, detallista.

Sus cinco años de relación le habían confirmado al mayor que Namjoon era un hombre de pequeñas acciones con grandes significados, un tipo atento (Aunque irónicamente fuera también bastante despistado) que aprovechaba mucho las oportunidades para demostrar con lo que aparentaban ser simples gestos, que su novio era importante para él.

Sin embargo, no podemos olvidar que la situación económica por la que ambos pasaban en ese momento, era un tanto complicada y debido a ello, debían reducir costos.

De cualquier manera, el pelinegro no creía merecer ningún tipo de regalo por el momento, y encima de eso, no era como si necesitara uno.

Además, los detalles no deben ser necesariamente objetos con valor monetario, de hecho, a veces los obsequios manuales y sencillos, donde se ven los verdaderos sentimientos de alguien, tienen muchísimo más significado que cualquier cosa que se pueda pagar.

Sin duda alguna, no estaba preocupado por ese asunto. Esperaría pacientemente, justo como había hecho con algunos puntos anteriores y mientras tanto, se limitaría a continuar con su día a día, esforzándose con la universidad y disfrutando de la compañía de Namjoon, que al fin y al cabo, era lo realmente importante.

Media hora más tarde, su comida estaba humeante y servida, y como hombre que sabe aprovechar el tiempo, decidió tomarla sentado en el sofá de la sala, mientras veía la repetición un programa de variedades donde participaban diversos grupos de idols.

Desafortunadamente, no se encontraban sus dioses, pero aquellos chicos que se habían presentado como "Stray Kids" no estaban nada mal.

Nop, no lo estaban en lo absoluto.

"Es la última vez que ves este programa, Kim Seokjin. Ya es suficiente con Monsta X como para que te sigas obsesionando con más artistas", se reprendió mentalmente, no obstante, a los cinco segundos ya se había olvidado de su propia advertencia y estaba...

- ¡Changbin hazme tuyoooooooooo!

Gritando como fangirl loca.

Ahh, y siéndole infiel con la mente al gran amor de su vida. Pobre daddy Shownu, no se merecía eso.

Cuando el reloj marcaba la 1:30 de la tarde, el mayor sintió un sonido que indicaba que la cerradura de la puerta principal estaba siendo abierta.

Lo más normal hubiese sido pensar que era Namjoon, sobre todo teniendo en cuenta que, aunque fuese temprano, el hombre vivía ahí, pero, paff, ¿qué es normalidad en el mundo de Seokjin? Todos sabemos que, incluso en situaciones típicas, las reacciones de ambos protagonistas eran muy poco predecibles.

- Puta madre, me quieren robar.

Sí, lo primero que le vino a la cabeza fue que alguna persona, cuyo coeficiente intelectual no debía ser muy elevado, planeaba asaltarle en pleno mediodía, con el sol rajando las piedras y las calles atestadas de miles de individuos que constituían testigos potenciales de sus turbias acciones.

Casual.

Ohh, y claro, Jinnie era un tipo valiente, decidido, dispuesto a darlo todo por defender sus bienes preciados, así que no se dejó intimidar ni en un 1%,  e, inmediatamente, comenzó a buscar algún artilugio que le sirviera como método de defensa.

Llegó a la conclusión de que el peligroso tenedor de los espaguetis intimidaría a cualquier maleante.

- ¡No sé quién seas pero detente ahí mismo! ¡Tengo un arma blanca y no dudaré en usarla! ¡Estoy muy loco!

Si por arma blanca se refería al color del utensilio de cocina, entonces sí, era blanquísimo… Al igual que los otros 200 tenedores plásticos y desechables que habían comprado él y su novio en una tienda de artículos para cumpleaños la semana pasada, porque estaban en oferta y así no gastarían tiempo fregando.

Como dato curioso, también compraron platitos y vasitos.

Volviendo al tema, el pelinegro, tras su aterradora amenaza (Nótese el sarcasmo, por favor), adoptó una posición ofensiva que consistía en flexionar su cuerpo, alzar el puño libre en el aire y hacer lo mismo con el otro, sosteniendo en este, como si de un cuchillo se tratase, el filoso y mortal objeto, preparándose para el ataque.

Tres, cuatro, cinco segundos pasaron hasta que el ruido se detuvo y lentamente, la puerta comenzó a abrirse, produciendo el clásico chirrido escalofriante que solo parece notarse en las películas de terror, sin embargo, por el contrario, Jin sentía estar dentro de una producción cinematográfica de misterio y espionaje. Probablemente, la reproducción de Double Knot proveniente del televisor como música de fondo, daba aquel toque de intriga que le hacía pensar de esa forma.

Envuelto entre tanta tensión, todos los sentidos del pelinegro parecían haberse agudizado, y le hacían consciente de cada respiración que daba, de cada parpadeo, de cómo el sudor frío le escurría por el cuello y se deslizaba a través de su columna vertebral.

Poco a poco, una silueta fue mostrándose, y los dorados rayos de sol que entraban por la ventana, revelaron lentamente la identidad del supuesto delincuente.

Para sorpresa de nadie, mejor dicho, de absolutamente nadie (En serio, de nadie nadie), la persona que acababa de entrar era Kim Namjoon, y, bueno, como debéis suponer, una expresión de completa incomprensión mezclada con algo de desconcierto, se instauró en sus bronceadas facciones al ver cómo su novio le esperaba "en guardia" frente al sofá, empuñando lo que parecía ser un inofensivo tenedor plástico.

- Ehmm… ¿Quiero saber lo que está pasando? - Preguntó con desconfianza, señalando con el dedo al más bajo.

Jin ni siquiera escuchó su pregunta, y sonriendo en grande debido a esa genuina alegría que estar con su pareja le producía, lanzó desinteresadamente el tenedor hacia algún sitio de la sala, para posteriormente tirarse encima del castaño con total naturalidad, como si cinco segundos atrás no le hubiera confundido con un ladrón y tratado de atacarle con un peligrosísimo instrumento.

- ¡Namjoonie! - Chilló enganchándose al contrario con los antebrazos alrededor de su cuello - ¿Qué haces aquí a esta hora? Ni siquiera son las dos aún - El nombrado, contagiado por el repentino humor, también sonrió y sostuvo al mayor de la cintura con su mano libre, pues en la otra llevaba un par de bolsas.

Olvidando rápidamente el asunto del utensilio, Namjoon comenzó a guiarlos hasta el asiento grande, cuidando que Jin no se tropezara debido que andaba en reversa, y una vez ahí, dejó las sospechosas bolsas a un lado junto con su maletín del trabajo y se echó sobre el mullido mueble, jalando al pelinegro de las caderas e instándole con ese gesto que se sentara encima de él.

Obviamente, el más bajo cumplió su petición sin rechistar, encantado de la vida.

- Jackson ha reportado que habían cucarachas en su oficina, y resultó que hay una plaga en el edificio, así que nos han dado el resto del día libre para poder fumigar - Ante esa explicación, el rostro de Seokjin se frunció en una mueca de asco.

- Cucarachas, iugh - El moreno rió al verle fingir vomitar como suelen hacer los niños pequeños, y apartó con ternura un mechón de cabello que le caía sobre los ojos  -  Seguro que fue el mismo Jackson el que las metió ahí.

- No tengo idea de cómo una persona puede infestar un edificio entero con bichos, pero probablemente tengas razón. De ese se puede esperar cualquier cosa, nene - El más bajo asintió, de acuerdo con el planteamiento y, acto seguido, se inclinó hacia adelante para darle a su chico, de una vez por todas, un beso de bienvenida.

Al inicio, fue simplemente un roce, uno de esos picos fugaces que hacen "plop", sin embargo, posteriormente repitió la misma acción, en esta ocasión prolongando más la unión de sus belfos y separándolos levemente cuando la lengua del moreno lamió su labio inferior, lengua que una vez halló el camino despejado, no tardó mucho, por no decir nada, en introducirse juguetonamente en la boca contraria.

Jin chupó, mordisqueó y succionó todo a su paso, y aún tenía suficiente aire en los pulmones como para poder aguantar en ese proceso un poco más, pero, por un motivo u otro, el castaño cortó de tajo su unión, y le apartó con cierta brusquedad sujetándole de los hombros, de modo que la distancia entre ellos había resurgido y el único testigo de lo que pudo ser un fantástico beso, era un pequeño hilo de saliva que tan rápido como apareció, se deshizo.

Con extrañeza, el pelinegro elevó la mirada desde los húmedos labios con los que ni por asomo sentía haber terminado, hasta los ojos contrarios, para ver que estos estaban entrecerrados en un gesto de desconfianza.

- Sabes a carbonara... - Comentó el menor en tono rencoroso - ¡¿Preparaste pasta a la carbonara sin mí?! - Exclamó escandalizado - ¡¿Cómo pudiste?! ¡Pensé que lo nuestro era verdadero! ¡Traidor!

Segundos después de mirarse fijamente, sin emitir sonido, el mayor no pudo resistirse y estalló en carcajadas una vez analizó el significado de esas últimas palabras.

- Tú tienes que ser idiota - Comentó entre risas, causando que el contrario se viese más indignado si era posible.

- ¡No te rías Jeon Seokjin! ¡Esto es serio seriesísimo seriesisísimo! - Refunfuñó - ¡Sabes muy bien que la carbonara es sagrada!

No creo que haga ni falta explicarlo, pero de cualquier forma, lo haré.

Resulta que Kim Namjoon tenía una pequeña, media, graaaann debilidad por la mencionada salsa blanca y, casi literalmente, solía perder la cabeza por ella.

En cualquier restaurante, si veía algún platillo relacionado a esta en el menú, ni siquiera tenía que terminar de leer los componentes de la carta para saber lo que comería.

Claramente, Jin era consciente de este particular gusto, y a diferencia de lo que pensaba Nam, sería incapaz de pasar por alto un detalle así.

- ¿Pero en serio crees que yo tendría el valor de hacerte eso? Aprecio mi vida, gracias - Contestó haciendo un gesto desdeñoso con la mano.

- ¿Entonces?

- En la cocina hay más, bobo. Debe estar caliente aún, no tenía idea de que llegarías tan pronto hoy.

Y solo hicieron falta esas palabras para que los ojos del menor se iluminaran.

A una velocidad inquietante, el castaño se puso de pie cargando al mayor al estilo princesa y sorprendiéndole con ese inesperado gesto. Sin embargo, el chico no duró mucho en alto porque acto seguido, le depositaron suavemente sobre el asiento. Joon dejó un corto beso en su frente, y luego salió corriendo como demente hacia la cocina, en busca de su preciado alimento.

Seok solo pudo parpadear confundido, y después de interiorizar lo que acababa de suceder, le fue imposible retener la sonrisa que lentamente se iba formando en sus labios mientras observaba el camino por el que segundos antes su hombre había desaparecido.

- ...Y entonces así fue como el fandom colapsó porque Hyunjin volvió.

- ...

- ...

- ...

- ...

- ¿Desde hace cuánto dijiste que conocías a los Stray Kids esos?

- Harán unos 45 minutos aproximadamente.

Namjoon negó divertido con la cabeza, tomando la última pinchada de pasta con el tenedor.

Al igual que Seokjin, se había decidido a tener su almuerzo en la sala de estar, por lo que ambos estaban juntos en el sofá, él sentado de manera apropiada con los pies tocando el suelo, y el otro con las piernas flexionadas sobre el mullido mueble, un brazo apoyado en el respaldo y una mano acunando su moflete.

El pelinegro consideró que mientras su novio comía, sería la oportunidad perfecta para contarle sobre sus recientemente adquiridos conocimientos: vida y obra de los Estreiquids.

Jin sabía que Nam no tenía mucho interés, por no decir que ninguno, en los grupos de idols, pero también sabía que lo escucharía atentamente aunque estuviera hablando de la operación de varices de su tía.

Cosas del amor.

- ¿Entonces me estás diciendo que ahora te gustan estos chicos que son no sé cuántos años más pequeños que tú y te olvidaste de Monsta X por completo?

- ¡Jamás! - Chilló tan escandalizado como ofendido - ¡Daddy Shownu es el dueño de mis quincenas! ¡No te equivoques, Kim Namjoon!

- ¡Pero si antes me has dicho que un tal Han te elevaba a la estratosfera!

- ¡Eso es porque está muy rikolino! ¡¿Qué te piensas?! ¡¿Que soy de hielo?! - El castaño ni siquiera respondió, simplemente volvió a reír y se inclinó hacia adelante para dejar sobre la mesita de café el plato vacío, agarrarando acto seguido una servilleta de papel y limpiando sus labios.

- Estás tan loco.

- ¿Ah sí? Esperate ahí, ahora mismo te enseño una foto de ellos y me vas a decir si a ti no se te remueve el alma - Muy dispuesto a buscar su celular y cumplir con su cometido, se puso de pie, sin embargo, antes de que pudiera avanzar, los dedos ajenos se envolvieron alrededor de su muñeca y le lanzaron de vuelta al asiento.

- Te creo, nene, te creo - Dijo entre risas - Y por cierto, me alegro de que aún no superes al hombre de tu vida. Si no, no sé que hubiera hecho con esto.

- ¿Con qué? - Como un niño curioso, olvidó completamente la molestia y observó atentamente al menor, quien, al ver que contaba con su atención, se acercó a una de las pequeñas bolsas de antes, entregándosela posteriormente - ¿Qué es?

- ¿Cómo vas a saber si no lo abres? - Soltó rodando los ojos.

- Uy, sí, sí ya voy. Qué carácter - Obedientemente, sacó el contenido, descubriendo un objeto rectangular y medianamente grueso envuelto en papel azul con dibujos de monitos - ¿Un libro? - Observó de reojo al castaño, notando que este estaba completamente pendiente de su reacción.

Confundido, Seok comenzó a rasgar el envoltorio, y poco a poco, fue dando con una capa gruesa de color negro y arabescos púrpura.

Y cuando las frases "Monsta X" y "One of a Kind" aparecieron detrás de todo aquel papel rasgado, Seokjin pegó tal grito, que probablemente Barack Obama lo hubiese escuchado desde su mansión mientras se tomaba un cafecito con la señora Michelle.

- ¡OH DIOS MÍO NAMJOON, BÚSCAME EL TANQUE DE OXÍGENO QUE ME PIERDEEEEEEES! - Exclamó poniendo rápidamente el objeto de lado y lanzándose encima de su chico, empezando a dejarle una serie de besos desordenados por toda la cara - ¡Gracias, gracias, gracias! ¡Aish! ¡Es que eres un trozo de pan!

El más alto solo atinaba a sonreír debido a que estaba demasiado ocupado tratando de sobrevivir a la estrangulación que ejercían aquellas dos manos al apretujarle las mejillas

Amaba cuando Jin era cariñoso, pero el hombre poseía una fuerza que llegaba a ser desorbitada en algunas ocasiones.

- Nini, nw pwedo refphirar - Cuando escuchó la queja, el mayor le soltó rápidamente. La silueta de sus manos estaba impresa en ambos cachetes contrarios, y, efectivamente, Namjoon boqueaba en busca de aire.

- ¡Lo siento, Nam! ¡Es que me emocioné! ¡¿Estás bien?!

Asintió con la cabeza a la par que masajeaba suavemente las zonas enrojecidas, y su sonrisa no tardó en hacer acto de presencia nuevamente, cosa que fue más que suficiente para que el susto de Seok desapareciera por completo.

- No creo que haga falta preguntar si te gustó.

- ¡¿Estás bromeando?! ¡¿Cómo no me va a gustar el último álbum de Monsta X?! ¡Hoy te toca sexo en la cocina, en el baño, en donde cojones quieras! ¡Es más, en todos! ¡Y como me toque la photocard de Shownu, me pongo aquel disfraz de osito depravado que me compraste!

- ¿El que dijiste que no te pondrías ni aunque te pagaran porque te hacía lucir como un "putito" de carretera? - Inquirió con diversión.

- ¡Ese mismo!

Se bajó del regazo del más alto (Sí, se había trepado encima suyo) y agarró de nuevo el álbum, manipulándolo como si tuviera una pieza extremadamente frágil y valiosa en sus manos.

Bueno, técnicamente lo era, al menos para él.

- Uhm, me tocó I.M bebé, pero como estoy de buen humor igual me voy a poner el disfraz - La coquetería era clara como el agua en su voz, y posteriormente, empezó a subir y bajar las cejas rápidamente, con cara de pervertido.

Joon, como era tan idiota como él, le siguió la corriente e imitó su acción, para al final terminar pareciendo dos viejos verdes de esos que lanzan piropos desagradables a jovencitas por la calle.

Un rato después, el menor se detuvo.

- Nene, aún te tengo otra cosa... - Apartó la mirada, rascando su nuca y luciendo repentinamente... ¿Tímido?

Seok no lo sabía, pero ciertamente, ese cambio de actitud fue suficiente para que su curiosidad regresara.

- ¿Es lo que está ahí? - Señaló la otra bolsa, que era mínimamente más grande y voluminosa, recibiendo un asentimiento.

- Ten - Se la tendió y con cuantiosa velocidad, Seokjin agarró lo que había en el interior, que a diferencia del álbum, no estaba envuelto.

Claramente, la caja contenía alguna pieza de joyería, y una vez abierta, el pelinegro pudo comprobar que se trataba de dos relojes, uno de ellos azul platinado y otro de un color dorado-rosáceo.

No había una palabra más justa para describirlos que hermosos.

Lucían majestuosos, elegantes... Y caros.

- Namjoon, esto... - Murmuró sin apartar la vista de los artículos metálicos, francamente fascinado por su apariencia, no obstante, algo preocupado por el hecho de que estuviesen en sus manos en ese momento.

- Nene, la verdad es que salí desde las once del bufete, pero me pasé por casa de Hoseok a buscarlos. Los había encargado desde la semana pasada, a nombre de él para que no los trajeran aquí. Quería darte una sorpresa - Comentó arrastrándose por el mueble hasta estar muslo contra muslo - El rosa es para ti, porque es tu color preferido. Y el mío es este - Fue explicando a medida que los sacaba de su contenedor - Vienen a juego los dos. Estuve buscando en internet y leí que en algunos países las parejas del mismo sexo los usan para no ser mal vistos por llevar anillos. No es como si a nosotros nos importara eso, pero me pareció bonito el simbolismo. Así que pensé: Hey, sería genial que Jin y yo tuviésemos unos. Y encima son de nuestros colores favoritos - Namjoon apartó la vista de los artículos y la conectó directamente con la contraria, sonriendo, con esa sonrisa que era tan pura como la de un ángel, antes de preguntar: - ¿No es genial?

Lo era.

Era un gesto precioso, con un significado precioso, casi tanto como preciosos eran aquellos hoyuelos que asomaban por sus mejillas.

Seokjin solo podía observarle con los ojos muy abiertos, algo confundido acerca de cómo debería actuar.

Al principio, cuando obtuvo el álbum, no le dio demasiadas de vueltas a cuánto pudo o no, haber gastado su novio. Sin embargo, le resultaba completamente imposible ignorar el hecho de que el valor monetario de ambos relojes era evidentemente alto.

Realmente le gustaban, le encantaban, y solo imaginarse llevándolos junto a Namjoon, en pareja, le hacía tener ganas de chillar como colegiala; pero algo dentro de su mente le hacía sentir mal por haber provocado que el castaño desperdiciara tanto en él.

- Nam, ¿pero por qué? - El nombrado frunció el ceño.

- ¿Cómo que por qué?

- ¿Por qué los has comprado?

- ¿Eh? ¿Qué quieres decir? Es evidente por qué lo hice, nene - Respondió como si le hubiesen hecho una pregunta tonta - Se te rompió tu reloj de muñeca el día que te despidieron de la cafetería.

- ¿Recuerdas eso? - La sorpresa era palpable en sus facciones, y provocó que el entrecejo contrario se arrugara aún más.

- ¿Por qué lo preguntas así, Seokjin? Claro que lo recuerdo, me lo dijiste. Ese mismo día por la noche, después de que vomitaras por primera vez, me puse a revisar modelos para ver cuál podía comprarte.

- Pero esto debió haberte costado un montón - Murmuró - Dios, ni siquiera quiero imaginar lo que-

- Shhhh - Siseó postrando un dedo sobre sus labios, de tal forma que le hizo callar - No empieces. Es de mala educación preguntar por el precio de un regalo, ¿sabías?

- Pwerho-

- ¡Sin peros! Nene, yo no soy tonto - Afirmó de repente - Si los compré fue porque podía permitírmelo. No es como si fuese a pasarme un año sin comer, bobo. Tampoco empeñé el riñón, no eran tan caros - Rió por lo bajo - Y encima te hacían descuento si comprabas los dos juntos. Tranquilo, lo tengo bajo control. Solo quise tener un detalle contigo para animarte un poco después de la semana de mierda que tuviste.

Entonces, por algo tan simple como mención de la palabra "detalle",  Seokjin cayó.

No era ni su cumpleaños, ni su aniversario, ni San Valentín, ni ninguna fecha importante; y a pesar de eso Namjoon acababa de darle un obsequio solo porque sí, porque quiso, porque le nació hacerlo.

De una forma tan casual e inesperada, su novio acababa de cumplir con el único aspecto del listado que le faltaba por marcar.

En otras palabras: finalmente había completado la lista.

Ante tal descubrimiento, el pelinegro esperó a que le atacaran todas las emociones que tenía previstas, aquellas que demostraban cuánta satisfacción le reportaba lo que acababa de suceder.

Llevaba varios meses envuelto en este proyecto, y a medida que pasaba el tiempo, la anticipación iba aumentando y cociéndose a fuego lento.

Así que, aguardó por el repentino golpe de euforia, de felicidad, de regocijo...

Aguardó por un golpe que jamás llegó.

Seok no lo sintió, todo lo contrario, en vez de alegría, un amargor extraño se instauró en su garganta, y una punzada fuerte de culpabilidad, le perforó el estómago.

Tal cual pasó el día de la resaca, tuvo una revelación.

Es que... ¿Cómo siquiera pudo habérsele ocurrido poner a prueba a Namjoon mediante una estúpida lista?

Joon era un hombre increíble, un tipo trabajador, encantador, sexy; no había necesidad de ninguna serie de parámetros para saberlo.

Y aunque no hubiese coincidido con todos aquellos puntos, Jin le adoraba tal cual, y desde el propio inicio sabía que eso no cambiaría.

¿Siquiera era posible no adorarlo cuando no hacía más que cuidarle y quererle?

¿Tan tonto era como para no darse cuenta de que Nam cumplía con todo eso y más sin tener que guiarse por un listado?

Tal vez para alguien pareciera que estaba exagerando, no obstante, no podía perdonarse a sí mismo el haber dudado de Namjoon, el haber puesto en cuestión el hecho de que el castaño era ideal para él.

Porque, sencillamente, eso no tenía discusión.

Sí, el pelinegro no pudo hacer más que sentirse estúpido en ese momento.

- Nene... ¿No te gustan?

La voz de la persona de sus pensamientos, le sacó de la repentina burbuja de arrepentimiento en la que se había sumergido, y esa pregunta, logró que una especie de interruptor de alarma se prendiera dentro de su cabeza.

El menor parecía afligido, como si acabase de ser rechazado.

Tardó unos segundos en percatarse, sin embargo, cayó en que, por estar dándole vueltas a la publicación, había dejado de lado a su compañero. Y teniendo en consideración que puros pensares negativos lo embargaron en cuestión de segundos, su expresión no debía ser buena en lo absoluto.

Por lo tanto, Namjoon seguramente estaba creyendo que la mueca en su rostro se debía a los relojes y no a la decepción que sentía de su propio ser.

- ¿Qué? No, no, no Nam - Se apresuró a negar, no obstante, por no expresarse bien, el otro le malinterpretó y se vio aún más triste si era posible - ¡O sea, sí! Aish, soy tonto - Se dio una palmada en la frente - Sí me gustan, corazón. Me encantan. Son... Wow - Fue lo único que le pareció lo suficientemente bueno como para explicar la magnitud de lo que le parecían - Los adoré, en serio. Y más después de saber lo que significan.

- ¿Seguro? - Jin asintió - Entonces, ¿por qué tenías esa cara? - Inquirió aún desconfiado.

El más bajo le observó fijamente, admirando lo que tenía delante.

Namjoon, incluso más que los relojes, era simplemente... Wow.

- Porque soy idiota, Nam... Y a veces, lo soy tanto que no sé valorar bien lo que tengo.

- ¿Eso que se supone que significa? - Seok simplemente sonrió, y con total delicadeza, sujetó los mofletes ajenos con sus palmas.

Esta vez, no hubo gritos ni algarabía.

Esta vez, no hubo saltos exagerados ni apretones mortales.

Esta vez hubo un beso tranquilo, calmado, sereno.

Un beso que canalizaba en sí mismo todo el sentimiento desbordante que Jin sentía por Namjoon.

Un beso de agradecimiento, de disculpas, y sobre todo, de amor.

De un amor que de sobra sabía que tenía sin la necesidad de ningún listado.

Cuando se separaron, el pelinegro le rodeó con sus brazos y apoyó la cabeza en su pecho, formando una especie de abrazo que resultaba incómodo porque aún los brillantes objetos metálicos yacían en el regazo del mayor.

- Gracias, Nam.

Esas palabras iban más allá de la simpleza de un regalo, sin embargo, esa información Seokjin se la guardaría para sí mismo.

- Sí que te ponen cariñoso un par de cositas, eh. Interesado - Respondió el otro en broma, picándole con un dedo en su costado y provocando que riera.

- Te prometo que algún día, cuando sea diseñador y tenga un buen salario, te voy a llenar de regalos también. Te voy a dar todo lo que siempre he querido pero nunca he podido por falta de dinero. Tardará un poco, pero llegará - Murmuró.

- Yo no necesito regalos, nene. Es más que suficiente que estés conmigo - A medida que hablaba, iba acariciando el cabello contrario.

- Yo tampoco los necesito, y aún así me los das.

- Tú también me das a mí, ¿sabías?

- Sí, solo cuando hay algún evento en el calendario - Reprochó haciendo un puchero.

- Nop, te equivocas - Negó con la cabeza - Lo haces todo el tiempo. Cuando paras de camino a la universidad porque ves los dulces que me gustan y me traes a casa; cuando se me hace tarde en el trabajo y grabas los episodios de la serie que estoy siguiendo en la tele para que no me los pierda aunque sabes perfectamente que puedo verlos en alguna de las tantas páginas donde la resuben en internet; cuando cuidas mis plantitas mientras no estoy; hasta cuando te arreglas porque quieres lucir bonito para mí aunque también sabes que siempre te veo hermoso. Incluso ahora, pensaste en mí cuando te estabas preparando tu almuerzo, y sin tener idea de que llegaría antes, me dejaste más en la cocina. En todos esos momentos y más, siento que me estás haciendo los mejores regalos del mundo, nene. Tú mismo ya eres el mejor regalo.

El grado de rojo en el rostro de Seokjin, iba aumentando con cada frase pronunciada por el otro. Tal vez por la sinceridad en su voz, tal voz por lo romántico que sonaba, pero el caso es que, al final, la diferencia entre él y uno de los tomates en oferta de la señora de la verdulería, no era demasiada.

Subió hasta apoyarse en el hombro contrario, enterrando la cara contra el hueco de su cuello, y acto seguido, solo pudo susurrar:

- Dios mío... Eres tan cursi.

Esta vez, fue el turno de Namjoon para reír, quien retiró con cuidado los artículos recién adquiridos de sus muslos, y reforzó más el apretón.

El pelinegro dejó castos besitos esporádicos en la piel a su alcance, y lo mismo hizo el menor, solo que en el matorral de pelo negro que estaba a su disposición.

Al cabo de unos segundos, en los que solo estuvieron envueltos en caricias leves y calor mutuo, Jin volvió a hablar.

- Oye, Nam.

- ¿Sí?

- Los relojes son increíbles pero... - Levantó el rostro hasta dar cara a cara con su chico, y, con extrema seriedad, preguntó: - ¿Y el anillo pa' cuando?

- Hey, hey, hey. Ponle el freno al carro, JLo - Ese comentario provocó que Jeon mordiera su labio inferior para aguantar una carcajada ante tal referencia - El anillo llegará, por eso ni te preocupes. Pero será cuando te hayas graduado - Precisó - Entiéndeme, nene. Quiero darte una luna de miel como Dios manda, y si nos casamos ahora probablemente al segundo día me digas algo como: "Ups, tengo que irme, hoy toca examen con el profesor Im". Ni hablar, cuando nos casemos vas a ser mío completo completito, al menos los primeros días.

- Uhmm, eso suena taaaaaaan bien - Alargó la palabra, y dejó un rápido pico sobre la boca contraria - Me gusta mucho esa idea. Pero cuando eso pase ya voy a tener más de treinta. ¿Estás seguro de que aún me vas a querer a pesar de que sea un señor mayor?

- Ay, por favor. Si ni siquiera luces mayor que yo. ¿Sabes qué fue lo primero que mi papá me dijo después de conocerte? "Namjoon, hijo, yo sé que para el amor no hay edad, ¿pero por qué estás saliendo con un chico de preparatoria? ¿Eso es legal?" ¡Habías cumplido los 23 en ese entonces, por todos los dioses! - Exclamó escandalizado, en parte por lo dicho hacía años, y en otra por las repentinas carcajadas de Jin.

- Tu padre es increíble.

- Él te adora.

- Y yo lo adoro a él.

- ¿Y a mí? ¿A mí también me adoras? - Hizo un mohín, tratando de fingir inocencia.

- ¿A ti? - El más alto afirmó con la cabeza. Y luego, con ese tono de que algo es demasiado obvio, Jin contestó: - A ti no te adoro, idiota. A ti te amo.

La expresión de Namjoon sufrió una metamorfosis en sentido figurado; pasó de juguetona, a una mezcla entre sorpresa con incredulidad.

Entonces no dijo nada más, se quedó muy quieto, mirando fijamente al pelinegro.

Jin se sintió completamente descolocado por ese cambio de ambiente, y la preocupación hizo acto de presencia en su interior al ver que pasaban los segundos y su varón parecía haberse congelado.

- Eh, Namjoon. ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - Cuestión agitando una palma delante de sus ojos para ver si lograba sacarle de tal grado de ensimismamiento - Oye, di algo. Me estás asustando.

Finalmente, el muchacho parpadeó, causando que el mayor suspirara de alivio.

- Repite eso - Exigió de la nada.

- ¿Cómo?

- Repite eso que acabas de decir - Seok frunció el ceño con confusión, sin embargo, cumplió con la petición.

- Di algo, me estás asustando.

- Eso no, lo de antes.

- ¿Estás bien?

- No, Jin. Lo de antes, antes.

- Eh, Namjoon.

- ¡Noo! ¡Aish, eso no, nene! ¡Lo que has dicho mucho antes de eso!

- ¿Tu padre es increíble? - Inquirió dudoso, más despistado con cada segundo que transcurría.

Se le estaba derritiendo el cerebro.

- ¡Te amo, Seokjin! ¡Repite el puto "te amo"! - Chilló frustrado.

- ¿Te amo?

- Lo has dicho...

Lucía anonadado, cual persona que acaba de presenciar un milagro, algo irreal.

- Namjoon, ¿qué bicho te ha picado? ¿Por qué actúas así?

- Nene... - Su voz temblaba, como si estuviese conmovido - Es que... Esta es la primera vez en cinco años que me dices que me amas.

Y solo esa afirmación hizo falta para que la comprensión de la situación, y una calidez extraña, inundaran las entrañas del pelinegro.

Namjoon simplemente se había emocionado porque, por primera vez, le había escuchando decir las palabras más significativas dentro de una relación.

Te amo.

Su sorpresa le hacía lucir tan adorable...

Espera un momento...

- ¿Primera vez? No, ni hablar. Es imposible que haya sido la primera.

El castaño negó.

- Sí lo es.

- Que no.

- Que sí.

- Que no.

- ¡¿Crees en serio que yo olvidaría algo como eso?! - Su ceja derecha se arqueó en una perfecta curva.

- Pero... No, en serio, Nam. No puede ser. ¡Si pienso que te amo todo el tiempo! Literal. ¡A veces hasta me río solo porque estoy pensando en ti! - Admitió su vergonzoso pasado actuando con extremo dramatismo.

- Pues nunca lo habías dicho en voz alta, nene.

No había otra forma de definir lo que le pasaba al mayor además de afirmar que se encontraba en shock.

Habían pasado cinco jodidos años.

¿Qué mierda estaba mal con él para que nunca antes hubiera expresado con palabras la emoción más bonita que había experimentado en toda su vida y que solo se hacía más fuerte con cada día?

Vale que se la pasaba demostrando cuán importante era Namjoon para él, pero a veces, las personas necesitan escuchar ciertas cosas directamente.

Antes se sintió estúpido, ahora, luego de esto, se sintió como un estúpido al cuadrado multiplicado por mil.

Quizás, y solo quizás, el que tenía que haberse puesto a prueba con la lista era él mismo, porque sinceramente, su labor como novio estaba dejando mucho que desear...

-  Dios mío, ahora me siento fatal. Tú siempre eres tan lindo conmigo y yo ni siquiera te había dicho te amo - Soltó en tono lastimero - Pero tú sabías que lo hago, ¿verdad? O sea, aunque no lo hubiese dicho, tú lo sabías, ¿cierto? Dime que lo sabías, Nam.

- Sí, sí, yo... O sea, sí, lo hacía. Lo hago. Pero, cuando lo dices en voz alta... No lo sé, nene, es como si fuera más real - Los labios del castaño comenzaron a temblar, avisando, de alguna manera, lo que ocurriría a continuación.

La bomba explotó.

- ¡Pero no llores, Nam!

- ¡NENEEEEEEEEEEEE!

Ese día, después de ponerse a lloriquear como idiota también, repetir hasta el punto del cansancio cuánto lo amaba, lograr que a ambos se le pasara todo aquel ataque que en cierto modo era absurdo, y hacer el amor varias veces, Jin tomó una decisión.

Realmente no era nada importante, de hecho, ni siquiera trascendental, pero a Seok le pareció necesario hacerlo como un acto simbólico.

En la noche, mientras el castaño dormía apaciblemente, agarró su agendita de Yu-Gi-Oh, releyó por última vez el pintorreteado listado, y, posteriormente, arrancó la página, doblándola en un cuadradito y lanzándola a la basura.

Sencillamente, ya no hacía falta.

Aquella "publicación satánica", quedaría como un embarazoso, y, por qué no decirlo, bonito recuerdo de una etapa dentro de su noviazgo; sin embargo, no había necesidad de mantener la prueba física.

Al final, justo como se planteó inicialmente, era un tonto y entretenido juego que no marcaría diferencia.

O, bueno, tal vez sí lo hizo, debido a que le sirvió para descubrir una cosa.

No, lo siento, no creo que la palabra "descubrir" sea adecuada, porque Seokjin siempre lo supo, solo que tardó un poco en darse cuenta.

Un novio perfecto no existe, y a la vez, hay miles de ellos por todos lados.

El concepto de perfección es demasiado ambiguo como para poder ser adjudicado en sentido general. Depende mucho de la persona, de sus gustos, de los actos.

La perfección depende de las circunstancias que involucren a un ser humano.

Porque todos, absolutamente todos, tenemos nuestro propio tipo de perfección.

Yoongi, aún con su carácter hostil y cualidades que para algunos resultarían desagradables, era la definición de perfección para Hoseok.

Jimin, a pesar de ser indeciso, dramático, inconsciente y miles de etcéteras, cumplía con todas las características que Taemin necesitaba de otra persona para complementar su vida.

Tae siempre supo, incluso desde que Jungkook era un pequeño chico enfermo con pocas esperanzas de supervivencia, que así, sin más ni menos, era el indicado para él.

Entonces, ¿qué significa realmente perfección?

Nadie lo sabe, pero, como si de una cualidad implícita se tratase, todos pueden identificarla cuando la tienen delante de sus narices.

Y Jin no era la excepción, porque no sabía si, según los estándares convencionales, tenía un novio perfecto.

Pero tenía una bestia de piel canela, torpe, tan dormilona que no se despertaba fácilmente ni ante el sonido de una alarma, que le daba abrazos de oso en las noches y lucía adorables hoyuelos en sus mejillas.

¿Eso valía?

No, eso no valía.

Para Seokjin, eso era mil veces mejor.




🌻FIN🌻

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Sí, sí, el Jin muy arrepentido pero bien que le entró el remordimiento luego de que Nam cumplió todo :v

Jsjsjs, buenoooooooo después de un siglo terminé.

Que último capítulo tan random, no estoy satisfecha del todo, pero espero que os haya gustado.

Eso sí, me esforcé muchísimo :)

Con respecto a los regalos, el álbum tenía que ir sí o sí porque, otzea, Jin es Monbebe forevah.

Y lo de los relojes me hizo mucha ilusión ponerlo porque es verdad, es decir, tienen en la vida real un jueguito de relojes así súper cute.

Ignoremos el hecho de que valen más que toda mi existencia. En este fic, como todo es paz y amor, a Nam le salieron mucho más baratitos.

El Soyin niñero es por la parte esa en BTS World donde él está con la niñita súper chula esa :')

Me encontré un fanart y ameeeeeeeeee

La referencia de "el anillo pa' cuando" es una canción de Jennifer López, por eso Nam le dice JLo a Jin.

Bien, NECESITO que leáis el próximo apartado, porque no solo daré mis agradecimientos así en modo Drama queen, sino que comunicaré una cosa importante.

Así que, nos leemos en literalmente dos segundos, a no ser que alguien me ignore y ni siquiera lea mis típicas divagaciones de final de capítulo :'v

De cualquier manera, leáis o no, os haya gustado el fic o no, os amooooooooooo.

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