Cada vez Yusaku se volvía más lejano. Pocas veces le olvidaba tanto tiempo, como si estuviera mejor en donde estaba, en América.

Mientras Akai se volvía más cercano, se comprendían mutuamente y los temas para charlar eran infinitos, aunque pocas veces Akai hablaba de él.

Un día de aquellos, Yukiko había cumplido un par de semanas en Japón, planeaba quedarse hasta que Yusaku fuera por ella, pero, repitiendo, lo había olvidado.

Y secretamente, buscaba a Akai para hacer alguna cosa juntos.

Escuchaba música al añochecer en su sala, clásica y tranquila, pero un poco movida como para bailar con elegancia. Tarareaba las notas con los ojos cerrados mientras imaginaba tocar el piano, cuánta calma. Sola, sin que nadie dijera que hacer.

—¿Uh?¿Qué haces a estas horas, Yukiko-san? —preguntó el hombre que no toco antes de entrar, esta ocasión tenía su disfraz.

—¡Ah!¡Akai-san! —dijo sorprendida, a punto de apagar la bocina, pero Akai negó con un gesto. —¿Qué haces aquí?

—Estaba comprobando los candados de las puertas... ¿Y tú, Yukiko-san?

—Solo escuchaba música...

—Oh, ya veo. ¿Te gusta?

—Sí, ¿A tí?

Shuichi levantó los hombres desinteresado.

—A mi madre le gustaba que aprendiera a bailar, así que les tengo un poco de odio.

Yukiko lo miró con calidez.

—¿Por qué no lo intentas conmigo? Puede que no sea tan odioso si lo intentas con una experta.

Shuichi frunció el ceño, sonrió y se levantó en su dirección.

—¿Entonces, comenzamos ahora? —indicó extendiéndo una mano con elegancia.

Yukiko correspondió, parándose del sofá y tomando al hombre.

Un baile lento, de pareja, delicado.

Shuichi era fino y elegante con sus pasos, que a Yukiko le encantaba. Ambos encajaron bien, a la perfección. Sus problemas desaparecieron instantes.

Pocas veces tomaba de la mano a otro hombre o tenía un acercamiento tan íntimo.

Recargada en su pecho, un dulce y triste sentir la inundó.

Fue cuando Yukiko entendió que sus intensos sentimientos se agitaron, cuando anhelo más que nunca estar con él y permancer así por siempre. Tal vez mutuo. Se pasaron la noche mirándose con pasión mientras se movían junto a amenas melodías.

Porque Yukiko lo buscaba y quería estar a su lado. Aunque tenía que esconderlo muy dentro de su corazón.