42: Planes con Colin
Colin se metió al ascensor de Golden Hill suspirando. Presionó el botón del ático y recostó todo su costado por la pared. Cerró sus ojos. Había dormido, pero tuvo poco descanso. Después de haber vomitado, después de casi haber huido de la ciudad, Emma le había pedido que se quitara la camiseta y se durmió sobre su pecho, sobre el calor de su piel. Ella durmió profundamente, en cambio, el cerebro de él no se calló en ningún momento. Estaba preocupado por el departamento. Le gustaba el tercero, pero ¿le seguiría gustando al verlo en directo? ¿Y si no era lo que imaginaron? ¿Y si ninguno lo era? Había planificado toda su primera semana en Los Ángeles. Iban a hospedarse en el hotel Hamilton mientras se decidían por el departamento, y, al tenerlo, iban a amoblarlo. Parecían acciones sencillas, pero su mente no dejaba de dar vueltas alrededor de ambas. Sin embargo, había algo de emoción dentro de todo, le gustaba saber que iban a pasar los últimos días del verano completamente solos, y no pensaba contarle a Cohen que regresó antes, iba a seguir contestándole los e-mails como si se encontrara en Nueva York. Con respecto a su suegro y a su cuñado, le temblaban las manos cuando recordaba que debía dar la cara frente a ellos, temía que lo odiaran, de verdad los creía capaces de hacerlo. Probablemente eso era lo que más ansioso le tenía.
—Colin. —Theresa sonrió cuando lo encontró. Estaba esperando el ascensor en el ático, con su asistente. Tenía un impecable vestido negro. Era su horario de oficina, pero había regresado para resolver un asunto importante: quería cambiar la alfombra de la sala y se había reunido con un especialista.
—Madre. —Siguió en dirección a su habitación, pero frenó su marcha a los dos pasos. Suspiró, despeinándose hacia atrás con sus dedos—. ¿Puedes darme un minuto? Necesito contarte algo. ¿Puedes?
—Hasta puedo darte dos minutos, cariño —sonrió.
Colin caminó hasta la sala y se recostó contra la parte trasera del sofá, con sus brazos cruzados. Theresa juntó sus manos en medio de una sonrisa, estaba parada en sus tacones negros, no imaginaba lo que él podía contarle, es que últimamente no le contaba nada.
—Regresaré antes. Cohen me necesita, y decidí interrumpir mi verano, no me está haciendo bien esto del descanso, me siento más estresado que cuando regresé a la ciudad. Planeo irme algo así como el miércoles de la próxima semana. Por cierto, sí me aceptaron en el posgrado —se tomó de su puente nasal por un momento—, había olvidado contártelo, ya hasta rellené el formulario de inscripción. Lo único que te pido es que me apoyes, porque parece que mi padre oficialmente cortó cualquier relación conmigo, tampoco es que quiera su dinero, no lo quiero. Necesito que tú me soportes con el máster; el departamento, y el combustible de mi camioneta. Sé que a mis veintitrés años te sigo pidiendo demasiado, pero esta es la vida que elegí, y que me hace feliz, y si alguien puede ayudarme a cumplir mis metas, esa eres tú.
—Cariño, por supuesto que te apoyaré —se acercó para tomarlo del brazo.
—De acuerdo. Gracias —siguió firme en su lugar.
—Entonces, te vas el miércoles —concluyó.
—Sí. Y Emma se mudará conmigo —informó finalmente.
Theresa lo soltó y se sacudió su cabeza, tratando de no borrar su sonrisa.
—¿Cómo? —dio un paso atrás.
—Viviré con Emma —habló más alto.
—No comprendo —soltó unas carcajadas nerviosas—. ¿Van a vivir juntos y a dormir en la misma cama sin haberse casado? ¿Cuándo el matrimonio perdió su valor en esta familia? Claro que no se van a casar ahora, así como tampoco vivirán juntos sin haberlo hecho. No somos esa clase de familia, Colin.
Colin frunció su ceño. Lo que le faltaba.
—Tu papá y yo nos casamos antes de vivir juntos —prosiguió. Ya no estaba sonriendo. Le apretó el pecho de tan solo imaginar que Colin estaba desvalorizando todo aquello que ella le inculcó desde niño.
Colin trató de mantener la calma.
—Madre, ustedes piensan a su manera.
—Y Emma solo tiene veinte.
—Veintiuno en septiembre. Escucha, te lo estoy informando. Discúlpame, madre, pero no necesito saber tu opinión al respecto. Y ¿sabes qué? Sí quiero casarme con Emma en algún momento, pero ahora estamos perfectamente bien de esta manera. Cumplo veinticuatro en cuatro meses, y realmente valoro tus ideas, pero en esta parte de mi vida ya no puedes meterte.
—¿Qué opina Amber?
—Amber me está apoyando.
—¿De verdad?
De verdad. Amber celebraba que Colin se independizaría del techo de su familia. Una vez que se mudara, sabía que no regresaría a casa de sus padres nunca más, sabía que abrazaría esa independencia.
—Sí. Está feliz por mí. Si tan solo mi madre estuviese feliz también.
Theresa suspiró. No podía sonreír ni forzosamente.
—Si esto te hace feliz, tengo que aceptarlo de alguna manera. —Ya había aceptado muchas cosas por tan solo verlo contento—. ¿Tu suegro que opina? —alzó su barbilla. Le parecía una locura que aceptara que su hija de veinte años se mudara con su novio a la otra punta del mapa. Dios Santo. Iban a follar todo el bendito día, después la iba a embarazar, y ninguno estaba preparado para cumplir un rol tan importante.
—Lo aceptó. —No se sintió tan bien mintiéndole esta vez—. Bueno. Eso era lo que quería decirte.
Theresa se acercó de nuevo, pero esta vez para abrazarlo. Cerró sus ojos y suspiró de la manera en la que uno suspira cuando está estresado. Colin correspondió, pero más porque no tenía opción, no le nació abrazarla con amor porque no se sentía apoyado por ella de otra manera que no fuese con dinero.
—Siempre serás mi pequeño, ¿lo sabes?
—Sí.
Y lo odiaba. Tenía veintitrés, mujer.
⠀⠀
Emma miró las cortinas. Estaba acostada de lado con su cabeza sobre la almohada y no sobre el pecho de Colin. Recordaba cómo él le había colocado esa almohada para suplantarlo, se habían mirado en ese momento, pero no se dijeron nada, ella había cerrado sus ojos de nuevo y se quedó dormida hasta esa hora. En la madrugada se habían dormido abrazados, ella le había pedido que se quitara la camiseta porque requería sentirlo, no le bastó con meter su mano bajo la prenda, necesitaba sentir la calidez de su tacto vivo debajo de ella. Había dormido profundamente. No recordaba haber tenido pesadillas. Ahora se acostó boca arriba, mirando el techo. Quería comenzar a empacar inmediatamente, eso le quitaría un poco de ansiedad. Pero primero se duchó en su apestoso cuarto de baño, después sintió sed y también pensó que necesitaba verificar si su papá había llegado o no. Salió del cuarto. Efectivamente llegó. Su papá se encontraba sentado en el sofá de la sala, respondiendo mensajes, se le notaba lo acelerado por la manera de mover sus dedos.
—Pa —habló bajo.
Jake levantó su cabeza. Había perdido su color apenas la escuchó. Bloqueó su celular, mirándola. Estuvo a punto de decir algo, pero retrocedió completamente. Emma notó lo atontado, por supuesto que se preocupó, se acercó, incluso se sentó a su lado. Quería preguntar qué estaba pasando, pero, cada segundo que pasaba, parecía que él estaba a punto de decirle algo, y al final cerraba su boca.
—¿Pa?
—¿Hiciste planes con Colin últimamente?
Emma arrugó su entrecejo por la confusión.
—¿Planes? ¿Como cenar esta noche?
—No. Planes importantes.
Emma se quedó con la boca abierta. Pasó un instante sin respirar. Entendió perfectamente a dónde se dirigía la conversación, pero no tenía idea cómo él se había enterado, porque Colin jamás se lo hubiese contando antes y solo. Comenzó a temblar. En todo ese tiempo se había creído capaz de decir: Pa, me iré a vivir con Colin, pero no, realmente no era capaz de articularlo mientras él la mirara con esos ojos llorosos.
—Sí. Y te lo iba a decir pronto.
—Theresa me llamó a preguntarme qué opino al respecto, resulta que Colin le dijo que estoy de acuerdo —echó una lágrima que no se molestó en secar. Y el corazón de Emma se rompió—. Fingí que estaba ocupado para no atenderla. Florecita, esperaba que tú me lo contaras, así que cuéntame. Por favor.
Emma le sacó el celular para agarrarlo de las manos.
—Nos mudaremos la próxima semana. A uno de los cuatro departamentos que elegimos. Esto lo planeamos hace como dos semanas. Estábamos buscando el momento para decírtelo, ambos queríamos decírtelo juntos. Seguramente te lo hubiésemos dicho el sábado. Y si Colin le mintió a Theresa, debió haber sido porque ella es medio anticuada. —Sus ojos enseñaban lo mal que estaba al verlo llorar por su culpa.
—Florecita —sonó a negación.
—Nos amamos, pa —se acercó más, colmando toda su mirada con lágrimas—. Si tan solo pudiera tocar tu mano y transmitirte toda la energía sobrenatural que él provoca en mí, entenderías porque estamos listos para dar este paso. Pa —rio y echó una lágrima, mirando el techo por un segundo—, él me hizo creer que todo en el mundo está perfectamente planificado.
—Suena hermoso —la sujetó con más fuerza.
—Ni siquiera tengo que recordarte que me respeta o que me cuida del mismo modo en que lo hago con él, lo has visto en este mismo ático. El próximo año se mudará a Boston porque sé que está planificado en el cielo que Harvard lo aceptará en su programa de pre-medicina. Quiero vivir con él ahora. Por mucho que me esfuerce, no logro imaginar qué sucederá con nosotros cuando se mude, pero trato de disfrutar del presente. Colin es el amor de mi vida, pa. ¿Sabes lo que significa eso? Significa que no importa lo que pase mañana porque mi corazón siempre latirá de forma distinta cuando escuche su nombre.
Colocó la mano de ella sobre su mejilla, cerrando sus ojos. No sabía que Emma podía hablar así, tan completamente enamorada de la manera más pura que había escuchado, presenciado y sentido. Pero esa era su florecita: una joven increíblemente dulce, que le hacía sentir dichoso a cualquier que la tuviera en su vida. Y Colin, quien se había ganado la lotería de la vida. Lo creía inteligente, pero realmente dudaba que él supiera de lo afortunado que era al recibir ese amor de ella.
—Lo único que quiero en esta vida es que seas feliz, florecita.
—Lo soy, pa —sonrió, mientras seguía llorando—. Hay días en los que despierto odiando mi vida, pero solo son algunos días, la mayoría de ellos despierto feliz porque los tengo en mi vida, porque tengo al papá más amoroso, bueno y moderno del mundo; porque tengo a mi J.J. conmigo, pa —sollozó, recordando a su hermano—, no sé qué haría sin ese tipo; y finalmente está Colin, quien lo único que me provoca es más felicidad de la que siento, jamás me provoca tristeza o rabia, solo sé llorar de lo mucho que lo amo. Es tan importante para mí que aceptes esto de buena manera porque me dolerá no recibir tu apoyo y el de J.J.
—Te apoyo, florecita. Y también hablo por tu hermano.
¡Hola! El capítulo era un poco más largo, pero decidí dividirlo en dos, así que... ¡toca esperar la segunda parte en el capítulo 43!
Pero cuéntenme: ¿Qué les ha parecido? ¿Les sorprendió la reacción de Jake? ¿En algún momento imaginaron la reacción de Theresa? ¿Están emocionados? ¡Cuéntenmelo todo!
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