Capítulo 6
Ese sueño fue más que un sueño, doctor. Fue una epifanía, un mensaje que cayó desde el cielo directo a mí. No había dudas de lo libre y seguro que me sentí. Desafortunadamente, no todas las personas lo entendieron de la misma manera.
Yo estaba viendo mi rostro en la pared del baño; sucio, con una futura barba y un cabello despeinado. Había entrado en una especie de bucle, debido a que repetía la misma frase una y otra vez:
—Todos lo sabrán, sabrán que Paul murió. Todos lo sabrán, todos lo sabrán...
Cynthia apareció lentamente detrás de mi rostro, usando una bata rosa. Su cara de desconcierto representaba todo.
—¿Qué te pasa?
—Lo he decidido, no me daré por vencido.
—¿A qué te refieres con eso?
—Es sencillo—la miré, sintiendo las ojeras en mis ojos—, voy a decir la verdad sobre Paul. Y no debes preocuparte, estaremos vivos.
—¿Qué?
—Sí. Tuve una revelación: el fantasma de Paul llegó en la noche. Me llevó en un viaje a través del tiempo y fui testigo de cómo murió. El accidente fue devastador, Cyn. Terrible en cada aspecto. Por eso mismo, no voy a permitir que hurten el nombre de Paul. No lo usarán en vano.
—Pero John... ¿Estás seguro de lo que dices? ¿No puedo decir algo para que cambies de idea?
—No, puedes decir lo imposible. Sin embargo yo no cambiaré mi proceder.
—Pero nuestras vidas corren riesgo.
—Seré más astuto. Sobreviviremos y contaremos este acontecimiento. No voy a retroceder más—establecí.
—John—se acercó a mi oído—; sólo quiero decirte que, decidas lo que decidas o hagas lo que quieras hacer, yo te apoyo. Sea bueno o malo, podrás contar con mi ayuda sincera y verdadera.
—Gracias, mi querida Cyn—volteé y le di un beso en la mejilla—. Yo sé que será así".
John se detuvo un momento, pensativo. El doctor Waggels lo miró con extrañeza por su silencio tan abrupto.
—¿Y bien?
—Estoy tratando de responder por qué ocurrió todo lo demás, doctor.
—No te entiendo.
—Las palabras de Cynthia habían sido tan certeras, de verdad. Yo creí que eran sinceras, que de verdad me otorgaría apoyo requerido.
—¿Y por qué lo piensas? Eres muy afortunado con semejante esposa tan buena.
—No, doctor. Ella cometió un grave error que arruinó mis planes siquiera antes de empezar.
—¿Qué hizo? —Preguntó Waggels.
—Les contó a Pattie y Maureen...
"No sé en qué ridícula situación, mi esposa y las mencionadas se reunieron. No era anormal en ningún aspecto, digo... Solían verse a menudo. Yo desconocía este momento... Pero mi esposa admitió todo después
—¿Qué tienes Cynthia? Estás muy pensativa—preguntó la joven Maureen.
—Es que John ha estado muy extraño. Debe ser por el terrible suceso.
—¿De qué terrible suceso hablas? —Cuestionó Pattie Boyd.
—La muerte de Paul.
Las otras dos mujeres reaccionaron sin creerlo, se miraron una a la otra, en señal de que no tenían ni idea.
—¿La qué de quién? —Maureen palideció.
—La muerte de Paul—repitió Cynthia.
—Paul sigue vivo—aclaró Pattie al instante.
—Oh, es que John me dijo algo terrible sobre eso. Que Paul murió y ha sido sustituido por un doble.
—¿Hablas en serio? ¿Entonces por qué Ritchie no me ha dicho nada al respecto?
Naturalmente, las dos esposas reclamaron a sus maridos, y con justa razón. Sin embargo, era obvio que ni a Ringo o George les convenía que se propagara el secreto. Al día siguiente, en los estudios, fueron para reprochar por lo ocurrido.
—John ¿Qué te pasa? ¿Por qué engañas a Cynthia? Ella les cuenta disparates a nuestras mujeres—dijo George.
—Así es. No pude dormir porque Maureen se dedicó a hacerme todo un escándalo por la supuesta muerte de Paul—dijo Ringo.
—¿Qué? ¿No les gusta que sus mujeres sean más valientes? Cobardes.
—No tenemos ningún problema con que nuestras mujeres sean valientes. Es más, lo celebro—dijo George—. El problema es que están cayendo en un grave error.
—¡No debiste decir eso! —Exclamó Ringo, enojado— Maureen es muy sensible y sabes el aprecio que le tiene a Paul. Es más, creo que lo quiere más a él que a mí.
—Al original, no al doble.
—¡Deja de decir eso! Esa maldita palabra: doble, doble, doble. ¡La repitió Pattie infinidad de veces! Estoy harto, es una completa basura. Si quieres llenar de mentiras a Cynthia, como lo haces con cada mujer que te encuentras, está bien. Desde el 64 que dejé de meterme en eso. Pero haznos un gran favor ¡No contamines a nuestras esposas de esa forma!
—¡Es mejor que sepan la verdad! Si ustedes lo siguen negando, sólo demuestran lo poco valientes que son. Hice esto para generar presión en sus débiles mentes. ¡Para ver si tienen las agallas!
—¿Agallas de qué? ¡Estás loco!—gritó George.
La pelea seguiría de forma peor. Yo no toleraría ningún insulto por parte de George, así que alcé mi mano en señal de que él no iba a hablarme en ese tono. Sin embargo, alguien interrumpió nuestra discusión.
—¿Qué hacen muchachos? ¿Por qué pelean? —Preguntó Brian Epstein."
El doctor Waggels se sorprendió al escuchar ese nombre.
—Un momento, John. Se me hacía extraño que no lo mencionaras Se supone que es el manager ¿No?
—Era—John corrigió.
—¿Y dónde había estado todo ese tiempo?
—Esa fue la misma pregunta que yo le hice...
"—¿Qué haces aquí, judío gay? Mejor dicho ¿Dónde diablos habías estado?
—Tan solo regreso y no puedes evitar sacar la calaña, Lennon—dijo él.
—¡Responde!
—Les dije que estaría un tiempo de vacaciones en Italia, por si no lo recuerdas.
—Claro, y por eso mismo no tienes ni idea de todas las atrocidades que han pasado.
—¿De qué atrocidades hablas—Preguntó.
George y Ringo se vieron uno al otro, fingiendo molestia. Pero yo podía leer sus almas, sabía muy bien que deseaban decirlo ellos, pero yo siempre fui el más valiente. Esa era una tarea para mí.
—Paul tuvo un accidente de automóvil, fue sustituido por un doble.
—¡Eso no es cierto! Eppy no lo veas así. Lo que dice John es una reverenda estupidez—George fue el primero en hablar.
—Harrison, si no vas a tener el valor para admitir las cosas, lo mínimo que te pido es que no me ofendas. Si son tan cobardes, por lo menos guarden silencio.
—¡No podemos hacer eso sí sólo dices calumnias!
—¡Muchachos, alto! —volvió a intervenir Epstein— John ¿Por qué no me dices desde el principio lo que sucedió?
—Paul salió de los estudios hace unas semanas, tuvimos una discusión en la madrugada. Estaba lloviendo y él vio a una fan mojándose. La subió a su coche, pero ella enloqueció y lo distrajo del volante, provocando el accidente que acabó con la vida de nuestro amigo. Un sujeto del Mi5, llamado Maxwell, llegó para decirnos la mala nueva y que debíamos sustituirlo. Nosotros no habíamos hecho nada y ¡Ellos llegaron con el doble! Desde entonces, hemos estado amenazados. Este par ha aceptado esto por temor de sus familias, pero yo no. Y no me importa si mi vida o la de ellos corre riesgo ¡Esto no se va a quedar así!
Epstein me miró con los ojos bien abiertos. Como sus facciones eran delicadas, aquel gesto de sorpresa se veía más orgánico. George se tapó el rostro y Ringo cruzó los brazos.
—¿Qué dirán en su defensa? Traidores.
—¿Cómo puedes saber esos detalles? Ni que hubieras estado dentro del coche—dijo Ringo.
—No te imaginas...
—En los días que va de noviembre, no ha llovido ni uno solo—agregó George.
—¡Ah! Ya vi que son cobardes y muy gallinas. Si yo tuve mínimo el valor de decir esto, por lo menos cállense.
—¡Es que no tiene sentido!
Durante esa pequeña discusión, Brian aprovechó para ir por una pequeña agenda.
—¿Qué día dijiste que sucedió eso, John?
—¡La madrugada del miércoles 9 de noviembre!
—¿Madrugada? Veamos... —Buscó detenidamente— Y estaban aquí.
—¡Sí! Estuvimos hasta el amanecer.
—¿Ves, Epstein? No deja de decir incoherencias—dijo George, quien oficialmente era un enemigo más.
—John, según esto, la semana del 5 al 10 de noviembre, el grupo no estuvo en los estudios. Esos días, estaba Pink Floyd, y ocuparon varias jornadas largas. Ustedes volvieron el 11 y sólo por la tarde. Es un calendario.
—¿Qué? —Lo vi.
—Y hasta tiene la firma de todos ustedes.
—¡Gracias Epstein! Ojalá Lennon caiga en razón—dijo George, alzando las manos al cielo.
No podía creerlo. Pero ¡Era cierto! Los miembros de Pink Floyd estuvieron ese día y ¡El 10 también! No, no... ¡NO ERA POSIBLE! Me negaba a aceptarlo. Por más que tallé mis ojos, los resultados no cambiaban y mostraban que las palabras de Epstein eran auténticas.
—¡Es falso! Es una trampa, una terrible trampa. ¡Quieren volverme loco! Tú, me haces creer que no sabías nada. Pero ellos y Maxwell ya te habían informado desde el principio. ¡Es más! Tú mismo ordenaste todo esto. Claro, para salvar tu reputación y la de la máquina que te da de comer, o sea ¡Nosotros!
—Lennon ¡Basta! Es suficiente. No tienes por qué hacer esto. Te juro que no sabía nada al respecto.
—Más que nada, porque no ocurrió dicha muerte—aseguró George, quería romperle la cara.
—¿Olvidan que fuimos a enterrarlo a Strawberry Field? ¡Malditos!
—No podemos olvidar algo que no sucedió—agregó Ringo.
No lo soporté más y me salí de ahí. Justo de camino a la entrada, me encontré al maldito Faul. Él venía acomodándose el cuello de tortuga de su ridículo suéter. Me vio con miedo.
—Puedes creer que me has ganado, o que lograste convencer al resto. Pero no es así. Esto no es una derrota, Faul, es apenas el comienzo.
No le di tiempo de responder y entré directamente a mi auto. Lloré y le pegué múltiples veces al volante, en señal de que no soportaba la situación, en ningún aspecto. Después de sollozar un rato, pensé en que personas podrían ayudarme. Mis primeras opciones fueron James y Michael McCartney, padre y hermano de Paul. Con unas buenas y convincentes palabras, estoy seguro de que me apoyarían. Sin embargo, deseché la idea al pensar que, probablemente, estuvieran más asustados aún y con deseos de superar el pésame más que involucrarse en él.
Así que las alternativas se disminuyeron a una sola persona, una mujer que era de vital importancia en cada sentido. Hablaba de Jane Asher.
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