Capítulo 24
Así fue como todos los medios se enteraron de dos cosas importantes: John Lennon había dejado el hospital psiquiátrico y estrenaba nueva esposa. Los más conservadores se impresionaron por esa decisión y las fans antiguas pensaban que se había vuelto loco de remate. Cuando leyeron los periódicos, descubrieron que su boda exprés en Gibraltar fue una realidad, y nadie lo creía posible. Se hablaba del acontecimiento en todos los medios.
Pero él siguió con su vida normal, sin tomarle mayor atención al asunto. Días después, él junto a su inseparable Yoko, se presentaron a los estudios EMI, para seguir trabajando con el grupo.
—Oh, hola John—dijo Paul al verlo entrar al estudio 3.
—Hola—respondió indiferente.
—Por favor, te pido una disculpa... Mejor dicho, a ambos—dijo al percatarse de Yoko—, sí, a ambos, por no haber podido ser su testigo.
—¿Puedo preguntar por qué no fuiste? —John fue directo.
—Claro, mira... Es que... Te diré algo serio y confidencial, no he traído a Linda a los estudios porque está embarazada y se sintió mal. Claro que aún no han pasado los nueve meses, pero tuve que llevarla al doctor, para descartar dudas.
—¿Y te tardaste tanto tiempo?
—¡Sí! Tú sabes, le hicieron... cosas...—dijo, evidenciando su clara mentira—... muchas cosas... El doctor, ya sabes... preguntó por cómo estaba viviendo todo... y... Bueno... ¿Sabes? No... no sé mucho sobre eso, pero estuvimos en el hospital todo el día. Ni siquiera pude avisarte, me siento apenado.
—Está bien, Paul—John le tocó el hombro—. Entiendo que tu novia sea más importante... ¿Novia o esposa?
—Novia aún, pero no por mucho.
—Me alegra oírlo. Sé que ella es lo más importante, no te preocupes. Total, ya estamos casados—John tomó a Yoko de la mano, en disposición de presumirla—, y nada nos separará.
—Estoy muy feliz. ¿Podemos seguir con el disco?
—Claro, amigo—sonrió con hipocresía.
Así siguieron las semanas.
A pesar de que ya era la esposa de su mejor amigo, Paul no dejaba de tener miedo por la presencia de Yoko. Su aura tan oscura, tan pesada, tan inexplicable le sofocaba de forma inigualable. Intentaba calmarse y decirse a sí mismo que eran paranoias suyas. Pero no podía controlarse. Ni siquiera ella le hacía algo, no le dirigía la palabra, era como si lo ignorara. Pero el miedo de Paul era justificado.
Como se ha comentado, todo el mundo habló de la boda del "Beatle John" y la, hasta entonces desconocida, Yoko Ono, pero hubo otro evento en donde las cámaras se centraron:
—¡El único Beatle soltero sienta cabeza hoy! En el registro de Marylebone, se ha informado que el Beatle Paul está contrayendo nupcias con la fotógrafa americana, Linda Eastman. ¡Increíble! Aquí pueden ver a un montón de jovencitas locas, que lloran afuera porque su Beatle favorito se casa... ¡Imposible!
John veía esto a través de la televisión.
—¿Se casó? ¿Ya te había dicho? —Le preguntó Yoko.
—¡No! No me había dicho nada—se enojó—. Es una falta de respeto... ¡Le da el apellido "McCartney" a una mujer que no lo merece! Pude haber trabajado con Linda Eastman, ella pudo ser mi aliada, pero prefirió la "fama" y el prestigio. ¡Qué se joda! —Lennon aventó su taza de té.
—Tranquilo John, no te conviene enojarte. Es más, se me ocurre una forma de que ella nos ayude.
—¿En serio? ¿Qué haremos?
—Prepara unas flores. Mañana iremos a felicitar a la feliz pareja.
Y así ocurrió.
Fue la noche siguiente del casamiento, donde John y Yoko se presentaron a la casa 7 en Cavendish Avenue. Paul los atendió.
—¡Hola! Felicidades. Creo que habías olvidado decirnos que te casarías, pero... decidí traerte un presente—le dio las flores.
—Gracias, John—Paul dejaba de temerle— ¿Gustan pasar?
—Gracias—respondió.
Adentro, los dos "amigos" hablaron más de la boda. Paul contó cómo fue una locura, porque quería hacerlo discreto y secreto como el de John y Yoko, pero todos se enteraron y las muchachas lloraron. Por su lado, Yoko al fin conocía a Linda, quien la recibió con una sonrisa amena. Los dos hombres se dedicaron a conversar un poco y dejaron que las mujeres estuvieran en sus propios asuntos.
—Mira, creo que se llevan bien—dijo Paul, sintiéndose aliviado.
—Sin duda—John lo estaba más. Miró todo con buenos ojos, debido a que quería que Yoko entrará a la vida de Linda. — Por cierto ¿Cómo va el embarazo?
—Bien, pero justo... justo quería pedir... ¿Puedo llevar a Linda a los estudios?
—¡Claro! Supongo que tienes que cuidarte. Así Yoko tendrá a alguien con quien platicar.
—Y alguien a quién mirar—susurró Paul, escudándose en su taza de té.
—¿Disculpa?
—Oh John, es que no quería decirte que... tu esposa me mira mucho.
—¿Te mira mucho?
—Shh... No hables tan alto.
—Es que... ¿Hace eso? Nunca me había percatado. Hablaré con ella, para que deje de hacerlo.
—Gracias, amigo—dijo Paul, con gratitud.
Los meses siguientes, los chicos trabajaron en el proyecto "Get Back", que decidieron descartar. Siguieron con un nuevo álbum, al que originalmente titularían "Everest", pero en septiembre, ese álbum vio la luz bajo el nombre "Abbey Road". Fue el gran regreso del grupo, fue lo que demostró que ellos seguían siendo los inigualables reyes. Durante ese tiempo, en agosto, nació la primera hija de Paul, Mary. Yoko aprovechó para ser una gran amiga de Linda y se volvió muy cercana, casi su confidente. Esto alegró a John, porque demostró una vez más, la superioridad que su Yoko era capaz de tener. Él confiaba mucho en ella, porque era una mujer sumamente inteligente. No dudaba de sus palabras y siempre estaba a su merced.
Hasta que un día, recibió una carta que lo hizo enfurecer. Él fue el primero en levantarse y la vio en su buzón.
—Querido señor John Lennon—leyó—, le escribe Peter Cardbury, el famoso empresario. Esta pequeña carta es un presente y un ligero detalle para agradecerle por su compra... ¿Su compra? De la hermosa casa de campo al estilo georgiano en Berkshire. No se arrepentirá, es una de las mansiones más hermosas de todo el país. No tuve el gusto de verlo presente, pero su adorable esposa, Yoko Ono, hizo el trámite de manera formidable. Espero conocerlo directamente el día que le entregue las llaves.
John apretó la carta con su mano derecha.
—¡Yo no compré nada! —gritó enfurecido.
Y se dirigió a la habitación principal para obtener respuestas.
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