Capítulo 19
—Debe serte completamente sincero, John—dijo el doctor Waggels, en su terapia matutina—, pensé que nunca podrías recuperarte.
—Yo también creí eso, doctor. Pero abrí los ojos—dijo el paciente, con una elocuente sonrisa y mirada llena de energía.
—¿Puedo preguntar cómo?
—Entendí y afronté las cosas, tal y como usted lo pidió. Descubrir que fingir que Paul estaba muerto o llevar esta broma demasiado lejos, me traería peores consecuencias para mí.
—¿En serio? Dudo un poco de la veracidad, pero confío en ti. Has demostrado un avance sorprendente, algo que sólo pocos pacientes son capaces de lograr. Te aplaudo mucho el gesto.
—Gracias doctor, no hubiera logrado esto sin su ayuda y paciencia.
—Supongo que ya puedes salir.
John sonrió. No creía posible que el plan y los consejos de Yoko hubieran funcionado tan bien. Siempre pensó que saldría muchos años después, pero ¿Esperar un año y medio? Menos, era febrero de 1969.
—¿En serio? ¿Lo cree así? ¿Estoy sanado?
—No lo sé, John, tú tienes que responder.
—¡Claro que sí! Jamás me había sentido tan alegre y lleno de vida.
—No me refiero a que me respondas con palabras, John—dijo Waggels—. Lo que quiero decir es que me responderás de otra forma.
—¿Cómo?
—Ven, acompáñame.
Sin necesidad de ser amarrado con la camisa de fuerza, John siguió al doctor Waggels a un lado inexplorado del hospital. Caminaron por un pasillo blanco, alejado del resto, en lo más recóndito y el punto menos inexacto, fue bastante confuso y John sintió que eso no formaba parte de sus planes.
—Pasa—Waggels abrió la puerta.
John hizo la acción, pero el doctor no. Cerró al instante y dejó a su paciente en un salón oscuro, hasta que se prendió la luz de forma inhóspita, era blanca como sus paredes.
—Escucha—se escuchó la voz de Waggels, pero él no se veía—. Espera un momento.
John empezó a incomodarse ¿De qué se trataba eso? No formaba parte de sus expectativas.
Cuando menos lo esperó, otra puerta paralela y se abrió y entró nada más y nada menos que Faul.
El corazón de John se detuvo y quedó congelado por micro segundos. Él lo observó: igual de doble, igual de falso. Por su mandíbula, sabía que se trataba de William Campbell y no de otro doble.
—Aquí está tu amigo Paul, John—dijo la voz de Waggels.
"No, él no es mi amigo."
Por otro lado, el doble le dio una sonrisa llena de ingenuidad y nerviosismo al mismo tiempo.
—Hola John—dijo inseguro.
"Es el doble, es el doble."
John apretó sus puños y dientes. Una rabia incontrolable corría a través de todas sus venas, pero se detuvo de forma inesperada. Cerró los ojos.
"No John, cálmate. Estás tan cerca de salir. Recuerda el plan de Yoko, sus palabras, todo lo que ella te recomendó. Sé que podría ahorcar a este sujeto, pero no servirá de nada. Respira... Muy bien... Abre los ojos lentamente e imagina que este tipo es Paul. Total, pronto su alma estará aquí otra vez."
John lo miró con una dulce y fingida mirada. "Paul" lo aceptó con alegría y recibió muy bien el abrazo que le dio. John sacó su calidad histriónica, ya que gritaba las siguientes frases:
—¡Oh mi estimado amigo! Mi gran amigo, lo siento tanto, perdón por haberte juzgado de esa manera.
—¡John! Me alegra tanto que estés recuperado.
—Lo estoy, sano y feliz. Te veo y... ¡Eres tú! Enloquecí, pero hoy, estoy mejor que nunca, porque tú estás conmigo. ¡Abrázame! ¡Quiero sentir tu cabello! ¡Saber que eres tú! ¡Cuánto te quiero!
Fue un momento muy emotivo que hizo llorar a Waggels y al resto de enfermeros que miraban la escena a través de la cámara de Gesell. El doctor dudó si se trataba de algo auténtico, pero al ver los sentimientos más puros de felicidad, supo que no era mentira.
—Daré el permiso para que el paciente Lennon salga inmediatamente—dijo.
Después de compartir alegres palabras, Paul se marchó y John regresó a su habitación. Durante el atardecer, en el tranquilo salón de estar, le contó a Yoko sobre su prueba de fuego.
—Te juro que tuve que contenerme. Quería ahorcarlo con mis propias manos, romperle el cuello, patearlo, pisarle sus ojos. ¡Me da tanto asco!
—Pero es bueno que no lo hayas hecho—dijo Yoko—, te supiste controlar y mantener la situación a salvo.
—¿Sí?
—Claro. Y esto tendrá resultados, mira allá—señaló a un enfermero.
—Paciente Lennon—dijo el mencionado—, el doctor Waggels quiere verlo en seguida.
—Voy.
Y los resultados no pudieron ser mejores.
—He comprobado que estás completamente sanado—dijo Waggels—. No hay más necesidad de que sigas aquí.
John respondió con una suave sonrisa, pero dentro de sí, en su elocuente ser, quería explotar de alegría, de felicidad y dar miles de brincos. Quería reírse como sinónimo de victoria absoluta, porque lo que se aproximaba era mil veces mejor.
"Maravilloso. Ha caído en mi trampa, todo el mundo. He engañado a este idiota y también haré lo mismo con Maxwell y el resto de Mi5. Volveré a ver a Paul, y el impostor estará muerto. Ya verán."
—Se lo agradezco mucho, doctor—dijo, soportando toda su euforia—. En serio, no sabe cuánto me he esforzado con tal de recuperarme. He entendido todo a la perfección, sé que Paul no murió y todo era una exageración mía. Pero gracias a su sano tratamiento y heroicas palabras, ¡estoy curado!
"En realidad no tomé ninguna pastilla ni alguna de esas mierdas." Pensó triunfal.
—Eres un ejemplo para todos, John. Te recuperaste por ti mismo.
—Y por mi familia, mi banda y mis fans. Todos ellos han sido mi motor de fuerza.
"Para mi venganza." Complementaba.
—Estoy seguro. Mañana mismo, a primera hora, saldrás. Le diré a tu esposa.
—No, no doctor—dijo John en seguida—. No es necesario, quisiera darle una sorpresa cuando llegue a casa.
—¿Seguro?
—Sí. ¿Paul lo sabe?
—Le dije que le comunicaría los resultados esta tarde.
—Entonces no le diga nada. Quisiera que todos se impactaran, darles un lindo regalo.
—Está bien, no le diré nada.
—Gracias.
John no pudo dormir, miraba como la luz de la luna caía a través de los barrotes de su habitación. Juraba y perjuraba que no volvería a ese horrible lugar, ni a ninguno que representara una amenaza para su libertad y venganza.
"Viviré, por Cynthia y por Paul... Por ellos.
Si es que aprendo de Yoko, pasaré el alma de mi esposa a ella.
Así, yo saldré victorioso.
Controlaré los poderes del humano y me volveré como una especie de Dios.
Sólo así ganaré de verdad." Pensó somnoliento.
(...)
Y sí, al día siguiente, John volvió a contemplar el sol en toda su totalidad, sintió el aire fresco, sus pies caminaron por la larga vereda y su piel volvió a sentir la tela de una ropa normal. Como el cabello y la barba le habían crecido, la gente no lo reconoció en primera instancia, y era algo que agradecía, ya que nunca le gustó ser perseguido por los fans de ninguna índole. No dudó en realizar su siguiente plan: pagar para que Yoko también pudiera salir.
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