Capítulo 18
John miró a la mujer sin mucha confianza; su apariencia no provocaba seguridad. Era su cabello largo, esponjado, negro como la noche, con una piel color miel. Grandes cejas, ojos profundos y expresión nula. Sin embargo, le llamó la atención que supiera que hablaba con un fantasma.
—¿De verdad? ¿Viste a un ente?
—Sí, él hablaba contigo. Parecía que discutían.
—¿Y sabes quién era?
—Por supuesto, el fantasma de Paul McCartney.
Sin duda, John se aterró por completo. ¿Podía ser posible? Hasta se talló los ojos y se alejó de la mujer, como señal de completo miedo.
—¿En serio? ¿No mientes?
—No. Sé que era él porque su apariencia fantasmal es casi la misma que la que tenía en vida. Pero se veía enojado, molesto, sumamente resentido por su muerte.
—No... ¿Lo pudiste ver? ¿Alguien más pudo verlo?
—No lo creo, sólo yo tengo esa capacidad—se levantó del pasto y comenzó a caminar tranquilamente—. En este hospital, hay un montón de entes que no han descansado en paz, almas en pena que ruegan por el descanso eterno. Tu amigo te sigue porque te presiona, es la única forma en que puedes ayudarle.
—¿Y ves a alguien más? ¿Ves a un hombre con un traje y cabello corto? ¿O ves a una mujer con cabello castaño y grandes mejillas?
—No veo más que a Paul.
—Que tristeza—John se dejó caer—. Es terrible.
—Como digo y te reitero—Yoko lo acompañó—, yo te puedo ayudar significativamente.
—¿Cómo lo harás? Nadie lo entiende.
—Yo sí—se acercó con tentación— ¿Por qué no me cuentas lo qué te pasó?
Con lujo de detalle, John le contó la misma historia que al doctor Waggels: enfatizó la muerte de sus amigos, de su esposa e hijo, la forma en que el doble llegó a su vida y cómo los demás intentaron engañarlo. Yoko escuchó atentamente, sin despegar su vista de él. John se sintió comprendido, porque no hubo interrupciones, no hubo preguntas incómodas. Esa era su verdad y se sentía halagado de que alguien le creyera.
—Y así fue cómo pasó—finalizó—. Así es cómo terminé en este maldito lugar, permitiendo que Faul robara mi banda. ¡No lo tolero más!
—Ya veo, comprendo—dijo Yoko pensativa—. Parece ser una situación altamente complicada.
—Lo es, y yo ya perdí las esperanzas. No creo poder detenerlos, simplemente ¡Es el fin para mí!
—No digas eso—lo consoló con ternura—. Aunque sea vea complicado, sé que puedes hacerlo muy bien. Tienes que elaborar un plan, pero uno bien hecho, y no cualquier cosa que tus impulsos dionisiacos te dicten. No, John, tienes que actuar con inteligencia.
—Pero ¿Cómo hacerlo? Estoy furioso. Mataron a mi mejor amigo, a mi manager, a mi esposa e hijo. ¿Cómo actuar?
—Sé que estás enojado por todo lo que te han hecho. Pero dejar atrás esa impulsividad será lo mejor. Entierra tus sentimientos y usa tu razonar frío y lógico. Es la única manera de ganar. Y, si me lo permites decirlo, tengo un plan que puede funcionar.
—¿Qué es? ¡Oh, dime! Estoy tan desesperado.
—Lo primero que tienes que saber es que, estando en este lugar, no vas a lograr nada. No hay forma de atraparlo si estás encerrado durante los últimos diez o veinte años. Así que lo esencial, es salir de aquí.
—¿Cómo voy a salir de aquí?
—Fácil—Yoko extendió sus manos—, hazle creer a tu doctor que estás sanado. Pero que no sea tan obvio, primero, le dices que has aceptado tu enfermedad, que comprendes todo lo malo que surgió debido a tu consumo de drogas.
—¡No fue por eso!
—John, John—lo calmó—, no te exaltes. Sé que todo lo que dices tú, es verdad, pero tienes que decirle eso al doctor. Hazle creer que estás arrepentido, y culpa a las drogas. Luego, mostrarás disposición para desintoxicarte. Tarea difícil, yo llevo aquí mucho tiempo y aún extraño la aguja sobre mi brazo izquierdo. Pero lo que quiero decir, es que debes mostrar que estás listo para "cambiar". Te reitero que todo es una fachada, puras apariencias.
—Ah...—John abrió la boca, sorprendido y sonriente— ¡Ya te entiendo! Sí, sí, eso tiene bastante lógica para mí. ¿Luego de eso?
—Vas a ser como un corderito manso, obedeciendo todo lo que te diga Waggels. Le harás creer que te "sanaste" y que dejaste atrás esos "pensamientos". El punto es que tienes que convencerlo de que estás bien, y así, podrás salir más temprano que tarde. Faul no te puso cargos así que, legalmente, estarás aquí hasta que el doctor determine que es momento de irte.
—¡Maravilloso, Yoko! Eres una persona muy inteligente. Pero ¿Qué pasará una vez que esté afuera de aquí? ¿Cómo voy a detener a Faul?
—No lo podrás hacer tú solo, John. Yo te ayudaré, y yo soy la única persona que puede hacerlo.
—¿Cómo lo harás?
—Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Así que yo...—pensó por instantes, perdiendo su mirada en el cielo azul— Voy a hacer algo inhóspito. Voy a revivir a Paul.
John se quedó perplejo, sintió como el corazón se le detuvo en minutos y hasta la frialdad de las palabras de Yoko se impregnó en cada una de sus venas. "¿Era posible?" Se preguntaba. La vio sin certeza, pensaba que eran mentiras sin chiste, habladurías de una mujer loca. Pero era demasiado pronto para juzgar, además, si era su único apoyo ¿Cómo negarse?
—¿Re...revivirlo? —titubeó— ¿Cómo lo harás? El cuerpo de Paul quedó destrozado. Sería imposible.
—Mmm... Es cierto, entonces no me queda otra opción más que pasar el alma de Paul al cuerpo de Faul.
—Pero ¿Cómo harás eso? ¡Suena ridículo! Pero quisiera verlo.
—Sí, suena ridículo. Pero no es la primera vez que lo haya hecho. Con el paso de los años, he dominado cosas que sólo brujas como yo—susurró confidencialmente— pueden hacer.
—¿Eres una bruja?
—Sí, y sólo alguien tan fantástica como yo, puede hacer una cosa así. Es la única solución. Como el alma de Paul está en pena, será sencillo hacer un sacrificio. Matamos a Faul, su cuerpo queda libre, el alma de Paul toma posesión y ¡Listo! Te burlas del Mi5, de los otros dobles y de toda la gente que se dedicó a tacharte. Nunca sabrán la verdad, más que tú y Paul.
"Sus palabras suenan realmente convincentes. Pero no puedo creerle, suena como una desalineada más." Pensó John, con sabia reflexión.
—No lo sé, no te creo.
—Está bien—dijo Yoko pacíficamente—. Entonces haz lo que tú quieras. Sal de aquí y mata a Faul, pero no servirá de nada ¿Sabes? Tienen más dobles—estaba dispuesta a irse—. Tienen a todo un ejército listo para obedecerlos. Tú te pudrirás aquí otra vez o en la cárcel. Supongo que debes tener mejores opciones, planes o alternativas. Aceptarlo sería lo más conveniente. Es tu decisión. Adiós.
Yoko comenzó a caminar para regresar a la sala del hospital. John fue víctima de la tensión, si alguien como ella, una auténtica bruja podía ver el fantasma de su amigo, eso quería decir que lograría cosas excepcionales. Su aseveración sonaba como una locura sin remedio, pero no se daría el lujo de dejarla ir.
—¡Espera! —dijo, antes de verla lejos.
—¿Sí? —Ella volteó, como si supiera que él la llamaría.
—No te vayas. Suena como una locura, pero estoy dispuesto a hacerlo.
—¿Podrás tú solo? ¿Tendrás auto control suficiente para fingir?
—Sinceramente, no.
—Entonces...—Yoko se acercó a él, otra vez— Harás exactamente lo que te diga, es la única forma de hacerlo. Mira, comenzarás así—le susurró.
Pasaron los meses del año 1968 y tanto Waggels como el resto de familiares y amigos de John, notaron un cambio radical en él. Sus frases más celebres fueron estas:
- He reconocido que cometí un gran error por haber intentado matar a mi mejor amigo Paul.
- Mi consumo de drogas provocó todo esto pero, en realidad, yo sé que no existe ningún doble.
- Agradezco a mis amigos y a mi esposa por haberme traído aquí. Estoy dando mi máximo potencial para sanarme. Reconocer que he mentí con toda mi historia es el primer gran paso
Waggels no creía cierto lo que escuchaba. Era un John Lennon totalmente diferente y el tiempo que ocurrió para ver avances, era relativamente corto (y aterrador). No se fiaba, así que le puso un par de pruebas.
—Dime—le enseñó fotos de Paul y Faul, del año 66 y 67, respectivamente—, ¿quién de los dos es tu amigo?
"Faul es el de bigote y Paul es el cachetón." Pensó John. "Pero no... No John, no te dejes engañar, es una trampa. Recuerda las palabras de Yoko, ella es sabia."
—Los dos son James Paul McCartney.
—¿Qué pasó el 9 de noviembre de 1966?
"Paul murió"
—Paul y su novia Jane Asher estaban en Grecia.
—¿Hubo algún accidente de auto ese día?
—No. Ni los otros Beatles o yo estuvimos en los estudios EMI aquel día. Yo estaba en casa.
"Maldita sea, detesto mentir, pero no me voy a pudrir aquí."
—Dime el nombre de tu esposa.
—Cynthia Lilian Powell.
—¿Sigue viva?
—Sí, ella continúa con vida, al igual que mi hijo, John Charles Julian Lennon.
"Soy excelente para engañarlo. Veo a través de sus ojos que se está sorprendiendo."
Así transcurrieron los meses. John demostró un excelente don histrión, para ser actor, para fingir una tranquilidad y una sonrisa ambigua. Sin embargo, en las noches no hacía más que pensar en su venganza y en todo lo que haría una vez que saliera de ahí.
Pero sus mentiras daban éxito y grandes cosechas, ya que el doctor Waggels escribió:
No sabemos con exactitud a qué se debió el cambio de paradigma y pensamiento del paciente John Winston Lennon, pero lo que ha demostrado durante este tiempo que ha estado internado, es que está dispuesto a dejar las drogas. Ha aceptado su calumnia y mentira, ya no tiene más interés de perjudicar al señor James Paul McCartney. Reconoce que su esposa, Cynthia Lilian Powell, y su hijo siguen con vida. Ha admitido los errores cometidos por las drogas y demostró un gran avance, no sólo en su pensamiento, sino también en su comportamiento.
Por lo mismo, está decidido y marcado que, a principios del año 1969, él estará listo y dispuesto para dejar este hospital.
Sólo le falta la prueba final. Si es capaz de superarla, saldrá inmediatamente.
29/Diciembre/1968
Londres, Inglaterra.
Firma: Dr. Robert Waggels.
Del hospital psiquiátrico Matchbox.
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