Capítulo 14
John se quedó callado, pensativo e inmerso en una gran reflexión. El color gris del atardecer desapareció y, poco a poco, la oscuridad de la noche caía a través de las ventanas. El doctor Waggels lo miró sin confianza.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no dices nada más?
—Estaba pensando.
—¿En qué?
—En la situación... Yo, de verdad he vivido en una paranoia constante. Sabía que tarde o temprano, me iban a matar, a mí o a algún ser querido. Así que llegué a la conclusión final ¿Por qué emocionarme? No vale la pena.
—Si quieres, sigamos esto mañana.
—No, doctor. Temo que alguno de mis medicamentos sea envenenado, o algún loco en el hospital me mate. ¿No lo comprende? Más me vale terminar de contar todo lo sucedido si no quiero morir y llevarme el secreto a la tumba. Usted es mi principal testigo.
—De acuerdo, John. ¿Qué pasó después?
"Maxwell y sus hombres nos dejaron otra vez en Abbey Road. George Martin y Geoff Emerick preguntaron al respecto porque Freda les dijo que nos habían metido con lujo de violencia. Pero entre los cuatro tuvimos que decir que era un juego, nada más.
Nada nos unía con Faul, excepto eso: intentar mantenernos con vida. Era difícil, lo sé muy bien. Pero fingir parecía ser la mejor de las oportunidades.
Así pasaron los siguientes meses; un terror constante, una paranoia que parecía no tener fin. En noviembre, justo cuando se cumplió el primer aniversario de la muerte de Paul, Jane Asher regresó de Estados Unidos. Sin embargo, yo fui a hablar con ella unos días después de navidad, se hizo la desentendida cuando quise preguntarle sobre el asunto que tuvimos pendiente, porque cambió el tema de forma radical.
—Mira, John, es un hermoso anillo con un diamante azul—lo mostró, sobre su dedo.
—¿Quién te lo dio?
Dejó de verme y giró levemente su rostro.
—Supongo que Faul.
—Me propuso matrimonio.
Este era el colmo.
Jane Asher no era una mala mujer, al contrario; era inteligente, hermosa, divina, muy sensible y una musa en cada aspecto. Su habilidad como actriz era envidiable y no merecía ninguno de estos engaños.
—¿Cuándo lo hizo?
—En navidad.
Ya no pasábamos juntos la navidad. Antes sí, nos reuníamos en casa de alguno de nosotros (generalmente la mía) y brindábamos felices de la vida. Ahora cada quién estaba con sus familias, y era una forma de omitir nuestro dolor real.
—John, lamento mucho lo que sucedió. Pero mi familia y yo también estamos amenazados. Y luego ¡La muerte de Brian! Eso es terrible, no creo poder superarlo.
—Te entiendo, yo tampoco.
—Será mejor fingir y seguir como si nada hubiera pasado.
—Pero dime ¿Te casarás con Faul?
—Supongo que es lo que todo el mundo espera. ¿Quieres té? —Se paró y fue a la cocina.
Era extraño conversar en Cavendish Avenue, pero teníamos que aprovechar cada oportunidad que Faul no estaba en la casa.
—No, gracias.
Lo preparó y regresó a la sala principal. Desde el principio, se notó incomodidad sobre sus mejillas.
—No me gusta este nuevo diseño. La casa dejó de ser una casa para convertirse en algún centro de drogadictos o algo así.
—No lo dudes. Durante tu ausencia, Faul se dedicó a drogarse y a tener sexo con cada mujer que se le aparecía.
—Ya me imagino—dijo sin ánimos.
—Entre ellas, Linda Eastman.
Jane me miró con confusión. Ella sabía que las groupies se derretían por Faul/Paul, pero nunca se imaginó que una fuera a tener tanta importancia como para mencionarla por su nombre.
—Tienen una relación sentimental, los he visto salir. Ella lo espera a la salida de los estudios y se van.
—Vaya...
—Por eso no puedo creer que te haya propuesto matrimonio.
—No fue nada romántico, John. Simplemente me dio el anillo, me dijo "póntelo". Yo pregunté por qué. Dijo que debíamos casarnos por órdenes de Maxwell.
—¿Por qué Maxwell querría que ustedes se casaran? —Pregunté atónito.
—No lo sé, John. Pero es algo que desea ferviente. Según él, nuestra boda ayudará a distraer la atención.
—¿Y cuándo lo tienen planeado?
—Para mediados del siguiente año, pero ¡No quiero! Lo único que deseo es escapar y dejar este tema muy atrás. No quiero sacrificarme a mí familia o a mí. Por eso me alegra que salga con la tal Linda.
—¿Y no te había hablado con ella?
—No, supongo que me va a dejar.
Jane se veía tan decaída y demacrada. No sólo por su labor como actriz y la intensa gira que tuvo en los Estados Unidos, sino también por la situación personal. Se veía que le pesaba la conciencia y no podía tolerar ser parte de esta fachada.
—Yo haré que te deje, y no sólo eso. Dejará también a Linda. Faul no merece a ninguna mujer—dije decidido y me fui.
Y los días restantes me dediqué a investigar el lugar donde Linda Eastman se estaba hospedando en Londres. No fue difícil, escuché una conversación que Faul y ella tuvieron en los estudios.
—¿Me estabas espiando? —Preguntó molesto.
—No.
—Escuché tu respiración.
—Estás alucinando, tanto LSD te hace mierda el cerebro.
—¿Qué te pasa, Lennon?
—¡Nada! ¡Déjame en paz!
Quise esquivarlo, pero él se interpuso. Era más alto que yo (incluso que George). Luego, como usaba sus botines con tacón, le daba un aspecto más desagradable. Yo ni sabía si era William Campbell o algún otro de los dobles.
—¿Te gusta Linda?
—No.
—¡Habla ya!
—¡No! Y si me gustara, primero dejaría a mi novia por ella.
—Ah, ya sabes lo de Jane...
—Todo el mundo lo sabe—tomé un periódico de prueba— ¡Han informado que se van a casar! Dime ¿Lo harás? Y ¿Cómo le dirás que Linda es tu nueva novia?
—No tiene por qué saberlo ¿O tú le dijiste?
—No.
—Lástima, me habrías hecho un gran favor.
¡Era un descarado! Un tipo siniestro, fuera de lugar. Lo odiaba con todas mis fuerzas. George y Ringo decidieron quedarse en silencio y no seguir interviniendo en el asunto.
—Sé que a ti no te importa Jane, sé que tú no estás enamorado como Paul sí. Pero por favor ¡No la obligues!
—Por favor, será divertido.
—¡No lo será! Ella es casi una niña, es una señorita apenas. Termina con ella, hazle un favor. Y dile a Maxwell que la deje en paz.
—¿Cómo que te importa mucho, no? ¿Te gusta Jane?
—No.
—Entonces no te afectará si me caso con ella y creo una familia. ¿Verdad?
Este tipo era peor de lo que pensé.
—¡No!
—Y estaremos juntos para siempre. Linda también se puede unir al matrimonio.
—¡Me das asco! Pero no se va a quedar así. Ninguna de las dos tiene porque padecer con un tipo como tú. ¡Ya verás!
Salí de los estudios y rápidamente pedí un taxi. Ya sabía dónde vivía Linda y no tardé en ir: #4 de Lyons Place. No estaba tan lejos.
Ya era 30 de diciembre y todos se apresuraban para la fiesta que comenzaría al día siguiente. Pero mi labor era una sola y exclusiva; salvar a esas dos chicas y ser capaz de ponerle un pequeño alto al maldito Faul.
Toqué sin impedimento, Linda se asomó desde la ventana.
—¡Hola! Esto es increíble—dijo al dejarme entrar— No se ve a John Lennon tocar en tu residencia.
En la sala de la casa, había una pequeña niña.
—Ella es mi hija, Heather.
—Hola—saludé—. Linda, me gustaría hablar contigo nada más.
—Heather, sube arriba. Voy en seguida.
La pequeña niña me lanzó una gran sonrisa y asintió.
—¿Te puedo ayudar en algo?
—Quiero hablar sobre tu relación con Paul.
—¡Ah! Es mi novio—se sentó en su sillón, cerrando ambas piernas— ¿Por qué?
—Él no nos había dicho nada.
—Es algo discreto, tú sabes.
—Pero estoy seguro que viste el Daily Mail, y sabes que se casará con Jane Asher.
—¡Oh John! Que gracioso. Paul no hará eso.
—Ella me ha confirmado esto y, no es lo único, le dio un hermoso anillo como prueba.
Conforme yo seguía hablando, la cara de Linda se veía más y más deprimida.
—Lamento tanto haberte dicho esto, pero es que alguien tenía que hacerlo.
—Debe ser por las apariencias. Pero Paul me ama.
—Linda, lo acabas de conocer. Él tiene a un montón de novias y amantes. Si quieres que te dé un consejo, aléjate de él.
Se acercó a mí y se recargó sobre mi hombro, llenándome de sorpresa.
—Gracias por decirme esto.
—Lo hago por tu bien.
—Nuestro bien—tomó mi cuello con delicadeza y quería darme un beso.
—¡Oh, no! —Me levanté del sillón.
—¿Qué? ¿Acaso no querías eso? Alejarme de Paul para admitir el amor que sientes por mí.
—¡No Linda! Por todos los cielos—me apené totalmente—. No, no.
—¿Y entonces?
—¡Te digo esto para que te alejes de él! No mereces ser atacada así.
—Es poco creíble. Digo, Paul se arrepentirá y se casará conmigo, no con ella.
—¡No! No lo hará. Este es un asunto muy delicado, por favor. Sálvate, aléjate de él. ¡En serio!
—¿Por qué? No quiero. Él me gusta mucho.
—Pero Linda...
Mi objetivo inicial no era decirle la verdadera situación, me estaba conteniendo mucho para hacerlo. Sin embargo, ella insistía tanto...
—¡Nada! No me importa salir herida, lo que quiero es seguir viéndolo.
—¡Oh! No sabes lo que dices.
—¡Podrías explicármelo!
—¿Es lo que quieres? Bien, entérate: él no es Paul McCartney.
Linda me miró con unos ojos inexpresivos y sus labios horizontales.
—¿Escuchaste? ¡Es un doble! Serás novia de un maldito impostor. Tienes que salvarte, huir de él antes de que sea demasiado tarde.
—Ah... ya entiendo todo.
—Lo lamento mucho. Se ve que lo querías mucho.
—Yo no tengo problema con eso.
¿Qué?
—Yo sé que es un doble. Sé que se llama Billy.
—¿En serio? —Reaccioné atónito.
—Sí, me lo dijo en nuestras primeras citas. Por eso sé que no se casará con Jane Asher, porque aprovechará un momento para dejarla y estar conmigo.
—¿Él te lo dijo?
—Sí.
—No, esto es una locura—Caminé atrás y me pegué en la pared— ¡Es una broma!
—Yo lo conozco. No sólo eso ¿No te has preguntado porque ese día le tomé tantas fotografías?
—No ¿Por qué?
—Era para comprobar que mi teoría era cierta. Desde antes yo tenía mis sospechas, pero al verlo y conocerlo en persona, lo he asegurado; él es un doble.
—Eres muy inteligente...
—Y le dije que, si quería que me mantuviera callada, tenía que casarse conmigo.
—No es posible.
Me cubrí el rostro, sintiendo rabia, odio, vergüenza ajena. No tenía palabras para explicar lo que viví en esos crueles instantes.
—¿Y no es más fácil que evidencies la verdad?
—¿Para que alguien me mate? ¡Oh, no!
—¡Pero tienes pruebas! Aunque eso pase, todo el mundo sabrá la verdad.
—Aunque yo tenga pruebas que van desde fotos hasta su misma voz hablando, no lo haría.
—¿Tienes su voz confesándolo?
—Sí.
—¡Maravilloso! Oh, de verdad... ¡Tienes que exponer esto!
—¿No acabas de escucharme? ¡Te dije que no!
Esta mujer me sacaría canas de tantos corajes.
—¿Por qué no? Linda, el verdadero Paul merece justicia. ¡Tienes que sacar eso!
—No. Billy me gusta, y yo quiero cargar el apellido McCartney...
—¡No!
—Estoy dispuesta a todo para ser su esposa, para ser la señora de McCartney. Me apena mucho la muerte de Paul, pero si este asunto de la sustitución es la única manera de salir y destacar en sociedad, no la perderé. ¿Escuchaste?
—Yo te la compro, me caso contigo, lo que quieras, pero ¡Por favor! Te protegeré, haré lo que quieras.
—No... Billy me gusta más que tú. Tú eras mi héroe beatle, te amaba con tanta locura. Pero ese día fuiste tan seco conmigo. Si tú fueras mi novio, lo consideraría...
—¡Lo seré!
—Pero quiero amor de verdad, no sólo interés.
—¡Billy jamás te dará eso! —Me dirigí a la salida— Me da asco que sólo quieras "destacar en sociedad". Billy te tratará mal, es un psicópata, un tipo de lo peor. Y tú pagarás muy caro haberte casado con él.
Me marché sin pensarlo y al caminar entre las calles de Londres no dejé de hacer corajes. ¡Ella tenía todo lo necesario! Pero sobrepuso su interés antes que el bien social y la auténtica justicia. Malditas americanas, siempre hacen estupideces.
Regresé pesaroso a casa, con un montón de rabia sobre mi ser y lamentándome que, la única persona que tiene pruebas certeras contra Faul, es su propia futura esposa. Y yo... ¡Maldición! Yo pude haber hecho una unión, tenerla en la palma de mi mano. Pero fui idiota. Faul ganó esta batalla.
Pero no la guerra.
—¡Cynthia! —Grité horrorizado— ¡Cynthia!
La llamé, buscándola en toda la casa, pero no. La jodida mansión estaba a oscuras y parecía que no había ningún alma. La madrugada se hacía presente.
—¿Dónde estás? —Subí los escalones y me dirigí a la habitación, donde estaba la única luz encendida.
Cynthia se encontraba frente al espejo, peinándose el cabello repetitivamente. A mí se me hizo extraño, porque, por lo general, ella ya estaba dormida.
Un momento.
¿Por qué tiene el cabello rubio otra vez?
Rubio y largo.
Ella se había dejado su castaño natural.
—¿Cynthia?
—Hola John. ¿Te gusta? Me volví a teñir el cabello, como te gusta.
Su voz, sus labios, su rostro... algo en ella era totalmente diferente.
Pero no era capaz de decir qué.
—Se te ve bien—dije sin encontrar palabras.
—Todo lo hice por ti—se acercó a mí y me dio un beso en los labios—. Y mira, me compré este nueva pijama corta para ti, es de encajes. ¿Te gusta? ¿Quieres estrenarla?
¿Qué diablos le estaba pasando?
Cynthia no dejaría su pijama holgada por un conjunto rojo escarlata con escote bordado.
—¡No! Tengo otras cosas en qué pensar.
—¿En qué?
—¡Faul es imparable! El desgraciado pretende casarse con Jane Asher, siendo que es novio de Linda Eastman. ¿Quién lo pensaría? Es un maldito colmo.
—Oh...
—Y no sólo eso, Linda tiene evidencia sólida que lo marca como un doble. ¡Pero no quiere sacarlo a la luz! ¡Hazme el favor! Es una descarada.
—John...
—Esto no se puede quedar así, esto es impermisible—dije, lleno de odio— ¡Horrible! No, no lo acepto.
—Tal vez, deberías dejar atrás esta locura y despejarte de todas estas tontas ideas. Porque Paul no está muerto.
Esas palabras fueron todo lo que necesitaba para entender que... ella no era mi esposa.
Cynthia jamás usaría semejante vocabulario. Ella no me contradice y, si no está de acuerdo, procura decírmelo con tacto y de forma amable, no directo.
—¿Disculpa? Repítelo.
—Oh John, sólo quería...
—¡Dímelo! Pero exactamente así.
—¡Que Paul no murió! Y ya estoy harta de tus tonterías. Siempre es lo mismo. Sino son las drogas estúpidas, son estás mentiras. ¿No estás harto? ¿No estás cansado? ¡Supéralo ya!
¿Cynthia diciendo "supéralo"?
No, definitivamente no es mi esposa.
—Tú no eres Cynthia...
—Oh, ya vas de...
—¡No! ¿Quién eres tú?
—¡Soy Cynthia!
—¿Cynthia qué?
—Lennon.
—¡Tu apellido!
—Powell.
—¿Y el materno?
—Roby. Esto no tiene sentido.
—¿Y el segundo nombre?
—¿Disculpa?
—¡Dime tu segundo nombre!
—No... no tengo segundo nombre.
—¡Cynthia Lilian! —Exclamé— ¡Si fueras tú, me lo habrías dicho!
—Ay John, exageras.
—¡Ella jamás hablaría así! —Me volví más violento que cualquier robot— ¡Dime! ¿Qué le hiciste? ¿Dónde está Cynthia? ¡CYNTHIA! —Grité otra vez— ¡Cynthia, cariño!
—Exageras...
—¡No exagero! —La jalé de ese nuevo cabello teñido— ¡Dime! Si no, te juro que te mato, te mato aquí y ahora mismo.
—John, suéltame... Me lastimas.
—¡Mira esto! Cynthia no tiene el cabello tan feo como el tuyo. Ni siquiera teñido se le ve así. Esto se ve rubio natural, y ella se decoloró su castaño natural. ¡Mentirosa!
—¡Aléjate, loco de mierda!
—¡Ella no dice groserías! Más te vale que me digas... Un momento—la solté— ¿Y Julian?
—Él...—desvió la mirada.
—No... no...
Me alejé de ella, sintiendo las lágrimas caer sobre mis mejillas.
Sólo había una explicación posible.
—Tanto él como ella están muertos—dijo, dejando de fingir.
No...
No...
¡Mi familia!
Di un grito sonoro y le pegué a la pared, sintiendo la rabia corriendo por mis venas. Era horrible, parecía una pesadilla. Rogué que no fuera más que un mal viaje, pero no. Viendo esos ojos azules de la doble, me di cuenta que era verdad.
—¿Es lo que querías saber? No están más. Tu esposa y tu hijo están muertos.
—¡Cállate! —Me acerqué a ella, con intención de herirla.
—Y si me haces algo, seguirán con los Starkey. Mejor acostúmbrate a verme como tu nueva esposa.
Le escupí en la cara y salí corriendo de la mansión. ¡Con razón estaba todo tan solo y vacío!
Ellos acabaron con Paul, y ahora ¡Con mi mujer! Y mi hijo... No...¡NO!
—¡Pero esto no se va a quedar así! —Exclamé al aire, con la esperanza de que mis enemigos me escucharan— ¡ESCUCHARON! ¡FAUL, MAXWELL, EL MALDITO MI5! ¡Juro que me la pagarán! ¡LA PAGARÁN, HIJOS DE PUTA!
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