Episodio 9 : "Clase de Vuelo y Práctica de Quidditch"

Al día siguiente, Izuku y sus amigos se dirigieron emocionados al patio, donde se iba a llevar a cabo la esperada clase de vuelo. El aire fresco de la mañana les acariciaba el rostro, y el sonido de las hojas moviéndose con la brisa añadía un ambiente mágico al inicio del día.

Una vez en el patio, vieron a un grupo de estudiantes congregados, todos mirando hacia el frente, donde el profesor de vuelo, Madam Hooch, estaba preparando las escobas. Su cabello rubio y su actitud decidida infundían tanto respeto como entusiasmo entre los alumnos.

“¡Bienvenidos a la clase de vuelo!” exclamó Madam Hooch, su voz resonando con autoridad. “Hoy aprenderán a manejar sus escobas. Antes de empezar, necesito que todos se alineen y se presenten. ¡Vamos, no tengo todo el día!”

Izuku sintió un cosquilleo de emoción en el estómago. Se alineó junto a Ethan y Noah, sintiendo la energía en el aire. Cada uno de ellos compartió su nombre, y cuando llegó su turno, Izuku se presentó con una gran sonrisa.

Una vez que todos se habían presentado, Madam Hooch explicó las partes de la escoba y cómo despegar correctamente. “Recuerden, la escoba responde a su mente y a su cuerpo. Confíen en ella, y ella confiará en ustedes,” dijo mientras sostenía una escoba.

Tras la explicación, cada estudiante se acercó a su escoba. Izuku tomó la suya con un poco de nerviosismo, pero también con la determinación de demostrar su habilidad.

“Ahora, aléjense un poco y prepárense para despegar en mi cuenta de tres,” anunció Madam Hooch. “Uno… dos… tres!”

Con un empujón de piernas y un ligero tirón hacia arriba, Izuku se elevó por los aires. La sensación de volar lo llenó de una euforia indescriptible. Mientras subía, giró la cabeza y vio a Noah y Ethan a su lado, quienes también disfrutaban del vuelo.

“¡Esto es increíble!” gritó Izuku, mientras navegaba entre las nubes.

Madam Hooch los observaba desde abajo, asegurándose de que todos tuvieran el control de sus escobas. Luego, les dio instrucciones sobre cómo hacer giros y descensos, y pronto la clase se convirtió en una divertida serie de maniobras aéreas.

Mientras volaban, Izuku sintió que realmente pertenecía a este mundo mágico. Había mucho que aprender, pero cada momento en el aire le daba una nueva sensación de libertad y aventura.

Al final de la clase, Madam Hooch los reunió de nuevo y les dijo: “¡Buen trabajo a todos! Ahora, asegúrense de practicar, porque la próxima semana tendremos un partido de Quidditch. ¡Hasta entonces!”

Con una sonrisa de satisfacción en su rostro, Izuku y sus amigos se dirigieron al vestíbulo, emocionados por lo que les depararía el futuro.

Esa noche, Izuku dormía profundamente en su cama en la sala común de Gryffindor, rodeado de la calidez de sus mantas. Sin embargo, el suave murmullo de la sala pronto se transformó en un ligero crujido de escobas, que lo hizo entreabrir los ojos. De repente, la puerta de la sala común se abrió con un chirrido, y una figura familiar entró rápidamente.

“¡Izuku! ¡Despierta!” era la voz entusiasta de Oliver Wood, el capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor. Su rostro brillaba con emoción y determinación. “Necesito hablar contigo.”

Izuku se sentó en la cama, frotándose los ojos mientras trataba de despejarse. “¿Qué ocurre, Oliver? Es muy tarde…”

“¡No importa la hora! ¡Hay algo que necesitamos discutir!” dijo Wood, casi sin poder contener su emoción. “He estado observando cómo volaste durante la clase de vuelo. Tienes un gran potencial, y creo que podrías ser el nuevo buscador del equipo.”

La idea hizo que Izuku sintiera un torrente de energía recorrer su cuerpo. “¿Yo? ¿Buscador?” preguntó, incrédulo. Nunca había imaginado que pudiera jugar en el equipo de Quidditch, especialmente en un papel tan importante.

“Sí, exactamente. Te vi en el aire, y creo que tienes lo que se necesita. Además, necesitamos a alguien que pueda atrapar la Snitch dorada antes de que se nos escape. No quiero poner presión, pero nuestro primer partido se acerca, y tenemos que estar listos,” explicó Wood, su voz llena de determinación.

Izuku sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. “¡Claro que quiero! ¿Cuándo empezamos?”

“Esta noche, si estás dispuesto. El campo de Quidditch estará vacío, y es el momento perfecto para que practiques. Solo hay que reunir un par de cosas primero,” dijo Oliver, sonriendo de oreja a oreja.

“¡Dame un segundo!” exclamó Izuku mientras se vestía rápidamente. En cuestión de minutos, salió de la sala común, su corazón latiendo con fuerza ante la idea de volar de nuevo.

Mientras caminaban hacia el campo, Wood le explicaba las técnicas básicas que debía dominar como buscador. “Recuerda, la clave es concentrarte. Debes estar atento a los movimientos de la Snitch y anticiparte a donde irá. No siempre la verás, pero con práctica, aprenderás a sentir su presencia,” le decía.

Al llegar al campo, la luna iluminaba el lugar, dándole un aura mágica. Las escobas esperaban en el suelo, listas para ser montadas. Izuku sintió que su emoción aumentaba mientras miraba el campo desierto.

“¡Vamos a volar!” dijo Oliver, levantando su escoba. Ambos se elevaron al cielo estrellado, sintiendo la brisa fresca en sus rostros. A medida que volaban, Wood le mostró cómo maniobrar y seguir a la Snitch. Izuku se esforzó por captar cada movimiento y cada consejo.

“Recuerda, no solo es velocidad; es control. Mantente relajado y deja que tu instinto te guíe,” le aconsejó Oliver mientras practicaban.

La noche avanzó, y tras varias caídas y risas, Izuku comenzó a sentir la conexión con su escoba. Al final de la sesión, ambos aterrizaron, riendo y agotados, pero llenos de satisfacción.

“¡Buen trabajo, Izuku! Tienes un gran futuro como buscador. ¡Nos vemos mañana para más práctica!” exclamó Oliver, dándole una palmada en la espalda.

Con el corazón aún acelerado por la emoción, Izuku regresó a la sala común de Gryffindor, sintiéndose más seguro que nunca de que había encontrado su lugar en este mundo mágico.

El sol se asomaba por el horizonte, iluminando el campo de Quidditch con una cálida luz dorada. En los vestidores, el equipo de Gryffindor se preparaba para su primera práctica de la temporada. El ambiente estaba cargado de emoción y un ligero nerviosismo. Los jugadores se movían rápidamente, vistiéndose con sus uniformes rojos y dorados, mientras charlaban animadamente sobre las estrategias del día.

Izuku, aún sintiendo la adrenalina de su reciente práctica nocturna, entró al vestidor y se encontró con Oliver Wood revisando su escoba. “¡Buenos días, Izuku!” lo saludó el capitán con una sonrisa. “Hoy vamos a enfocarnos en la coordinación del equipo y en cómo trabajar juntos en el aire. Vamos a necesitar que todos estén en su mejor forma.”

“Estoy listo, Oliver. No puedo esperar para volar otra vez,” respondió Izuku, ajustándose la capa y el uniforme. Mientras se preparaba, sintió una mezcla de nervios y emoción. Sabía que este era su momento para brillar.

“Recuerda que tu rol como buscador es crucial. Debes estar alerta y mantener la concentración. Y no olvides: ¡no te distraigas!” le recordó Oliver, dándole una palmadita en el hombro.

Mientras los demás jugadores se acomodaban, Izuku observó a sus compañeros. Alicia Spinnet y Katie Bell discutían estrategias de ataque, mientras que los golpeadores, como Angelina Johnson y el fornido Fred Weasley, bromeaban entre sí. George Weasley estaba haciendo malabares con una bludger, mostrándole a Izuku un truco nuevo.

“¡Oye, Izuku! ¿Listo para atrapar a esa Snitch dorada?” gritó Fred, lanzando la bludger hacia su hermano.

“Más vale que lo esté,” respondió Izuku, sintiéndose cada vez más emocionado por el desafío. A pesar de los nervios, se sentía como si realmente perteneciera al equipo.

Tras unos minutos de calentar, Oliver reunió a todos para darles un último discurso motivacional. “Escuchen, equipo. Hoy es un día importante. Queremos que todo fluya. Las prácticas son el momento perfecto para experimentar y aprender. Si te caes, simplemente levántate y sigue volando. ¡Recuerden que somos Gryffindor! ¡Vamos a demostrarlo!”

Los jugadores gritaron de entusiasmo, sus voces resonando en el vestidor. Con una última mirada de determinación, se dirigieron al campo de Quidditch, donde el viento suave les dio la bienvenida.

Al salir al campo, Izuku sintió que la brisa fresca le acariciaba el rostro. Montó su escoba, una Nimbus 2000, que relucía bajo el sol. Con un movimiento de su muñeca, se elevó del suelo, sintiendo la libertad del vuelo. Al mirar hacia abajo, vio a sus compañeros preparándose para empezar.

“¡Vamos a hacer esto!” gritó Oliver, y los jugadores se dispersaron por el aire.

Izuku se sintió como un ave en el cielo, disfrutando de cada momento. Durante la práctica, Oliver dirigió a los jugadores a través de varias maniobras y ejercicios de coordinación. Al principio, Izuku se sintió un poco fuera de lugar, pero a medida que avanzaba la práctica, empezó a encontrar su ritmo.

“¡Izuku! Ve por la Snitch!” le gritó Oliver mientras él y los demás voladores hacían espacio para que el nuevo buscador pudiera practicar.

Con un fuerte empujón de su escoba, Izuku se lanzó en dirección a un destello dorado que danzaba en el aire. La emoción burbujeaba en su interior mientras se acercaba más y más. Se concentró, sintiendo el viento a su alrededor, y, justo cuando estuvo a punto de atraparla, una bludger pasó zumbando cerca de él, haciéndolo tambalear.

“¡Cuidado!” gritó Angelina, quien rápidamente se desvió para interceptar la bludger antes de que causara más problemas.

“¡Eso fue cerca!” exclamó Izuku, riendo mientras regresaba a la búsqueda de la Snitch.

Tras horas de práctica, el equipo se sentía más cohesionado y fuerte. Al final de la sesión, todos aterrizaron, riendo y animándose mutuamente por el esfuerzo. Izuku no podía creer lo rápido que había pasado el tiempo.

“¡Gran trabajo hoy, todos! Izuku, tienes un gran potencial. Con más práctica, serás un buscador excepcional,” dijo Oliver, dándole una palmada en la espalda.

Izuku sonrió, sintiéndose más confiado que nunca. “Gracias, Oliver. Estoy listo para seguir mejorando.”

Después de una intensa práctica de Quidditch, Izuku y Ethan decidieron dirigirse a la biblioteca de Hogwarts. La vastedad del lugar siempre les había fascinado, con estanterías repletas de libros antiguos y mágicos que prometían secretos por descubrir.

“Espero que la biblioteca esté menos llena hoy,” comentó Ethan, mientras caminaban por los pasillos adornados con retratos de antiguos magos y brujas. “No quiero que nos distraigan mientras trabajamos.”

Izuku asintió, sintiendo la emoción burbujear en su interior. “Además, tenemos que terminar el informe para Snape. No quiero que nos quite puntos por eso.”

Cuando llegaron a la sección de la biblioteca, se encontraron con un ambiente tranquilo y silencioso. Los estudiantes estaban dispersos por las mesas de estudio, algunos leyendo con atención, otros murmurando suavemente. Se dirigieron a una mesa en la esquina, donde podían hablar sin ser escuchados.

“Primero, hagamos el informe,” sugirió Izuku, sacando su pluma y pergamino. “No quiero dejarlo para el último momento.”

Ethan se acomodó en su silla y sacó sus propios materiales. “Está bien, pero después de eso, tenemos que buscar más información sobre la Piedra Filosofal. Lo que encontramos en el libro de Hermione Granger solo nos dio un vistazo.”

Mientras escribían, Izuku trató de concentrarse en el informe sobre pociones. Snape había asignado una tarea sobre la elaboración de una poción básica, y tenía que explicar cada paso con detalle. “No puedo creer que nos haya dado esta tarea justo después de la práctica,” murmuró. “Es casi como si disfrutara vernos estresados.”

Ethan soltó una risa. “Es parte de su encanto. Pero vamos, no te distraigas. Necesitamos completar esto pronto.”

Después de un par de horas de trabajo concentrado, finalmente terminaron el informe. Izuku lo revisó una última vez antes de enrollarlo y guardarlo en su mochila. “Listo. Ahora, ¡a buscar información sobre la Piedra Filosofal!”

Ambos se levantaron y se dirigieron a la sección de libros antiguos. Comenzaron a explorar los estantes, revisando los títulos y buscando cualquier pista que pudiera ayudarlos. “¿Qué tal este?” dijo Ethan, señalando un libro con el título “Mitos y Leyendas de la Magia Antigüa”.

Izuku tomó el libro y hojeó sus páginas. “Podría tener algo útil. Hablemos de qué es realmente la Piedra Filosofal y cómo se relaciona con Nicolas Flamel.”

Pasaron un buen rato revisando varios textos. Finalmente, encontraron un libro titulado “La Alquimia y Sus Secretos”. En sus páginas, descubrieron información fascinante sobre la alquimia, incluyendo el proceso de creación de la Piedra Filosofal y sus poderes, como la capacidad de otorgar la inmortalidad.

“¡Mira esto!” exclamó Izuku, señalando una sección que describía cómo Flamel había creado la piedra y cómo había sido capaz de vivir durante siglos gracias a ella. “Esto podría ser justo lo que necesitamos para entender su conexión con Hogwarts.”

Ethan se inclinó sobre el libro, examinando la información con interés. “Esto significa que la Piedra está aquí, en Hogwarts, y es algo que debemos proteger. No podemos permitir que caiga en las manos equivocadas.”

Mientras revisaban el libro, la figura del profesor McGonagall apareció al fondo, dirigiéndose hacia ellos con una expresión de interés. “¿Qué están haciendo aquí, chicos?” preguntó con una sonrisa, pero con un tono que mostraba que estaba al tanto de su curiosidad.

Izuku rápidamente cerró el libro y miró a Ethan, sintiendo un ligero nerviosismo. “Solo estábamos haciendo una tarea para Snape y, eh, investigando sobre la historia de la magia.”

“Siempre es bueno aprender más,” comentó McGonagall, acercándose a su mesa. “Recuerden, el conocimiento es una de las herramientas más poderosas que tienen a su disposición.”

Una vez que la profesora se alejó, Izuku y Ethan se miraron y sonrieron, aliviados. “Casi nos atrapan,” dijo Izuku, riendo nerviosamente.

“Eso fue demasiado cerca,” respondió Ethan. “Sigamos revisando esto antes de que tengamos que volver a la sala común.”

Con renovada determinación, continuaron su investigación, conscientes de que la búsqueda de la verdad sobre la Piedra Filosofal apenas comenzaba.

Después de su intensa investigación en la biblioteca, Izuku decidió que necesitaba un pequeño descanso. Se dirigió al patio principal de Hogwarts, un lugar donde los estudiantes solían relajarse entre clases. El cielo estaba despejado, y el aire fresco de la mañana hacía que el ambiente fuera perfecto para una pequeña caminata.

Mientras paseaba por los jardines, Izuku notó a un hombre peculiar de pie junto a una fuente. Llevaba un abrigo largo y algo desgastado, y tenía una mirada inquisitiva mientras observaba a los estudiantes y los alrededores del castillo. Izuku lo reconoció casi de inmediato: ¡era Newt Scamander, el famoso magizoologista y autor del libro Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos!

“¿Eres... Newt Scamander?” preguntó Izuku, acercándose con curiosidad.

Newt lo miró con una sonrisa cálida, claramente acostumbrado a ser reconocido por jóvenes magos y brujas. “Así es. ¿Y tú eres…?”

“Izuku Midoriya,” respondió Izuku con emoción. “He leído sobre tus estudios. ¡Es increíble todo lo que has hecho por las criaturas mágicas!”

Newt asintió, mirando a Izuku con interés. “Es un placer conocerte, Izuku. Siempre es bueno ver a alguien joven interesado en la conservación y el cuidado de las criaturas mágicas. ¿Te gustaría ver algo interesante?”

Izuku no podía ocultar su entusiasmo. “¡Por supuesto!”

Juntos, caminaron hacia la Sala de los Menesteres, un lugar que ya había sorprendido a Izuku en más de una ocasión. Mientras subían las escaleras y recorrían los pasillos de Hogwarts, Newt hablaba sobre sus experiencias con criaturas mágicas, dándole a Izuku consejos sobre cómo tratarlas con respeto y cuidado.

Al llegar frente a la puerta de la Sala de los Menesteres, Newt se detuvo. “Piensa en un lugar donde las criaturas mágicas puedan estar seguras y libres,” le dijo a Izuku, haciendo un gesto hacia la puerta.

Izuku cerró los ojos y se concentró, imaginando un lugar vasto y seguro para que los animales mágicos pudieran vivir sin peligro. La puerta de la sala se materializó frente a ellos, y cuando la abrieron, Izuku se quedó sin palabras.

El interior de la sala era gigantesco, un espacio aparentemente infinito que parecía expandirse más allá de lo que los ojos podían ver. Había árboles altos, pequeños lagos, montañas lejanas, y diferentes hábitats para toda clase de criaturas mágicas. Desde pequeños Bowtruckles hasta imponentes hipogrifos, la sala estaba llena de vida.

“Esto es… increíble,” dijo Izuku, maravillado por lo que veía. “Es como un santuario para todas las criaturas mágicas.”

Newt sonrió con aprobación. “Exactamente. Aquí, los animales pueden vivir en paz, lejos de los peligros del mundo exterior. La magia de Hogwarts es increíblemente poderosa, y la Sala de los Menesteres siempre sabe lo que necesitamos.”

Mientras caminaban por el espacio, Izuku vio a varias criaturas jugando y descansando en sus hábitats. Incluso había áreas dedicadas a criaturas que no conocía, lo que despertó aún más su curiosidad por aprender sobre ellas.

Newt se detuvo cerca de un gran lago donde un grupo de criaturas acuáticas nadaba alegremente. “Recuerda, Izuku, que el conocimiento de las criaturas mágicas no solo es importante para protegerlas, sino también para comprender mejor el mundo que nos rodea. Siempre debemos estar dispuestos a aprender más y a cuidar de quienes comparten este mundo con nosotros.”

Izuku asintió con entusiasmo. “Tienes razón. Gracias por mostrarme esto, Newt. ¡Prometo que haré lo mejor que pueda para proteger a estas criaturas!”

Newt le dio una palmada en el hombro antes de mirar el reloj que llevaba. “Desafortunadamente, tengo que marcharme. Hay otras criaturas que requieren mi atención. Pero estoy seguro de que volveremos a vernos, Izuku. Sigue cuidando de ellas.”

Izuku observó cómo Newt se marchaba, dejando tras de sí la calma y serenidad de la sala. Se quedó un rato más, observando el lugar con una sensación de paz y gratitud. La Sala de los Menesteres había mostrado una vez más su capacidad para satisfacer las necesidades de los magos y las criaturas por igual.

Cuando Izuku finalmente decidió regresar a la escuela, se despidió mentalmente de las criaturas y salió de la sala, sabiendo que ese espacio siempre estaría allí para cuando lo necesitaran.

Izuku salió de la Sala de los Menesteres con una sonrisa en el rostro, aún sintiendo la emoción de haber visto todas aquellas criaturas mágicas. Caminó por los pasillos de Hogwarts, su mente llena de pensamientos sobre lo que había aprendido de Newt Scamander y las increíbles criaturas que había visto. A medida que se acercaba a la sala común de Gryffindor, sintió una oleada de calidez y familiaridad.

Al llegar a la entrada, Izuku dio el código de la contraseña a la gárgola que vigilaba la puerta, y ésta se movió para permitirle el paso. Al entrar, se encontró con un ambiente acogedor, con el fuego crepitando en la chimenea y varios estudiantes sentados en los sillones, conversando animadamente y disfrutando de su tiempo libre.

Ethan y Noah estaban en un rincón, rodeados de libros y pergaminos, claramente trabajando en la tarea de Snape. Al ver a Izuku, Ethan levantó la vista y sonrió. “¡Hey, Izuku! ¿Dónde has estado? ¡Pareces más emocionado que de costumbre!”

Izuku se acercó a ellos y se sentó en un sillón cercano. “Acabo de regresar de la Sala de los Menesteres. Conocí a Newt Scamander, y él me mostró un lugar increíble donde viven criaturas mágicas. Era como un santuario para ellas.”

“No puede ser,” dijo Noah, sorprendido. “¿De verdad conociste a Newt? Eso es impresionante. ¿Qué criaturas viste?”

Izuku comenzó a relatarles su experiencia, describiendo cada rincón de la sala y las criaturas que había encontrado, desde los pequeños Bowtruckles hasta los majestuosos hipogrifos. Sus amigos escuchaban con atención, cautivados por las historias de Izuku.

“Eso suena increíble, Izuku. Necesitamos hacer algo para ayudar a esas criaturas,” dijo Ethan. “Tal vez podríamos hacer un proyecto sobre la conservación de criaturas mágicas.”

“¡Eso sería genial!” respondió Izuku, entusiasmado. “Podríamos aprender más sobre cómo proteger su hábitat y crear conciencia en la escuela.”

Mientras hablaban, se unieron más compañeros de casa, interesados en la conversación. Poco a poco, la sala común se llenó de estudiantes, todos queriendo escuchar las historias de Izuku y sus planes sobre las criaturas mágicas.

Con el tiempo, la noche se fue acercando, y los estudiantes comenzaron a regresar a sus habitaciones. Antes de que Izuku se dirigiera a su dormitorio, se tomó un momento para reflexionar sobre su día. Se sentía afortunado de estar en un lugar donde podía aprender tanto y hacer nuevos amigos, además de descubrir un mundo lleno de magia que siempre había soñado explorar.

Mientras se preparaba para dormir, Izuku pensó en las criaturas mágicas que había visto, en sus amigos y en las aventuras que todavía le esperaban en Hogwarts. Sabía que cada día era una nueva oportunidad para aprender, crecer y, tal vez, hacer del mundo un lugar mejor para las criaturas mágicas y los magos por igual.

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