CAPÍTULO 9: EL AMOR NO SE PUEDE CONTENER
Después de cuatro semanas de recuperación, en las que había conseguido mejorar algo la movilidad de su pierna, había llegado el momento de empezar su vida como Blue. Todavía tenía dolor y una notable cojera, pero podía apoyar la pierna y eso era todo lo que necesitaba.
Pero antes de eso, quería despedirse de las personas que amaba. Por eso estaban su madre, Ryder, Nick, Puck, Finn y Mike con él. Sus amigos habían pasado a formar parte de la Revolución del Árbol también ya que compartían sus ideales y sentían que había llegado el momento de participar activamente en la búsqueda de un mundo mejor.
– ¿Por qué tú? – Pam sollozó mientras se secaba las lágrimas con un pañuelo.
– Mamá, quiero ayudar... Quiero que Ryder y tú tengáis un futuro mejor. – El joven se acercó a ella y la abrazó con fuerza.
– Es peligroso. – Ella dejó de contener el llanto y comenzó a llorar desesperada. Había perdido a su hija y a su marido. No quería perder a uno de sus hijos también.
– Estaré bien. – Susurró él en su oído mientras acariciaba su pelo.
– No lo estarás. – Nick intervino. – Deja de fingir que lo que vas a hacer no es peligroso. Si te descubren, te matarán.
El ojimiel decidió acercarse para abrazarlo pero Duval lo besó en los labios. Ese beso era muy diferente al que se habían dado en el hospital de la organización. Era desesperado y ansioso, lleno de dolor y preocupación. Esa vez Anderson no se separó, dejó que su amigo lo besara porque, tal vez, esa sería la última vez que se verían y no quería discutir con él en ese momento.
Después de eso se acercó a su hermano y lo abrazó con fuerza. Él, su madre y Sam eran lo que más extrañaría en su misión. El joven estaba tranquilo porque pronto vería a su hermano. Tenía la intención de formar parte de la Revolución del Árbol y seguir los pasos del mayor.
– Cuídate mucho y estudia. Es importante que te formes para conseguir ser alguien importante. – Blaine pidió.
– No te preocupes por nosotros, estaremos bien. Preocúpate por ti, necesitarás tener mucho cuidado. – El menor respondió.
Después se despidió de Finn, Puck y Mike, pidiéndoles que se encargaran de cuidar a su familia.
Quinn se levantó al escuchar el timbre de la puerta. Sin Sebastian en el apartamento y con Sam deprimido porque llevaba dos semanas sin ver a su amado, ella era la única que podía atender a quien estuviera llamando.
Su sorpresa fue inmensa cuando abrió y se encontró a Blaine, con gafas de sol para ocultar el color de sus ojos y una sonrisa nerviosa. El lugar era una zona residencial Green y no estaría bien visto que un Brown estuviera allí. El único lugar donde podían estar, a parte de los barrios donde vivían y trabajaban, era en la zona Blue, ya que muchos trabajaban como sirvientes para ellos.
– ¿Está Sam? – El moreno preguntó tímido.
– Sí, pasa. Iré a avisarle. – La rubia sonrió y lo dejó entrar. El ojimiel se sentó antes de que ella se perdiera por el pasillo que daba a los dormitorios.
Pocos segundos después, Evans aparecía en el salón y miraba al recién llegado entre sorprendido y encantado. El Brown se levantó en cuanto lo vio.
– ¿Qué haces aquí? – El ojiverde lo abrazó. – ¿No comenzabas hoy tu misión?
– Sí, tengo que estar esta noche en casa de Beiste. Esperamos cenar junto a algunos de los políticos más importantes para que me conozcan. – Blaine informó.
– Eso no responde a mi pregunta de qué haces aquí. – Los dos se sentaron juntos, con sus manos entrelazadas y mirándose a los ojos con intensidad.
– Vengo a despedirme. Mientras sea Blue no podré verte y... Bueno, hay algo que deseo hacer antes de empezar mi misión. – Las mejillas del moreno se sonrojaron.
– ¿Qué quieres hacer? – Sam preguntó intrigado.
– Quiero que tú y yo demos rienda suelta a nuestro amor. Voy a tener que fingir una relación con Hummel y eso tendrá muchas consecuencias. Quiero que mi primera vez sea contigo, con la persona que me ha robado el corazón. – El más bajo juntó su frente con la del otro mientras lo miraba a los ojos intensamente.
– ¿Quieres que yo sea tu primera vez? – El Green preguntó sorprendido. No sabía hasta que punto sus sentimientos eran correspondidos.
– Sí.
Con esa única palabra, Anderson se dispuso a capturar los labios del rubio entre los suyos. Evans rápidamente respondió a ese beso. Al principio era dulce pero poco a poco fue volviéndose más pasional. Se separaron por la necesidad de respirar y el rubio decidió interrumpir la escena.
– Será mejor que vayamos a la habitación. No me gustaría que Quinn nos encuentre en alguna posición comprometida. – El ojiverde susurró antes de levantarse y tender la mano para ayudar al otro a que se levantara.
Los dos llegaron a la habitación sin decir una palabra. En ese momento estaban nerviosos y no había nada que pudieran decir para calmar la situación. Los dos iban a entregarse a otra persona por primera vez en sus vidas y era normal lo que sentían. Las manos de Blaine temblaban mientras las levantaba para ponerlas en las mejillas del otro. Bajó un poco las manos para que el otro se agachara y así poder besarlo sin necesidad de ponerse totalmente de puntillas para llegar a sus labios. Se quitaron los zapatos para tumbarse en su cama, Sam encima del otro, sin separarse ni un milímetro.
Se tomaron su tiempo para memorizar cada rincón de la boca del otro, dulce y sensualmente. Las manos del moreno seguían en la mejilla del otro mientras el rubio sostenía su peso con una de ella mientras que con la otra sujetaba suavemente la cadera de su amante.
La ropa empezaba a sobrar mientras intentaban no separar sus cuerpos. Al final fue imposible y se apartaron un poco para quitarse la ropa. Seguían besándose mientras retiraban las camisetas del otro para descubrir el pecho de la persona con la que tanto habían soñado.
Después de la camiseta, retiraron los pantalones y la ropa interior. De esa manera quedaron totalmente desnudos y dispuestos a que el otro hiciera con ellos lo que quisiera. Antes de lanzar su pantalón al suelo, el ojimiel sacó la botella de lubricante y varios preservativos. El Green lo miró sorprendido, no esperaba que el otro llegara a su casa tan preparado. Sin embargo, no podía negar que le encantara.
El ojiverde cogió el lubricante y aplicó una generosa cantidad en sus dedos antes de introducir uno de ellos en el interior de su amante. El Brown protestó un poco por la incomodidad de la intrusión pero pronto se acostumbró a eso. Evans era cuidadoso y dulce mientras lo preparaba entre besos. Al primer dedo se unieron un segundo y un tercero y, de vez en cuando, la lengua.
Era la primera vez que ambos estaban en esa situación por lo que Sam estaba muy pendiente de las reacciones del otro. No quería hacerle daño, quería que disfrutara tanto como él.
Cuando los dos pensaron que Blaine estaba preparado, Sam se puso el preservativo y una gran cantidad de lubricante antes de entrar en su pareja. El rubio lo sostenía entre sus brazos mientras notaba como iba tensándose por culpa del dolor.
– Te amo. – El ojiverde fue incapaz de frenar esas palabras mientras esperaba a que el moreno se acostumbrara a tenerlo dentro de él. No quería que su primer "te amo" fuera dicho en esas circunstancias, pero era tarde para retirarlo.
– Yo... También te amo. – El Brown intentaba respirar con normalidad.
Un nuevo beso precedió al primer movimiento del Green. Era lento y suave, buscando que el otro se acostumbrara y no sintiera demasiado dolor. Sabía que era inevitable que le hiciera daño, pero sabía que en sus manos estaba que sintiera menos.
Pasaron mucho tiempo así, sintiéndose más unidos de lo que nunca habían estado. Se olvidaron incluso de la hora de comer, no necesitaban nada más que el cuerpo del otro para alimentar su alma.
– Me tengo que ir. – Blaine susurró mientras estaba entre los brazos de Sam. Los dos seguían desnudos tumbados en la cama después de más de seis horas juntos. Seis horas en las que habían conocido el cuerpo del otro y en las que se habían dado placer mutuamente de diversas maneras distintas. Se habían asegurado que todas las posibles primeras veces del moreno habrían sido con él para que Kurt no le "robara" ninguna.
– ¡Quédate! Dile a Will que no irás a tu misión y quédate en mi cama. – El rubio suplicó acariciando su hombro con suavidad.
– Quiero ir. Quiero que tú y yo podamos vivir nuestra historia de amor. Quiero que mi hermano pueda estudiar y tener una buena vida... Y no quiero esperar a que los demás lo consigan por mí.
Los dos se vistieron en silencio y el Green lo acompañó hasta la puerta. Se dieron tres besos largos e intensos antes de que el ojimiel se marchara definitivamente. Evans comenzó a llorar, consciente de que ese día podría ser la última vez que vería al amor de su vida.
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