☁️Capítulo 2☁️

Jimin creció toda su niñez y adolescencia en su habitación porque su madre no le permitía siquiera salir al resto de la casa porque aunque suene repetitivo: Podría lastimarse. El día que su vida cambiaría estaba por llegar justo cuando abriera los ojos esa mañana. Al despertar se estiró entre las sábanas de la cama para ponerse de pie en un salto y avanzar directo al balcón. Él acostumbraba a visualizar a cada caminante o a sus vecinos para distraerse, el muchacho de veinte años veía con diversión a un par de pajarracos que peleaban encima de un poste para ver quién se quedaba en el lugar, después miró la calle que era transitada por muchas personas. Algunas iban al trabajo, otras paseaban en el parque. La vista de Jimin se detuvo en un grupo de jóvenes que jugaban a golpear una pelota con palos tratando de adivinar el sistema de ese juego tan extraño que había visto en muchas ocasiones desde la lejanía. De pronto la pelota de béisbol le rozó el rostro cayendo directo al balcón. Preocupado se acercó para revisar qué era aquel objeto que aterrizó en su lugar seguro, él había visto muchas pelotas a lo largo de su vida, pero nunca las tocó porque eran de los niños que visitaban el parque. Sin embargo en esa ocasión podía tocarla.

«¿Y si me lastimo en el intento de tocarla?» Se preguntó apretando los labios al ponerse de cuclillas para verla de cerca.

Con miedo tocó la pelota con el dedo índice, después la tomó entre sus manos. Se sentía dura, muy parecida al material de uno de los bolsos de su madre, sonrió al ver qué era inofensiva y la abrazó como si de un tesoro se tratara.

—¿Hola? —Una voz masculina provocó que diera un brinco y se giró hacia el balcón para sorprenderse todavía más ante lo que estaba mirando.

Era un chico que aparentaba tener su misma edad, tenía la piel blanca como la porcelana, unos enormes ojos color miel, ceja poblada, labios rosas que estaban húmedos todo el tiempo, un lunar cerca de la ceja que parecía ser un piercing, llevaba puesto un pantalón de mezclilla roto color negro, botas de combate, una camisa blanca lisa que dejaba entre ver un tatuaje muy cerca de pecho, llegando casi casi a sus clavículas. Él acababa de trepar el balcón para recuperar la pelota perdida. Jimin soltó un gritó y retrocedió dos pasos hacia atrás.

—No vengo a hacerte daño, solo quiero mi pelota.  Está autografiada por Babe Ruth y me gustaría tenerla de regreso —dijo al mismo tiempo que saltaba a piso firme.

—¿Autografiada? —cuestionó Jimin titubeante.

—Ya sabes, su firma.

«Entonces autografiada significa el nombre de una persona. ¡Que inteligente es este muchacho!», pensó maravillado, y miró la pelota que en efecto tenía escrito "Babe Ruth" en letras cursivas.

—¿Quién es Babe Ruth? —preguntó al colocar la pelota en el piso para darle un ligero golpecito y que de esa manera rodara a los pies del muchacho inteligente. Jimin no iba a arriesgarse a tener contacto físico, porque podría romperse.

—¡¿No conoces a Babe Ruth?! —cuestionó asombrado—. Es uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Disputó en la Mayor League Baseball entre 1914 y 1935.

—Sigo sin entender —dijo ruborizado—. ¿El béisbol es parecido al fútbol?

El muchacho miró a Jimin confundido. ¿Cómo era posible que ese chico no supiera nada acerca del béisbol? ¡Ni siquiera sabía cómo se jugaba!

—¿De verdad no sabes? ¿Conoces el bate? —Levantó las cejas esperando su respuesta.

—No... —dijo avergonzado.

—¿Cuál es tu nombre?

—Soy Jimin...

—Hola Jimin quien no sabe nada acerca de béisbol. Yo soy Jungkook y voy a enseñarte todo acerca de ese maravillosos deporte. —Se acercó peligrosamente a él para estrechar su mano.

—¡A... Aléjate de mí, o podría romperme! —chilló asustado quedando estático y lejos de él.

—¿Romperte? —cuestionó ladeando la cabeza—. ¿Por qué te romperías?

—Porque soy de papel...

Él sonrió mostrándole todos sus dientes, seguido de eso hizo algo que la sorprendió...
Le arrojó la pelota directo al pecho, Jimin la tomó entre sus manos evitando ser golpeado y amplió los ojos sorprendido de su fuerza.

—N... No deberías estar aquí. Ni siquiera debería estar hablando contigo porque...

—¿Tus padres son muy estrictos? —Ladeó la cabeza.

—Vivo con mamá, y no es estricta. Ella me cuida porque como podrás notar soy de papel.

Jungkook observó a Jimin detenidamente y sin vergüenza lo miró de pies a cabeza. Él se sintió incómodo al ser visto y al sentirse expuesto se sonrojó.

—No eres de papel —Se carcajea—. ¿Quién te ha dicho semejante mentira?

—Tan solo mírame, soy de papel —insistió.

—¿Qué clase de metáfora es esa?

—¿Metáfora? —Jungkook notó que en realidad él no sabía el significado de una metáfora.

—No tienes la menor idea... —murmuró rascándose la frente con el dedo índice.

—¡Jimin, cariño! —La voz de su madre se escuchó a lo lejos, seguido del sonido de las llaves que amenazaban con abrir la puerta de su habitación.

—Escóndete, si mamá te mira va a reñirme —susurró asustado y él se mofó de la preocupación innecesaria de Jimin.

—Vaya que es estricta tu madre... —Rodó los ojos y se escondió atrás de las enormes cortinas que adornaban el ventanal que guiaba al balcón.

Lo más lógico era que Jimin le informara a su madre acerca de la aparición del misterioso chico  que parecía saber muchas cosas acerca de la vida, pero él quiso mantenerlo oculto porque sentía la necesidad de aprender acerca del béisbol. La madre de Jimin abrió finalmente la puerta, ella lucía un vestido verde muy llamativo que le llegaba a los chamorros, tenía el cabello rizado de color zanahoria, la piel blanca, manos grandes con uñas postizas del número 10 decoradas con exceso de diamantes y lucía un par de pantuflas peludas. Lo único que no era extravagante en aquella mujer era su rostro pues no llevaba ni una gota de maquillaje.

—¡Mi niño! —Extendió los brazos para abrazarlo.

—Hola, mami. —Se acurrucó en su cálido pecho.

—¿Dormiste bien? —preguntó y Jimin asintió con la cabeza—. Estoy a punto de marcharme, hoy tengo trámites por realizar en las oficinas gubernamentales.

—Eso significa que desayunaré y comeré solo... —dijo señalando la bandeja con comida que su madre dejó en la cama.

—Así es. De hecho voy tarde. —Depositó un beso en la frente de su hijo—. Come con cuidado.

—Lo haré...

La madre de Jimin dio la media vuelta y salió de la habitación cerrando la puerta con llave. La casa tenía medidas de seguridad estrictas para el joven de papel; no salir de su cuarto para que no se lastimara. Era imperativo que permaneciera todo el tiempo en su lugar seguro.

Jungkook salió de entre las cortinas para mirar las paredes con pinturas y garabatos hechos por el dueño del lugar. Después se acercó a la cama y se sentó en la esquina. Apretó los labios al ver que la colcha estaba invadida de brillos ostentosos y pensó: «De tal madre, tal hijo». El aroma del lugar era dulce con una mezcla de cloro, tan limpio, tan pulcro. Pero al mismo tiempo tan antiguo.

—No sabía que Camila era tu madre —dijo Jungkook al ver por el rabillo del ojo la charola con platos desechables en los que había comida envuelta en plástico.

—¿Conoces a mi madre? —cuestionó desde lejos.

—Ajá. Soy tu vecino, me mudé hace dos años aproximadamente. —Se dejó caer en la cama, tomó una almohada para ponérsela en la cabeza y descansar el cuello.

—Vecino significa: Persona que vive o que está empadronado en un barrio o un municipio —dijo citando lo que decía un viejo diccionario que leyó hacía mucho tiempo.

—Exacto. ¿Por qué nunca te había visto? ¿Tienes una rara enfermedad o algo por el estilo?

—Ya te dije: Soy de papel.

—Y yo te dije: No eres de papel. Al menos que sea la referencia de alguna enfermedad parecida al cáncer, pero te veo sano. —Se rascó la barbilla—. Aunque pensándolo bien probablemente estás loco, por eso tú madre no te presenta a la sociedad y estás encerrado en tu alcoba.

—Loca significa: Persona que tiene trastornadas o perturbadas las facultades mentales —murmuró nervioso—. No estoy loco, solo soy muy frágil y si alguien me toca puedo...

—Romperte, lo dijiste antes. Me intriga la situación en la que estás viviendo. —Se puso de pie para avanzar directo a la charola de comida, al verla frunció el ceño en señal de desaprobación.

—No deberías meterte en los asuntos de otras personas.

—¿De verdad comerás esto? —cuestionó señalando la bandeja.

—Sí.

—Es comida para bebé: Puré de papa, puré de plátano, avena, leche y agua...

—Otras comidas podrían lastimarme.

—¡Ya basta de decir eso! —gritó exasperado provocando que Jimin se sobresaltara.

—Tienes que irte, o llamaré a mamá...

—Y yo llamaré a la policía. Porque estoy seguro que esto no es normal. —Señaló la habitación con el dedo índice girándolo en un círculo lento.

—Policía significa: Cuerpo a las órdenes de las autoridades políticas o militares que se encarga del mantenimiento del orden público, la seguridad de los ciudadanos y el cumplimiento de las leyes.

—¿Acaso eres Wikipedia? —Se burló.

—¡Ya vete, no permitiré que me insultes diciéndome wikiella! —Jimin se armó de valor para tomar la pelota de béisbol de Jungkook de entre sus manos rozando su piel. Ignorando ese sentimiento en forma de cosquilleo dentro de su estómago avanzó hacía el balcón estirando la mano dispuesta a arrojar la pelota a la calle.

—¿Qué haces? —Rio.

—Si no te marchas tiraré la pelota a la calle.

—Dejaría que lo hagas si la firma de Babe no se encontrara en ella. Pero dadas las circunstancias voy a tener que acceder a tu petición.

El muchacho se sentó en el barandal del balcón para cruzar ambas piernas para el otro lado, después extendió la mano izquierda pidiendo la pelota a Jimin.

—Que no vuelva a suceder porque a la próxima seré yo quien llame a la policía —amenazó con voz titubeante y ojos llorosos al entregarle la pelota.

—A la próxima voy a traer comida de verdad —dijo tomando la pelota mientras lo veía directo a los ojos. Después de decir eso saltó del balcón con habilidad y Jimin se sorprendió porque nunca creyó que hacer eso fuera posible.

Con el estómago revuelto a causa de las sensaciones extrañas que le provocó Jungkook, regresó al interior de la habitación dispuesto a comer la deliciosa comida que tanto desagradó al muchacho. Tomó el puré de plátano y lo saboreó mientras cerraba los ojos. «Mi comida no tiene nada de malo», pensó todavía molesto. Después giró la cabeza para mirar la almohada en la que Jungkook recargó su cabeza y la tomó entre sus manos para olfatearla.

—Huele delicioso... —murmuró sorprendido—. Desearía que el olor de Jungkook no desaparezca de la almohada. —Se sonrojó de inmediato sintiéndose avergonzado de sus propias palabras—. ¿Qué sensación tan extraña es esta que estoy sintiendo?

Sacudió la cabeza y arrojó la almohada al piso para volver a tomar la papilla de plátano con los dedos. Y digo con los dedos porque a Jimin no le era permitido utilizar cuchara o tenedor, ya saben: Porque podía lastimarse.

El resto del día de Jimin fue como siempre, monótono y bajo control. Nada fuera de lo común. Pero al llegar la noche y acostarse en la cama comenzó a recordar los ojos color miel de Jungkook, sus cejas pobladas, pestañas extra largas, sus labios rosas que parecían estar mojados todo el tiempo, recordó el roce de su mano con la de él y entonces suspiró. Él nunca había tenido contacto con alguien que no fuera su madre, por ende al tener contacto con un hombre que además era guapísimo lo dejó deseando volver a mirarlo. «Jungkook, Jungkook...» repetía su nombre mentalmente una y otra vez como si eso fuera a hacer que apareciera en la habitación por arte de magia. Jimin se acurrucó en la cama sintiendo el dulce aroma del perfume de Jk, cuando de pronto el sonido de unas pisadas lo alarmaron, seguido de eso el ventanal que guiaba al balcón comenzó a deslizarse y del exterior emergió una sombra, sombra que dijo lo siguiente:

—Sono tornato.

Jimin amplió los ojos sorprendido por dos cosas. Número uno: El dueño de esa sombra alumbró su rostro con la lámpara de un iPhone, cosa que a ella le sorprendió ver porque nunca en su vida había visto un teléfono. Y número dos: Jungkook, había regresado, pero en esa ocasión en lugar de llevar una pelota tenía una mochila colgada en su espalda.

Italiano al español:
Sono tornato: Volví.

Y BUENOOOOO COMENZAMOS CON ESTA BONITA Y CURSI HISTORIA.

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