Capítulo 8. Sonrisas
— ¿A dónde quieres llegar? —Preguntó con nerviosismo.
— Lay... Ve cosas que están en este mundo. Pero no en nuestro mismo plano.
Bufó con fastidio dándose la vuelta para continuar chequeando si la comida estaba lista. Sacó un par de milanesas de la freidora y colocó otras más.
— Vamos ChanYeol, deja de jugar. Ambos sabemos que Lay está enfermo.
D.O comenzó a soltar quejidos removiéndose con incomodidad en su coche. Bastaron unos segundos para que lanzara con altanería el recipiente al suelo y este se abrió derramando la poca agua que quedaba.
Suspiré pesado y me incliné para recogerlo. Cerré el envase y lo deposité en la mesa para dirigirme a la lavandería adjunta a la cocina mientras ahora el llanto de KyungSoo se hacía presente.
— ¿Siquiera has hablado con él alguna vez?
Me detuve a escasos pasos de Kris, y él volteó a verme. Nos volvimos a retar con la mirada en un silencio hostil que incluso hizo que D.O detuviese su jaleo en seco. Segundos después YiFan bajó la mirada claramente apenado y volvió a lo suyo.
Eso pensé. Me dije en mi mente, pero no era algo que le echaría en cara. Me retiré en busca de un coleto y volví a la cocina para fregar el piso.
D.O sólo me observaba con su dedo pulgar en la boca y el dedo índice de su mano desocupada acariciaba su propia ceja.
Era un niño relativamente bien portado. Se sentaba a jugar con sus tacos serenamente, le gustaba mucho construir, derribarlo, y volver a empezar. Si lo dejabas frente a la TV lo único que hacía era chuparse el dedo y ver las comiquitas. Si hablabas en frente de él solo te observaba con sus grandes orbes bastante interesado en el tema como si pudiese entenderlo, y de vez en cuando daba su opinión en balbuceos. Así era ese pequeño, aunque solía quejarse por estar en el mismo lugar mucho tiempo o si había algo que desconocía. Por ende sus berrinches eran algo oportunos.
Luego de limpiar el suelo devolví el trapeador a su lugar y para mi sorpresa el rubio volvió a dirigirse a mi persona.
— Lo siento ChanYeol, soy muy terco —tenía la mirada gacha y yo no sabía qué decir—. Es solo que, me preocupa mucho el estado mental de Lay. Y a veces me cuesta creer que un buen chico como él tenga esquizofrenia.
Yo negué con la cabeza y deposité una mano en su hombro. No había resentimiento entre ambos, solo una diferencia de opiniones.
— Tenga o no esquizofrenia eso no lo hace un chico malo o bueno —él levantó la mirada y yo esbocé una sutil sonrisa en mis belfos—. No te preocupes. Lay está bien.
— ¿Cómo lo sabes? —Lo sentí intranquilo.
— Porque mi hermanito menor también lo padece. —Mencioné divertido aunque YiFan aún estuviese algo nervioso.
— ¿Es esquizofrénico?
— No —Negué sosegado—. Es médium.
Entré a mi habitación llevando en brazos al más pequeño de la casa y lo senté en la cama, dejando con él algunos juguetes de Luhan que KyungSoo pudiese manejar y entretenerse.
El niño me miró con serenidad sin inmutarse. A decir verdad su mirada me daba algo de miedo, era profunda como la de Tao e impertinente como la de Baekhyun; una mirada que pude encontrar una vez como un destello entre los agujeros de su máscara. Sentí como atravesaba mi alma de una punzada. Pero no es algo que venga al caso.
— Bien —de pie a un lado de mi cama le sostuve la mirada a la criatura mientras me llevaba las manos a las caderas, analizando la situación en la que nos encontrábamos—. No es como que tenga de otra, así que te toca hacerme compañía —le hablaba como si pudiese entenderme, sin recibir respuesta de su parte más que una seria mirada. Por alguna extraña razón, el sentimiento de hablar con KyungSoo me era similar a cierto individuo. Pues nuevamente me encontraba hablando conmigo mismo—. Tao se ha ido a la universidad, por suerte —dije esto último para mi mismo—, y le prometí a Kris que te vigilaría.
KyungSoo sacó su dedo de la boca y comenzó a vociferar cosas inentendibles, pero que al parecer sus palabras tenían peso para la ocasión pues se notaba serio y firme en sus argumentos. Cosa que sin espera alguna me sacó una carcajada y me moví hacia una de mis maletas para terminar de desempacar lo que faltaba de la noche anterior.
— He llegado a un punto donde mi habilidad social se reduce a hablar con niños pequeños y llevármela mejor que con mis semejantes.
Me hinque en el suelo abriendo la maleta para sacar algunos libros anillados sin dejar de oír las palabrerías de KyungSoo. Cualquiera diría que se sintió ofendido.
— No es personal, Dodo. —Comenté caminando al escritorio de mi pieza donde acomodé los textos en uno de los cubículos de la mesa.
Además de ropa había traído zapatos los cuales aún permanecían dentro del equipaje, y aproveché para colocarlos en el otro lado del closet, el cual no había abierto. Al hacerlo, me llevé el desconcierto de que había cosas de ajena procedencia guardadas ahí. Eran un par de cajas y ¡una guitarra!
Resultaba emocionante puesto a que me gustaba tocar instrumentos sobre todo la guitarra, y en ese momento poca importancia le di al resto de cosas. La saqué de su lugar cerrando posteriormente la puerta del armario y me senté en la cama. Algo que me pareció curioso era que no estaba llena de polvo. Se encontraba tan limpia como si la acabaran de colocar. Aquello me extrañó pero decidí no darle vueltas al asunto y verificar si estaba en buen estado.
Para mi suerte solo hacía falta afinarla y estaría como nueva.
D.O se acercó gateando hasta mí y comenzó a golpear con la palma de su mano aquel instrumento, en un intento de relacionarse con ella. Yo sonreí al observarlo y decidí dejarlo estar mientras la afinaba y de vez en cuando la quitaba de su alcance para comprobar que la cuerda hubiese adquirido su sonido estándar.
— Estupendo... —Musité raspando las cuerdas en un DO, RE, MI....
Le sonreí con cierta travesura a KyungSoo pues era mi cómplice por el momento, y este al escuchar el acorde que emanaba de aquel aparato, se sentó llevándose nuevamente el dedo a la boca, y mirando las cuerdas con interés, a espera de volver a oír lo que tenían que decirle.
Comencé a tocar una vieja canción que conocía, pues fue la primera que me aprendí en acústica ya que a mi madre le gustaba mucho y pensé que la melodía sería agradable para mi 'público chupa dedo'.
— Agujetas de color de rosa. Y un sombrero grande y feo. El sombrero lleva plumas ¡de color azul pastel! Oh Oh... Wo ho... —Canté animado y a KyungSoo parecía gustarle—. Yo tengo una novia que es un poco tonta. Pero es mi gusto y yo la quiero mucho. No es muy bonita pero está re-loca ¡Y ella usa mallas también! ¿Otra vez? —D.O se sacó el dedo de la boca y comenzó a aplaudir sin ritmo, pero fue suficiente motivación como para volver a cantar—. Agujetas de color de rosa. Y un sombrero grande y feo. El sombrero lleva plumas ¡de color azul pastel! Oh Oh... Wo ho... —Me coloqué de pie inspirado para continuar con mi concierto sin dejar de tocar la guitarra— ¡LE GUSTA ESQUIAR Y PASEAR EN LANCHA! ¡Y CONDUCIR UN AUTO A GRAN VELOCIDAD! SI A UNA FIESTA YO LA LLEVO ¡ES UN TROMPO BAILANDO EL ROCK! ....AGUJETAS DE COLOR DE ROSA. Y UN....
Me detuve en seco fallando en seguida el acorde posterior, puesto que había volteando en dirección hacia donde observaba KyungSoo y me llevé la vergüenza de encontrar a Baek mirándome desde el umbral de la entrada. La había dejado abierta todo este tiempo. Por suerte era él y mi reputación no estaba tan arruinada. Supongo.
Reí nervioso y bajé la guitarra que estaba a la altura de mi abdomen.
— ¡Hola Baek! ¿Por qué no te unes a nosotros? —Qué más daba.
Cuanto daría por ver su expresión. Aunque me preguntaba si realmente tendría una. Es que ya estaba acostumbrado a ver a ese sereno animal en su rostro.
No recibí respuesta, otra vez, ni siquiera movió la cabeza. Me encogí de hombros por un momento pero opté por no rendirme tan fácilmente y volví a acomodar la guitarra para cantar buscando animarlo un poco.
— A sus amigas me presentó —comencé a raspar las cuerdas de la guitarra nuevamente—. Y yo contento ahí quedé. Al ver a una rubia me impresioné. ¡Ohh! ¡Ella usaba mallas también! —Dije esto último acercándome repentinamente al rostro del lobo, cosa que no me aplaudí pues dio un respingo del susto. Pero para mi suerte, no se apartó. Al contrario parecía entretenido. ¡Lo estaba logrando! Tal como el flautista encantador de ratas. Aunque... no podía comparar a Baek con un ratón.— Oh Oh... Wo ho...
BaekHyun levantó su brazo y me señaló cosa que me hizo sonreír. Dejé de cantar pero no detuve la melodía que mis dedos creaban al acariciar las cuerdas del instrumento. Mi cuerpo se movía al ritmo de los acordes con insistencia, como si bailara el rock&roll pues la canción era de aquella época.
— ¿Qué ocurre? —Pregunté sin dejar de mover mis caderas—. ¿De verdad te gusta?
Pero a pesar de mover mi cuerpo, el dedo del más joven no dejaba de apuntar en una misma dirección, por lo cual deduje que a quien señalaba no era a mí. Enarqué una ceja sin dejar de tocar mientras me volteaba en esa dirección.
Mis orbes se abrieron de sorpresa y me apresuré a dejar la guitarra sobre la cama mientras corría en dirección hacia KyungSoo, pues había estado gateando hasta la orilla y estuvo a punto de caerse de cabeza al encontrarse su mano intentando alcanzar el suelo.
— Wow, wow, wow... —Lo tomé en brazos y él pareció mirarme confundido— Que susto, enano. ¿Estás loco? No puedes hacer algo así. Pudiste haberte dado un fuerte golpe en la cabeza —Iba a depositarlo nuevamente en el centro de la cama cuando sus manos se aferraron a mis hebras y comenzaron a tomar fuertemente de mi cabello. Sus quejidos de incomodidad no se hicieron esperar—. Ouch... ¡Ay, Ay...! KyungSoo... —Tuve que ladear la cabeza en su dirección en busca de que no me dejase calvo.
Tomé la mano de D.O para intentar deshacer el agarre pero fue inútil, pues sus dos manos colaboraban. Ahora era yo quien se quejaba como un niño pequeño pues ni siquiera podía luchar contra esa pequeña criatura cuya fuerza había subestimado demasiado.
Un lejano sonido llamó mi atención, y al voltear en su dirección, pude observar como el cuerpo de Baek temblaba. Pero esta vez no era miedo o nerviosismo... él estaba... riendo. BaekHyun se estaba riendo para sus adentros y yo podía escuchar su risa amortiguada por sus labios. Él buscaba cubrirse la boca con ambas manos pero solo acababa por cubrir el hocico de la máscara.
Yo me quedé embobado mirándolo, escuchando atentamente lo que mis oídos apenas alcanzaban a oír. Ya no me importaba si mi cabello me era arrancado por las manos de un bebé, el cual al darse cuenta de que no le prestaba atención me soltó bajando la mirada a sus dedos donde tenía algunos cabellos enredados. Yo lo dejé sobre el colchón y comencé a caminar en dirección al chico, aún sin poderme creer lo que había presenciado. Estaba todo despeinado pero poco me importó.
Su risa había sido en pocas palabras un deleite para mi sentido auditivo. Mejor que cualquier canción que haya oído. Y aunque no pude detallarla muy bien, me quitó el aliento por un instante. Yo... yo realmente le había sacado una sonrisa a Baek. Aunque bueno, no todo el a crédito es mío, pues sin D.O no hubiese sido posible.
— BaekHyun, tu... Estabas... —Musité acercándome a su persona, y él no hizo más que levantar su mirada hacia mi mientras retrocedía por instinto—. Estabas riendo. —Decir esas palabras me sacó a mi mismo una amplia sonrisa.
Él se dio la media vuelta con rapidez para hacer una de sus famosas huidas, pero no había terminado de dar el segundo paso cuando lo sujeté de la muñeca rápidamente. Volteó a verme al parecer sorprendido o asustado, y yo me encogí de hombros aún sin soltarlo inclinándome un poco para decirle algo que de lo cual solo ambos fuésemos testigos.
— ¿Puedo serte sincero? —Comencé a hablar con voz apacible y lo sentí relajarse lentamente. Ni siquiera esperé una respuesta de su parte antes de mirarlo y tomar nuevamente la palabra.— Sabes... Creo que una sonrisa es el gesto más hermoso que una persona puede ofrecerle a otra. —Hice una pausa. Él me prestaba absoluta atención— Deseo que algún día puedas mostrarme la tuya.
Le sonreí con afecto y lo solté lentamente. Él parecía estupefacto. Yo erguí mi espalda y BaekHyun tuvo que levantar la mirada pese a la diferencia de estratos. Su altura alcanzaba un poco más abajo de mis hombros.
— Solo... Quiero que guardes mi deseo. Eres el único que puede hacerlo realidad, así que cuídalo por mí.
Estuvimos sosteniéndonos la mirada por unos segundos. Yo le miraba sonriendo con suavidad y el solo estaba ahí, sin despegarme los ojos de encima. Algo que no me esperaba, fue que asintiera con la cabeza. Parecía dudoso, pero con aquel gesto me daba la seguridad de que ya no éramos completos extraños y que al menos me había ganado una pequeña porción de su confianza.
Le sonreí con amplitud y en seguida ambos volteamos al oír una conocida voz.
— Vaya, comienzo a sentirme celoso. —Kris se acercaba hacia nosotros. Su expresión denotaba diversión pero en ella cierta nostalgia.
— ¿Celoso? —Torcí mi sonrisa.
— Si... —Exhaló una vez llegó a mi habitación, recargando uno de sus hombros en el marco de la puerta— Te has ganado la confianza de los niños más rápido de lo que yo pude hacerlo. ¿Sabes cuánto me tomo? ¡Meses! Y sin embargo ni Lay deja que le hable. Y tú... ¡BaekHyun deja que lo toques! —Parecía realmente deprimido, pero las expresiones que colocaba no hacían más que causarme gracia. No me reí por supuesto. No quería herir sus sentimientos de pollo— Definitivamente ser niñero no es mi estilo.
Me sentí incómodo. No quería que se deprimiera. Tal vez YiFan era demasiado serio, pero era bueno cuidando de los niños y atendiéndolos. Hacía un buen trabajo.
— Ve el lado positivo. Tao te ama.
El rubio me fulminó con la mirada cruzándose de brazos. Yo solo quería subirle los ánimos con una broma piadosa.
— Que reconfortante —yo reí con suavidad llevándome una mano a los cabellos algo apenado—. Estoy condenado a ese adolescente hormonal.
— Al menos a ti no planea utilizarte como saco de boxeo — torcí una mueca de solo pensarlo—. ¿Qué demonios le hiciste a ese chico?
— No lo sé. Y créeme que desearía no haberlo hecho.
Rodó los ojos y yo solo suspiré. Ambos sufríamos a causa de ese chico, pero de distintas maneras. Desvié mi mirada hacia BaekHyun quien había estado todo este tiempo a mi lado al tanto de la conversación. Inevitablemente sonreí otra vez sin que él se percatase.
Mi celular comenzó a sonar en mi bolsillo y en vista de ello Kris se despidió.
— Iré a terminar de empacar. Los niños deben estar por regresar.
— ¿No tengo que ir a buscarlos?
— Tranquilo. Ellos llegan solos a casa.
Agitó su mano tanto a BaekHyun como a mí en forma de saludo, cosa que ambos respondimos igualmente con inmediatez. YiFan se retiró y yo saqué mi celular para ojear la pantalla. Se trataba de mi hermanito.
Me dirigí a BaekHyun.
— ¿Puedes vigilar a KyungSoo en lo que contesto?
Señalé al aludido. D.O había estado jugando con sus tacos tranquilamente sobre la cama. El joven asintió en seguida y yo le agradecí con un gesto antes de salir de mi pieza para contestar la llamada en el pasillo.
— ¡HYUNG! —Tuve que apartar con inmediatez el auricular de mi oreja pues mi tímpano pudo haber estallado pese a la estruendosa voz. ¿En dónde demonios tenía metida la cabeza? Debí haberlo previsto— ¿Eh? ¿Hola?
— Hola enano. Justo contigo quería hablar. —Esbocé una ligera sonrisa. Había pasado solo un día y realmente extrañaba pasarla con mi hermano.
— ¿En serio? Yo solo quería decirte que mamá me pidió que te dijera, que te llevaras el auto.
Obvié por un momento la petición de mi progenitora.
— ¿Qué? ¿No me extrañaste? —Me quejé frunciendo el ceño algo indignado.
— No es que no te extrañe, pero tampoco me haces falta. ¡Tu habitación es toda mía! —Exhalé con pesadez llevándome una mano al rostro— La he convertido en mi salón de práctica.
— Como nunca lo soñé.
Mencioné con sarcasmo rodando los ojos, él solo soltó una risa casual. Siendo sincero, no podía enojarme con él por eso, ya que sabía muy en el fondo que solo estábamos bromeando un poco. La relación con mi hermano siempre fue buena, una relación envidiable para muchos, pues a pesar de que nos peleábamos eran riñas tontas y acabábamos comprendiendonos el uno al otro. Aspecto que nuestros familiares y allegados siempre le aplaudieron a mi madre por tener unos hijos ejemplares.
— En fin. Dile a mamá que no voy a traerme el auto.
— ¿Por qué?
— Ella lo necesita más que yo.
— Sabes cómo es ella. No va a aceptar un 'No' por respuesta. Incluso hoy se ha ido caminando al trabajo —definitivamente esa mujer no tenía remedio—. Se rehusó a utilizarlo —hubo un pequeño silencio posterior—. Dice que le gusta tomar aire fresco en las mañanas.
— ¡Dile que no pienso...!
— ¡No me metan en sus asuntos! Arréglense entre ustedes... ¡Adiós!
— No, no, no. ¡No cuelgues! ¡Espera!
Lo detuve inmediatamente antes de que colgase la llamada. Y al parecer no lo hizo pues aún podía oír su respiración a través del auricular.
— ¿Qué...?
— Necesito hablarte de algo.
— Cuando te pones serio me preocupas. ¿De qué se trata?
Se quejó. Lo noté ansioso así que tomé aire para poder ir al grano.
— Uno de los hijos del Doctor Byun... tiene facultades. Semejantes a las tuyas.
— Ah ¡Oye! Mira, que bien. ¿Y? ¿Le corto un pastel?
— ¡No seas odioso!
— No me interesa lo que ocurra con tus nuevos hermanitos.
— Qué... ¿Chen? ¿Estás celoso?
Tuve que esconder mis labios en una fina línea para evitar que se me escapara una estruendosa y burlona carcajada. Era la primera vez que lo veía (oía) expresándose así. Me causó ternura pero pensé que era muy inmaduro de su parte.
— ¡Qué sé yo! Pregúntales a tus hermanitos nuevos...
— Vamos. No seas así. Hablo en serio...
— ¿Y qué quieres que haga?
— Te estoy pidiendo tu ayuda.
— Come bien. No hables con extraños. Cuida de tu madre, necesita toda la atención posible. Y escríbeme todas las noches —dramatizaba Tao con nostalgia mientras acomodaba el cuello de la camisa de YiFan—. Voy a extrañarte...
El rubio rodó los ojos, pero no se rehusó a las atenciones del chico.
— No es para tanto.
— ¡Sí! ¡No es para tanto!
Tao fulminó con la mirada al niño que se había acercado a ellos, dueño de esa vocecita, mientras por inercia apretaba fuertemente el cuello de la camisa de aquel alto joven quien dio un respingo asustado cuando el agarre parecía querer asfixiarlo.
— Piérdete, mocoso. —Farfulló el hermano mayor, pero para su mala suerte, Xiumin no le temía.
— Kris... —Dijo el de ojos gatunos quien se había acercado a ellos con una hoja en manos— ...Si piensas de casualidad traernos un recuerdo de china... —Volteó la hoja rápidamente para enseñarle el ilustrado— ¡"Ninja Nightmare IV"! El juego más violento, bizarro, misterioso; con las mejores gráficas, la trama más original, y los personajes más Cool de la historia. ¿¡Puedes!? —Bajo la cara de asco de ambos presentes, les mostró un puchero de cachorro abandonado abrazando la hoja sin importar si se arrugaba.
Tao soltó la camiseta del más alto y se cruzó de brazos mirando con fastidio a su hermano menor.
— Kris no va a comprar cosas para ti. Va a visitar a su madre que está delicada de salud...
— Ahm... lo tendré en cuenta. — Tomó la hoja con cuidado y la dobló en cuadros para guardarla en su bolsillo con parsimonia.
— ¡Oh! ¡Kris! —Se apresuró Tao tomándolo de los hombros—. ¿Conoces la marca Gucci? Han lanzado a la venta unos bolsos de cuero de tigre... son edición limitada, y solo se encuentran en Canadá, Londres, España, Italia, Alemania y China. —Sus mejillas se ruborizaron de la emoción y la vergüenza—. Si de casualidad piensas en traernos un recuerdo. Ya sabes...
Xiumin reía desapercibido mientras observaba lo bajo que había caído el mayor.
— ¡Y yo quiero chocolates! —Llegó un pequeño niño de seis años— O tal vez un peluche de Bambi. ¡Oh! ¡Momento! ¿A qué saben los chocolates de china...?
Saltaba Luhan a un costado de ellos quien se había acercado a la escena al notar que Kris era una especie de Papá Noel que haría un viaje largo para traerle regalos a todos.
— Oigan, yo no voy de vacaciones —en realidad, cualquier lugar lejos de estos niños serían vacaciones—, mi madre ha estado enferma. Pero si se me cruza por ahí, les traeré algún obsequio...
— ¿Obsequios? —La apacible, suave, y misteriosa voz de Lay hizo acto de presencia de un momento a otro, hallándose ya a un lado de estos chicos, cosa que los hizo resaltar del susto al no haberse percatado de su presencia en ningún momento previo— ¿Que tal unos libros? La nueva colección de Arthur Hammett. "El mundo de los caídos", "Muerte en la penumbra" y su más grande éxito "Más allá de los asesinos", ¡O quizás "El caníbal de la calle 22"! Sus obras dejan en desconcierto a los lectores y les hace cuestionarse sobre su propia existencia.
— Si... —el blondo hizo una mueca de asco— ... No creo que esos libros sean muy sanos.
Palmeó su hombro y Lay bajó la mirada algo decepcionado. Deseaba un mundo donde sus preferencias no fuesen debatidas.
BaekHyun fue el próximo en entrar a escena, mostrándole una caja de crayones vacía. Al parecer necesitaba una nueva y justo de esa marca que se mostraba en la caja.
Todos comenzaron a hablar al mismo tiempo. Tao sobre los bolsos que conservaba, que ya no estaban a la moda. Xiumin sobre lo aburrido que resultaba pasar una y otra vez el mismo juego y necesitaba uno más actualizado. Luhan sobre la fiesta de té que haría y que deseaba invitar al príncipe Bambi. Por supuesto Lay en voz baja hablaba consigo mismo respecto a lo interesante de las novelas policíacas y BaekHyun trataba de colocar frente al rostro de Kris la caja de crayones, para que se centrara en ella y en nadie más.
Los intentos de YiFan por hacerlos calmar resultaban inútiles. Por otra parte Suho, D.O y yo nos limitábamos a observar la escena, resultaba divertida pero al mismo tiempo debíamos hacer algo al respecto.
El sonido del claxon del taxi los hizo callar a todos. El transporte que llevaría a Kris hacia el aeropuerto había llegado.
En ese momento mi vida pasó por mi cabeza como una cinta de película, y me hizo caer en cuenta de que Kris se iba. ¡Sí! ¡Kris se iba y me dejaría a cargo de la casa y los hijos de la familia Byun. Aún no estaba preparado para enfrentarme a la batalla yo solo. Era imposible.
La algarabía volvió a la estancia en lo que Kris trataba de pasar entre el tumulto de gente para dirigirse hacia la puerta principal, arrastrando sus dos grandes maletas. Dejé a KyungSoo cuidadosamente en los brazos de Suho quien lo sostuvo como si de un peluche se tratara, pero no era una posición muy incómoda, más que el bebé tampoco se notaba fastidiado y solo observaba cada detalle con sus grandes y brillantes ojos azabache.
— ¡Kris, Kris! —Pasé entre la multitud para llegar a él, quien ya había abierto la puerta y volteó a verme— No puedes dejarme con ellos. Solo llevo un día de experiencia.
Él me miró comprensible y depositó una de sus manos sobre mi hombro, para palmearlo benevolente.
— No se nace aprendido.
Fue lo único que dijo antes de volver a tomar su maleta e intentar salir de la casa.
En ese momento no tuve otra opción más que usar mi as bajo la manga.
Me agaché, y en un movimiento de vértigo ya me encontraba abrazando su pierna cual Koala. Él bajó la mirada y me observó desconcertado, con una ceja más arriba que la otra.
— ¿Qué carajos estás haciendo? —Trató de caminar, pero mi peso era superior de lo que había pensado y perdió el equilibrio casi cayendo al suelo, sin poder mover la pierna que le tenía presa— ¡Suéltame ChanYeol!
— ¡No! Kris, no me siento capaz de quedarme solo con ellos. Necesito tu ayuda. Hay cosas que desconozco y aún tengo muchas preguntas que hacerte.
— Lo irás descubriendo con el tiempo. Solo no cometas una estupidez.
— ¿Como pretendes que no cometa una estupidez? ¡Soy neófito en este trabajo!
Intentaba zafarse inútilmente pues mi agarre era preciso y persistente. No iba a doblegar por nada del mundo. O eso creía. No contaba con que unas traviesas manos se acercaran a los costados de mi anatomía y comenzaran a mover sus dedos, activando mi sistema nervioso.
Solté una estruendosa risa comenzando a moverme en un intento por que esas manos se alejaran de mí sin necesidad de soltar la pierna de Kris. Pero resultaba inútil pues las cosquillas fueron subiendo hasta mi cuello encogiéndome de hombros, y pronto ya me encontraba luchando contra ellas yo solo, pues había soltado a mi compañero y Luhan se me vino encima acabando por hacerme caer al suelo aún siendo atacado por sus cosquillas.
Luhan era experto haciendo cosquillas, a pesar de que sus manitos eran algo pequeñas, sus dedos se movían rápidamente y eran tan suaves al roce de mi piel que me causaban escalofríos. Él también reía pues le parecía bastante divertido todo ello, o quizás lo había contagiado. Tomé con rapidez sus manos para detenerlo, intentando portar seriedad pero aún mantenía una sonrisa en mi rostro.
Intenté regular mi respiración y en seguida hablé.
— ¡Luhan! ¿Por qué hiciste eso?
Él cruzó sus brazos sobre mi pecho y recargó el mentón sobre ellos para observarme atentamente mientras yo seguía tumbado en el suelo.
— Porque Kris irá a comprarme un peluche. Y si lo detienes no podrá irse.
En ello fui tomado bruscamente del cuello de mi camiseta e impulsado a levantarme, tropezando un poco con el otro niño, sin embargo este se quitó en seguida al ver que me tendría que incorporar pese al jalón.
— ¡No detengas a mi novio! Tiene asuntos importantes que atender.
— ¿Tu novio? —Miré a Tao algo burlón pero él apretó más el agarre. Definitivamente tenía una obsesión por tomar el cuello de las camisas de las personas.
Bajó la mirada.
— Si, es mi novio. Pero no le preguntes porque aún no sabe nada.
Aproveché que estaba distraído y ensimismado por aquellas palabras que lo dejaron reflexionando sobre quién sabe qué, y me zafé del agarre rápidamente para correr hacia Kris quien ya se subía en el auto.
— ¡Oye! —Gritó Tao al percatarse de mi huida pero yo no me detuve.
Antes de que YiFan pudiese cerrar la puerta, la sostuve evitándolo rotundamente y él me miró entre molesto e indicando.
— ¿Ahora qué? ¡Tengo que irme ya, Park ChanYeol!
— Tengo que hacerte muchas preguntas.
Yo intentaba adentrarme en el coche para tomar su delgado cuerpo y sacarlo de ahí pero él en un ágil movimiento, colocó su zapato sobre mi mejilla, empujando mi rostro. Yo fui persistente, y extendí los brazos al frente intentando capturarlo.
— Tao puede responder tus preguntas. ¡Déjame en paz!
— ¿Qué? ¡¿Tao?!
Recibí un fuerte empujón y terminé cayendo sentado al suelo, llevando mi mano a la mejilla donde había quedado la marca de la suela de su zapato, quejándome por la incomodidad.
El rubio cerró fuertemente la puerta del auto y el taxista pisó el acelerador de inmediato. Yo me puse de pie con rapidez pero fue inútil, ya no podía detenerlo.
Suspiré exhausto, mi nueva vida recién comenzaba, y dudaba de que fuese demasiado sencilla para mí pues aún me sentía como si buscara una aguja en un pajar.
Volteé a ver a los niños. Estaban todos en fila; uno al lado del otro frente a la fachada del domicilio, mirando en mi dirección. Los examiné uno por uno, todos sonreían: La macabra sonrisa de Tao, Luhan con una sonrisa divertida. Xiumin parecía mostrarme sus dientes, emocionado, y Suho sonreía con nerviosismo mientras KyungSoo muy divertido soltaba suaves carcajadas en lo que jalaba el cabello de su hermano. A un lado Lay con una sonrisa dormilona pero que intentaba tranquilizarme.
Por último BaekHyun. Tantas sonrisas mostrándose ante mí y yo solo querían ver la de ese chico enmascarado. Insólito y egoísta. Quería ser dueño de sus sonrisas.
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