Capítulo 4. Versus
Me percaté de que la habitación de Luhan y la de Lay, tenían una puerta de por medio, de la cual emanaba una algarabía inconfundible.
Tomé una bocanada de aire y me ajusté los pantalones decidido a enfrentarme a la situación. En otra circunstancia habría tocado la puerta, pero los gritos del interior de la pieza no lo ameritaban. Así que severamente abrí la puerta de par en par y observé de qué se trataba todo eso.
La habitación era un desastre de ropa, sábanas, almohadas, algunos libros y un par de consolas en el suelo, una de ellas conectada a la pantalla plasma. No era tan terrible como la alcoba de Luhan, pero necesitaba también poner orden. Xiumin y Suho correteaban por la estancia, no era necesario especificar quién perseguía a quien, pero lo diré de todos modos.
Frente a mis ojos Suho corría por su vida gritando desesperadamente que lo dejase en paz, y suplicando que tuviese misericordia, mientras Xiumin corría tras de él saltando las camas y pasando ágilmente la carrera de obstáculos, sosteniendo entre dos de sus dedos... ¡una cucaracha!
— ¡No!... ¡Déjame! ¡Por favor Xiujmin...! —Suplicaba Suho cuando sus pies se enredaron en una sábana y cayó de rodillas al suelo.
El niño más alto no dudó en sentarse sobre su espalda riendo victorioso mientras sus intenciones eran depositar sobre la cabeza de su hermano el pequeño animal.
Los ojos de Suho se cristalizaron y comenzó a gritar despavorido intentando escapar del agarre. Cuando el animal se acercó a sus cabellos logré detenerlo a tiempo antes de que aquello acabase con la pobre cordura de Suho. Sostuve a Ximunin de la muñeca con firmeza pero sin lastimarlo, y cuando levantó la mirada hacia mí, entonces lo jalé con cautela para que se apartase de encima del chico.
Soy una persona con demasiada paciencia, pero no me agradan las injusticias; por ende, mi ceño se encontraba fruncido en desacuerdo.
— Xiumin. ¿Qué crees que le estás haciendo a tu hermano?
Al oír mi tono de voz grave, Suho dio un respingo y asustado se colocó de pie para esconderse tras mi persona, tallando sus ojos llenos de lágrimas. El agresor soltó una tenue risa.
— No lo 'creo', sé lo que hago. Reclamo mi premio.
— ¿Qué premio? ¡Dame eso!
Le arrebaté el animal. Por suerte era YO, por lo cual los insectos no me dan asco. Lo tomé con dos de mis dedos y levanté mi brazo para que el niño no fuese capaz de alcanzarlo.
— ¿Qué haces? ¡Devuelvemelo!
Jalaba de mi camiseta intentando escalar mi cuerpo, pero al ver que le era inútil, bajó rápidamente la mirada hacia su gemelo, quien se escondía tras de mis piernas y a penas se asomaba por un costado. Cuando sus miradas se encontraron, Suho dio un respingo y se ocultó por completo.
— ¡Todo es tu culpa! —Lo recriminó Xiumin y en breve comenzó a perseguirlo al rededor de mi cuerpo— Eres una nena. ¡Nena llorona!
Ante aquellos apodos, Suho no dejaba de lloriquear mientras corría en círculo, rodeándome con agilidad. Cuando el pequeño de ojos gatunos pasó por enfrente de mí, fue la oportunidad perfecta para tomar su cuerpo con uno de mis brazos —el desocupado— y alzarlo, de manera que las puntas de sus pies apenas rozaban el suelo.
Suho volvió a resguardarse a mis espaldas y Xiumin comenzaba a patalear. Forcejeaba para que lo dejase ir, pero quizás mi fuerza de voluntad era demasiado para él.
— ¡Suéltame!
— Lo haré si prometes dejar a tu hermano en paz.
Él no dijo nada y solo se cruzó de brazos quedándose quieto, con el ceño fruncido y las mejillas infladas cual pececito. Yo me incliné dejando que sus pies tocaran el suelo, pero no liberé mi abrazo, manteniendo el insecto lejos de él.
— ¿Te quedarás tranquilo?
— ¿Sino qué? —Me retó.
— Confisco los frascos.
No conocía sus debilidades, pero respondí al instante ya que momentos antes había observado las colecciones de insectos. El menor se mantuvo en silencio, y al cabo de unos segundos levantó la diestra en son de paz y yo lo liberé. Acomodó su pijama y se volteó para mirarme a los ojos aún de brazos cruzados, teniendo que levantar la cabeza pese a la diferencia de estratos.
— ¿Eres un titán?
Preguntó ahora más tranquilo, aunque no sé si solo intentaba evitar algún posible reclamo o un sermón de novelas.
— No es un titán, es un adulto. —Respondió mi pequeño compañero.
— Y el adulto en cuestión pondrá orden aquí. —Espeté decidido.
Suspiré exhausto acercándome a los frascos para guardar la cucaracha en el vacío, siendo seguido por Suho quien no soltaba mi pantalón en ningún momento. Por suerte, el más alto de los gemelos, se mantuvo en la misma posición, observando ceñudo cada una de mis acciones.
— Xiumin... ¿Puedes decirme por qué estabas atormentando a tu hermano? —Cerré la tapa del frasco mientras le miraba con la misma expresión que él me otorgaba a mi— Lo escuché decirle que te detuvieras. Si no le gustan los insectos, no puedes obligarlo a...
— Yo solo hice lo que me correspondía.
Torcí una mueca. No comprendía a qué se refería, así que con un ademán le invité a que me explicase.
— Hicimos una apuesta, y el muy llorón no cumple sus promesas.
Yo bajé la mirada hacia la 'víctima' del asunto y este solo se encogió de hombros agachando la cabeza sin decir nada.
— ¿Y en qué consistía la apuesta? —Me atreví a preguntar.
— Si yo ganaba, él debía dejar que le colocara un insecto en la cabeza. Y si yo perdía, haría todo lo que él me pidiera por el día de mañana.
Me explicó Xiumin, conociendo ya los resultados posteriores.
— Primero que nada... —comencé con mis argumentos, observando cómo nuestro agresor colocaba los ojos en blanco— ...Suho, no debes aceptar apuestas que te pongan en peligro psicológico, ni físico, mucho menos si sabes que no vas a ganarle —le advertí sin la más mínima expresión de disgusto, no como se la atribuía a Xiumin, pues el problema no era precisamente el más pequeño. Con los ojos aún cristalizados y las mejillas ruborizadas, asintió. Me volví hacia el más alto, y tensé mis facciones—. Y tú, Xiumin, deja de torturar a tus hermanos. ¡Por el amor de dios! Debes colocarte en los zapatos de los demás...
— Ya me he puesto sus zapatos, y no me quedan... —Mascullaba para sí mismo.
— ... Y entender que no le puedes hacer a otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
— Pero a mí si me gustan los insectos...
— ¿Siquiera estás prestándome atención? —Levanté un poco más la voz tratando de portar autoridad, pero el otro no hizo el más mínimo movimiento.
— Hmp.
Suspiré pesado pasándome una mano por el rostro como si estuviese llena de agua, pero solo quería quitarme de encima los contratiempos para volver a empezar.
— Se hace tarde, será mejor que se acuesten a dormir.
Señalé la litera un poco más tranquilo, pero Xiumin se dirigió a la consola ignorándome por completo. Tomó el comando y comenzó a jugar despreocupado, sentado frente a la pantalla plasma. Una vena me resaltó en la sien y mi ceja izquierda adoptó un tic nervioso. Volteé hacia el más pequeño y me dirigí a él.
— Échame una mano. —Me vi en la necesidad de suplicarle, inexperto en el tema.
Suho lo pensó un poco y me hizo una seña para que me inclinase, al parecer tenía un secreto que contarme. Con sus dos manos cubrió los costados de su boca y se acercó a mi oído.
— Le gustan las apuestas, y siempre cumple lo que dice. Si usted le gana en el videojuego, seguro se irá a dormir.
Yo lo comprendí a la perfección. ¡Que mente tan brillante! Erguí la espalda y le revolví los cabellos, causando en él un pequeño rubor.
— Gracias pequeño.
Tomé una bocanada de aire y me acerqué caminando hacia el gamer, guardando las manos en mis bolsillos.
— Xiumin hagamos una apuesta.
Le sugerí, e inmediatamente escuchó estas mágicas palabras, colocó pausa al juego observándome con vehemencia y una sonrisa maquiavélica.
— ¿Y? ¿Qué apuestas?
— Si yo gano, irás directamente a la cama.
— ¿Y si pierdes? —Lo pensé un poco pero ni siquiera me dio chance de hablar cuando interrumpió— Te comerás una cucaracha.
— ¿Qué? Hyung... no puede aceptar eso... —Sentía los jalones en la parte de atrás de mi camiseta por parte de Suho.
Yo lo ignoré por completo.
— Acepto.
— ¡Hyung!... ¿Dónde quedó el ejemplo...? —Lloriqueó preocupado caminando hacia la cama para sentarse sobre ella abrazando sus piernas, con la mirada puesta sobre nosotros dos.
Xiumin se notaba confiado y complacido. Me entregó el P2 y se fue al menú mientras yo tomaba asiento en el suelo a su lado. Luego de asistir las configuraciones, llegamos a la selección de personajes. Él escogió al parecer al más grande, y yo me conformé con uno de contextura delgada. Permití que seleccionara el campo de batalla de su conveniencia; se trataba de una nave espacial suspendida en el aire, con un precipicio a cada lateral. El riesgo de la pelea, era caer, cosa que restaba una vida por vez. Cada player constaba de tres vidas, y cuando el juego dio inicio, lo que hice fue lanzarme por el precipicio un par de veces.
— ¿¡Que haces, Hyung!? ¡Vas a perder!
Se notaba la preocupación en la voz de Suho, y posteriormente la risa del otro niño.
— Tonto...
Musitó y comenzó a atacarme para hacerme caer por una tercera vez y ganar sin esfuerzos, pero yo me defendí, esquivé y lo agredí —a su personaje, claro está— sin misericordia alguna.
Su manera de jugar era avanzada, y especulando en mi cabeza, para Suho debió ser muy difícil darle la competencia. Yo continué, lo hice caer al menos una vez, pero volvió a atacarme con mayor potencia. Hice varios combos y al cabo de minutos, volvió a caer. Ahora estábamos empatados, con una vida cada uno, y mi personaje agotado de tanto aguantar. Esquivé y me defendí esperando que cobrara algunas energías y volvía a combinar movimientos, hasta que me descuidé, y de varios ganchos, me mandó a volar haciéndome caer por el precipicio.
— ¡Noooooo! —Chilló el otro.
— ¡Si! ¡Si, si, si! —Celebró Xiumin colocándose de pie mientras hacía un baile extraño bajo la preocupada y decepcionada mirada de Suho— ¡Te gané! Gané gané... —Soltó una fuerte carcajada antes de colocar su mano sobre mi hombro en forma de consuelo— Tienes un largo camino que recorrer, mi joven titán. —Se carcajeó cubriéndose la boca, mientras iba en busca del frasco.
La melodía del ganador sonaba en la TV, con un "WIN" sobre la cabeza del personaje, y este se encontraba bailando, mientras el perderdor en el fondo se lamentaba. Esas eran las animaciones. Suho abrió los ojos de sorpresa y yo me coloqué de pie estirando un poco mis brazos.
— Bien, niños... a la cama.
— Alto... —Se deslizó con las medias por el piso hasta quedar frente a mí, agitando el frasco frente a mi rostro— Tenemos un trato.
Espetó astuto y yo asentí despreocupado.
— Así es. Tenemos uno.
Caminé hacia Suho quien me esperaba sonriente ya acomodado bajo las sábanas.
— ¡No huyas cobarde!
Exclamó mientras yo depositaba un beso sobre la cabeza de Suho y este solo mantenía su impecable sonrisa. Yo volteé a verlo.
— Tú eres quien no debería huir.
—¿Eh?
Frunció el ceño y se acercó a la pantalla abriendo sus ojos como platos. Su labio inferior tembló y sus palabras se atoraron antes de ser emitidas.
— ¿Pe... pero cómo? Se supone que tú... ¡Tú fuiste el primero en caer! —Me miró desconcertado, con pavor, sin comprender a que venía todo aquello.
— Es cierto, pero mira. El juego dice que yo soy el vencedor —Xiumin apretó el frasco entre sus manos y frunció el ceño. Me coloqué de pie—. Yo hice la mayor cantidad de combos y me defendí con los mejores ataques. La puntuación más alta es mía.
Guardé las manos en mis bolsillos y le miré sonriente. Él parecía cada vez más frustrado, quizás no estaba acostumbrado a perder.
— Pero te caíste al precipicio dos veces.
— Eso fue una distracción. Estabas tan ocupado intentando hacer que cayese una tercera vez para acabarme de la manera más fácil, que no te preocupaste por jugar bien. Pero yo te di la pelea, no iba a dejártelo fácil. No contabas con que yo sabía jugar; conozco todos los combos y trucos de todos los personajes. Me he pasado todas las sagas completas con los puntajes más perfectos. No te imaginabas que soy un fanático de los videojuegos, ¿no?
Suho soltó una suave risa y se acurrucó en su lugar. El otro niño bufó con fastidio y dejó el tarro en la mesa. Se acercó a la consola y la apagó luego de hacer lo mismo con la TV. Se acercó resoplando con pasos firmes hasta la escalera adjunta a la litera, para llegar a la parte de arriba y meterse bajo las sábanas de mala gana.
Me acerqué para arroparlo cuando observé que sacaba su consola portátil y pretendía jugar con ella.
— Oye. Deberías cumplir con la apuesta y hacerle frente. No puedes estafarme. Gané limpiamente...
Ahora yo me sentía indignado. Suho me había asegurado que Xiumin siempre cumplía con sus apuestas.
— Eso hago —Me miró aún con su mohín en los labios—. La apuesta fue claramente que me iría a la cama, no que dormiría.
Me congelé por completo. Ahora que lo recordaba, era cierto. El pequeño tenía razón. Que astuto resultó ser. Me iba a volver loco en ese lugar y ahora quien estaba frustrado era yo. No podía simplemente decirle que jugásemos otra partida para apostar nuevamente.
Cuando sentí tirones en mi pantalón, me incliné hacia la cama de abajo para escuchar lo que Suho tenía que decirme.
— Xiumin no va a dormirse ahora. Tiene demasiada energía. Es aterrador. —Me informó preocupado.
— Eso no me ayuda mucho.
Exhalé acariciando su cabello en señal de agradecimientos e intentando que se despreocupase, pues ya se me ocurriría algo. Y efectivamente, una bombilla se encendió sobre mi cabeza. Erguí mi cuerpo y me asomé para ver a Xiumin. Este dejo de mirar la pantalla de su consola y me miró curioso.
— Te propongo un trato, enano. —Sonreí ladino cruzando las manos sobre el colchón.
Al oír la manera tan segura con la cual me dirigía hacia él, el apodo contraatacante y la idea de un trato, activó sus sensores. Se acomodó de lado y sonrió con interés.
— Suéltalo...
— ¿Quieres que te enseñe a jugar? —Cómo esperaba, sus orbes gatunos se abrieron en par y me pareció presenciar un brillo en ellos— Te mostraré los trucos ocultos y todos los combos. Te daré un duro entrenamiento, ¿aceptas? —Moví mis pulgares con agilidad como si tuviese un comando en las manos y Xiumin dio un brinco quedando sentado.
— ¡¿En serio me enseñarás?! —Su sonrisa no podía amplificarse más.
— Shh... —Lo invité a que volviese a acostarse y lo cubrí con la manta—. Por supuesto. Luego tenemos que hacer la revancha a ver si podrás vencerme.
Sabía que aquello resultaba una gran motivación para él. Tal como los protagonistas de las series de aventura, que eran entrenados para superar a su maestro. Xiumin ahora se notaba emocionado.
— Pero con la condición de que duermas cuando yo te lo pida. Tienes que recuperar energías —no sé si para él era posible tener más— y así poder comenzar mañana cuando regreses de la escuela.
Asintió enérgico.
— Wow —se mordió el labio inferior extendiéndome su mano—. Hecho.
Tomé su diestra para estrecharla y le revolví los cabellos. Este sonrió antes de acurrucarse y cerrar sus ojos con fuerza para demostrarme que realmente intentaba dormir. Cosa que me dio mucha gracia, y así decidí confiar en él.
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