Capítulo 19. Sentimientos encontrados



Actualicé rápido, ¿no? Me inspiré y tuve tiempo para escribir. Fue una suerte total. Lo que no está a mi favor es que no tengo wifi. El cap lo culminé hace como cinco días, pero no había podido subirlo.
Espero que les guste. No sé si pueda volver a actualizar así de rápido porque ya estoy comenzando mi proyecto y cada vez me quita más tiempo. Sin entretenerlos más, los dejaré leer.



Luhan fue suspendido por una semana. No estuve de acuerdo pero me mantuve callado en casi toda la charla entre la subdirectora y yo, la cual se resumía en ella pidiendo que por favor 'domesticara' al estudiante antes de introducirlo en un ambiente social.

Tomé mi chaqueta y de mala gana, pero sin perder la cordialidad, salí de su oficina dando un portazo.

Exhalé buscando mi paz interior y volteé a ver la banca en el pasillo, adjunta a la puerta por la cual había salido. Ahí se encontraban Luhan y Sehun platicando amenamente. La mirada del mayor brillaba de solo prestar atención a las palabras del niño, que podía imaginar las ocurrencias abordadas.

Hasta que Sehun se encontró con mi mirada y ambos voltearon a verme. Me acerqué serenamente. El niño de un salto bajó de la banca y fue corriendo hasta mí para abrazarme, siendo amenazado por el pasante.

— No corras Lú. Aún no te has recuperado del todo.

Lo tomé en brazos y levanté a la altura de mi pecho, tratando de mostrarle al menos una sonrisa. Aunque mi humor de perros no pudo pasar desapercibido por el pequeño Byun.

— Yeolie... ¿sucede algo? —Ladeó su rostro mirándome con suma curiosidad. Negué con la cabeza algo distraído—. ¿Es por mi culpa?

— ¿Qué?... No, no, Lúlu... tranquilo. —Aseguré con prisa y nerviosismo.

— Luhan, no puedes culparte por todo lo que ocurre a tu alrededor —esta vez fue Sehun quien participó en la plática—. Hay cosas que simplemente no podemos evitar que sucedan. Como el hecho de que tu niñero haya nacido con cara de virus alienígena.

El niño soltó una carcajada y yo solo pude aseverar a mi amigo con la mirada, aunque pronto mi expresión ceñida comenzó a relajarse, pues escuchar la risa de Luhan definitivamente era música para mis oídos.

— ¿Cómo te sientes?

— ¡Bien! Solo cuando salto me duele la cabeza. —Él se aferraba a mi cuello mientras me mostraba con una amplia sonrisa su pequeña dentadura.

— Luego del golpe que te diste, no es para menos.

Hicimos una especie de confabulación en la que preferimos obviar ciertos detalles y hacerle creer al pequeño que la realidad era otra. Por los momentos, las cosas eran mejor así.

Recuerdo a Tao comentándome sobre la excusa que le atribuían a cada episodio que padecía el niño. Le hacíamos creer a Luhan sufría de narcolepsia, razón por la cual supuestamente se desmayaba en ocasiones. Por ende hicimos uso de esa mentira blanca para inventarle que se había dormido y caído sobre una roca cuando jugaba en el parque. Era lo más digerible hasta ahora. Luego nos haríamos cargo de los pormenores.

— Deberás tener reposo de una semana. —Añadí lanzándole una mirada cómplice a mi compañero, y este lo entendió por completo. Era el tiempo que habían suspendido a Luhan por la falta cometida, alegando que hasta entonces debía mejorar su comportamiento o de lo contrario se tomarían medidas más drásticas como la expulsión definitiva.

— Ohh... —Hizo una mueca entristecido— Voy a extrañar la escuela.

— Eres el único niño que conozco al que le gusta la escuela. —Enarcó una ceja el pasante.

— Es porque en la casa siempre estoy encerrado —agachó la cabeza—. La escuela es como un parque de diversiones. Siempre hay algo que hacer, dibujar, jugar, cantar, aprender... eso es divertido.

— En casa también puedes hacer eso ¿no?

— Da igual. En ambos lugares juego solo.

— Creí que jugabas con D.O... —Cuestioné confundido.

Él negó con la cabeza.

— D.O es el que juega conmigo.

Suspiré.

— Literal... —En realidad, KyungSoo jugaba con todos. Éramos parte de su monopolio.

La campana que anunciaba el fin de la jornada repicó por todos los corredores, y fue cuestión de segundos para que los estudiantes comenzaran a caminar de aquí para allá, algunos para cambiar de aula, otros para irse a su casa.

— Bueno, creo que ya es hora de irnos...

Luhan comenzó a removerse entre mis brazos, buscando bajarse de estos, y así lo permití. Sehun se acercó a mí para hablarme y el pequeño distraído fue a subirse en la banca para alcanzar a ver los ilustrados que decoraban una cartelera.

— Deberíamos reunirnos con Kai alguna vez. —Invité con nostalgia.

— Hace tiempo no sé nada de ese ser.

— He estado trabajando con él. Ya sabes... sigue igual de atolondrado que siempre.

— No esperaba menos —correspondió a algunos estudiantes que le saludaban al pasar a su lado, incluso un grupo de chicas que parecían desvivirse por él. Bueno, debo admitir que mi compañero es bastante atractivo, pero lo despistado que es a veces no le ayuda en mucho.

Puedo contar las relaciones de Sehun con un par de dedos, y decir que ambas terminaron porque confundía sus nombres u olvidaba la fecha de aniversario. Cosas triviales, pero es que Oh Sehun era una persona casual.

— Estaré libre hoy a partir de las seis de la tarde —continuó—. ¿Qué tal si nos encontramos en aquel cafetín?

Soslayé una sonrisa, totalmente complacido por la invitación. Para empezar no me esperaba que Sehun hiciera un espacio en su agenda para salir con nosotros ya que, la última vez que fuimos a divertirnos, apenas culminábamos nuestro último año de instituto. Y no podría decirse que iremos a divertirnos, a embriagarnos o de fiesta. Solo nos citaríamos en nuestra cafetería favorita. Ese lugar de encuentro en el cual pasábamos horas hablando luego de clases cuando apenas éramos unos adolescentes.

— Perfecto. Le avisaré a JongIn. También necesito hablar con él.

Mi rostro adoptó efímeramente un aire de tensión que no pasó desapercibido por el rubio.

— ¿Ocurrió algo?

— Te daré los detalles luego —concluí con prisa y él asintió sin darle más vueltas al asunto—. Luhan...

Volteó a verme comprendiendo que ya era hora de regresar a casa y bajó cuidadosamente del asiento, mirando previamente a Sehun quien con un gesto le recordó que debía ser muy cuidadoso. El pequeño era realmente muy obediente, no podía imaginarme una faceta agresiva de su parte.

— Lú, ven aquí un momento —le sonrió agachándose en el suelo para estar a su altura. El aludido muy curioso se acercó hasta quedar frente a él—. Escuché por ahí que te gusta mucho el chocolate... —el niño asintió. Sehun sacó del bolsillo de su bata una barra de chocolate mediana, y se la entregó de forma clandestina. Como si yo no pudiera haberme dado cuenta—. Toma... —musitó— ...es un regalo de mi parte, por ser un niño tan maravilloso.

Luhan sorprendido y emocionado le observó sin inmutarse. A casi nada de no creer todo lo que ocurría. Sus mejillas enrojecieron notoriamente y bajó la mirada apenado, conforme jugaba con sus manos sin terminar de aceptar el obsequio.

— Quiero que sigas siendo el pequeño carismático de siempre ¿si? Y no olvides que no tienes nada que deberle a nadie.

Esas últimas palabras se quedaron grabadas en mi cabeza.

Pude observar cómo se abalanzaba sobre el pasante en un fuerte abrazo, rodeando su cuello, y posteriormente dejaba un sonoro beso en su mejilla.

— ¡Gracias, Sehun!

Este revolvió sus cabellos otorgándole por fin la barra de chocolate y se incorporó nuevamente. Luhan se apresuró a mi lado, muy entusiasmado tratando de leer el nombre de aquel dulce. Hice una seña de despedida hacia mi viejo amigo y finalmente nos retiramos del lugar.

— ¿Por qué le dices Sehun? Es el doctor de tu escuela, debes hablarle con más respeto.

— Él dijo que podía llamarlo por su nombre.

Abrí mis ojos con sorpresa. Al parecer esos dos ya habían fomentado la suficiente confianza como para tutearse.

Esperamos en la salida a que se acercaran los gemelos y Lay, para así irnos todos juntos a casa. Tomamos el autobús, y en menos de diez minutos ya abríamos la puerta de nuestro hogar.

El primero en recibirnos fue BaekHyun, quien se abalanzó sobre el chiquillo para abrazarlo con fuerza. Se notaba en su rostro la preocupación palpable que había estado conteniendo en nuestra ausencia. Más atrás de él, Tao en ascuas también vino a verlo.

— ¡Lulú! ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?

Baek se separó de él para mirarlo también, a espera de una respuesta.

Con la suficiente madurez respondió.

— Me dormí solito de nuevo y me golpeé la cabeza —sonrió avergonzado llevándose una mano a la zona lastimada—. Parece que lo bueno de todo es que no iré a la escuela por una semana —no estaba del todo convencido con su última afirmación— ¡Ah! ¡Miren! Sehun me regaló chocolate. —Les mostró con entusiasmo su regalo.

— ¿Sehun? ¿Quién es Sehun?

Tao y BaekHyun voltearon a verme.

— Un amigo que está haciendo las pasantías como psicólogo de la institución...

— ¿¡Que!? —Interrumpió de inmediato—. ¿¡Lo dejaste en manos de uno de tus amigos? —Suspiré suponiéndome su reacción— Si es como ese tal JongIn, no quiero ni imaginarme lo que le hará a mi pobre Lulú.

Lo abrazó con fuerza pero sin intenciones de lastimarlo, provocando que su mejilla izquierda se viera apachurrada por el apretón.

— Pero... es mi doctor. —Pronunció como pudo.

— Independientemente de si lo es o no... no puedes dejarte atender por cualquier loco. —Lo tomó firmemente de los hombros, preocupado por su bienestar.

— ¡Él no es loco!

Todos en la estancia nos sorprendimos ante su declaración.

— Es... —Su rostro enrojeció notoriamente— ...es lindo. —Casi puedo jurar haber visto de sus orejas salir vapor de lo rojo que estaban sus pómulos.

Me quedé estupefacto. Creo que el rostro de todos era un poema en ese momento. BaekHyun me observó en busca de respuestas, pero al contrario la mirada de Tao era retadora.

Demonios, ¿por qué yo siempre debía estar involucrado en todo?

El ambiente de tensión fue interrumpido por el repentino accionar del pequeño, quien se escapó del agarre de su hermano mayor y huyó escaleras arriba. Como era de costumbre, mi reflejo fue ir tras de él, pero BaekHyun se me adelantó, para mayor sorpresa. Me detuve volteando a ver a Tao, y este solo suspiró enfurruñado, con las manos sujetas sobre su propia cintura.

— Creo que el indicado para atender este caso, es BaekHyun.

[...]

No pude evitarlo, la curiosidad me mataba. Así que poco después de que Tao se distrajera preparando el almuerzo, los gemelos se perdieran por los pasillos de la amplia casa, y Lay fuese a tomar su siesta, subí las escaleras y me asomé cuidadosamente por la ranura de la puerta del cuarto de Luhan, que se encontraba entreabierta y a través de la cual se podía escuchar unas carcajadas inconfundibles.

Pude observar como Luhan se removía inquieto entre las sábanas de su cama conforme era víctima de un ataque de cosquillas que le propinaba su hermano mayor.

Cuando la faena dio por finalizada, el pequeño con la respiración agitada comenzó a tomar asiento. Sus mejillas estaban rojas debido al exhaustivo esfuerzo de reír.

— ¡Justo así se siente mi estómago! —No comprendí a lo que se refería, así que seguí atento a las posteriores acciones.

BaekHyun tomó su pequeña manito y lo ayudó a que se la colocara en el pecho para poder sentir el ritmo cardíaco acelerado. El infante le miró sorprendido, permaneciendo callado por unos largos segundos, aún con la respiración arrítmica.

Posteriormente el siguiente destino de la pequeña mano de Luhan, fue el pecho de BaekHyun, donde al parecer el pulso también era veloz. El menor ladeó su cabeza con curiosidad, tardando escasos segundos para poder por fin comprender a su hermano.

— ¿¡Tú también te sientes como yo!?

El mayor asintió con la cabeza, esbozando un tierno gesto. Tal vez el niño no entendía del todo aquella ocasión, y solo podía observarla con ojos inocentes, pero yo comprendí a lo que se refería Baek, así que involuntariamente se me escapó una sonrisa.

Ese sentimiento cosquilludo que te remueve todo el cuerpo y provoca que se te acelere el corazón... es sinónimo de felicidad. Cuando la compañía de una persona es capaz de llenarte por completo, entonces eres feliz a su lado. Lo conozco por experiencia.

Con una pequeña sonrisa de picardía, Luhan se acercó lo suficiente al rostro de su hermano, esperando poder susurrar con comodidad y ser escuchado.

— Se quién es esa personita...

BaekHyun abrió sus ojos muy atento a las posteriores palabras.

—... ¡ChanYeol! —El mayor dio un pequeño respingo del susto colorándose inmediatamente sus mejillas—. ¿¡Que haces aquí!? —Baek confundido volteó a ver y si, efectivamente yo me encontraba asomado por la puerta. Así que notoriamente avergonzado volvió su rostro dándome la espalda—. ¿Nos estabas espiando? —Hizo un mohín cruzándose de brazos.

Me sorprendí al instante, apresurándome a negar rotundamente.

— Solo pasaba a saber cómo te sentías —a todas estas, aún me encontraba en la misma posición que había sido pillado—. Lo siento, no quise espiar. —Mentira.

— Tranquilo —me dedicó una sonrisa—. ¡Pasa! —Dio ligeros saltitos en la cama evidentemente emocionado.

Torcí una mueca y miré a BaekHyun. Ni se inmutaba a la situación. Tomé una bocanada de aire e ingresé serenamente a la alcoba. Me acerqué a la cama para tomar asiento al lado de Baek, y Luhan no perdió el tiempo en acercarse gateando hasta mí, interesado en platicar conmigo también.

— Yeolie... —Comenzó hablando con timidez.

— Si, dime.

— ¿Puedo querer a Sehun?

— ¿Te gusta Sehun? —Inquirí algo burlón pero enternecido de observar su actitud.

El niño abrió los ojos y su rostro se tornó más que rojo. Negó con rapidez y esquivó mi mirada.

— Sehun me hace sentir bien —Baek y yo lo mirábamos atentos—. Creo que piensa como yo. ¡Tal vez podamos ser muy buenos amigos!

Solté una suave risa y acaricié sus cabellos.

— Tienes razón, Lú. Estoy seguro de que podemos confiar en él —él bajó la mirada jugueteando con sus manos—. No tienes por qué avergonzarte de ello, ¿mh?

— Pero... a Tao no le gusta.

Exhalé profundo. Si, Tao era un caso serio.

Antes de yo poder tomar la palabra, observé un dedo que tocaba esa zona en el pecho del niño, justo donde se encontraba su corazón. Miré a BaekHyun y sonreí secundando su opinión. Comenzaba a sincronizarme con sus pensamientos.

— No importa lo que los demás digan, Luhan. Son tus sentimientos. Si a ti te hace feliz, entonces adelante —su hermano mayor levantó la mirada encontrándose con la mía—. No creo que Tao tenga problema con ello. Es solo... que ha estado muy preocupado por ti. Por eso reaccionó de esa manera.

El pequeño, recuperando su usual energía, irguió su cuerpo muy contento para tomar la palabra.

— ¿Quién te hace feliz a ti, ChanYeol?

— ¿Eh? —Muy bien, la pregunta nos sorprendió a ambos. Sonreí nervioso pero traté de responder lo más natural posible—. Todos ustedes me hacen muy feliz.

Luhan pareció complacido, hecho que me demostró acercándose a abrazarme con fuerza por alrededor del cuello.

Mi atención involuntariamente se desvió hacia mi acompañante, quien se hallaba cabizbajo, ocupado en el movimiento de sus pies.

— ¿No abrazarás a Yeolie, Baek? —La pregunta del infante llamó la atención de ambos—. Dijo que lo hacemos feliz. —Abultó ligeramente su labio inferior.

— Ah, no es necesario, Lú —Reí abochornado— No hay por qué agradecer, sabes que yo...

— Ven. —Alargó tomando a BaekHyun de la muñeca para jalarlo un poco.

El aludido, bastante confundido, trataba de negarse sin ser demasiado brusco. En ocasiones se encontraba con mi mirada y la esquivaba inmediatamente, provocando que esa timidez me fuese contagiada, por ende yo también acababa agachando la cabeza.

— Bueno, —interrumpí con prisa— solo venía para saber de ti —Luhan me miró confundido deteniendo el ataque hacia su hermano mayor—. Tengo cosas que hacer, así que me retiro.

Soltó a BaekHyun lentamente y me miró suplicante conforme yo buscaba ponerme de pie. Claro, teniendo que quitármelo de encima primero. Estos niños tenían una manía de escalar mi cuerpo, como si yo fuese un monumento.

— Quédate con nosotros, Yeolie. Tú eres divertido. ¡Como un parque de diversiones!

Traté de ignorar su ofensivo comentario.

— Seguiremos hablando luego, ¿si? Los dejaré solos.

Sonreí por última vez antes de dirigirme hacia la puerta y salir de ahí.

Luhan suspiró frunciendo el ceño y volteó a ver bruscamente a su hermano. El mayor se sorprendió por aquella mueca de enojo.

— Necesitas ver más películas de princesas, BaekHyun.

[...]

Me pregunto si BaekHyun hubiera sido capaz de abrazarme en ese momento.

Me quedé un instante recargado a la pared del corredor, justo al lado de la puerta de la habitación de Luhan. Suspiré exhausto y apoyé mi cabeza al muro.

Mentiría si dijera que no quería abrazarlo. Mi corazón se había acelerado en ese momento y sentí cosquillas en mi estómago. Entonces es eso. BaekHyun me hace sentir feliz. Es una persona tan misteriosa... tal vez eso sea lo más atrayente de él. Me siento cómodo a su lado pero a la vez en ascuas. Tan impredecible pero manejable. Como un libro abierto difícil de leer. Es su propia contradicción. Tan diferente a lo usual.

Por milésima vez mis pensamientos provocaron que resbalara una sonrisa inconsciente. Pero fui interrumpido por un sonido seco que me tomó desprevenido.

Espabilé en dirección hacia mi alcoba. Así que con prisa me acerqué hacia ella. La puerta estaba abierta. Bastó asomarme para ver una caja tirada en el suelo, derramando papeles por todas partes, y un pequeño niño que trataba de comerse una de estas hojas.

— ¡KyungSoo! —Gruñí yendo hacia él para recogerlo del suelo y sacarle aquel papel de la boca—. ¿Quién te dejó entrar aquí? —Comenzamos a forcejear por ver quien tenía el poder de la hoja. Él soltaba quejidos y gritos en vista de que estaba perdiendo la batalla—. ¡Demonios! Ni si quiera puedo pedirle un favor bien hecho a Tao. ¿Qué clase de hermano mayor es?

Por fin le quité la hoja de las manos, obteniendo como respuesta un estruendoso llanto que me aturdió los tímpanos. Fruncí una mueca de fastidio tratando de amoldarme a su berrinche y comencé a mecerlo para que me tuviera paciencia.

— ¿Qué es esto, niño? Mira todo este desastre.

Las cajas que se encontraban en mi closet las había tumbado y sacado todos los documentos del doctor Alam, que no eran más que registros de pacientes con sus respectivos casos. Pero algo me dio curiosidad. Era que entre todo ese papeleo estaba una fotografía, esa que le había tenido que sacar de las manos a KyungSoo. La volteé para ojear su contenido:

Un grupo de adultos se habían tomado una foto grupal. Deducía que había sido tomada hace varios años pues tanto el color, como la calidad y la foto ya estaban un poco desgastados. Pude reconocer al doctor entre esas personas también. Lucía igual, salvo que no tenía la barba que lo caracterizaba.

Ese hombre... ¿A que había estado jugando todo este tiempo? A estas alturas, ya no podía confiar en la persona que creí conocer.

Justo al lado de ese personaje, una mujer de facciones conocidas había captado mi atención. Se parecía a alguien, pero no lograba reconocerla del todo. A demás que la calidad de la fotografía hacía ver un poco borroso su rostro. Tal vez alguna de las asistentes que vi alguna vez, pero el Doctor parecía no haber cambiado nunca. Esa foto debía ser de al menos quince años atrás.

KyungSoo había dejado de llorar por entretenerse con mi cadena, esa misma que aquel hombre me había regalado una vez cuando era adolescente. Me repugnaba ahora. Debería solo quitármela de una vez por todas. Evitaría que el bebé la tomase... pero servía para mantenerlo ocupado mientras. No quería que rompiera a chillar otra vez.

Lo senté cautelosamente en la cama. Al principio hizo un ademán para ponerse a llorar, pero me quité la cadena y se la entregué para que se distrajera.

— Yo debería estar haciendo algo por mi vida en lugar de jugar al padre en esta casa de muñecas. —Mascullé de forma infantil mientras apilaba todos los documentos esparcidos por el suelo y volvía a introducirlos en la caja.

Todo marchaba bien, hasta que un nombre conocido llamó mi atención.

¿Xiao LuHan?

Me detuve un instante para ojear ese nombre. ¿Qué su apellido no era Byun?

Lentamente, como si hubiese entrado en una especie de trance, me incorporé y senté sobre la orilla de mi cama para leer con calma.

Mis ojos se abrieron de sorpresa al encontrar un dato que, a saber si empeoraba o aclaraba las cosas, no lo podía asegurar. Solo era verídico el hecho de que Luhan no era hijo del doctor Alam.

Aquella hoja contenía los documentos de adopción. Pero... ¿Por qué él tendría la necesidad de adoptar otro niño?


Se me había olvidado decirles. O mejor dicho, si lo había hecho,por Instagram... pero me gustarías comentarles por aquí...
Una lectora escribió un One-Shot de mi fanfic, se llama "Cuando ChanYeol los llevó a Kidzania". Es hecho por @Creppie Está genial, sé que les va a gustarmucho. Es como un fanfic de mi fanfic[¿]. Hace referencia a lahistoria pero no altera la misma. Deberían pasarse por ahí y darle mucho amor.Creo que toda esa creatividad se lo merece.

Nos vemos en la próxima.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top