Capítulo 16. Byun Baek Hyun

[Créditos por la hermosa imagen a justmaryfer]

<<POV BaekHyun>>

Recuerdo despertar en una fría habitación de blancas paredes. Al lado de una cama vacía y rodeado con extraños artefactos de los cuales uno de ellos soltaba una especie de pitido acompasado.

Me sentía terriblemente débil. Todo mi cuerpo pesaba y dolía. Estaba aturdido, sumergido en una especie de transe donde no coordinaba nada, cual astronauta flotando en la luna.

Desorientado miraba hacia todos lados. Tenía un suero puesto en mi antebrazo, una máscara de oxígeno, un yeso en mi pierna derecha, vendas por varias partes de mi cuerpo incluyendo la cabeza, y estaba completamente solo, para rematar. Sin nadie que me diese una explicación o me brindase seguridad en este mundo que ahora me resultaba tan ajeno.

Desconocía la razón por la cual me encontraba ahí, y sumando todo lo anterior, comencé a desesperarme.

Para mi suerte, alguien entró pronto en la habitación, inmutándome antes de cometer alguna estupidez.

Mi vista acuosa no me permitió identificar al intruso hasta luego de que se acercara a mí con desespero.

— ¡Baek! —Depositó sus manos sobre la camilla para poder asomarse— BaekHyun... despertaste. —Sonrió aliviado.

Intenté reincorporarme pero mi cabeza comenzó a doler, haciéndome soltar un leve quejido. En vista de ello, el niño de oscuros cabellos me sostuvo evitando que lo hiciera.

— Tao... —Supliqué por una explicación.

— Sí. Soy yo. Todo estará bien.

Ni él se notaba muy convencido.

— ¿Qué ocurrió? ¿Por qué estoy aquí? —No quise llorar pero mis labios comenzaron a hacer pucheros en mi intento por retener las lágrimas, las cuales no demoraron en comenzar a caer como cascadas, soltando leves hipidos.

Era frustrante tener tantas heridas que te inmovilizaban y desconocer su procedencia.

— ¿No lo sabes? —Me miró sorprendido y preocupado.

— Quiero irme a casa. —Comencé a llorar un poco más fuerte, limpiando con el antebrazo de mi brazo más 'sano' la zona de mis ojos para retirar aquella molesta agua que no me dejaba ver bien a mi hermanito.

Tao me miro perplejo y algo apenado antes de hablar en un tono de voz muy bajito.

— Nuestra casa fue... destruida ¿recuerdas?

Le miré sorprendido y negué con la cabeza. El desespero de momentos antes volvió a mí. ¿Qué había ocurrido? ¿Qué era todo esto? ¿Dónde estaba? Era tan frustrante de pronto despertar y que tu vida se volviera diferente.

— ¿Dónde están papá y mamá?

Me atreví a preguntar luego de reaccionar un poco pero ahora que trataba de pensarlo. No podía recordar ninguno de sus rostros, ni quienes eran, ni cómo se llamaban. Sin embargo era consciente de que tenía unos. Se supone que todos los niños tienen papá y mamá, ¿no?

El mayor comenzó a ponerse nervioso, buscando las palabras que necesitaba pero fue interrumpido.

— Yo...

Pronto abrió la puerta una enfermera, quedando pasmada al observarme. Se acercó a donde yo me encontraba para verificar ciertas cosas que requerían atención médica, como mi tensión, temperatura, chequeó con un estetoscopio los sonidos de mi pecho, abdomen y cuidadosamente en mi espalda.

— ¿Cómo te sientes? —Preguntó de forma maternal.

— Bien... creo. Me siento muy cansado.

— Estás muy débil. Tu cuerpo a penas se nutre por el suero —señaló el agua de esa botella que guindaba en una especie de perchero para bebidas— necesitas comer algo. Te traeré un almuerzo de la cafetería.

— ¿Por qué no he comido?

— Estuviste durmiendo por cuatro días, cariño.

— ¿¡Eh!? —Exclamé aturdido. ¿Cómo alguien podía dormir tanto?

— Luego del accidente estuviste en coma por algunos días. O mejor dicho... —decidió explicarse en términos que un niño de seis años pudiera comprender— ...te desmayaste por largo tiempo.

Permanecí en silencio, distante, con la cabeza puesta en otro universo lejos de todo ese desenfrenado ataque de información. Dejé de escuchar todo a mí alrededor, ensimismado en mi propia distorsión.

No obtuve más respuestas por el momento. Lo único que lograba comprender es que tuvimos un accidente. Tao y yo quedamos en el hospital a causa de un incendio en nuestra casa, aunque él parecía ser el menos afectado. Solo tenía algunas raspaduras y quemaduras de primer grado. Sin embargo no volvió a tomar la palabra.

Sentí que algo me ocultaba.

No sabía dónde estaban nuestros padres, hasta que después de una serie de exámenes y análisis, Tao respondió una vez en la cena, cuando insistí formulando la pregunta nuevamente.

— El doctor dijo que sufriste un fuerte golpe en la cabeza. Tal vez no lo recuerdes pero... Mamá está trabajando lejos. Hace años se mudó a otro país por cuestiones de trabajo —hizo una pausa—. Y papá vendrá por nosotros cuando estemos mejor —hablaba nervioso hasta que de pronto cambió de conversación— La comida de la cafetería no es muy buena, ¿verdad? —Fingió una torpe risa.

Semanas después, vinieron por nosotros, para someternos a un viaje de al menos cuatro horas hasta el que sería nuestro nuevo hogar.

Era una hermosa casa de una sola planta, sin mucho jardín pero con una fachada bastante casual. En ella nos recibió una hermosa mujer que nos dio todas las comodidades posibles. Nosotros le decíamos "Mamá", pero ambos sabíamos muy bien que ella no era nuestro familiar, aunque pronto se convirtió en uno a raíz del gran aprecio que le tomamos.

Su nombre, era Kwon BoAh. Y aunque era alguien poco demostrativa, o no muy cariñosa, jamás nos trató de mala manera. Incluso cuando nos retaba por hacer alguna travesura, se sentía bien ser reñido por ella, pues nos enseñó a corregir nuestras faltas porque siempre quiso que fuésemos chicos de bien.

Poco después, comencé a ser víctima de constantes pesadillas en las que soy perseguido por un sujeto. Siento miedo, así que puedo deducir que intenta hacerme daño. Hay infinitas escaleras empinadas con agujas saliendo de ellas. No quisiera ir por ese camino pero es el único lugar que puedo atravesar para escapar de ese sujeto. A pesar de lastimarme los pies y sentir mis piernas temblar del esfuerzo, sigo corriendo tratando de alcanzar la puerta que supongo me conduce hacia la salida. Pronto comienza a salir fuego del suelo, llamaradas que comienzan a perseguirme y a comer los escalones que voy dejando atrás. Y cuando estoy a punto de llegar, tropiezo con mis propias piernas. Ya lastimadas, flaquean y me hacen caer por las escaleras. No las siento. No puedo moverme. El oxígeno comienza a acabarse y la luz de la candela es cegada por un manto negro.

Es ahí cuando despierto. Observo las heridas que tengo en las plantas de mis pies y las cicatrices en mi tobillo. Me pregunto entonces si mis sueños tienen algo que ver con el accidente que Tao y yo tuvimos hace meses. Tengo miedo de que esa constante pesadilla se haga realidad.

Lloro casi todas las noches sin saber exactamente por qué. Más allá de esos malos sueños, me da impotencia sufrir y no saber qué es lo que realmente me tiene tan angustiado. Ni si quiera en mis sueños puedo estar tranquilo.

A veces solo desearía desaparecer de esta vida que ni si quiera tiene sentido para mí. No sé qué o quién soy exactamente... o qué tengo que hacer de ahora en adelante.

— ¿Dónde está papá? —Inocentemente pregunté en varias ocasiones—. ¿Por qué no viene a vernos?

— Él está muy ocupado trabajando. Pero los cuida desde lejos. —Era la respuesta que siempre obtenía de Boa, inexorable y serena como siempre.

...

Un día, de pronto llegaron a casa tres niños más. Uno de siete años llamado Lay, otros dos bebés de cuatro años: Xiumin y Suho, y por último un pequeño recién nacido llamado Luhan.

— Chicos... les presento a sus nuevos hermanitos. Por favor, llévense bien.

¿Nuevos hermanitos? ¿Cómo era eso posible? ¿Papá iba a buscar hermanitos y los encerraba aquí con nosotros?

Al principio nos costó adaptarnos a nuestros nuevos familiares. Discusiones por pertenencias, celos, y algunos otros percances. Fueron días difíciles en los cuales la familia se dividía usualmente en dos bandos.

Xiumin hacía muchas travesuras. Siempre estaba fastidiando Tao y haciéndolo enojar.

Suho era muy celoso, queriendo llamar la atención todo el tiempo con sus constantes gritos.

Lay pues... él me asustaba. Era un niño realmente diferente. Le temía a todo, y solía decir cosas incoherentes a veces. También inventaba cosas parafernálicas o tenía extrañas actitudes. Vivía aislado de todos. No se relacionaba con nadie, tampoco hablaba mucho y cuando lo hacía, no decía cosas muy bonitas.

Luhan... solo era Luhan, el único punto en el que nos relacionábamos todos, pues era el menor. Del que estábamos pendiente y con el cual nos divertíamos buscando hacerlo reír.

Poco a poco nuestra relación comenzó a solidificarse. Nos comprendíamos mejor, llevábamos las cosas en paz. Nos convertimos en verdaderos hermanos haciendo a un lado nuestras diferencias. Vivíamos técnicamente felices a los ojos de los demás, pero por dentro, las cosas se movilizaban de manera diferente. Necesitábamos ayuda, así que Boa quería que obtuviéramos supervisión médica tras una serie de eventos inusuales del cual fue testigo, y que a lo largo le hicieron llegar a esa conclusión;

Lay fue diagnosticado con esquizofrenia, e incluso fue internado por un tiempo. Le administraron todo tipo de fármacos para hacer desaparecer sus visiones, sin obtener resultados positivos. Boa lo iba a visitar paulatinamente, pero volvía a casa preocupada y desesperada. Decía que Lay se veía en peor estado. Que estaba demacrado y con menos vitalidad de lo que usualmente llevaba consigo. Así que lo sacó de ahí, programando visitas constantes de su psicólogo para llevar un tratamiento menos complejo a su digestión.

Los resultados no eran demasiado avanzados, pero mejoró a penas un poco. Seguía siendo el mismo chico sigiloso de opiniones extrañas, pero sus episodios disminuyeron. O era lo que él nos hacía creer.

Así que las consultas médicas cesaron repentinamente.

Recuerdo haber transitado una vez frente a su habitación por la madrugada, escuchando que estaba hablando con alguien entre sollozos. O más bien discutiendo.

Sabía que debía estar enfrentándose a otro ataque de esa tal esquizofrenia, pero no podía simplemente irme a dormir como si no hubiese oído nada. Era mi hermanito después de todo. Así que entré con rapidez encontrándolo pegado a la pared, de espaldas a esta como si estuviese crucificado. Estaba hablando demasiado rápido y sudaba con nerviosismo mientras caían lágrimas de sus ojos.

Me acerqué a él para cogerlo en brazos y al menos brindarle mi compañía o protección. Pero abrió los ojos de golpe. Nuestras miradas se encontraron. Mi cuerpo tembló del susto pues su mirada no era la misma de siempre.

Desde entonces no recuerdo nada más.

Los recuerdos de mi infancia nunca han sido demasiado claros, pero supongo que esa noche nos quedamos dormidos.

Años más tarde, nuestra vida se había convertido en algo rutinario. Y aunque la familia estaba unida, las cosas aún no eran del todo sencillas. Asistir a la escuela mucho menos. Nunca fuimos niños muy sociales.

En la escuela se me acercaban a veces para pedirme prestado algo, y aunque intentaba generar una plática, nunca era bueno para ello y siempre terminaba aburriendo a la otra persona, pues no tenía nada interesante que decir. A veces también me hacían travesuras o me molestaban, pero a raíz de mi timidez, aquello se convirtió en algo negativo que me cohibió más.

Tao siempre estaba ahí para mí. Solía defenderme y meterse en problemas por buscar bronca con otros chicos y chicas que se atrevían a meterse conmigo. Era una clase de escudo. Era mi único amigo. Nos reuníamos en el recreo con Lay sin necesidad de dejar entrar en nuestra burbuja a alguna persona ajena. Así que nos hacían Bullying por ser unos hermanos extraños. Nos insultaban, insultaban a nuestra familia y a nuestros padres, o hacían bromas al respecto. Bromas de muy mal gusto.

Pero poco nos importaba. Nos teníamos a nosotros mismos.

Para celebrar el fin de curso, BoA organizó un picnic en el parque. Allá donde el pasto es bajito y color verde puro, con muchos árboles y flores. Ahí asistían muchas personas para pasear a sus mascotas e incluso jugar a la pelota. Así que uno de esos fin de semana, nos fuimos muy temprano para desayunar allá.

Ansiaba ese día. El salir con mis hermanos y divertirnos al aire libre sería muy diferente a lo cotidiano. También consideraba un buen lugar para inspirarme y retratar algún ave o un paisaje. Pero las cosas no resultaron como lo esperaba.

Justo ese día mi pesadilla cobró vida. Fue ese mismo día, del secuestro de Luhan.

A raíz de ciertos acontecimientos que no quisiera detallar justo ahora, me vi absorbido por un estado de aislamiento que poco a poco se fue volviendo más absorbente. Vivía escondido en mi habitación, dejé de ir a la escuela, e incluso mi voz se había ido. No de una noche a la mañana; mis deseos de comunicarme con quienes me rodeaban se volvían nulos, pues sentía que no tenía ni voz, ni voto en este sitio. Así que me convertí en un ser silencioso hasta que me olvidé de mi propia voz. Todos se olvidaron de ella.

"Si dices una sola palabra, voy a cortarte la lengua"

Recuerdo que una vez, fui prácticamente forzado a asistir a un festival. Necesitábamos despejarnos la mente, todos, pues habíamos estado bastante apagados en la semana y BoA nos alentó a distraernos un poco. Nos compró lindos atuendos tradicionales con máscaras. Bueno, en realidad, no todos tenían máscaras, pero yo me había ofrecido para llevar una. Era linda, así que me enamoré instantáneamente y no dudé en colocármela aún sin haber salido de casa.

Reconozco que fue un paseo muy divertido. Probamos muchas comidas y bebidas, participamos en distintos juegos, y ganamos algunos premios. También vimos los cohetes artificiales. Y yo, luego de no haber salido más de casa, justo ese día me sentía a gusto. Quizás era producto de esa careta que protegía mi rostro. Así nadie sabría lo que se ocultaba detrás, y no habría nada que temer.

[...]

Cuando nos mudamos por segunda vez la casa era mucho más grande, pero ahora BoA no estaba con nosotros. Nos encontrábamos en una ciudad distinta, nosotros seis, solos... encerrados. Aunque en seguida nos asignaron un criado llamado YiFan, quien se encargaría de ahora en delante de nosotros. No me explicaba por qué, si el joven solo tenía 21 años y poca experiencia para encargarse de nosotros. A demás, no era como BoA. Él no se preocupaba por lo que hacíamos o deshacíamos, por recriminarnos si hacíamos algo mal o preocuparse de nosotros como un hermano mayor. El solo estaba ahí para encargarse de nuestras necesidades básicas.

Nos pegó mucho de pronto dejar de ver a BoA. Porque desapareció de nuestras vida en el momento en que aquel auto comenzó el viaje con nosotros dentro.

Me preguntaba quién estaba detrás de todo esto. ¿Éramos una especie de orfanato o centro de rehabilitación? ¿O acaso unos animales que necesitaban vigilancia?

Acabé desistiendo de mis pensamientos, pues a estas alturas ya realmente nada me importaba. No me importaba lo que ocurriese. Lo que nos deparase el futuro. Lo que fuese de mi o mi vida. En otras palabras, estaba cansado de darle más vueltas al asunto. "Que sea lo que dios quiera" y ya.

Comenzamos a asistir a una nueva escuela. Pero las cosas no fueron tan sencillas como pensamos. Luhan tenía constantes episodios en los que se creía perro, así que fue tildado como el niño raro de su clase, recibiendo el distanciamiento de sus compañeros. No querían tener que relacionarse con un niño tan 'estúpido', eran las palabras que una vez les escuché recrear. Pero Luhan siempre estaba alegre por ahí, repartiendo amor incondicional y sin prestarle demasiada atención a las apariencias. Solo era él, y era feliz así.

Los gemelos recrearon una barrera de defensa. En realidad, siempre habían sido así, tan herméticos. Las cosas para ellos no cambiaron mucho en comparación con nuestra otra escuela. Y los demás seguimos igual, a excepción de mí. Para mi resultó ser toda una angustiante rueda de eventos.

Me obligaban a quitarme la máscara alegando que no estaba permitido utilizar ese tipo de accesorios en la institución. A regañadientes me la quitaba por el día pero luego volvía a colocármela cuando surgía la oportunidad.

Pronto comenzó a dejar de importarme el hacerle caso a los profesores. Así que, pese a mi rotunda negativa a deshacerme de ella, comencé a ser enviado a dirección. Mis notas bajaron notoriamente, mi rendimiento escolar no era el mismo y mis ánimos e intereses tampoco. Ya no estaba motivado.

Mi tutor —en este caso Kris— fue citado varias veces pero él, inexperto al fin, nunca se preocupó por asistir a esas reuniones. Me prohibieron el ingreso a la escuela si volvía a asistir con esa máscara, y como no tenía intenciones de quitármela, entonces dejé de estudiar. Total... asistir a clases, graduarme, obtener una profesión, no resultaba algo importante para mí. Al fin y al cabo seguiría siendo una persona solitaria, incapaz de relacionarme, y que tenía todas las comodidades en mi hogar. No me hacía falta más nada.

Así que me convertí en una especie de ermitaño. Yo, solo... en mi habitación... coleccionando mis dibujos y obras para mi propia satisfacción. Eso era lo que realmente me llenaba: pintar. Podía imaginarme cualquier tipo de cosa y plasmarla en un lienzo, combinando colores y todo tipo de detalles.

Me sentía a gusto encerrado en mi casa. Entre las únicas personas con las que tenía confianza.

Pronto llegó a casa un nuevo 'hermano'. Su nombre era KyungSoo y tenía apenas un año de edad. Lo caracterizaba una expresión neutral, y nos observaba a todos con cierto recelo. A pesar de ello, ya éramos lo suficientemente maduros como para afrontar la llegada de un nuevo familiar, por lo cual no se nos hizo complicado comenzar a convivir con este niño y regresar a nuestra vida cotidiana.

Mi desilusión iba en aumento. Ya realmente poco me importaba cuantos inquilinos hubiese, tampoco su procedencia o lo que estaba detrás de todo este monopolio. Solo aguardaba el día en el que no volviera a despertar entre estas cuatro paredes. Si, sonaba un poco suicida, pero no me juzguen. Simplemente estaba bastante cansado de este círculo vicioso en el que se había convertido mi vida. Mi insignificante y enigmática razón de existir.

Recuerdo el día que él entró por esa puerta con su equipaje.

"Otro reo más, pensé", y sentí lástima. No sabía quién se estaba reproduciendo como conejo pero si ese chico resultaba ser otro hermano, debía tener una edad similar a la de Tao.

Mis suposiciones fueron erróneas cuando Kris lo presentó como nuestro niñero.

¿Niñero? ¿Qué era eso? Rápidamente comencé a ordenar los cabos sueltos.

Park ChanYeol, 19 años. Un joven tamaño titán, pues si, era demasiado alto. Al igual que YiFan.

Poseía unos brillantes ojos oscuros que transmitían una sensación de calidez, y aunque se notaba algo distraído y tal vez ¿nervioso?, nos sonreía a todos con un deslumbrante gesto que, en conjunto con sus grandes orejas, le hacían ver demasiado tierno.

Agradecía tener puesta esa máscara. Así podía observarlo fijamente, detallar todas sus facciones y acciones, sin ser descubierto. Me parecía un chico muy atractivo, pero eso no deshacía el hecho de que aún me sentía receloso con su cercana presencia.

Alguien lo había enviado. Desconozco la razón: quizás porque Kris no daba la talla, o porque era muy joven para hacerse cargo de todos nosotros él solo. No tenía idea, pero me mantendría alerta de todo. Encontraría la verdad detrás de todo esto.

Cuando esa charla terminó, mis hermanos y yo nos dispersamos como hormigas cada quien a sus respectivas 'ocupaciones', como si realmente tuviésemos una, más que jugar o entretenernos por ahí.

Me encerré en mi habitación, lancé la máscara a un costado... tomé mi block de dibujo, un lápiz y me senté en mi escritorio. Entonces comencé a trazar cómo se veía el rostro de ese sujeto, logrando hacer un torpe boceto que en realidad no fue de mi satisfacción. Lo poco que logré dibujar no se parecía en lo más mínimo y ello me frustraba increíblemente.

Sentí mis mejillas un poco acaloradas por la vergüenza que me daba imaginarme su rostro y sus expresiones, que por inercia causaban en mí ciertas sensaciones que traté de omitir. Incluso mi pulso se aceleraba y tuve que ponerme de pie alejándome de esa página para recobrar mis sentidos.

Me lancé boca arriba sobre mi cama, observando el techo como si fuese la mar de interesante, cuando en realidad estaba sumido en mis cavilaciones.

Llevé una mano a mi pecho sintiendo el irregular pulso de mi corazón. Podía fácilmente preguntarme ¿qué me estaba pasando? De no ser porque ya he sentido esto antes y creo tener una respuesta.

Era una especie de 'atracción a primera vista' ¿no? Tal vez eso era posible. Pero, ¿cómo podría comprobarlo?

Rodé un poco en la cama con las manos cubriéndome mi enrojecido rostro de solo pensar algo como eso. ¿Se podía ser más tonto? A penas lo vi hace un instante, un chico completamente desconocido y ya siento un hormigueo en mi estómago que me tiene suspirando. Me maldije internamente pues estaba siendo bastante ingenuo.

No era la primera vez que pasaba por esto. Es decir, esta sensación ya la había experimentado antes, por supuesto. A lo largo de mi vida me han gustado dos niños... o uno y medio. ¡No!... no estaba cortado por la mitad. Me explicaré...

En segundo grado me atraía un niño de otro salón. Nunca me atreví a acercarme a él pero de lejos se le veía tan enérgico que eso sin duda era cautivador y contagioso. Por eso me gustaba observarlo y estar cerca de él. Siempre estaba rodeado de muchos niños. Llamaba mucho la atención. Sin embargo mi amor platónico solo duró un par de meses cuando el niño se fue de la escuela y no volví a verlo.

Hasta hoy no me duele pues eran amores de infancia.

El otro chico, en realidad no lo recuerdo bien, tampoco puedo decir que fue amor, pero sentí en mi corazón una enorme calidez al estar cerca de él. Una sensación que me dejó vacío luego de su huida.

Fue hace un año, si no me equivoco. Venía de regreso de la escuela una tarde. La directora me había arrebatado la máscara diciendo que no me la devolvería hasta no tener una cita con mi representante. Así que malhumorado venía de regreso a casa aguantando las lágrimas en mis ojos. Bueno... en realidad no sabía si había logrado mi cometido ya que la llovizna empapaba mi rostro y camuflajeaba el sollozo.

Disgustado me dejé caer sentado en la acera deseando que el agua me deshiciera lentamente antes de llegar a mi hogar. Abracé mis piernas pues el frío comenzaba a calarme en los huesos, cosa que no era del todo mala para mí. Tal vez podía perecer de hipotermia en ese mismo lugar.

Estaba un poco pálido, pude observar mi reflejo en un charco de agua bajo mis pies.

Me encontraba cabizbajo, sumido en una crisis existencial hasta que, a través de mi imagen en el agua, pude ver tras de mí como una sombra negra se acercaba.

El miedo se apoderó de mí, y mi cuerpo no reaccionó en ningún momento a mi petición de huir. Un fuerte dolor se apoderó de mi cabeza, un pavor conocido que ya había presenciado antes. Pero de pronto este gélido sentimiento, que no solo me embriagaba por el clima del ambiente, fue abrigado por unos cálidos brazos que me rodearon desde atrás trayendo consigo un grueso abrigo de color marrón chocolate.

Me tensé aún más. Ya no por miedo, sino mayormente por vergüenza y la confusión que sentí al ser tratado de aquella manera por un extraño. No pude levantar la mirada para verlo, ni si quiera darle las gracias. Solo me encogí de hombros abrigándome más entre esa cálida tela.

— Deberías ir pronto a casa o encontrar otro lugar donde refugiarte de la lluvia —Su voz era grave y sonaba un poco rasposa, como si le incomodara hablar—. No ganarás nada lamentándote en este lugar para luego obtener un resfriado.

Al no recibir respuesta de mi parte, se colocó de pie.

— Buenas tardes. —Se despidió alejándose de mí.

Pude escuchar sus pisadas rítmicas alejarse por la acera, así que en ese momento me decidí por voltear a verlo. Se alejaba de mi trotando serenamente. Por suerte bajo ese abrigo llevaba puesta una sudadera negra, así que no quedó del todo desprotegido más con la capucha sobre su cabeza. Al menos no me sentí tan idiota de haberle quitado toda protección de la lluvia a un extraño que se había preocupado por mí.

Me coloqué de pie cubriéndome hasta la cabeza con aquella prenda. El perfume de aquel sujeto me envolvió por un momento, fue un fugaz instante pues la lluvia y la brisa se encargaron de hacerlo desaparecer.

Dispuesto a no desperdiciar en vano sus intenciones, me apresuré en dirección a mi hogar ingresando con rapidez, muerto de frío.

Esa noche no pude sacármelo de la cabeza. A penas logrando recordar sus anchos hombros y su espalda al alejarse. Incluso me sentía más tranquilo de solo recordar la reconfortante sensación de estar entre sus brazos. Sonará desquiciado, pero desearía haber detenido el tiempo en ese momento, así no tendría que esforzarme en buscar la misma sensación entre mis propios brazos.

Deberían existir más personas como él. Así de bondadosas y humildes.

[...]

Llamaron a la puerta de mi habitación, haciéndome despertar e mi viaje al pasado. Rápidamente me coloqué de pie y me ajusté la máscara escuchando como llamaban una segunda vez antes de abrir cuidadosamente la puerta, asomándome por la ranura.

¡Era ChanYeol! Me tensé del nerviosismo y la emoción, maldiciéndome un poco en la mente pues creo que hasta él se dio cuenta de mi reacción.

— Yo... Ehm, buenas noches. Baek... ¿cierto? —Se aprendió mi nombre, pensé con cierto entusiasmo que no demostré—. ¿Puedo pasar?

Oh, no. Eso sí que no. Cerré la puerta de manera un poco brusca y me recargué contra la puerta un breve instante en el cual mis pensamientos me atacaron a una velocidad de vértigo.

Estaba siendo bastante inmaduro con mi actitud, pero ciertamente me daba un poco de vergüenza que ingresara. Una parte de mí quería permitirle el acceso porque tal vez... y solo tal vez... esta era la oportunidad para escapar de mi asocialidad. Pero otra parte de mi le daba vergüenza, más que temor. Aunque fuese difícil de creer, desde el primer momento ChanYeol me había transmitido confianza... así que no podría ser tan malo.

Me apresuré a abrir la puerta antes de que se fuera. Se trataba de un impulso que me pedía tomar el tren que iba andando. No podía perderlo.

Agradecí una vez más a que la máscara cubriera mi enrojecido rostro, y terminé de darle acceso a mi recámara, invitándole a pasar.

Se mostró sorprendido y en seguida impresionado por la inusual decoración de mi alcoba. No hice nada, solo me encogí de hombros limitándome a dejarlo escrutar mis dibujos con la vista. En realidad, no me daba bochorno que los observara, pues precisamente fueron hechos para expresar eso que con palabras no puedo.

—¿Puedo... pasar? —Me miró aún apenado y dudoso.

Yo no respondí, intentando otorgar con mi silencio, y funcionó. Entonces se abrió paso dentro de mi pieza acercándose un poco más a esos cuadros. Recibí algunos elogios de su parte los cuales me hicieron ruborizar aún más.

Pero un escalofrío recorrió mi cuerpo al notar donde se detenía, así que sin pensarlo dos veces corrí a toda prisa recogiendo mi boceto para apartarlo de su alcance. Asustado lo abracé contra mi pecho, rezando por que no hubiese visto nada pues resultaba demasiado embarazoso que viera justo ese sentimiento plasmado.

Estaba tan nervioso que busqué alejarme de él, acabando por tropezar con mi caja de pinturas, cayendo sentado al suelo. No fue un golpe demasiado fuerte, pero me dejó algo aturdido. Me apoyé en mis antebrazos tratando de asimilar el ligero dolor en mis caderas.

ChanYeol se mostraba desesperado y preocupado, que exclamaba un sinfín de disculpas. De pronto sentí unas manos tratando de ayudarme a levantar, lo cual me asustó por el repentino contacto haciéndome esbozar un quejido involuntario. Todos esos repentinos sucesos me tenían crispado, por ende mi reacción no fue muy buena.

Extendió en su mano aquella libreta mientras con la otra se cubría los ojos. Me pareció una acción muy dulce, así que sonreí sin que se diera cuenta, recibiendo a salvo aquel block entre mis brazos nuevamente.

— ¿Qué acaso siempre estás disculpándote? Haz las cosas bien. ¡Y deja de acosar a mis hermanos! Pervertido.

La escena fue interrumpida por la voz de Tao quien pasó de largo por el pasillo. Volteé a ver a un nervioso ChanYeol quien trataba de negar a aquella acusación. Me sentí pequeño e indefenso ante eso. ¿Realmente era un pervertido?

Lo vi reír dulcemente, esa sonrisa que tanto me gustaba... y me deshice de mis prejuicios, sintiéndome embelesado con su actitud.

Tomó asiento frente a mí, ambos en el suelo sosteniendo una plática —bueno, en realidad él era el único que hablaba—, la cual consistía en mi talento artístico. Aquello me daba cierta vergüenza y me hacía sentir bastante halagado, más cuando se trataba de ChanYeol quien opinaba de esa manera. Pero no podía responderle. Simplemente no podía hacerlo.

La charla concluyó poco después. Supuse que se había cansado de hablar solo y me sentí mal. Por primera vez me sentí mal de no poder responderle a alguien. Antes no sentía culpa alguna, pero ahora... ahora incluso quería poder gritar.

Estando de pie me ofreció su mano, descolocándome un poco sin saber exactamente cómo reaccionar frente a ese gesto. Tenía que tomarla. Eso debía hacer. Sin embargo antes de poder reaccionar ya la había alejado.

— Será mejor que me retire ya. —Señaló la puerta antes de darse la vuelta para retirarse.

No podía dejar que se fuera. No así, de esa manera. Debía hacer algo al respecto. Y lo que primero atiné a hacer, fue tomarlo de la tela de sus pantalones a la altura de su tobillo. Entonces él volteó a verme.

Nuestras miradas se encontraron de una manera diferente de lo que antes había sido. Creí que había identificado mis orbes tras esa máscara pues me cohibí al instante. Desvié la mirada y le extendí mi mano. Él demoró un poco en corresponder, también estaba inseguro pero por fin me afirmó para ayudarme a poner de pie.

Su mano era cálida. Un poco áspera y ligeramente más grande que la mía, por supuesto. Era acogedora. Tanto, que un sentimiento apacible recorrió mis venas hasta instalarse en mi corazón.

No quería soltarlo, lo admito. Quería quedarme así con él, solo sosteniendo su mano, pues ahí me sentía seguro. Sin embargo la realidad era otra. La timidez ganó mayor terreno y ambos nos soltamos de manera fugaz al notar ese ensimismamiento en el que nos habíamos sumergido por un instante.

Luego de que se fuera, me sentí intranquilo. La adrenalina full agitando cada partícula de mi anatomía. Esa necesidad de estar a su lado se hacía más fuerte, por lo cual me fue inevitable no perseguirlo. Por suerte, él no se rehusó a ello y al contrario, pidió mi ayuda. Ambos cuidamos de KyungSoo esa madrugada. Me di cuenta que era una especie de hermano mayor muy lindo y atento. Incluso a mí me preparó un remedio casero para poder dormir ya que el insomnio me había atacado esa noche.

A partir de entonces, comencé a observar cuidadosamente a ChanYeol para poder concluir con mi obra que, hasta ahora, había sido la más complicada —la valiente excusa que yo mismo me daba para poder ir tras él—. Al menos el contorno de su rostro, cuello, nariz y ojos ya estaban trazados... vagamente, pero los detalles se los agregaría luego.

Los días transcurrían crédulos ante aquella imagen perfecta que mis ojos perseguían cada vez que lo veía pasearse por la casa. Lo que al principio solo era un caprichoso dibujo que orgullosamente planeaba quedar impecable, fue transformándose en una necesidad que iba más allá de simplemente verlo. Deseaba conocerlo, a él y todas sus caras. Deseaba tocarlo. Sentirlo. Obsequiarle y recibir aquel cariño con el que tanto soñaba y para mi desgracia desconocía. Claro, poseo el cariño de mis hermanos, pero este sentimiento alcanza un escalón diferente.

Me fui dando cuenta que me había enamorado de ese sujeto.

La forma en que buscaba mi mirada tras esa barrera que ocultaba mi rostro. Cómo me sonreía torpe y ampliamente como le era tan característico, que me transmitía ese sentimiento de quietud que casi perdía inconscientemente con el correr de los días. Esas palabras de aliento, palabras de afirmación... positivas, que me daban esperanza.

Me sentía sumergido en un trance donde ChanYeol era lo más hermoso del planeta. Y aunque el gigante no se diese cuenta, era preferible de esa manera. No necesitaba más de lo que ya obtenía de él. Que me comprendiera, que me animara, que me sonriera y se preocupara por mí, era más que suficiente. Él me hacía feliz, solo con estar ahí. Eso me basta y sobra pero... ¿Qué podía darle yo a cambio?

Sin embargo, este extraño tumulto de emociones y sensaciones iban de la mano a una reacción afectiva con alto grado de complejidad que surge al experimentar el miedo de perder algo que amas. Celos le dirán algunos... pero no, yo no sentía celos. Es como los celos ¡pero no son celos!

Trato de convencerme.

Es solo que... ver cómo ChanYeol pasa mayor tiempo con Tao, genera un dolorcito en mi estómago difícil de explicar. Como cuando estás colado por alguien, solo que ahora se siente feo. Y eso me enojaba. No estaba enojado con ninguno de ellos, sino conmigo mismo.

Adoraba a mi hermano mayor. Siempre ha sido un gran apoyo, un buen amigo, y mi cariño por él no cambia a pesar de todo. Tampoco detestaba a ChanYeol o algo así. Después de todo él se había convertido en la razón de cada sonrisa que minuciosamente guardaba para mí mismo. Pero ¿qué era realmente lo que me tenía tan angustiado de todo eso?

Quería ser distinto. Quería cambiar. Anhelaba ser alguien más como... como mis hermanos. Valiente como Tao, inteligente como Lay, divertido como Xiumin, afectuoso como Suho, alegre como Luhan y posesivo como KyungSoo. Pero era yo. El chico sin personalidad que se escondía cobardemente tras de una máscara. Solitario, aburrido, silencioso, irrelevante...

Por eso ChanYeol jamás se fijaría en alguien como yo. Él prefería pasar tiempo con Tao. Ambos, aunque peleaban, se notaba en sus ojos cuanto cercanía poseían pues siempre, aunque el otro no lo notara, se cuidaban las espaldas. El altote siempre estaba para brindarle su apoyo incondicional a Tao, y este último, pues... siempre sabía cómo llamar la atención de nuestro protector. Charlaban de tonterías, reían o discutían, pero juntos. ¿Y yo? Pues solo trataba de terminar el dibujo de mi amor imposible.

Cambiar. ¿Debo cambiar para gustarle a ChanYeol?

[...]

Con la ida de Kris, Tao pareció más decaído cada vez. Todos siempre fuimos consciente de sus sentimientos hacia YiFan, algo que para mí era admirable. Desearía ser así de persistente y audaz cuando de relaciones se trataba.

Esperaba poder serle de ayuda, darle ánimos como él ha hecho conmigo en mis peores momentos. Pero varios factores me limitaban. Al menos esperaba poder hacerle compañía y demostrarle lo tan preocupado que me tenía esos últimos días. Así que decidido una noche fui a tocar la puerta de su habitación.

A la causa acabaron uniéndose en seguida Xiumin y ChanYeol, este último pidiendo privacidad para hablar con Tao.

¿A caso me vieron la cara de tonto? No era un niño pequeño y conocía los problemas de mi hermano mucho mejor que ese sujeto. Sin embargo me limité a permanecer fuera con el menor, sumándome a la idea de oír a través de la madera de la puerta.

Pocas veces salía de casa. A decir verdad, hacía mucho que no salía de mi hogar que incluso la ciudad me parecía nueva. Algo que nunca había visitado, era el centro, donde habían muchas tiendas, puestos de comida y diversidad de otras cosas. Me sentía en otro mundo, así que decidí ahogar mis pensamientos distrayéndome con aquellas luces, carteles y otras cosas. Sin embargo, no surtió mucho efecto, acabando por distraerme en mi propia conciencia.

Debo admitir que la idea de que ChanYeol le prestase tanta atención a Tao, en realidad no me agradó del todo. Era mi hermano, si, pero... por alguna razón me sentía irritado de pensar que ambos estuvieron solos dentro de esa habitación. Era la oportunidad perfecta para que Tao, un chico extrovertido y conversador, consiguiera acercarse más a ChanYeol. Cosa que a mí no me resultaba fácil conseguir y en ello... lo envidiaba.

Era tan frustrante que me deprimió a una velocidad inmediata, siendo capaz de bajarme los ánimos de un momento a otro.

Mi nublado intento de vida por fin había conseguido ese pequeño rayo de luz que atravesaba las nubes y las empujaba para disipar ese mal tiempo de lluvia. Sin embargo la oscuridad volvió a envolverme en cuanto esa luz decidió enfocar a alguien más. Nuevamente me sentí acorralado por mi injusta situación de amores pasajeros y círculos viciosos.

De pronto mi garganta comenzó a sentirse pesada y el tabique de mi nariz dolía. Era esta la sensación de rabia e impotencia que anticipaba el llanto. Era una natural advertencia de querer llorar, pero a diferencia de la tristeza, esto era algo diferente. Era la misma sensación que tuve desde pequeño. Ese único y diferente sentimiento de querer cerrar los ojos y no abrirlos nunca más.

Pero para cuando reaccioné sobre mis ilógicos pensamientos, un gigantesco monstruo de brillantes ojos se aproximaba hacia mí. Quizás no a una velocidad máxima pero estaba bastante cerca. Cada porción de mi cuerpo se paralizó en seguida y vi mi vida pasar frente a mí con extrema rapidez, acumulando un sinfín de sentimientos dolorosos en mi pecho los cuales no alcancé a identificar pues... mi mente y conciencia se desconectaron del mundo al cerrar mis ojos con fuerza.

Para cuando desperté de ese extraño y fugaz trance, mis ojos se encontraron bajo la expectante mirada de unos más oscuros. La brisa de aquella tarde nublada acariciaba la piel de mi rostro al descubierto, y a juzgar por la expresión de ChanYeol, mis sospechas eran ciertas. Mi máscara, me había desprotegido.

Al aludido sostenía mi cuerpo, atónito sin dejar de escrutar mis facciones. Al momento, siendo absorbido por el temor y la inexperiencia, me aferré fuertemente a la camiseta del mayor, por dos sencillas razones; no quería que viera mi horrible y maltratado rostro, pero sobre todo, porque necesitaba de su protección. Era la única persona en ese lugar en quien confiaba.

Sí, mi rostro nunca me ha gustado. Mis labios son finos y poco expresivos. Mis dientes no son del todo simétricos, cual niño que acaba de mudar los de leche y merece una buena cerca de metal para corrección. Mis ojos tienen círculos rojos a su alrededor producto de tantos llantos silenciosos que ahogo contra mi almohada. Y oculto por mi flequillo, a un costado de mi frente, alberga una cicatriz que me causa dolor de solo verla, pero cuya razón no consigo encontrar. No tengo idea de cómo apareció ahí. Solo me queda pensar que fue producto de aquel misterioso accidente del cual me niegan explicaciones.

Unas gruesas manos me sujetaron de los hombros, pero me negué a separarme. Me sentía expuesto a una infinita oscuridad, donde muchas miradas se posaban sobre mí. Aquello me hacía sentir escalofríos. Puedo decir sin temor alguno, incluso, que era capaz de percibir las vibraciones de cada una de ellas; repugnancia, zozobra, miradas fisgonas y llenas de deseos inmorales, esas que se alimentan del dolor ajeno solo para satisfacer su necesidad de cotilleo.

El ambiente se tornaba cada vez más frío. Quizás por los nervios. Mis ganas reprimidas de llorar habían pasado a segundo plano. No podía sentir nada más que no fuese desesperación en ese momento.

"Muchas miradas sobre mí."

"Él está ahí, esperándome...."

"Está ocurriendo otra vez."

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una calidez que rodeó mis hombros, y prontamente mi cabeza. Temeroso alejé mi rostro de su pecho a penas levemente pero sin levantar la mirada. De soslayo podía observar a ChanYeol apresurado por cubrirme. Obediente y algo apenado me dejé hacer. Él cubrió a penas parte de mi rostro con la capucha. Luego de ayudarme a cerrar y colocar mejor el abrigo, me tomó de los hombros para ayudarme a colocar de pie.

— Nadie va a hacerte daño mientras esté yo aquí. —Como si hubiese leído mi mente, ChanYeol susurró muy bajo, procurando que solo yo le escuchase.

Su voz como siempre me hizo dar un respingo. No porque me asustara. Era tan grave y apacible a la vez, que solo con esa frase disipó mi vulnerabilidad.

— ¡No hay nada que ver aquí! ¡Vuelvan a sus aburridas vidas! — Peleaba Xiumin con los transeúntes que se aglomeraban a nuestro alrededor.

— No hay de qué preocuparse. Nadie salió herido. — Sonrió cordialmente el mayor conforme caminaba tomándome de los hombros.

Mi hermanito soltó un gruñido molesto apresurándose a nuestro lado.

— Eres demasiado condescendiente con las personas, ChanYeol. Ellos solo querían averiguar para tener de que hablar en la semana.

El gigante soltó una suave risa conforme me soltaba lentamente.

Justo ahora... sería egoísta pensar que estaba solo.

[...]

Puede que la incomodidad de sentir que mis hermanos observaran mi tan demacrado rostro luego de tanto tiempo, no se podía comparar con aquel temor en media calle. Pero justo en ese momento aún estaba muy sensible con todos y con todo como para enfrentarme a ellos. Vi conveniente esconderme en mi habitación temporalmente, y aunque trataron de detenerme, por suerte logré escaparme.

Cerré la puerta de mi habitación de un portazo. Mi pulso estaba acelerado y mi respiración un poco agitada al correr los escalones cuesta arriba. Recargué mi espalda contra la puerta y abracé mis hombros.

Bajé la mirada encontrándome con la suave chaqueta color naval que llevaba puesta. Esa que era de ChanYeol. Instantáneamente comencé a relajarme. Era bastante cálida y cómoda, además me traía algunos recuerdos. Me encogí de hombros tímidamente buscando olfatear un poco la tela de la misma, siendo mis fosas nasales finalmente inundadas por el ligero aroma de su colonia. Mis mejillas enrojecieron notoriamente, era como estar siendo abrazado por él.

Me dirigí hacia mi cama casi corriendo para hacerme un ovillo sobre las mantas, sin dejar de abrazarme. Mi mente ya un poco más ligera me permitió descansar unos instantes. Cerré mis ojos. Me preguntaba si eso sería lo más cerca que estaría de conseguir un abrazo por parte del gigante.

¿Qué haría ahora que no tenía mi máscara? La respuesta obvia sería, adaptarme de nuevo a ir con el rostro descubierto. No era tan terrible como andar desnudo por ahí, pero era un sentimiento de inseguridad semejante. Más que por el hecho de que alguien se riera de mí, era como estar expuesto a un peligro. Un peligro que incluso para mi resultaba algo desconocido.

Vivía con esa incertidumbre de no saber qué consecuencias acarrearía el ya no tener un fuerte muro protector frente a mí.

Llevé mis manos al rostro, sintiendo un ligero alivio momentáneo. Extraño esa calidez de mi mascara. Era hermosa y muy cómoda. Me recordaba a algo... me traía nostalgia... no sé de qué pero sentía mucha afinidad hacia ese objeto. El cual ahora era pedazos.

Al pensar en ello fruncí el ceño indignado por todo ese suceso nuevamente. Salvo que ahora quería llorar por haber perdido un material tan valioso para mí. No volvería a conseguir una igual, jamás en la vida. O al menos era muy poco probable.

Así que tomando valor busqué una hoja de papel y comencé a trazarme una máscara provisional. Tal y como la recordaba. Con sus respectivos detalles. Era muy perfeccionista cuando de arte se trataba. Así que procuré recrearla lo mejor posible. Ya luego la haría con un material más resistente y trataría de aplicarle algo de relieve. Finalmente ajusté una cinta y la até a mi cabeza.

Perfecto. Me quedaba muy bien. Tal vez no le tenía la misma adoración que le había tenido a mi mascara original por alrededor de dos años y medio, pero... no tenía de otra.

Volteé a ver la sudadera de ChanYeol que yacía doblada sobre mi cama.

Recuerdo el chico bajo la lluvia. Aún tengo su abrigo guardado. Es una lástima que nunca pude devolvérselo o agradecerle por lo que hizo tan incondicionalmente. Esta vez, me aseguraría de hacérselo saber a ChanYeol. Así que la cogí en brazos y fui inmediatamente hacia su habitación.

Al llegar frente a la puerta, me agaché tratando de observar por la ranura de abajo, y como la luz estaba encendida, entonces supuse que podría interrumpir un breve instante. Acerqué mis nudillos a la madera, estando aún algo indeciso. Inspiré hondo y me vestí con las agallas para enfrentarlo. Pero cuando estaba a punto de llamar a la puerta, esta se abrió rápidamente provocándome un ligero susto.

El mayor parecía que estaba a punto de salir corriendo hacia alguna parte, pero se detuvo en seco al encontrarse frente a mí.

— ¿BaekHyun? —me apené al pensar que le había interrumpido. No quería ser una molestia—. Pasa. —Me invitó fríamente.

Como creí. Había aparecido en un mal momento. Pero no podía echarme para atrás. Su penetrante mirada estaba puesta sobre la mía, haciéndome temblar de los nervios. Me sentía intimidado. Esa faceta severa de ChanYeol era poco usual.

Ingresé encogiéndome de hombros. Me acerqué a la cama y deposité la prenda en ese sitio, bien acomodada. Era lo menos que podía hacer.

No soportaba la tensión que se sentía en la pieza, así que me di la vuelta decidido a retirarme de la alcoba al finalizar mi entrega, cuando me encontré con el chico aún sin apartarme la mirada de encima. Estaba cruzado de brazos. Parecía que iba a decirme algo. No tuve de otra más que aguardar estático en donde me encontraba.

— BaekHyun, creí que habíamos superado una etapa —ya sabía por dónde venía eso. Desvié la mirada hacia mis pies y traté de acumular mi estrés en el movimiento de mis manos las cuales se entretenían entre ellas—. Sabes que no voy a obligarte a nada pero... demonios Baek, íbamos tan bien. Te vio tanta gente y no ocurrió nada malo. ¿Ahora que estas en casa... junto a personas de confianza, tienes las agallas de enmascararte? Dime. Tal vez solo estás jugando con nosotros.

Levanté mi vista hacia él.

No lo entiendes, ChanYeol. No sabes cómo se siente. No es un capricho, es un terror que va incluso más allá de mi propia comprensión. No sé de donde viene o que lo genera, pero... me siento tan indefenso en este mundo. Siento que aún rodeado de tanta gente, estoy tan solo.

Un grueso nudo se aferró a mi garganta.

Al no obtener respuesta ni señal de mi parte, prosiguió.

— ¿Cuál es el problema? ¿No te gusta tu rostro? ¿Es eso?

Yo... no lo sé. No odio mi rostro pero... me siento incómodo incluso al verme en el espejo. Es como si yo mismo fuese la imagen de mi propio enemigo. ¿Por qué? ¿Por qué siento tanta nostalgia al verme?

¡Quiero arrancarme la piel!

¡Quiero dejar de sufrir!

¡Quiero que el mundo se detenga para poder escapar!

¿Qué me está sucediendo?

Era como si comenzara una lucha contra mí mismo. Me estaba torturando demasiado.

Y antes de poder reaccionar, estaba siendo envuelto por unos firmes y fuertes brazos que me abrazaban con fuerza y posesión, pero sin sofocarme. Al contrario, me brindaron una inmensa calidez que se instaló en mi pecho y poco a poco comenzó a inundar mis venas. Era la primera vez que recibía un abrazo... tan sincero. Un abrazo que me hiciera sentir realmente seguro.

Sin embargo, aturdido aún por mis pensamientos, me atemoricé de que pudiese salir lastimado pues... no creía que algo tan perfecto me estuviese sucediendo a mí ¿o sí? ¿Todo esto era realidad y no un tonto sueño que pronto se convertiría en pesadilla?

Al principio había hecho algo de fuerza para alejarme, pero cedí en un santiamén. Me dejé llevar por sus brazos, y terminé haciéndome un ovillo en su pecho, cuya inmensidad me arrullaba y consolaba.

— Sé que es difícil para ti, Baek. Pero no imposible. ¿Conoces la ley de "Cada momento en el universo es perfecto"? Ya te han dado la primera oportunidad de deshacerte de esa coraza y comenzar a enfrentar el mundo cuerpo a cuerpo. Sin barreras de por medio, sin cintas de restricción. A todo dar. Sin miedo. Además... no estás solo, y lo sabes.

Esa última frase fue como un eco en mis oídos.

Yo lo sé, sé que no estoy solo. Pero, se siente de esa manera la mayoría del tiempo. O es que acaso... ¿Los estoy alejando a todos?

Fue inevitable no comenzar a relajarme, a pesar de que mi llanto no se detenía en ningún momento, e incluso parecía más fuerte. Si, había comenzado a llorar desde hace un rato, de lo cual no me había percatado, pues para mí las lágrimas resultaban un paseo. Tanto... que no podía sentirlas caer por mis mejillas. Era como si mi piel estuviese muerta.

Reparando en la situación, podía sentir como la máscara me era cuidadosamente retirada. No me negué en ningún momento. Solo me mantuve ensimismado hasta que por fin fui despojado de aquella careta, para atreverme a levantar la mirada, haciendo contacto visual con la adyacente.

ChanYeol me escrutaba cuidadoso pero insistente. Nuestras miradas tenían una especie de imán atrayente que, por mucha vergüenza que me diera, no podía simplemente apartarla de nuevo. Como reacción me limité a ruborizarme. Pero el color fue cubierto por sus tibias manos que acunaron mi rostro sin permiso alguno.

De esa manera pude descartar la idea de tener una piel marchita. Podía sentir la suavidad de sus manos, encantado por el sosiego que estas me brindaban. Incluso, el color volvió a mi pálido rostro. Las lágrimas que anteriormente habían forrado mis mofletes con una fina capa de humedad, fueron retiradas con las suaves caricias que los pulgares del mayor consentían. Ahí, justo bajo mis ojos y bajando ligeramente a mis pómulos.

Se sentía tan reconfortante. No quería que me soltara en ningún momento. Era la primera vez que alguien actuaba de esa manera conmigo, pero puedo determinar que me estaba volviendo adicto a su cercanía.

— Eres hermoso, BaekHyun. Si... tal vez no lo sabes porque no puedes verte con mis ojos, pero me encargaré de recordártelo cuantas veces sean necesario —su grave timbre de voz me hizo estremecer—. Y si no soy suficiente opinión, pues déjame decirte que no necesitas a nadie más. ¿Estoy siendo demasiado egoísta?

Estaba embobado por tan dulces palabras. Incluso si fuese una mentira, viniendo de ChanYeol podría endulzar cualquier corazón.

La amargura que albergaba dentro de mí, fue reemplazada por una enorme felicidad que fue contagiando a cada una de mis fibras hasta hacerme sonreír por inercia.

El más alto quedó pasmado al verme.

¿No era eso lo que querías ChanYeol?

Pues... te obsequio mi más sincera sonrisa.

[...]

A partir de ese día, las mañanas para mí fueron diferentes. Si antes me hastiaba despertar, pues ahora agradecía poder abrir los ojos por un día más. Era como si me retara a mí mismo a superar mis obstáculos. ChanYeol me había brindado su confianza, así que haría uso de ella para confiar en mí mismo de igual manera. Su preocupación no sería tomada en vano.

Inicialmente era incómodo aparecer frente a mis hermanos de esa manera, más las preguntas que me hacían. También me costaba mirarlos al rostro, pero como ya la familiaridad está sembrada, tardé menos de lo que pensaba en comenzar a acoplarme.

La relación entre ChanYeol y yo se había vuelto un poco más estrecha, aunque aún distante. Me trataba como alguien igual a mis hermanos. En otras palabras, aparte de responsabilizarse por mí, yo le era indiferente. Eso me tenía algo desconsolado. Por supuesto, yo tampoco hacía mucho afán en acercarme a él, así que no podía echarle toda la culpa. Mi amor platónico se resumía en disimuladas miradas que le dedicaba a escondidas.

Sí, siempre buscaba observarlo en sus mejores momentos.

Cuando sonreía; que hacía que sus orejas se vieran más grandes de lo que ya eran.

Cuando estaba sorprendido; que sus ojos brillaban con ímpetu.

Cuando estaba concentrado; tenía una maña de fruncir los labios, escondiéndolos uno contra otro.

Cada vez que retaba a los niños por haber hecho una travesura; los miraba con altives y vehemencia, intentando portar autoridad, aunque yo sabía muy bien que tenía unos sentimientos frágiles, por muy serias o frías expresiones que dedicara cuando estaba irritado. Pues cada vez luego de haber tenido una discusión con alguno de los pequeños, terminaba por complacerlos en alguna otra cosa.

"Xiumin, ¿jugamos una partida?"... "Luhan, adivina quién compró unas galletas de chocolate"... "Ven aquí, KyungSoo, vamos a ver una película de acción"... y así con todos.

Yo sinceramente disfrutaba observar todas sus facetas. Era tan diferente a mí, que tal vez por eso se me hacía tan interesante mirarlo.

Lamentablemente, una de esas veces que me escondí para observarlo, no me trajo precisamente lindas sensaciones. Fue esa vez que, al salir de mi alcoba, Tao estaba besando a ChanYeol, en medio del pasillo.

Mi cuerpo no reaccionó, solo pude observar cómo mi hermano mayor se apresuraba hacia su habitación. Entonces, el otro chico volteó encontrándose cara a cara conmigo.

Quería pedirle alguna explicación, pero no podía. A parte... ¿qué derecho tenía yo para decirle algo? Sé que no me concierne pero, nuevamente ese dolor que estrujaba mi estómago volvió a aparecer.

Celos.

Pasé toda la tarde cabizbajo. Ahora realmente no tenía ánimos de nada.

Por suerte ese día un amigo de ChanYeol vino a visitarnos. Su nombre era Kai. Era un chico bastante divertido. No pude acercarme demasiado a él, pero él hacía reír a mis hermanitos y por ende me contagiaba yo también con sus ocurrencias.

— Así que la mejor manera de conocer a alguien, es probando sus labios —dictaminó muy seguro de sus palabras. Se encontraba sentado en la alfombra junto con los juguetes de KyungSoo, mientras que todos nosotros a su alrededor oíamos sus aventuras y raros conocimientos de la vida—. Ese es el corazón de las emociones. Si asimila el contacto, significa que se siente seguro de sí mismo, y de ti también. Incluso puedes saborear sus pensamientos.

— ¿Y si te rechaza?

— Le agarras una nalga. Así funciona.

— ¿¡Ehhhh!? —Se cruzó de brazos Xiumin bastante receloso ante esa empírica explicación que realmente no tenía fundamento alguno.

— Así que, D.O... —sonrió con sadismo observando al pequeño que en realidad parecía no importarle nada de lo que decía— ...ven aquí.

Estiró sus labios en un pico conforme se acercaba al rostro del bebé, aunque su plan no dio mucho resultado con ese niño pues KyungSoo acabó metiéndole los dedos en el ojo.

— ¡AAAAAAHHHHHHHHHH! —Gritó rodando por el suelo mientras se cubría el rostro. Por otra parte, el de ojos saltones continuó construyendo su torre de tacos.

Todos comenzaron a reír ante tal situación.

— ¡Xiumin Hyun! —Se acercó Luhan. Extendió los brazos y se abalanzó sobre él para buscar sus labios, conforme el mayor de los dos trataba de esquivarlo.

— ¡Ahhh! ¡Apartate! ¡Noo! —Se removía buscando huir pero el pequeño era muy insistente, terminando por dejar varios besos por su rostro al fallar en su intento por saber qué pensaba el cachetón sobre él. ¿Realmente lo odiaba?

Por otra parte Lay volteó a ver a Suho quien se encontraba a su lado muy sonriente y tranquilo. Al percatarse de la mirada del más alto, volteó hacia él. Sin tiempo de que preguntara lo que sucedía, Lay se aproximó a sus labios depositando un fugaz beso antes de alejarse.

El pequeño quedó atónito. No reaccionó hasta caer en cuenta de lo que había hecho. Su rostro enrojeció completamente y se cubrió los labios con rapidez.

— ¡Nooo! ¡Ahora mis secretos serán descubiertos! —Lloriqueó bajo la mirada de su hermano, quien se limitó a relamerse los labios.

Estruendosamente Kai comenzó a reír luego de presenciar el desastre que había fomentado.

Yo también quería saber lo que pensaba ChanYeol de mí...

Para cuando Kai se fue, la algarabía cesó. No es como que esté acostumbrado a estar en una casa silenciosa, pero comparado con lo disparatado que era ese moreno, mi hogar ahora estaba en paz.

El living estaba vacío así que decidí instalarme a ver la TV en mute. La veía, pero verdaderamente no me importaba en lo más mínimo. Hundido en mis pensamientos.

Por fin la apagué, algo frustrado por no lograr dejar mi mal humor. Me enrosqué en el sofá y cerré los ojos para reflexionar sobre mi estúpido comportamiento. Estaba en ese trance de entre dormido y despierto, donde no me decidía si dejarme llevar por Morfeo o abrir los ojos. Fue entonces que oí una voz conocida que me llamaba por mi nombre.

Me inquieté incómodo dándome la vuelta lentamente como acto seguido. Ese chico estaba ahí sentado a la orilla del mueble, mirándome preventivo.

— ¿Por qué no vas a tu habitación? No creo que el sofá sea tan cómodo como tu cama.

Encogido de hombros, aún con la empalizada en el suelo, fui incorporándome lentamente. Parecía un muerto viviente. Qué vergüenza.

Estábamos muy cerca, lo noté, gracias a la posición que habíamos adoptado. En cualquier otro instante hubiera huido, pero... ¿No era eso lo que yo deseaba? Poder estar cerca de ChanYeol. Que me notara.

Entonces nuevamente la imagen de esa mañana, donde Tao depositaba un beso en su mejilla, me bombardeó el corazón como una flecha que atraviesa mi pecho. Gracias a ello, reaccioné. Necesitaba saber qué pensaba el mayor sobre mí y esta era quizás la única oportunidad que tendría. Estábamos solos en la pieza y justo ahora tenía toda su atención.

Mentiría si dijera que no estaba terriblemente nervioso. También dudaba enormemente de si sería tan capaz como mi hermano mayor de hacer algo parecido.

Titiritando llevé las manos a su rostro, solo para sostenerlo, o tal vez era para sostenerme a mí mismo, pues sentía que me iba a desmayar debido a la inquietud que se apoderaba de mi propio control.

Tomé una bocanada de aire y cerré los ojos. ¿Cómo se hacía eso? Lo había visto cientos de veces en las telenovelas, o leído en algún libro de drama juvenil. Bien, la expresión que seguramente yo debía tener en ese momento no era la más provocativa, pues estaba tenso y fruncía los labios con inexperiencia. Poco a poco traté de acercarme al joven. Pero era inútil.

¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo! ¿¡Qué demonios estoy intentando!?

Cuando estaba decidido a abrir los ojos y rendirme en mi frustrado intento por encontrar a ChanYeol, unos labios un poco más gruesos chocaron contra los míos, sorprendiéndome.

Me desconecté totalmente de mis cinco sentidos. De hecho, aunque quisiera mi cuerpo no reaccionaba. Mis labios estaban sellados pero podía sentir la textura de aquel contacto. Era... un beso seco.

De un salto el muchacho se alejó. Me quedé distante por unos segundos. En mis ojos se acumularon las lágrimas de vergüenza y felicidad a la vez. Hasta que el alma me volvió al cuerpo. ¡ChanYeol me había besado! Significa que se siente seguro conmigo. Creo que es el día más feliz de mi vida. De seguro Kai también le había contado esa historia. Ahora ambos sabríamos lo que piensa el otro

— Lo... Lo lamento mucho BaekHyun —¿Huh? ¿Qué quiere decir con eso?— No fue mi intención. Lo juro. Yo... no sé qué me pasó. No quería besarte, ni si quiera sé por qué lo hice.

Entonces mi mundo se vino completamente abajo. ¿Qué significaba todo eso? ¿Es mi culpa? Tal vez no debí siquiera intentarlo. Pero... entonces... ¡No debió hacerlo si no quería! Quizás si yo lo hubiese besado por mi cuenta, fuese más sencillo echarme la culpa.

Mi mente se volvió un caos de sentimientos heridos y confusos. En realidad, era bastante inexperto en el tema, así que creí que un contacto en los labios me haría estar un paso más adelante que Tao.

Si, tan competitivo.

Bajé la mirada. Que frustrante era todo. Había metido la pata y lo peor era que quien salía más lastimado por mis imprudencias era yo. Parece que las cosas no me salen tan bien como a otros. No sirvo para esto.

ChanYeol buscó abrazarme pero no se lo permití. Justo ahora, quien menos quería que me tocase era él. Comencé a sollozar. Por milésima vez. En eso si soy bueno, tal parece. Busqué cubrirme el rostro para ocultar mi debilidad, pero solo lograba pasar torpemente mis manos por la cara en el intento de disipar la humedad que caía sin misericordia de mis fauces.

Creo que a eso se refería Kai...

Después de robar un beso, alguien tiene que dar una explicación. Es cuestión de suerte si alguno de los dos no sale lastimado.

[...]

BaekHyun [1:36 a.m] Gracias de nuevo, ChanYeol.

ChanYeol [1:37 a.m] Por qué?

BaekHyun [1:38 a.m] Por ser mi primera cita.

ChanYeol [1:39 a.m] Baek, no tienes que agradecer por eso. Me gustó salir contigo.

BaekHyun [1:40 a.m] Pero... No soy tan divertido como Tao.

ChanYeol [1:40 a.m] Eh? Y eso a que viene?

BaekHyun [1:41 a.m] Que salir conmigo, es como estar junto a una pared. No tengo personalidad, así que no puedo mantenerte a mi lado.

ChanYeol [1:42 a.m] Baek, eso no es cierto.

BaekHyun [1:42 a.m] Pero puedo cambiar! Lo haré. Yo... quiero gustarte.

ChanYeol [1:42 a.m] BaekHyun! Tú me gustas. Así como eres. No quiero que cambies.

BaekHyun [1:43 a.m] Mentiroso.

ChanYeol [1:44 a.m] Hablo en serio. Por eso quiero conocerte cada vez más. Porque sé que dentro de esa coraza de indiferencia, se oculta un chico con una personalidad hermosa y única. Y voy a encontrarlo.

Un capítulo relleno, o algo así, pero espero que haya cumplido con sus expectativas.

Recientemente me dio la locura y escribí un original Yaoi. Les invito a que pasen a leerlo si gustan. Se llama "Tough Cookie". A penas tiene un muy corto prólogo pero planeo subir el primer capítulo pronto.

Quiero que sepan que no abandonaré este fic, sin embargo el otro creo que tendrá lentas actualizaciones para dedicarme más a este. En fin. Nos vemos en la proxima. Los amodoro. Gracias por la paciencia que me tienen.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top