Capítulo 11. Máscaras de papel
Creo que el problema con esas 'A' molestas que no les dejaban leer, está resuelto. Si algo más surge, haganmelo saber, por favor.
Sentía mi pulso acelerado. Razón que desconocía o simplemente no era capaz de canalizar. Lo que estaba frente a mis ojos me había dejado perplejo, y pude notar que no era el único sorprendido en esa escena cuando los orbes de BaekHyun se mantenían abiertos, atónitos, clavando sus pupilas directamente con las mías.
El tiempo transcurrió lento. Sentí que había estado una eternidad manteniendo el contacto visual. Y lo siguiente también me pareció captarlo en cámara lenta.
Para mi sorpresa, y es que realmente no sabía si podía esperar otra acción de su parte, BaekHyun cerró sus ojos con fuerza, pudiendo notar sus largas pestañas. Yo, embobado al fin, no pude reaccionar cuando el joven me asió de la playera, y se acercó ocultando el rostro en mi pecho, para que nadie más lo viera. Debía sentirse avergonzado, y desear que la tierra lo tragase.
Posicioné mis manos en sus hombros como si quisiera apartarlo, pero realmente no hice nada de ello, aun tratando de volver a tener los pies sobre la tierra. Cosa que conseguí cuando una voz me sacó de mi concentración.
— ¡Baek! ¡ChanYeol! ¿Están bien?
Voltee en dirección hacia el niño de gatunos orbes que corría hacia nosotros cruzando la calle. Por suerte Xiumin no me había dado qué hacer y había permanecido a espera de que el semáforo cambiase y les diese paso a los peatones. Agradecí mentalmente, de lo contrario las cosas pudieron haberse complicado.
— Sorprendente. —Abrió ampliamente sus orbes, los cuales destellaron con cierta picardía al parecer cuando corroboró que BaekHyun ya no llevaba su máscara.
Me miró entre entusiasmado y confundido. Como si se alegrara por ello pero se preocupase por saber qué sucedería ahora. Y ciertamente la misma pregunta me formulaba yo.
Bajé nuevamente mi vista hacia aquella castaña cabellera corta, y lisa, que por un momento desee acariciar. Pero no era el momento. Por el contrario mis manos intentaron apartar con mucha cautela el cuerpo foráneo, como si pidiera permiso, pero nada. Seguía fuertemente aferrado a mi vestimenta y ni siquiera me dejaba ver su rostro una vez más.
Su cuerpo temblaba, quizás de los nervios. No sabía qué decir, pero debía hablar ahora. Obligatoriamente.
— Oye, BaekHyun, todo está bien —Musité acariciando su espalda con mi diestra. Xiumin se mantenía en silencio como si intentara pasar desapercibido, expectante aún con la asombrosa e increíble situación. Me preguntaba si alguna vez los niños habían visto el rostro de BaekHyun—. Nadie va a comerte por no tener puesta tu máscara. Luego compraremos una nueva y más bonita, ¿te parece?
Parecía comenzar a serenarse con mis palabras, pero su musculatura aún estaba tensa y no salía de su escondite. Podía sentir como su cálida respiración chocaba contra mi pecho por sobre la tela, y aquello me ponía los pelos de punta.
Se me ocurrió una brillante idea, y aunque fue difícil que BaekHyun soltara mi camisa, lo logramos.
Le había colocado mi chaqueta. Había algo de frío en el ambiente pero era soportable, al menos para mí, un amante de la baja temperatura. Ya que mi abrigo tenía incluida una capucha, la acomodé sobre la cabeza del chico, logrando así que cubriera parte de su rostro. No era igual que tener una máscara, pero él lentamente pareció convencerse con la idea.
Ignorando a las personas que se aglomeraban a nuestro alrededor —las cuales por suerte no eran muchas—, nos colocamos de pie para avanzar junto a un despreocupado y, al parecer, entusiasmado Xiumin.
BaekHyun se mantuvo en todo momento cabizbajo. Ahora podía apreciar la fina línea de su mandíbula, sus labios, una pequeña parte de su nariz de vez en cuando, salvo que sus ojos no habían vuelto a hacer contacto conmigo, y me supongo que con ningún otro presente.
Caminábamos con serenidad, tratando de olvidar el anterior suceso como si fuese algo normal. Y es que de cierta forma podía describirse como un accidente común; las cosas a veces se rompen, se dañan, y el día de hoy habíamos tenido mala suerte. Sin embargo, las consecuencias que estábamos cargando se encontraban en otro tipo de rango. El hecho de haber abierto una puerta prohibida. Si es que se puede comparar de esa manera.
BaekHyun se aferraba con una mano a la orilla de mi camiseta, de una manera un poco cuidadosa para no perderse, como si intentase pasar desapercibido por mí. Ya había aprendido su lección. Pero lejos de eso, no hacía más que ver sus pies al dar paso por paso.
Xiumin, que caminaba frente a nosotros totalmente despreocupado, volteó repentinamente hacia nosotros. Miró a su hermano y luego volvió la vista hacia mí como si esperase que hiciera algo al respecto. Yo solo lo miré incrédulo y levanté un instante mis hombros. Lo vi soltar un suspiro de fastidio y fruncir el ceño antes de volver la vista al frente.
— No sé cuál es tu problema BaekHyun —habló el más pequeño y casi pude percibir cómo el cuerpo del aludido se tensaba—. No intentes hacerte el interesante porque no te queda. Es muy inmaduro de tu parte estar con estupideces como esas. No sé qué te ha llevado querer cubrir tu rostro pero ya déjate de...
— ¡Hey! —Lo interrumpí de inmediato antes de que continuase. Es que Xiumin tenía una bocota especial para despertar la fiera que las personas llevaban ocultas en su interior. Hasta a mí me hacía salir de mis casillas.
— ¿Qué? —Se atrevió a retarme.
Yo lo observé fijamente lanzándole una mirada fulminante para que se quedase quieto de una vez por todas. Pero la impresión que me llevé posteriormente me abofeteó metafóricamente hablando, dejándome pasmado y expectante ante la escena. BaekHyun había levantado la cabeza, y ahora observaba directamente a Xiumin con el ceño fruncido y una expresión "severa", aunque solo era un efímero intento, pues parecía ser un mohín de niño pequeño. Por más que intentase hacerle frente a su hermanito, su mirada seguía siendo la víctima, y aquello me hizo esbozar una sonrisa para mis adentros.
El pequeño de ojos gatunos había logrado su cometido. Ya era la segunda vez que lo hacía: primero con Tao, y ahora con BaekHyun. Él definitivamente sabía cómo hacer reaccionar a los demás.
Sonrió satisfecho volviendo la vista al frente para continuar caminando.
— Ya... lo siento.
Y mi admiración iba en aumento. Ahora comprendía todo. Luego de mostrarle a su hermano mayor lo patético que resultaba ocultar su rostro, prácticamente le obligó a demostrar por sí mismo, el que las expresiones faciales también jugaban un aspecto importante para la comunicación, pues ésta, además del lenguaje verbal, también consistía en el lenguaje corporal y gestual que resultaban ser un complemento para las relaciones interpersonales.
Entonces... con ese gesto de disgusto que el joven realizó, Xiumin le enseñó a utilizar sus expresiones faciales como una factible forma de comunicación. En lugar de asentir, o negar, ahora podía decir tantas cosas con una mirada.
En mi rostro apareció una sonrisa de satisfacción por aquella escena. Ahora estábamos un paso más cerca de la verdadera existencia de BaekHyun gracias a Xiumin.
Llevé mi mano a la cabeza del joven, como si fuese a acariciar sus cabellos, pero en vista de que estos estaban cubiertos por una capucha, solo fue un gesto que le felicitó por su progreso.
El menor de los tres hablaba sobre videojuegos, al parecer consigo mismo, con el viento, quién sabe. No sé si era consciente de que yo también lo escuchaba, pero es que a veces decía cosas para sí mismo que yo no alcanzaba a oír.
Por otra parte, BaekHyun no soltaba el borde de mi camiseta, y se limitaba a explorar con la vista aquella ciudad que al parecer desconocía bastante. A veces se escondía entre sus hombros o desviaba la mirada, posiblemente producto de haber hecho contacto visual con una persona extraña.
Llegamos al restaurant chino, pues a pesar de los percances, volver a casa sin comida para Tao nos hubiese dejado sin cabeza.
Yo me acerqué al mostrador mientras Xiumin y BaekHyun se distraían con algunas decoraciones en la pared, de esas que tenían bonsáis, paisajes de china, escritos. Y en una ocasión —mientras esperaba a que me atendieran—, tuve que reclamarle al pequeño de todos para que dejara de inventar traducciones que pudiesen afectar la frágil e ingenua mente de BaekHyun.
— Buenas noches. Bienvenido. ¿Qué desea ordenar...? —Comenzó hablando el chico tras el mostrador pero guardó silencio cuando nuestras miradas se encontraron.
Yo estaba incluso más sorprendido que él, puesto a que su faz no era tampoco demasiado expresiva.
— ¡Sehun!
— Si. Ese es mi nombre. —Ladeó una suave sonrisa burlona.
Ese fue nuestro saludo.
Con una brillante expresión de felicidad y entusiasmo, crucé los brazos sobre el mostrador, recargando en ellos el peso de mi cuerpo para instalarme a platicar con mi viejo amigo. Debía aprovechar que luego de mí no habían en espera ningún otro cliente.
— No tenía idea de que trabajaras aquí.
— Comencé hace un par de días. Era hora de que consiguiera un trabajo —Soltó un suspiro, como si le hubiese hecho falta ese descanso para platicar.
— Me alegro por ti. ¿Cómo te va en psicología?
— Pues bastante bien. Se me hace más fácil de lo que a un estudiante promedio le resulta. —Hizo una pequeña pausa. Al parecer desinteresado de sí mismo. Sehun siempre había sido un prodigio en la materia—. ¿Y tú? ¿Lograste inscribirte en alguna universidad?
Bajé la cabeza negando conforme exhalaba con pesadez. Era frustrante no poder cursar la universidad cuando muy bien deseabas formarte como un profesional.
— No pude conseguir la beca y no tengo dinero para pagar la universidad. —Desvié la mirada.
Sehun pareció preocupado y se mantuvo en silencio tratando de digerir mis palabras. Pude notarlo, era lastima, preocupación, impotencia. Después de todo era uno de mis mejores amigos, y sabía lo incómodo y apenado que debía sentirse aunque no lo demostrase.
Sehun y Kai, siempre fueron mis amigos de la escuela. Éramos el trío dinámico, o algo así como los tres mosqueteros. Como a muchos les sucede, luego de graduarse y pasar a la vida universitaria, las amistades no vuelven a ser las mismas. Siempre está el mismo cariño y el mismo apego, pero la comunicación se va debilitando.
Por suerte con Kai no ha sido tan difícil, puesto a que trabajábamos juntos. O aún lo hacemos, salvo porque tengo un nuevo empleo que ahora solo me permite hacerlo a distancia.
Por otra parte, Sehun tuvo que irse a vivir con su abuela a otro municipio que quedaba más cerca de la universidad donde cursa sus estudios. Razón que nos permite agregar el distanciamiento notorio para con nuestro grupo. Sumido en su carrera, siempre estudiando. Aunque de vez en cuando nos reuníamos los tres para ir a los videojuegos, a jugar vóley, o a ir al club nocturno.
Tenía quizás un mes... casi dos que no sabía de mi rubio amigo, y ahora de pura casualidad nos habíamos reencontrado.
No debía tenerla fácil, y su horario debe ser bastante apretado por lo que veo. La universidad y el trabajo, ambos quedan a los extremos de donde reside con su abuela. Agregando que es un chico tan aplicado y serio —tanto como persona, como con lo que hace— que se mantiene ensimismado en sus ocupaciones, restándole tiempo al disfrute.
— ¿Y ellos son...? —Alargó la pregunta en un "Jugando con Sehun a completar la frase".
Bajé la mirada hacia mis dos acompañantes.
Mientras BaekHyun permanecía embobado viendo una pintura china colgada en la pared a un par de metros de donde yo me encontraba, Xiumin se encontraba de brazos cruzados sobre el mostrador —apenas y alcanzando—, le sostenía la mirada a mi amigo, quien le correspondía seriamente. Intenté evitar que se me escapara una carcajada burlona al ver como el pequeño de diez años imitaba la cara de póker del otro chico. Era sencillamente idéntico.
Sonreí con algo de asco para disimular mi diversión frente a tal situación, y así poder contestar a su pregunta.
— Son... mi trabajo.
Sehun enarcó una ceja. Cuando estaba a punto de continuar, la voz de cierto niño interrumpió la conversación de mala manera.
— ¿Y nos vas a atender o qué? Somos tus clientes... ¡Auch!
Se llevó una mano a la nuca encogiéndose de hombros tras recibir un buen golpe de mi parte, así como los que le solía propinar Tao. Estaba aprendiendo un poco esa técnica. Ya casi lo tenía... si, el juego está en el movimiento de la muñeca.
— Por cierto, Sehun...
— ¿Hm?
— Me gustaría preguntarte algunas cosas.
Proseguí platicando con mi viejo amigo dejando que Xiumin fuese a distraerse con alguna mosca por ahí. Sehun se había encargado de entregarme mi pedido, sin embargo, aprovechando que no habían más clientes luego de mí, nos quedamos a ponernos al día con la vida del otro. Como dos viejas chismosas.
Xiumin resopló al menos un par de veces. Estaba seguro que a alguno de los dos estaba maldiciendo mentalmente.
— ¡Se hizo justicia en el acto!
Gritó Xiumin no bien habíamos salido del local. Qué vergüenza. Sehun tuvo que haber escuchado. Ese enano era tan grosero y escandaloso.
— ¡Shh!
— Yo sabía que arriba hay un dios. Él escuchó nuestras plegarias BaekHyun. —Tenía sus manos unidas en forma de oración, y fue imitado por el aludido.
— Deja el drama, Xiumin. ¡Y no metas a BaekHyun en esto!
— Te tardaste demasiado ChanYeol. Tao te va a matar. —Mencionó despreocupado y victorioso, llevándose ambas manos tras la nuca mientras caminaba serenamente.
— Aunque no lo creas... —contraataqué convenciendo a mi mente que el miedo solo era psicológico—...Tao y yo comenzamos a entendernos.
Sonreí orgulloso. No iba a pasar nada malo. ¿Verdad? ¿¡VERDAD!? Tao y yo habíamos dado un paso gigantesco en nuestra relación... estaba a salvo.
— Yo que tú, me persigno.
La mirada que Xiumin me dedicó en ese momento, me hizo vacilar. Entré en la duda, y la poca determinación y esperanza que albergaba muy dentro de mí, se apagó como una vela.
— ¿Tú qué sabes, enano?
— Ah. ¿Quieres apostar?
Un juego de miradas asesinas se afianzó entre nosotros mientras caminábamos, hasta que nuestra batalla por obtener el poder del subconsciente ajeno, fue interrumpida por un joven chico encapuchado que se interpuso justo en medio de ambos. Primero miró al bajito, y luego volvió la mirada a mí, en la expresión que recientemente había aprendido; el ceño fruncido y una mirada tierna aunque retadora. O al menos eso intentaba. Y se le aplaudía su progreso.
Al principio me sorprendí, pero muy obediente decidí hacerle caso dirigiendo mi atención al frente en mi derrota, y tal parecía que Xiumin había comprendido mi propósito.
— De acuerdo. Dejemos esta discusión por ahora. —Afirmó regresando la vista al trayecto.
— ¡Hermoso, ¿verdad?!
La exclamación de Tao no se hizo esperar una vez habíamos abierto la puerta principal. Por instinto, y vencidos por el miedo, Ximun y yo atinamos a cubrirnos la cabeza y otras partes vitales en defensa a lo que se nos viniese encima.
— Y nosotros muriendo de hambre... ¿¡A qué hora pensaban llegar!? Cuerda de... —Estaba a punto de tirarnos de las orejas cuando se detuvo en seco.
El niño y yo, confundidos y aún temerosos por que se tratase de una vil broma, descubrimos nuestro rostro para mirar a un azabache estupefacto.
— ¿Hm? Hyung... ¿Quién es él? — Preguntó confundido el pequeño Luhan quien se encontraba junto a Suho.
— No puede ser... —Musitó este último casi inaudible.
— Baek... BaekHyun...
Cuando Tao hizo mención al nombre, como si hubiera activado un censor, el joven desenmascarado prácticamente nos empujó a todos para pasar corriendo en dirección hacia las escaleras. Seguramente se sintió intimidado cuando todas las miradas se posaron sobre él.
— ¡Baek, espera! —Se apresuró el hermano mayor a sujetarlo del antebrazo.
— Baek Hyung... ¿eres tú? —Luhan muy entusiasmado se acercó a él para aferrarse a su brazo igualmente y evitar que se fuera tan pronto.
Tras de ellos le siguió Suho y Xiumin, todos rogando que permaneciera junto a ellos un rato más. Su rostro... no era algo que podía verse todos los días.
Pero el pavor comenzó a apoderarse de esa fría expresión, y me tensé. Podía sentirse como un montón de lobos que querían comerse un pobre cordero. Insólito, luego de tantas veces que habrán visto su máscara impotente. Y si... así funcionaba. El pequeño y tímido BaekHyun escondía su debilidad tras una severa expresión salvaje.
El chico comenzó a desesperarse, observé sus piernas temblar en su intento por escapar mientras todos le hablaban a la vez, haciéndole tantas preguntas que no era capaz de responder. Así que me vi en la necesidad de intervenir.
Deposité las bolsas que cargaba sobre el mueble y fui en su rescate. Me fue tan fácil apartar esas manos que lo sujetaban, que no comprendía como no pudo liberarse de ellos. El chico no tenía nada de fuerza definitivamente y su cuerpo era absolutamente frágil pero a la misma vez fuerte. Algo difícil de explicar.
Los detuve, pues cuando volvió a salir corriendo, ellos pretendieron no dejarlo escapar. Y no podía permitirles presionarlo más de lo que ya había estado en el transcurso de nuestra diligencia.
— ChanYeol... —Me miró el azabache notoriamente preocupado. Una mirada diferente a aquellas que otras veces me había dedicado. Se notaba que le preocupaba bastante su hermano.
— Por ahora dejémoslo solo —desvié mi mirada hacia las escaleras por donde aquel menudo y ágil cuerpo había desaparecido—. Hoy ha hecho mucho.
— ¿Ese era BaekHyun?
La vocecita de Luhan sonaba algo esperanzada, como si estuviese dentro de una película y al fin se descubriera el verdadero rostro del protagonista. Él y Suho voltearon a vernos pero asombrosamente fue Tao quien respondió algo cabizbajo.
— Así es, Lulú. Pero dejemos que se acostumbre a... —volteó a verme con una expresión que entendí a la perfección— ...estar sin su máscara.
Tao necesitaba una explicación, y no me negaría a otorgársela.
Como una embarazada antojosa Tao por fin pudo comer de lo que tanto ansiaba. Los niños habían recibido nuestro permiso para ir a comer en sus respectivas habitaciones, con la condición de que... si ensuciaban, tendrían que limpiarlo.
Por otra parte el chico y yo nos quedamos en la sala para tener nuestra charla privada. Le expliqué lo acontecido y también el porqué de nuestra tardanza. Disculpándome inmediatamente para no ser agredido, pero el joven estaba demasiado ocupado comiendo y alegó dejármela pasar solo por esa vez al conocer el incidente.
— ¿Suho y Luhan no conocían el rostro de BaekHyun?
— BaekHyun lleva usando máscara desde hace más o menos cuatro años atrás. Para entonces ambos estaban muy pequeños, incluyendo a Xiumin. Por supuesto ninguno lo recuerda. Los demás... hacía mucho no veíamos su rostro —sonrió con nostalgia—. BaekHyun tiene un rostro hermoso ¿cierto?
Carraspeé un poco desviando mi mirada. Podía jurar que mis mejillas habían enrojecido un poco pero traté de disimularlo. Tao soltó una carcajada al verme y continuó comiendo.
— Pervertido.
— ¿¡Y yo ahora por qué!? —Volteé rápidamente a mirarle indignado.
Él prosiguió con su tan ansiada cena y yo bufé desviando la mirada para restarle importancia al asunto.
Pocos minutos después, mi compañero habló.
— Desde el día en que nos mudamos a esta casa, BaekHyun comenzó a utilizar esa máscara.
Aquellas palabras lograron captar mi atención. Esperaba que continuara pero se notaba pensativo.
— Desde entonces no volvió a pronunciar ni una sola palabra, y su obsesión por cubrirse el rostro se hizo ley —hizo una pausa antes de continuar—. De por si BaekHyun nunca fue muy parlanchín. Pocas palabras. Un chico solitario y tímido, a quien le costaba mirar directamente a los ojos. Sin embargo jamás creí que caería en esto. Todo el avance que tuvo su tratamiento se redujo a cero.
Cierto. El tratamiento del que una vez hizo mención YiFan. Luego del 'accidente', o mejor dicho... luego de la serie de vivencias traumáticas por la cual pasaron Baek y Tao, el menor, quien resultó ser al parecer el más afectado, estuvo bajo terapia psicológica.
— Creo que algo ocurrió en ese pueblo —Tao interrumpió mis pensamientos alegando para sí mismo, cabizbajo. Levantó un instante la mirada para observar mi expresión de confusión—. El pueblo, donde vivíamos antes. Algo causó que BaekHyun volviera a romperse.
Tenía sentido. Si. Era posible.
— ¿Puedo preguntarte algo?
— Ya lo hiciste. —Me respondió. Si... ese chico altanero y poco sutil que era a veces. Pero decidí ignorarlo, ya que se notaba su vehemencia.
— ¿Baek recuerda... algo de lo que le ocurrió en su infancia?
Negó inmediatamente con su cabeza.
— Bloqueó eso hace mucho tiempo. A demás... estaba pequeño. Dudo que recuerde los detalles.
Luego de pasar por algo tan horrible, no creo que los detalles puedan olvidarse. Sin embargo... puede tratarse de una pérdida de memoria post traumática.
— ¿Tu si?
— ¿Eh?
— ¿Tu si recuerdas algo?
El azabache bajó la mirada con inquietud. Sí, no debía ser fácil para nadie pero necesitaba respuestas ahora mismo. Había estado esperando mucho por ellas. Tal vez no todas, pero estaba en mi derecho de conocer una parte de la historia.
Deposité el plato sobre la mesa y Tao hizo lo mismo, a excepción que el suyo si estaba vació y al mío aún le quedaba algo de alimento. La angustia y la curiosidad que albergaba en cada fibra de mi cuerpo se habían deshecho de mi apetito.
Suspiró acomodándose en el sofá antes de hablar.
— No puedo decir que mi padre tenía favoritismo. No. Era alguien que muy poco demostraba sus sentimientos. Un sujeto posesivo de carácter fuerte. No era cariñoso con nadie, ni conmigo, ni con mi madre, pero si existía una preferencia, y no exactamente una preferencia de la cual estar orgulloso. Él odiaba a BaekHyun. Desde pequeño nunca lo trató como su hijo. Solía recordarle cuánto odiaba su cara, pero curiosamente jamás lo lastimó directamente al rostro. Desde muy chiquito BaekHyun se escondía tras una vieja reliquia en forma de lobo, cada que mi papá quería agredirlo. Supongo que ahí se sentía a salvo, y que por ende hace unos años atrás comenzó a utilizar una parecida para esconderse.
— ¿Cómo lo agredía?
Tragué en seco. Me había armado de valor para gesticular esa pregunta de la manera más fría que me fue posible.
— Solía golpear sus pies. El hombre... estaba loco. Colocaba clavos en la escalera; en un peldaño si, en el otro no, y así sucesivamente. Lo obligaba a subir y bajar rápidamente. En ocasiones Baek se clavaba las chinches —hizo una pausa, pero cuando retomó la palabra, su voz alcanzó a quebrarse—. Siempre encontraba la manera de torturar a BaekHyun.
Sus ojos comenzaron a cristalizarse. Tao se veía tan frágil en esos momentos. Rompería a llorar en cualquier instante. Pero quizás era necesario. Me preguntaba desde cuando había estado reprimiendo tantos sentimientos, disfrazándose con una coraza de plomo.
Deslicé una mano y la coloqué sobre su hombro dando un suave apretón. Deseaba que fuese fuerte al respecto, como siempre me gustaba verlo.
Me miró un instante, y en el momento en que hicimos contacto visual, su nariz se volvió más roja pese al sobrehumano esfuerzo que estaba haciendo por contener el nudo en su garganta. Casi podía verlo atado, lo juro.
— Lo vi sufrir, y no pude hacer nada al respecto siendo el hermano mayor. ¿Por qué? ¿Qué me impidió interferir?
— Tú también eras solo un niño inocente, Tao. No había mucho que pudieras hacer. Ni siquiera sabías exactamente qué estaba pasando con tu familia.
— Pero... Me siento tan impotente. Incluso ahora... ¿Lo has visto? —Negué inmediatamente— BaekHyun siempre se preocupa por todos. Siempre está para todos. ¿Y qué he hecho yo por él? —Detestaba ver que se culpara, pero pensé que el confesar todo eso le quitaría un peso de encima— Baek... necesita a alguien que lo apoye, lo comprenda, y le otorgue lo que nunca recibió; amor. Resulta sorprendente... ¿no? —Sonrió con ironía— Es un chico muy cariñoso, amable, y bondadoso... ¿cómo? ¿Por qué? Luego de lo injusta que ha sido la vida con él.
Hubo un pesado silencio. Mi mano acarició su espalda. No sabía muy bien que decirle al respecto sin parecer que le tengo lástima al chico.
— BaekHyun tiene hermosos sentimientos. Es un estupendo chico
Saqué de mi bolsillo un pequeño pañuelo de tela color blanco y se lo otorgué. Tao me dio las gracias con un asentimiento de cabeza y prosiguió a secarse un poco esos ojos enrojecidos y posteriormente se sonó la nariz.
— Uhg. Lo siento. —Se disculpó por ello.
— No hay cuidado —Exhalé.
Él negó con la cabeza.
— He intentado ser fuerte para él. Demostrarle que hay que tener coraje y no derrumbarse fácilmente, que hay que luchar. Pero...
— Hey... está bien. Lo has hecho muy bien. ¿No te has dado cuenta? Poco a poco va en mejoría. Aún es demasiado pronto para decir que se ha adaptado por completo a la sociedad, pero entre tú y yo podemos sacarlo de esa fría burbuja.
Me miró esperanzado.
— ¿Eso crees? —Yo asentí— ¿Vas a ayudarme?
— Claro que sí. —Le sonreí con un deje de brillo en mis pupilas, que al parecer le fue contagiado.
— Gracias por escucharme. Eres un buen tipo después de todo, ChanYeol.
En parte comprendí aquello que había formado la personalidad de Tao. Un chico rudo y obstinado. Se había convertido desde siempre en el complemento de BaekHyun, solo y únicamente para pagar esa deuda que siente pendiente hacia su hermano menor. Era de halagar, pero de cierto modo también un poco preocupante. Ambos fueron víctimas del maltrato de su padre. Fue entonces que caí en cuenta. Por un momento se me había olvidado.
¡Oh por dios!
¿El doctor Alam? ¡Cierto! ¿Cómo pude haberlo dejado pasar? Estaba tan sumido pensando en BaekHyun que no lo pensé. Él era... el padre.
Me llevé las manos a la cabeza y caí sentado sobre la cama de mi habitación. Me sentía en shock. Después de todo, había vivido en una mentira. ¿Puede decirse así? Él nunca me dijo nada al respecto sobre su familia hasta el último momento de vida. Ahora sé por qué. Todo tenía sentido. Él fue el motivo y... tal vez para descansar en paz, también deseaba hacer algo al respecto... ¿Se arrepentía?
Joder... ¡No puede ser!
Algo no está bien. Nada de esto debe ser cierto. Debe haber una equivocación.
Me coloqué de pie dispuesto a salir corriendo hacia la habitación de Tao por más respuestas, pero al abrir la puerta me encontré una visita inesperada.
— ¿BaekHyun?
Me sorprendí al ver su delgada silueta bajo el umbral de la puerta, tenía entre sus manos mi abrigo y... su cara cubierta con una máscara improvisada. Por un instante me tomó algunos segundos caer en cuenta que la tenía puesta nuevamente pues estaba acostumbrado a verlo con ella, pero más allá de eso, era lo tan parecida a la original que resultaba. Estaba hecha de papel, pero pintada tal cual, con sus respectivas sombras y detalles. Entonces se había encerrado en su habitación a confeccionarla.
— Pasa.
Mencioné con un tono de voz neutral y una expresión de pocos amigos. No estaba enojado, pero si algo indignado. Baek se encogió de hombros e ingresó a la pieza al parecer consciente de la tensa situación.
Dejé la puerta abierta adrede del invitado que tenía. El joven depositó la prenda sobre mi cama, y para cuando se dio la vuelta, ya yo me había cruzado de brazos, observándolo como si esperara que comenzara con su explicación. Cosa que no iba a conseguir. Ni se inmutó; por lo menos ya no huía de mí.
— BaekHyun... —comencé—...Creí que habíamos superado una etapa —lo vi bajar la cabeza conforme jugueteaba con sus manos. Exhalé un suspiro hondo—. Sabes que no voy a obligarte a nada pero... demonios Baek, íbamos tan bien —negué con la cabeza un tanto decepcionado—. Te vio tanta gente y no ocurrió nada malo. ¿Ahora que estas en casa... junto a personas de confianza, tienes las agallas de enmascararte? Dime. Tal vez solo estás jugando con nosotros.
Lo sé, mis palabras eran duras, pero mi intención no era lastimarlo, era darle el coraje suficiente para comenzar a enfrentar a su yo interno. Necesitaba abofetearlo un poco para hacerlo entrar en razón. Si él no ponía de su parte... no había mucho que yo pudiese hacer.
Estuvo mirándome unos largos segundos en el que la tensión del silencio que se había generado entre nosotros, resultaba una carga pesada en mis hombros, pero ya era tarde para acobardarse.
— ¿Cuál es el problema? ¿No te gusta tu rostro? ¿Es eso?
Y pude haber seguido de no ser porque de inmediato noté algo peculiar. La máscara había comenzado a humedecerse a la altura de sus ojos. Entonces mi dura expresión cambió a una más afligida.
BaekHyun había comenzado a llorar.
No era lo que quería conseguir, pero tal vez... y solo tal vez era necesario que la realidad le diese un duro golpe. Ya no era un niño.
Su cabeza estaba gacha y el papel cada vez se humedecía más. No lo escuché gemir, pero sí temblar. Temblaba para contener su llanto. Y en un momento como ese, solo me quedaba una opción. Algo que no podía evitar. Dar a torcer mi brazo.
Le miré piadoso, y acorté la distancia entre nuestros cuerpos para otorgarle un fraternal abrazo. Al principio se mostró receloso, removiéndose un poco en su vago intento por evitar que su necesidad por ser consolado lo delatara. Pero él también cedió, y ambos nos fundimos en un cálido gesto.
— Sé que es difícil para ti, Baek. Pero no imposible. ¿Conoces la ley de "Cada momento en el universo es perfecto"? Ya te han dado la primera oportunidad de deshacerte de esa coraza y comenzar a enfrentar el mundo cuerpo a cuerpo. Sin barreras de por medio, sin cintas de restricción. A todo dar. Sin miedo —hice una pequeña pausa—. Además... no estás solo, y lo sabes.
Nadie dijo nada más. Yo me limitaba a acariciar su espalda y los cabellos de su nuca de una manera protectora. Y aunque él no correspondió mi abrazo, fue suficiente el sentir su cabeza apoyada en mi pecho para no sentirme vacío.
Pocos minutos había pasado a una velocidad de vértigo, y fue cuando por fin nos separamos lentamente. Nos sostuvimos la mirada por un pequeño rato hasta que BaekHyun desvió nuevamente la suya.
Mis dos manos, algo dudosas, se atrevieron a tomar su máscara improvisada por los costados, y para mi buena suerte, BaekHyun no se negó. Lentamente fui apartándola de su rostro, y para cuando sus facciones quedaron expuestas, su mirada se levantó avergonzada hacia mí.
Me quedé atontado. Como la primera vez.
Sus ojos estaban cristalizados pese a la humedad y sus pómulos habían adoptado un tono carmesí al igual que el ápice de su nariz. Sorbió la misma una vez más, hecho que provocó que dos lágrimas simultáneas descendieran por sus mejillas.
Dejé caer la máscara al suelo, y con atrevimiento volví a tomar su rostro, acunando sus mejillas con ambas manos y retirando aquellas gruesas lágrimas con mis dedos pulgares.
— Eres hermoso, BaekHyun. Si... tal vez no lo sabes porque no puedes verte con mis ojos, pero me encargaré de recordártelo cuantas veces sean necesario —él me observaba entre atento y sorprendido al momento en el que comencé a hablar con un tono de voz un cuarto más grave de lo habitual, pero totalmente apacible a la vez—. Y si no soy suficiente opinión, pues déjame decirte que no necesitas a nadie más —solté una leve carcajada sin dejar de mirar su temerosa expresión—. ¿Estoy siendo demasiado egoísta?
Y entonces lo vi sonreír con lágrimas en sus orbes, acción que me dejó en peor estado. Mi sonrisa se borró lentamente, concentrado en disfrutar de ese dulce y tan adictivo gesto. No mentía... esa sonrisa le quedaba demasiado bien, y él parecía tan dedicado a expresarla. Como si intentara hacerme saber su gratitud.
Me corazón se aceleró a mil por segundo. Podía oírlo palpitar tan fuerte como si estuviese conectado a un estéreo colosal. Temía que pudiera ser escuchado. No sabía de qué se trataba eso, pero no era un sentimiento desagradable. Así que volví a sonreír junto a él, de una manera un poco más divertida y cómplice.
La barrera que BaekHyun había construido, era tan frágil como esa máscara de papel.
Lo fue desde un principio.
Esa noche no descansé del todo bien, pensando en los acontecimientos que incluían al doctor Alam, los cuales aún me parecían tan parafernálicos.
En toda la tarde de ese gélido sábado, no me atreví a iniciar una charla con Tao al respecto. Es decir... no era una cuestión que se podía preguntar a la ligera como "¿Qué color resalta mi tono de piel? ¿Azul o rojo?". ¡No! Era algo de peso. Necesitaba encontrar un momento preciso para sentarme a platicar con el hermano mayor de la familia. Y se le veía tan ensimismado estudiando encerrado en su habitación, que no quise interrumpir. Además, no había estado por ahí lanzando amenazas de muerte así que realmente debía tener la mente en otra cosa.
Era pasado el mediodía y BaekHyun aún no había despertado como era costumbre. Sus hermanos ya habían almorzado así que guardé la porción que le correspondía en el microondas y me dispuse a lavar los platos mientras oía el fatigoso CD infantil que Suho, Luhan y KyungSoo escuchaban en el living mientras bailaban y corrían alrededor de la mesa.
— Niños... acaban de comer. Si no reposan van a...
Y efectivamente. Suho se detuvo justo en la alfombra para devolver todo el alimento que había consumido.
— ¡Eww! ¡Suho Hyung está vomitando! ¡Está vomitando!
Señalaba Luhan dando saltitos bajo la neutral y al mismo tiempo vehemente mirada del bebé.
— Ahg... —Largué un suspiro y me sequé las manos para ir a atender el problema—. Ya voy...
Luhan parecía apresurado, asqueado, divertido y emocionado. Realmente no sabía cómo distinguir su expresión pero era todo un poema.
— ¡Apresúrate ChanYeol! —Se paraba de puntas para hacer énfasis a su insistencia, y de un momento a otro...— Cucú, Cucú. Cantaba la rana. Cucú, Cucú. Debajo del agua... —Comenzó a cantar de pronto para sí mismo. Era un pequeño saco de personalidad. A mí me encantaba cada aspecto de ese niño, pero no... No era fácil.
— ¿Estás bien, Suho? —Acaricié su espalda, hincado de cuclillas a su lado esperando por si había una sorpresa más.
— E-Estoy bien. Lo lamento... ChanYeol. —Apenado mantenía la cabeza gacha.
— Se más cuidadoso la próxima vez. Les dije que deben reposar luego de la comida.
Lo ayudé a poner de pie, enseguida llamando mi atención el repentino descenso del volumen que dejó en pena la espantosa voz de Luhan por encima del sonido.
— ¡Oye! —Se quejó notoriamente molesto el aludido cuando su inspiración le fue cortada.
— ¡Tienen un escándalo! ¡Se oye hasta en mi habitación!
— Pues esa es la intención, cabeza de ardilla.
Se trataba de Xiumin quien pasando desapercibido había llegado a la sala y bajó de golpe el volumen del equipo.
— ¡Cabeza de ciervo!
El pequeño le sacó la lengua y el gesto le fue correspondido por su mayor.
— ¡Xiumin! ¡Luhan!
Envié a Suho al baño para que se lavara la boca, mientras yo me ocupaba del resto... que al parecer empeoraba con cada suspiro, cuando creía que no podía ser peor.
Tuve que alejar al curioso KyungSoo quien daba torpes pasos buscando ir a poner su mano en ese asqueroso líquido. Lo senté sobre el sofá y enseguida comenzó un berrinche por querer bajarse, pero al notar lo severo que estaba siendo referente al querer tenerlo ahí arriba, no le quedó de otra más que usar su As bajo la manga.
Un fuerte grito seguido de un dramático llanto se hizo escuchar fuerte y claro, taladrando mi cabeza. Incluso me pareció que se había acercado anteriormente a mi oído con el propósito de lastimar mis tímpanos.
Cerré los ojos de la impresión pero no doblegue mi exigencia.
Para rematar, el volumen del equipo de sonido alternaba entre; extremadamente alto, y totalmente mudo, a causa de ese par de niños que peleaban por administrar el tono de la melodía.
Demonios. Iba a volverme loco con todo eso. ¿Si acaso esos niños me tenían respeto?
Con desespero busqué algún juguete o sonaja que colocar entre las manos del más pequeño cuando de pronto, todo quedó en silencio, salvo un pequeño siseo de irritación por parte de Luhan.
Sorprendentemente KyungSoo también se quedó callado para observar la escena junto conmigo, como todo buen bebé cotilla que era.
— ¡Te odio, Xiumin! —Le gritó empujando con ambas manos su pecho antes de salir corriendo.
— ¡Luhan! —Me coloqué de pie a punto de ir tras él de no ser porque tenía otros problemas más grandes que atender.
El chico de orbes gatunos ni se inmutó. Solo se limitó a rodar los ojos.
Al parecer había desenchufado el equipo, y bien todos sabíamos que al pequeño ciervo se le tenía terminantemente prohibido manipular la toma de electricidad por ser un niño aún muy pequeño. Y como una criatura bien obediente, muy diferente a OTROS, aceptó su derrota. Con frustración, pero aceptada al fin y al cabo.
— Xiumin, tú y yo tendremos una plática luego.
Le observé con el ceño fruncido y una voz más rasposa de lo habitual, cosa que incluso a él le extrañó, e intentó desviar la mirada para mostrar que no le importaba en lo más mínimo. Aunque yo sabía que al menos había logrado tocar la fibra sensible de su desconfianza.
Es que nadie me conocía cuando realmente me enojaba. Soy ese tipo de persona que tiene demasiada paciencia, y puede tolerar infinidad de cosas, pero como todo en la vida... tengo un límite. Y cuando ese límite es tocado, arderá Troya.
Me froté la cien con dos de mis dedos buscando más temple de quien sabe dónde.
— Mantén vigilado a KyungSoo en lo que limpio el suelo —tomé una pausa antes de proseguir—. Y es una orden, Xiumin. —Aclaré antes de que se escapara de mi decreto.
Por otra parte el pequeño satán ya se había quedado tranquilo, llevando a la boca el muñeco que tenía en manos. Estaba por creer que ese niño era el anticristo. No se quedó quieto hasta recibir su buena dosis de discusión en la casa.
Yo me llevé con cuidado aquella alfombra para encontrar la manera de enjuagarla y lavarla lo antes posible, ya que había dejado a los dos demonios de Tasmania solos en el living.
Ximun se limitaba a permanecer sentado al lado de su hermanito conforme fingía prestarle atención, pues solo tenía la vista puesta en la TV, a penas dedicándole un 20% de su cuidado.
El timbre interrumpió su ociosidad, y casi por inercia la, no tan pequeña, ardillita se colocó de pie para ir hacia la puerta. No tenía idea de quién sería ya que no acostumbran a llegar visitas a la casa, pero no tenía nada que perder. ¿Qué podría ocurrir?
Giró la perilla y abrió la puerta teniendo que levantar un poco la mirada para encontrar ante sus ojos... una belleza exorbitante, casi de otro planeta.
Ximun quedó totalmente embobado.
— Hola... —Casi suspiró a falta de aliento. Incluso se pasó el dorso de la diestra por sus comisuras labiales para cerciorarse de que no estaba babeando
— Dichosos los ojos que me ven.
Mencionó aquella persona con cierto aire de prepotencia e ingresó sin decoro alguno contorneando su silueta hasta entrar a la casa, mirando todo a su alrededor.
El niño estaba totalmente flechado, parecía un completo enfermo detallando con esmero cada partícula de aquel joven muchacho.
— ¿Chen?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top