Capítulo 9. El intruso

Casi tocaban las cuatro de la mañana y apenas podían dormir. No paraban de pensar en la posibilidad de que el Oscuro los estuviera observando en ese momento. Gabita llamó a una amiga que era capaz de sentir las sombras, no como una visión, sino, sentir las energías residuales que dejaban los seres mágicos cuando pasaban por un lugar, aún si fueran del otro lado. Su nombre era Leyanet y también era una T5. Durante su infancia, esta chica desarrolló esa habilidad tan peculiar. Podía saber incluso, si se trataba de magia oscura o de luz. "Lay", como solían llamarla sus amigos, no había sido bautizada como bruja inicialmente, sino, como maga de luz. Durante su adolescencia, su núcleo se oscureció debido a un chico que jugó tanto con sus sentimientos, que terminó recurriendo a la magia para hacerle daño. 

     —Resulta que en esa edad, la tristeza y el odio son el camino más corto a las tinieblas del alma —comentaba Gabita.

     —Sus emociones le afectaron, como a mí —reflexionaba Ryan—. Solo que yo perdí mis poderes.

     —Me alegro de que te sientas mejor —Ismael ilustró una sonrisa—, nos tenías muy preocupados.

     Se acomodaron y lograron dormir un poco. Digo poco, porque solo tres horas después, Lay estaba tocando en su puerta.

     —Aquí estoy, Gabita —Saluda Lay con un tono de desagrado en su voz—, mis "hermanas" y yo te hemos extrañado mucho. Nos preguntábamos, ¿dónde estabas?

     —Es una larga historia —responde la bruja—. Te contaré todo de regreso. Ahora pasa, necesito que ayudes a mis amig...

     —No hace falta que preguntes —interrumpió Lay —, él estuvo aquí.

     —¡Lo sabía! —exclamó Ryan en un sobresalto—. Estaba seguro de que no había sido un sueño.

     —La sensación es muy leve —aclaró—, lo que me lleva a suponer que el Oscuro no estaba en esta dimensión, por así decirlo.

     —Exacto —dijo Elena—. Lo que queremos saber es, ¿cómo evitamos que nos espíe? Debemos eliminar su ventaja.

     —¿Saben por qué las antiguas brujas odiaban los espejos? —preguntó Lay.

     —¿Por la edad? —responde Ismael, poniéndole un toque de humor a la conversación— He leído que no les gusta envejecer.

     —A nadie le gusta envejecer, chico listo —contestó Lay entre las risas de todos—. Los espejos son como ventanas que conectan ambos lados, creando reflejos de los lugares, como copias oscuras —prosiguió—. Hay condiciones especiales para proteger los lugares sagrados que incluyen el no introducir espejos por obvias razones. Si se violara esta regla, el santuario quedaría expuesto.

     —Bueno, con sacar los espejos tienen —resuelve Darys.

     —No es tan fácil —aclara Lay—. Una vez expuesto, los reflejos solo pueden ser destruidos desde adentro.

     —Eso requeriría mucha magia oscura —reflexionó Ryan—, estaríamos influyendo en el otro lado.

     —Aún no tienes idea de lo que eres capaz —aseguró la chica mientras sonreía—. Eres un nigromante, al igual que El Oscuro, tu naturaleza es conectar con el purgatorio. Si tú no puedes influir en él, ninguno de nosotros lo hará. Pero, tienes razón, tal vez no tienes el desarrollo suficiente para hacer algo como eso.

     —Nunca he ido siquiera, solo he tenido visiones de allí. Pero —Hizo una pausa—, si me ayudan a cruzar, se me ocurre una idea para deshacernos de los espejos.

     Siguiendo las instrucciones de ambas brujas, los chicos buscaron todas las velas disponibles y las pusieron en el suelo, en forma de círculo, mientras que Mell, Elena y Darys supervisaban los tres espejos que habían en la casa. Con todas las condiciones creadas, Ryan entró al círculo y se sentó en posición de loto, mientras sostenía en su mano un puñado de tierra.

     —"terramet ignem, tenebris potentia elementa" —pronunciaban las brujas al unísono—. "terramet ignem, tenebris potentia elementa."

     Ante los ojos de todos, las flamas de las velas se avivaron haciéndose azules. 

     —"transire Pulgatorio" —declamó Ryan abriendo su mano y dejando caer el puñado de tierra.

     En ese instante, todo a su alrededor se envolvió en una opacidad azul, acompañada de un silencio, frialdad y una soledad funesta que producía un nivel de angustia casi fantasmal. Ryan estaba en el otro lado y debía apresurarse. Se encontraba dentro de un reflejo pero seguía siendo su casa, así que no le costó nada encontrar los espejos. De camino a ellos, notó que a pesar de estar allí, no podía agarrar ningún objeto, simplemente, los atravesaba. Al llegar al baño, se dio cuenta de que podía ver a su hermana a través del espejo, justo al frente. Así que, no demoró mucho más.

     —"impacto" —pronunció, presentando su mano sobre el cristal.

     Ante este hechizo de golpe menor, el espejo estalló en pedazos, aunque sin hacer una pizca de ruido. De la misma manera, quebró el que había en uno de los dormitorios, pero, al destruir el tercer espejo, el suelo comenzó a temblar como si fuera un terremoto. Evidentemente, el reflejo se estaba desmoronando con él adentro.

     —¿Te vas sin saludar? —retumbó la voz del Oscuro—. Pensé que venías buscando más de lo de la última vez.

     A pesar de que ambos tenían cuentas pendientes, Ryan prefería saldarlas en suelo firme, y ese, definitivamente no era.

     —¡"transire dimensio"! —gritó y en un pestañear, estaba de regreso con sus amigos y su hermana.

     Se había solucionado el problema del reflejo, pero ignoraban que la verdadera razón por la que Ryan y el Oscuro se habían conectado involuntariamente, era Ismael. Solo una hora después, Gabita, Mell y Lay se despedían del resto, debían continuar.

     —No se preocupen, amigos —decía Gabita mientras miraba a Elena con sus ojos cristalizados en un asomo de lágrima—, mantendré el contacto.

     —Cuídense mucho —señaló Darys, despidiéndose con un abrazo.

     Después de la partida de las chicas; los hermanos, la psiphora y el vampiro continuaron con el intercambio.

     —¿Han escuchado alguna vez acerca del encantamiento Cruciatu-Mentis? —preguntó Ryan desde su cuarto hacia la sala.

     —No literalmente —contestó Ismael.

     —¿A que te refieres? —indagó Darys, quien se encontraba a su lado.

     —Me refiero a que no lo he escuchado pero si lo he visto, en mis sueños.

     —No puede ser —minimizó Darys—, tu obsesión con la lectura es lo que te hace fantasear de esa manera.

     —Eso pensaba yo, hasta ahora.

     Ismael desde niño, había tenido sueños repetitivos donde aparecía un libro antiguo con relatos y hechizos relacionados con la magia oscura.

     —Y, si por lo que me dices, el encantamiento no es producto de mis sueños, quizás el libro tampoco lo sea. Fue por esos sueños que comencé a estudiar sobre este tema.

     —¿Me permitirías ver? —cuestiona Darys, mostrando cierta desconfianza en esa teoría.

     —Míralo por ti misma —respondió y extendió su mano hacia ella.

     —Piensa en tu sueño —indicó tomando su mano, a la vez de un profundo suspiro— "somnus deja-vú."

     Ambos estuvieron en trance durante aproximadamente cinco minutos. Cuando ambos abrieron los ojos, la chica se quedó en silencio, organizando ideas.

     —¿Lo viste? —preguntó Ryan— Darys, ¿funcionó?

     —Si —respondió Darys un poco confundida—, de hecho, puede ver más que eso—. ¿Donde está el collar? —enfatizó Darys con una marcada desconfianza en la mirada.

     —No lo sé —respondió Ismael, confundido—, creo que lo perdí en el cementerio la noche que el Oscuro me obligó a degollarme.

     —Debemos encontrar ese colgante —aseguró la vidente—. Debemos hacerlo pronto. ¿Por qué no nos dijiste que lo tenías?

     —No entiendo tu molestia, es un simple recuerdo de mi madre.

     —Darys —interrumpió Ryan en defensa de su chico, viendo que Darys estaba actuando de manera muy hostil y ellos apenas entendían—, ¿qué te pasa? ¿Por qué le hablas así?

     —Comienza por explicar —propuso Elena, quien había estado muy callada—, ¿qué tiene ese collar de especial?

     —Ese collar es otro libro —explica Darys, mientras clava la mirada en Ismael—, y no es uno cualquiera. Perteneció al Oscuro y tú lo sabías.

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