Capítulo 15. El precio de la verdad
Eran casi las nueve de la noche cuando Ryan, Darys, Elena y Jenny llegaban al cementerio. Gabita, Mell y Lay se habían quedado en la casa, esperando. Acercarse al cementerio y al Oscuro, representaba un riesgo demasiado alto para la ninfa. La gran luna de esa noche se asomaba entre las bastas nubes que amenazaban con cubrirla y los cuatro chicos cruzaban los límites del lugar, ignorando que estaban siendo seguidos por el oficial Mark, quien se encontraba convencido de que pronto resolvería su caso.
El nigromante iba decidido a recuperar a su vampiro. Apenas pronunciaba palabra, pues su mente se encontraba aturdida por todas las situaciones que estaban viviendo. Ismael se había convertido en una persona importante en su vida y no estaba dispuesto a perderlo.
—Hablemos bajo y mantengámonos juntos —sugirió Elena—, por si el Oscuro aparece.
—Algo me dice que aparecerá —comenta Jenny—. Si el Oscuro puede manipular la voluntad de Ismael, también puede usarlo como cebo.
—Tal vez —susurró Ryan entre dientes mientras caminaban entre las tumbas.
El chico estaba siendo inyectado por el odio hacia el Oscuro y el miedo de perder a su novio para siempre. Odio y miedo, sentimientos que, teniendo en cuenta la hora y el lugar, jugaron un papel fundamental en lo que sucedió después.
—¿Ese árbol es una ceiba, verdad? —preguntó.
—Sí —afirmó la cazadora. Jenny tenía muchos conocimientos que habían sido resultado de su preparación previa para pertenecer a las T5.
—Perfecto, intentaré algo —Se acercó al pie del árbol.
Sabía que las ceibas eran árboles sagrados que ayudaban a magnificar los encantamientos e intentó experimentar con uno de localización. Mark, a unos metros de distancia, intentaba entender por qué se habían detenido.
—"revelio Peri em heru" —pronunció Ryan y ante él, su collar se transformó en el antiguo libro, El libro de las Sombras.
—¿Qué vas a hacer? —cuestionó su hermana.
—Un hechizo de localización.
—Pero necesitas una pertenencia de Ismael o su sangre —alegó—, algo que fortalezca la conexión.
—Así es —Hizo una pausa—, pero lo intentaré de otra manera —explicó—. Modificaré el hechizo para ver dónde está, como una visión intencional.
—Ryan, la alquimia es peligrosa si no sabes como hacerla —Darys estaba preocupada pero su hermano no parecía escuchar—. Puede pasar cualquier cosa.
—Solo utilizaré la ceiba para encontrarlo, en caso de que estuviera aquí, en el cementerio —minimizaba mientras ponía una mano en el espinoso tronco y sujetaba el libro abierto en la otra.
Ryan tenía claro lo que tenía que hacer pero no sabía lo que iba a suceder después.
—"Yaaxché invenire coemeterium, Yaaxché nox" —pronunció y un inesperado y fuerte viento comenzó a azotar, desde la copa de los árboles más altos hasta el suelo, levantando todas las hojas secas y despeinando a las sorprendidas chicas —. "¡Yaaxché nox!" —gritó fuertemente, empujando su mano hacia las filosas espinas que entraron en él "como cuchillo en mantequilla".
Mark estaba en shock emocional. No podía entender lo que estaba viendo. ¿Acaso, pertenecen a alguna secta? ¿Esto es alguna especie de ritual? El viento a su alrededor apareció de la nada y esos chicos, ese libro; no entendía nada.
Ryan abrió los ojos y en un segundo, el viento cesó, permitiendo a las hojas caer como el otoño más oscuro que hubiera podido apreciar. Ante todos, una pequeña luz salió de la tierra quedando suspendida en el aire. Se presentó como una pequeña llama de color azul, demasiado hermoso para sus atormentados ojos.
—El fuego del Purgatorio —indicó Jenny—, increíble.
—¿Qué? —preguntó Ryan, sintiendo que su hechizo había fracasado— ¿Una luz fatua? —Se giró de nuevo hacia el árbol— ¿Es en serio? ¿¡Te pedí verlo y me mandas una estúpida luz fatua!?
—Ryan, cálmate. ¿Qué te pasa? —cuestionó Darys mirándolo seriamente. Su hermano había estado muy estresado en esos días, pero ella, sentía que ya era suficiente.
—Esas luces solo son energías residuales —Apretaba su puño para no dejar salir la sangre que sutilmente goteaba de su mano lastimada—, no sirven para nada.
—No es tan simple —negó Jenny acercándose a la luz—. Así como la flama arde aquí, las luces fatuas arden en el otro lado. No es normal que aparezcan aquí, así —Intentó tocarla pero, justo antes, desapareció—. Acabas de invocarla a tu voluntad.
—¿Ya ves? —confirmó Ryan— Solo era una luz tonta, como ese árbol.
—Sí, veo —intervino Elena haciendo a su primo a un lado, para apreciar como, unas nuevas luces azules, se hacían fila a su espalda indicando un nuevo camino.
El nigromante se giró nuevamente, pero esta vez, pudo observar la respuesta de la ceiba. No sabían lo que les esperaba al final del camino de luces pero querían creer que sería Ismael. El oficial, mientras más confundido, más decidido a llegar al fondo de todo lo que parecía una secta diabólica que secuestraba y sacrificaba personas.
Los chicos se adentraron a lo más recóndito del cementerio, con Mark tras ellos, siguiendo las luces fatuas, hasta que la última, desapareció frente a ellos. Encontraron una edificación antigua que yacía abandonada en un pequeño pero tupido bosque.
—Un mauseolo —reflexionaba Elena observando lo desatendido que estaba el lugar.
—Debemos entrar —dijo Darys mirando la antigua reja que les impedía el acceso a su interior.
—No hay nadie adentro —aseguró la cazadora—. Mira este candado, no se ha abierto en décadas.
—Entonces, ¿por qué el fuego nos trajo aquí? —indagó Darys.
—¡Manos donde pueda verlas! —vociferó el oficial Mark saliendo de atrás de un arbusto— No quiero movimientos extraños ni cosas raras de esas.
El oficial les estaba apuntando con su arma y los sorprendidos jóvenes levantaron sus manos.
—¿Dónde están los chicos desaparecidos? —preguntaba firmemente, disimulando el temor que le causaba la posibilidad de que su sospecha fuera real— Están ahí dentro, ¿verdad?
De un súbito e inesperado movimiento, una sombra que salió de la nada, se fue arriba de Elena, haciéndola caer al suelo. Autoseguido, se lanzó al cuello de la vidente para morderla. Era un vampiro y no estaba solo.
—¡Darys! —gritó Ryan— "impacto" —pronunció mientras golpeaba al engendro, aumentando la potencia de su puño, lanzándolo a cuatro metros de él, desmayado.
La chica calló arrodillada con su cuello ensangrentado y bastó que su hermano la sujetara para que, desde las sombras, salieran dos vampiros más. Todos vestían con capuchas negras que les impedía ser identificados. Jenny sabía muy bien como pelear con un engendro, así que, automáticamente eligió a uno, extrajo dos cuchillos que llevaba escondidos bajo su ropa y comenzó a pelear. El otro vampiro se abalanzó hacia Mark, quien, entre la confusión y el instinto, apretó el gatillo, perforándole el hombro. Pensaba que lo había neutralizado, ¡pero no! La criatura descubrió su cabeza y fue la primera de las tres, en dejar ver su rostro.
—¿Max? —preguntó Mark totalmente impactado. ¿Qué le había pasado a ese chico y por qué lo estaba atacando? Eran algunas de las cuestiones que aturdían su mente, en segundos— Max Williams.
—Él ya no está —ironizó el Oscuro a través de los labios del Max—, y no creo que lo veas nunca más.
Elena, por otro lado, se deslizó hasta donde estaba el vampiro que había mordido a Darys y Ryan había neutralizado. Su intención era drenar su energía hasta matarlo pero, al mirarlo de cerca, descubrió que se trataba de la razón que los había llevado ahí, Ismael.
Jenny peleaba muy bien, incluso, mejor que su contrincante pero, no se podía negar que le estaba costando pues, su fuerza némaca no era proporcional a la resistencia y rapidez de aquel vampiro.
Ryan, aún socorriendo a su hermana, pudo notar que Max sometía al oficial Mark, Jenny había sido herida con su propio cuchillo e Ismael estaba despertando, poniendo en peligro a Elena. Estos vampiros estaban siendo controlados por el Oscuro simultaneamente. Su temor tocó un extremo desconocido y poniéndose de pie, lanzó un grito que estremeció todo el lugar.
—¡Basta! —De repente, su cuerpo se elevó despegándose del suelo. Un humeante resplandor azul ocupó su ojos y con simples gestos de sus manos, congeló a los tres vampiros a la vez, dejándolos inmóviles— Haz ido demasiado lejos, Oscuro, no te permitiré hacerte con mi familia. "¡repulsio encantatus!"
El nigromante descendió mientras se apagaba su luz. No tenía idea de como lo había echo, pero estaba seguro de que, el Oscuro, ahora tenía miedo de un igual.
Los vampiros, que hasta ese entonces, tenían sus ojos negros por la posesión, fueron liberados de la conexión, a la vez, de la maniobra de Ryan. Los tres se encontraban bien, aunque Max tenía una herida de bala que apenas sentía, y así, quien había herido a Jenny procedió a descubrir su rostro.
—Ariel.
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