Capítulo 10. La madre del vampiro

La historia de Ismael era muy triste. Su padre había muerto cuando solo tenía 1 año y su madre, sabiéndose incapacitada para criarlo, lo dejó en las manos de su hermano. Desde entonces, fue sacado adelante por su tío Manuel.

     —Y, ¿no has sabido nada más de tu madre? —preguntó Ryan.

     —No. Dice mi tío que un día fue a la casa pero no quiso verme, por lo que no debo pensar en ella. Aunque yo se que tiene razón, simplemente no puedo evitarlo.

     —No puedes juzgarla si no sabes cómo fueron las cosas realmente— censuró Darys, dando a entender que sabía más de lo que decía.

     El colgante había sido un regalo de su tío al cumplir sus 10 años. Fue con esa edad que comenzaron los sueños raros y su curiosidad por el estudio de la magia.

     —¿Qué sabes del libro del Oscuro? —preguntó Darys— Vi demasiadas imágenes superpuestas como para entenderlo todo.

     —Se llama "Libro de las Sombras" y solo lo he visto en mis sueños —explicó—, pero al despertar, no puedo recordar mucho —hizo una pausa—. Es como si todo lo que hubiese visto allí comenzara a borrarse durante el día.

     —Su aspecto es similar al del Grimorio —explicaba Darys mientras caminaba de un lado al otro—, aunque su contenido trata acerca de magia oscura como ya deben suponer.

     —Solo hay una persona que puede respondernos todas estas preguntas —solucionó Elena mientras abría un pequeño frasco esmalte de uñas—. Tu tío, por supuesto. Acaso, ¿no fue él quien te lo dio?

     La psiphora apenas establecía una conversación, peor esta vez, tenía razón, aunque llevaba unos días que no era ella misma. El noviazgo de Gabita y su partida además, la habían dejado muy confundida respecto a sus sentimientos. Se sentía mal emocionalmente y no sabía cómo disfrazarlo.

     Apenas se anunció el ocaso, salieron con destino a la casa de Ismael, quien se encontraba nervioso, pues su tío no había tenido noticias de él desde antes de convertirse en vampiro. Sus amigos lo acompañaron para apoyarlo. Manuel en cambio, lo recibió con mucha alegría. Se notaba que lo quería demasiado a pesar de ser un señor mayor que proyectaba cierta rigidez en su comportamiento.

     —Dime, ¿qué sabes del colgante que me regalaste? —imperó Ismael justo al sentarse y sin muchos rodeos.

     —Pensé que nunca lo ibas a descubrir —comentó el señor mientras dejaba escapar una ligera sonrisa algo sarcástica en su rostro—. Hace mucho tiempo estoy esperando para tener esta conversación contigo.

     —Pues, te escucho.

     —El Libro de las Sombras es una compilación que contiene notas de diario junto a los maleficios y rituales más oscuros de la existencia mágica —explicaba—. Asumo que su creación data del siglo XVII, ya que su creador fue un nigromante llamado Giles Corey que procuraba invocar una criatura oscura muy poderosa. 

     —Conozco ese suceso —intervino Ismael—, el nigromante loco que no pudo completar lo que hubiese sido el hechizo más poderoso de la historia.

     —Yo no apostaría por eso —rectificó—. Si has estudiado lo suficiente, sabrás que Giles terminó sacrificando a su prima Camille. Lo que todos ignoraron es que la chica estaba embarazada. Con el último niño muerto, Giles pudo haber completado su ritual antes de morir en manos de La Sociedad de la Luz.

     Manuel era un simple némaco pero tuvo el colgante lo suficiente como para obtener toda esta información, mediante sus sueños. La diferencia con su sobrino era que, el chico siempre ignoró que lo que soñaba, era real.

     —¿Por qué me lo diste? —preguntó Ismael agitando el tono de su voz— ¿Por qué a mí?

     —Porque tu madre lo quiso así —respondió su tío mientras Darys y Elena abandonaban la sala de la casa para dejarlos solos—. Ella lo organizó todo justo para este momento.

     —No te vayas, Ryan —pidió el chico mientras lo detenía, impidiendo que se pusiera de pie—, te necesito a mi lado, ahora más que nunca.

     Ismael y Ryan habían alcanzado un nivel de complicidad que superaba los obstáculos que se interponían con cada descubrimiento.

     —Quiero que me cuentes todo acerca mi madre —pidió Ismael—, sin omitir detalles.

     Su tío le reveló que su madre era una ninfa. Estas criaturas podían tener todos los hijos que se propusieran, pero como ya sabían, solo una hija, la cual continuaría con el legado. Los varones no cargarían con ningún don especial, ni magia alguna. Ismael había nacido como un némaco, hijo de otro némaco llamado Lucas y una ninfa llamada Adela, quien lo dejó con su hermano Manuel (que compartía la misma condición de él), justo después de que su esposo muriera.

     —No entiendo —comentó Ismael confundido dejando escapar un par lágrimas por frustración—. ¿Por qué me apartó de ella?

     —Así son las ninfas, Ismael —expuso—. Para ellas solo existe su heredera, a los demás, solo nos apartan.

     —Disculpe —intervino Ryan—. No conozco a Adela, pero conozco una ninfa y creo que en esa generalidad, usted se equivoca.

     —Eso es porque no sabes lo que se siente ser abandonado por tu propia madre —simplificó Manuel.

     —Bueno —interrumpió Ismael—, a lo que vinimos —levantó la mirada y se inclinó hacia su tío—. ¿Qué te dijo acerca del collar?

     —Me hizo prometer que lo llevaría siempre conmigo hasta que cumplieras los 10 años —puntualizó el señor—. Eso y lo que te conté acerca de su procedencia.

     En ese sitio ya no quedaban más respuestas que buscar, solo recuerdos tristes asociadas al abandono. La prioridad era encontrar el colgante perdido antes que su dueño original. Por esta razón, Ismael se despidió de su tío en cuanto agarró un poco de sus cosas personales.

     —No te preocupes, tío —decía mientras lo abrazaba—, voy a estar bien.

     —Fue un placer, señor —Ryan se despidió con un fuerte apretón de manos—. ¿Puedo hacerle una última pregunta? ¿Vio en el libro algo asociado al encantamiento Cruciatu-Mentis?

     —El Cruciatu-Mentis no es un encantamiento muchacho —aclara—, es un maleficio usado para torturar a una persona desde la mente —prosigue—. Imagino que se trata de uno de sus preferidos porque hay muchas referencias en el libro.

     De camino a casa, Ismael les contó a sus compañeras todas las revelaciones que que se habían dado durante su conversación con Manuel. Elena hizo énfasis en el hecho de que si el libro contenía información tan importante, no debía llegar a las manos del Oscuro. Darys, en cambio, no bajó la guardia. Su comportamiento hacia el chico aún guardaba una desconfianza que llamaba mucho a la atención de sus hermano.

     —Darys, acércate —imperó Ryan cuando se encontraron solos—. Quiero que me digas la parte de tu visión que no nos has contado.

     —¿Por qué crees que no les conté todo lo que vi? —preguntó ella demostrando un ligero nerviosismo.

     —Porque te estas comportando muy raro y ayer, le dijiste a Ismael que no podía juzgar a su madre si no sabía cómo habían sido las cosas —expuso—. ¿A qué te estabas refiriendo?

     Evidentemente, la chica no había dicho todo lo que sabía. Ante la presión del nigromante, solo pudo susurrar una verdad que lo dejaría helado.

     —Es su madre Ryan —dijo después de un profundo suspiro.

     —¿Quién?

     —La ninfa del bosque —reveló—. Adela y Ela, son la misma persona —hizo una pequeña pausa—. Ella es la madre de Ismael, y Mell es su hermana.

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